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✦ x. photos reveal the truth

«De esta no te me vas a escapar...»

Pensó con cierto resentimiento hacia esa persona, una sensación amarga se arrastró por su garganta mientras observaba al estudiante de periodismo y fotografía, Kim Seungmin, abandonar su apartamento. El atuendo que llevaba era distinto, algo que nunca le vio antes. Seungmin, tan predecible, de repente parecía un enigma. Frunció el ceño, apartando los binoculares por un instante para procesar lo que estaba viendo. La desconfianza se arrastró por su piel como una sombra, oscureciendo su juicio. Hay algo en la forma en que su sospechoso principal se movía, en la manera en que miraba a su alrededor antes de salir de su edificio, que no le cuadraba.

La voz de su compañero de trabajo interrumpió sus pensamientos, sacándolo de su ensimismamiento y solo para hacerle una pregunta que dejaban claro su preocupación.

—¿Estás seguro de hacer esto, Detective Seo?

La pregunta le cayó como una cubeta de agua fría. ¿Estaba seguro? La verdad era que no lo estaba. Pero no tenía otra opción. Tenía que averiguar qué está pasando, tenía que descubrir la verdad. Aun cuando, eso significara tener que desconfiar de alguien a quien su compañero consideraba un aliado. Sin embargo, tenía que descubrir qué está sucediendo, tenía que desentrañar el misterio que era Kim Seungmin.

—Claro que sí, Emerson.

—¿El detective...?—lo miró brevemente, como si lo estuviese tomando por tonto.

—Por supuesto que lo sabe, ¿acaso pensabas que realmente desconfiaba del Detective Han? Es mi compañero, hemos trabajado juntos durante mucho tiempo. Y de los dos, deberías desconfiar de mí, en todo caso. Presta atención.—le reprendió, dando una señal a su colega a que pusiera en marcha el camión. Apretó el micrófono que le permitiría comunicarse con su compañero.—Jisung, en posición.

Entendido.

Se oyó su voz a través del micrófono que sus colegas le han colocado en su traje habitual. En su mirada se podía ver que no le gustaba hacer esto, mucho menos con Kim Seungmin, que había sido la única persona que ha dicho la verdad desde que supieron sobre la desaparición de la princesa.

Aunque... Me siento incómodo haciendo esto.

—Han, ya lo hemos discutido. Es para verificar cuánto empeño le pone a sus investigaciones, tenemos que saber si esas fotos de verdad fueron pura coincidencia o... él las manipuló.

Eso es absurdo, ¿por qué haría algo así? No nos hubiese llamado en primer lugar, Changbin.—protestó molesto, a través del micrófono. Notó que Seungmin apareció detrás de él en la siguiente cuadra.—Ya está aquí.

—Lo entiendo, Han, pero no podemos descartar ninguna posibilidad. En este punto, cualquier cosa es posible.

Eso sigue sin tener sentido. Seungmin no tiene motivo para...—el Detective Seo le interrumpió.

—Seungmin está haciendo exactamente lo que le pedimos. Está siguiendo tus movimientos, recabando información. Esto es un test, Jisung. Necesitamos saber si se puede confiar en él, si sus intenciones son genuinas.

El Detective Han suspiró, rindiéndose ante la lógica de su compañero. No le gustaba, empero, entendía la necesidad de verificar la confiabilidad de Seungmin. Aunque él se encontraba demasiado seguro de que el universitario no tenía nada que ver en todo este juego macabro que aquellos secuestradores han decidido por inventar, y todo para distraerlos, porque el Detective Han Jisung no era ningún imbécil, sabía a ciencia cierta de que todo esto era una distracción para que se centren más en los posibles sospechosos que en los verdaderos criminales.

—Por cierto, recuerda que Seungmin no sabe que estamos observándolo observarte. Así que actúa con normalidad.—el detective recordó, cortando cualquier señal que pudiera ponerlos en aprietos con el universitario—Vamos... Házlo... Cae.

Murmuró el Detective Seo Changbin, entrelazando sus manos en un gesto de súplica, esperando que el universitario haga lo que mejor sabe hacer. Estaba convencido de que el estudiante se hallaba, de alguna forma, implicado en el secuestro de la princesa Mintara Yontararak. Tenía todas las características sospechosas y está seguro de que debían profundizar más en su pasado que en su presente, pero extrañamente esa información no yace disponible en ninguna parte y mucho menos a su alcance, lo que lo hacía parecer aún más sospechoso. No obstante, de repente, Kim Seungmin se detuvo y decidió sentarse en una de las mesas al aire libre de una cafetería. Eso confundió al detective a cargo, ya que no comprendía lo que está haciendo cuando se suponía que debía seguir al otro detective.

La mirada intensa de Seungmin estaba fija en las fotografías que tomó del Detective Han. Cada imagen era un testimonio silencioso de las horas que ha pasado siguiéndolo, observando cada uno de sus movimientos. Su cabeza está ligeramente inclinada, su expresión era de concentración absoluta, como si estuviera a punto de desentrañar un misterio. En ese momento, una camarera se acercó a su mesa. Era una chica joven, su cara iluminado por una sonrisa amigable. Extendió un menú hacia el universitario, pero él yace tan absorto en sus fotografías que parecía no notarla. La mujer se quedó allí, una expresión de desconcierto cruzó su cara mientras esperaba pacientemente a que el chico de ojos oscuros levantara la vista. A unos metros de distancia, el Detective Seo Changbin analizaba la escena con nerviosismo.

Poraue cada gesto de Seungmin, cada cambio en su expresión, parecía aumentar la presión en su pecho. Temía que el inteligente universitario se diera cuenta de que se encontraba siendo vigilado. Finalmente, Kim Seungmin levantó la vista y le dirigió una sonrisa a la camarera.

—Mis disculpas por la espera—comentó, el tono de su voz era suave pero firme—. Me gustaría un café negro sin azúcar, por favor.

El alivio se apoderó de Changbin, su cuerpo se relajó al escuchar las palabras del universitario gracias a uno de los micrófonos que le pudieron poner de la manera más disimulada posible. Por ahora, al menos, su vigilancia seguía siendo un secreto. Sin embargo, la inteligencia de Seungmin era innegable, y el Detective Seo Changbin sabía que tendría que mantenerse alerta. Sí o sí, sabía que él tenía algo que ver.

Examiné las fotografías del Detective Han Jisung con meticulosidad, estudiando los detalle a profundidad, cada sombra, cada expresión. Y en medio de ese mar de información, algo había captado mi atención. Algo que no encajaba, algo que parecía fuera de lugar. Y entonces lo vi: la silueta del Detective Seo Changbin. De repente, las piezas del rompecabezas comenzaron a encajar. Decidí darme unos minutos para terminar mi café negro, necesitaba tiempo para poder procesar la revelación.

Mientras el líquido oscuro descendía por mi garganta, dejé el dinero en la mesa y me levanté con determinación. Mis ojos se posaron en una camioneta negra estacionada en una calle cercana. Sin dudarlo, me dirigí hacia ella, la adrenalina palpitando en mis venas con molestia. Abrí la puerta de la camioneta con un movimiento brusco, revelando a un sorprendido Detective Seo. Sacándose los audífonos y levantándose de su asiento, me miró con una mezcla de sorpresa y cautela. Solamente que eso no me importaba. Estaba furioso, la ira hervía en mi interior como un volcán a punto de estallar.

—¿Así que soy solo una pieza en tu tablero de ajedrez, Detective?—le espeté, mis palabras eran afiladas como cuchillas. La frustración y la ira se mezclaban en mi voz, formando un cóctel explosivo de emociones.

Todo ese tiempo valioso que perdí, todas las cosas que dejé de lado... Todo porque el Detective Seo Changbin decidió que podía jugar conmigo como si fuera su marioneta. No, no iba a permitirlo. No iba a ser su juguete nuevamente. Estaba demasiado irritado ahora mismo debido a que tendría que estar estudiando para un final muy importante que conllevaba mi carrera universitaria, pero era muy claro que no podía hacerlo porque la policía me quería exprimir hasta matarme. El Detective me miró, su expresión era indescifrable. Hay una frialdad en su mirada que me hizo estremecer. Cuando al fin habló, su voz era demasiado fría como su mirada.

—No eres un peón, niño—comenzó, su voz era cortante—. Pero tampoco eres alguien en quien confío plenamente. No se trata del Detective Han, se trata de ti, Kim Seungmin.—hizo una pausa, su mirada se endureció aún más—Hay cosas en juego aquí que no puedes entender. Y hay personas involucradas que podrían salir lastimadas si la información incorrecta cae en las manos equivocadas.

Sus ojos se posaron en mí, y por un instante, sentí como si me estuviera examinando, buscando alguna señal de culpabilidad. Cuando dejé varias veces en claro que yo apenas conocía a la princesa que ha desaparecido erráticamente, simplemente habíamos tenido una breve conversación, nada más que eso. Sin embargo, no sabía que aceptar la amabilidad de esa mujer me hubiese generado tantos problemas como los que tenía ahora mismo.

Es por esto que no le podía quitar la mirada de encima al Detective Changbin, me encontraba demasiado furioso con todas sus acusaciones. Por demás de que todo este tiempo lo único que estuve haciendo era ayudar con el caso, muchísimo más en el segundo en que dejé asegurado que del único policía que confiaba era en el Detective Han Jisung, y no en él. Porque me daba mucha mala espina.

—Y eso te incluye a ti, Seungmin—añadió, su tono de voz era un hilo de acero—. No voy a permitir que pongas en peligro a la princesa Mintara Yontararak con tus juegos.

Pero, ¿de qué juego estaba hablando? Cuando el único que parecía estar jugando era él. La acusación colgaba en el aire entre nosotros, una barrera fría e impenetrable. El Detective no confiaba en mí, eso estaba claro. Y no iba a dejar que jugara con la vida de la princesa. La acusación del Detective Seo Changbin me golpeó con la fuerza de un golpe directo al estómago. La ira se encendió en mi interior, una llama feroz que amenazaba con consumirme.

Puedo observar que el Detective Han aparece a nuestro lado, quitándose el micrófono que cargaba. Yacía desconcertado por la conversación que nos encontrábamos teniendo ahora mismo, mucho más en el tiempo en que no le quitaba la mirada a su compañero en lo absoluto. Entonces, cuando encontré mi voz, salió dura y cargada de frustración.

—¿Es eso lo que piensa de mí, Detective?—pregunté, mis palabras eran como cuchillas afiladas.—¿Cree qué sería capaz de secuestrar a la princesa Mintara Yontararak? ¿Es eso lo que realmente piensa usted de mí? ¿Ah?—hice una pausa, tratando de controlar la ira que bullía en mi interior. Estoy cansado de las sospechas, cansado de las acusaciones infundadas.—Estoy harto de sus insinuaciones, Seo. Estoy harto de que me trate como a un criminal cuando lo único que he intentado es ayudar.

Le sostuve la mirada, y por un instante, vi un atisbo de sorpresa en sus faroles. Pero no me importó. Estoy harto de sus juegos, harto de sus acusaciones. No iba a permitir que me tratara como a un villano cuando yo no había hecho nada malo, así que le dediqué una última mirada al Detective Han, y después miré a su compañero a los ojos, mi voz era firme y llena de determinación cuando hablé.

—No esperes más ayuda de mi parte, Detective Seo.—declaré, echándole un vistazo.—Has encendido un fuego que no podrás apagar. Y tendrás que lidiar con ello toda tu vida.

Con eso, me di la vuelta y salí de aquella calle donde estábamos teniendo una brusca conversación, dejando en el aire un eco de mi enojo y la certeza de que no habría una segunda oportunidad.

—¿Qué has hecho?

La pregunta de su colega, Jisung, colgaba en el aire, una nota discordante en la tranquila tarde. Miraban la figura de Kim Seungmin mientras se alejaba, su silueta se desvanecía gradualmente hasta que finalmente se perdió en la multitud de la calle concurrida. El silencio que siguió fue casi ensordecedor, solo roto por el distante bullicio de la ciudad. Sin embargo, a pesar de la desaparición de Kim Seungmin, su presencia aún se sentía fuertemente. Su última frase, pronunciada con tanta firmeza y determinación, resonaba en la mente del Detective Seo como un eco persistente. «Has encendido un fuego que no podrás apagar. Y tendrás que lidiar con ello toda tu vida.»

Changbin se quedó inmóvil, su mirada fija en el lugar donde Seungmin desapareció. Las palabras del universitario parecían haberse grabado en su mente, cada sílaba, inflexión, matiz de su voz. Hay una gravedad en esas palabras, una promesa no dicha que dejaba al mayor inquieto. La calle volvió a su bullicio habitual, la vida continuaba como si nada hubiera pasado. Pero para Changbin, el mundo se detuvo en esa última frase, en ese último vistazo a Kim antes de que desapareciera de su vista. Y aunque el chico ya no está allí, su presencia parecía haber dejado una huella imborrable en el aire.

—Hice lo necesario.

—No, has enfurecido a la única persona que podría haber sido clave en el caso de la princesa. ¿No lo comprendes?—Jisung se volteó, enojado con su compañero. Porque le había dicho en más de una vez que no debía de desconfiar de él.

—Parece que el que no comprende eres tú, Jisung—replicó, levantando una ceja—. He logrado exactamente lo que quería. Y créeme, ese chico sabe más de lo que deja ver. Estoy convencido de ello.

Los pensamientos del Detective Seo Changbin giraban en torno a la última frase de Kim Seungmin. ¿Hay algo más en sus palabras? ¿Podría ser una pista sobre la princesa desaparecida y no simplemente un reflejo de su enojo hacia él? Seo Changbin sabía que el menor es inteligente, muy inteligente. ¿Ha dejado caer una pista a propósito, sabiendo que el Detective Changbin la recogería? ¿O es el reflejo de su descontento? Él se quedó allí, en silencio, mientras las palabras del sujeto seguían resonando en su cabeza.

—Vamos, Changbin—dijo Jisung, interrumpiendo sus pensamientos—. Tenemos que volver al trabajo.

Pero él apenas lo escuchaba. Estaba demasiado absorto en sus pensamientos, tratando de descifrar el enigma que Seungmin había dejado atrás.

—«Has encendido un fuego que no podrás apagar...»—citó las palabras de Seungmin.

¿Qué significaba eso? ¿Era una expresión de su enojo, o había algo más? Changbin no lo sabía, sin embargo, está decidido a averiguarlo. Porque si hay algo que había aprendido en sus años como detective, era que las palabras nunca eran solo palabras. Y estaba seguro de que las palabras de Kim Seungmin no eran la excepción.

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