28.
Advertencias: drama y angst. Shownu!Alfa x Kihyun!Omega.
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—Señor Son, ¿está seguro de lo que está diciendo?
Hyunwoo suspiró, mirando el techo mientras sentía su estómago quejarse por el hambre. Al mismo tiempo, frotó sus ojos para alejar el sueño: llevaba más de veinticuatro horas sin dormir un poco, y más de doce sin comer algo consistente y sólido. Lo único que quería en ese momento era estar en su cama y fingir que Kihyun se encontraba a su lado, abrazándolo y llenándolo de mimos, como hacían tantos años atrás.
—Cien por ciento seguro —repitió, bebiendo el tercer vaso de café que le dieron en un vasito de plástico, e hizo un mohín porque odiaba el café—. ¿Ya puedo irme?
El policía frente a él, que se presentó como Kim Songjun, le miró con clara señal de disculpa.
—Lo siento, pero todavía no —le dijo—, estamos verificando las cámaras de seguridad, señor Son. Lo que la omega Yoo ha denunciado es un hecho muy grave, y mucho más si usted lo está encubriendo. ¿Seguro que...?
—Estoy seguro de haberle entregado la autorización a Kihyun para marcharse —le interrumpió, antes de añadir—. La de él y los cachorros. Supuestamente iba a trasladarme por trabajo, pero las cosas no resultaron bien, y tuve que quedarme aquí. Mi omega y yo estábamos pasando por un período difícil y creí conveniente estar un tiempo separados.
—Es comprensible —apoyó el policía—, pero ¿más de dos años fuera? ¿Cuándo fue la última vez que les vio? ¿Los ha visitado siquiera? —estrechó sus ojos—. Me da la impresión, por su aspecto, que no es así.
Hyunwoo apretó su mandíbula, respirando profundamente para no lanzarle ese asqueroso café espeso en la cara a Songjun, a pesar de que las ganas no le faltaban. Sabía que eso no daría una buena imagen, y en su situación, era mejor mantener la calma por completo.
Antes de poder contestar, la puerta fue abierta y una mujer policía se asomó, diciéndole que encontraron la grabación. Hyunwoo sabía lo que verían, porque era la segunda vez que estaba en esa posición. La primera fue un año después de que Kihyun se marchó, cuando recibió la segunda carta del Gobierno que requería su firma para asegurar que el omega estaba en otro país con su autorización. Fue llevado allí y le interrogaron de la misma forma, observando el mismo vídeo.
Más de las cuatro de la mañana. Kihyun llegando al aeropuerto, acercándose al mostrador para hacer el Check-In, con los niños siguiéndolo y su padre cuidándolo. Una mujer atendiéndolo, que fue reemplazado poco después por Jihyo, y levantando el teléfono. Como la vez anterior, la grabación la detuvieron en ese momento, girándose a él.
—¿Recibió la llamada de autorización? —preguntó Songjun, firme—. ¿Por qué no los acompañó usted?
—Recibí la llamada y dije que todo estaba bien —mintió Hyunwoo, sabiendo que Jihyo diría lo mismo—. No los acompañé porque no lo creí necesario. Por dios, eran las cuatro de la mañana y al día siguiente debía trabajar, ¿por qué iría a dejar a mi omega y sus hijos allá si mi padre podía hacerse cargo?
Sabía que se escuchaba como un déspota, pero eso era lo que debían oír. Un alfa que no se preocupaba ni se interesaba por su omega, porque así lo enseñaban en la sociedad que vivían. Un omega no necesitaba tanta atención.
Sus palabras no parecieron ser suficiente para calmar a Songjun, pero el policía se veía como que no quería insistir en ese tema, porque no tenía alguna prueba para incriminarlo. El vídeo continuaba con Kihyun retirándose, despidiéndose de su padre y llevando a los cachorros a la sala de embarque. Permanecían allí por una hora aproximadamente, en lo que iban al baño y Kihyun les compraba algo a los niños para comer, y al final...
Al final los tres subían al avión sin mirar atrás. Cuánta valentía para hacer eso, pensaba Hyunwoo, y la tristeza lo golpeaba.
—Señor Son —volvió a hablar Songjun—, no es necesario que proteja al omega de esta forma. Si usted lo solicita, podemos extraditarlo de regreso al país con los cachorros, e iniciar un juicio en contra de él. Haber escapado de su alfa de esta forma es muy grave, y si usted lo pide, se puede someter al omega con hormonas para que su actitud rebelde se amolde a lo que corresponde.
Hyunwoo podía recordar el llanto de Kihyun en esos días de depresión post-parto. Las pastillas que consumía cada jodido día, sin falta, y el terror en su mirada por el miedo de que Hyunwoo pudiera hacerle algo. Ese mismo pánico y pavor que vio luego de hacerle eso.
—No será mandado a la cárcel y podría quedar a su cargo —continuó el policía—, bajo su total sometimiento. Sólo debe...
—Yo lo autoricé —le interrumpió Hyunwoo, molesto—. Yo le ordené que se marchara. Él no quería, dijo que no era necesario, pero yo no quería verlo más, ni a él ni a sus hijos. Ahora, ¿puedo irme?
Songjun seguía sin lucir satisfecho con lo que estaba escuchando. Hyunwoo realmente necesitaba descansar un poco, porque la cabeza le martillaba de forma impresionante. Con toda probabilidad debería tomar alguna pastilla para dormir.
—¿Cuándo fue la última vez que le visitó? —continuó interrogando Songjun.
Hyunwoo desvió la vista.
—Para el cumpleaños de los mellizos, en octubre.
—Octubre —Songjun enarcó una ceja—. ¿No cree que ya debería hacerle una visita? Supongo que su visita coincidió con el celo del omega. Ya debería estar teniendo un nuevo celo.
—Eso —espetó Hyunwoo—, no es de su interés. Yo me haré cargo de las necesidades de mi omega, ¿está claro?
—Por supuesto —el policía sonrió, indiferente—, pero a las altas autoridades puede que les sorprenda que un alfa no se preocupe de lo que su omega pueda necesitar.
No era una amenaza directa, pero Hyunwoo entendió con claridad lo que le estaba diciendo: tendrían a gente sobre él para vigilar sus pasos y tomarlo preso si es que no hacía lo que se esperaba de él. Si no salía del país para ir a visitar a Kihyun.
Podría hacerlo. Es decir, podría comprar un pasaje a Estados Unidos y quedarse una semana allí, en el extranjero, hasta levantar cualquier sospecha. No creía que ellos se molestaran en seguirlo fuera del país.
Sin embargo, esa perspectiva sonaba terrible para él, porque sería la primera vez en más de dos años que iba a estar tan cerca de Kihyun. La sola idea provocaba que su alfa se removiera por completo en señal de desesperación, y sabía que, incluso, era posible que el omega de Kihyun lo percibiera. A pesar de todo lo ocurrido entre ellos, quedaban restos de un lazo roto que no podían ser eliminados con la separación.
—Yo me hago cargo de mi omega —repitió, tratando de mantener la calma a pesar de que los nervios le estaban comiendo el estómago.
Pocos minutos después le permitieron salir, firmando los nuevos documentos donde afirmaba la permanencia de Kihyun en Estados Unidos. Hyunwoo sabía que, en tres años más, su esposo y los cachorros podrían optar a la ciudadanía estadounidense, y si la conseguían, entonces ya no iban a necesitar más de él. Ni siquiera sabía si ellos estaban al tanto de esos documentos que el alfa debía firmar cada ciertos meses.
En la salida, se encontró con Gahee y su esposo, Yoo Hansuk, que la fue a retirar.
—Hyunwoo —saludó el padre de Kihyun, alto y frío. Kihyun sacó de él sus ojos y la delgadez, esa elegancia innata que parecía seguirlo a donde quiera que fuera—, ¿cómo va todo? ¿Tu omega va a volver?
Pocas veces recordaba que Hansuk hubiera llamado a Kihyun como ‹‹hijo››. Cuando los conoció, el hombre parecía satisfecho de que Kihyun por fin encontrara a un alfa que le soportara y aguantara, en propias palabras de él. Ese día, su novio había llorado en sus brazos por lo ocurrido, disculpándose por el comportamiento de sus padres. Hyunwoo le aseguró que no importaba.
En cambio, el hermano mayor de Kihyun, Geumjae, era el orgullo de los Yoo. Un alfa hecho y derecho, que se comprometió a los quince años con una preciosa omega que conocía su lugar, y con la que se casó a los dieciocho años. Hyunwoo no recordaba el nombre de esa omega, primero porque pocas veces le vio, y segundo porque Kihyun no hablaba con su hermano. Una vez casados, el contacto se perdió pues cada uno se preocupó de sus propias familias.
—Lo he solucionado todo —dijo, helado—. Y agradecería que no volvieran a inmiscuirse en mi relación con Kihyun.
Hansuk hizo un mohín y Gahee se encogió en su lugar. Hyunwoo tenía claro que Gahee no sería tan estúpida como para regañarlo, considerando que Hansuk sabía ponerla en su lugar con rapidez.
Gahee era la omega que se esperaba que fuera. Así como Kihyun trató de serlo. Así como Hyunwoo lo presionó para que fuera.
—Mi omega está preocupada —respondió Hansuk, y Hyunwoo parpadeó—, yo también estoy preocupado, pues ya ha pasado su tiempo y tú no pareces interesado en traerlo de vuelta. El lugar de un omega es siempre junto a su alfa.
—Le haré una visita a Kihyun y lo conversaremos —mintió, pero supo que no fueron las palabras correctas cuando Hansuk rodó los ojos.
—¿Conversarlo? Por favor, no seas amable, Hyunwoo —se volteó hacia su mujer, que tenía los ojos bajos—. Las cosas no se conversan con los omegas. Tú ordenas y ellos obedecen, ¿cierto, Gahee?
—Por supuesto, Alfa —concedió la omega, sumisa y calmada.
Hyunwoo quería gritar, llorar, golpear algo. ¿Cómo era posible que él se hubiera aferrado tanto a ese orden, cuando sólo traía sufrimiento y dolor a los omegas? Él mismo le rompió el corazón a Kihyun mil veces, a pesar de haberle declarado su amor.
Murmuró una despedida, sin añadir algo más y marchándose de allí. Al salir, no le sorprendió encontrarse con el cielo nublado en señal de que pronto iba a llover. Ya no valía la pena ir a trabajar a esas alturas, sin importarle si le llamaban la atención por eso. A Hyunwoo le daba lo mismo incluso si lo despedían.
No, pero no sería bueno que lo despidieran, pensó. Si en algún momento Kihyun quería volver, necesitarían un lugar para vivir. O... o si él pensaba viajar a Estados Unidos, como debería hacer ahora, iba a necesitar el dinero. Por dios, qué complicado era todo.
Tomó un taxi para llegar lo más rápido posible a la casa, sabiendo que pronto debería sacar ese pasaje para fingir ir a ver a Kihyun. Quería reír por la histeria ante el pensamiento, porque aunque quisiera verlo, ni siquiera sabía dónde vivía. Jihyo debía saberlo, pero ellos no se llevaban un poco bien, y su padre tal vez estaba al tanto también. Sin embargo, no tenía claro si Kyungho se lo diría.
Y, como si hubiera sido invocado, cuando se bajó del taxi, vio a su padre fuera de la casa, como si lo estuviera esperando. Hyunwoo quería soltar un bufido, pero se limitó a pagar el recorrido y bajarse. Kyungho lo miró con una expresión indescifrable.
—Cuando te llamé no era para invitarte —habló Hyunwoo a modo de saludo—, sólo quería...
—Avisarme, por supuesto —interrumpió Kyungho, tranquilo—, vamos, la comida ya está lista. Supongo que vienes hambriento.
Hyunwoo caminó hacia la puerta y, por un instante, se vio muchos atrás, con dieciséis años y regresando del colegio a su casa. En ese entonces, todavía no salía con Kihyun, por lo que llegaba temprano a su hogar y veía a su padre esperándolo en la banca que tenían en el patio. Antes de que mamá se fuera, los dos se sentaban a conversar en ese lugar, sin embargo, con su partida, ahora se veía grande y vacía, como si su padre se hubiera encogido.
Entró y el olor a comida lo golpeó, con su estómago gruñendo. Venía con tanta hambre que no le importó que su padre estuviera allí, así que lo aprovechó para hablar con él.
Fue a servirse un plato de bibimbap, sentándose en la mesa y su padre le siguió. Al inició no habló, tan hambriento como estaba, pero cuando se vio ligeramente satisfecho, le llamó la atención.
—La policía quiere saber cuándo iré a ver a Kihyun —le dijo, y Kyungho arrugó el ceño.
—¿Acaso les dijiste...?
—¿Estás loco? —le interrumpió, sorprendido— ¿Por qué crees que acusaría a Kihyun ahora? ¿Me ves capaz de eso?
—Fuiste capaz de abusarlo.
Sus palabras lo golpearon con fuerza, desarmándolo unos segundos. La acusación era clara en la voz de su padre, tan decepcionado de él, y Hyunwoo quería echarlo en ese momento, quería gritarle y decirle que se fuera a la mierda.
Sin embargo, sólo endureció su mirada.
—Sí, y tú marcaste a mamá a pesar de que ella no te quería —le replicó, sin sentirse orgulloso de sus palabras—. Los dos cometimos errores, ¿no es así? Pero no te quería hablar de esto.
Kyungho le contempló en silencio, diciéndole de esa forma que se explicara. Hyunwoo sabía cuál sería la respuesta antes de preguntar, pero no perdía nada con intentarlo.
—Debo viajar a Estados Unidos —comenzó a hablar—, porque la policía va a estar encima de mí para saber si Kihyun está allá de forma legal. Pensaba... Me preguntaba si no sabes cuál es la dirección de Kihyun para hablarlo...
—No —contestó su padre limpiamente. Hyunwoo se calló—. Si quieres verlo, Hyunwoo, primero debes hablarlo con él y prepararlo. Puede que él no quiera verte.
Hyunwoo lo sabía. Lo tenía claro desde hace mucho. Era posible que, incluso, estuviera saliendo con algún otro alfa que lo respetara y le tratara bien.
—Sí —aceptó—, entonces, ¿podrías darme su número...?
—Lo debo hablar primero con él —volvió a interrumpirle Kyungho—. No tengo su número y lo poco que llegamos a hablar es por correo. Hyunwoo, Kihyun ha rehecho su vida allí, y si piensas ir a destruir eso...
—¡No pienso destruir nada! —exclamó, herido por lo que estaba escuchando—. ¡Por dios, ¿puedes detenerte, papá?! ¡Cada cosa que hago, desde que mamá se fue, siempre ha sido lo peor que he podido hacer! ¡No recuerdo alguna vez que tú me hayas apoyado en algo! ¡Ni siquiera cuando mamá estaba con nosotros podías hacerlo, ¿por qué crees que la prefería a ella a pesar de todo la mierda que me decía?!
Listo, lo dijo. Dijo esas palabras que se había estado tragando tanto tiempo, sino es que gran parte de su vida. Las soltó sin pensarlo un poco, simplemente dejó que fluyeran hacia el exterior, sin importarle si provocaban daño. Hyunwoo no podía aguantarlo más, no podía seguir ocultarlas más, porque llevaban presionando en su garganta desde hacía años. Cada vez que pensaba en todas las miradas de decepción que su padre le dirigía, podía sentir como si algo le quemara en su interior.
—Hyunwoo —suspiró su padre, triste—, hijo, no quería...
—¡Sé que lo arruiné con Kihyun, ¿vale?! —continuó Hyunwoo, y no lo soportó más: se puso a llorar—. ¡Sé que... que lo que hice fue horrible, no tiene perdón y no merezco nada más de él, pero tú tampoco simplificas las cosas! ¡Siempre me culpé por la partida de mamá y tú... tú no hacías las cosas más fáciles, porque trataba de tener tu aprobación a pesar de todo, y sólo te decepcionaba!
—Hijo —Kyungho le agarró la mano y Hyunwoo sollozó, sin entender bien por qué se estaba sintiendo tan mal, pero no podía detenerse—, hijo, lo siento tanto. Lo siento mucho, Hyunwoo, siento no haber sido el padre que necesitabas, que necesitas. Lo siento mucho, cachorro...
Esa última disculpa hizo que su llanto aumentara mucho más, viéndose como ese niño de trece años que no podía entender por qué fue abandonado. Por qué su mamá se marchó sin darle una sola mirada más.
Su padre lo abrazó y Hyunwoo sólo lloró, desorientado, destrozado y arrepentido de todas las malas decisiones que tomó.
Jackie cumplía años el veintiocho de enero y tenían pasajes para viajar a Corea el día anterior. Sin embargo, sus padres quisieron hacerle una fiesta-cena el veintiséis, y Kihyun acató todas las órdenes con calma y tranquilidad, ya acostumbrado a lo que se hacían esos días. Debía ir planificando con tres días de antelación lo que iban a comer, la decoración, la disposición del comedor y cuánta gente necesitaría.
No es como si fuera un experto en esas cosas, las primeras veces fue mucho ensayo y error, pero ahora ya sabía cómo manejarse con eso. Por ejemplo, sabía que Jackie era alérgica a las nueces, por lo que debía tener cuidado en que las comidas no llevaran dicho fruto seco.
Los cumpleaños de los Liu eran muy importantes, porque no sólo invitaban a sus familiares, sino también a amigos y conocidos de primera clase con los que se codeaban. Muchas veces, Huang y Mary llevaban a cabo negocios en la oficina que poseían, así que Kihyun procuraba que todo estuviera bien.
Por eso mismo, solicitó a quince personas extra: tres cocineros, siete camareros, cuatro personas encargadas del aseo y un encargado del guardarropa. Él iba a pasearse entre la cocina, la entrada, el comedor y el patio, asegurándose de que todo estuviera bien y en su lugar.
—Pregúntale a tus mellizos si quieren servir como camareros —sugirió Huang, cuando Kihyun les estaba contando de los últimos detalles.
—¿Cómo, señor Liu?
—Tal vez uno quiera ganarse unos dólares —explicó el alfa—, no tenemos problemas en que uno de ellos trabaje esa noche.
Kihyun les preguntó a los cachorros. Hyungwon se rió y dijo que no, porque era un poco torpe y terminaría derramando algo. Minhyuk dijo que sí, pues así lo podría cuidar. Kihyun rodó los ojos, pero sonrió un poco, pellizcándole la mejilla a su hijo mayor. Yeji se puso a gritar cuando Changkyun le tiró de las trenzas.
Sus hijos, por supuesto, solían ir también, pero debían cuidar de Yeji. Kihyun recordaba con un poco de vergüenza cuando los niños lo interrumpían cuando estaba en la cocina, ordenando sobre los platos, y aparecían con una bebé pequeñita que lloraba por su comida. Kihyun se veía obligado a dejar sus obligaciones y darle pecho a Yeji, antes de volver a sus obligaciones. Ahora que estaba un poco más grande ya no le molestaban de esa forma y cuidaban de su hermanita. Changkyun solía quedarse con ella, jugando con los niños más pequeños.
El día del cumpleaños llegó. La gente empezaba a aparecer pasadas las cinco de la tarde, así que a las cuatro, estaban ya todas las personas listas para atender. Para esas ocasiones tenían un uniforme especial: pantalones y zapatos negros, camisa y mandil blanco. Kihyun, al ser el cargo más alto entre ellos, llevaba además un chaleco negro sin solapa ni mangas. Cuando Minhyuk apareció con esa ropa, Kihyun no pudo evitar ordenarle la camisa a pesar de los quejidos de su hijo.
—Qué bonito te ves —halagó el omega, y Minhyuk se ruborizó—, aún recuerdo cuando tenías sólo cinco añitos y te pegabas a mi pierna, mientras chillabas que te tomara en brazos.
—¡Yah, mamá! —se quejó Minhyuk, y Kihyun se rió.
Sin embargo, el omega no pudo evitar sentir cierta melancolía ante esos recuerdos: su cachorrito alfa, de mejillas rechonchitas y labios abultados, creció hasta convertirse en un muchacho muy guapo y atractivo. Su rostro se alargó un poco y sus mejillas ya no eran tan gorditas, mientras que la mirada de su rostro se profundizó, con su aroma volviéndose fuerte para los omegas. Minhyuk tenía un suave olor a cítricos que provocaba comodidad en la familia. A Changkyun le gustaba mucho abrazarlo cuando entraba en celo. Hyungwon se le colgaba como un mono. Kihyun sólo le acariciaba el cabello.
—Cualquier cosa que necesites, puedes buscarme y te ayudaré —le aseguró Kihyun.
—No te preocupes, mamá, estaré bien —le prometió Minhyuk.
Los primeros en llegar siempre era la familia de los Liu: una hermana de Mary, que vivía en otro estado junto a su esposo y sus dos hijos, y un primo de Jackie, que vivía en Canadá con su novio. De ahí, llegaban los amigos y después otras personas de interés. Jackie estudiaba Administración y Negocios, así que era transcendental que comenzara a relacionarse con personas importantes para su futuro laboral.
—¿Cómo va todo por aquí, Kihyun? —preguntó Jackie, acercándose y sonriéndole con simpatía.
La hija mayor de los Liu siempre fue muy amable con él, como todos en esa familia. Tenía el cabello cortado hasta los hombros, liso y de un suave color castaño. Ese día, llevaba un bonito vestido de manga larga junto a unas medias oscuras, que combinaban muy bien con el marco negro de sus lentes.
—Todo bien, señorita Jackie —contestó, ofreciéndole uno de los canapés que llevaba en su bandeja.
Jackie lo recibió con una sonrisa de gusto, antes de que una omega se les acercara y tomara a Jackie del brazo.
—Hey, hola, preciosa —dijo la alfa con tono cariñoso—, ¿no te he presentado a Kihyun? Kihyun, ella es Samantha, mi novia.
Kihyun le sonrió con amabilidad a la mujer frente a él, que parecía tener la misma edad que Jackie. Su piel era oscura como el ébano y su cabello negro y rizado, con labios abultados y sonrisa dulce.
—Hola —saludó Kihyun, educado—, soy empleado de los Liu y...
—Asesor del hogar —corrigió Jackie—. Sam, Kihyun se encarga de que las cosas en casa siempre vayan bien y cuida de mis hermanos menores.
—Un gusto —saludó Samantha—, Jackie tiene muy buenas palabras siempre de usted.
Kihyun se rió en voz baja, con las mejillas un poco coloradas, y conversó un poco más con ellas antes despedirse para ir a ver cómo estaban las cosas en la cocina. Ya estaban llegando las personas más importantes y todo debía salir bien.
De reojo, vio en el patio jugar a los niños, con Changkyun y Hyungwon entremedio. Hyungwon estaba al cuidado de Yeji, que corría y gritaba detrás de los otros niños pequeños, y sintió la calidez en su corazón. Era afortunado, pensó, que pudiera haber dado con esa familia que no dudaba en tratarlo como un igual. Que permitía que sus hijos pudieran compartir con otros niños a pesar de la evidente diferencia social.
Las siguientes horas transcurrieron con la predecible calma que Kihyun esperaba. A excepción de algunos pequeños detalles –el pobre de Minhyuk terminó con un vino derramado en la camisa y tuvo que irse a cambiar–, todo ocurría según lo planificado.
—Mamá —Hyungwon apareció en la cocina, cargando a una pequeña Yeji que lloraba en sus brazos—, Yeji se cayó y raspó las manos...
Kihyun no dudó en ir a verla, tomándola en sus brazos y revisándola para ver si no se había hecho un daño peor. La pobre pequeña no dejaba de derramar lágrimas, llorando casi en silencio.
—Ve a jugar, yo me hago cargo —le dijo, acariciándole la mejilla, y se volteó hacia otra persona—. Hazte cargo mientras, ¿bien? Regreso en unos minutos, Ben.
El omega que estaba como segundo al mando asintió, y Kihyun caminó hacia el patio. En ese momento, venía Mary a ver si todo estaba bien.
—¡Kihyun! —llamó ella, y Kihyun la miró—. ¡Oh, ¿qué le pasó a la pequeña Yeji?!
—Se ha caído —explicó con rapidez—, necesito un momento para...
—¡Pero ve al baño de aquí! —dijo la mujer, impaciente—. No te preocupes, allá tenemos un botiquín.
Kihyun se vio tentado de replicar, pero no tenía tiempo para eso, y dio las gracias con rapidez. Salió de la cocina hacia el pasillo, con la niña en brazos que no dejaba de sollozar, y se abrió paso por las personas que estaban allí. Subió al segundo piso porque el baño del primer piso estaba ocupado y con una pequeña fila. En el del segundo piso sólo había una mujer esperando fuera de la puerta cerrada.
—¿Qué le pasó a la niñita? —preguntó la mujer cuando lo vio llegar, parpadeando.
Kihyun no la conocía, pero era asiática. Tenía el cabello café, ojos pequeños, delgada y estilizada. El omega sentía que la había visto antes, pero no podía recordar de dónde.
—Se ha caído —explicó en inglés, sin estar seguro de qué país era.
—¿Es suya?
—Sí, es mi hija menor.
—¡Qué adorable! —la mujer se rió con suavidad en el momento en que la puerta fue abierta y un alfa apareció, despidiéndose de ellos—. Pasa primero si quieres, ¡me puedo aguantar!
—¿Segura?
—¡Claro!
Kihyun entró al baño, dejando la puerta abierta y buscando el botiquín de emergencias. Yeji ya dejó de llorar como tal, sentada sobre la tapa del inodoro, pero estaba haciendo un pequeño puchero, y mostró sus manos cuando Kihyun se arrodilló ante ella.
—Veamos, ¿qué pasó, preciosa? —preguntó el omega, observando las pequeñas manchas de sangre que tenía en la piel.
—Caí —trató de explicar Yeji—, pe-lo-a y bum, caí.
El mayor le limpió las manos con el algodón, revisando que las heridas no fueran profundas, y le bajó los pantalones para revisarle las rodillas. En una tenía un raspón que también sangraba.
—Te va a doler un poquito —avisó Kihyun, empapando el algodón en povidona.
—¿Son coreanos? —preguntó de pronto la mujer, en coreano, y Kihyun se sobresaltó.
—¿Ah? —el omega regresó su atención a Yeji, limpiándole la herida y la niña comenzó a llorar otra vez—. Venga, mi bebé, ¿duele mucho?
—¡Sí! —sollozó Yeji.
—Ya va a pasar —le aseguró Kihyun, observando la herida limpia—. Luego de esto, te irás a la cama. Ya es tarde.
—Yap —afirmó la pequeña, llorosa.
Kihyun le puso una gasa pequeña sobre la herida, antes de voltearse hacia la mujer, que le miraba con un poco de curiosidad.
—Sí, mis hijos y yo nos vinimos como hace dos años y medio —le dijo, subiéndole los pantalones a Yeji y dándole un beso en la mejilla—. ¿Usted también?
—Claro —respondió la desconocida—, pero me vine hace mucho tiempo, ¿cuánto ya? —pareció pensarlo un poco—. Más de veinte años.
—Eso es mucho —Kihyun se limpió las manos antes de agarrar a Yeji en brazos, que se aferró a él—. ¿Pero va para allá?
—No, qué horrible —suspiró la omega—, Corea es un país terrible para nosotros. Mi marido decidió que era mejor traerme aquí y tener a nuestros hijos fuera de allí.
Kihyun asintió, comprendiendo ese pensamiento. La crianza era tan diferente en Corea y Estados Unidos, tan estricta en uno y tan libertaria en otro, respectivamente. Por supuesto que no todas las cosas eran buenas en el país norteamericano, pero él tenía muchas más oportunidades allí que en su lugar de nacimiento.
—Gracias —añadió, saliendo del baño—, no debía...
—¡No fue nada! —se apresuró en decir la omega—. No tengo mucho apuro, luego de esto ya debo marcharme con mi marido de todas formas. Debe estarme esperando —y volvió a reírse. Kihyun sintió esa sensación de que la conocía otra vez.
Se despidió de ella finalmente y la mujer entró al baño. Kihyun no había dado ni dos pasos cuando, por la esquina, apareció un hombre rubio, con barba y muy apuesto, con los ojos azules y piel pálida. Un típico estadounidense.
—Disculpa —le dijo el hombre—, ¿no has visto a una mujer de cabello café y coreana? Estaba...
—Está en el baño —le dijo, adivinando enseguida que debía ser su esposo.
—Gracias —el desconocido siguió caminando y Kihyun se alejó. Pudo escucharlo tocar la puerta—. ¿Jungeum, estás ahí?
Kihyun se quedó congelado al escuchar el nombre, con su corazón deteniéndose un momento.
Jungeum. Jungeum.
Por dios, ¿era posible que esa mujer...?
Sintió su mundo dar vueltas, pero antes de poder hacer algo, Yeji se removió en sus brazos y exigió su atención.
—Mami —barboteó—, mimir...
Kihyun tuvo que seguir caminando, alejándose de la pareja. Bajó la escalera con rapidez, su corazón acelerado y las manos sudando sin control alguno mientras recordaba el rostro de la mujer, su voz, y como si fuera un sueño, en su cabeza aparecieron las fotos que el padre de Hyunwoo tenía en su casa. La mamá de Hyunwoo, con el pequeño niño en brazos y su esposo a un lado. Marchándose porque conoció a su alfa destinado.
Por dios, por dios, era la misma mujer. Con más arrugas en su rostro, con más años encima, pero la misma mujer.
Caminó hacia el exterior, con las manos temblando e incapaz de volver sus ojos a Yeji, que parecía preguntar qué demonios estaba ocurriendo. Escuchó los gritos de los niños en la nieve, pero los ignoró, y fue a su pequeña casita, pero antes de siquiera entrar, se devolvió.
—¡Hyungwon! —gritó en medio del patio, buscando al omega mayor—. ¡Hyungwon!
Hyungwon no apareció, pero Changkyun dejó de jugar con Thomas y sus primos, corriendo a verlo.
—¿Mamá? —le preguntó, preocupado.
—Debo... —su mente era un revoltijo todavía, pero debía concentrarse en algo. En alguien—. Yeji. Yeji ya está bien, pero debe irse a la cama y yo...
—¡Yo la acuesto! —exclamó Changkyun, sonriendo—. ¡Ve, mamá! Debes estar muy ocupado, yo me encargo de todo.
Kihyun asintió con la cabeza rígida, dándole un beso a Yeji en la frente a pesar de que no se estaba sintiendo demasiado bien. Le entregó la pequeña a Changkyun, que no tardó en llevarla al interior de la casa, y Kihyun no tuvo nada más opción que volver a la mansión de los Liu. Cada nuevo paso que daba, era como si perdiera más y más el control ante la perspectiva de encontrarse con esa mujer. Con Jungeum. La madre de Hyunwoo.
Una parte suya quería ir a buscarla, hablar con ella y preguntarle... ¿qué mierda le iba a preguntar? ¿Tenía algo que conversar con ella? Es decir, él sabía parte de la historia, sabía que Jungeum abandonó a Hyunwoo porque no lo quería y conoció a su alfa destinado, pero ¿qué tan importante era eso para su vida? Saber su versión, ¿en qué cambiaría lo que él era ahora?
Tal vez sólo quería aprobación de otra persona. De la otra persona que dañó tanto a Hyunwoo, que le dejó traumas que no solucionó en años. Que, posiblemente, todavía no solucionaba. Quizás Kihyun quería contarle quién era para que ella le dijera que hizo bien en abandonar a su hijo, en dejarlo, en huir con los niños...
Por dios, era abuela. Esa mujer era la abuela de sus hijos.
Entró a la cocina, observando a los cocineros preparar los últimos platos de la noche. Pronto sería medianoche. Los camareros entraban y salían, y de pronto, Minhyuk apareció. Venía con aspecto cansado, pero no parecía dispuesto a descansar un poco.
—¿Mamá? —preguntó, mirándolo, y Minhyuk pareció presentir que algo no iba bien, porque se le acercó—. Mamá, ¿pasó algo?
—No, no —negó Kihyun, tratando de relajar la expresión de su rostro—, sólo es el cansancio.
Minhyuk no parecía demasiado convencido, pero en eso un cocinero lo llamó para llevar unos platos, y no tuvo más remedio que obedecer. Kihyun tomó aire profundamente, sabiendo que no podía esconderse todo el tiempo en ese lugar, pues debía ir al salón principal y ver que todo estuviera bien.
Para su propia fortuna, Jungeum no estaba, ni tampoco su marido, porque no se los volvió a encontrar en ningún momento. Para Kihyun eso era lo mejor, ya que no estaba listo para verla otra vez. No sabía cómo reaccionaría si la tenía delante de él, aunque se imaginaba que sentiría rabia e ira, ese enojo que muy probablemente debía sentir Hyunwoo por el abandono. A pesar de todo lo ocurrido entre ellos dos, no podía evitar enojarse por lo que hizo Jungeum.
Es decir, estaba bien si ella conoció a su destino y decidió irse con él, ella estaba en todo su derecho, pero ¿abandonar a su hijo de esa forma? ¿Marcharse y no dar ningún tipo de explicación? Kihyun recordaba que, cuando estaba haciendo sus planes para huir, siempre consideró a los tres niños. No a ninguno, o sólo a uno, o dos. Los tres. Eran los tres, y si no se podía, entonces no iba a marcharse y tendría que buscar otra opción. Pero no abandonaría a ninguno de sus pequeños cachorritos, de ninguna forma, ¿cómo sería capaz de eso? Y él estaba seguro de que el padre de Hyunwoo no habría puesto reparos en que Jungeum se llevara a su hijo.
Kihyun no podía entenderlo de ninguna forma.
Así que era mejor no verla. Más que eso: fingir que nunca la había conocido, a pesar de que se preguntaba qué estaba haciendo allí. De seguro, su alfa era un importante hombre de negocios muy bien ubicado, y ¿no mencionó que tenía hijos? Qué ira más grande, abandonar a su primer hijo, pero criar a otros como si no hubiera hecho nada malo.
—Tienes cara de frustración, Kihyun cariño.
Se sobresaltó al escuchar la voz de Mary y se volteó a verla, tratando de relajar sus facciones a pesar de lo mucho que le estaba costando.
—Lo siento —le dijo—, lo de Yeji me ha dejado algo preocupado —mintió—. ¿Necesita algo, señora Liu?
—Es Mary —recordó la mujer, sonriendo con suavidad—. Nada, por ahora todo bien. Como siempre, haces un trabajo maravilloso, Kihyun. He recibido muchas felicitaciones por lo bien que estuvo todo.
—Gracias, señora... Mary —corrigió a último momento.
—Mañana tómate el día libre —agregó ella—, sé que no te irás a dormir hasta que todo esté otra vez en su lugar, ¿está bien?
—Gracias, Mary —repitió, un poco más calmado.
Así como Mary dijo, Kihyun no descansó en las siguientes horas. Para las tres de la mañana ya se habían marchado todos los invitados y los dueños de casa se fueron a dormir. Los camareros estaban pagados para ayudar a recoger y limpiar todo, al igual que los cocineros debían dejar los platos limpios, sin embargo, Kihyun mandó a Minhyuk a la cama. Su hijo protestó, pero Kihyun no cedió, y se fue entre murmullos enfurruñados.
Todo eso le ayudó a distraerse de ese encuentro fortuito, sacándolo de su mente el tiempo suficiente para ya no tomarle gran importancia. Estaba bien, conoció a esa mujer y ¿qué? Ella no iba a acordarse más de él tampoco, pues era sólo un empleado de unos amigos suyos, nadie realmente importante. Por eso mismo, Jungeum no debía afectarle profundamente.
Terminaron la limpieza a las seis de la mañana y Kihyun, agotado, fue en busca de la paga de cada uno. Huang dejó una carpeta con unos sobres para cada trabajador, y el omega sabía que dentro estaban los cheques correspondientes, así que mientras se marchaban, les fue entregando el que correspondía a cada uno. El de Minhyuk lo guardó él, y una vez solo, caminó hacia su casa.
Ya en el interior, fue a ver si los niños estaban durmiendo. No le sorprendió encontrarse con Minhyuk en su ropa de trabajo, acostado y dormido, y preocupado como era, entró para desvestirlo. El chico se quejó en sueños mientras Kihyun le quitaba la ropa y le ponía el pijama, aunque no pareció despertarse en serio. Lo arropó bajo las sábanas, revolviéndole el cabello y besándole la frente. Hizo lo mismo con Hyungwon y Changkyun. Dejó el sobre con la paga de Minhyuk encima el escritorio antes de apagarles la luz y salir.
En su cuarto, vio a Yeji dormida y acostada en la esquina de la cama, envuelta en su pijama y chupando un dedito. Kihyun se desvistió, poniéndose el pijama y acurrucándose bajo las mantas. Yeji emitió un ruidito antes de arroparse contra él, feliz.
Kihyun la abrazó, cansado, muerto por el trabajo, pero contento. Estaba bien, tuvo un encuentro inesperado, pero su vida no se vería alterada por eso. Kihyun no lo permitiría.
Si sus cachorritos estaban bien, él estaba bien. No necesitaba nada más.
—Chino come-perros.
Changkyun escuchó el susurro malicioso dicho a espaldas de él, pero se quedó mirando al frente, escuchando a la profesora de biología hacer su clase con calma. Él no era bueno en el inglés, sin embargo, desde que llegó a ese lugar, que aprendió a entender los insultos que le decían. El noventa por ciento de las palabras que le dirigían sus compañeros eran burlas e insultos.
Sintió su marca arder y picar, e hizo un mohín de disgusto por eso. A pesar de los meses y la separación, el dolor de la marca seguía siendo fuerte e incómodo, especialmente en sus celos. Era como si Woojin le estuviera envenenando a través del enlace, como si quisiera reclamarle el no estar a su lado.
El sólo hecho de pensar en volver a Corea por él hacía que quisiera llorar.
La profesora dio por terminada la clase segundos antes de que el timbre sonara, anunciando que el día escolar ya había terminado. Recogió su cuaderno, a pesar de que no escribió nada, y lo guardó en la mochila. Se puso de pie y la colgó de su hombro, desanimado. Pronto comenzaría su segundo período de exámenes y sabía que le iría tan mal como en el primero.
—¡Oye, chino!
Enojado, Changkyun se volteó para replicar la burla, pero recibió un empujón y Bruce, su bully de ese día, llevó sus dedos hacia el borde de sus ojos y los estiró.
—¡Chin chan chong chung! —gritó, y alrededor sus amigos se rieron como idiotas.
Changkyun le miró con desprecio, tomando aire para no meterse en una pelea a pesar de que las ganas no le faltaban. Sin embargo, debía pensar en su mamá y en que no debía preocuparlo innecesariamente. Kihyun estaba en medio de su séptimo mes de embarazo.
Salió del salón, yendo a buscar a sus hermanos mayores a la clase en la que estaban. Se encontraron en mitad de las escaleras y Minhyuk le tomó la mano enseguida, pegándolo a su cuerpo.
—Mamá dice que vayamos enseguida, tenemos visita de un asistente social —habló por encima de las otras conversaciones.
Hyungwon no parecía sorprendido por eso, pero Changkyun sintió su estómago apretarse por el miedo. Tenía mucho miedo de no agradar a esa persona y provocar que lo separaran de su mamá o hermanos. De sólo pensarlo, podía ponerse a llorar.
—¡Jodido chino apestoso! —gritó Dean, pasando al lado de ellos y empujando a Hyungwon con el hombro—. ¡¿Quieres que te joda, Hyungwon?! ¡Te dejaré preñado, igual que a la zorra de tu mamá!
Minhyuk hizo el amago de lanzarse sobre Dean a darle un puñetazo, con el rostro enrojecido por la rabia, pero Hyungwon alcanzó a sostenerlo del hombro con una mueca. Changkyun también tuvo que sujetar a Minhyuk, a pesar de que quería romperle la nariz a ese idiota.
—No —dijo Hyungwon, con voz grave—, no te metas en una pelea, Minhyuk. No hoy. Si el asistente social se entera, estaremos en problemas.
—Ofendió a mamá —replicó Minhyuk, enfurecido e iracundo—. ¿Cómo se atreve...?
—Vamos a casa —saltó Changkyun—, vamos, vamos, ¡podemos comprar unos churros para mamá en la panadería Jenkins!
Las palabras del menor parecieron calmar a Minhyuk, pero seguía con el ceño fruncido en clara señal de inconformidad. El alfa volvió a agarrarle la mano a Kyun, como si fuera un niño de cinco años, sin embargo, el omega no protestó y se dejó llevar.
La distancia entre el colegio y el departamento no era tan lejos, un par de cuadras que recorrían en menos de veinte minutos. A pesar de que el dinero no les sobraba, juntaron los dólares que tenían y compraron ocho churros para la casa. Desde que estaba esperando a la bebé que mamá tenía antojo de churros.
Llegaron cerca de las cuatro de la tarde al departamento, y cuando abrieron, observaron al señor Jayden Miller, el asistente social que conocieron tres meses atrás. Mamá le estaba sirviendo un té, con esa gran panza asomando por debajo del enorme suéter que llevaba.
A Changkyun le daban muchas ganas de acariciársela y sentir a la bebé patear. Ya sabían que sería niña, y la idea no le pareció mala al chico. Minhyuk seguía un poco arisco sobre ese tema, pero ya aceptó por completo que tendría una hermanita, y cuidaba que Kihyun no hiciera muchos esfuerzos. Hyungwon era algo así como la segunda mamá, preparando las comidas si Kihyun amanecía muy adolorido o llegaba cansado al departamento.
—Hola, mamá —saludaron los tres al mismo tiempo, antes de voltearse hacia el hombre alfa—. Hola, señor Miller —añadieron en su torpe inglés.
Jayden les sonrió amistosamente, saludándolos de regreso. Era un hombre alto, de casi dos metros, con el cabello castaño rubio y ojos verdes ocultos bajo unas gafas redondas. Su rostro era alargado y algo huesudo, y Changkyun lo encontraba parecido a un caballo.
—¿Cómo les fue en el colegio? —preguntó Kihyun en inglés, dirigiéndoles una mirada de advertencia.
Los cachorros entendieron con rapidez que debían contestarle en inglés también. De seguro, Miller quería ver qué tanto estaban aprendiendo el idioma.
—Bien —habló Changkyun, que era al que le iba mejor en dicho idioma—, hoy la profesora de música dijo que tenía una voz bonita.
—Tuve una A- en mi tarea de Artes —añadió Hyungwon, yendo a dejar la mochila en el cuarto.
Minhyuk buscó algo positivo qué decir en inglés, dejando la bolsa de churros sobre el mostrador de la cocina.
—La profesora de deportes nos... hizo correr, y fui el primero.
Kihyun les sonrió, aliviado. Miller parecía también satisfecho, considerando que la primera vez que fue a verlos, no hubo comunicación directa entre ellos. Kihyun sirvió de traductor entre el alfa y los niños, y no parecía muy contento con eso. Él sabía que Jayden quería preguntarles si se encontraban bien o si no les faltaba algo, buscar cualquier indicio de maltrato.
—Siéntese, niños —habló Kihyun, ahora en coreano, y les apuntó al sillón. Los tres se acomodaron sobre los cojines, observando al asistente social, que se volteó hacia ellos.
—¿Están durmiendo bien en el cuarto, chicos? —preguntó, amable.
Changkyun y Hyungwon dormía en el camarote, con el pequeño en la cama de arriba. Minhyuk, en cambio, dormía con mamá, porque extendía feromonas alfas y lograba relajarlo lo suficiente para hacerlo dormir como una roca por horas. Una especie de nido entre ellos que se le hacía muy cómodo a Kihyun.
—Sí —contestó Minhyuk, un poco agresivo—, todo... todo está bien allí. Dormimos bien.
El hombre asintió, anotando algo en los papeles que llevaba.
—¿Hay algo que les haga falta? ¿Se están alimentando bien? ¿Han pasado frío por el invierno?
Minhyuk apretó su mandíbula. Hyungwon pareció adivinar que su hermano mayor estaba a punto de perder los estribos, así que se adelantó para contestar.
—Tenemos las tres comidas al día, mamá nos alimenta bien —habló, arrugando las cejas para hacerse entender bien—. Antes de que comenzara el frío, mamá nos compró ropa de invierno y nos arropa bien antes de dormir.
Kihyun no dejaba de mover sus manos en el regazo, tragando saliva al observar a Jayden anotando más cosas. Cuando llegó, el omega acababa de regresar del trabajo, agotado y muerto, con los pies demasiado adoloridos. Supuestamente debería ya estar iniciando su prenatal, pero el dueño del restaurante le había contratado diciendo que sólo le daría un mes de descanso antes del parto. Podía denunciarlo, por supuesto, sin embargo, eso sería quedar sin trabajo, y Kihyun no quería arriesgarse. Después del parto debería volver a trabajar y si hacía algo contra el hombre, quedaría sin opción alguna durante un tiempo.
Jayden revisó el departamento, viendo si todo funcionaba bien y cómo estaban durmiendo en el cuarto. Volvió a recalcarle la importancia de tener algo más grande para ellos, pues pronto serían cinco, y no veía muchos arreglos para recibir a la bebé. Después, le preguntó sobre cómo le estaba yendo a los niños en el colegio y si poseían algún reporte. Kihyun no podía mentir con eso, pues el alfa podía ir al centro educativo de los niños y pedir los reportes allí, encontrándose con el desastre que era todo.
Suavizó las cosas, por supuesto: Minhyuk tenía un par de problemas con unos chicos que se burlaban de él por ser coreano, pero Hyungwon y Changkyun no poseían mayores conflictos. Sus calificaciones iban a mejorar con los siguientes exámenes, pues con los primeros todavía no se manejaban bien en el inglés. Iban todos los días al colegio, jamás faltaban a menos que fuera estrictamente necesario, y Kihyun les ayudaba con las tareas. Los cachorros se iban a adaptar, sólo necesitaban un poco más de tiempo.
De todas formas, Jayden quería hablar con los niños también y verificar que todo estuviera bien con ellos.
—Chicos —continuó el asistente—, ¿se encuentran realmente bien? ¿Están bien con mamá? Ustedes saben que, si no es así, pueden decírmelo sin problema. Yo estoy aquí para buscar la mejor opción para ustedes.
Kihyun apretó sus labios con fuerza, queriendo soltar una maldición, pero no sería muy bien visto. La pregunta fue tan sorpresiva que incluso Minhyuk enmudeció, sin saber qué decir en ese preciso momento.
Changkyun decidió hablar:
—¡Mamá nos cuida muy bien! —habló, fervoroso y un poco rápido, lo que hizo que su inglés sonara mucho más chapucero que lo normal—. Mamá siempre nos cuida muy, muy bien, ¡fue idea de él venirnos a Estados Unidos para protegerme! Sino... —balbuceó un momento—. ¡No quiero jamás estar lejos de mamá!
—Bien, bien, está bien —se apresuró en decir Jayden, tratando de sonreír—. No vamos a separarte de mamá, Changkyun, ¿entendido? Veo que las cosas por aquí están bien, así que tranquilo, no te preocupes —Jayden anotó un par de cosas más antes de cerrar su carpeta, poniéndose de pie—. ¿Tienes fecha de parto, Kihyun?
El omega negó con la cabeza.
—Lo veremos en la próxima ecografía —explicó—, pero debería ser a finales de marzo o mediados de abril.
—Les haré la próxima visita luego del nacimiento de la niña —dijo Jayden, antes de despedirse de los niños, y Kihyun lo acompañó a la puerta—. Cuídate, disfruta de tu prenatal, Kihyun.
El omega esbozó una sonrisa fingida al escuchar sus últimas palabras y se despidió de él, cerrando la puerta tras de sí. Una vez el asistente social desapareció, suspiró por el cansancio.
—¡Mamá, compramos churros! —dijo Changkyun, poniéndose de pie.
—Me están engordando con tantos churros —se quejó Kihyun, pero le miró con cariño.
—Por favor, estás delgadísimo —masculló Minhyuk, observando las mejillas ahuecadas del omega.
—Siempre fui de contextura frágil —replicó el omega mayor, volviendo a sentarse—. ¿Todo estuvo bien en el colegio, chicos?
—Sí, mamá —mintió Hyungwon—. ¿Por qué no vas a dormir? Debes estar muy cansado.
Kihyun bostezó, pero sacudió la cabeza.
—Ustedes me estresaban un montón cuando pequeños —comentó Kihyun, su mente viajando casi una década atrás—. Imagínense, ustedes con siete y Changkyun con cuatro, ¡siempre hacían un nuevo desastre en la casa!
Minhyuk y Hyungwon se miraron de reojo. A veces, mamá parecía tener sus momentos de debilidad en frente de ellos, poniéndose tan melancólico y triste, que no podía disimularlo bien. Ellos fingían que no lo notaban, pero a veces era demasiado evidente, y no sabían bien cómo hacer que él se sintiera mejor. Querían tanto hacerlo sentir un poquito mejor.
—Yo me portaba bien —saltó Changkyun, haciendo un puchero.
—Tú eras el peor de los tres —declaró Kihyun—. Te tenía tan mimado que llegabas a ser descarado. No sé si lo recuerdan, ¿pero cuando quisiste tener una piscina y no se te ocurrió nada mejor que llenar la bañera de agua? Dejaste el agua corriendo y luego se te olvidó porque empezaron a dar tu serie favorita.
—¡No me acuerdo! —protestó Changkyun, pero su rostro enrojeció por la vergüenza.
—Yo no me di cuenta y papá lo descubrió cuando llegó —continuó Kihyun, sonriendo con pena—. Vieras cómo gritó.
—¡Sí! —intervino Hyungwon, algo sorprendido—. Gritó como desquiciado porque la bañera se desbordó. Minhyuk y yo estábamos en el patio, jugando a hacer un pastel de tierra, cuando empezaron a escucharse sus gritos.
Kihyun se rió, acongojado.
—Se enfadó un montón y yo le dije que no sabía qué mierda pasó. Fue con Changkyun y le preguntó, y Changkyun...
—¡Kyun dijo que fue Hyungwon! —barboteó Minhyuk. Changkyun se encogió en su asiento.
—Papá fue a buscarlo —comentó Kihyun—, salió al patio, yo iba detrás de él, y Kyunnie fue a esconderse a su cuarto. Empezó a regañar a Hyungwon, y Hyungwon se defendió y dijo que no fue, pero papá te seguía regañando, y tú...
—¡Le tiré una bola de tierra! —Hyungwon comenzó a reírse, divertido por el viejo recuerdo—. ¡Y luego me puse a llorar porque no me creía que yo no fui!
—Changkyun estaba escondido en el fondo del armario cuando volvimos a por él, y rompiste en llanto porque papá te regañó —Kihyun suspiró—. Yo le dije que no era para tanto, pero realmente se molestó esa vez, y te dio cinco palmadas en el culo, a ver si con eso aprendías. Nunca más quisiste una piscina.
Kihyun también recordaba que Hyunwoo no le dio más palmadas a Changkyun porque el niño se puso a llorar y a su marido se le ablandó el corazón. Lo tomó en brazos, lo abrazó y le hizo prometer que jamás haría eso otra vez, y Changkyun le devolvió el abrazo, asintiendo entre hipidos. Para la cena, Kihyun hizo la comida favorita del niño y todo lo ocurrido quedó olvidado.
Al terminar, le siguió un silencio que invadió el cuarto. Changkyun lucía un poco apenado, mientras que Hyungwon sacudía su cabeza con algo de gracia. El humor de Minhyuk, en cambio, se convirtió en irritación, y Kihyun sabía que era por la mención de Hyunwoo.
Por dios que lo extrañaba. No podía evitarlo, y no hablaba de eso con los muchachos, porque no tenía idea de cómo iban a reaccionar. Extrañaba esa época de recién casados, con los niños pequeños, cuando él era feliz. A pesar de todo, fue muy feliz esos primeros años, con Hyunwoo tan atento y cariñoso con él, cuando las cosas eran más sencillas y ese amor que sentía por él le provocaba mariposas en el estómago.
Tal vez Kihyun lo estaba romantizando. Tal vez sólo quería buscarle el lado bueno. Kihyun no lo sabía, pero tampoco le importaba, porque esos recuerdos los guardaría muy profundamente en su corazón.
Se puso de pie, cansado.
—Voy a dormir unos minutos —avisó, y fue al cuarto.
Se recostó de lado una vez se puso el pijama, escuchando a los niños en el comedor buscando sus cuadernos para comenzar a hacer las tareas, y acarició su vientre de forma suave. La pequeña se movió, como haciéndole saber que estaba allí para él, y recordó brevemente el día en que supo que sería niña.
El día de esa ecografía cayó un sábado en la mañana, así que los cachorros insistieron en acompañarlo, bajo la excusa de que era para conocer mejor Nueva York. Desde que habían llegado que no salían mucho, pues entre el colegio y el trabajo de Kihyun, no les quedaba mucho tiempo para ir juntos a algún lugar. El omega temía que los chicos fueran a algún lado y después no fueran capaces de devolverse, considerando que no manejaban bien el inglés y no se orientaban con los buses o el metro.
Decidieron pasar el día fuera, así que salieron juntos, primero al hospital para acompañarlo con la ecografía. Minhyuk quiso entrar con él mientras los dos omegas menores decidían esperarlo, y su hijo mayor se quedó a su lado cuando Sheryl inició. Kihyun no pudo evitar pensar en su primer embarazo y la emoción de Hyunwoo al saber que tendría mellizos. Su esposo casi lloró de la felicidad por eso.
Minhyuk tenía una expresión de piedra mientras la doctora le explicaba algo, pero pudo ver que el susto apareció cuando Sheryl dijo que sería niña. Kihyun iba a tener a su primera niña, y los muchachos a su primera hermanita. Con la cara de miedo que puso Minhyuk, Kihyun tenía claro que la bebé sería bien recibida a pesar de todo.
Changkyun y Hyungwon también se sorprendieron con la noticia, porque con toda probabilidad, esperaban otro varón.
—Será omega —aseguró Minhyuk.
—¡Será alfa! —afirmó Changkyun.
—¡Apostemos! —habló Hyungwon—. ¡El o los perdedores deberán comprarle un churro al o los ganadores! ¡Mamá no juega, porque él ya debe saber qué será!
Kihyun sabía que sería alfa, así como supo que Changkyun sería omega cuando lo tuvo en su pancita. Como supo que los gemelos serían alfa y omega cuando les dijeron el sexo.
Minhyuk dijo que sería omega. Changkyun insistió en que sería alfa. Hyungwon se inclinó por una omega.
Se sobresaltó cuando Minhyuk apareció en el cuarto, sacándolo de sus viejos recuerdos. Lo miró, esperando el sermón de no hablar sobre su padre, pero su cachorro mayor sólo se sentó a orillas de la cama y acomodó los pies de Kihyun sobre sus piernas. Sin decir mucho, Minhyuk comenzó a masajearle los pies, y el omega suspiró por el alivio.
—¿Cómo le pondrás a la bebé? —preguntó de pronto Minhyuk.
Kihyun lo pensó unos segundos.
—Yeji —dijo, y fue extraño, porque el nombre supo amargo, pero dulce al mismo tiempo—. Yoo Yeji.
Minhyuk no dijo nada por la obvia omisión del apellido, sólo continuó en su trabajo con tranquilidad.
—Es un nombre bonito —comentó su hijo mayor—. Mamá, ¿qué vamos a hacer cuando nazca?
Kihyun apretó la frazada bajo sus dedos, sintiendo el miedo en su interior. No tenía idea alguna de lo que iba a ocurrir, no quería pensar en eso, porque le provocaba pavor que las cosas salieran mal.
—Nos las arreglaremos —habló, y su voz se quebró.
Minhyuk dejó de masajearle los pies, subiéndose a la cama y acostándose a su lado.
—Mamá —murmuró el chico—, ¿cómo fue tu depresión post-parto?
No le gustaba pensar en eso, recordar esos dolorosos días. El miedo, el llanto, el terror, los gritos, las peleas con Hyunwoo. Las pastillas. Las jodidas hormonas que lo convirtieron en alguien que enterró muy dentro de sí.
A Kihyun le costaba bien desenredar todo lo ocurrido aquellos meses. A veces, en sueños o pesadillas, algunas imágenes volvían, pero las hacía desaparecer con rapidez, como si hiciera chasquear sus dedos. Esas hormonas que consumió provocaron que su mente se apagara y su instinto se activara, siendo guiado sólo por él, por nada más, y por eso todo parecía difuso y borroso.
—Terrible —dijo, con la voz ronca y temblorosa—, fue mala, Minhyuk. Fue... —cerró sus ojos un momento, respirando profundamente—. Éramos muy jóvenes y no estábamos preparados para tener hijos. Yo no estaba preparado, y sé que Hyunwoo tampoco. Tenía mucho miedo porque... porque nunca me sentí un omega correcto, un buen omega, y temía que eso provocara que tampoco fuera una buena madre para ustedes. Tenía tanto miedo, Minnie...
—Está bien, mamá —masculló Hyungwon, y Kihyun lo sintió entrar, subiéndose a la cama y metiéndose entre medio de ellos. Minhyuk comenzó a quejarse, pero se acomodó detrás—, está bien, no pasa nada.
—¡Eres la mejor mamá del mundo! —Changkyun, como siempre, hablaba con emoción, y se subió para abrazarlo de frente, teniendo cuidado para no aplastarle el vientre—. El mejor omega del mundo...
Se rió a pesar de que sentía el llanto pujar por su garganta, porque esos recuerdos se volvían nítidos por un instante, y era como si el dolor de ese momento lo estuviera sintiendo ahora.
—Lo intentamos todo con su padre —jadeó Kihyun—, psicólogos, psiquiatras, matronas, matrones, doctores, pediatras... Pero nada servía, nada, nada. Yo no podía... Yo lloraba y ustedes lloraban y me sentía peor por eso, porque no podía consolarlos. No podía tenerlos en mis brazos, mis pequeños bebés, y Hyunwoo no podía estar todo el tiempo sobre mí, debía trabajar o lo echarían...
Un instante en el que sollozó contra el hombro de Changkyun, sin levantar la vista, sólo acurrucado y con sus hijos abrazándolo. Sus maravillosos, preciosos cachorros abrazándolo y consolándolo en su dolor.
—Un... un doctor sugirió unas hormonas, unas tontas hormonas para sacar mi instinto a flote. Hyunwoo...
—¿Te obligó? —interrumpió Minhyuk, molesto.
—No —admitió Kihyun—, no, yo dije que sí. Yo pensé... pensé que nada podía ser peor que eso. Pensé que era la única forma. Papá... papá no quería, dijo que podía ser peligroso, pero al final lo convencí. Él tuvo que firmar los papeles y aceptar el tratamiento porque le supliqué y le lloré. Le dije que era la única forma...
Un silencio más. Kihyun sorbió por su nariz.
—Sirvieron —admitió—, ya no me sentía mal, no me sentía ahogado, sólo quería consolarlos y hacerlos feliz. Mis feromonas cambiaron, podía darles leche de mis pechos y ya no lloraban. Ustedes dejaron de llorar, y yo creía que podía ser feliz, que era feliz, pero me perdí a mí mismo en esas pastillas. De pronto, era incapaz de estar sin ellas, de... de pasar un día sin consumirlas. Y yo empecé a cambiar, mi omega... Era sólo un omega, no una persona, y mi instinto demandaba sumisión y obediencia. No era yo, no era...
"Papá lo solucionó. Él... él estaba asustado, volvíamos a pelear, pero yo ya no podía contestarle, no podía enfrentarme a él. Un día, aprovechando su trabajo, él fue hacia esa clínica farmacéutica y rompió el contrato. Nos endeudamos, le dijeron a Hyunwoo que si lo hacía, íbamos a quedar endeudados por varios años, pero a él no lo importó. Rompió el contrato, los mandó a la mierda y después se deshizo de mis hormonas. Cuando me enteré, me enfadé un montón y yo..."
No siguió hablando. No quería contarles de esa primera vez en que fue capaz de golpear a Hyunwoo de tal forma que le rompió el labio. Es decir, a veces lo abofeteó cuando se pasaba de la raya, como cuando salió con Jihyo. Sin embargo, golpearlo con el puño... Fue la primera y única vez que hizo eso.
—Vino la desintoxicación y fue horrible, porque volví a llorar un montón, a pesar de que no era por ustedes. Esas hormonas... La única mierda buena que provocaron fue que logré formar un lazo con ustedes, mis lindos bebés —se volteó, abrazando a los mellizos a pesar de los quejidos de Changkyun.
—Pero fue un lazo forzado, mamá —suspiró Hyungwon, triste.
—No —le interrumpió Kihyun—, jamás. Mi amor por ustedes no es obligado, jamás lo será. Ustedes lo son todo para mí, mis cachorritos lindos. La depresión me impidió formar un lazo como correspondía, y quizás tuvimos que buscar otras opciones, pero en ese momento, nos pareció una buena idea —le acarició el rostro a Hyungwon—. Las hormonas sólo activaron a mi omega, pero nada más. El amor que les tengo no es ficticio, ¿entendido?
—Sí, mamá —respondió Minhyuk, pero todavía se veía algo apenado.
Kihyun le sonrió para tranquilizarlo, a pesar de que todavía estaba un poco lloroso por la situación. Nunca pensó que les contaría tanto sobre esa depresión, aunque consideró que por ahora estaba bien. Omitió varios detalles para simplificar el relato y puede que, cuando fueran un poco más grandes, les explicaría mejor cómo fue todo. Ahora, sólo se estaba sintiendo un poco mal y debía soltarlo, pero no quería abrumarlos con tantas emociones. Sobre todo, no quería dañarlos.
—¿Ya hicieron su tarea? —les preguntó, y los tres pusieron expresiones culpables—. Entonces, ¿qué están esperando?
Los niños se levantaron a regañadientes, saliendo del cuarto, y Kihyun los observó con evidente cariño. Mientras se acomodaba en la cama y la bebé pateaba, recordó una vieja conversación que tuvo con Hyunwoo hacía muchos, muchos años.
—Hyunwoo, ¿por qué quieres tanto que Changkyun sea alfa? —preguntó, cuando tenía también siete meses de embarazo. Hyunwoo había sonreído con felicidad.
—¡Porque me ascenderán! —explicó, contento—. Y, además, nos darán otro bono del Gobierno por un niño alfa. Con eso, ya podremos pagar por completo la deuda del laboratorio, ¿no crees?
Kihyun entendió ese día la desesperación de Hyunwoo. Deseó que Changkyun fuera alfa, a pesar de que ya sabía que sería omega.
Hyunwoo no se decepcionó cuando nació Changkyun y le informaron que su cachorrito era omega. Lo tomó en brazos, lo meció y sonrió, diciendo que era muy precioso. Kihyun supo, a través de su marca, que Hyunwoo estaba algo afectado, pero no más que eso.
La deuda la terminó de pagar cuando Changkyun cumplió los cinco años. Los niños no lo recordaban mucho, pero esos años fueron un poco duros para ellos económicamente. Por eso mismo Hyunwoo se enfadó tanto con la anécdota de la bañera, pues la cuenta del agua saldría muy cara. A veces, debían hacer malabares para pagar las cuentas: el agua, la luz, el dividendo, el gas... Eso, sin contar el alimento y la ropa. Hyunwoo era el único que se hacía cargo del dinero, por lo mismo, Kihyun trataba de pedir lo mínimo en esos años. Una vez la deuda quedó saldada, las cosas mejoraron mucho, además que Hyunwoo consiguió un mejor puesto por mérito propio. El mismo puesto al que habría llegado si Changkyun hubiera sido alfa.
Kihyun cerró sus ojos y enterró esos recuerdos otra vez, sintiendo una nueva patadita en su vientre.
—Yoo Yeji —repitió en voz baja, y ahora, ya no hubo amargura, sólo afecto y suavidad.
Sí, sería un bonito nombre. Hyunwoo siempre escogía nombres bonitos para sus hijos.
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