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ANTES - 17 ; I love you.

Mis manos sobre el lavabo y mi cuerpo temblando, mi reflejo en el espejo y el pronunciado escote en mi vestido. Estaba nerviosa, demasiado nerviosa.

-Margot, llevas ahí media hora-Habló Shanna desde el otro lado de la puerta.

No quería verla, no quería tener que mirarla a los ojos y esconderle el secreto de nuestro parentesco. No quería tener que mentir, no quería salir de aquel lugar y fingir estar bien. No quería ver a Grant, mi verdadero padre, ni a mi tía Malory. Quería estar sola.

-Yo... saldré en un momento-Mentí-Adelántate, esperaré a Kara.

-Como quieras Marg, pero te necesitan allá fuera-Dijo antes de marcharse.

Me observé en el espejo por última vez. Mi cabello recogido en un peinado demasiado extravagante, a conjunto de un también extravagante vestido color lavanda adornando mi cuerpo. Lucía fantástica, tan fantástica como el dinero podía hacerte ver, pero para quien sabía apreciar la verdadera belleza, estaba hecha un desastre.

Sentí dos toques en la puerta y apresuré por abrirla con la seguridad que quien se encontraría del otro lado sería mi mejor amiga. Pero por supuesto, una vez más me equivocaba.

-Vine por ti, andando-Soltó Morrison, dirigiéndome la palabra por primera vez en meses.

Una pequeña sonrisa se esbozó en mi rostro, escuchar su voz otra vez me resultaba una maravilla.

Mi hermano acomodó el moño en su cuello y me dio la espalda para avanzar por aquel enorme pasillo, dejándome nuevamente sola en aquel lugar.

-¡Morris, espera!-Exclamé mientras corría hasta donde se encontraba.

Mis tacones apretaban mis pies y la faja del vestido me impedía moverme con total libertad, pero alcancé a mi hermano, tomé uno de sus brazos y logré que volteara en mi dirección.

Sus ojos se encontraban rojos y su traje apestaba a hierba, había estado fumando. Me observaba con atención esperando por aquello que resultaba ser tan importante como para siquiera haberme dignado a interrumpir su caminar.

-Te amo Morris-Confesé tragando el nudo que se había formado en mi garganta-Sé que mamá no hizo las cosas bien, sé que no me consideras parte de tu familia pero...

-Papá te lo dijo-Escupió y asentí con la cabeza.

-Tú y yo aún somos hermanos Morris, nos une nuestra línea de sangre.... Y lo que siento por ti es incluso más fuerte que ella. Espero algún día puedas entenderlo, y perdonarme a pesar de que la culpa no sea mía.

Se quedó de pie observándome con atención, al notar que no obtendría respuesta alguna de su parte decidí voltear y continuar caminando. No me sentía bien en lo absoluto, pero el haber tenido la oportunidad de recordarle a Morris que lo amaba había significado muchísimo para mí.

-¡Oye Margot!-Exclamó a mis espaldas mientras me alejaba.

Volteé en su dirección, esperando que lanzara alguna estupidez como lo haría su nueva y desmejorada versión. Pero se mantuvo en silencio, observándome con atención mientras caminaba hacia mí. Sus brazos se enrollaron en mi cuerpo y me acercaron a él, todo sucedió tan rápido que apenas logré comprenderlo, pero no deje pasar un segundo antes de abrazar a mi hermano por primera vez en mucho tiempo.

-No es tan fácil querer librarse de ti-Susurró en mi oído-Eres como una pequeña parte mí.

-Te extrañé Morris-Confesé conteniendo mis lágrimas para no arruinar mi maquillaje.

-También yo-Sorbió su nariz-También te he extrañado...



...
Acepto eran las palabras necesarias para darle finalización a la ceremonia pero inicio a una nueva y prospera vida llena de felicidad y amor. Acepto, seis letras que marcaban el destino de la persona al momento de su enlace con otra.

De pie en el altar, con un ramo de flores en mi mano y los nervios a flor de piel, observé con atención a todos los presentes. Del otro lado, Morrison se encontraba casi igual de nervioso que yo. Los invitados a la boda de mi padre querían escuchar su respuesta, pero él se mantenía en silencio.

Aquella no podía ser otra dramática situación Muttone, no frente a tantas personas.

Morrison murmuró algo en el oído de papá, quien se encontraba estático observando a Holland, su futura mujer quien ya había dado el "Sí" ante la pregunta del pastor de pasar una vida junto a él. Mi padre dirigió su mirada a mí, esbocé una pequeña sonrisita haciéndole saber que todo estaba bien y me devolvió el gesto, volteó hacia mi hermano y sonrió incluso aún más.

-A la mierda, acepto-Soltó antes de tomar a Holland por la cintura y unir sus labios con los de su nueva mujer.

-Y por el poder que me concede la ley divina, los declaro marido y...

-Sí, sí, sí. Ya sabemos cómo termina esto-Habló entre besos mientras cargaba a Holland en sus brazos.

La multitud estalló en gritos de euforia, mi corazón se aceleró y no podía dejar de sonreír. Siempre me había gustado ver a las personas que me rodeaban ser felices.

-Nunca se lo confesé, pero su novia es muy caliente-Soltó Morrison mientras enrollaba su brazo con el mío para abandonar la ceremonia.

-Baboso-Repuse.

No podía dejar de sonreír. Todo parecía estar recuperando su rubro, mi padre había vuelto a encontrar el amor, Morris dejaba de comportarse como un imbécil y más como mi hermano mayor. Si bien aún tenía asuntos que arreglar, como el comentarle a Shanna que éramos hermanas o el enfrentar a mi madre y a Grant, durante aquel simple pero significativo momento me sentí inmensamente feliz.

Durante el resto del día me olvidé de los problemas y me dispuse a disfrutar de la celebración en compañía de mi hermano, Shanna y mi mejor amiga a quien mi padre adoraba como una hija. Para mi suerte Kara no llevó a su novio el vejestorio a la ceremonia, y se lo agradecí porque su presencia me amargaba la existencia. De todos modos ella no era la única sin pareja en aquella ocasión, me había encargado de invitar a Edward pero se había negado en todas y cada una de las oportunidades. De verdad que me molestaba el hecho de tener que mantener nuestra relación bajo las sombras y sin fundamento alguno, no comprendía porque no quería mostrarse en público y a pesar de que trataba de no hacerlo, mi cabeza maquinaba una y mil teorías acerca de su tan misterioso comportamiento.

-¡Yo lo siento!-Gritó un ebrio Morrison mientras se colgaba de mi cuello-Tú vas a ser siempre mi hermanita... aunque tu padre sea un extraño y nuestra madre una zorra-Carcajeó-¡Estoy muy ebrio!

-Puedo notarlo-Hablé tratando de mantenerlo de pie.

-De todos modos puede que mañana vuelva a odiarte-Soltó-¿Quién sabe? ¡Quiero más vodka!

-Tal vez debas ir a dormir-Dije mientras abandonábamos el salón en casa de mi padre para dirigirnos a su antigua habitación.

-Shhhhhhhhh bastarda-Bromeó siendo el único que reía de su chiste-Ups, aún no puedo bromear con eso.

Mi teléfono comenzó a vibrar en mi bolso, y mi hazaña del día fue poder cargar a Morrison al mismo tiempo que verificaba mi móvil.

"Vine por ti, andando.

E."

"La fiesta está en su mejor momento ¿No te gustaría quedarte?"

"No. Vámonos."

Suspiré pesadamente, sabía lo impaciente que era Edward y lo mucho que le molestaría el que demorara más de lo previsto en llegar a su coche. Pero a pesar de que moría por verlo, no quería abandonar la celebración padre, no el día de su boda.

"Lo siento, voy a quedarme. Y tú puedes quedarte conmigo!"

"No quiero asistir a la puta boda de tu padre, Maggie."

"Entonces te veré en otro momento"

No obtuve respuesta inmediata.

A Edward no le gustaba que lo contradijeran ni que las cosas no se hicieran a su modo. Con el tiempo fui descubriendo rasgos de su personalidad que empezaron a sorprenderme. No todo era diversión y sonrisas junto a Edward Cox, pero no podía mentir al decir que no me volvía loca.

"Solo quiero verte durante unos minutos preciosa"

Y los minutos resultaron horas, terminé fugándome de la boda de mi padre mientras dejaba al ebrio de mi hermano bajo el cuidado de la inconsciente de mi prima. Edward ejercía alguna clase de poder sobre mí, sin siquiera esforzarse me tenía a sus pies haciendo todas y cada una de las cosas que él deseaba. No sabía que había de malo en mí, pero lo cierto es que no quería decepcionarlo ni ser la razón por la que su bella sonrisa se borrara de su rostro.

Las personas que me rodeaban comenzaban a asegurar que algo andaba mal conmigo, que me encontraba diferente. Y lo cierto es que a pesar de que me sentía diferente, no sabía acerca de lo que hablaban. Edward solía decir a menudo que me había encargado de adoptar varias de sus actitudes, que me estaba convirtiendo en la copia femenina de su persona y que a pesar de que aquello resultase raro, le fascinaba el hecho de saber que cada vez teníamos más y más cosas en común.

De repente comenzaban a gustarme las mismas cosas que a él, me entretenían las carreras y me había vuelto algo temeraria. A menudo asistíamos a las peleas clandestinas y hacíamos nuestras apuestas llevándonos con nosotros siempre una gran cantidad de dinero. Los problemas nos perseguían a todos lados, escapar de la policía parecía ser nuestro nuevo hobbie, la adrenalina estaba con nosotros en cada salida y nos hacía sentir vivos.

El drama con mi familia me había llevado a un nivel de sofocación máxima, por lo cual decidí alejarme por mi propio bien, y aquello me destrozó. Pero Edward siempre estuvo apoyándome, siendo mi pilar, mi cable a tierra, quien le daba sentido a mi vida, y quien me hacía sentir completa.

Edward se estaba transformando en mi mundo entero y yo temía no significar lo mismo para él.

-Eddie ¿Conoces algún Harry Styles?-Pregunté atravesando la sala de su apartamento.

Edward, quien se encontraba recostado sobre el sofá, se puso de pie rápidamente y prácticamente corrió hasta donde me encontraba.

-Llegó esta carta desde Holmes Chapel, Cheshire. Está dirigida hacia un tal Harry Styles.

Edward me arrancó la carta de las manos, cruzó la sala en dirección a su habitación y cuando regresó el sobre ya no se encontraba con él.

-¿Sucede algo malo?-Cuestioné ante su raro comportamiento.

-No preciosa, claro que no-Tomó mi mano y me acercó a él-Harry Styles solía vivir aquí... es un muchacho con muchos problemas y algo peligroso, pero no hay de qué preocuparse.

-¿De verdad?-Pregunté acariciando su rostro mientras enrollaba sus brazos en mi cintura.

-Jamás te mentiría-Aseguró antes de unir sus labios con los míos.

Mi relación con Edward había significado demasiado para mí, se trataba de la primera relación seria en la que me encontraba. Si, anteriormente había salido con otros muchachos, tuve novios y amores de verano, pero jamás en mi vida me había sentí tan irracionalmente encantada por un muchacho.

Me encontraba bruta y aberrantemente enamorada de Edward Cox.

Y lo quería solo para mí, como nunca antes había querido a alguien. Todo mi cuerpo lo reclamaba, quería sentir cada parte de su cuerpo. Estaba preparada para entregárselo todo y declararme completamente suya.

Me encargué de ser quien prolongara el beso y aumentara la intensidad del mismo, Edward paseaba sus manos por mi cuerpo mientras intentaba seguir mi ritmo. Me apresuré por quitarme los zapatos, lo que me brindó cierta desventaja al dejarme a bastante centímetros de distancia de su boca.

-¿Cuándo fue que creciste tanto?-Bromeé mientras sentía como me cargaba en sus brazos.

-¿Cuándo fue que aprendiste a besar así?-Preguntó mientras enrollaba mis piernas en sus caderas.

Edward retrocedió con cuidado mientras continuaba besándome, tropezó torpemente con demasiadas cosas hasta que llegó a su habitación. Al hacerlo me recostó sobre la cama y se acomodó entre mis piernas. Comenzó a besarme con mucha más intensidad, me encontraba desesperada por sentir su cuerpo. Me apresuré por desabotonar su camisa y arrojarla lejos.

Mis labios recorrían su abdomen, su pecho y su cuello para finalmente regresar a su boca. Mis manos se encontraban casi igual de inquietas que las suyas, se paseaban por todo su cuerpo y se detuvieron en la cremallera de sus jeans.

-Alguien no tiene ganas de esperar-Murmuró sobre mis labios.

Ignoré su comentario y me encargué de deshacerme de sus pantalones de la misma forma que lo hice con su camisa. Alejé mi boca de la suya durante unos segundos para poder apreciar su cuerpo. Repleto de tatuajes, su abdomen era digno de ser alabado al igual que cada aspecto de su persona.

Edward era un Dios, mi Dios.

-Por fin podré arrancarte el vestido, preciosa-Soltó con sus labios sobre mi cuello. Besaba, lamia y mordía. Estaba segura de que dejaría una marca en aquel lugar.

Me encontraba perdida entre sus besos, ahogada en el calor de la situación y maravillada por su tacto. Jamás había experimentado una situación como aquella, desear tanto a una persona, tener la necesidad de tocar su piel y conseguir sentirlo más cerca de mi cuerpo. Era una explosión de sentimientos, sentimientos preciosos.

Sentí algo rasgarse y llamó mi atención por completo, llevé la mirada hasta mi cuerpo y noté que de repente me encontraba en ropa interior. Edward literalmente había arrancado mi vestido.

-¡Era un Ellie Saab!-Exclamé observando mi vestido sobre el suelo.

-¡Y yo soy Edward Cox!-Chilló antes de besarme nuevamente.

Y por supuesto que tenía razón, el vestido pasó a ocupar un lugar secundario en mi mente cuando mi piel rozó la suya y pude sentir como se movía encima de mí. Si bien aquella se trataba de mi primera vez, quería ser yo quien llevase la delantera. Por lo que el bóxer de Edward quedó fuera del campo de juego en cuestión de segundos, seguido por mi sostén.

-¿Estás segura de que...-Su respiración se encontraba acelerada.

-Claro que no, solo quería dejarte desnudo sobre mí-Bromeé mientras actuaba como si estuviese por abandonar el lugar, pero se apresuró por detenerme.

-Nena, no es momento de bromas-Besó lentamente mi cuello.

-Tampoco es momento de charla-Retruqué quitándome las bragas.

-Necesitamos un...

-No necesitamos condón-Me apresuré a decir, desesperada por sentirlo dentro de mí.

-¿Tomas la píldora?-Preguntó.

-¡¿Puedes por favor hacerme caso una vez en tu vida?!-Chillé, de verdad no podía creer que estuviese dando tantas vueltas.

-Margot, si de aquí a un par de meses nace una criatura con mi ADN...

-¡No voy a quedar embarazada Edw...

No tuve la oportunidad de continuar argumentando el porqué de mi condición, un calor y una punzada en mi zona baja captaron toda mi atención. Aquello dolía más de lo que decían y en un principio me pregunté cómo podía causarle placer a alguien, pero luego lo comprendí todo.

Edward besaba cada sector de mi cuerpo mientras se movía suave y lentamente dentro de mí. No podía contener mis gemidos, las sabanas se retorcían bajo mis manos y una lágrima se escapó de uno de mis ojos. Él era sumamente cuidadoso a la hora de moverse, su mano capturó la mía y entrelazó nuestros dedos en un gesto que lo significó todo. Sus besos eran dulces y tiernos, el placer claramente opacaba el dolor y la sensación de intimar de tal manera con alguien a quien realmente quieres resultaba fantástica. Las caricias y los besos fueron los protagonistas de aquella historia, la historia que le permití a Edward narrar con mi cuerpo y la cual deseaba fuese narrada una y mil veces.

-Maggie-Murmuró sobre mis labios, sus jadeos eran cada vez más frecuentes-Maggie nena, necesito pedirte un favor-Soltó. Su voz sonaba tan ronca como sexy.

-Lo que desees-Susurré mientras sentía sus lentos movimientos dentro de mí.

Unió su boca a la mía en un largo y dulce beso, acaricié su rostro y dejé que sus labios se dirigieran a mi cuello otra vez.

-Maggie preciosa, quédate conmigo... para siempre-Suplicó con la voz cortada.

Sentí mi cuerpo experimentar una sensación nueva, comencé a temblar y mi respiración se aceleró aún más. Me encontraba en nuevo nivel, en donde el placer me cegaba y el amor me invadía, era la cúspide de la pirámide. Edward y yo, juntos habíamos llegado a la cima.

-Te amo Maggie-Confesó mientras se recostaba en la cama acercándome hacia él.

Lo dijo, incluso antes de que la idea de amarlo se cruzara por mi mente. Lo dijo y un sinfín de mariposas revoloteaba dentro de mi estómago, no podía creerlo. Él me amaba, me amaba. De una innumerable cantidad de mujeres me había elegido a mí, me amaba a mí, yo era su chica, yo ocupaba ese importante lugar en su corazón, el mismo lugar que él ocupaba en el mío.

Y entonces no tuve necesidad de siquiera detenerme a pensarlo, porque estaba completamente segura de lo que estaba a punto de confesar:

-Te amo Eddie, fuerte e irracionalmente.

-De una manera loca e inexplicable-Sonrió.

-Incluso a pesar de que seas un imbécil-Bromeé.

-¿De verdad?-Fingió sorpresa-¿Incluso a pesar de que destrocé tu vestido de miles de libras?

-Incluso a pesar de que sé que no vas a pagarlo-Reí.

-¡Es por eso que me gustas tanto!-Carcajeo antes de besar cortamente mis labios.

*

Holaaaa, espero les haya gustado el capítulo!

No se olviden de dejar sus votos y comentarios.

Gracias por leer, son de lo mejor

Quería informarles que al terminar esta historia voy a escribir otra, me gustaría que estuviesen ahí para leerla también. Necesito su opinión acerca de si les gustaría que fuese una fanfiction (De Harry OBVIAMENTE) o una historia con personajes al azar.

Pronto voy a subir el prólogo, prometo que no las voy a defraudar y espero puedan pasarse.

Desde ya muchísimas gracias por todo y espero estén disfrutando de la historia.

PD: Solo unos cuantos capítulos más y Harry narrará la historia!!

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