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13.

Advertencias: drama y angst.

Este capítulo contiene una escena delicada no narrada positivamente.

Kihyun estaba peinando el bonito cabello de Changkyun, oyendo su ruidito de gusto, cuando decidió decirle lo que conversó con Hyunwoo días atrás.

—Bebé —le dijo, su tono suave, dulce, llamando su atención—, con papá vamos a seguir insistiendo para que Woojin te quite la marca, ¿lo sabes?

—Mmm... —dijo Changkyun, asintiendo, sin voltearse.

—Por eso, hemos decidido... invitar a ese chico a casa —continuó, sintiendo el momento exacto en el que se tensaba.

Changkyun se alejó de él, volteándose, una mirada atónita en su rostro.

—¿Qué? —preguntó, sorprendido—. ¿Él...? Mamá, ¿a qué te refieres? —puso una expresión de pánico—. ¡No quiero que él venga! ¡No quiero verlo más, mamá!

Kihyun se movió, agarrándolo del brazo para atraerlo hacia su cuerpo, tratando de calmarlo con sus feromonas. Podía oír sus balbuceos desesperados, sus murmullos temblorosos, y acarició su cabello, meciéndolo.

—Vendrá él solo, nadie más —continuó Kihyun—, creo que podemos llegar a convencerlo si sus padres no están con él, cariño. Tus hermanos también estarán en la cena, protegiéndote, y si ve lo mucho que lo odias, podrías hacerlo cambiar de opinión.

—¡No lo conoces! —saltó Changkyun, llorando—. ¡Woojin no cambiará de opinión! ¡Los alfas nunca cambian de opinión, mamá, tú lo sabes! ¡Tú siempre le das la razón a papá, aunque él lo esté arruinando y te trate mal!

El omega se estremeció, aturdido por lo que Kyun le estaba diciendo, que se puso de pie y lo miró como si no lo reconociera. Como si fuera un completo desconocido.

—¡Eres un omega patético y espero nunca ser como tú! —soltó Changkyun, hipando y corriendo al cuarto de sus hermanos mayores, sin dejar de llorar.

Kihyun bajó la vista, cubriendo su rostro con ambas manos, tratando de aguantar las lágrimas punzantes que aparecieron de pronto en sus ojos. Qué maldito desastre era todo, volviendo a arruinarlo, pero ¿Changkyun no podía ver que era necesario?

Un omega patético. Sí, su hijo tenía razón, Kihyun se sentía como un tachito de basura en ese instante, en el que todos depositaban la mierda que querían sacarse, y él debía aguantarlo porque así fue criado.

Un omega no se queja, no protesta, no discute, Kihyun, ¿cuándo aprenderás eso? Si Hyunwoo quiere que su relación vaya rápido, ¡qué tiene de malo! Nunca encontrarás otro alfa como él, ¿lo entiendes? Si dejas pasar esta oportunidad, ¡ningún otro alfa querrá salir contigo!

Se vio con diecisiete años, mirando al suelo, mientras su mamá le regañaba luego de decirle que Hyunwoo le propuso matrimonio, pero él le pidió unos días para pensarlo. Kihyun quería saber la opinión de su mamá, ¿no era muy rápido? Llevaban saliendo sólo un año, ¡y Hyunwoo ya quería marcarlo y casarse con él!

Pero mamá se enojó tanto, tanto, y le dijo todas esas cosas. Incluso lo presionó para llamar a Hyunwoo, a salir con él y aceptar su propuesta. Kihyun seguía sin estar tan convencido, pero... pero...

Sin embargo, ¿dónde conseguiría a alguien mejor que Hyunwoo?

Levantó la vista al escuchar un ruido repentino, esperando que fuera Kyun para pedirle disculpas por sus feas palabras, aunque se encontró con la expresión tímida de Hyungwon.

—¿Pasa algo, cachorro? —preguntó, poniéndose de pie para salir del cuarto de su hijo menor.

—¿Peleaste con Kyunnie? —dijo el omega—. Llegó llorando a mi habitación y se colgó de Minhyuk, como hacía contigo cuando tenía seis años y el microondas sonaba.

Sonrió, algo enternecido por el recuerdo. Podía ver al pequeño cachorro corriendo por el pasillo hacia él, abrazándolo por las piernas, con su rostro lleno de lágrimas mientras balbuceaba acerca del microondas, y Kihyun lo tomaba en brazos, tranquilizándole, diciéndole que el artefacto no haría boom de repente.

Changkyun siempre fue su hermoso y lindo bebé. Kihyun siempre trataba de no hacer diferencias entre sus tres hijos, pero no podía evitarlo con su pequeño Kyun, porque cuando lo tuvo en brazos la primera vez, a diferencia de los mellizos, el omega conectó enseguida con su hijo. No hubo depresión, no hubo llantos, no hubo rechazo. Por eso mismo, sus palabras dolían mucho más.

Aunque Kihyun no lo podía culpar, ¿cómo lo haría? Kihyun a veces igual sentía decepción por sí mismo y la forma en la que actuaba. Sin embargo, sentía también ese enorme debate en su interior sobre lo que era realmente bueno y lo que le hacían creer que era bueno. Incluso a esa edad, con una familia, casado, pasando los treinta años, Kihyun seguía discutiendo consigo mismo esas cosas.

—Le he dicho acerca de la cena —dijo Kihyun, yendo a la cocina para empezar a preparar la cena—, y no le ha gustado para nada.

—A mí tampoco me gusta —dijo Hyungwon, mordiendo su labio inferior—. Ese chico es realmente muy malo, mamá, y que pueda ver a Changkyun...

—Es una opción y queremos intentarla —suspiró Kihyun, algo indeciso—. No se me ocurre otra cosa, porque con tu padre no vamos a volver a cenar con esa familia.

Hyungwon lo abrazó de forma sorpresiva, y Kihyun suspiró, acariciándole la nuca. Le sorprendía un poco que su hijo omega ya fuera de su porte, aunque tuviera menos años que él, además de ser omega. Minhyuk, por el contrario, era sólo unos centímetros más bajo que Hyungwon, pero siempre reclamaba porque él debería ser más alto, considerando que era alfa.

—Lo sé —dijo su hijo, también suspirando—, pero no tengo una buena espina con eso, mamá...

Kihyun tampoco confiaba mucho en lo que fuera a ocurrir, pero ponía todas sus esperanzas en que esa cena iba a ir mejor.

Minhyuk guardó con fuerza sus libros en el casillero, volteándose para mirar a Hyungwon, que tenía una expresión un poco compungida.

—¿Qué quieres? —le preguntó Minhyuk, rodando sus ojos.

—¿Me vas a comprar una bebida?

El alfa puso una mala expresión, así que Hyungwon lo abrazó, poniendo ojos de borrego.

—¡No soy tu esclavo!

—Por favor, Minnieeeeeeeeeeeeeeeeee —lloriqueó Hyungwon, sacudiéndolo.

Minhyuk se sentó tentado de negar, sin embargo, sabía que su hermano menor sería capaz de seguir insistiendo el resto del día por una bebida, bebida por la cual podía ir él sin problema alguno. Su mellizo era realmente un flojo a veces.

Hyungwon contempló con una sonrisa al ver a Minhyuk yendo a buscar una de esas máquinas de bebidas para buscarle una, murmurando en voz baja, y aprovechando que el timbre todavía no tocaba, sacó su móvil para juguetear en él. Desde el ataque a Changkyun y su posterior ruptura con Hoseok, que Hyungwon no tenía amigos con los que estar, excepto su hermano mayor. A él no le importaba, no mucho, considerando que todos allí creían que Kyunnie se merecía lo que hicieron. Hyungwon no quería relacionarse con gente así de asquerosa.

Sin embargo, su tranquilidad no duró mucho: a los pocos segundos de quedar sólo, alguien se le acercó. Al levantar la vista, el omega no pudo evitar poner una cara grosera.

—¿Qué quieres? —le preguntó al recién llegado.

—No puedo creer que me estés tratando así —replicó Hoseok, su expresión helada—, considerando que antes andabas pegado a mí todo el día.

Hyungwon hizo un mohín de irritación, guardando su celular.

—Sí, eso fue antes de darme cuenta de que era un cretino como tu hermano —espetó Hyungwon—. Si lo hubiera sabido antes, no habría aceptado ser tu novio.

Hoseok lo agarró del brazo, sus labios fruncidos en señal de que estaba enojado, pero Hyungwon trató de no retroceder. Si bien, se sentía muy triste y deprimido por la forma en la que ellos acabaron, trataba de no darle mucha importancia a esos sentimientos, porque era por un bien mayor. Hyungwon no podía estar con un alfa que pensara así de su hermano menor.

—Quiero que volvamos —dijo Hoseok, tratando de que su voz fuera persuasiva. El omega se congeló—, vamos, Wonnie... Eres un omega muy bonito y de buena familia, si quitamos lo de Changkyun. Yo soy un buen alfa...

—¿Qué estás diciendo? —dijo Hyungwon, sorprendido.

—Si volvemos, te perdonaré todo, absolutamente todo...

—Suelta a mi hermano, ahora.

Ambos se sobresaltaron al oír la voz ronca de Minhyuk, que apareció de pronto, llevando la botella de bebida que le consiguió a Hyungwon. Aprovechando que Hoseok estaba algo atónito, el omega logró zafarse de su agarre, yendo hacia Minhyuk.

—¿Tú igual? —dijo Hoseok, recuperándose—. Tú deberías insistir en que esté con Hyungwon, considerando la posición económica que tengo.

El mellizo mayor abrazó a su hermano por los hombros, sacudiendo su cabeza y poniendo una expresión amenazante.

—Si Hyungwon no quiere estar contigo, es decisión de él —dijo Minhyuk—. Si te vuelves a acercar a él, prometo golpearte, Hoseok.

Hoseok pareció a segundos de decir algo más, pero Minhyuk sólo tiró de Hyungwon, haciéndolo caminar para alejarlo de allí. Unos segundos después, el timbre para ingresar a clases volvió a tocar, pero su hermano no le soltó un poco.

—Tenías razón —dijo Hyungwon de forma repentina, su voz temblando. Minhyuk lo miró—. Recuerdo cuando... cuando éramos pequeños, y tú siempre le gruñías a Hoseok. Me decías que era un idiota. Tenías razón.

—Hyungwon...

El omega sorbió por su nariz, frotando sus ojos furiosamente para no romper a llorar. No antes de la última clase del día. Pero sí estaba triste, muy triste, porque siempre imaginó toda una vida junto al alfa. Jamás creyó que Hoseok podría tener una idea tan... tan repugnante acerca de los omegas, siempre pensó que... que le veía como si fuera un igual.

Aunque, si lo pensaba mejor, a veces Hoseok lanzaba algunos comentarios a los que trató de no prestar atención. Hoseok siempre le alababa sobre lo bonito que era, pero jamás que era inteligente o alguna otra cosa fuera de su belleza. Incluso, a veces le decía que su mamá era muy raro para ser un omega, por decir algo suave, porque esa vez que Changkyun llegó tarde y mamá perdió la cabeza, Hoseok le dijo que Kihyun era un tonto exagerado.

Hyungwon le dio la razón, tan enojado también, pero ahora se arrepentía mucho de haber pensado así en algún momento.

Minhyuk llamó su atención una vez se sentaron en sus pupitres.

—No te preocupes —le dijo Minhyuk—, encontrarás un alfa mejor. Un alfa que te quiera realmente.

No, pensó Hyungwon, no quiero ningún alfa. No quiero jamás a ningún otro alfa cerca de mí.

El día de la cena llegó.

Changkyun tomó la decisión de no hablarle a sus padres los últimos días, luego de que sus súplicas por cancelar eso no funcionaran. Ignoraba todo lo que ellos le decían, incluso ignoraba los intentos de Kihyun por mimarlo, y eso tenía al omega muy triste. En la casa, volvía a sentirse un ambiente tenso y pesado, donde nadie sabía qué decir para calmar un poco los ánimos.

Incluso, ese día, Kyun se negó a abrirles la puerta del cuarto, sólo lo hizo cuando Hyungwon intervino, hablándole suave y calmado. Fue Hyungwon, además, el encargado de ayudar a poner bonito al omega menor, pues los últimos días no se bañó y permanecía acostado, volviendo a deprimirse, como cuando fue el ataque.

—Mamá —dijo Kyun, más tarde, un par de horas antes de que fuera la cena. Kihyun se giró, viéndolo vestido, terminando de cortar las verduras—, mami, por favor...

Kihyun dejó lo que estaba haciendo, caminando hacia el menor, y se acuclilló, limpiándole las lágrimas a su bebé.

—No te hará daño —prometió Kihyun—, ni papá ni yo dejaremos que vuelva a tocarte, ¿está bien, cachorrito? Pero necesitamos que aguantes sólo unas horas, ¿puedes hacerlo?

—No —sollozó Changkyun—. Me da miedo...

—Lo sé —Kihyun lo abrazó, meciéndolo—, lo sé, mi vida.

Kihyun igual le tenía miedo.

Hyunwoo llegó a casa unos minutos después, yendo al cuarto matrimonial para darse una ducha y cambiarse de ropa. Se le notaba también muy tenso, con su mandíbula apretada, algo pensativo. Kihyun dejó las papas cociendo antes de ir también a ver a su esposo. El alfa le sonrió con algo de debilidad al verlo entrar, con sus mejillas coloradas por el calor de la cocina.

—Te ves muy bonito —dijo Hyunwoo, abrazándolo por la cintura.

Kihyun deslizó sus dedos por el cabello de su esposo, soltando un ruido de gusto por las feromonas que le rodearon. Podía notar el temor en ellas, sin embargo, decidió no hacer mención de eso por el pánico que le generaría.

—Tú también estás guapo —dijo Kihyun, y aprovechándose que Hyunwoo estaba sentado en la cama, se inclinó para darle un beso en los labios. Al alejarse, sus labios se torcieron en un mohín—. Changkyun no deja de llorar, Hyun.

—Sí, y lo entiendo —el alfa mordió su labio inferior un instante—. Si no fuera necesario, no haría que ese muchacho venga acá. Cuando hablé con él, me pareció tan grosero y petulante...

Fue Hyunwoo el encargado de contactar con Kim Woojin para citarlo a esa cena, pues los mellizos se negaron a acercarse a él, porque ese alfa se la pasaba provocándolos. Minhyuk estaba a sólo segundos de darle otro golpe. Así que Hyunwoo se comunicó con él, y el chico, para su propia fortuna, no se negó a ir.

—Lo siento —dijo de pronto Hyunwoo, llamando su atención—. Por todo, Kihyun. Por... por la forma en la que me comporté y... y por no ser un buen alfa para ti —su marido tenía una expresión desolada—. Por haberte presionado tanto en algunas cosas y pedirte cosas a cambio. No tuve... No estuvo bien pedirte e insistir mucho por otro cachorro, Kihyunnie...

—Oh...

Kihyun, a esas alturas, ya lo olvidó por completo. Considerando los últimos hechos, ya dio por perdonado todo lo ocurrido, aunque también se sentía algo bien que Hyunwoo se estuviera disculpando por la forma en la que actuó.

La culpabilidad lo golpeó, repentinamente, al recordar los anticonceptivos escondidos.

—No importa, Hyun —dijo, su tono temblando.

¿No era un mentiroso? ¿No engañó a Hyunwoo tanto tiempo, consumiendo sus pastillas, cuando le prometió otro bebé? ¿Qué clase de persona era, engañando a quién suponía como el amor de su vida, de esa forma?

—Pero... —Hyunwoo suspiró—, ¿puedes pensarlo, amor?

—¿Ah? —Kihyun parpadeó.

—Sobre... sobre otro hijo —el alfa lo apretó un poco más contra su cuerpo—. ¿Puedes considerarlo? No ahora. No en los próximos meses. Pero... pero para un futuro. Para unos años.

Kihyun y Hyunwoo tenían treinta y cuatro años. Todavía eran jóvenes para tener cachorros, decía su mamá cuando le veía. Los omegas tenían una fertilidad increíble, se consideraba que podían parir sin problema alguno hasta los cuarenta y cinco años.

El omega hizo puños.

—No sé, Hyunwoo —dijo, viendo la expresión de su marido decayendo un poco—. Lo... lo voy a pensar, ¿te parece?

Pudo ver cómo su cara se estabilizaba un poco más, así que le acarició el cabello, tratando de pensar en otra cosa que no fuera eso. La realidad de la inminente cena cayó sobre él otra vez.

—Lo haremos, ¿está bien? —Kihyun hizo que Hyunwoo lo mirara a los ojos—. Haremos que ese chico deje en paz a nuestro cachorro.

—Sí —Hyunwoo le dio otro beso—. Sí, mi amor...

Kim Woojin llegó un poco antes de las ocho de la noche, siendo recibido por Hyunwoo. Sus tres hijos estaban en el cuarto de los mellizos, tratando de calmar a Changkyun, así que no aparecieron enseguida. Kihyun se dedicaba a servir la mesa con los platos y cubiertos, mirando de reojo al alfa recién llegado, hablándole de algo a su esposo en el living.

—La cena está lista —dijo, interrumpiéndolo.

Pudo notar la molestia en la mirada de Woojin, pero Hyunwoo no dijo cosa alguna, lo que era un alivio para Kihyun. Si Hyunwoo pensaba actuar como un alfa que mandaba allí y no lo tomaba en cuenta, Kihyun le cortaría las pelotas.

Los vio sentarse en la mesa, así que fue al pasillo, yendo al cuarto de los mellizos. Al abrir la puerta, Changkyun se le pegó como una sanguijuela, balbuceando que no quería salir, pero Kihyun sólo suspiró.

—Vamos a comer —le dijo, agarrándolo de la barbilla—. No tienes que hablarle. No tienes que mirarlo. No te sentarás a su lado.

Su cachorro soltó un gimoteo, sin embargo, terminó asintiendo, dejándose llevar por Kihyun hacia el comedor. Los mellizos iban detrás, cada uno con una expresión ensombrecida.

Cuando entraron, Changkyun se tensó en sus brazos, retrocediendo un paso. El omega mayor vio a Woojin observando a su cachorro.

—Estás más delgado —dijo Woojin, su voz asquienta—. Te ves más feo, Changkyun.

Kihyun apretó a su hijo contra su cuerpo, conteniéndose para no saltar sobre ese mocoso. Hyunwoo frunció los labios.

—Si le dices algo así otra vez —dijo Hyunwoo, molesto—, esto termina aquí, Woojin.

El alfa chasqueó su lengua, bufando, pero se quedó callado. Hyunwoo estaba sentado a la cabeza de la mesa, con Woojin a su izquierda. Minhyuk se sentó a su derecha –lo dispusieron así antes de que llegara–, Kihyun al lado de su hijo mayor, y Changkyun junto a su mamá. Hyungwon, haciendo un gesto como si fuera a vomitar, se ubicó al lado de Woojin. Así, el cachorro quedaría alejado de ese chico.

Sin embargo, al ver las ubicaciones, Woojin arrugó el entrecejo.

—No —dijo, su voz exigente—. Quiero a Changkyun a mi lado, es mi omega y ese es su lugar.

—No —espetó Hyunwoo—. Para nosotros, Changkyun no es ni será nunca tu omega.

Silencio tenso en el lugar. Kihyun fue a la cocina, llevando las fuentes con la comida, viendo cómo todos comenzaban a servirse, sin decir cosa alguna. Changkyun, sin embargo, no se movió.

—¿Quieres que te sirve, cariño? —dijo el omega mayor, tomándole la mano a su cachorrito y dándole un apretón. La notó algo fría.

—No tengo hambre, mamá —dijo Changkyun, sus ojos bajos.

Kihyun no lo presionó, así que todos empezaron a comer, sin decir cosa alguna. De vez en cuando, los mellizos decían algún comentario bueno acerca de la comida, pero más allá de eso, la conversación no fluyó demasiado. Kihyun se estaba sintiendo algo mareado por toda la situación.

Una hora después, estaba sirviendo un postre que preparó en la mañana. Changkyun pareció animarse al ver el hobaktteok, comiéndose una porción en segundos, y Kihyun no dudó en darle otra.

—Bien, creo que lo hemos dilatado mucho —dijo Hyunwoo, llamando la atención de Woojin—. Ahora, Woojin, seré claro. Mi hijo no quiere tu marca, con mi omega no vamos a permitir su matrimonio y lo mejor será que nos dejes en paz, ¿está claro?

Woojin limpió su boca con una servilleta, haciendo un mohín de desprecio.

—No me importa lo que Changkyun quiera ni lo que ustedes digan —dijo Woojin—. Él tiene mi marca, y según lo que sé, eso significa que me pertenece. Pasará su primer celo conmigo, lo anudaré y lo dejaré preñado con crías.

A medida que hablaba, Changkyun fue palideciendo más y más. Kihyun lo abrazó, soltando feromonas maternas para calmarlo, viendo que empezaba a hiperventilar.

—¡Eres repugnante! —saltó Minhyuk—. ¡Lo tocas y te mataré, Woojin!

—Ya lo toqué —se burló Woojin—, y no hiciste nada, Minhyuk. Qué débil.

Minhyuk hizo el amago de ponerse de pie, pero Hyunwoo le dirigió una mirada. Sin embargo, Kihyun leyó la rabia en sus ojos.

—¿Cuánto dinero quieres para dejarlo en paz? —dijo Hyunwoo, su tono bajo—. Como dije antes, puedes pedir lo que quieras.

—No quiero nada —el chico se encogió de hombros—. Quiero a Changkyun. Quiero que sea mi omega, que me mire y se abra de piernas para mí.

—¡No! —saltó el niño—. ¡No, yo no quiero!

—Por dios —Kihyun soltó un ruido de ira—, él no te quiere. Changkyun te odia y te tiene asco, ¿acaso no puedes sentir un poco de compasión, bastardo?

—No me importa si no me quiere —se rió Woojin—. Los omegas sólo sirven para follar, y yo quiero follarme mucho a Changkyun.

Hyunwoo golpeó la mesa, sobresaltando a todo el mundo. Kihyun se dio cuenta enseguida de que, además de hacer eso, rompió también la copa de vino: una mancha violeta apareció en el mantel. Cuando Hyunwoo levantó la mano, pudo ver la sangre.

—Hyun, tu mano... —dijo Kihyun.

—Los omegas no son objetos —gruñó Hyunwoo, agarrando una servilleta y poniéndose de pie—. Los omegas no son cosas, Woojin. Si dices algo así otra vez, te romperé la nariz.

Silencio. La sangre no dejaba de brotar de los cortes en la palma de la mano de Hyunwoo.

Kihyun quiso levantarse, pero Hyunwoo sacudió la cabeza.

—No, no te preocupes —le dijo, y Kihyun se estremeció porque el tono de su marido seguía siendo duro—. Iré a curarme yo. Tú quédate aquí, Kihyunnie.

Kihyun obedeció, sabiendo que debía hacerlo para no dejar a los cachorros solos en presencia de ese chico. Hyunwoo suspiró, girándose y yendo al cuarto matrimonial, al baño de esa habitación, porque Kihyun tenía un botiquín allí para esas emergencias.

Además, quería aprovechar eso para despejar un poco su cabeza, el ambiente cargado de tensión en el comedor le estaba dando un fuerte dolor de cabeza. Sabía, además, que Minhyuk se encargaría de que Woojin no cruzara alguna línea con su familia.

Entró al baño, buscando el botiquín, abriéndolo y sacando lo necesario para limpiar sus heridas. No sabía de dónde sacó el impulso de golpear la mesa –y de paso, quebrar una copa–, pero las cosas que Woojin estaba diciendo eran horribles, repugnantes, así que debía callarlo de alguna forma, aunque sonara violento. Él nunca se consideró como un alfa de ese tipo, sin embargo, ese chico lo sacaba de sus casillas con esa actitud.

Rebuscó para sacar unas vendas, observando superficialmente los anticonceptivos de Kihyun.

Woojin era realmente despreciable, hablando así sobre su cachorro en su presencia, creyendo que él no–

¿Qué?

Dejó lo que estaba haciendo unos segundos, antes de voltear su vista hacia los anticonceptivos que dejó sobre el lavabo junto al resto de cosas. La sangre seguía escurriendo de la palma de su mano, sin embargo, agarró las pastillas, volteándolas para ver... para ver...

Sintió náuseas repentinas.

¿Por qué...? ¿Por qué esos anticonceptivos estaban allí? Kihyun no dijo que volvería a tomarlos. Quizás se le olvidaron que los dejó en ese lugar, sí, eso debía ser.

Pero no pudo evitarlo, y empezó a calcular. El anticonceptivo que correspondía a ese día no estaba, junto a los de los días anteriores. Debía ser una casualidad, por supuesto que sí, era sólo–

¡Vete a la mierda, Hyunwoo! ¡¿Todavía quieres un puto cachorro?! ¡¿Pues sabes qué, Alfa?! ¡No te daré nada, no pienso darte ningún bebé, puedes quedarte con las jodidas ganas de otro hijo porque lo único que te daré yo es una mierda, bastardo insensible!

Casi podía ver a Kihyun gritándole eso y se estremeció.

Todas las veces que ellos intentaron tener otro cachorro, con Hyunwoo anudando dentro de su esposo, y Kihyun luego iba al baño, echando a correr el agua para ducharse, preocupado todos los días... todos los días...

Volvió a limpiar sus heridas, pero el dolor se le hizo ajeno, desconocido, porque en ese instante, Hyunwoo se estaba sintiendo traicionado. Enfurecido. Y un idiota.

Kihyun aseguró varias veces que no podía quedar preñado por el ambiente de constante pelea entre ellos, y lo seguían intentando, varias veces, sin que ocurriera algo. Hyunwoo consideró incluso que tal vez su fertilidad se estaba viendo afectada, pensando en hacerse exámenes, cuando... cuando...

Se vendó la herida, observando su reflejo un instante. Podía sentir la rabia bullendo en su interior.

Kihyun se estuvo riendo de él todo ese tiempo, prometiéndolo un cachorro, pero asegurándose de no dárselo. Era muy probable que incluso decidiera aceptar la propuesta que le dio él horas atrás, pero seguiría tomando sus pastillas y aludiría a que las cosas no se dieron. Kihyun le hizo ver como... como un imbécil.

Agarró los anticonceptivos y los sacó de sus empaquetamientos, echándolas al inodoro, viendo cómo se disolvían lentamente.

Podía verse con diez años, creyendo que sus papás se amaban mucho, tratándose siempre con respeto, aunque su madre era tan desinteresada con su alfa. Tan indiferente a veces.

No se impone, ese alfa no se impone. Su omega tarde o temprano le dejará porque su alfa le permite muchas cosas, no es un alfa respetable. Qué patético.

Hyunwoo le permitió tantas, tantas cosas a Kihyun, siempre preguntando su opinión, dejando que le levantara la voz, permitiendo que se dirigiera a él con palabras groseras, ignorando sus advertencias, porque Hyunwoo no era un alfa que se imponía.

Hyunwoo era un alfa patético, como su padre.

Echó a correr el agua antes de salir del baño y volver al comedor, viendo a Kihyun sentado en la mesa, abrazando a Changkyun. Woojin tenía una expresión de hastío.

La rabia volvió a arder cuando sus ojos se posaron en su esposo. Su pareja.

Su omega que le engañó todos esos meses.

—Niños —dijo, y para su sorpresa, su tono era calmo—, necesito que vayan a dar una vuelta, ¿está bien?

—¿Papá? —preguntó Hyungwon, atónito.

—Quiero conversar con Woojin a solas, con su madre —Hyunwoo trató de lucir relajado y no iracundo—. ¿Pueden ir a dar una vuelta? Los tres juntos.

Sus hijos se miraron. Kihyun no dijo nada, parecía a favor de eso, así que los muchachos no tardaron en ponerse de pie, saliendo minutos después. El silencio tenso volvió, sentándose en la mesa, y Kihyun ocupó el lugar de Minhyuk.

—Podemos darte la cantidad de dinero que quieras —insistió Kihyun, retomando la conversación—. Changkyun no te quiere, si piensas que–

—Creo que es algo perdido —dijo Hyunwoo de pronto, callando al omega—, Woojin no cambiará de opinión.

El adolescente enarcó una ceja. Kihyun parpadeó, aturdido unos segundos.

—¿Qué?

Hyunwoo no sabía cómo lo estaba haciendo para seguir calmado, cuando su alfa estaba ardiendo en enojo, en cólera. Su omega lo traicionó sin pestañear ni un poco, y él quería tanto hacerle daño, hacerle ver que no tuvo que hacer eso.

—Woojin está encaprichado con Changkyun —dijo Hyunwoo—, y un alfa encaprichado no dejará de insistir hasta que consiga lo que quiera.

—Oh, nos estamos entendiendo —se volvió a reír Woojin.

El rostro pálido de Kihyun se tornó de pronto rojo por la rabia.

—¿Qué mierda estás diciendo, Hyunwoo? —dijo, poniéndose de pie—. ¡¿Quién mierda te crees para hacer esto?!

Hyunwoo lo observó.

—Sabe, me sorprende —dijo Woojin, mirando Kihyun con desprecio— que sea capaz de soportar a un omega así. Se nota que es un alfa que le permitió muchas cosas.

Kihyun golpeó la mesa como hizo Hyunwoo antes, gruñendo.

—Mira, pedazo de mierda —dijo, apuntando a Woojin—, estoy harto de ti, harto de que busques hacer lo que quieras con mi hijo. ¡Changkyun no es ni será tuyo jamás!

—Kihyun, cálmate —suspiró Hyunwoo—. Legalmente no podemos hacer nada.

—¡No me hables más, imbécil! —la cara de Kihyun estaba deformada por la ira—. ¡¿Qué mierda te pasa a ti?! ¡Me das asco, Hyunwoo!

Omega —gruñó Hyunwoo en señal de advertencia.

Pero Kihyun era fuego en ese instante, tan enojado, tan indignado, sin entender un poco qué ocurrió para que Hyunwoo estuviera diciendo eso. Parecía haberse rendido en sus intentos, cuando ese mismo día le dijo que haría lo que fuera por su cachorro. Por su niño.

—¿Y usted no hará nada? —cuestionó Woojin—. ¿Deja que su omega le trate así?

—Woojin, quiero que te vayas ahora —dijo Hyunwoo, su expresión de piedra—. Kihyun, cállate. Cállate ahora mismo.

—¡Eres un cobarde! —Kihyun siguió gritando, tan enfurecido—. ¡¿No harás nada?! ¡¿No vas a insistir más?!

—¿Y qué puedo hacer? —Hyunwoo también se puso de pie.

Kihyun permaneció en silencio unos segundos, sus labios temblando, su rostro colorado. Alzó la barbilla, desafiante.

—¡Si no quieres hacer nada, entonces yo me voy de aquí con los cachorros!

Hyunwoo lo observó otra vez, volteándose hacia Woojin, que sonreía burlón. Era la misma sonrisa burlona que ponían sus compañeros cuando su mamá se fue.

La ira seguía bullente en su cuerpo, porque Kihyun lo estaba amenazando ahora con irse. Con dejarlo.

¿Hyunwoo no le dejó claro, semanas atrás, lo que pasaría si se iba?

Kihyun no lo estaba tomando en serio, porque no le tenía respeto alguno. Su omega no respetaba a su alfa. Kihyun nunca creyó en sus palabras, en sus amenazas, riéndose de él al tomar sus pastillas, al desafiarlo frente a todos, al actuar como si mandara en su vida.

Kihyun no lo reconocía como su alfa.

—Vete. Ahora. Mismo —le gruñó a Woojin.

El chico levantó sus manos en señal de paz, aunque la sonrisita seguía allí.

Cuando el chico se despidió de ellos, Kihyun escupió al suelo, girándose para ir hacia el cuarto.

Hyunwoo se quedó un momento quieto, tomándose su tiempo para ir a la habitación. Cuando entró, vio el bolso sobre la cama y a Kihyun buscando sus cosas en el armario.

—No me hables —le gruñó el omega—, me voy de aquí, ¡eres una mierda!

Hyunwoo cerró la puerta y la rabia estalló.

¿Cómo Kihyun se atrevía a amenazarlo de esa forma, a él, su alfa? ¿Cómo Kihyun era capaz de eso, de decir que se iría? Kihyun no podía dejarlo, porque era suyo. Desde que lo miró por primera vez que era suyo.

La primera vez que lo amenazó con eso, Hyunwoo lo mantuvo a raya con sus palabras. Pero Kihyun seguía insistiendo a pesar de lo que le dijo.

Lo agarró de la muñeca, volteándolo, y pudo ver el miedo repentino en los ojos de su omega.

—¿Vas a dejarme? —apretó su muñeca—. ¿Vas a atreverte a eso, Kihyun?

—Suéltame —dijo Kihyun.

—¿Sabes qué me pillé hoy, Kihyun? —le gruñó, y tiró de él al baño—. ¡Tus anticonceptivos! ¡Tus jodidos anticonceptivos!

—¿Qué?

El omega miró hacia el cuarto de baño, viendo el botiquín todavía abierto, los medicamentos desparramados. La tableta de anticonceptivos vacía sobre el lavabo.

Se volteó hacia Hyunwoo.

—¡¿Qué hiciste con ellos?! —le preguntó, aterrado.

—Me deshice de esas porquerías —Hyunwoo lo agarró de las mejillas, apretándoselas—. Dime la verdad ahora, omega. Cuando me prometiste el cachorro, ¿los estabas consumiendo?

—Me haces daño —hipó Kihyun apenas.

A Hyunwoo no le importaba. No le interesaba. Él quería saber la verdad.

Omega —se impuso, gruñendo roncamente, sintiendo el estremecimiento del omega junto a su cuerpo—, dime la verdad.

Las pupilas de Kihyun se dilataron en señal de horror, pero Hyunwoo no se amedrentó. Por el contrario: podía sentir el placer de tener el control de la situación.

—Sí —confesó Kihyun—, sí, lo hice. No las dejé en ningún momento, ¡no quiero ningún cachorro más!

Hyunwoo lo soltó, empujándolo. Kihyun tropezó, pero alcanzó a agarrarse de la pared para no caer, temblando.

—Me lo prometiste —murmuró Hyunwoo.

—¡Y eso qué! —Kihyun parecía haber recobrado un poco su valentía—. ¡Es mi cuerpo, no tuyo! ¡Tú no eres mi dueño!

No, qué mentira más grande. Desde que Hyunwoo lo marcó, que Kihyun le pertenecía a él, a nadie más. Kihyun no era de nadie más, sólo de él, era su dueño.

Hyunwoo siempre quiso verlo de otra forma, pero al final, todo se reducía a eso: el omega pertenecía al alfa, porque así lo dictaba su sociedad.

Kihyun fue hacia el bolso.

—No te quiero —dijo el omega, agarrándolo—, me voy de aquí, Hyunwoo, ¡no quiero que seas más mi alfa!

Pero Kihyun no dio ni dos pasos cuando Hyunwoo volvió a agarrarlo del brazo, tirando de él. El omega trató de luchar al firme agarre, pero era imposible, porque Hyunwoo lo pegó a su cuerpo, su rostro cubierto de ira roja y rabia ciega.

El alfa lo empujó hasta que chocaron contra la puerta, cerrada con llave.

—¿Te vas? No, Kihyun —gruñó Hyunwoo, oyendo los gimoteos del más bajo—. Tú te quedarás aquí, para siempre, porque tú eres mío.

—Hyunwoo, suéltame —susurró Kihyun.

—Deja de darme órdenes —espetó Hyunwoo—, deja de creerte alguien aquí, Kihyun, porque no lo eres. No eres nadie, excepto mi omega —volvió a agarrarlo de las mejillas—. Y eso te convierte en mi pertenencia.

—Hyunwoo, tengo miedo —lloró Kihyun, tratando desesperadamente de liberar feromonas de terror para compadecerlo.

Pero Hyunwoo se enfureció más al sentirlas, porque ¿qué se creía Kihyun, creyendo que lo podía controlar así? ¿Creyendo que podía suavizarlo?

—Me engañaste —Hyunwoo endureció su mandíbula—, me mentiste, Kihyun. Me hiciste ver como un imbécil, ¿no es así? ¿Te gustó eso? ¿Te gustó burlarte de mí?

—Yo no... No quería eso, no fue mi intención, no...

—No lo harás más —Hyunwoo le apretó las mejillas—, nunca más, ¿entendido?

—Sí, está bien —tartamudeó Kihyun—, lo prometo, lo prometo.

El alfa lo volvió a mirar antes de besarlo bruscamente, tan feroz, tan duro, que Kihyun se sintió mareado un instante. El miedo aumentó, su omega temblando, queriendo huir de ahí, porque Hyunwoo jamás le trató de esa forma.

Hyunwoo nunca en la vida le dijo todas esas cosas, lo agredió tan duro, le hizo daño. Hyunwoo no era ese tipo de alfa. Hyunwoo era bueno, se lo juró varias veces, Hyunwoo era–

Gimoteó de dolor, tratando de alejar a Hyunwoo de su cuerpo cuando le mordió el labio.

—No quiero —jadeó Kihyun, viendo que no fueron las palabras correctas al ver cómo el rostro de su esposo se ensombreció—, en... en otro momento, Hyunnie, no ahora, no...

Lloró, sin poder evitarlo, porque el alfa lo agarró del cuello sólo con una mano.

—Yo quiero ahora, Kihyun —le dijo, su tono suave, enviando escalofríos por su espina dorsal—. ¿Y eso qué significa?

No pudo contestar porque Hyunwoo lo volvió a besar, tan enojado, tan enfurecido, sus manos comenzando a luchar por quitarle la ropa. Kihyun trató de resistirse todavía.

—No, ¡no! —sollozó, los dientes de su esposo en su cuello, tratando de desabrocharle la ropa—. Alfa, alfa, no, por favor...

El cuarto estaba cargado de feromonas de terror y rabia, mareándolo más. Kihyun trataba de resistirse, temblando por los gruñidos que Hyunwoo le soltaba, queriendo empujarlo de su cuerpo, pero cada vez, el alfa lo seguía intentando con más y más cólera. Lo podía sentir en su aroma, en su enlace medio muerto.

—Quédate quieto, por dios, omega.

Kihyun seguía queriendo alejarlo, sacudiendo su cabeza, llorando entre súplicas.

—Por favor, para, por favor Hyunnie —gemía, destrozado—, por favor, no ahora, por favor, por favor...

Estuvieron forcejeando otros minutos, el alfa sin dejar de advertirle que se dejara y Kihyun sentía cómo sus palabras desaparecían poco a poco, aturdido, destrozado, el dolor creciendo en su herido omega.

—¡Hyunwoo, ya, ya!

Hyunwoo se detuvo y Kihyun lloró más fuerte.

Omega.

—Lo haré —sollozó Kihyun—, pero suéltame. Suéltame, Alfa. Por favor.

Su esposo obedeció, con sus ojos brillando en señal de ira viva.

Kihyun limpió sus mejillas, todo su cuerpo temblando. No quería hacerlo, no quería que Hyunwoo lo follara, no quería que lo tocara. Pero una mirada al alfa bastó para saber que, si no lo hacía por las buenas, sería por las malas.

Y si las malas implicaban algún golpe, Kihyun no podía soportarlo. Si las malas implicaban más forcejeo, para terminar siendo sometido igual, Kihyun prefería evitarlo.

Kihyun quería fingir que él quería, aunque no fuera así.

—Ahora.

—Sí, sí —Kihyun sentía su cuello doliendo por todas las mordidas, sus brazos ardiendo gracias al agarre, sus mejillas sintiéndose entumecidas—, lo haré, lo haré...

Kihyun comenzó a desnudarse.

Hyunwoo lo observó en helado silencio, viendo cómo se quitaba la camisa, los pantalones, la ropa interior, quedando sin prenda alguna frente a él.

El omega seguía llorando, porque esperaba que Hyunwoo se compadeciera de él, le dijera que se detuviera, que dejara de hacer eso. Pero no ocurrió, los ojos del alfa eran impenetrables y duros, tan horribles como nunca imaginó.

Ese no era su Hyunwoo. Kihyun quería a su Hyunnie.

—Boca arriba en la cama —gruñó Hyunwoo—, ábrete de piernas, Kihyun —Hyunwoo comenzó a desabrocharse los pantalones.

Kihyun obedeció, hipando. Podía sentir a su omega como si estuviera en una esquina, acurrucado, queriendo protegerse de lo que iba a ocurrir.

Su esposo se arrodilló en la cama, entre sus piernas, sacándose el miembro de su ropa interior. Era más humillante porque Kihyun era el único desnudo en ese cuarto.

El pene de Hyunwoo estaba duro, pero al omega nunca le pareció más repugnante que nunca.

Cubrió sus ojos con su brazo, conteniendo las ganas de vomitar cuando los dedos del alfa fueron a su culo, a su entrada.

—No estás lubricado —le espetó.

Kihyun se obligó a producir lubricante, pero su cuerpo no respondía. Su cuerpo estaba frío.

Hyunwoo no se compadeció.

El omega gimió de dolor.

—Si lubricas, dolerá menos —le soltó Hyunwoo, el cuerpo pesado sobre el suyo.

Kihyun no quitó el brazo, dejando que su esposo le agarrara de los muslos, levantándole las piernas, comenzando a embestirlo.

Gritó cuando el primer azote cayó en su trasero.

—¿A quién le perteneces, Kihyun?

El omega sollozó.

—A ti. A ti.

Otro azote.

—¿Te irás de esta casa, Kihyun?

Kihyun nunca sintió tanto dolor en su vida como en ese momento. No era sólo el hecho de que Hyunwoo estuviera haciendo eso con su cuerpo, sino que también, su omega se sentía morir con lo que pasaba.

—No. No.

Todo él estaba muriendo con el doloroso hecho de que Hyunwoo estuviera abusando de él, sin compasión, cuando sólo unas horas atrás le trataba de otra forma. Era su alfa, se suponía, su alfa jamás le haría daño, su alfa le debía cuidar, proteger, tratar con amor.

Pero también, su alfa era el encargado de que se portara bien, de que fuera bueno.

Kihyun no lo entendía, ¿cómo el hecho de que Hyunwoo le hiciera eso, significaba amor?

¿Era esa una forma de que aprendiera su lugar?

—Dios, ¿quieres moverte y hacer algo más que llorar? —le gritó Hyunwoo—. ¡Eres un jodido muñeco!

—Por favor, termina —sollozó Kihyun—. Termina. Termina. Me duele, Hyunnie.

—¡Me importa una mierda!

—¡¿PAPÁ?! ¡¿MAMÁ?!

Kihyun se estremeció al oír el grito de Minhyuk al otro lado de la puerta, tocándola con furia. Pero Hyunwoo no se detuvo un poco. Hyunwoo lo embistió con más fuerza, dejando caer otro azote.

El omega no sabía cuántos minutos pasaron, cuánto tiempo estuvo en esa posición, cubriendo sus ojos, sólo murmurando en voz baja, oyendo los gruñidos de Hyunwoo. Trató de ignorar los gritos de Minhyuk, que cada vez se tornaban más y más desesperados.

Anudó y se corrió en su interior. Pero no lo mordió. El cuerpo de Kihyun estaba quieto, sin hacer otro movimiento, excepto llorar.

Cuando el nudo bajó, Hyunwoo se enderezó. Sin delicadeza, se salió de su interior, poniéndose de pie. Kihyun recién bajó su brazo, mirándolo como si fuera desconocido, como si no le reconociera.

El alfa guardó su polla dentro de sus pantalones, cerrándolos.

—Si veo otros anticonceptivos —le dijo con ira—, prometo dejarte un ojo morado, Kihyun.

El omega no respondió.

Hyunwoo fue hacia la puerta, abriéndola y haciendo a Minhyuk a un lado, caminando lejos de allí. Su hijo mayor entró al cuarto enseguida, sin obtener respuesta alguna de su papá, y palideció al ver la escena.

—Fuera —susurró Kihyun.

Minhyuk cerró la puerta con llave, entrando sólo él.

—Mamá —murmuró Minhyuk, sus ojos lagrimosos—, mamá...

—No —su voz estaba quebrada, destrozada, apenas un hilo—, no, Minnie... ¿Los... los cachorros?

—Changkyun y Hyungwon están juntos en nuestro cuarto —Minhyuk no sabía qué hacer, sin mirarlo a los ojos, a su cuerpo—, e-escuchamos tus... tus gritos y... y los mandé allí...

Silencio entre ellos. Kihyun sentía las lágrimas cayendo por su rostro.

El alfa fue al baño, echando a correr el agua de la bañera. Volvió pocos minutos después.

—Debes bañarte, mamá —le dijo, su tono también roto—. Tienes sangre.

Kihyun no quería mirarlo, pero lo terminó haciendo: las sábanas ensangrentadas. Apenas lubricó.

Dejó que Minhyuk lo ayudara para ir al baño.

Una vez en la bañera, hundido en el agua, Minhyuk salió del cuarto. Kihyun lo vio de reojo sacar las sábanas, llevándolas al cuarto de lavado.

El invierno llegó.

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