Parte Dos
Mingi intentó no pensar en eso durante el fin de semana.
No pudo.
Se suponía que este sería un trabajo como cualquier otro, no que Yunho jugaría sucio y lo encantaría con su sonrisa.
Está bien. Obtuvo un beso, eran un par de adultos y ceder a algo de atracción era normal, no tenía por qué significar una cosa seria.
Por un momento creyó que tendría razón, ninguno de los dos dijo una palabra sobre lo sucedido esa noche del sábado y comenzaron un día como cualquier otro, solo que en el transcurso de las horas volvió a suceder. Estaba ayudando a Yunho con un informe cualquiera y antes de darse cuenta tenía los labios del chico contra los suyos.
Decidió tacharlo como un desliz.
Solo que con el pasar de los días ese desliz se repitió... y volvió a repetirse... y una vez más.
Pronto se descubrió a sí mismo iniciando el contacto, primero con vergüenza porque ni él mismo sabía qué estaba haciendo, luego se volvió más confiado al notar que después de cada beso o cada vez que sostenía su mano, Yunho sonreía casi nerviosamente.
Por supuesto que no dijo una palabra sobre eso a Hongjoong, ni siquiera se lo contó a San. Estaba cometiendo una locura y no tenía palabras para explicar sus razones, o más bien no tenía razones.
La misión de por sí complicada se volvió imposible. No podía dedicarse a observar a la gente que deambulaba por el edificio o encontrar algún tipo de información importante, no cuando Yunho estaba cerca y robaba su atención.
Eso era la mayor parte del tiempo.
—Siento que no te conozco ni un poco —Yunho habló a su lado una tarde cualquiera, provocando que saliera de la maraña de pensamientos que lo agobiaban hacía días.
Era verdad. Gracias a que pasaban mucho tiempo juntos comenzaron a charlar más y pudo enterarse de algunos detalles sobre Yunho, pero nunca hablaba demasiado sobre sí mismo, apenas soltaba unas frases sueltas pre-planeadas para no afectar a su misión. Debió tragarse el dolor de estar haciendo las cosas mal, realmente quería ser sincero con él y no podía por sus obligaciones.
Es más, ¿qué se suponía que hacía?
No había futuro y la tragedia era más que evidente si seguían por ese camino, lo que menos quería era lastimar a Yunho y terminaría haciéndolo de la peor manera.
Sin embargo...
— ¿Quieres venir a mi apartamento?
—Eso sería excelente, Mingi.
No era una buena idea, de hecho ni siquiera debería hacerlo. Se suponía que sería el guardaespaldas de Yunho mientras investigaba a su padre, no que llevaría una especie de... relación en el proceso. Era solo que una parte de él no quería decepcionarlo, quería mantenerlo feliz y que siguiera con la brillante sonrisa en sus labios.
Aun no podía decepcionarlo.
El problema fue que al entrar a su apartamento se encontró con una criatura rubia envuelta en un suéter XL sobre su sofá, devorando perezosamente una barrita de chocolate y viendo caricaturas en el televisor.
Volteó hacia Yunho para explicarle la situación antes de que lo malinterpretara, pero cuando sus ojos se encontraron con Yeosang solo pudo fruncirle el ceño.
— ¿Esos son mis Kit-Kat?
Yeosang bajó la mirada hacia la barrita de chocolate que estaba comiendo, luego regresó a mirar a Mingi.
—En mi defensa, estaban en la nevera y no tenían tu nombre.
— ¡Pero es mi nevera!
Yeosang frunció el ceño.
—Siguen sin tener tu nombre.
La situación ya era terrible.
—Te presento a Yeosang. Es un amigo que me debe una barrita de Kit-Kat.
—No pienso devolver nada.
Yunho se rió cubriendo su boca con su mano, sin notar como otras dos personas salían de la cocina.
— ¡Lo siento mucho, Mingi! Le dije que no podía tenerlos, pero puso los ojitos de Bambi y cedí.
—Yeosang no puso ojitos de Bambi, solo te miró y cediste.
Mingi suspiró pesadamente.
—Y ellos son San y Wooyoung.
En verdad intentó guardar las apariencias y que no fuera tan extraño. No se suponía que Yunho se encontrara con ninguno de ellos, sería una visita tranquila y lo llevaría a casa después.
¿Cómo iba a saber que su desastrosa familia entraría en su apartamento sin invitación?
Cierto, San. El hombre podía abrir cualquier cerradura con un clip de oficina, Mingi no podía luchar contra eso.
Y hablando de San, sus ojos brillaron con reconocimiento al ver a Yunho, y Mingi supo que fue descubierto. San reconoció al omega que trajo a su apartamento y definitivamente tendría que dar explicaciones después.
— ¿Quién es el chico? —Wooyoung, siendo el alma sociable que era, se acercó como si quisiera darle la bienvenida.
Mingi apostaba que si se enteraba de con quién estaba hablando, Wooyoung gritaría y lo golpearía por traer un objetivo a casa.
Tal vez se lo merecía.
—Soy un amigo del trabajo.
Wooyoung entrecerró sus ojos viendo hacia ellos, luego suprimió una sonrisa descarada al comprender inmediatamente qué estaba pasando allí.
Excelente, ahora debería darle explicaciones a él también.
—Oh, comprendo, nos iremos en seguida. —Wooyoung se apresuró en sacar a Yeosang del sofá y tomar la mano de su alfa para dirigirse a la puerta—. Dejamos comida en la cocina, ¡disfrútenla!
Una vez la puerta se cerró, Yunho regresó a mirarlo.
—Nunca imaginé que tendrías compañeros de apartamento.
— ¡No los tengo! Vivimos en el mismo edificio, supongo que querían invitar la cena de hoy o algo así, no son buenos pensando antes de actuar.
Mingi tampoco lo era.
—Ups. Lo lamento, no quería que se marcharan así...
—Descuida, somos un tipo de familia poco convencional. Ninguno de nosotros tiene un parentesco, pero somos familia. Lo entenderán.
Los unía algo más pesado que la sangre; la lealtad.
Y esperaba que San mantuviera la jodida lealtad y no dijera una palabra hasta que pudiera explicarse.
—Comprendo. —Asintió para darle seguridad, luego sonrió aliviado como si se hubiera preocupado por algo estúpido—. Me asusté un poco.
—Lo siento.
—No, no... me refiero a —Yunho hizo una mueca algo incómoda— no pensaba encontrar a un omega en el apartamento del alfa que me gusta, es todo.
Oh. Bien.
¿Por qué ese hombre era tan claro y puro? ¿No veía que le hacía daño?
El destino era cruel, no podía ponerle en frente todo lo que alguna vez deseó y saber que no podía tenerlo, o peor aún, que podía herirlo.
—Bueno, pensé lo mismo cuando conocí a Jongho.
—Espera, ¿qué? —Yunho frunció el ceño con incomodidad—. ¿Realmente creías eso?
—Es decir... ¿sí?
—Claro que no. Demonios... fui quien le tiró su primer diente por golpearlo con un balón, es como mi hermanito. —Tras esas palabras palmeó su espalda como consuelo—. Eso me recuerda, necesita un asistente. Ya sabes, un informático experto. Lamentablemente es exigente y nadie consigue alcanzar el puesto.
Mingi no supo si Yunho se sintió algo incómodo con el inusual giro de su conversación y por eso sacó a colación un tema tan extraño. Lo que si supo fue que esta era una oportunidad que básicamente bailaba frente a sus narices, lo que esperaba para avanzar en la segunda parte del plan para finalmente desenmascarar a la familia de Yunho.
El problema fue que se sintió terrible.
—Conozco a alguien.
— ¿Quién?
—Yeosang. —Mingi se arrepintió tan pronto como dijo el nombre del mejor técnico del equipo de Hongjoong, bastaba con ponerlo detrás de una de las computadoras del edificio para que todo se viniera abajo y sinceramente, le aterraba lo que sea que pudiera encontrar—. La informática es su elemento, también es demasiado inteligente para su propio bien. Estuvo de vacaciones por Singapur los últimos meses y ahora está buscando algo.
—Si lo recomiendas tú... podría funcionar. —El rostro pensativo del omega se deshizo cuando puso un puchero en sus labios—. En fin, no pasaremos toda la noche evitando la razón real por la que estoy aquí, ¿o sí?
Mingi apagó el ruidoso televisor y se sentó en el sofá, palmeando el espacio libre a su lado para que Yunho hiciera lo mismo.
— ¿Qué quieres saber?
— ¿Uhm? ¿Un poco de lo que sea? No me dirás que has trabajado para los Kim toda tu vida, ¿no?
Por supuesto que no. Sin embargo, ¿qué podía decirle? Sus primeros años no lo hacían sentir orgulloso, pasó por demasiadas cosas e hizo varias mal mientras intentaba sobrevivir. No era algo para contar al hijo de su objetivo —y la persona que le gustaba— de hecho inventar una historia sobre una familia tranquila y feliz parecía ser lo más apropiado.
El problema era que por más que intentara que las mentiras resbalaran de su boca, no lo hacían. Había algo que le impedía hacerlo, tal vez la claridad de la mirada sincera de Yunho o su propio corazón negándose a dañar más lo que estaría roto dentro de poco, no podía decirlo con certeza.
Simplemente...
—Tienes razón, no lo he hecho. Pero nada de lo que hice antes de trabajar para él fue bueno.
Oh bien. Estaba perdido.
¿En verdad quería hablar de esto con Yunho? ¿En verdad estaba dando pasos al azar sin pensar en las consecuencias?
Casi no se reconocía a sí mismo.
La repentina calidez de la mano de Yunho entrelazándose con la suya disipó todos los líos en su cabeza.
—No te juzgaré por nada.
Debió tomar una larga respiración. ¿Por qué eso se escuchó como lo que siempre deseó escuchar?
—Mi madre murió antes de que pudiera recordarla y mi padre nunca me prestó demasiada atención. No es algo horrible, aunque para ser un niño pequeño... si fue algo difícil. —Mingi se encogió de hombros en un intento de restarle importancia a lo que creía dejó de doler hace mucho tiempo, pero ahora que lo decía si hubo un pequeño tirón que ignoró—. Mi padre desapareció en algún momento de mi adolescencia. No hubo advertencias, solo desperté un día y no estaba... y no volvió. Comprendí que debía valerme por mi cuenta, desde siempre supe que era un alfa, así que aproveché mi condición para conseguir dinero.
— ¿Cómo?
—Uhm... peleas callejeras, apuestas y algún par de robos. Me hice de alguna reputación en el bajo mundo de las calles mientras intentaba sobrevivir. Nada de eso me hace sentir orgulloso, de hecho siempre que lo recuerdo me siento horrible.
— ¿Cómo terminaste con los Kim? No son el tipo de personas que se mezclan con... ya sabes, ese tipo de mundo.
Ja, si tan solo supiera.
Durante ese tiempo el patriarca de los Kim había muerto y sus crímenes quedaron al descubierto. Hongjoong debió seguir cada rastro para dar con los socios de su padre, enfrentarlos para cortar conexiones y así limpiar el nombre de su familia, de ese modo llegó hasta los peores rincones, justo donde Mingi estaba. Nunca comprendió qué vio Hongjoong en él, pero el otro hombre pareció confiar lo suficiente para ofrecerle un trato; trabajar para la pequeña organización que estaba creando.
Un trato que los beneficiaba a ambos, Mingi conocía un mundo que Hongjoong no, y Hongjoong podía darle a Mingi lo que necesitaba, salir del mundo que lo mantenía enjaulado.
—Me encontré con la actual cabeza de los Kim por mera casualidad. Creo que de algún modo le agradé lo suficiente para querer sacarme de ahí. —No pudo evitar sonreír al recordar lo que se convirtió en su punto de inflexión, aun no era una persona completamente honesta, pero al menos era mucho mejor que antes.
Sin embargo, nunca sería lo suficientemente bueno para Yunho.
—Eso fue afortunado.
—Lo fue. No pensé que mi vida daría un giro como ese ni en mil millones de años. Trabajar para los Kim se convirtió en todo lo que podía hacer.
—Espera, ¿no has hecho nada más que trabajar para él? Ya sabes, alguna relación o...
—Nada serio.
— ¿Nada serio?
Recordaba algún par de personas con las que tuvo encuentros fugaces, todos beta por supuesto. Sin embargo no recordaba rostros, ni nombres, mucho menos sentimientos.
De hecho, Yunho opacaba a cualquiera solo con sonreír.
—Nunca tuve tiempo... ni estaba interesado. Prefería mantenerme ocupado y devolver la amabilidad de los Kim. —Mingi podía prometer que jamás fue tan sincero con nadie fuera de su familia, decir lo que pensó y sintió a lo largo de los años fue casi liberador—. Protegía a personas importantes para él mientras aprendía lo que creyera necesario, era feliz haciendo eso.
Todos los estudios, el conocimiento de nuevas lenguas y aprender a manejar diferentes estilos de combate fueron impulsados por Hongjoong. Además que protegía a su familia a la par que emprendía sus primeras misiones, fue ciertamente un cambio del cielo a la tierra y no se arrepentía.
Aunque ahora... tal vez lo hacía un poco.
Si no estuviera ligado a todo eso podría alejarse, no tendría que destrozar a la familia Jeong y de paso, a Yunho. Podría ser una persona libre y expresar sus intenciones con libertad. Incluso se preguntó si eso que sentía —lo que sea, aun no pensaba darle un nombre, al menos no pronto— tendría oportunidad de ser.
Sin embargo algo le decía que de no ser por Hongjoong, probablemente sería hombre muerto y nunca se hubiera topado a Jeong Yunho en su camino.
Era tan complejo.
—No me arrepiento de entregarle los años de mi vida así. Es decir, ¿quién más hubiera confiado en mí?
En todos, en realidad. Ninguno de los integrantes de su familia vino de un buen lugar, ninguno tuvo el calor de un hogar y en algún momento de sus vidas hicieron cosas horribles, pero Hongjoong confió aun cuando nadie lo hubiera hecho.
Dejar atrás esa vida fue como salir del pozo.
—No se equivocó. Cualquiera puede notar que eres diferente. —Yunho presionó su mano junto a la suya. De no ser por el gesto hubiera creído que estaba sufriendo una ensoñación—. Vales la pena, Mingi.
Estaba deseando enredar las manos en su cabello y besar sus labios hasta que su alma se cayera a pedazos.
Y fue justo lo que hizo.
La rotura en sus labios que apenas estaba sanando —gracias al pequeño regalo que recibió la noche del sábado— tironeó dolorosamente en protesta del movimiento brusco aunque no pensaba detenerse cuando el aroma del omega lo envolvía casi como un abrazo.
El sentimiento de que este era un hogar que no podía tener y que de hecho ni siquiera podía anhelar lo derrumbó. Sin embargo el corazón irracional en su pecho le pidió que no pensara en nada, que solo cediera.
Las manos sobre su pecho lo alejaron un poco.
—Woah, espera —murmuró por sobre el silencio, Mingi apenas pudo notar un sonrojo sobre sus mejillas y el cálido aliento contra su mentón.
— ¿Qué es?
Yunho recorrió sus manos sutilmente sobre su pecho antes de acomodarlas tras su espalda. El peso confortable casi lo hizo suspirar.
—Así es mejor, ¿no lo crees?
No pudo responder antes de reclamar sus labios otra vez.
Este hombre sería su perdición.
No importaba que Yunho lo creyera un simple guardaespaldas al azar, en ese momento era la persona que más conocía al real Song Mingi, y por más peligroso o delirante que fuera lo hizo sentir feliz.
Deseó con todas sus fuerzas que las extrañas conexiones de los Jeong fueran coincidencias, que Yeosang no encontrara nada de lo que sospechaban y que las dudas de Hongjoong no fueran ciertas.
Una estupidez completa.
Sabía que no sería de esa manera.
...
Después de una confirmación por parte de Jongho y un mensaje afirmativo por parte de Yunho, Mingi supo que debía continuar.
Tardó solo un par de días en contarle de su idea a Yeosang, y de no ser porque Wooyoung lo sostuvo el otro omega se pudo ir de cara al piso por la impresión.
— ¡No me refería que me hicieras entrar así!
— ¿Entonces cómo?
—Quería que encontraras la terminal de acceso a sus servidores en el edificio, pude darte un virus en una memoria USB... no... no... —Yeosang frunció sus labios con resignación—. ¿Tendré que dejar la cueva?
Sí, así solían decirle a su oficina y en verdad era un nombre acertado.
Wooyoung le picó las costillas con un dedo.
—Sí, dejarás la maldita cueva. ¡Será tu primer trabajo de campo!
— ¡Ah, en serio! —Yeosang se llevó una mano al pecho y se golpeó esperando a que su corazón volviera a latir—. ¡No lo estoy haciendo!
—Oh, claro que lo harás. Mingi consiguió una forma de hacerte entrar y no la desperdiciarás así —Wooyoung exclamó para que Yeosang le escuchara mientras se dirigía a quejarse en la sala, una vez lo perdió de vista volvió a mirar a Mingi—. Tranquilo, lo hará.
— ¡Y no pienso devolver el Kit-Kat!
— ¡Hey, eso no tenía nada que ver! —Mingi reclamó en voz alta.
— ¡No me importa!
Mingi negó con la cabeza. Tendría que cambiar su cerradura... o dejar su apartamento, aun así nada podía asegurarle que se alejaría de esos desastres con piernas.
— ¿Entonces? —Wooyoung preguntó dejando de escuchar los reclamos de Yeosang desde la sala.
— ¿Entonces qué?
— ¿El chico en tu apartamento el otro día? Mide tu audacia, Mingi. —Wooyoung codeó su costado juguetonamente—. De por sí es raro que te apegues a un omega, dame respuestas.
Mingi casi, casi gimoteó por lo bajo. El único con el que habló fue San, era su prioridad porque sabía que el omega en su apartamento era Yunho y no podía dejar que el alfa sacara sus propias conclusiones. Inventó una burda historia sobre cómo intentaba ganarse la confianza de Yunho para seguir su misión sin problemas, y por supuesto que San no le creyó una palabra, pero lo pasó por alto de todas formas.
No sabía por cuánto tiempo tendría el beneficio de la duda que San le otorgó. Lo que estaba haciendo no solo ponía en peligro a la misión, sino a todos ellos, así que no sería mucho tiempo.
¿Qué sucedería después si uno de sus pasos fallaba? Nunca les sucedió antes, siempre hacían un trabajo perfecto, pero siempre había una primera vez para todo y temía que fuera esa... y por su culpa. Si de algún modo los Jeong eran culpables destrozarían sus negocios sucios y robarían gran parte de su dinero, luego Mingi tendría el deber de desaparecer y si Yunho lo declaraba como sospechoso estarían en el ojo del huracán.
Yunho vio sus caras y aunque evitaron mencionar apellidos de algún modo podrían encontrarlos.
Por primera vez Mingi notó lo evidente, puso a su familia al borde del precipicio, algo que nunca podría perdonarse.
—No me estoy apegando, es solo...
— ¿Es solo...? No me dirás que no hiciste nada con él, se quedó en tu apartamento hasta el día siguiente y eso no lo hace alguien que no está interesado.
El calor invadió su rostro antes de que pudiera controlar sus expresiones.
— ¡No pasó nada! Por un demonio, qué les hizo creer...
En verdad no sucedió nada diferente a las otras veces, simplemente besos deleitables y caricias que le desnudaron el alma, pero no...
Mingi frunció el ceño.
—Un momento, cómo... ¿estaban espiando?
—Nos dio curiosidad y le preguntamos al portero.
¡Oh, estos hijos de...!
Los ojos de Wooyoung brillaron por la emoción. Desde hacía algún tiempo el omega empezó a persuadirlo para que dejara algunas de sus obligaciones de lado y comenzara a formar una vida propia, ojalá de la mano de alguien que pudiera darle el amor que, según él, le hacía falta. Claro que no dejaría pasar esa oportunidad de oro para intentar convencerlo otra vez.
Eso era solamente porque desconocía la verdadera identidad de Yunho, de saberlo seguramente lo hubiera cuestionado por ponerse en peligro de esa manera.
O tal vez, solo tal vez, lo hubiera alentado. Wooyoung era una de las personas más difíciles de predecir.
Prefirió borrar la segunda opción de su cabeza. Debía dejar de buscar una forma de sentirse mejor en base a suposiciones, solo lo haría peor cuando la verdad lo golpeara de frente.
—Escucha, no importa. Terminaré con esta misión y luego...
— ¿Luego qué? ¿Rusia otra vez? ¡Mingi, no te vimos en meses! Lo mismo con el idiota de Yeosangie en Singapur. Deberían dejar de hacer lo que Hongjoong les pide sin pensar en ustedes mismos antes. Sabes que hyung nunca los obligaría a menos que fuera estrictamente necesario, solo digan que no.
Ojalá fuera así de fácil.
Si Mingi no fuera una especie de agente bandido y Yunho no fuera hijo de una familia criminal, tal vez se hubiera negado a seguir algunas órdenes de Hongjoong para quedarse a su lado.
Pero ese no era el caso y no pensaba esquivar sus obligaciones para buscar algo que no encontraría.
Es decir, ¿buscar alguien más cuando ni siquiera podía darle un nombre a lo que sentía por Yunho? No, gracias. Mingi estaba triste.
—Lo pensaré. ¿Bien?
—Bien. Lo tomaré porque es más de lo que has aceptado de mis consejos en años aunque no me rendiré tan fácil. —Wooyoung cruzó los brazos sobre su pecho mientras lo miraba con ojos entrecerrados.
Mingi suspiró.
— ¿Puedes conseguirle un traje a Yeosang? No irá a las Industrias Jeong vistiendo una sudadera más grande que su existencia y un sombrerito cubo, ¡ni siquiera combina!
—Sí, señor estilista. Déjame ese desastre a mí. —Wooyoung tomó una larga respiración antes de gritar—. ¡Yeosang, nos vamos de compras!
— ¡Primero muerto!
— ¡Oh, puedo solucionar eso, créeme!
Mingi vio como Wooyoung alcanzó a Yeosang en la sala, lo sostuvo entre sus brazos impidiendo que se removiera y lo arrastró contra su voluntad hacia la puerta.
— ¡Oye, espera! ¿Y mi dignidad? Creí que tendría derecho a mantener mi dignidad aun después de unirme a esta familia —Yeosang se quejó al notar que no podía librarse del agarre de su mejor amigo—. Odio este lugar. Singapur era lindo, viva Singapur.
— ¿Necesitas un Uber? —Mingi preguntó hacia Wooyoung pasando por alto las quejas de Yeosang.
—Nah, me llevaré tu auto.
— ¿Perdón?
— ¡Los Jeong te prestaron otro, no te quejes!
Mingi no pudo decir una palabra antes de que Wooyoung se marchara con Yeosang a cuestas, quien por supuesto seguía con su monologo sobre por qué castigo divino terminó allí. Esperaba que no tuvieran algún estúpido accidente por discutir en el camino.
Bien...
Debió pedirles ese maldito Uber.
Tomó una larga respiración, tendría que comenzar a organizar sus pensamientos y sentimientos ahora que la fase dos estaría a nada de comenzar.
Esperaba no terminar en un desastre.
Lo pensó durante muchos días, cuidadosamente y con la cabeza fría. No podía seguir jugando a fingir demencia y tomar decisiones ignorando las consecuencias. Necesitaba comenzar a actuar como se supone que debió hacerlo desde el principio, guardando la distancia de Yunho y concentrándose en las órdenes que tenía sobre su cabeza.
No sabía si lo conseguiría.
Después de pasar una tarde asquerosa donde no pudo hacer más que sentirse culpable y fuera de lugar, decidió irse a dormir. Lamentablemente no podía ni cerrar los ojos sin recordar los pequeños momentos que compartió con Yunho y que le otorgaron una felicidad inexplicable.
Solo que esa felicidad ahora se convirtió en dolor.
No había forma en que pudiera terminar lo que empezó de buena manera, casi como tuviera una bomba de tiempo a punto de explotar, todo lo que quedaría después de la explosión serían los fragmentos de algo que pudo existir si fueran personas diferentes.
A la mañana siguiente se despertó sintiéndose como muerto en vida. Apenas consiguió salir de la cama y arrastrarse a la ducha para despertarse con agua fría. Por un instante creyó que podría ser lo mismo de antes, el sujeto que cumplía las órdenes de su líder sin vacilar y no el idiota de ahora que se dejaba llevar estúpidamente por sus sentimientos.
Para su desgracia en su teléfono había un par de mensajes de Yunho deseándole los buenos días, eso fue suficiente para darle un vuelco al corazón y tirar sus intenciones por la ventana.
¿Realmente podría alejarse de él en esas circunstancias? Hacerlo después solo sería más doloroso, tendría que marcharse sin mirar atrás... y conocía a Yunho, sabría que eso podría destrozarlo.
Era mejor que el omega comenzara a odiarlo desde ahora.
Intentando dejar su corazón en casa, salió para encontrarse con Yeosang en la entrada del condominio. Desconocía el tipo de magia que Wooyoung utilizó, pero consiguió meter al esquivo técnico de su equipo en un traje costoso y hacerlo parecer un apuesto hombre de oficina.
Un problema menos... de una larga lista.
Yeosang inhaló profundamente antes de que lo llevara al estacionamiento.
—Dame un momento, creo que encontré el valor necesario para escapar a Alaska y no tener nada que ver con esto.
Mingi parpadeó perezosamente. No tenían tiempo para eso y no pensaba poner el nerviosismo de Yeosang devuelta a la lista de problemas, así que siguiendo el ejemplo de Wooyoung, abrazó a Yeosang para que no pudiera mover los brazos y lo arrastró fuera del edificio.
El portero ni siquiera se molestó en levantar la mirada del periódico, estaba acostumbrado después de verlos hacer estupideces como esas durante todos los años que vivieron ahí.
Una vez consiguió meter a Yeosang en el asiento trasero del auto y tomar el volante, volvió a hablar.
—Está bien, haré lo que pueda, pero no me pidas mucho.
—Solo intenta agradarle. —Mingi frunció el ceño sin saber si eso funcionaría con Jongho... sobre todo si se trataba de Yeosang, el omega tenía la tendencia de ser demasiado sincero con lo que pensaba, sin importar que podía ofender a alguien con sus comentarios.
—Esto será horrible.
Sí, sería horrible para ambos aunque por motivos diferentes; Yeosang tendría que lidiar con la presión de conseguir la información que buscaban mientras fingía llevar un trabajo normal, Mingi tendría que alejarse de Yunho porque el fin inminente estaba frente a sus narices.
Y hablando de Yunho, era obvio que Yeosang lo conocería, entonces...
—Oh, por cierto... el chico del otro día...
—Era Jeong Yunho, sí. Ya lo sé.
Mingi giró tan rápidamente para mirarlo que casi se rompió el cuello. Fue una suerte que estaba en una luz roja y no debió frenar abruptamente.
— ¿Qué? ¿Y no preguntaste nada?
— ¿Debería? No entiendo el trabajo de campo... espera, ¿eso es algo normal?
—Sí, es normal, estaba todo planeado.
¡No lo estaba, jodido infierno!
Al menos Yeosang estaba pasando por su quinto mental breakdown y no prestaba atención a los detalles.
Condujo todo el camino hasta las Industrias Jeong con el corazón en la garganta, incluso el cinturón de seguridad parecía estrangularlo y no se sorprendería si pronto comenzaba a respirar forzosamente.
Oh, infiernos.
El trayecto se le hizo corto comparado con las otras veces y al encontrarse fuera de la oficina de Jongho realmente quiso escapar de ahí. Era obvio que Yunho estaba allí también y dentro de poco saldría para encontrarse con él, buscando iniciar un nuevo día que no sería igual a los anteriores.
— ¿Para quién trabajo? —Yeosang preguntó, por fin hablando después de pasar al menos una hora en silencio.
— ¿Wooyoung no te dijo nada?
—Wooyoung dice muchas cosas, que le preste atención es algo diferente.
Mingi miró por encima de su hombro para asegurarse de que nadie en el pasillo intentaba escucharlos.
—Es el primogénito de los Choi. Ya sabes, esos Choi.
Yeosang mostró la punta de su lengua claramente disgustado.
—Ugh. Multimillonarios. Apresúrate y pon una bala en mi cien.
—No, escucha. Jongho no es un típico niño rico que gasta la cuenta bancaria de sus padres invitando tragos en un bar, es peligroso.
Yeosang lo miró detenidamente y al notar que hablaba en serio hizo una mueca.
—Si estás siendo precavido con él entonces es verdad.
Mingi asintió.
—Ten cuidado, si te descubre estamos acabados y si te soy sincero, no quiero escapar a Rusia. ¡Hace frío la mayor parte del tiempo!
Yeosang hizo una mueca como si realmente estuviera reconsiderando su idea de huir a Alaska. Para su fortuna la puerta de la oficina se abrió antes de que pudiera decir una palabra.
— ¿Mingi? —La voz suave de Yunho llamándolo fue un calmante para el alfa angustiado.
—Hola.
—Sí, hola. —Un pequeño atisbo de sonrisa tiró de sus labios antes de mirar hacia Yeosang—. Hola para ti también.
El otro omega apenas hizo un movimiento con la mano, demasiado nervioso como para usar su voz. Mingi asintió un par de veces para asegurarle a Yunho que estaba bien, solo era la usual actitud de Yeosang cuando estaba fuera de su zona de comodidad.
—Entonces, ¿quién es? —Jongho interrumpió para preguntar.
Mingi se congeló. No estaba preparado para verlo de la nada, aun había algo en Jongho que lo hacía titubear.
—Ah, sí. Jongho, él es Yeosang, el amigo que Mingi recomendó —Yunho decidió presentarlo al notar su repentina mudez.
El otro alfa miró a Yeosang como si comprendiera que estaba frente a un desastre completo. El instinto sobreprotector que guardaba para su familia hizo estragos en su interior y en verdad debió hacer el mejor esfuerzo para mantenerse calmo.
—Es un gusto —Las palabras de Yeosang no concordaban con el tono apagado de voz.
Jongho apenas estrechó su mano para corresponder el saludo. Se tomó unos largos segundos antes de hablar.
—Está bien, entra.
Mingi volvió a respirar cuando Yeosang entró a la oficina. No era una buena primera impresión, aunque pudo resultar peor.
Al menos estaban avanzando.
Sin embargo, Jongho se volteó arrugando la nariz.
—Por cierto, ¿café y chocolate amargo? Ustedes dos apestan a cafetería.
La puerta se cerró tras sus espaldas.
Yunho guardó una risa contra su mano y Mingi apenas pudo fruncir los labios para no responder alguna bobería sobre ser la mejor cafetería del mundo. Por un demonio, su cerebro se fundía rápido al estar junto a Yunho... o el verdadero desastre que era salía a la luz, aun no lo comprendía.
Sin molestarse en debatir el comentario con una puerta cerrada, el omega puso ambas manos sobre sus hombros y lo empujó para que comenzara a andar hasta su oficina. Por extraño que pareciera estar en el despacho de Yunho se sintió como un lugar seguro, en ese rincón solo eran ellos dos sin necesidad de preocuparse por algo más que trabajos cotidianos y en verdad Mingi deseó que todos sus días fueran de esa manera.
Solo que debía dejar de desear estúpidamente y poner los pies en la tierra.
—Creo que estarán bien, es decir, ¿qué es lo peor que podría pasar?
Bueno, Mingi puso en su compañía al sujeto que sin cumplir la mayoría de edad inventó un código para robar dinero del banco central y no dejar huellas. Había muchas cosas que podrían suceder después de eso y cada una era peor que la otra.
— ¿Te sientes bien?
— ¿Por?
—Estás un poco distante.
Yunho se inclinó hacia el frente con la curiosidad destellando en sus pupilas. De seguro esperaba que fuera otra semana normal en su vida donde llevarían esa extraña relación sin nombre y no pensarían en nada más, pero Mingi no podía seguir haciéndolo.
Un cambio repentino de la noche a la mañana era extraño, sin embargo Mingi estuvo pensando en eso durante días, precisamente desde la noche que lo dejó conocer demasiado sobre él mismo. La felicidad que sintió se convirtió en angustia y antes de poder evitarlo, el sabor amargo de la verdad lo golpeó.
—Estoy bien. Solo un poco preocupado, ya sabes...
—Tranquilo, Jongho no será tan malo con él. —Yunho entrelazó sus manos y presionó un poquito, provocándole un escalofrío.
—Eso es bueno... en parte. Yeosang tampoco lo hará sencillo, no es bueno controlando su lengua, puede ser muy sincero a veces.
—Solo tranquilízate, prometo que Yeosang estará bien —su voz melodiosa lo calmó un poco, aunque por razones diferentes—. Si necesitas desahogarte con gusto escucharé. Verte apagado me preocupa.
Demonios.
El desorden estúpido de sus sentimientos lo incentivó a hablar, explicarle qué estaba sucediendo bajo sus narices y sus ansías de sacarlo de ahí. Y no podía hacerlo sin poner todo en peligro.
Yunho creería que estaba loco.
—Gracias.
La respuesta escueta no fue suficiente para Yunho, y aun así fue tan amable como para no decir una palabra al respecto, como si esperara a que Mingi decidiera decirle qué sucedía.
Solo que no podría decirlo nunca, no había forma en el universo en que pudiera decir: "Vengo a derrumbar la compañía de tu padre porque es un criminal, pero creo que me enamoré de ti y todos mis instintos dicen que te saque de aquí porque en algún momento tendré que irme y no mereces quedarte en este desastre."
Ni siquiera en su cabeza se oía sencillo.
—Mingi, desde aquí te escucho pensar. —Yunho arremolinó sus dedos sobre los rizos en el flequillo de Mingi, quitándolo del camino para poder mirarlo a los ojos. El toque suave casi lo hizo suspirar—. ¿Hay algo mal?
—Te quiero.
La sorpresa fue más que obvia en el rostro de Yunho, luego un sonrojo cubrió sus mejillas.
—También te quiero.
Mingi suspiró.
—Solo... ¿puedes pensar un poco en esto?
— ¿Qué?
—Me refiero a que no es bueno para ti. —O no era bueno para él—. Estás... ¿estás seguro de estar tomando la decisión correcta aquí?
— ¿Te refieres a...?
Mingi asintió. Se refería a esa extraña relación sin nombre que llevaban como si se tratara de nada.
—Sé que no te gusta que te cuestionen, pero no es necesario pensarlo demasiado para comprender que hay algo bastante mal aquí.
Es decir, ¿un guardaespaldas al azar y el próximo líder de una familia importante? Yunho obviamente conocía el problema, no era ni sería su mejor opción.
— ¿Es tan importante?
—Para mí lo es. Quiero que pienses en ti. —Mingi suspiró—. Mereces más que esto.
Lo decía en muchos sentidos. Yunho no merecía encontrarse con alguien como Mingi, mucho menos interesarse por él.
—Estoy bien de esta manera. Es demasiado pronto para ponernos una etiqueta y hay algunas cosas que debo solucionar, pero creo...
— ¿Crees?
—Que puedo encontrar un compañero en ti, Mingi.
La próxima respiración se atascó en el borde de su garganta, angustiándole tanto como lo hicieron las palabras de Yunho. Durante un tiempo también pensó lo mismo, conocer a una persona que a pesar de las diferencias resultó ser su igual y con la que podía congeniar hasta ese punto era especial, lo suficiente para llamarlo un compañero.
Sin embargo...
— ¿Puedes considerarlo? No quiero que... lo que sea que tenemos te afecte de algún modo. Prometo que esperaré hasta que tomes una decisión.
Tenía esperanza de que con algo de tiempo Yunho se diera cuenta de que Mingi no era lo que necesitaba, aun si por alguna razón lo quería.
Lo único que podía ofrecerle era una desgracia completa.
Yunho contuvo un suspiro entre sus labios.
—Supongo que no aceptarás una respuesta rápida sin importar lo que diga. ¿No? —Mingi asintió—. Bien, lo pensaré. Pero dudo que cambie de parecer.
— ¿En verdad...?
—Sí, bueno. Lo único que podría hacerme cambiar de opinión sería que no me quisieras. Y lo dirías si fuera así, entonces...
Había calma en cada uno de sus gestos y su voz, pero Mingi sabía que no hacía más que aparentar. Deseó olvidarse de todo y asegurarle que no quería esto, que si fuera por él gastaría cada día a su lado. Lamentablemente no podía.
—Gracias, Yunho.
El otro hombre apenas y asintió antes de regresar tras su escritorio, aunque por primera vez no parecía concentrado en nada de lo que tenía en frente.
Las horas siguientes se sintieron como regresar al punto cero, sin interacciones ni miradas de más, apenas lo necesario para no hacer las cosas tan incómodas. Se sentía como esa mañana de varios meses atrás, la primera vez que le conoció y derrumbó su mundo con una mirada.
Se obligó a empujar el dolor hasta el fondo.
Esto era lo que debió hacer desde un principio.
El resto de la semana transcurrió de la misma manera. Se suponía que fue la decisión de Mingi llevar las cosas así por un tiempo —que en verdad se transformaría en eternidad— pero el que estaba sobrellevando las cosas mejor era Yunho.
No buscó tomar su mano ni mucho menos besarlo. Mingi descubrió con mucha vergüenza que era él quien más estaba anhelando el contacto, llegando al punto en que casi perdió el control y trató de abrazarlo cuando pasó demasiado cerca.
Necesitó enterrar sus uñas en las palmas de sus manos para aplacar los instintos de alfa que lo persiguieron durante su vida. Había algo en su interior le rogaba que hiciera algo porque la indiferencia de Yunho era deprimente. Solo que no pudo permitirse hacer nada, apenas guardar silencio y seguir adelante con lo que él mismo pidió.
— ¿Mingi?
Inmediatamente volvió a verle como si estuviera esperando por ese llamado.
Estaban a nada de terminar el turno de ese día, la tarde estaba entremezclándose con la noche más allá del ventanal.
—Dime.
Yunho cerró su laptop y regresó a mirarle con calma, sin embargo Mingi notó algo de nerviosismo en sus movimientos.
—No es necesario que me lleves a casa esta noche.
— ¿Uh? No puedo, sabes...
—Descuida, volveré con papá.
El tono de voz fue demasiado plano para su alegría usual.
— ¿Hay algo mal?
—No lo sé. Está actuando un poco extraño y ha dicho algunas cosas que... —Yunho dejó la frase en el aire, luego frunció el ceño—. No importa, pueden ser imaginaciones mías.
Un sentimiento amargo se asentó en la boca de su estómago. ¿Qué era lo que estaba sucediendo? El padre de Yunho no pensaba decirle sobre lo que estaba haciendo, ¿no? ¡Porque eso sería terrible! Yunho era demasiado generoso y empático, además de valiente. Mingi no podría adivinar lo que haría si se enteraba de lo que estuvo pasando bajo sus narices.
—Sabes que puedes confiar en mí si algo anda mal.
Yunho lo miró con ternura.
—Lo sé. Pero puedes estar tranquilo, no es nada importante.
"Nada importante."
Se aferró a eso para respirar en paz.
Envió un par de mensajes a Yeosang para que lo encontrara en el estacionamiento y su respuesta fue rápida; diciendo que tenía algo importante que mostrarle.
Si bien la ambigüedad en Yunho lo indujo a la angustia, la repentina alegría en Yeosang lo aterró.
¿Consiguió lo que necesitaban para provocar la caída de las Industrias Jeong?
Una mano se deslizó sobre su hombro calmando sus pensamientos.
—Vete a casa, Mingi. Pareces cansado.
Mingi dejó de mirar el suelo y se concentró en el hombre frente a él, ternura suavizando sus facciones como si quisiera lo mejor para él. Tanta perfección y gentileza en una persona debería ser ilegal, punto final.
Sin poder evitarlo despejó el cabello en su frente, amando la forma en que las hebras se deslizaron entre sus dedos. Si bien Yunho rió por lo bajo gracias al gesto repentino, no se movió, simplemente dejándolo hacer lo que gustase.
— ¿Está mejor?
—No, tú... siempre luces bien, solo...
Solo quería tener el mínimo contacto aunque fuera tras una excusa estúpida.
Se despidió rápidamente de Yunho y lo dejó atrás en su oficina. Descubrió con pesar que no llevarlo a casa era más como un castigo que como una obligación menos, pasaría mucho menos tiempo a su lado después de todo.
Ahogando un suspiro se marchó hacia el estacionamiento. Sin embargo al llegar se sintió petrificado, Yeosang no se encontraba solo junto al auto, Jongho también estaba allí y parecían estar discutiendo algo.
Un montón de ideas comenzaron a pasar a la velocidad de la luz en su cabeza. ¿Los descubrió? ¿Cometió un error? Imposible, no importaban las quejas iniciales, Yeosang siempre hacía sus trabajos a la perfección.
La corriente de suposiciones frenó abruptamente al notar que Yeosang hacia una mueca disconforme, entrecerró sus ojos y se acercó lo suficiente para pellizcar la mejilla de Jongho.
Qué está...
—Oh. Hola, Mingi —Yeosang saludó al notarlo de pie como una estatua.
—Sí. Hola, Mingi —Jongho replicó casi con burla quitando la mano de Yeosang de su cara—. ¿Puedes amarrar las manos de este tipo mañana? No me haré responsable de lo que haga devuelta.
Yeosang se rió como si no se estuviera burlando de su maldito jefe.
—Haré lo que pueda, lo prometo.
—Bien, buenas noches.
El alfa palmeó su hombro en un gesto amistoso y se retiró devuelta al edificio.
Mingi inhaló profundamente.
—Yeosang, ¿qué fue eso?
— ¿Pellizqué sus mejillas? Hasta hace algunas semanas pensé que era algo rudo, pero resultó ser amigable y un fanático de los chistes malos —El omega se encogió de hombros—. No es nada importante.
—Nada importante mi trasero. ¿Le estabas coqueteando?
— ¡Dijiste que debía agradarle!
— ¡Agradarle, no coquetearle! ¡Son cosas diferentes!
Yeosang abrió la boca para quejarse, pero no pudo hacerlo, solo se sonrojó.
—Olvídalo. Tengo noticias. —El omega sacó una tableta de su maletín, deslizó un par de cosas en la pantalla y la empujó contra su rostro—. Conseguí sacar todo lo que importaba de sus servidores y nada de eso te gustará.
— ¿Qué?
Alcanzó la tableta para leer cada uno de los artículos atentamente. Se quedó pasmado al notar los diferentes informes que Yeosang robó, un montón de registros sobre tratados para nada agradables y lugares de destino que definitivamente no eran para vacacionar.
— ¿Descargaste esto aquí?
—Sí.
— ¿Estás loco? ¡No te paseas por ahí con información clasificada! ¿Y si te descubrían?
Yeosang frunció el ceño.
—Bueno, no lo hicieron. Solo un estúpido intentaría robar una tableta en una oficina. —El omega se acercó, le arrebató la tableta y deslizó la pantalla buscando algo en específico—. Presta atención a esto, es mucho más importante que haber robado algo de Wi-Fi.
Había diferentes palabras al azar y números ordenados alfabéticamente en una planilla. Si era sincero no estaba entendiendo nada, esto era muchísimo más complejo que cualquier cosa que hubiera visto antes.
— ¿Qué es esto?
—Creo que son nombres clave. Conseguí descubrir qué tipo de negocios hacían y dónde, pero no con quién. Probablemente esto no es más que esa información encriptada. —Los ojos de Yeosang centellaron con emoción—. Están ocultando lo más importante y será mucho mejor para nosotros si obtenemos esa información recelosamente guardada.
— ¿Dónde podría...?
—Su casa. Es el único lugar en que puedo pensar. —Yeosang volvió a guardar la tableta—. Intenta meterte ahí.
— ¿En la casa de Yunho? ¡¿Estás loco?!
—Le pregunté a Hongjoong. Dijo que estaba bien si lo hacías.
Demonios.
—Necesitaré tiempo.
—Lo supuse. —Sin esperar a que dijera algo más, Yeosang abrió la puerta del asiento trasero—. Como sea, regresemos a casa. Le dices una palabra sobre Jongho a Wooyoung y lanzaré tu colección de abrigos por la ventana.
Mingi casi rodó los ojos.
Oh, estaba tan jodido.
...
— ¿Yunho?
— ¿Hm?
Si bien no levantó la cabeza de los informes, Mingi supo que estaba escuchando.
— ¿Estás libre esta noche?
La respuesta ya la sabía. Yeosang le informó que los padres de Yunho no estarían en casa esa noche, desconocía cómo consiguió la información, pero prefería no preguntar y recibir una verborrea de términos informáticos que no comprendería.
Yunho dejó de prestar atención a su trabajo y regresó a mirarle.
—Lo estoy.
—No lo sé, me gustaría...
— ¿Qué? ¿Invitarme a tu apartamento?
— ¡No! —La negativa se escapó demasiado rápido de sus labios—. Ya sabes... tengo estos... mapaches rabiosos que insisten en entrar.
Yunho se tomó dos segundos de incredulidad antes de reírse por la frase estúpida.
—No llames a tu familia así —pidió negando con su cabeza y se recargó contra el respaldo de su asiento mientras miraba el techo como si pensara en su petición un poco—. ¿Quieres venir a casa?
—Por favor.
Bien, eso fue rápido.
Contó los minutos hasta que el turno de Yunho terminó de una vez y jugó nerviosamente con sus dedos mientras lo veía guardar sus cosas para marcharse.
El camino se sintió tortuosamente lento y el silencio del omega solo lo hizo peor. Quizás por primera vez en ese día, Mingi se dio cuenta de que Yunho no parecía feliz, es más... había algo de tristeza y melancolía en su usual aroma.
Una vez en casa, Mingi pasó por alto el lujo y dejó que Yunho lo guiara hacia una de las habitaciones del segundo piso. El lugar era enorme y silencioso, y aunque se suponía que debería estar buscando dónde se encontraban las terminales de acceso a servidores solo pudo mirar a Yunho, demasiado preocupado como para pensar en algo más.
La habitación amplia y colorida en la que terminó obviamente pertenecía al omega, su aroma estaba por todas partes. Repentinamente se sintió incómodo, temiendo tocar cualquier cosa como si pudiera mancillarla.
Pasando por alto su paranoia, Yunho tomó asiento en el sofá largo frente al televisor, palmeando el costado para que hiciera lo mismo.
—Quería...
— ¿Nos reunimos porque te irás pronto? —lo interrumpió.
Eso no era algo que Yunho debería saber. Se suponía que Mingi sería quien tendría la oportunidad de decirlo y al menos disculparse.
Hongjoong lo había dicho la semana anterior. El contrato que firmó estaba a solo un par de semanas para cumplir el plazo y gracias a que sus planes estaban saliendo a la perfección, Mingi abandonaría pronto las Industrias Jeong. También lo discutió con el padre de Yunho, el hombre intentó convencerlo de que se quedara, y aunque quisiera hacerlo no pudo... por obvias razones.
Desconocía qué sería de su vida después de eso, había demasiadas opciones y cada una era peor que la anterior. Sería un golpe de suerte si Hongjoong le ofrecía algún trabajo en Corea, en verdad no quería estar en el extranjero otra vez, al menos no por ahora.
Apenas mantenía su cordura guardando pequeñas distancias de Yunho, cambiar eso a miles de kilómetros cruzando el mar solo lo haría peor. Se conocía, sabía que no estaría en sus cinco sentidos durante un largo tiempo y sería básicamente inútil para cualquier tipo de trabajo.
—Es cierto, dejaré de trabajar para ti muy pronto.
— ¿Simplemente te irás?
—Si pudiera hacerlo, no lo haría.
—Entonces no lo hagas. —Yunho dejó de evitar su mirada para encararlo, sus manos buscaron las suyas y entrelazó sus dedos en un suave apretón—. ¿Por qué me pediste que pensara si pensabas cumplir las órdenes de los Kim sin importar lo que tenga que decir?
—Creí que te darías cuenta de que no soy lo suficientemente bueno.
Yunho frunció el ceño
— ¿Quieres que sea sincero, Mingi? No importa cuánto lo piense, en verdad creo que eres mi compañero ideal. Sin embargo, no sé qué debería hacer cuando comienzas a invalidarte a ti mismo y poner otras cosas por encima de lo que quieres.
—Yo no...
—Tú sí. Muchas veces entras en conflicto por cosas que desconozco y no sé... sería bueno si pudiéramos ser sincero el uno con el otro y solucionar todo. —Yunho suspiró. Mingi no pudo evitar preguntarse cómo consiguió ver a través de él y cómo aún seguía soportando sus desastres—. ¿Puedo decirte que te quiero sin que sufras un colapso nervioso?
La indiferencia que quería mantener se deshizo como el humo al viento. Era imposible mantener una máscara de frialdad sobre los sentimientos que quemaban, aún más si Yunho era tan sincero como era posible.
—Lo intentaré.
Yunho sonrió.
—Entonces te quiero, Mingi. Por favor quédate.
El caliente, embriagante aroma en su piel lo invadió. Instintivamente envolvió sus brazos alrededor de su cintura y lo apretó contra su pecho esperando no parecer demasiado desesperado.
¿Por qué creía que podría hacer hasta lo imposible por mantenerlo a su lado? Era irracional, era absurdo. Iba en contra de todo lo que creía y por un momento pensó que estaba dispuesto hacerlo.
Pero, ¿cómo?
Incluso si le dijera la verdad Yunho podía no creerle o perder la confianza que le tenía.
No había forma.
Yunho lo miró fijamente como si hubiera leído cada pensamiento que corrió en su cabeza. Una de sus manos acunó su mejilla y acarició suavemente ahí con el pulgar.
—Deja de pensar. Ahora estás conmigo, Mingi —susurró tranquilamente como si estuviera contándole un secreto.
Entonces Mingi pasó sus dedos sobre la línea de su mandíbula, descansando su mano sobre el nacimiento de su cabello. Estaba tan agradecido, tan feliz de conocer a alguien que creía que él, un ladrón mentiroso valía la pena.
Deslizó sus labios contra los suyos, un golpe eléctrico haciendo eco en su pecho y el calor contra su piel derritiéndolo. Si aquello era un sueño donde podía tenerlo sin temer por el mañana no quería despertarse jamás.
El resto de la noche fue un borrón relleno de vértigo. Apenas podía recordar cómo dejó marcas en el cuerpo cálido entre sus brazos o la forma en que su boca perteneció a la suya a la perfección, casi como si hubieran nacido para corresponder al otro.
La mañana siguiente despertó en la amplia cama con Yunho a su lado, sus ojos se mantuvieron cerrados y su respiración pausada, tan pacífico como una ilusión. Mingi peinó el cabello sobre su frente y su nariz se arrugó.
Yunho parpadeó perezosamente.
—Buenos días.
—Buenos días para ti también. —Yunho sonrió.
No supo de qué manera acabó paseando por la gran casa como un recorrido turístico apenas vistiendo un pijama cómodo, descalzo y con un vaso de jugo de naranja. Yunho llenó el silencio hablando sobre su familia y algún par de detalles sobre la decoración, era lindo escucharlo parlotear con libertad.
En algún momento recibió una llamada, contestó apenas unos monosílabos y al terminar se giró hacia él.
—Vamos al despacho de mi padre.
Mingi debió tragar. Esta era la oportunidad que esperaba, ¿no?
El despacho era demasiado grande y había muchas estanterías, aunque lo que más llamó su atención fue la obvia terminal de acceso junto al mueble más alto y una pieza de arte costosa. Seguramente el padre de Yunho no pensaba que alguien peligroso se metería en su casa sin saberlo.
Oh, el error.
Yunho soltó su mano y se dirigió hasta el costado opuesto, comenzando a revisar las variadas carpetas dentro de algunos archivadores. Lo conocía, no prestaba demasiada atención a su alrededor cuando estaba concentrado.
El peso del pequeño USB que Yeosang le entregó hacia algunos días era irrazonablemente demasiado. Esto solo era un pequeño paso en algo que ya había hecho.
Suspirando plantó el dispositivo en el servidor, rogando que el virus se descargara antes de que Yunho terminara lo que sea que estaba haciendo.
Dios, ¿en verdad terminaría de esa manera?
La pequeña luz verde del dispositivo se encendió informando que la descarga estaba hecha.
—Alguien necesita ordenar todo este desastre. —Yunho farfulló en voz baja—. Mingi, ¿puedes ayudarme?
—Sí, por supuesto.
Mingi movió sutilmente su mano hacia el pequeño USB, apresurándose en guardarlo en su bolsillo.
Yunho lo miró desde el otro lado de la habitación, agitando su mano hacia él para que se diera prisa. Por supuesto que llegó a su lado, pero el sentimiento de que ese era el final lo derrumbó.
Un par de días después, Mingi entró en la habitación que Yeosang usaba como su central. Apenas había luz en el espacio reducido por la cantidad de computadoras y casi sufrió un infarto al verlo salir debajo del escritorio con un par de cables enrollados en sus manos.
— ¡¿Qué hacías ahí?! —Mingi sostuvo su corazón en su pecho mientras Yeosang se rió por lo bajo—. Olvídalo, no quiero saber. ¿Conseguiste algo?
Yeosang señaló a la pantalla más grande sobre el escritorio, un montón de códigos rojos corrían a grandes velocidades, imposibles de identificar.
—Conseguí entrar a su sistema, depuré la información que ya tenemos y estoy descifrando las contraseñas de los archivos nuevos. —Al fin se levantó del suelo, sacudiendo sus rodillas para quitarse el polvo y sentándose tras el escritorio—. Solo necesito que termine esto y... oh.
La pantalla pasó de rojo a verde en un segundo. Yeosang comenzó a teclear rápidamente algunos códigos mientras Mingi guardaba silencio y solo esperaba.
Para ese punto, ya se sentía como que estaba haciendo todo en automático. Simplemente no se sentía como él mismo.
Una vez más una barra que avanzaba lentamente comenzó a llenarse en la pantalla.
— ¿Cuándo seguiremos con el robo?
—Hongjoong cree que deberíamos hacerlo la próxima semana. Durante estos días se dedicó a tirarle algunas pistas a la policía, pero ya sabes lo que sucederá, no serán de mucho ayuda, así que envió a su gente para intervenir los tratados que involucraban a personas inocentes. Puede que después intervenga en su contrabando, no lo sé —Yeosang golpeó sus dedos rítmicamente contra la madera del escritorio—. El robo es el golpe final, no creo que logren recuperarse rápidamente después de eso. Hay un gran porcentaje de sus negocios que son completamente limpios, aproximadamente un cincuenta y cinco por ciento de su fortuna viene de ahí.
—Entonces estarán bien, pero nunca ganarán el mismo dinero que antes.
—Al menos no en la vía limpia. —Yeosang regresó a mirarlo—. ¿Te preocupa Yunho?
—No.
Yeosang asintió.
—Lo pillo. No es necesario que mientas.
—Gracias.
Ni siquiera se molestó en negarlo.
Tras un largo silencio la barra en la pantalla se cargó completamente, un montón de archivos diferentes pasaron a la velocidad de la luz.
—Está bien, terminamos. —Yeosang aplaudió por lo bajo—. Enviaré todo eso a Seonghwa. Prepárate para enfrentar el desastre que será esa compañía en cuestión de días.
No estaba preparado y ya se sentía muerto.
Intentaría lidiar con eso.
Durante la primera semana notó que el padre de Yunho actuó erráticamente, era obvio que la gente de Hongjoong comenzó a interferir en algunos negocios importantes que se fueron abajo y el día después del robo fue como un golpe duro y frío. Nadie en el departamento de presidencia comprendía por qué el CEO parecía tan preocupado, casi al borde de un colapso nervioso.
No se alejó de Yunho en ningún momento, al menos hasta que su padre lo llamó a su despacho completamente solo y Mingi no pudo hacer más que esperar durante largas horas.
Cuando regresó supo que era el final.
—Papá dijo que robaron gran parte del capital de las Industrias Jeong durante la mañana, no sabe cómo ni por qué sucedió —Yunho se acercó a él sin dejar de hablar—. ¿Qué hiciste?
Mingi estaba esperando cualquier cosa... menos una acusación.
— ¿Perdón?
—No soy un idiota. Vi cómo guardaste ese USB en tu bolsillo esa mañana, pero fingí no notarlo durante un tiempo.
Estaba mal, estaba muy jodidamente mal.
Le gustaría decir que Yunho estaba enfadado, pero la mueca en su rostro no era más que decepción, y le dolió muchísimo más que cualquier otro sentimiento.
Debía estar preocupándose por lo que podría suceder ahora, pero no hacía más que preocuparse por las reacciones de Yunho. Por primera vez en un largo tiempo dejó de sentirse muerto y supo que esta era su realidad, una de la que no conseguiría más que vidrio roto.
Yunho sabía que tenía algo que ver.
— ¿Tu nombre siquiera es Mingi?
—Soy Mingi. Song Mingi para ser precisos.
¿En verdad pensaba ser sincero ahora?
— ¿Y qué eres? ¿Un ladrón? ¿Todo esto fue un plan retorcido para robarnos?
—No soy un ladrón... al menos no totalmente.
— ¿Entonces qué? —Por primera vez en todo ese tiempo lo escuchó perder los estribos y era por su culpa—. ¿Qué mentira dirás ahora?
— ¡Ninguna! Déjame ser sincero. Por favor, te diré toda la verdad.
Yunho hubiera rodado los ojos de no ser por la tensa situación.
—De ser por mí se lo hubiera dicho a mí padre, pero por alguna razón no puede ir con la policía y no sé qué...
—Eso es porque si va con la policía sus negocios sucios quedarán al descubierto y será muchísimo peor. —Yunho lo miró con sorpresa como si no creyera una palabra de lo que decía—. Escucha, hay muchas cosas que desconoces de este lugar y en verdad temo de...
— ¿De qué? ¿Algo como ir a prisión?
—Las legalidades del mundo no rigen aquí, Yunho. Si lo hicieran todos acabaríamos mal sin excepciones, por eso nadie los involucra.
Tal vez estaba soltando demasiado en muy poco tiempo, pero no podía permitirse la ambigüedad cuando Yunho parecía estar a punto de marcharse de ahí para revelarle lo que sabía a su padre. Después de todo, Mingi había confesado sin siquiera un poco de presión.
Oh, por todos los cielos. Podría ser hombre muerto.
Yunho cerró su mano alrededor de su muñeca y tiró, acercándolo peligrosamente.
—Explícame, no quiero que te guardes nada. ¿Está claro?
Era el único que podía decirle la verdad y pensaba hacerlo.
Antes de poder pensarlo un poco comenzó a hablar, explicarle qué demonios era él y por qué razón estaba allí. Hubo un montón de sentimientos encontrados al revelarle de lo que su padre estuvo haciendo tras sus espaldas, poniéndolos en peligro con gente de temer.
Sin embargo cuando quiso decirle que le amaba, lo que era la única verdad que siempre se mantuvo a pesar de lo que sucedió... Yunho se negó.
—Vete al demonio tú y la... ¿mafia blanca? No tengo la menor idea. Me duele la cabeza. —Yunho se alejó y por primera vez lo miró como nunca pensó que haría, repleto de aversión y disgusto—. No puedes estar esperando que te crea. Estás hablando de mi padre... él no... jamás haría algo así solo por dinero.
—Lo hizo y por eso terminé aquí —Mingi farfulló—. Pero te prometo que-
—Mingi, vete.
—Yunho...
—Solo vete.
En ese momento en que no pudo insistir más, supo que se acabó.
...
—Tendrás que irte durante un tiempo, prometo que no será mucho, apenas lo suficiente para que no seas relacionado a nada de esto —Hongjoong dijo con una mueca en el rostro, tampoco parecía estar feliz de enviarlo kilómetros lejos de nuevo.
Mingi estuvo a nada de levantarse para protestar, era imposible marcharse cuando Yunho no creía en nada de lo que decía y mucho menos de lo que sentía, pero no pudo abrir la boca.
Es decir, ¿qué más podía hacer? Ya no importaba nada.
Por eso tras meses de su regreso a Corea volvió a tomar un avión hacía Moscú, Rusia, esperando encontrarse con el mismo frío que sentía en el corazón.
No había día en que no se levantara con un par de mensajes de San —el único que podía comprender qué sucedió entre Yunho y él— en un intento de subirle el ánimo, asegurándole que pronto volvería a ser como antes y regresaría a casa con ellos.
Sin embargo, ¿cómo podía desear que las cosas fueran como antes de conocer a Yunho?
Imposible.
Un día tan cualquiera como otro se encontró con una noticia diferente, en la gran mayoría de los portales de noticias de Corea se revelaba como notica importante la muerte del padre de Yunho. Al parecer ocultaba un frágil estado de salud que acabó por ceder.
Encontró algún par de fotografías del velorio y se aferró a una de ellas con amargura. Yunho estaba entre el resto de personas, había bajado de peso y tenía marcadas ojeas bajo sus ojos, se le hizo casi irreconocible.
Eso encendió las alarmas en su cabeza. Yunho amaba a su familia y ahora debía estar destrozado.
Sin poder evitarlo terminó llamando a Yeosang. Por algún motivo que desconocía siguió trabajando en las Industrias Jeong como si no fuera la razón de su derrumbe, pero en ese momento no era su prioridad: era Yunho.
—No lo sé, es extraño. Ha estado un poco lúgubre por aquí desde que su padre... ya sabes, se fue. Creo que su madre también decidió viajar a otro lado para pasar el luto. Sin embargo parece que algo lo está preocupando mucho más que cualquier otra cosa.
— ¿Algo como qué?
—Ni la menor idea. —Podía jurar que Yeosang hizo una mueca—. Oh, es verdad. Ha preguntado un par de veces por ti, pero en cuanto invento alguna estupidez dice que está bien y se marcha. ¿Le hiciste algo?
—Hay algo que no les dije. —Mingi mordió su labio inferior para no suspirar—. Yunho sabe todo lo que hice.
Hubo un largo silencio en la línea.
— ¿Qué?
—Sabe que fuimos los culpables tras el derrumbe de su compañía, también sabe quién soy y los verdaderos trabajos que hago para Hongjoong.
—Espera, ¿entonces por qué me dejó quedarme aquí? Estoy relacionado contigo, es evidente que tuve algo que ver también.
Desconocía el por qué. No tenía sentido, en la primera oportunidad Yunho debió delatarlo o hacer el mínimo movimiento para dejarlo al descubierto, sin embargo no hizo nada. Incluso Yeosang seguía a su lado como si nada hubiese sucedido.
¿Qué estaba pasando?
No consiguió la respuesta a esa pregunta hasta un par de semanas después. Recibió una llamada a las siete de la mañana que lo hizo salir de la cama completamente adormilado, a menos hasta que leyó el nombre en la pantalla.
No pudo creerlo.
"Yunho"
Esperó a que el nombre desapareciera y solo fuera una jugada de su desordenada cabeza, pero no importó cuantos segundos pasaron el remitente seguía siendo real. Tragando el temor y la angustia, contestó. Espero diez segundos, luego veinte. El silencio en la línea se prolongó.
— ¿Mingi?
Su corazón se disparó.
—Yunho.
No tenía sentido. Yunho sabía que Mingi debía terminar todas sus conexiones con los Jeong después de lo que hizo, entonces por qué... ¿por qué intentó llamarlo de todas formas?
—Estás... ¿estás bien?
—Lo estoy. —No, Mingi no lo estaba. Yunho suspiró al escucharlo y si bien por un momento pensó que cortaría la llamada, no lo hizo—. Lamento lo que sucedió. ¿Cómo estás...?
—Bien... —Una vez más el silencio casi mortal se repitió. Mingi intentó hacer funcionar su cabeza para preguntar qué estaba sucediendo, porque todo apuntaba a que algo estaba mal—. Bien, estoy mintiendo. Tienes que ayudarme.
— ¿Qué sucedió?
— ¡No lo sé! Solo... tenías razón, sobre mi padre, sobre todo. Los estúpidos negocios sucios siguen incluso después de su muerte y yo... no... ¿cómo podría seguir con esto?
Un escalofrío escaló por su espalda. Después de lo que hicieron debieron derrumbar los negocios ilegales, no deberían por qué seguir ahora que Yunho estaba ocupando el lugar de su padre.
—Maldición. No se suponía que sería de esta manera.
— ¿Me ayudarás? No puedo hacer nada, ni siquiera sé por dónde debería empezar —hubo un pequeño temblor en su voz—. Y cada día se han vuelto más insistentes, creí que podría ignorarlos... pero no.
Amenazas. Definitivamente estaba siendo amenazado.
—Escucha, no contestes ninguna llamada, mucho menos si son de amigos de tu padre. —Mingi miró a su alrededor, sintiéndose impotente por estar miles de kilómetros lejos y sin nada que pudiera hacer—. Estaré allí pronto.
— ¿Cuánto?
—Estoy en Rusia en este momento, pero regresaré pronto. Lo prometo.
— ¿Te piensas arriesgar así?
— ¡No pienso dejarte! No otra vez.
Yunho lo llamó por alguna razón y aún si no quedaba ni un poco de confianza, Mingi iba a protegerlo. No necesitaba un estúpido contrato ni una orden para hacerlo.
Lo haría porque quería y más importante, porque amaba a Yunho aun si nunca podría tenerlo de vuelta.
Casi en un acto desesperado y sin molestarse en avisar a nadie, tomó sus cosas y compró el vuelo más temprano que encontró. Cada una de sus acciones parecía erráticas, pero no podía importarle menos.
Estar una vez más en el aeropuerto de Corea le hizo recordar a la primera vez hacía tantos meses, esa época donde no se preocupaba por nada más que seguir y órdenes y seguir con su vida. Cambió mucho desde ese momento... porque ahora todo lo que le importaba era Yunho.
Sin importarle aguardar un segundo más, salió.
Notó una figura solitaria apoyada contra la puerta de un auto deportivo. Yunho vestía una gabardina negra y cruzaba los brazos incómodamente sobre su pecho, hombros rígidos mientras miraba hacia Mingi como si se tratara de un espejismo.
La calle se sintió extrañamente silenciosa cuando Mingi caminó hacia Yunho. Su corazón casi cayó por completo al notar lo perdido y desalentado que se veía, no era el omega fuerte y confiado que conoció por primera vez. Mingi deseó borrar cada signo de angustia en su bonito rostro y asegurarle que ahora todo estaría bien, que no tendría que preocuparse nunca más.
Se detuvo apenas unas pulgadas lejos de Yunho, su mano se cerró alrededor de su muñeca y tiró de él contra su pecho en un intento desesperado de asegurarse que era real, que ahora podría protegerlo como siempre deseó.
—Uhm, ¿Mingi?
El sonido de su voz lo arrojó a la realidad. Desenredó sus brazos de su cintura sintiéndose avergonzado.
—Perdón, solo...
Yunho no se molestó en seguir escuchando, arrojó su maleta en el asiento trasero, abrió la puerta del copiloto e hizo un gesto con la cabeza.
—Entra.
Mingi no hizo más que seguir sus órdenes.
No hubo una palabra entre ellos mientras Yunho conducía por un camino diferente, más pronto que tarde acabaron en un condominio en el centro de Seúl, era la primera vez que estaban en ese lugar.
Un ascensor privado los llevó al último piso y cuando las puertas se abrieron se topó con una amplia sala de estar. Aparentemente, Yunho estaba viviendo en ese lugar y no en la casa de sus padres.
— ¿Por qué...?
—No me estoy quedando en casa. Estar ahí me hace sentir fatal. —Yunho no se molestó en explica algo más—. ¿Quieres algo? El viaje es bastante largo, entonces...
—No te preocupes por mí, sabes la razón por la que estoy aquí y no quiero hacer las cosas más incómodas para ti. —Mingi bajó la cabeza, vergüenza expandiéndose por su cuerpo—. Debe ser bastante difícil para ti tenerme aquí, así que por favor-
—Deja de asumir cosas por mí, ¿bien? —Yunho pidió.
Se miraron el uno al otro. Instintivamente la mano de Mingi buscó la de Yunho, entrelazando sus dedos como solían hacer meses atrás, solo que ahora se sintió doloroso por el anhelo profundo.
—Deberías estar odiándome ahora... o al menos estar enfadado conmigo.
—En un principio estaba furioso, obviamente. Sin embargo, cuando papá murió y todas sus responsabilidades acabaron siendo las mías... me enteré de que estábamos metidos hasta el cuello en tratados ilegales y no tenía la menor idea. —Yunho apretó sus labios en una línea fina, arrepentimiento y dolor en su voz—. Tenías razón sobre él, Mingi.
—Lo lamento.
—No te disculpes, no es tu culpa. —Una mueca se formó en sus labios como un casi intento de sonrisa—. Además... gracias a lo que sea que hicieron nos quitaron grandes problemas de encima, muchos de los antiguos socios de mi padre no regresaron... solo que algunos lo hicieron y...
Una sombra de incertidumbre se cernió sobre él. Mingi apretó suavemente su mano para tranquilizarlo. No tenía por qué temer si estaría a su lado de ahora en adelante, dispuesto a recibir cada una de las balas por él.
—Solucionaré todo.
— ¿Estás seguro?
—Por supuesto. Conozco este tipo de personas y puedo tratar con ellos.
— ¿No meterás a Kim Hongjoong en problemas? Es tu líder y...
—Nadie sabe lo que hace... ni tampoco qué hace ninguno de nosotros. Con nuestras identidades reales para el bajo mundo no somos nadie, por eso podemos meternos en sus compañías y desmantelar sus trabajos sucios sin problemas. No sospechan de nada.
— ¿Entonces por qué terminé enterándome?
—Contigo me volví estúpido, no lo sé... mi cerebro se apaga cuando estoy cerca, perdón.
Yunho lo miró largamente antes de reír, quizás como no hacía en semanas.
—Maldita sea, Mingi. —Yunho se quejó—. No puedes hacer todas estas cosas y luego decir algo así. Incluso aunque no sé nada de tu mundo sé que actuaste sin pensar. Es más, ¿por qué no cambiaste de número?
—Quería estar para ti si solo alguna vez pensabas en llamar. —La verdad fue casi liberadora—. Déjame preguntar devuelta. ¿Por qué no despediste a Yeosang? Es obvio que hizo gran parte en el derrumbe.
—Sí, pero... no lo sé. Pensé que en algún momento terminaría necesitándote y si no lo conseguía, él estaría ahí para ubicarte.
—Yunho...
En algún momento acabaron demasiado cerca el uno del otro, la respiración calmada del omega contra su mentón recordándole a algún beso fantasma del pasado. Por un momento en verdad creyó que ocurriría, pero Yunho guardó la distancia.
—Estoy en conflicto, hay demasiadas cosas pasando. Perdón.
—Puedes estar tranquilo. No es necesario que pienses cuando estás conmigo.
Una sonrisa tiró de sus labios.
—Gracias.
Aplastando sus sentimientos por Yunho hasta al fondo decidió hacer lo que tenía que hacer. Pensó que lo mejor sería separarse, Mingi tenía un lugar para quedarse y no necesitaba molestar a Yunho con su presencia, sin embargo dejarlo por su cuenta lo hacía sentir fatal. Era obvio que no estaba cuidándose como debería.
Cuando le ofreció irse con él, no pensó que aceptaría.
Bastó solo un par de días para que Yunho se mudara momentáneamente con a su apartamento. A pesar de eso decidió no molestarlo, diciéndole que podía usar libremente todo lo que quisiera sin preguntar.
En un principio tomó el asunto como cualquier trabajo importante, recopilando información y asegurándose de conocer hasta el mínimo detalle significativo de esos sujetos peligrosos.
Dispuesto a no perder absolutamente nada de tiempo acabó llamando a San para pedir su ayuda, pero al pedirle que fuera a su apartamento no recibió más que gritos descontrolados. Olvidó avisar que regresaría y claro que hicieron un escándalo por él.
— ¡Por un demonio, estamos a unos metros de ti! ¿Cómo olvidas decir que estabas de vuelta? —San se quejó abrazándose a su costado—. Eres un insensible.
—No lo soy, solo...
—Cállate, Mingi. Intentamos quejarnos aquí —Wooyoung lo reprochó desde el otro lado, parándose sobre la punta de sus pies para besar su mejilla—. Listo, saludo terminado. Se fue el Wooyoung bueno, ahora entra el Wooyoung malo.
El omega picó sus costillas dolorosamente.
— ¡Ustedes siempre son...! —Mingi exclamó al menos hasta que escuchó un plato rompiéndose en la cocina—. ¡Yeosang, aléjate de mí nevera!
—No puedo creer que ustedes destrozan compañías como si fueran torres de madera. —Yunho se rió desde el sofá.
—Oh, créeme. Nosotros tampoco. —Wooyoung se encogió de hombros antes de estirarse para jalar la oreja de Mingi—. Ahora si nos disculpas, este chico debe explicar muchas cosas.
—Ah, ¿te refieres a mí? Puedes estar tranquilo, no haré nada. Estoy aprendiendo como funciona este desastre —Yunho hizo un gesto con la mano para bajarle importancia al hecho de estar con los mismos sujetos que robaron a su familia. Luego se levantó para dirigirse a la cocina—. ¡Yeosang! Los Kit-Kat están en la parte de arriba.
Mingi jadeó.
—Me siento atacado en mi propia casa.
Tras muchas explicaciones escuetas en las cuales se vio cuestionado muchas veces, su familia decidió ayudarle. Un trabajo investigativo en las calles, un par de virus en algunos sistemas y estaba listo para comenzar a tratar con la gente equivocada.
..
Fue un largo y agotador mes. Llegó a lugares donde no pensó que estaría y muchas veces se sintió asqueado, pero al menos tuvo el apoyo de su familia y más importante... a Yunho. No importaba lo tarde que llegara a casa o el cansancio evidente en su mirada, el hombre esperaba pacientemente por él hasta que regresara sano y salvo.
No eran lo mismo que antes, ya no había mentiras y secretos, pero aún existían los fragmentos de algo que estuvo allí entre ellos. Era un poco doloroso, sobre todo porque a veces el más pequeño gesto levantaba unas esperanzas que deberían ser inexistentes.
Debió convencerse a sí mismo que no importaba cuantas veces el omega recargara la cabeza contra su hombro o cuantas veces tomaba sus manos durante el día, no era más que la gratitud en pequeños movimientos. Mingi no tenía permitido confundirse, fue él quien rompió todo lo que alguna vez Yunho le ofreció y ahora debía lidiar con las consecuencias de tener el sol entre las manos pero no poder conservarlo.
— ¿En qué estás pensando? Pones caras tristes. —San se quejó mientras el ascensor subía hasta su piso.
Mingi suspiró.
—San, ¿estás mirando? —Mingi señaló la cortada limpia en su mano y luego la clara mejilla magullada del otro alfa—. No me pondré a sonreír cuando casi nos matan.
—Tú lo dijiste, casi. —San sonrió como si no le doliera el hematoma—. Entonces dejemos las tontas heridas de lado. ¿Qué harás ahora?
— ¿Con qué?
—Yunho. Sabes que esos sujetos fueron los últimos en tener tratados con su padre.
Mingi se relamió los labios —ahora no resecos— y apretó el puño de su mano intacta. Era cierto, no quedarían más personas peligrosas acechando a los Jeong. Después de lo que habían hecho, Yunho podría llevar las riendas de su compañía tranquilamente por la vía legal.
Y Mingi no pertenecía a ese lugar, mucho menos a su lado.
San palmeó su espalda.
—Deja de mortificarte, Minky. No puedes vivir toda tu vida creyendo que eres malo.
—Pero...
—Sin peros. Sé sincero con él, verás cómo resultará para mejor.
Despidiéndose con una sonrisa, San lo dejó fuera de la puerta de su apartamento.
Debió juntar valor antes de abrir la puerta de su propio lugar. Justo como imaginó, Yunho estaba apoyado contra el respaldo del sofá esperando a que apareciera. El sonido de la puerta cerrándose lo hizo alzar la cabeza con una bonita sonrisa en sus labios, una que desapareció al notar su mano cubierta de sangre seca y un pañuelo burdamente amarrado.
— ¡Mingi...! ¿Qué pasó? —Yunho lo miró con sorpresa, no consiguió decirle una palabra antes de que lo llevara al cuarto de baño. Una vez ahí comenzó a revisar el botiquín para conseguir lo necesario y sanar la herida en su mano—. ¿Cómo te hiciste eso?
Mingi frunció sus labios mientras lo miraba remojar bolitas de algodón en alcohol desinfectante.
—El último de los socios de tu padre se puso violento, creo que no le gustó mi respuesta.
— ¿Qué le dijiste?
—Que si quería traficar con malditos órganos se los pidiera a su madre.
Yunho hizo una mueca preocupada antes de comenzar a curar la herida. Mingi no tuvo corazón para decirle que estaba bien, pasó por algunas cosas así en el pasado. Además fue agradable sentir el calor de su piel por sobre del ardor del alcohol en la herida.
— ¿Pelearon por eso?
—Sí. No estoy orgulloso. —Mingi lo miró curar sus heridas y antes de evitarlo volvió a hablar—. ¿Por qué me llamaste para solucionar esto? Es decir, Yeosang no se hubiera molestado en enviarte con Hongjoong.
—No lo sé. Me sentí aterrado y fuiste la única persona en que pude pensar, pero también... —dejó la frase en el aire y a su corazón a nada de salir disparado de su pecho—, también quería verte otra vez. Es estúpido, sé que no eres el tipo de persona que se queda y que nunca sentirás lo mismo que siento por ti, pero...
La verdad lo golpeó de frente. ¿Es que Yunho no lo veía? Estaba desesperado por mantenerlo a su lado aun si debía enfrentarse al mundo para conseguirlo. Inclusive había hablado con Hongjoong antes y casi se volvió loco cuando explicó lo que sucedió entre Yunho y él. Por suerte, Seonghwa le dio un golpe en la nuca y le ordenó que lo dejara en paz, era la primera vez que lo veía enamorado y no permitiría que le pasara nada.
Las personas importantes para él sabían qué sentimientos tenía por el omega.
Y Yunho no lo sabía.
Olvidándose de la herida, volteó su mano y entrelazó sus dedos con los de Yunho.
— ¡Hey, no hagas...!
—Te amo.
El algodón sucio resbaló de sus manos torpemente.
— ¿Qué?
—Se suponía que trabajaría para ti mientras intentaba investigar a tu padre, nunca me ordenaron jugar contigo... simplemente me enamoré de ti y dejé que las cosas pasaran aunque no debía hacerlo. Fui sincero cuando dije que te quería y soy sincero ahora cuando digo que te amo.
—No estás... ¿por qué ahora?
—Quise decírtelo antes de irme y no tuve la oportunidad de hacerlo. No quiero que pase otra vez.
La alegría en sus ojos se perdió al escuchar esa última parte.
— ¿Te iras...?
—Si quieres que me vaya, lo haré.
Yunho mordió su labio. Por algún motivo le recordó esa noche meses atrás cuando le pidió que se quedara a su lado y Mingi no pudo responder con claridad.
— ¿Y si te pido que te quedes?
—Entonces me quedaré. —No había forma en el universo en que pudiera dejar a Yunho con el corazón en la mano una vez más—. Pero tendrás que soportarme, estoy tan enamorado de ti que incluso yo creo que es aterrador.
—Me gustaría pedirte que te quedaras, sin embargo... no soy el mismo de antes. Han pasado demasiadas cosas, he descubierto muchas y pensado en varias. —Por primera vez lo vio temblar—. ¿Esperarías por mí?
—Puedo esperar por ti todo el tiempo que necesites.
— ¿Por qué?
—Eres mi compañero.
Decirlo fue como declararle que recordaba cada una de las palabras que alguna vez le dijo, que recordaba cada abrazo y cada beso. Nunca podría olvidarlo, cada uno de los recuerdos que compartió junto a Yunho eran valiosos y pensaba atesorarlos hasta el final de sus días.
Los brazos de Yunho se apretaron alrededor de su cuerpo, tan gentilmente como solo él podía hacerlo. Mingi recargó su mejilla contra su cabeza y cerró los ojos, sintiéndose como si hubiera recorrido miles de millas durante toda su vida para llegar a este punto donde realmente era feliz.
—Supongo que soportarás a tu compañero dando vueltas por tu apartamento y metiendo a tu familia dentro sin preguntar, ¿no?
Mingi rió.
—Solo si mi compañero acepta que sea un pegajoso.
—Bien, pero dejarás de dudar y me abrazarás por la noche.
—Trato hecho.
Sus labios se deslizaron contra los suyos, confirmándole que ese fue el mejor trato que Mingi cerró en su vida.
Estaba dispuesto a esperarlo. Yunho estuvo para él cuando era un desastre, amó sus defectos y curó las heridas en su corazón sin percatarse. Mingi aceptaba que este era su turno y por supuesto que pensaba hacerlo, amarlo hasta que su sonrisa regresara completamente a sus labios.
Quedándose cada día a su lado con la sinceridad que siempre mereció.
—Y también te amo.
Era una promesa.
¡Fin! Acabo de escribir todo eso en un mes, estoy orgullosa de mí misma.
Gracias por leer. <3
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