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ANTES - 1 ; Adversary.

"Hay una grieta, una grieta en todo. Así es como la luz se adentra.

Leonard Cohen"

Los gritos eran ensordecedores en aquel pequeño salón iluminado solo por una luz tenue. Alcohol, tabaco y sudor eran los aromas que prevalecían en el ambiente, uno muy asqueroso a decir verdad. Aquel espantoso lugar se encontraba en el sótano de un edificio abandonado en el centro de Londres, en donde se realizaban una serie de actividades clandestinas e ilegales.

Caminé abriéndome paso entre una multitud eufórica, no entendía como tal cantidad de personas cabía en un lugar tan pequeño. Recibía codazos y empujones a medida que más me acercaba al centro de la habitación, las personas se molestaban si algo o alguien se interponía en su campo visual, y claramente yo estaba siendo un estorbo para muchos, pero al menos había llegado al centro.

Un ring, dos hombres y una multitud que estallaba en gritos mientras yo no podía creer lo que estaba viendo, lo había sospechado durante un tiempo pero el confirmarlo me hacía rabiar y querer llorar a la vez.

Las peleas clandestinas eran la enfermedad de la ciudad. 

Morrison, mi hermano mayor, se encontraba de un lado del ring. Descamisado, con solo unos pantalones holgados y sus zapatillas de entrenamiento, llevaba vendas en sus manos y su nariz ensangrentada.

La angustia recorrió mi cuerpo ¿Qué diablos estaba haciendo?

Un nuevo round inició, ambos muchachos se dirigieron al centro del ring y comenzaron a lanzarse puñetazos uno al otro. No podía ver a Morris en esa situación, el recibía golpes y yo puñaladas en mi corazón. La desesperación se apoderaba de mí mientras observaba como su contrincante le proporcionaba una serie de puñetazos de los cuales mi hermano no podía huir pues se encontraba arrinconado contra las cuerdas.

Entonces se apoderó de mí una idea estúpida, me puse de pie en un pequeño banco a orillas del ring, cruce las cuerdas y me adentré en el, me dirigí hacia el rincón en donde se encontraba mi hermano y me interpuse entre él y su adversario.

-¡Por favor, ya basta!-Exclamé cuidándome de no recibir un golpe.

Mis ojos se cruzaron con un par verde esmeralda que se escondían bajo un ceño fruncido.

-¡¿Qué mierda está sucediendo aquí?!-Preguntó el dueño de aquellos ojos, alejándose de mí pero sin despegar la vista de mis ojos cafés.

Lo observé durante unos segundos, era alto y musculoso aunque no exageradamente, su boca tan fina como su nariz, le proporcionaban a su rostro perfectas facciones que lo hacían desorbitantemente atractivo, a pesar de la sangre en el. Todo su torso se encontraba repleto de tatuajes al igual que sus brazos. Pájaros en su pecho, laureles en la zona baja de su abdomen, una mariposa en la boca del estomago y un barco en su brazo, formaban  parte de la tinta que decoraba su cuerpo.

-¡Margot!-Gritó mi hermano tomándome por la cintura y haciéndome a un lado-¿Qué demonios estás haciendo aquí?

-¡Lo mismo te pregunto a ti!-Respondí.

-Vete Margot-Sus ojos se encontraban inyectados de sangre y apestaba a alcohol.

La multitud gritaba enfurecida mientras yo comenzaba a desesperarme, tenía que sacarlo de aquel lugar cuanto antes.

-Ven conmigo-Rogué.

-No, tú te vas y dejas de entrometerte en mi vida de una vez por todas-Tomó mi brazo y me empujó hacia delante logrando que impactara contra el piso del ring.

Morrison se encontraba fuera de sí, se acercó más a mi mientras yo intentaba ponerme de píe.

-Siempre lo arruinas todo Margot ¡¿Por qué no puedes dejarme tranquilo?! Estoy harto de toda la mierda que viene contigo, imbécil.

No entendí que quiso de decir con aquello, de hecho no entendía porque me estaba tratando de aquella forma. Morris jamás había sido grosero conmigo antes.

-Creo que ya fue demasiado-Intervinieron a mis espaldas-Arregla tu mierda idiota, pero no la trates de esa forma.

Sentí dos brazos colocarse por debajo de los míos y levantarme del suelo, el chico de los tatuajes me puso de píe junto a él.

-¿Y tú quien eres para enseñarme a tratar con mi hermana?-Preguntó Morrison acercándose a su contrincante.

-Puedo enseñarte más que eso, imbécil-Asentó su frente a la de mi hermano y le dio un fuerte empujón logrando que este cayera al suelo.

-Ya, por favor...-Supliqué conteniendo mis ganas de llorar, aquellos preciosos ojos esmeralda se cruzaron con los míos una vez más y el muchacho se detuvo.

La multitud gritaba y emitía quejas ante la interrupción de aquella pelea. Yo continuaba de píe en aquel ring observando como mi hermano intentaba ponerse píe, cuando de repente algo llamó la atención de todos en el lugar. Un disparo.

La bala había impactado con la única luz de aquella repleta habitación y se encontraba encima del ring. Ante el estallido de la bombilla me apresuré por agacharme y voltear a toda velocidad. Todo estaba a oscuras y las personas continuaban gritando solo que ya no eran quejas, sino terror.

-¡Por Dios!-Chillé asustada encendiendo la linterna de mi teléfono.

Observé como la multitud se alborotaba y corría en dirección a la única salida de aquel lugar. Otro disparo se oyó en la habitación y un ensordecedor grito de dolor se coló por mis oídos.

-¡Le dio en el pecho!-Exclamó una mujer-¡Alguien llame a una ambulancia!

Una crisis nerviosa se apoderó de mí en esos momentos y no sabía qué hacer ni cómo reaccionar ante la situación, continuaba de pie en aquel ring moviéndome hacia todos lados pero sin hacer nada en concreto, cuando alguien me tomó por la muñeca y tiró de mí hacia las afueras de las cuerdas. Era el adversario de mi hermano.

-Espera, por favor. No puedo irme sin Morrison-Lloré forcejeando contra él.

-Tu hermano ya no está ahí-Informó alumbrando el ring con la linterna de mi teléfono antes de tirar de mi entre la multitud mientras los disparos continuaban resonando dentro de la habitación.

El terror corría por mis venas, si algo le pasaba a mi hermano no iba a poder resistirlo. Pero por más asustada que estaba por él, no podía evitar enfadarme por el hecho de haberme dejado sola en aquel lugar en una situación como esa.

El muchacho aventaba hacia un costado a cualquiera que se interponía en su camino mientras atravesábamos aquella multitud desesperada a toda velocidad, se detuvo enfrente de una ventana a unos metros de altura y dijo:

-Súbete a mis hombros y sal por aquella ventana. Te veré arriba.

Asentí repetidas veces, se agachó y apoyé uno de mis pies en sus hombros, se puso de pie cuidadosamente. Cuando me encontré cerca de aquella ventana coloqué mis manos en la abertura e hice la fuerza necesaria para subir, segundos después me encontraba fuera.

Me quedé junto a aquella ventana esperando su salida, pero no aparecía y otro disparo se oyó en la habitación. Rogaba a un ser superior el que por favor Morrison hubiese salido de aquel lugar sano y salvo, y que al muchacho que me había ayudado no le sucediera nada. Pero la flor de la esperanza en mi corazón comenzó a marchitarse. No había noticias de Morris.

Y tampoco vi salir al muchacho de los tatuajes.

*

Espero les haya gustado el primer capítulo, no se olviden de votar y comentar para así leer el segundo❤

Muchísimas gracias.

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