DURANTE - 4 ; Just a dream?
Siete malditos calmantes y píldoras para dormir. Todas las noches la misma rutina, me preguntaba cómo es que no había muerto de sobredosis aún. Eso me hubiese resultado mejor que continuar encerrada en aquel lugar. Era como si cada día resultase peor.
Los doctores aseguraban que estaba mejorando, pero yo no me encontraba ni un poco cerca de la estabilidad mental. Todas las noches tomaba aquellas píldoras que me hacían confundir la realidad, más que mantenerme cuerda. Y cuando me negaba a ellas, era severamente castigada con inyectables que me adormecían durante horas, sin poder controlar mi cuerpo, sin poder actuar por mí misma.
Aquel lugar era mi infierno personal, pero me encontraba pagando penas que no eran mías.
-Adios Maggie, descansa-Se despidió Julie tras comprobar que había consumido todas y cada una de las píldoras que me había entregado en un pequeño vaso plástico.
No respondí.
Julie se marchó cerrando la puerta tras de sí, pero no escuché el sonido de la llave al marcharse. Me recosté ignorando aquel hecho, me resultaba estúpido el desesperarme por salir de aquella habitación, de todos modos no tenía a donde huir.
Sin poder asegurar en qué momento, un profundo sueño se apoderó de mí, y el efecto de aquellas píldoras se hizo presente.
Aquellas suaves caricias sobre mi mejilla eran como un abrazo al alma, y la sensación de unos labios posarse sobre mi frente había sido como el abrigo que necesitaba aquella helada noche.
Abrí mis ojos despacio, logré divisar una sombra que se alejaba poco a poco de mí. No era Julie, no podía ser Julie, ella era demasiado baja como para siquiera ser comparada con aquella sombra.
Comencé a moverme despacio, quien estaba en mi habitación notó que estaba despierta y sin siquiera voltear, salió disparando de allí.
Mis latidos parecían el sonido del bombo de una orquesta municipal, mi respiración era acelerada y tenía los nervios a flor de piel ¿Quién iba a colarse en mi habitación durante la noche? Estaba espantada. Rápidamente me puse de píe y corrí descalza hacia las afueras de la habitación chocando con un estrecho pasillo iluminado solo por una muy tenue luz, y aquella sombra de pié, al final del pasillo.
-Solo un sueño, esto es solo un sueño-Susurré a medida que avanzaba por aquel pasillo, sintiendo que las paredes iban a asfixiarme-¡Es solo un sueño!-Exclamé, tratando de convencerme.
Corrí hacia el final del pasillo, aquella sombra se apresuró por escapar y yo sin dudar seguí sus pasos, sintiendo como cada vez que lograba acercarme, se alejaba aún más y más.
¿A qué estaba jugando? Quien quiera que sea conocía aquel lugar a la perfección, se escabullía de lado a otro entre pasillos oscuros y libres de guardias, mientras yo me sorprendía cada vez más de aquello que era capaz de fabricar mi imaginación bajo la influencia de las píldoras.
-¡Vamos Maggie, tu no perteneces aquí!-Habló aquella sombra de píe junto a una amplia puerta que lo dirigiría hacía el siguiente pabellón del manicomio sacado de una película de horror.
Aquella voz tan grave como áspera, y mi nombre pronunciado de aquella manera tan pausada... Mi corazón iba a escaparse de mi pecho, mis manos temblaban y había perdido todas mis fuerzas. Había pasado tanto tiempo sin escuchar aquella voz, la nostalgia se apoderó de mí y dejó atrás sentimientos como el odio y el temor ¿Cómo podía siquiera extrañarlo luego de todo lo que había hecho? Después de haber acabado con mi vida, después de haberla arruinado por completo...
-Eddie-Hablé caminando hacia él, en el sueño más real que había tenido jamás.
-No me llames Eddie-Respondió, como de costumbre-Sabes mi nombre.
-Harry Styles-Solté, me encontraba solo a unos pasos de su cuerpo. No podía ver su rostro, llevaba una capucha sobre su cabeza y se encontraba de espaldas a mí.
-Vamos Maggie, tu no perteneces aquí-Repitió.
Un paso más y estaría junto a él de nuevo.
-Maggie-Susurró antes de salir corriendo nuevamente.
Y fui tras él, corrí por los pasillos de aquel lugar, conociendo todos y cada unos de sus rincones, Harry se escabullía entre los guardias y me vi obligada a hacer lo mismo. Quería alcanzarlo, quería volver a ver su rostro, quería abrazarlo por última vez aunque sea en sueños, para luego volver a la realidad de tener que detestar su persona con cada parte de mi, esa realidad que me obligaba a temblar mientras maldecía cada vez que escuchaba su nombre, la misma realidad que me hacía extrañarlo al mismo tiempo que me impulsaba a odiarlo. Porque ese sinfín de sensaciones mezcladas, de sentimientos confundidos, de amor y desesperación, de odio y nostalgia, de querer avanzar hacia otra dirección, pero encontrarme siempre caminando hacia donde se encontraba, hacia él... eso había sido para mí enamorarme de Harry Styles, una montaña rusa con más bajas que altas, pero que a pesar de todo, siempre regresaba a la cima.
Y me aterraba, por Dios, me aterraba el siquiera pensar que podría continuar enamorada de él, me aterraba la sensación de extrañarlo, me aterraba que aquel sueño pudiese significar algo, me aterraba que siquiera se cruzara por mi mente la idea de perdonarlo, pero por sobre todas las cosas me aterraba su regreso a mi vida.
Harry se había adentrado a la biblioteca y zigzagueaba entre los pasillos, ¿Qué era lo que pretendía? Seguirle el ritmo me costaba, se movía con tal velocidad y tanta facilidad que me hacía ver como una inútil, y aquello me desesperaba. Cada vez que daba un paso que lograba acercarme a él, avanzaba de tal manera que se sentía como si mis pies hubiesen retrocedido kilómetros.
Corrí hacia el medio de la habitación, las luces se apagaron por completo. Se sentía como tener los ojos vendados en un salón a oscuras, las ramas golpeaban una ventana a mi izquierda, y mis pies descalzos comenzaban a sentir el frió del suelo. Los nervios comenzaron a apoderarse de mí una vez más, las lagrimas a punto de precipitarse por mis ojos, y el pánico corriendo por mis venas. Fue en ese momento cuando sentí el tacto de sus manos en mi cuerpo, sus largos brazos se enrollaron en mi cintura y no dudé en pasar los míos por su cuello. Por lo menos en un sueño podría disfrutar de su abrazo, aquel abrazo que me brindó el calor que necesitaba, el que me hizo sentir como sostener todo mi mundo en mis brazos, aquel abrazo con el cual reviví la sensación de estar completa, la sensación de estar bien. Y depositó un tierno beso sobre mi frente una vez más... Todo se sentía tan real, la suavidad de sus finos labios, el aroma de aquel perfume que tanto me gustaba.
Pero lo bueno duraba poco, y en sueños poco significaba segundos.
-¡Quietos ahí!-Gritaron los guardias de seguridad, adentrándose a la biblioteca.
Y los brazos que antes me envolvían se alejaron, el calor que me brindaba aquel abrazo se había transformado en un escalofrío que recorría mi cuerpo. Harry corrió hacia el otro lado de la habitación, y saltó por la ventana como si se tratase de algo sumamente fácil. Corrí tras él con la esperanza de retenerlo, pero lo único que logré fue alcanzar el teléfono que había caído de su bolsillo tras su huida. Me apresuré a esconderlo en mi sostén, un lugar donde los guardias no podían tocar al atraparme, porque lo hicieron segundos después de que Harry abandonara el lugar. Y no dudaron en inyectarme aquel sedante que me durmió en cuestión de minutos.
A la mañana siguiente desperté con mi cuerpo adolorido y una vibración en mi pecho. Mi corazón se aceleró y me apresuré por buscar lo que creía había guardado en mi sostén durante aquel sueño tan realista.
Un teléfono, pero no cualquier teléfono. Se trataba del móvil que Harry se había quedado la noche que nos conocimos, aquella noche de la pelea. Era mi teléfono.
Y la vibración indicaba la llegada de un nuevo mensaje.
Un mensaje de un número desconocido.
"Te extrañé, Maggie.
H."
Comencé a temblar y pasé mis manos por las paredes a mi alrededor, por mi cabello, por mi rostro, debía comprobar que no era mentira. Releí aquel mensaje una vez más, solo para terminar de confirmar que lo sucedido aquella noche no se trataba de un simple sueño.
Sino que era la pura realidad.
*
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