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ANTES - 3 ; Judging.

Mis tacones resonaban en aquel angosto pasillo, no podía dejar de caminar de lado a otro. Necesitaba respuestas y las necesitaba cuanto antes.

-Margot, por favor toma asiento-Suplicó mi padre igual de nervioso que yo.

-No me digas que hacer en una ocasión como esta papá-Respondí.

Una semana había transcurrido y Morrison seguía sin aparecer. La policía había confirmado la muerte de tres personas aquella noche, otras tres solo habían recibido leves heridas, y mi hermano no había vuelto a casa desde entonces.

Aquel sábado por la noche mi padre y yo nos encontrábamos, en contra de nuestra voluntad, en un evento de caridad en el Royal Opera House, un reconocido teatro en el centro de la ciudad de Londres, cuando una llamada de la policía interrumpió nuestra para nada entretenida velada.
Miembros de uno de los vecindarios más peligrosos de la ciudad habían reportado la presencia de un muchacho que cumplía con todas las características físicas de Morrison. Aseguraban se paseaba ebrio por las calles de aquel lugar y se había metido en problemas con una de las pandillas más peligrosas del vecindario.

-¿Por qué no regresas al evento cariño? Prometo llamarte si se sabe algo-Habló mi padre desajustando el nudo de su corbata.

-Odio esos eventos papá-Confesé de pié frente a él.

-También yo-Río falsamente-Pero al menos sirven buena champaña.

Sabía lo que estaba haciendo, quería que desviara mi atención hacia otra cosa, quería a Morrison fuera de mi cabeza. Pero eso no era tan fácil.

-Estaré fuera-Informé colocando el saco de mi padre sobre mis hombros, cubriendo parte de mi negro y largo vestido-¿Tienes un cigarro?

Mi padre puso mala cara, metió una mano al bolsillo de su pantalón de vestir y me tendió una caja.

-No me gusta que fumes, Margot.

-A mi no me gusta tu nueva novia, Memphis-Imité su tono mientras sacaba un cigarrillo del paquete y se lo regresaba.

-Bueno, soy lo suficientemente mayor como para estar con quién se me plazca-Remató guardando el paquete de cigarros nuevamente en su bolsillo.

-Bueno, soy lo suficientemente mayor como para fumar sin que me interese tu opinión-Solté.

-Diecinueve años no te hacen para nada mayor.

-Ya no soy una niña, papá-Fue lo último que dije antes de abandonar el pasillo y dirigirme hacia las afueras de la comisaría.

El frío y áspero viento golpeaba mi rostro aquella última noche de verano en Londres. Bajé las escalinatas de la comisaría mientras encendía mi cigarro con el mechero que guardaba mi padre en su saco de miles de libras, lo llevé a mi boca y le di una calada desesperada.
No era de fumar muy a menudo, lo cierto es que sólo lo había hecho dos veces en mi vida y en ocasiones en las cuales no podía manejar el nivel de estrés ni mucho menos el de anciedad: luego de la muerte de Maddox, y cuando mamá se marchó.

-Vistiendo Chanel mientras acortas tu vida con cada calada-Se escuchó a mis espaldas, y rápidamente volteé hacia atrás, llevándome la más grande de las sorpresas.

-Pensé que le resultaría difícil a un muchacho adivinar que diseñador me vistió esta noche-Hablé acercándome hacia él.

-Por supuesto que lo has puesto difícil ¿Que tan fácil crees que es quitar los ojos de ese escote?

Sentí un calor subir hacia mis mejillas, pero no me importó en absoluto el dejarme en evidencia. Contemplar aquel par esmeralda otra vez había sido algo que pensé no volvería a suceder jamás, pero que fascinaba cada fibra de mi cuerpo.

-¿Cómo me encontraste?-Pregunté expulsando el humo por mi boca.

-Las noticias corren rápido en el ambiente que me muevo, Maggie-Aquella forma tan pausada de pronunciar cada palabra me volvía loca.

-¿Que ambiente?-Me acerqué un paso más hacia el.

-Uno en el cual mejor no adentrarse.

Me quedé en silencio observándolo durante unos segundos. Su largo cabello caía sobre sus hombros, llevaba una camiseta oscura como el resto de su vestimenta, y sin la sangre de aquella noche en su rostro, sus facciones se veían incluso más perfectas bajo la luz de la luna.

-Estuve esperando por ti aquella noche-Confesé dándole otra calada a mi cigarrillo-Temía que algo te hubiese sucedido-Le tendí mi cigarrillo.

-Estoy bien-Aseguró rechazando mi oferta-Y también tu hermano.

Mi corazón dió un vuelco, expulsé todo el humo por mi boca, arrojé el cigarrillo al suelo y lo aplaste con mi zapato. Prácticamente di un salto hacia donde se encontraba, podía sentir mis nervios a punto de salirse de control.

-¿Dónde está Morrison?-Pregunté desesperada.

-Te llevaré con él-Soltó dándome la espalda, alejándose de la comisaría.

-Tengo que decírselo a mi padre-Confesé, y el muchacho frenó en seco.

Volteó y se dirigió a mi con pasos largos y rápidos, se situó apenas a unos centímetros de mi. Sus ojos ya no brillaban y su mandíbula se encontraba tensa a la vez que fruncía su ceño.

-No involucres a nadie más en esto ¿De acuerdo? De lo contrario será mejor que encuentres al idiota de tu hermano por ti misma-Su tono de voz había cambiado radicalmente y a pesar de que me asustaba, no acoté nada en su contra.

Volteó nuevamente, esta vez seguí sus pasos sin pronunciar ninguna palabra. Se dirigió a un oscuro Mercedes aparcado a unos metros de la comisaría, subió del lado del conductor y esperó que yo lo hiciera del lado del acompañante, para ponerse en marcha a toda velocidad.

Las calles se encontraban más y más vacías a medida que nos adentramos a una de las zonas más peligrosas de la ciudad: Willesden era caracterizada por sus innumerables asesinatos y crímenes, sin mencionar que se trataba de la cuna de los pandilleros. Jamás había estado en aquel lugar, pero ninguno de los comentarios sobre el eran agradables.

-Esta vecindario es espantoso-Hablé por primera vez desde que subí al coche.

-Por supuesto, teniendo en cuenta que vives en la mansión de tu padre en Hampstead, cualquier barrio es espantoso-Repuso.

Hampstead era caracterizado por ser uno de los tres vecindarios favoritos de los millonarios. Ubicado en una zona preferencial de Londres, Hampstead era una perfecta combinación de espacios verdes y lujosas mansiones.

-¿Cómo sabes que mi padre tiene una mansión en Hampstead?-Pregunté sin obtener respuesta-Para tu información, no vivo con mi padre. 

Volteó rápidamente en mi dirección y nuestras miradas se cruzaron segundos antes de que volviera su vista a la carretera.

-¡Oh, ¿Será que alquilas un apartamento en Hackney, Brixton o Camberwell?!-Exclamó con notable sarcasmo, nombrando los peores vecindarios de la ciudad.

-Si, vivo en un apartamento-Confesé-Pero en Belgravia-Lanzó una risita falsa y observé cómo blanqueaba sus ojos.

-¡Por supuesto, vivir en un vecindario de millonarios no te alcanzó y decidiste mudarte a uno de multimillonarios selectos para acrecentar tus logros y crecer como persona!-Su tono tenía lo justo de sarcasmo y desprecio como para considerar sus palabras una broma ofensiva.

-No voy a perder el tiempo explicándote cosas que realmente no te interesan-Solté conservando la calma-Tampoco entiendo por qué te estás comportando como un imbécil, lo único que sé es que te ofreciste a llevarme con Morris y ahora parece que te molesta mi presencia.

-¡Me molesta que juzgues!-Exclamó.

-¡Oh, lamento haber juzgado a la cuna de la delincuencia!-Chillé, refiriéndome a aquel vecindario de mala muerte.

-¡La cuna de la delincuencia es donde vivo!-Gritó frenando en seco-Y el haber crecido bajo el seno de una familia adinerada no te da el derecho de juzgar a los sectores más bajos.

-¿Juzgar como?-Lo miré fijamente-¿De igual manera que me juzgas por formar parte de la clase alta?

Se quedó en silencio, dio una profunda respiración y continúo conduciendo su vehículo.

-Por favor, no me hables-Pidió, apretando su mandíbula.

-No será ningún problema-Concluí, observando aquel vecindario a través del cristal de la ventanilla.

Oscuras calles repletas de basura, pandillas saliendo de cada callejón, delincuencia, inseguridad y terror. Eso era Willesden, pero aquel muchacho tenía razón ¿Quién era yo para juzgar? No era nadie, no conocía la historia de aquellas calles ni el esfuerzo que hacían las personas por mantener una vida segura allí. Y a pesar de que no había tenido intencionalidad alguna de ofender a nadie, lo había hecho.

-Lo siento-Dije volteando hacia su dirección-No fue mi intención ofenderte, no te juzgo por vivir aquí, no juzgo el vecindario en sí... Solo su inseguridad y ya sabes, debo callar porque si continúo hablando tal vez discutamos de nuevo.

Me obsequió una rápida mirada, lo observé con atención. Su mandíbula ya no estaba tensa y ya no fruncía su ceño, no del todo. Respiró profundamente y frenó el auto.

-Bien-Fue lo único que dijo antes de quitar el seguro de las puertas-¿Ves el bulto recostado sobre aquella pared?-Asentí mientras esforzaba mi vista para localizar aquel bulto en la oscuridad-Ese es tu hermano, ahí lo tienes. Ahora hazte cargo.

El miedo se apoderó de mi. ¿Iba a dejarme sola en aquel lugar a esas horas de la noche? No podía ser verdad. El pánico corría por mis venas e iba a romper en llanto en cualquier segundo, pero no iba a permitir que me viera de esa forma. No si eso era lo que quería.

-De acuerdo-Abrí la puerta y baje de su vehículo-Gracias, has sido muy amable-Solté conteniendo mis nervios-Y lamento haber sido una molestia para ti...

-Edward-Informó-Soy Edward Cox.

-Lamento todo, Edward-Sonreí apenada-Ten una linda noche-Dicho eso cerré la puerta de su auto y sentí como este abandonaba el lugar a toda velocidad.

Y fue en serio. Me encontraba sola en aquel peligroso lugar, caminando hacia un muchacho que podría o no ser mi hermano y luciendo un largo vestido y tacones para nada cómodos. Sin mencionar el hecho que me encontraba a punto de estallar en un ataque de pánico.

-¿Morris?-Hablé una vez que me situé  junto al cuerpo tendido sobre el frió y áspero suelo, con su espalda asentada en la pared de una vieja casa que parecía estar abandonada-¿Morrison eres tú?

No obtuve respuesta alguna, me acerque aún más, lo suficientemente para reconocer aquel rostro a pesar de las manchas de sangre en el. No podía creer lo que veía, mi hermano se encontraba sin camisa, cubierto de sangre e inconsciente tendido en aquel lugar, sin mencionar el hecho de que apestaba a alcohol y a otras cosas desagradables.

-Morris por favor-Sollocé mientras intentaba cargarlo, pasando uno de sus brazos sobre mis hombros y sosteniendo su cintura con uno de los míos-Morrison, despierta-Las lágrimas no dejaban de caer por mi rostro.

Había doblado mi tobillo tres veces para cuándo me acerque al bordillo de la acera con la esperanza de tomar un taxi, pero por supuesto, ninguno pasaba por aquel lugar durante aquéllas horas de la noche.
A lo lejos logré divisar un grupo de muchachos acercándose cada vez más y aquello fue suficiente para hacerme perder los estribos por completo. De repente no sabía qué hacer, Morrison se encontraba inconsciente y no podía continuar cargándolo durante mucho tiempo más. No tenía hacia donde ir ni que hacer, aquel era uno de los momentos más frustrantes de mi vida.

Hasta que apareció.

La luz de un auto me cegó, un Mercedes frenó a unos centímetros de mi y del asiento del conductor salió un muchacho alto y de preciosos ojos esmeralda.

-¿Pensabas que iba a dejarte sola?-Preguntó con una sonrisa en su rostro.

No respondí, continuaba llorando.

-Ven, dame al muerto-Dijo logrando que mi llanto se aumentara, no era momento de bromas-Agh, lo siento. Dame al inconsciente de tu hermano-Se corrigió mientras cargaba a mi hermano y lo recostaba en el asiento trasero de su auto.

Me detuve unos segundos a secar mis lágrimas y retomar la compostura. No podía creer que Edward estuviese allí para salvarme, por segunda vez.

-¡Eh, preciosa!-Sentí los gritos de aquellos muchachos que continuaban acercándose-¡Ven aquí, diviértete con nosotros!

-¡Déjame arrancarte ese vestido, primor!-Exclamó uno de los muchachos y por poco me da una arcada.

-¡Para tu suerte seré yo quien se lo arranque, imbécil!-Gritó Edward subiendo a su auto, y me apresuré a hacer lo mismo.

Salió disparando de aquel lugar segundos después de que cerrara la puerta del vehículo, no miro atrás un segundo y continúo a toda velocidad por las vacías calles hacia el centro de Londres.

-Bueno, después de todo puede que tengas razón al decir que se trata de un vecindario espantoso-Se encogió de hombros mientras conducía, pude ver el esbozo de una sonrisa en su rostro.

Me le quede mirando unos segundos, jamás había visto a alguien igual de atractivo.

-Solo para dejar claro un punto-Hablé mucho más tranquila-No vas a arrancarme el vestido esta noche-Reí y nuestras miradas se cruzaron durante segundos.

-Lo haré alguna noche, Maggie-Carcajeo-Lo prometo.

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