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✦ ii. hours before

24 HORAS ATRÁS

Sabía que era una fiesta sorpresa por su cumpleaños número 19, pero ya había visto la expresión en la cara de su mamá Jaidee cuando el año pasado descubrió que le estaban organizando una reunión sorpresa por sus 18 años. Y esta vez no se podía permitir notar a la persona que le dio la vida con un rostro lleno de pura tristeza, por lo tanto, tuvo que fingir que no está para nada enterada sobre lo recién mencionado, hasta quería vestirse casual para la ocasión. Simplemente que no podría verse mal vestida delante de muchas personas que estarían en ese sitio a la espera de su presencia sorpresiva. Empezó a introducirse por ese corredor decorado con algunas hojas verdes, capaz porque la naturaleza es parte de las pequeñas cosas que eran adoradas por la mujercita, de igual forma, se podían observar lucecitas colgadas por el pasillo con unas fotografías de ella en todos sus cumpleaños, solo faltaba una foto más.

La de esta noche.

Desbordando emoción en su faceta, abandonó por completo el corredor ocasionando que sus ojos puedan ver a la multitud que estaban en la espera de la hija menor de aquella familia tan conocida de Tailandia. Un grito exclamando: «¡Feliz cumpleaños, Min Min!» Es lo que incita a que las personas repitan las mismas palabras y se vayan acercando a la cumpleañera, dándole exclusivamente sus saludos personales, unos que otros abrazos, algunos comentándole chistes de la sorpresa que se tuvo que llevar y otros diciéndoles que pudo fingir demasiado bien, logrando que ella suelte una risa nerviosa debido a que no quería que su madre escuchara ese comentario de su amiga. Antes de que pueda seguir conversando con los invitados su padre Chakrii le pidió cortésmente que dé unas bonitas palabras antes de continuar con la fiesta, por lo que la menor de sus hijas se posicionó en el centro de ese salón, que es parte de la mansión de su hogar, no era buena agradeciendo verbalmente, pero haría todo lo posible para quedar bien.

—Vaya... Esto es... muy impresionante. No tengo las palabras correctas para poder agradecerles a todos los que se han tomado el tiempo de venir a festejar mi cumpleaños conmigo. También, quiero agradecerle a mi madre que después de tantos fallos en hacerme una fiesta sorpresa lo pudo lograr.—agradeció entre risas. Haciendo que la mayoría de los invitados y su madre echen unas risas contagiosas.—Ahora es momento de divertirnos, pasarla bien. Vayamos a beber y a comer. ¡Sí, fiesta loca!

—¡No!—su papá rápidamente interrumpió, poniendo una de sus manos en el hombro de su hija, soltando unas risas nerviosas debido a que algunas cámaras se encontraban grabando el momento. Lo menos que la familia Yontararak necesitaba es ser víctimas de los reporteros y políticos.—Nada de fiestas locas, cariño. Todos vamos a compartir un agradable momento con mi dulce princesa Mintara en su día dichoso. ¡Sí, fiesta tranquila!

Imitó entre risas nerviosas, echándole un vistazo a su hija menor. Los invitados se lo tomaron en modo de gracia, por lo que comenzaron a esparcirse por el enorme salón, entre que su familia privada se han dedicado unas miradas que podía decir absolutamente todo lo que podría pasar en los siguientes minutos en que estén a solas y las personas no los vean. La mirada que le dedicó la cumpleañera a su padre le está diciendo que ya arruinó su cumpleaños, empero, no tenía ganas de destruir todo el tiempo que su madre empeñó en organizar la fiesta. Sencillamente, optó irse con su madre para agradecerle por el detalle y después pasar tiempo con sus amigos, también amigos de la universidad, vecinos, las personas del servicio de su casa, conocidos y cualquier persona que esté en esa fiesta y quiera pasar tiempo con ella.

Sin darse cuenta, logró lo que quería desde el principio de su vida como una adolescente, tener una gran fiesta de cumpleaños que involucren bebidas alcohólicas en el bar, música al máximo volumen y adolescentes de su edad bailando con ánimos de divertirse. Antes de introducirse a la pequeña discoteca que se formó en su casa pudo observar la expresión de felicidad en las caras de sus padres, el señor Chakrii se veía como todo un padre orgulloso de su creación mientras sujetaba la mano de su esposa, la cual se hallaba alrededor de su brazo derecho, y su madre Jaidee la veía sonriente de que al fin pudo lograr lo que quería. Salió de esos pensamientos cuando la mano de su hermana mayor Nicha la jaló para volver a la fiesta, las dobles puertas blancas con decoraciones doradas se cerraron delante las espaldas de las únicas hijas de Los Yontararak.

—No sé si sea bue...

—Amor mío, mejor volvamos a nuestra habitación.—demandó Jaidee, empujando levemente el brazo de su esposo a dejarlos tranquilos. No obstante, su esposo no podía dejar de ver detrás de sus hombros.—Relájate, cariño. Las niñas estarán bien. Además, los guardias están en las posiciones de siempre, ellas estarán bien, al menos Mintara.

—Es la única que me preocupa.

—Chak...

—No me mal entiendas.—detuvo antes de que su esposa confunda las cosas.—Nicha ya es grande y sabe lo que hace. Conoce los peligros de la vida, más aquí, porque le enseñamos bien. Solamente que Mintara es una niña complicada, no presta atención a nada de lo que le explicamos, necesita atención siempre por las dudas de que algo malo le suceda. Es por eso que estoy preocupada por ella, Jaidee.

Relajó a su esposa, tomó asiento en uno de los sillones blancos que tenían su habitación, sirviéndose un poco de whisky. Ella se quedó pensando por un buen rato en las palabras de su marido, tanto que se sentó en su cama de tres plazas con la mirada perdida en alguna parte del cuarto, mientras que en el otro extremo de la casa se hallaban muchas personas disfrutando de la fiesta, hasta estaban los familiares más cercanos de la cumpleañera, muchos menos sus padres que no eran bien visto que estén festejando de ese modo con ellas. No es porque en su familia sea de mala educación compartir con sus hijos, sencillamente que ellos no querían estar en la boca de todos, y era mejor dejar a su hija menor que pueda pasar un agradable rato con sus amigos.

Mintara se lo agradecería.

Giró su cuello en la búsqueda de algún rostro familiar, únicamente que no se encontraba por ningún lado del enorme salón en donde hay una enorme fiesta con los parlantes estallando de aquella música que está siendo popular en la actualidad. La vibración de su celular es lo que le informa que le ha llegado un mensaje y de solo ver su foto de perfil una gigantesca sonrisa fue a sus labios, esos pomposos belfos que ansiaban por volver a besarlo con frenetismo. Sin embargo, antes de dar un paso afuera, la figura de su hermana mayor se ubicó enfrente de ella, la manera en que se cruzó de brazos y la veía con una ceja elevada significaba que no sería sencillo salir del gran salón real donde se está presenciando su fiesta.

Viró sus ojos con una media sonrisa, ya que le parecía muy tierno que Nicha trate de comportarse al igual que a una hermana sobreprotectora, aun cuando la mayoría del tiempo nunca le salía. Nicha Yontararak es una mujer de 26 años, no solamente es la princesa mayor de la familia, sino que también una empresaria demasiado reconocida y le iba excelente en ese oficio, pero en algún tiempo de su vida de igual modo fue adolescente. Sabe lo que se siente ser la primera hija de Chakrii y Jaidee Yontararak.

Ellos en verdad son unos padres protectores que llegan a los extremos, a la mayor nunca la dejaban salir sin sus guardias a su cuidado, no podía reunirse con sus mejores amigos fuera de la mansión sin la custodia necesaria. Era una vida de constantes restricciones y es por eso que no le quería dar la misma experiencia a su hermana menor, porque sabía lo que se sentía el ser retenida contra tu voluntad, por demás de que al prohibirle cosas a Mintara ocasionaría muchísimos dramas en su vida como en la de sus padres, debían de tener en cuenta que aún seguía siendo una adolescente y podría ocasionar que su reputación cayera como si de una roca se tratara.

—¿A dónde crees qué vas?

—Ya, Ni Ni...—comunicó entre suspiros enamorados. Escuchar ese apodo que solo se usaba en su familia. Por más extraño que suene, pronunciar dos veces la primera parte de sus nombres se podía conseguir lo que querían. Tal vez porque a la menor le parecía vergonzoso decirlo y no sucedía todos los días que lo use.—No tengo pensado irme de la fiesta, pero necesito tomar un poco de aire. Me siento sofocada.

—Hmh...—caminó fuera de las puertas de salida, aún con los brazos cruzados y mirando a su hermana de reojo con una mueca perversa. Mintara ya está más cerca de la puerta de salida.—Espero que cuando estés afuera no te siga faltando el aire, hermanita.

—¡Nicha!

—Ojo, eh. Porque voy a estar vigilando cada paso que des con ese niñato. Seguramente que es...

—Adiós, Ni Ni.

—¡Cuídate, Min Min! ¡En seri...! Y se fue nomás.

Calló cuando su hermana menor salió corriendo por el patio trasero, por lo tanto, tomó la decisión de seguir inspeccionando la fiesta que se encontraba cada vez más movida y echarle una mirada de advertencia a la seguridad que se hallaba vigilando el perímetro de la casa debido a que no quería que sus padres se enteren de la inesperada salida de su hermana menor. Nicha se dispuso a acercarse a sus primas a tener un momento de cotilleo, entre que la chica que hoy cumplía 19 años estaba cada vez más cerca del lugar en la cual se tenía que reunir con ese muchacho tan esperada por ella. Sabía que sus padres no aceptarían la relación que han estado teniendo detrás de las paredes por tantos meses, capaz porque ese sujeto no es el correcto para su hija y a la universitaria de fanales chocolates eso no le importaba en lo absoluto.

«¿Es en serio? Tiene que ser una maldita broma.»

Dejó de caminar repentinamente, echando la primera maldición de la noche de su cumpleaños. Sin embargo, tampoco se podía enojar mucho con él porque siempre que podía le perdonaría lo impuntual que puede llegar a ser en varias ocasiones. Le mandó un mensaje para decirle que lo esperaría cerca de la estación del metro, pero los minutos pasaban cada vez más rápidos que la ponían inquieta, así que se estaba acercando más a la estación del tren, caminando por los vagones en la espera de su amado, le sorprendió que la mayoría de los tailandeses no estaban por ahí, ya que era un lugar muy concurrido. Se sentó en un banco, observando la pantalla de su móvil con la esperanza de que ese chico le dijera que ya se hallaba cerca.

Simplemente que nunca pasó.

No aguantaría un comportamiento de esa magnitud, mucho menos en su fiesta de cumpleaños y a las 02:00 de la madrugada. Por lo que se levantó del banco para volver a su casa, únicamente que mientras estaba en los escalones de la estación sintió sus vellos ponerse de punta, pasó con temor saliva por su garganta, sentía que su anatomía tenía una parálisis en ese instante. Intentó tranquilizarse, imaginarse con sus amigos y familias disfrutando de buenos momentos con cada uno de ellos, yendo a pasos lentos por las escaleras y poder subir, llegar a la luz de la noche estrellada del mes de octubre. No obstante, entre que más iba caminando podía sentir su presencia, a una persona teniéndola en la mira. Entonces, el susto se le pasó en el tiempo en que un grupo de hombres pasaron por su lado mientras que estaban en la suya.

—No seas paranoica...

Trató de animarse, entre que abandonó las escaleras del subterráneo por completo, y siguió su camino con tranquilidad. Echando unas que otras risas por las escenas locas que se hizo en la cabeza, en eso le llega un mensaje del muchacho diciéndole que se le hizo un poco tarde, pero que no se moviera del lugar, ya que estaba muy cerca, tristemente jamás pudo recibir una respuesta debido a que la princesa menor sintió un gran temor recorriendo por todo su cuerpo. Alguien bajó de un auto tan rápido que su instinto le decía que se alejara de ahí lo cuánto antes.

Comenzó a correr por la acera velozmente, queriendo escaparse de ese hombre que la está siguiendo lo más relajado posible. Parecía estar decidido en perseguirla hasta tenerla simplemente para él, algo que Mintara pensó de igual modo, logrando su cometido, agarró de su mano y la empujó con brusquedad contra un carro. Ni siquiera pudo gritar a su defensa, porque parecía que esa persona le quitó las palabras de la boca, hasta el temor, ya que al final él consiguió lo que quería, un simple pañuelo blanco con cloformo fue lo que durmió a la princesa por completo, metiéndola al auto que se encontraba a pocos metros de ellos.

Por otro lado, un hombre llegó a la estación de trenes. Justamente, donde le mencionó que no se moviera por nada del mundo, entre sus manos se hallaba un ramo de tulipanes, los favoritos de ella y que le costó mucho dinero conseguirlas, también tenía una pequeña caja negra con un moño blanco entre él. En su mirada se podía ver el nerviosismo, porque no quería que ella se enojara con él por haber llegado tarde debido a que todo tiene una explicación, empero, no podría darle ni siquiera una explicación porque la mujercita no estaba en el lugar de siempre.

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