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05


Para TaeHyun fue tan desconsolador saber que estaba siendo una molestia para sus cachorros, que, a partir de ese momento, dejó de hacer muchas de las cosas que hacía. Ya no besaba a sus hijos cuando los despedía en el auto, tampoco arropaba a JungWon por las noches, y ya no los esperaba ansioso en casa cuando estos regresaban del colegio.

Las relaciones en casa parecían haberse enfriado. JungWon, en especial, solo le hablaba si era necesario, y SungHoon se volvió mucho más reservado, apenas le contaba cómo le estaba yendo con SeongHwa. HeeSeung, aunque no lo demostrase, seguía avergonzado por su actitud tan sobreprotectora.

BeomGyu, por otra parte, seguía ofuscado con el tema del cachorro. Siempre, después de anudar, permanecía despierto en la cama, pensando futuros nombres e imaginando cómo sería. TaeHyun de mientras se ausentaba para ir al baño y tomar la píldora, sintiéndose realmente el Omega más ruin y rastrero por estar engañando a su marido.

Muchas veces, cuando estaba solo en casa, se echaba a llorar y, hasta al cabo de una hora, no se calmaba. Fue horrible sentir ese vacío en su propia casa, donde precisamente pasó los años más felices de su vida.

Pero ahora se sentía solo y sin nadie que le comprendiera.

Un día acabó todas las tareas del hogar y no dieron ni las cuatro de la tarde. No había nadie con él porque BeomGyu trabajaba y sus hijos tardarían en volver por las actividades extraescolares, si es que después no salían en una de sus citas con los hermanos Kim.

Sin nada que hacer, TaeHyun agarró su mochila y metió el cuaderno de inglés y una libreta; estudiar era lo único que lograba mantenerlo distraído, aunque fueran solo dos horas al día. Le gustaba estudiar en la biblioteca, en su rincón que ya era suyo desde el primer día. Saludaba cordialmente a la recepcionista y luego subía al primer piso, donde ocupaba la misma mesa cada semana.

En la mesa de enfrente estaba ChaeYoung, una Omega que, como él, pasaba las tardes estudiando. Apenas entablaron conversación, y lo poco que sabía de ella era que no estaba marcada, algo fuera de lo común siendo ambos de la misma edad.

Ella le saludó en cuanto tomó asiento, y tras intercambiar cuatro palabras, TaeHyun dejó de prestarle atención y se centró en el texto que tenía delante, pero no pasaron ni veinte minutos cuando dejó caer el lapicero, ocultando el rostro entre sus manos. Sin pretenderlo, soltó feromonas de tristeza, viéndose abatido porque todo en su vida estaba yendo mal. De nuevo, quiso llorar, pero unas manos muy delicadas se posaron sobre sus hombros, una larga cabellera negra se deslizó hasta acariciar sus manos.

— ¿Estás bien? — preguntó una voz cálida.

No, por supuesto que no estaba bien.

— Sí, no es nada — respondió, esquivo.

No alzó la mirada, pero supo que se trataba de ChaeYoung; su olor era inconfundible. Para su disgusto, la Omega retiró una de las sillas que tenía al lado y tomó asiento. Solo les separaba el brazo de TaeHyun, apoyado sobre la mesa y sosteniendo su cabeza.

— Llevas rato soltando feromonas de tristeza — comentó, hablándole casi en un susurro. Bajó la vista hacia su cuaderno, pero no escribió nada. — What's wrong?

TaeHyun echó la cabeza hacia atrás, suspirando. No le apetecía mucho contarle su vida a una Omega que apenas conocía de vista.

— He dicho que no es nada — repitió.

Pero ChaeYoung no le creyó. Aun así, ella simplemente sonrió y, antes de levantarse, le dijo:

— Si cuando salgas de la biblioteca, te apetece tomar algo, te estaré esperando en la entrada.

Y volvió a su mesa dejando un rastro de su aroma; ese que decía: "no pertenezco a ningún Alfa" y que desconcertaba a TaeHyun como a tantos Omegas de su alrededor. Por un instante, se imaginó a sí mismo si BeomGyu no le hubiera cortejado en su día, pero enseguida se dijo que, si no hubiera sido él, habría sido otro Alfa, ¿no?

Fuera con BeomGyu u otro, TaeHyun no imaginaba su vida sin un Alfa, y se dio cuenta de que no sabía cómo tomar esa evidencia. Un matrimonio con un Alfa aportaba estabilidad, comodidad, bienestar y, además, una familia. ¿No era eso a lo que aspiraban los Omegas?

¿Por qué entonces se sentía tan infeliz?

¿Y por qué ChaeYoung se veía tan segura de sí misma?

Ocultando el rostro entre sus manos, se obligó a detener sus pensamientos. Algo le decía que no debía pensar tanto ni hacerse tantas preguntas, que se limitara a vivir su vida como estuvo haciendo todos esos años, pero una parte suya, quería ir más lejos. Descubrir qué tenía que hacer para ser feliz y sentirse realizado.

Miró de soslayo a ChaeYoung, y la idea de tomar algo con ella no le pareció tan fuera de lugar. ¿Qué perdía? Solo unas horas en las que sus hijos no le echarían en falta.

Cuando dieron las seis de la tarde, ambos Omegas se encontraron en la puerta de la biblioteca y, sin decirse nada, caminaron juntos en la misma dirección.

— ¿Por qué estudias inglés? — le preguntó ChaeYoung después de unos minutos en los que no hablaron.

TaeHyun se encogió de hombros.

— Para estar distraído.

No es como si realmente lo necesitara.

— ¿Tú por qué lo estudias? — preguntó, indiferente.

— Viajo mucho a Estados Unidos. Llevo ya tres años, pero quiero perfeccionarlo.

TaeHyun asintió, sorprendido de escuchar que viajaba tan lejos.

— ¿Tienes algún familiar o amigo que viva allá?

— Oh, no. Viajo por placer — respondió. — Se aprende mucho en un país extranjero.

— Hmm... Viajar es caro.

No todos podían permitirse ese lujo. Ni con el sueldo de BeomGyu podrían irse los cinco de viaje a Estados Unidos, aunque quisieran. Supuso que ChaeYoung sería hija de una familia adinerada, pues los pocos Omegas que trabajaban no destacaban precisamente por recibir un buen salario.

Mientras iban caminando, ChaeYoung lo llevó a una cafetería donde su conversación acerca de viajar prosiguió, aunque mayormente era ella la que hablaba y le contaba curiosidades.

— A muchas personas les da miedo volar, pero lo que no saben es que es muy difícil que ocurra un accidente. Tienen que fallar mil cosas y todas a la vez. Créeme, viajar en avión es muy seguro, en comparación a ir en coche o en moto.

TaeHyun removía su café con la cucharita mientras la escuchaba con atención.

— ... A las compañías aéreas no les interesa indemnizar a las familias afectadas, porque es mucho dinero. Muchísimo. Por esa razón, insisten en que los aviones tengan un buen mantenimiento — decía, haciendo una pausa para beber su café. — Al día… vuelan más de cien mil aviones, y todos llegan a su destino.

— ¿Cómo sabes tanto? — preguntó, curioso.

— Soy azafata — respondió finalmente. — Recorro el mundo todos los días.

TaeHyun quedó impresionado, queriendo saber más cosas de ella ahora que estaban los dos inmersos en esa conversación. Sin poder evitarlo, hizo una pregunta indiscreta.

— ¿Tanto te da el sueldo como para viajar a Estados Unidos?

— A las azafatas nos dan los billetes gratis, si los pides a la compañía con antelación.

De pronto, sintió una súbita envidia hacia ella. Podía viajar gratuita y libremente a donde quisiera sin nada que le atara. Su mirada se apenó, comprendiendo por qué ChaeYoung no estaba casada con ningún Alfa, ¿quién lo haría si se tenía un sueldo y la oportunidad de ver y conocer mundo?

La Omega pareció leer su expresión y, para animarle, comentó lo siguiente:

— También podemos pedir los billetes y luego hacer un cambio de nombre... No a todas, pero a mí me lo hacen.

TaeHyun sonrió con tristeza, intuyendo por donde iba la cosa.

— Ya, no importa. Aunque quisiera, no podría — dijo, un poco incómodo. — Tengo un Alfa y tres hijos. No puedo irme de viaje.

¿Qué era él comparado con ChaeYoung? Solo un Omega más.

— Los Omegas casados también pueden irse de viaje — replicó, comprensivamente.

— No es tan simple como eso. Tengo obligaciones y cosas que hacer en casa.

TaeHyun agachó el rostro, avergonzado. Su vida no era tan interesante como la de ChaeYoung, y estaba seguro de que sus amistades eran como ella: libres, independientes y sin ataduras.

— Dedicarte al hogar también es un trabajo. Y, por supuesto, tienes derecho a unas vacaciones. ¿No has pensado nunca en ello?

¿Sonaría estúpido responder que no? TaeHyun nunca se planteó algo como eso. Nunca pensó que él, como Omega, merecía unas vacaciones como las que recibía BeomGyu.

— No todos piensan así. Nadie considera las tareas del hogar como un trabajo serio — comentó, sintiéndose cada vez más abatido.

— Pues deberían. Estoy segura de que has sacrificado mucho por tus tres hijos y tu Alfa. Y ellos no te lo agradecen como mereces, porque creen que así es como tienes que ser.

Esas palabras, tan ciertas como dolorosas, se le clavaron en el corazón. Antes de darse cuenta, estaba llorando. Ocultando el rostro con una mano para que no le viera.

— ¡Oh, perdona! No pretendía hacerte daño — se apresuró a decir, alarmada. — Lo siento. A veces hablo sin pensar.

TaeHyun negó repetidas veces con la cabeza.

— Todo lo que has dicho es cierto — sollozó, aceptando el pañuelo que le ofrecía ChaeYoung.

Solo necesitó unos segundos para recomponerse y desahogar la pena que escondía desde hacía días. Lo relató entre lágrimas, pensando que se veía patético, pero, al menos, era escuchado por alguien. Incluso se vio a sí mismo diciendo cosas impropias de él.

— Estoy siendo un mal Omega por engañar a mi Alfa, pero, en el fondo... no me importa — confesó, llenándose de valor. — Él no lo entiende. No entiende lo duro que fue para mí el primer embarazo. Me sentía tan vacío. Todos los días me decía que era una mala madre, solo quería llorar, me odiaba, y mis cachorros también lloraban. Fue horrible.

ChaeYoung le acariciaba el dorso de la mano, sin interrumpirle. Sus feromonas llenas de pena y tristeza hacían que comprendiera su dolor, porque como él, muchos Omegas pasaban por lo mismo.

— Voy a seguir tomando mis pastillas, aunque esté mal.

Se limpió algunas lágrimas que caían por sus mejillas, respirando agitadamente después de soltar todo lo que llevaba dentro. No tenía ni idea de lo que pensaba ChaeYoung respecto a todo lo que dijo, pero se sintió mucho mejor.

— TaeHyun... Tú eres el único que tiene que decidir cómo vivir tu vida — dijo ChaeYoung tras un breve silencio. — Nadie más. Estás engañando a tu Alfa, porque no hay confianza entre vosotros. No te lo ha puesto fácil, ni siquiera en tus peores momentos. Es normal que tengas miedo de cómo vaya a reaccionar.

Después de eso, TaeHyun volvió a llorar más fuerte, abrumado por su sinceridad. Sentía por primera vez que no estaba siendo juzgado por lo que pensaba.

ChaeYoung era como un respiro de aire fresco.

Terminaron abrazados, con ChaeYoung calmándolo con sus feromonas mientras TaeHyun descansaba sobre su hombro. Para cuando se despidieron, le pidió que volvieran a verse otro día. ChaeYoung accedió, encantada. Concertaron su encuentro incluso antes de que acabara la semana por insistencia de TaeHyun, quien echaba en falta algo parecido a un amigo desde que se casó.

— ¡Nos vemos, TaeHyun! ¡Ha sido un placer!

— ¡Adiós, ChaeYoung! ¡Gracias por todo!

TaeHyun no podía esperar a contar los días que faltaban para verse con ella otra vez.

— ¿Dónde estuviste? —preguntó BeomGyu.

— En la biblioteca — respondió TaeHyun distraído, cocinando las verduras en la sartén para la cena.

— Hueles mucho a otro Omega.

— Sí, estudié con una Omega.

El Alfa le miró detenidamente, pero no insistió más. TaeHyun se veía... ¿raro? Parecía estar en su propio mundo, y sus respuestas cortas eran la prueba de ello.

Sus hijos estaban haciendo mucho escándalo en el salón, e instintivamente miró a TaeHyun por si les hacía callar, pero este siguió cocinando, como si no les oyera.

— Chicos, compórtense — dijo BeomGyu, saliendo de la cocina. — ¿A qué viene tanto griterío?

— JungWon no nos deja cambiar de canal — protestó HeeSeung.

— Sí, quiere ver el partido de baloncesto, y nos ha amenazado con hacernos una llave de taekwondo, si intentamos quitarle el control remoto — intervino SungHoon.

— Ellos ya vieron sus programas, ahora me toca a mí — se quejó el menor.

A BeomGyu no le apetecía lidiar con tontas peleas, de modo que puso remedio rápidamente.

— JungWon, no amenaces a tus hermanos. Dales el control remoto.

— ¡No quiero! ¡Mamá!

El Omega escondió una sonrisa traviesa, TaeHyun siempre intervenía en su favor, le daba la razón porque era su hijo mimado. Su mamá salió de la cocina cargando con los platos y los vasos, preparando la mesa, ajeno a la discusión que estaba teniendo lugar.

— Dejen que JungWon mire el partido de baloncesto. Ya son mayorcitos para estar peleando por estas cosas.

Y regresó a la cocina sin más.

JungWon hizo una leve mueca con los labios. Sí, le defendió, pero... había algo distinto en su mamá. BeomGyu también lo notó, pero no dijo nada, aliviado de que los gritos hubieran cesado.

HeeSeung y SungHoon refunfuñaron por lo bajo, pero como su papá no hizo nada, se resignaron a ver ese estúpido partido.

Para la hora de la cena, TaeHyun sirvió la comida cuando todos estaban en la mesa, todavía con esa expresión lejana.

— Le falta un poco de sal — comentó BeomGyu en cuánto probó el arroz.

— Oh, ve por la sal, entonces. Está en una esquina de la encimera.

El Alfa frunció el ceño, confuso porque esa no era la respuesta que esperaba. Le miró, como si esperara que TaeHyun se levantara pese a lo dicho, pero siguió comiendo como si nada. Se sintió incómodo cuando desvió la mirada y vio que sus hijos le observaban fijamente. Entendió que nadie iría en busca de la sal, así que no tuvo más remedio que ir él.

Otra cosa que notaron los menores es que TaeHyun ya no hacía preguntas durante la cena, ni siquiera a JungWon sobre cómo les fue durante el día. Los primeros días lo tomaron bien porque el asunto de SungJun y SeongHwa aún era muy reciente, pero, pasadas unas semanas, esa indiferencia empezaba a sentirse extraña.

— Hoy vencí a un alumno de tercero en la práctica de taekwondo — dijo JungWon en un intento por llamar la atención de su madre. TaeHyun era el primero que le felicitaba y le decía lo muy orgulloso que estaba de él.

— Qué bueno. Sigue entrenando duro.

El rostro de JungWon decayó ligeramente, la decepción cubriendo sus facciones. HeeSeung y SungHoon intercambiaron miradas.

— Yo... — empezó SungHoon, vacilante — Fui con SeongHwa al cine.

TaeHyun solo asintió. BeomGyu regresó, dejando la sal con un golpe seco sobre la mesa, molesto por haber tenido que levantarse él.

— Oye, mamá... — habló HeeSeung, fingiendo que todo estaba bien — El viernes tengo que hacer algunas compras, ¿me acompañas?

— No puedo. Ese día he quedado con una amiga.

El silencio que le siguió a esa respuesta fue largo y pesado. BeomGyu miraba a su Omega como si le hubiera salido una segunda cabeza. 

— ¿Qué amiga? Tú no tienes amigos.

Si a TaeHyun le dolió oír eso, no dio muestras de ello.

— La Omega de la biblioteca.

Más silencio. BeomGyu parecía contrariado.

— ¿Y a dónde irán? — preguntó.

— No lo sabemos — respondió, cortante. — Lo decidiremos cuando sea viernes.

HeeSeung juraba que podía cortar la tensión en el ambiente con un cuchillo. SungHoon se veía tan incómodo que dejó de comer. Era curioso porque, técnicamente, TaeHyun no estaba diciendo nada malo, pero BeomGyu no sabía cómo tomarse eso.

— Qué bien, mamá — dijo JungWon, esbozando una sonrisa pese a que su papá no se veía contento —. Una amiga... Me alegro.

— Gracias, cielo.

La sonrisa de JungWon vaciló, sintiendo que algo andaba mal con su mamá. ¿Por qué sonó tan frío? ¿O eran imaginaciones suyas?

No, no fueron imaginaciones suyas. Desde el incidente con SeongHwa y SungJun que su mamá cambió, pero... solo fue un malentendido. JungWon ya no estaba enojado, y tampoco lo estaba SungHoon. Entonces, ¿por qué...?

Miró apenado su plato y pensó que quizás fueron muy duros con TaeHyun y por eso actuaba tan distante. Tal vez con una disculpa se solucionaba todo. Sí, en cuanto se acostara, le pediría perdón y TaeHyun le daría su abrazo de buenas noches.

Aunque ninguno de los tres lo hubiera dicho en voz alta, él y sus hermanos echaban en falta el cariño de su mamá.

chaeyoung best girl. <333

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