Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

✦ iii. cooperate or cooperate

«¿Dónde demonios estoy? ¿Por qué de todas las personas me tenía que pasar justamente a mí?»

Quería visualizar su alrededor, pero eso es imposible cuando sus ojos se encontraban cubiertos por una tela gruesa sobre sus párpados, impidiéndole observar su alrededor. No obstante, no era lo único que le han hecho, ya que estaba sentada en una silla con sus brazos detrás de su espalda, sus pies y muñecas yacen atadas con unas sogas, además de las esposas, parecía que el secuestrador no era tan idiota debido a que a la adolescente tenía más inteligencia de lo que cualquier persona podría pensar con verla y analizarla unos breves minutos. Quizá por la razón de que se veía como una niña mimada, siempre teniendo lo que ella quería, siendo la popular de su universidad y las redes sociales, obteniendo esas actitudes de niña riquísima, lo que la mayoría de las personas de su edad odiaban.

Ella echó un suspiro frustrado, agachando su cabeza, resignándose en hacer algún movimiento para zafarse de esos objetos que le están negando la salida. Hasta que unos sonidos se pueden escuchar en el corredor de la habitación en donde se hallaba, intentó mantener la calma y solamente concentrarse en las voces de quien sea que esté por allí, aunque en esa situación lo menos que querría alguien hacer es prestar atención a su alrededor. Solo buscar la manera de escapar, pero a la adolescente de ojos marrones le dieron clases de todo tipo de defensa o cuidados, capaz por la familia de la cual es parte, en una de esas citas le dijeron que, probablemente, en algún tiempo pueda suceder una estafa, un rapto u otra situación similar y que ellas cómo princesas tenían que tratar de abandonar todo temor, únicamente concentrarse en la manera de poder salir de allí.

Entonces, la puerta se abre.

Pasó saliva con terror, sentía que tenía la boca seca. Estaba segura de que no transcurrió muchos minutos desde que la durmieron y la trajeron a este sitio, pero parecía como si fuesen semanas. La entrada se vuelve a cerrar, el sonido de unos objetos en la mesa que yace a la derecha de la mujer se hacen oír rápidamente, eso hace que se mueva por instinto, miedo a que le suceda algo más peligroso. Dicha persona toma la decisión de encaminarse al frente, arrastrando una silla de madera a tomar asiento, mirando la escena que está delante de sus luceros oscuros, pensando si es una buena idea sacarle la tela de los ojos y hacer que ella lo vea por primera vez. Expulsó un largo suspiro en el medio de la pelea interna.

—¿Qu-qué quieres de mí...?—Mintara preguntó luego de sentir que el ambiente se volvió tenso.—Al menos, respóndeme.

—Tú sabes lo que quiero.

Oír esa voz ocasionó un retumbar en sus recuerdos. Conocía ese sonido, esa melodía se la sabía, de alguna parte al menos lo tenía, el problema es que no podía reconocerlo si no lo veía directo a los ojos. Necesitaba saber de quién se trataba, sencillamente que no sería algo sencillo de obtener en estos instantes, porque el secuestrador quería que las cosas se vayan haciendo de a poco, que las cosas sean lentas, debido a que urgía que los padres de esa princesa entiendan que esto iba demasiado en serio.

Aun cuando por la cabeza de la princesa pasaba la sospecha de que el secuestrador quería ser conocido por la universitaria de largas piernas bronceadas y de cuerpo firme. Tal vez porque ni siquiera fue capaz de usar algún objeto para cambiar el tono de su voz, él se encontraba frente a ella sin escrúpulos, muy cómodo en esa silla de madera con un rostro pacífico. No obstante, al darse cuenta de que Mintara Yontararak no iba a responder a su afirmación tomó la decisión de seguir teniendo la charla a su poder.

—Quiero La Rosa del Norte.

Arrugó su entrecejo, tratando de volver a escuchar la frase que acaba de salir de la boca del raptor. Fue en ese entonces en que la jovencita apoyó su espalda sobre el respaldo del asiento, expulsando una risa sarcástica, porque se había dado cuenta de que su vida se está por acabar en cuanto le informe al sujeto que la tenía encerrada, que eso no iba a suceder ni por ella o por sus propios padres. La Rosa del Norte es una joya muy importante de Tailandia y es imposible que salga del Templo Chiang Mai, obviamente que el sujeto al observar a la fémina de ese modo lo empezó a inquietar y la frustración comenzó a notarse.

—No, eso es imposible.

—Lo harás, Mintara. Debe ser posible.

—¡Que no!—chilló alarmada. Su cuerpo comenzó a temblar de una forma no creíble, en su tono se podía comprender que está muy nerviosa con lo que pueda suceder con su persona.—¿Es que no lo entiendes? Mi familia... ellos entregan todo: su tiempo, sus vidas, todo por proteger la joya en el templo. No la entregarán tan fácilmente, ni siquiera por mí o mi hermana. Y mucho menos si los secuestrados hubiesen sido mi madre o mi padre. Mi familia simplemente no puede... no pueden hacer algo así. No lo harán, te lo aseguro. Lo digo en serio.

La primera lágrima desciende por la mejilla de la princesa Mintara, un testimonio silencioso de su sinceridad. Su secuestrador, un hombre que nunca antes había hecho algo así, se ve afectado por su llanto. Se levanta bruscamente de su asiento y se dirige a la puerta, abandonando la habitación en donde mantiene cautiva a una de las figuras más importantes de Tailandia. En cuanto sale del cuarto, el secuestrador pierde el control. Sus puños golpean contra cualquier objeto que se cruza en su camino, las paredes grises del pasillo resuenan con el sonido de su ira.

A pesar de su furia, hay una repugnancia palpable en sus acciones. No quiere arrebatarle la vida a alguien para obtener lo que desea, no obstante, está llegando a la conclusión de que podría ser la única forma de hacer que los padres de Mintara se den cuenta de su seriedad. Si no le entregan lo que desea, está dispuesto a tomar medidas extremas. Y aunque su corazón se retuerce ante la idea, sabe que no tiene otra opción. La vida de Mintara pende de un hilo, y él es el único que puede decidir si se corta o no.

Se hallaba en su habitación con la mirada en el techo, entre que en el fondo se podía ver el cuarto oscuro, el cual proviene del cubículo pegado a su habitación en donde tenía sus fotografías, se le han tapado todas las rendijas y entradas de luz del exterior, evitando que ésta dañe las sustancias químicas, el papel y todo el material sensible a la luz que se usa para el revelado fotográfico. Luego de unos segundos pensando en esa pelea que tuvo con su exnovia, antes de que se entere que a los días de haber terminado tuvo una cita con una de las chicas más populares de la universidad, sus pensamientos son interrumpidos al escuchar la alarma que había puesto en su móvil para volver a entrar al cuarto oscuro a observar sus fotografías ya reveladas.

Cerró la puerta detrás de él, observando el área en ese tono rojizo que era el único sitio en la cual se podía sentir en total relajación.

Tomó las pinzas para poder quitarlo de los respectivos químicos, colgándolo con sus broches en las largas sogas a que se sequen y prestar atención a las fotografías ya reveladas. Les echó un vistazo con muchísimo desdén debido a que estaba muy apurado y tenía que entregar las fotografías a la universidad antes de reunirse con esa fémina con quién tenían un asunto demasiado importante de qué hablar, luego de colocar las fotos dentro de un sobre marrón en un tono claro y posicionar el sticker que verificaba que las fotografías eran tomadas por él, al fin se pudo marchar de su departamento.

—Llegas 10 minutos tarde.

Infló sus mejillas, liberando el aire en un suspiro largo y pesado al sentarse en uno de los sillones dobles de la cafetería cercana. Ese era el lugar que la mujer le ha indicado para encontrarse y tener esa conversación tan importante que le mencionó en un mensaje de texto. Él trató con todas sus fuerzas de contener la compostura, cordura y la paciencia, ya que ni siquiera sabía las razones por la cual se encontraba frente a esa fémina que fue su novia en algún tiempo de su vida, o gran parte de ella.

Le dio un sorbo a su milkshake.

—¿Para qué me citaste aquí, Jimin?

—¿Y lo preguntas, tonto? ¿No quedó claro todavía? Sigo sin entender las razones de que un día me hayas terminado, y al otro día, gracias a los rumores de la universidad, me entere que me dejaste por aquella. ¿No crees qué merezco una explicación al respecto? ¿Uh?—expresó melancólica.

En parte sentía cierta vergüenza al observar esa mueca en su cara, no obstante, solo tenía que recordar que se trataba de Yoo Jimin, su psicótica exnovia, esa chica de 20 años que estudia medicina. Por lo que la miró con una ceja elevada, demostrándole que ya no caería más en sus manipulaciones debido a que ella no merecía ni una pizca de su amor condicional, su empatía y de él mismo, esa muchacha de cabellera larga en un tono oscuro como la noche, no merecía absolutamente nada que provenga de Kim Seungmin.

—Lo que yo haga estando soltero es problema mío.

—Estábamos junto...

—¡No...!—interrumpió en un grito susurrante, cuidando de no alzar demasiado la voz para no incomodar a las personas que estaban a su alrededor.—No estábamos juntos, Jimin, ¿sabes por qué? Porque mientras yo te estaba bajando la puta luna, Beomgyu te estaba bajando las bragas. Así que hazme el favor de no venir con tu hipocresía de mierda. Ya deja de verme la cara, carajo.—demostró colérico.

Se levantó de la silla, derramando su batido que terminó cayendo encima de las piernas de Yoo Jimin, quien exclamó un grito desgarrante, como si alguien la estuviese apuñalando y no tardó en elevar la voz para que alguien vaya a ayudarla.

Seungmin abandonó ese local dispuesto en volver a ese parque que tiene un lago demasiado bonito, la mayoría de personas iban allí a tener un tiempo de calma, otros iban a escribir sus novelas, otros a dibujar o pintar, pasar tiempo con las personas que amaban o disfrutar de su soledad de igual modo. A veces se necesitaba tener unos minutos a solas con uno mismo. Sin embargo, antes de poder apoyar el trasero en el pastoso lugar unas siluetas de dos hombre se acercan de a poco a su figura estática. La forma en que están vestidos les da una idea bastante clara de quiénes podrían ser. En Tailandia, los extranjeros que forman parte de la policía son fácilmente reconocibles por su excéntrica manera de vestir. Sus pantalones de vestir vienen en una variedad de colores, contrastando con la típica camisa blanca que llevan. El porta armas está siempre cerca de sus cuerpos, una constante y ominosa presencia. Y la placa, siempre presente en la parte de sus cinturones, es un claro indicativo de su identidad y propósito.

—Detectives del Reino de Tailandia, Han Jisung y Seo Changbin.—presentó el primer sujeto, rápidamente, señalando a su compañero y a él con un rostro serio.—¿Podemos hablar un momento, Kim Seungmin?

El universitario entreabrió sus labios, más que confundido de las palabras que ha utilizado el sujeto mayor con su persona. Tanto que giró su cabeza a sus extremos un par de veces debido a que no entendía nada de lo que está sucediendo, sencillamente que no quería tener ningún problema con las autoridades, así que movió la cabeza en afirmación y acercándose cada vez más a los detectives.

—¿Conoce a la Princesa Mintara Yontararak?

—Sí, vamos a la misma universidad.

—¿Cuándo fue la última vez que la vio?

—En la universidad, ¿por qué me están haciendo...?

—El sábado por la noche hicieron una fiesta sorpresa, ¿usted no fue?—Changbin interrumpió al muchacho, escribiendo en su libreta un par de cosas. Seungmin negó. Eso hace que el detective a cargo lo vea de reojo, ladeando su cabeza.—¿Por qué?

—Porque no somos amigos, solo vamos a la misma universidad, Detective.

—Su exnovia no piensa lo mismo, Kim.

—¿Perdón?—miró al segundo detective.

—Yoo Jimin. ¿Es su exnovia, no?

—Sí.

—Acabamos de tener una conversación con la señorita Yoo. Ella nos asegura de que la princesa Mintara y usted se conocen bastante bien.

Seungmin cerró los párpados, tratando de no caer en la locura de las palabras de la demente de su exnovia. Por lo que asintió brevemente, haciendo gesto con sus manos para ser sincero con los detectives que están frente a él, en busca del paradero de la princesa menor de la realeza tailandesa.

—Tuvimos una salida juntos, pe...

—¿Por qué nos mintió entonces? Mejor tengamos una conversación más tranquila en la comisaría.

—Detec...

—Acompáñenos, señor Kim.

—Pero... Ni siquiera entiendo qué demonios está sucediendo, ¿podrían decirme lo que está pasando y por qué razón me están por llevar a la comisaría cuando no hice nada malo?—indagó más que confuso por la acción de los hombres.

—Se lo diremos en el camino.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro