06
Sin embargo, los planes de JungWon no resultaron: una vez la cena terminó en un incómodo ambiente, TaeHyun recogió los platos y se fue a lavarlos, sin dirigirle ninguna mirada a otra persona. SungHoon y HeeSeung se escabulleron a su cuarto, en tanto BeomGyu, molesto y refunfuñando, se puso a ver televisión.
Ya era tarde y la verdad es que JungWon estaba algo cansado, así que fue a ponerse el pijama, dirigiéndose después a la cocina, viendo a su mamá de espaldas a él. Recordó todas las palabras hirientes que le dirigió semanas atrás, sintiendo vergüenza de sí mismo porque lo escuchó llorar después, solo en la cocina, pero estaba tan molesto que no le dio importancia.
— Hmm... ¿mamá? — dijo, llamando la atención de TaeHyun, aunque no era necesario que lo hiciera, porque el mayor lo sintió desde hace mucho.
— ¿Qué ocurre, Wonnie? — preguntó TaeHyun sin observarlo.
El pequeño vaciló.
— Hmm... yo que-quería... Hmm, pedirte perdón por lo de la otra vez — dijo, su voz apenas un hilo —, no fue... no fue mi intención decirte todo eso. Perdóname, mami.
TaeHyun cerró la llave de agua, agarrando el trapo para secar los platos y poniéndose en ello, sin voltearse hacia él.
— No importa — dijo el mayor —, no tuve que haber reaccionado así. SungJun es un Alfa, y yo no debo meterme en su relación.
Eso no era lo que quería oír, sintió JungWon, mordiendo su labio inferior, queriendo que mamá volteara y le diera un abrazo de esos que tanto le gustaban. De esos que le hacían saber que no importaba qué hiciera, él siempre le iba a amar.
JungWon tragó saliva.
— Tú... uh... ¿pu-puedes ir a arroparme después? — preguntó, su tono temblando.
TaeHyun bajó los hombros, derrotado, pero no quiso voltearse. Si se volteaba, rompería a llorar y ya estaba harto de eso, de sentirse tan débil, tan patético.
— Tú mismo lo dijiste — respondió TaeHyun firme, aunque su Omega temblaba por dentro —: Ya estás grande y no me necesitas.
JungWon escapó de la cocina, dejando un rastro de feromonas tristes tras sí.
TaeHyun suspiró, sin dejar de secar los platos. En ese momento, se sentía algo entumecido como el resto del día, haciendo todo de forma automática, sin dejar de pensar en las palabras que ChaeYoung le había dicho.
"Estoy segura de que has sacrificado mucho por tus tres hijos y tu Alfa. Y ellos no te lo agradecen como mereces, porque creen que así es como tienes que ser."
TaeHyun se recordaba con quince años, siendo algo así como la vergüenza de la familia porque ningún Alfa le cortejaba ni le coqueteaba, soltero y sin marca alguna. Sus padres solían criticarle todo el tiempo, diciéndole que permanecía así por su rostro poco amigable y actitud grosera, que, si fuera más amable, coqueto y dulce, los Alfas estarían detrás de él todo el tiempo. TaeHyun lo intentó bajo todos los medios, el ser el Omega perfecto, pero no podía fingir actuar así.
Solo cuando BeomGyu se fijó en él que las cosas mejoraron, pero... pero...
TaeHyun no sabía ser un esposo perfecto. Una madre perfecta. Tenía el loco impulso de sobreproteger a sus cachorros de cualquier daño, incluso a HeeSeung, un Alfa, y eso le ganó muchos reproches, incluso de su marido.
Y se suponía que en los celos debía tener un apetito insaciable de sexo, y más aún, de cachorros, pero cuando los tenía, solo pensaba en hacer un nido, acurrucarse en los brazos de su Alfa y dormir contra él. Por supuesto que deseaba hacer el amor, sin embargo, lo deseaba de una manera lenta, amorosa, cariñosa, no salvaje y desquiciada.
TaeHyun fracasó como el Omega perfecto, aunque a una parte suya no le importaba mucho.
— No quiero que salgas con esa Omega.
Se sobresaltó cuando escuchó la voz de BeomGyu detrás de él, estaba tan sumido en sus pensamientos que no lo sintió. Se dio cuenta de que llevaba secando un vaso por cinco minutos, y lo guardó junto al resto.
— ¿Eh? — le observó, frunciendo el ceño. — ¿De qué hablas, Gyu?
El sobrenombre salió sin problema alguno, y notó entonces lo mal que estaba todo, porque, frente al resto, TaeHyun debía llamar a su marido como "Alfa": cuando salían a alguna cena de trabajo, cuando le iba a ver a la oficina, cuando iban a comer fuera. Frente a los niños, siempre era "papá".
Solo cuando estaba a solas, sin nadie que les observará, BeomGyu le permitió que le llamara con sobrenombres dulces.
Lo tenía tan normalizado que no se dio cuenta hasta ahora, y en ese instante, se sentía un poco ridículo por ello.
BeomGyu alzó su barbilla.
— Esa Omega no me da buena espina — dijo BeomGyu, serio.
TaeHyun ladeó la cabeza.
— No la conoces — respondió el Omega, algo confundido.
— No, pero mi instinto me dice que no es buena — insistió BeomGyu. — Cancélale y ve a comprar con HeeSeung. Has tenido algo abandonados a tus cachorros, JungWon apestaba a pena hoy.
TaeHyun apretó sus labios, una parte suya tentada de agachar la cabeza, decir que sí y olvidar todo ese asunto. Sin embargo, ChaeYoung fue la primera persona, en mucho tiempo, que le escuchó sin pedir nada a cambio. Que realmente le escuchó.
— No — contestó, observando la expresión sorprendida de BeomGyu —, ¿qué estás diciendo? Nuestros hijos — añadió, remarcando una palabra para decirle que los niños eran de los dos — han dicho que no quieren que me meta en sus vidas, así que eso estoy haciendo. Además, no tengo nada que hacer, hago el aseo todos los malditos días — levantó la voz, dando un paso, y BeomGyu retrocedió por instinto — y tengo la cena preparada cuando corresponde, y solo quiero tener una amiga con la que estar si me encuentro aburrido, ¿y tú quieres que lo olvide porque a ti no te gusta, cuando ni siquiera la conoces?
BeomGyu no dijo algo, atónito por el arrebato de TaeHyun, buscando hablar, aunque estaba enmudecido por la extraña situación. En todos esos años que llevaban juntos, TaeHyun jamás le replicó de esa forma, siempre fue bastante sumiso y le complacía en todo. Por supuesto, a veces se negaba a algo –como tener otro cachorro–, pero no se imponía porque un bebé no era algo que podía forzar.
Sin embargo, ahora...
TaeHyun salió de la cocina, enfurecido y dejándolo solo, con una extraña sensación en su interior.
Mientras esto ocurría, JungWon no fue a su cuarto, casi llorando por la pena, sino que fue a la habitación de sus hermanos mayores. La litera de SungHoon y HeeSeung estaba pegada contra la ventana y el Omega se hallaba sobre su cama, probando el maquillaje que le regalaron para su cumpleaños; HeeSeung, en cambio, estaba sentado en el escritorio, haciendo la tarea.
— No pienses que voy a pasártela — le decía HeeSeung a su mellizo —, siempre haces… ¿Wonnie?
Se voltearon hacia el menor, que entró casi llorando al cuarto, y HeeSeung fue el primero en moverse, yendo a abrazarlo con preocupación.
— ¿Qué ocurre, JungWonnie? — preguntó SungHoon, preocupado también.
— Mamá está raro — sollozó el menor, sorbiendo por su nariz. — Hoy quería que me arropara, le pedí perdón por lo que le dije la otra vez, pero solo respondió que ya estaba grande y no lo necesitaba — hipó, triste —. Quiero que vuelva todo a ser como antes, cuando me abrazaba y era su cachorrito mimado.
HeeSeung y SungHoon se miraron en tanto JungWon se acurrucaba entre los brazos de su hermano mayor, apenado por la situación, sin entender demasiado lo que estaba pasando.
— Oye, te estás preocupando por nada — dijo HeeSeung —, tal vez mamá sigue algo sensible por lo ocurrido, pero se le va a pasar. Nosotros siempre seremos sus bebés, no te preocupes por eso.
— Estás exagerando — SungHoon fue más duro, llamando la atención de ambos hermanos. — Mamá solo está haciendo un show, ¡papá lo dijo! No le hagas caso-
— SungHoon... — advirtió HeeSeung.
— No, ¡nosotros le hicimos daño a mamá! — replicó JungWon, ahora con enojo. — Él lloró mucho luego de lo que dijimos, y ahora ya no nos toma demasiado en cuenta. ¡Eres un idiota, SungHoon!
— ¡Soy el mayor, respétame! — respondió SungHoon. — Además, ya no nos molesta por lo de SeongHwa y SungJun, ¿no deberías estar feliz? Porque yo sí lo estoy, ahora puedo salir con SeongHwa a donde quiera.
JungWon soltó un gruñido de molestia, sin embargo, pensó en eso también: ahora que mamá no les decía algo, papá le dejaba estar con SungJun cuando quisiera y mamá no preguntaba, aunque siempre podía ver su expresión triste a la hora de la cena.
Incluso muchas veces, cuando llegaba del colegio, notaba sus ojos rojos e hinchados por el llanto.
— Pero no está bien — dijo débilmente, importándole poco parecer un bebé llorón —, no me gusta que esto sea así.
SungHoon bufó mientras HeeSeung le acariciaba la nuca, aunque el hermano Alfa sentía también que JungWon solo estaba tomándole más importancia de la que debía.
Sin darse cuenta de que las cosas estaban dando un giro demasiado brusco, y que todo iba a cambiar pronto.
Los días siguientes BeomGyu siguió insistiendo con el tema de la salida del viernes, sin embargo, cada vez que tocaba el tema, sus argumentos se iban volviendo más y más débiles hasta que el jueves decidió callar. Eso sí, a regañadientes y con mala cara.
BeomGyu sabía que podía imponerse, hablarle con la voz Alfa y ordenarle no salir, pero tenía claro que no era bueno. El Alfa sabía que esa voz era solo cuando TaeHyun hacía algo malo, sin darse cuenta, o le faltaba el respeto conscientemente, no para impedirle salir a alguna parte.
JungWon trató varias veces de llamar la atención de su mamá otra vez, aunque con nulos resultados: le contaba cómo le fue en el club de taekwondo, que JaeJoong ya dejó de molestarle, incluso le hablaba de sus citas con SungJun, pero TaeHyun se limitaba a responder con monosílabos, la relación enfriándose poco a poco.
El pequeño Omega ya no sabía qué hacer para tener la atención de su mamá otra vez, lo que empeoraba porque sus hermanos le decían que estaba exagerando todo.
El día viernes llegó, y con ello, su salida con ChaeYoung. BeomGyu despertó y apenas le habló algo, tratando de no lucir gruñón, aunque estaba fallando en absoluto.
— Necesito dinero — le dijo TaeHyun a BeomGyu mientras desayunaban, los niños yendo a lavarse los dientes.
BeomGyu hizo un mohín, tentado de decirle que no le daría nada, pero, luego de mirar a su pareja, terminó cediendo. Por mucho que todo eso le desagradara, no iba a ser tan miserable como para dejarle sin alguna moneda para una salida.
Le dio cincuenta mil wones que TaeHyun guardó con una pequeña sonrisa. Al ponerse de pie, agarró a BeomGyu de las mejillas, dándole un beso en los labios.
— Te amo — le dijo con cariño, viendo como su Alfa se relajaba —, y tal vez, si llegas con ganas esta noche, Gyu, podríamos salir a un motel, ¿te parece?
BeomGyu deslizó una mano por su culo y le dio un apretón, besándolo una vez más.
— Está bien — cedió BeomGyu más contento.
TaeHyun estaba con mejor ánimo, así que se permitió volver a ser esa madre sobreprotectora. No pudo aguantarse cuando vio a JungWon con su carita toda triste mientras bajaba del auto. TaeHyun lo llamó.
— ¿Sí, mamá? — preguntó el Omega.
— Ven, inclínate — le dijo, agarrándolo de sus mofletes, quitándole un rastro de mermelada de su mejilla, y le besó la frente. — Ten un buen día, cachorrito.
El apodo envió una ola de felicidad por JungWon, que asintió y le dio un beso a TaeHyun en la mejilla, marchándose con una sonrisa enorme hacia el colegio.
Luego de almorzar, TaeHyun se preparó para la salida, echándose un poco de sombra en los ojos y pintándose los labios con un brillo suave, observando su ropa con ojo crítico. La verdad es que no sabía qué usar porque llevaba demasiado tiempo sin salir con un amigo, básicamente, desde que se casó, y quería verse muy bonito para ChaeYoung.
No había que confundirse: no iba en un plan romántico, sino que sólo quería que ChaeYoung supiera, indirectamente, cuán importante era esa salida para él. Lo contento que estaba con eso.
La mayoría de sus prendas eran oscuras y grandes para ocultar su cuerpo pequeño, sus curvas y piernas delgadas, pero era porque BeomGyu solía decirle que las usara para que ningún Alfa mirara lo que le pertenecía a él. Sin embargo, tenía unas prendas que no usaba hace mucho, y terminó vistiéndose con unos jeans oscuros junto a una camisa negra que se abría en su cuello en forma de V, con las mangas arremangadas hasta un poco más debajo de los codos.
Se miró al espejo sonriendo ante su vestimenta, sintiéndose bonito también, y agarró su bolsito donde llevaba sus útiles personales junto a su billetera para después salir hacia el centro. Quedaron en juntarse con ChaeYoung fuera de la biblioteca, así que se estacionó frente al edificio, viendo a la Omega ya sentada en los escalones.
Era muy bonita, iba pensando TaeHyun mientras se acercaba, saludándola con una sonrisa algo tímida.
— ¡Woah! — dijo ChaeYoung, poniéndose de pie. — Te ves muy guapo, TaeHyun.
— Qué estás diciendo...
— Es la verdad — ella lo tomó del brazo —, eres realmente un Omega muy bonito.
TaeHyun sonrió, dejándose arrastrar por ChaeYoung hacia el centro de la ciudad, y el menor sintió como si estuviera explorando esas calles otra vez.
TaeHyun y ChaeYoung se metieron a distintas tiendas de ropa en las que se dedicaron a probarse prendas, aunque, realmente, no pensaban en comprarse algo, pero se sentía bien tener compañía que no fuera de un Alfa para hacer esas cosas. A BeomGyu no le gustaba quedarse demasiado tiempo, haciendo que se probara solo las prendas necesarias, sin embargo, ahora se estaba tomando su tiempo para vestirse.
— Deberías usar más ropa así — dijo ChaeYoung, cuando salió del vestidor por tercera vez, llevando ahora una camisa blanca apretada —, llamarías la atención de todo el mundo.
TaeHyun negó con la cabeza.
— Tengo un Alfa — fue su respuesta.
ChaeYoung puso una expresión de reprobación.
— Eso no debería limitarte. Si te gusta vestirse así, entonces ¿por qué no usarlo? Además, tú amas a tu Alfa, no le estarías engañando.
TaeHyun se miró al espejo.
— Los Alfas son posesivos.
ChaeYoung decidió no insistir.
Luego de eso, fueron a tomar un café y comer algo. Eran casi las cinco de la tarde.
— Podríamos ir al cine — ofreció ChaeYoung — y ver alguna película, ¿te parece?
TaeHyun mordió su labio inferior.
— Una película son mínimo dos horas, y debo estar antes de las siete para hacer la cena — se excusó TaeHyun con pena, porque, realmente, le gustaría ir al cine con su amiga. La sensación de tener una amiga para hacer cosas como esas era muy gratificante, le hacía demasiado feliz.
— Anda, ¿y es que acaso ellos no han estado ningún día sin tus comidas? — bromeó ChaeYoung, pero se dio cuenta de su error cuando notó la mirada desolada de TaeHyun. — Lo siento, no quise...
— A BeomGyu no le gusta la comida chatarra — volvió a excusarse —, solo comemos fuera cuando tiene alguna cena importante y le acompaño.
ChaeYoung permaneció varios segundos en silencio.
— Comer eso una vez en la vida no le hará mal — dijo ella.
El Omega abrió y cerró sus manos en puños, de una forma nerviosa ante la perspectiva. ¿No llegar para la cena? BeomGyu se molestaba demasiado cuando llegaba del trabajo y la comida no estaba preparada.
Pero...
— Está bien — dijo, y para su sorpresa, no tuvo miedo. ChaeYoung tenía razón, ¿qué era una comida chatarra una vez en la vida? —, vamos a ver la película.
ChaeYoung parpadeó.
— ¿Estás seguro? — preguntó.
— ¡Por supuesto! — TaeHyun bebió su café, sonriendo. — Quiero ver una que está en cartelera hace mucho...
Su amiga no hizo más preguntas sobre su decisión, sabiendo que para TaeHyun era un reto aceptar esas cosas, y luego de media hora, salieron del café para dirigirse al cine. El Omega comenzó a interrogarle sobre sus viajes, curioso por saber más.
— No he ido solo a Estados Unidos — dijo ella —, me ha tocado ir también a Japón, China, Francia o Brasil. Creo que es lo que más me gusta de mi trabajo, porque muchas veces debemos permanecer algunos días en nuestros destinos de viaje y puedo aprovechar de conocerlos. Aunque Estados Unidos es uno de mis países favoritos.
— ¿Y eso por qué? — preguntó TaeHyun mientras compraban los boletos para la función de las seis y media de la tarde.
— ¿No conoces nada de Estados Unidos? — ChaeYoung le miró con curiosidad, causando un poco de incomodidad en el Omega.
— Hmm... no demasiado.
— Oh — ella le restó importancia —, pero tú sabes... allá son más liberales que aquí y el resto de Asia. Los Omegas pueden trabajar y las marcas a los Omegas solo se permiten desde los veinte años en adelante.
TaeHyun le observó.
— Los Omegas reciben el mismo sueldo que los Alfas y pueden desempeñarse en cualquier área — continuó ChaeYoung, animada —, e incluso... tú sabes, el tema de las violaciones, son penadas con muerte. Incluso el aborto está permitido.
TaeHyun se estremeció al escuchar sus palabras. ¿Una sociedad donde los Omegas tenían los mismos derechos que los Alfas? ¿Tenía eso sentido?
— Es increíble — agregó ChaeYoung —, cuando veo a unas amigas Omegas que tengo allá, todas parecen muy felices y siempre hablan de nunca comprometerse hasta los veinticinco años. ¡Es otra cultura! Resulta que–
— Oye, ChaeYoung...
La Omega calló, viendo la expresión algo avergonzada de TaeHyun.
— ¿Qué ocurre?
— Tú... uh... ¿nunca has querido algún Alfa?
ChaeYoung enarcó una ceja.
— Nunca he necesitado uno.
TaeHyun quiso imaginárselo, pero no podía: desde pequeño, sus padres siempre le dijeron que, cuando tuviera dieciocho años, iba a casarse con un buen Alfa que le mantendría y con el que tener cachorros. Nunca había escuchado de Omegas que no tuvieran como máximo sueño aquellas palabras.
— Pero... tus celos...
— Puedo autosatisfacerme sola — dijo ChaeYoung sin vergüenza alguna, y TaeHyun se encogió cuando ella deslizó los dedos por su pálido cuello, allí donde estaba su marca, dándole una caricia suave —, puedo complacerme a mí misma sin necesidad de uno.
No podía hacerse la imagen en su mente: él sin BeomGyu, en una cama, sin el calor de su Alfa para que le hiciera sentir en un hogar. Sin los abrazos y besos de su otra mitad.
Eso era BeomGyu para él: su alma gemela, su media naranja. Con todos sus errores, TaeHyun le seguía amando sin duda alguna.
— Algunos Omegas son felices con familias y eso está bien — terminó de decir ChaeYoung mientras iban a comprar unas palomitas de maíz —, así como algunos Omegas disfrutamos de nuestra soledad y eso también está bien.
TaeHyun asintió, pensando entonces que ese era el futuro que quería para sus cachorros, para los tres: que fueran felices decidiendo estar solos o con alguien, pero que fueran ellos mismos quienes escogieran eso.
Que nadie se impusiera ante ellos y alcanzaran sus sueños.
Salieron del centro comercial un cuarto para las nueve de la noche y ya estaba oscuro, así que fueron al auto de TaeHyun, el Omega ofreciéndose a llevarla a su hogar para que nada le pasara. ChaeYoung aceptó, por supuesto, porque sabía que ir sola a esa hora podía ser peligroso para ella, y TaeHyun terminó llegando a su casa a las nueve y media, cansado, pero feliz por ese bonito día.
Aunque una parte suya estaba extrañada, porque no tenía ningún mensaje de BeomGyu ni alguna llamada perdida. Esperaba que su celular se hubiera llenado de notificaciones durante la función, pero no fue así, y tal vez su Alfa no estaba molesto por ello.
Puso la llave en su hogar y entró, frunciendo el ceño al notar todo repentinamente silencioso.
— ¿Hola...? — preguntó, un poco desconcertado.
— ¿Dónde estabas?
Saltó en su lugar al escuchar la voz helada de BeomGyu, sentado en la mesa del comedor con sus ojos brillando por la rabia, TaeHyun lo podía sentir a través del enlace. Había una caja de pizza vacía en una esquina del mueble.
El Omega se obligó a controlarse para así calmar a su Alfa, enviando olas de calma a través del enlace.
— Con ChaeYoung, mi amiga — le dijo, dejando el bolso sobre el sofá. — Fuimos a ver una película y-
— No me interesa esa mierda — replicó BeomGyu haciéndolo callar —, sino el por qué no estabas aquí para hacer la cena cuando llegué y atenderme a mí o a tus hijos.
Arrugó las cejas al escuchar sus palabras, tratando de no ofenderse a pesar de que todo estuviera mal en esa frase.
— Pidieron una pizza, ¿por qué...?
— Y más aún — le interrumpió BeomGyu, poniéndose de pie —, ¿por qué estás vestido como si fueras una puta?
TaeHyun lo abofeteó.
Agudizó su oído, escuchando los jadeos de sus cachorros viniendo de la cocina. Sabía que los niños debían estar viendo lo ocurrido, pero no le interesaba.
BeomGyu lo agarró de la muñeca.
— No te voy a permitir que me ofendas — le dijo a BeomGyu, su voz temblando por la ira también. — Soy tu pareja y me debes respeto, Choi BeomGyu.
— ¿Mi pareja? — escupió el Alfa, acariciando su mejilla enrojecida — Los cachorros te vieron con esa Omega en el cine, ¡te vieron cuando ella acarició tu cuello, tu marca! ¿Cómo le permitiste eso? — BeomGyu apretó su agarre. — Esa marca solo yo puedo tocarla, TaeHyun, ¡nadie más!
— ¿Te estás oyendo? — TaeHyun lo empujó, enfurecido. — ¡Es solo una marca, algo sin importancia, así que deja de actuar de esa forma!
BeomGyu soltó un ruido de disgusto, soltándolo y dando unos pasos para alejarse. El cuerpo de TaeHyun se relajó de forma inmediata ante ello, porque hubo una parte suya que creía que el Alfa le iba a golpear.
BeomGyu jamás le levantó la mano, ni siquiera cuando tuvieron peleas peores a esas.
— ¡No es sólo una marca! — respondió BeomGyu —. ¡¿Te estás dando cuenta de lo que tú estás diciendo?! ¡Mira el desastre que estás causando, TaeHyun!
— ¡¿Yo?! — TaeHyun soltó una risotada, incrédulo —. ¡Pueden hacerse la maldita cena sin mí un día, un solo día! He estado aquí encerrado todos los días desde que nos casamos, Choi BeomGyu, ¡y ahora me vienes con esto porque un jodido día no les preparé la cena!
— Oh, ¿acaso tu vida ha sido miserable todos estos años de matrimonio? — se burló BeomGyu, aunque no existía gracia en su voz —. ¡¿Quieres ser, de una vez, el maldito Omega que necesito?!
— ¡¿Y tú puedes ser el Alfa que yo necesito?! — provocó también TaeHyun —. ¡Porque, en este momento, creo que eres solo un idiota posesivo que no sabe hacerme feliz!
Golpe bajo. TaeHyun lo notó cuando BeomGyu le observó, dando dos pasos y con la mano levantada, como si... como si...
Retrocedió automáticamente, tratando de no dejarse derrotar por el miedo, aunque su Omega estaba sacudiéndose ante la perspectiva de un golpe. Del pensamiento de que luego de un golpe, venían más.
Escucharon un llanto proveniente de la cocina, y no fue necesario preguntar para saber que era JungWon. BeomGyu también lo escuchó, porque soltó un chasquido girándose, su mano siendo bajada.
El instinto de TaeHyun demandó ir a consolar a su cachorro, sin embargo, no podía hacerlo porque sabía que ese asunto debía ser resuelto ahora.
— ¿Ves lo que estás haciendo? — gruñó BeomGyu, su voz más calmada, pero con aquel tono de cólera.
— ¿Lo que yo estoy haciendo? — repitió TaeHyun —. ¡Yo no fui-!
— ¡Lo único que haces es causar problemas con tu actitud tan estúpida, tan poco colaboradora! — BeomGyu golpeó la mesa —. ¡¿O acaso debo recordarte que no querías a los mellizos cuando los tuviste y yo tuve que solucionar todo?!
TaeHyun lo observó, sus labios temblando. Si BeomGyu estaba sacando ese tema, era porque, en definitiva, no tenía algún argumento de peso que darle y solo le quería hacer sentir mal, hacerle daño por su actuar.
— No puedo creer que...
— ¡Tú no los querías ni ver, eras incapaz de sostenerlos! — espetó BeomGyu —. ¡Te la pasabas llorando y durmiendo, y yo tuve que arreglarlo todo porque tú no eras más que un Omega estúpido!
TaeHyun agarró el vaso que estaba sobre la mesita y se lo lanzó, descontrolado, a punto de quebrarse, pero el Alfa se agachó.
— ¡Eres un imbécil! ¡Un maldito imbécil!
— ¡Y ahora lo único que quiero es que te preocupes de nuestra familia, que no pareces querer, y así es como me pagas! ¡¿Quieres ser un buen Omega para mí por una jodida vez en tu vida?!
— ¡Vete a la mierda! — espetó TaeHyun, herido por sus palabras, sus ojos llenándose de lágrimas —. ¡Siempre es lo mismo contigo, BeomGyu! ¡Yo, yo, yo! ¿Alguna vez siquiera te vas a preocupar por mí?
Hubo un instante de silencio en el que TaeHyun limpió sus ojos, enfurecido consigo mismo por reaccionar así, y el Alfa pareció calmarse un poco al ver al Omega roto, llevando una mano a su rostro, apretando el puente de su nariz.
— ¿A qué te refieres? — preguntó BeomGyu.
TaeHyun sollozó.
— Yo no quería un cachorro con dieciocho años, pero quería hacerte feliz a ti, así que acepté. Quería estudiar algo luego de la secundaria, pero tú querías que me dedicara a nuestro hogar, así que cedí — TaeHyun rompió a llorar, ahora sin controlarse —. No quería un cachorro hasta que HeeSeung y SungHoon tuvieran cinco años, pero tú querías otro, así que acepté. No quiero sexo sin control en nuestros celos, pero a ti parece gustarte, así que cedo. Todo se trata de ti, siempre de ti, y nunca de mí...
Más silencio.
— TaeHyun...
— Tú sólo... ¿tú realmente me amas? — preguntó TaeHyun. — Porque no lo siento. Ahora tuve un buen día, estaba siendo realmente feliz, y lo has arruinado todo. Ni tú ni los niños piensan nunca en mí...
— Estás...
— Y siempre dices eso — gimoteó TaeHyun —, que estoy exagerando, que estoy haciendo un show, pero ya estoy cansado. Estoy cansado de que nunca me escuches, y al final hagamos lo que tú quieres — TaeHyun se sentó en el sofá, incapaz de mirarlo —. Tengo que darte cosas a cambio de que me tomes en cuenta: ¿JungWon quiere seguir en el club de taekwondo? Entonces debo tener otro cachorro contigo. ¿SungHoon quiere un nuevo set de maquillaje? Debo ir a verte a la oficina para quién sabe qué. ¿Necesito dinero para mi salida? Tengo que tener sexo contigo para que me lo des.
BeomGyu se sentó a su lado, aturdido por sus palabras, abriendo y cerrando su boca para poder decir algo, pero sin encontrar lo correcto para hablar en ese momento. Una vez el enojo desapareció, ya no sabía qué decir para consolar a su Omega.
— ChaeYoung es mi amiga — lloró TaeHyun —, y me he sentido tan solo estos días, Beom. Tan abandonado por ti y por mis propios hijos que ya no siento esto como mi hogar, y tú sólo piensas en ese cachorro que quieres. ¿No has considerado que, si no he quedado en cinta todavía, es porque estoy bajo mucho estrés?
BeomGyu lo observó en silencio, sus ojos tornándose tristes y apenados.
— Bebé...
TaeHyun tomó aire para calmarse. Estaba roto, quebrado por completo.
— No he hecho nada malo — dijo, mirándolo —, pero ahora siento que soy un monstruo, y eso no me gusta, Beom.
BeomGyu le tomó la mano, poniendo una expresión llorosa, comprendiendo en ese momento todas las cosas horribles que le dijo.
— Lo siento, cariño — susurró BeomGyu, haciendo que TaeHyun parpadeara, porque BeomGyu no solía pedir perdón cuando peleaban —, no fue mi intención... estaba muy enojado porque tuve un mal día en el trabajo y pensaba que tú estarías aquí, entonces no te vi y eso me enojó más y... y lo siento, no tuve que desquitarme contigo — titubeante, BeomGyu se acercó un poco más —. De verdad que lo lamento, Tyunnie, mucho.
— Me trataste de puta — dijo TaeHyun, sorbiendo por su nariz —, me gritaste y yo... yo creí que tú… ibas a...
— No — dijo BeomGyu rotundamente —, jamás, TaeHyun. Jamás podría golpearte.
Otro instante en el que no dijeron nada, ni siquiera los cachorros, escondidos en la cocina, parecían estar respirando.
— Si tanto te afecta el tema de ChaeYoung — empezó a decir TaeHyun, llamando la atención del Alfa, su expresión llena de desolación y derrota —, entonces, no saldré más con ella. Solo-
— No, no — BeomGyu se tragó su orgullo —, tienes razón, Tyunnie, tú... te dedicas solo a la casa y no tienes ningún amigo, y supongo que estaba celoso de que... no sé, de que ella te alejara, por eso me puse de esa forma, pero... pero está bien. Es tu amiga y tú estás feliz con eso, así que no te preocupes por mí, aprenderé a... a aceptar que tienes amigos y puedes salir con ellos.
TaeHyun le observó para, segundos después, moverse y deslizar sus manos torpemente por la cintura del Alfa, enterrando su cabeza en el pecho del más alto. BeomGyu apoyó su frente en el hombro de TaeHyun, inhalando su aroma, sintiendo el olor de la otra Omega sobre su pareja.
De forma inevitable, comenzó a frotar su cabello contra el cuello del más pequeño.
— ¿Puedes disculparme? — preguntó BeomGyu.
— Nunca más — susurró TaeHyun —, no volvamos a... a pelear por esto, Gyunnie. A mí no me gusta que discutamos — alzó su rostro, dándole un beso pequeño en los labios.
— A mí tampoco — respondió BeomGyu y, sin poder evitarlo, su rostro volvió a su cuello, abriendo un poco más la camisa negra, tan apretada y reveladora, lo suficiente como para mostrar su marca. — ¿Puedo?
TaeHyun quiso negarse porque sabía que era un capricho irracional por parte del Alfa, pero solo suspiró, dejando que los labios de BeomGyu se deslizaran por su marca, sus dientes mordiendo de manera superficial.
A él le encantaba hacer eso, en cualquier momento; a veces, incluso cuando iban a cenas del trabajo y algún empleado le coqueteaba, BeomGyu solía agarrarlo de la cadera, pegándolo a su cuerpo, y abría su camisa para morderlo, no de una forma brutal, pero sí para marcar su territorio. A TaeHyun no le gustaba demasiado que hiciera eso, en especial porque se sentía demasiado íntimo hacerlo frente a otros, sin embargo, no discutiría con BeomGyu acerca de eso.
Hizo una mueca al sentir el apretón en su piel, sabiendo que ahora debía apestar a su Alfa, pero estaba bien, supuso.
Estaba bien, si con eso podía seguir siendo amigo de ChaeYoung.
— Te amo — dijo BeomGyu al alejarse, mucho más relajado, dándole un beso en la mejilla.
Tenía ganas de hacer un nido en ese instante, acurrucado contra BeomGyu para permanecer allí unas horas.
— Ve a la cama — le pidió —, hablaré con los cachorros, ¿está bien?
BeomGyu no discutió, porque, si era sincero, no sabía tratar bien a sus propios hijos.
TaeHyun volvió a limpiar su rostro, quitando cualquier rastro de lágrimas, y caminó hacia la cocina una vez BeomGyu desapareció. Entró, sintiendo inmediatamente como su cuerpo era abrazado por otro más pequeño.
JungWon se aferró a él con desespero, en tanto SungHoon y HeeSeung lo observaban, sentados en la mesita del lugar.
— Te-tenía miedo — tartamudeó JungWon —, yo creí que... ustedes se gritaban tanto y...
— No es la primera vez que pelean, deja de llorar — dijo SungHoon, aunque su voz temblaba también. — Si mamá hubiera llegado a la hora-
— SungHoon — le advirtió TaeHyun.
— Pero tiene razón — replicó HeeSeung —, no entiendo por qué estabas con esa Omega, ella no me agradó mucho.
— ¡Ya, déjenlo! — dijo JungWon con nervios.
SungHoon bufó.
— ¿Y qué lo andas defendiendo? ¡Tú le sacaste la foto de esa Omega tocando su marca y se la mostraste a papá!
TaeHyun miró a su cachorro menor, que le observó con miedo, y sintió cómo su corazón se estrujaba por la forma en la que estaban actuando sus hijos. Sus propios hijos.
— ¿Por qué hiciste eso, JungWon? — dijo TaeHyun con tono helado, alejándose del menor, que tenía los ojos rojos e hinchados y su nariz colorada gracias al llanto.
— Salimos con SeongHwa y SungJun — trató de explicar el niño —, y cuando ella estaba tan cerca de ti, cu-cuando... parecía que iba a besarte, SungJun dijo que eso no era bueno, que un Omega marcado no de-debía dejarse tocar así, y pensé en papá, y yo so-solo quería que ustedes se arreglaran y...
TaeHyun veía su mundo inestable, como todo se desmoronaba a su alrededor, porque no podía creer que sus cachorros pensaran de esa forma. Lo despreciaban de tan vil manera como para actuar así, como si él fuera una mala persona.
No se consideraba como una buena madre, pero esto...
— Vayan a sus cuartos — dijo, sin ser capaz de mirarlos —, estoy decepcionado de ustedes.
SungHoon soltó un ruido de incredulidad mientras JungWon gimoteaba, sin embargo, fue HeeSeung el que habló:
— Bueno, tú tampoco eres un orgullo — espetó, agarrando la mano de JungWon —. Papá ya lo dijo: tú no nos querías. ¿Para qué te haces el ofendido ahora?
TaeHyun se hizo a un lado, entumecido por completo al escuchar las palabras de su hijo mayor.
Volvió a verse con diecinueve años, llorando, incapaz de hacer callar a los bebés, incapaz de emitir feromonas maternas que los durmieran. Incluso era incapaz de darles de su leche materna y él se sentía horrible, deprimido a más no poder, sin poder ser la madre que soñó ser, y las peleas con BeomGyu, tan constantes, siempre dejaban su corazón herido. Hasta que...
No quería pensar en eso.
TaeHyun, finalmente, fue a su cuarto y dejó que el Alfa lo envolviera en su aroma, aunque fuera solo una ilusión.
BeomGyu observó el rostro dormido de TaeHyun, sus dedos delineando el contorno hinchado de sus ojos. Procedió a quitarle el cabello de la frente, dándole un beso pequeño, emitiendo calor y feromonas que provocaron que el Omega, acurrucado entre sus brazos, se frotara con más fuerza contra él, murmurando en sueños gracias al gusto.
Le sonrió, aunque sabía que TaeHyun no le veía, y pensó que su Omega era muy bonito así, tan relajado, sin preocupación alguna. Además, alivio recorrió su cuerpo al saber que todo se arregló, que TaeHyun estaba con él y no le iba a dejar.
Lo recordó años atrás, cuando eran más jóvenes, lo tímido y cohibido que se ponía con él, tan tranquilo, tan distinto a los Omegas que conoció hasta entonces. Le gustó mucho por eso, así que se decidió a cortejarlo, y no pensó que iban a terminar así: casados y con una familia grande. Pero estaba bien, porque era lo que deseaba con su Omega desde que era pequeño.
BeomGyu quería hacerlo muy feliz, pero, si era sincero, muchas veces no sabía cómo lograrlo, porque TaeHyun era algo impredecible. Sin embargo, ahora, si TaeHyun quería tener una amiga, BeomGyu lo dejaría, porque notó lo ilusionado que estaba con ello. Esa mujer no le agradaba demasiado, aunque por TaeHyun podía aceptarlo.
— Te amo — le susurró, dándole un abrazo fuerte.
TaeHyun frotó su cabeza contra su pecho, suspirando por el placer, rodeado de feromonas de amor y cariño, contento en ese pequeño nido que hizo para pasar las penas.
Estaba bien. TaeHyun estaba en sus brazos, y eso era lo único que importaba.
Feliz navidad. <3
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