Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capitulo XII 1/2: Hora de llamar al 911


La última vez que vi a Coffi, su rostro estaba desencajado por la rabia y la tristeza. Solo mencionar el nombre de Steven era suficiente para hacer que su expresión cambiara drásticamente. Recuerdo que su mirada se volvió gélida, como si estuviera mirando a un enemigo jurado. Su voz temblaba de ira cuando hablaba de él, y yo podía sentir la tensión en el aire.
Coffi, por otro lado, era una fuerza de la naturaleza. Bajó del auto con una expresión feroz, lista para enfrentar a Steven. Sé que puede parecer una disputa infantil, pero la verdad es que Steven no se rinde. Sigue intentando provocar a Leila, sabiendo que ella siempre saldrá victoriosa. Es como si estuviera buscando una forma de demostrar su superioridad, aunque sea de manera patética.

He hablado con Steven sobre esto muchas veces, intentando hacerle ver que su comportamiento es inmaduro y destructivo. Le he advertido que no siga tentando al diablo, porque Coffi no es alguien que se pueda provocar impunemente. Ella tiene un límite, y cuando lo alcanza, las cosas se ponen muy feas.

Pero a pesar de todo, no puedo evitar sentir un cariño especial por Steven. Es un manager excepcional y un amigo leal, aunque a veces su comportamiento sea cuestionable. Sin embargo, hay algo que no puedo ignorar: su obsesión por mí. Es como si estuviera celoso de la relación que ella tiene conmigo, aunque yo le haya dejado claro que es mi prometida.

La verdad es que no sé cómo sacar a Steven de mi vida sin dañar nuestra amistad. Es un tema delicado, y no quiero que las cosas se compliquen más de lo necesario. Pero algo es seguro: no puedo permitir que su comportamiento siga afectando a Coffi de esta manera. Algo tiene que cambiar.

Durante este tiempo, tenerla tan cerca y a la vez tan lejos es un martirio que me consume por dentro. La amo tanto que la anhelo día con día, y cada hora que pasa sin ella es como un cuchillo que me clava en el corazón. El único inconveniente es que aún sigue muy molesta conmigo, y lo sé por la forma en que me ignora. Jamás contestó mi último mensaje, solo me dejó en visto, y eso me duele más que cualquier cosa.

Me duele porque sé que ella está sufriendo, y yo no puedo hacer nada para aliviar su dolor. Me duele porque sé que la he lastimado, y no sé cómo reparar el daño. Me duele porque sé que la amo, y no puedo estar sin ella.

Incluso llamé a Katia, (ahora su mejor amiga) para ver si podía ayudarme a entender qué estaba pasando. Pero ella solo contestó con monosílabos, y eso me dio a entender que estaba con Coffi, y que no quería hablar conmigo. Eso me hizo sentir aún más desesperado y solo.

No soporto estar así, sin saber qué está pasando con ella, sin saber si está bien o si está sufriendo. Extraño como me contempla con sus enormes y preciosos ojos verdes, extraño cuando sonríe y se le marcan sus hoyuelos, extraño su delicioso olor y sobre todo sus apetitosos labios carnosos que me incitan a devorarlos hasta saciar estas ganas terribles que hacen todo mi cuerpo vibrar.

Pero de repente, me doy cuenta de que estoy perdiendo el control. Me levanto de la cama y busco ropa cómoda, intentando calmarme y racionalizar mis pensamientos. Pero es demasiado tarde, ya he alcanzado el punto de no retorno. Tomo las llaves, la cartera y el celular, y como un maldito maniático, salgo del departamento sin saber adónde voy o qué voy a hacer.

Pero lo que sí sé es que no puedo estar quieto. Necesito hacer algo, necesito moverme, necesito encontrar una forma de calmar esta ansiedad y esta desesperación que me consume.

Salgo del departamento con los incesantes reproches de Steven que viene pisando mis talones exigiendo respuesta. Su voz es como un cuchillo que me clava en la espalda, y su respiración agitada es como un recordatorio de que no puedo escapar de él tan fácilmente.

-Amigo, no tengo tiempo para responder a tu cuestionario, -le digo mientras salgo corriendo del edificio. Sé que él no correrá detrás de mí, no porque no quiera, sino porque no puede. Su condición física no es la mejor, y yo sé que puedo dejarlo atrás sin problemas.

-¡Adiós! -, le grito mientras doblo la esquina y tomo un taxi. El conductor me mira con curiosidad mientras arranca, y yo puedo sentir la mirada de Steven clavada en mi espalda.

-¡DETENGAN A ESE AUTO! -grita Steven a todo pulmón, pero el conductor solo se ríe y sigue conduciendo.

-No señor, no lo haga -digo mientras miro hacia atrás y veo a Steven tratando de correr un poco, saco la cabeza por la ventanilla del taxi. -¡No duermas tan noche! -le recomiendo mientras me río.

El conductor me mira con curiosidad y me pregunta: -Joven, no debe huir así de su pareja.

-¡NO! -, respondo mientras me río. -Señor, él no es mi pareja, solo somos amigos.

El conductor asiente con la cabeza y yo me preguntó cómo llego a esa conclusión.

Una vez que llegamos al edificio de Coffi, llamo a Katia, pero no contesta. Así que entro directamente al lobby y no hay nadie. Subo por las escaleras meditando el porqué tarda tanto en pasar los meses. Sé que pronto acabará el contrato con los franceses y podré regresar a lado de mi padre y cuando ese pase me casaré con el amor de mi vida. Pero es tan desesperante esperar que el año acabe.

Frente a la puerta de Coffi, dispuesto a abrir, un ruido me detiene. Apunto a un lado mi vista y descubro al portero saliendo del departamento de la vecina adicta a los productos de limpieza. De repente, una duda me invade: ¿el portero no era un hombre casado? Creo que acabo de presenciar algo que no tenía que ver. Miro al suelo disimulando, y trato de esconderme detrás de las plantas. Sus pasos me indican que se aproxima, y yo trato de mantener la calma. ¿Qué voy a hacer ahora?

-Joven Dorian -menciona el portero palmeando mi espalda con una sonrisa que me hace sentir incómodo-. ¿Cuánto tiempo sin verlo?.

-Buenas noches, señor -saludo, tratando de mantener la distancia. Miro por encima de su hombro y cruzo la mirada con una chica en bata que me devuelve la mirada con una sonrisa coqueta. Mi mente se detiene en la escena que acabo de presenciar. -Usted está casado -le digo, tratando de mantener la calma.

El portero se vuelve hacia mí, su sonrisa se desvanece y su mirada se vuelve fría: -Joven, en ningún momento se lo pregunté, así que con todo respeto le recomiendo no meterse en mis asuntos -dice dando vuelta y regresando por dónde vino sin antes darle un beso de pico a la vecina. Me quedo allí, parado, sintiendo una mezcla de confusión y desaprobación.

De este modo, busco mis llaves y entro en el departamento. Al hacerlo, un rico aroma a vainilla con chocolate y café me recibe en medio del departamento oscuro. «¿Dónde estarás?» murmuro a la nada, sintiendo una punzada de soledad en mi pecho. Me dirijo a la sala para encender la pequeña lámpara que permanece en el mismo lugar desde que la moví la última vez. La luz suave ilumina el espacio, y yo me siento un poco más tranquilo.

El tiempo pasa más lento de lo esperado, y yo me encuentro sumido en mis pensamientos. Recargo mi cabeza en el respaldo del sofá y saco mi teléfono. Abro la app de Instagram y las notificaciones no paran de llegar. Incluyendo mensajes de mis compañeros de pasarelas, en el grupo solo se habla de lo cansado que están y de próximas fiestas. No entiendo cómo están cansados, pero no tanto para ir a una fiesta. Saludos a todos y me felicitan por mi recién compromiso.

Una etiqueta de Katia llama mi atención. En la imagen aparece ella junto a Coffi frente a un escaparate de vestidos. La reviso bien y dice que fue publicada hace cuatro horas más arriba. Hay otras dos fotos, una en un restaurante junto a mi madre y mi suegra incluyendo a Estella, las cinco salen sonriendo, eso fue hace tres horas. Y la última están en un bar... O ¿es un antro? No me interesa, únicamente con saber que se está divirtiendo y que al menos ya comió un poco, me siento mejor. Entro a su perfil para verla en fotos y no extrañarla tanto, al menos hasta que llegue.

Ya tengo más de una hora esperando ansiosamente a que ella entre por la puerta. Estoy loco por tenerla entre mis brazos, aspirar su delicioso aroma y después pedirle perdón por estar tanto tiempo alejado de ella. El ruido de la puerta junto con las llaves hace que me sobresalte, ya que estaba a punto de dormirme. Como un resorte, me levanto y literalmente corro a su llegada, pero... algo no está bien.

-Amor, ¿estás bien? -pregunto preocupado, acercándome a su lado. Su rostro está pálido y sus ojos están vidriosos.

-¡Eeyy! Pero que milagro -articula con sarcasmo, mientras se tambalea ligeramente. Su voz es débil y su risa es forzada.

Estando ya cerca, el aroma a tequila es más fuerte. Me doy cuenta de que algo va mal. Su aliento a tequila es como un golpe en el estómago.

-¿Cuánto bebiste? -cuestiono, tratando de mantener la calma. Mi corazón late con fuerza en mi pecho.

-Que te importa -me mira con el ceño arrugado-. Mejor ayúdame, que esto es tu culpa.

-¿Mi culpa? -interrogó confundido, como puede ser mi culpa, si yo no la mandé. La tengo sostenida de un brazo, evitando que se caiga. Su peso es como un lastre en mi brazo.

-Shh... Todaaa tuuuya -se aleja de mi agarre y me señala-. ¿Cómo pudiste dejar... dejarme sola tantooo tiempo?

En su intento de culparme, empezó a hacer berrinche como una niña pequeña, ocasionando que se fuera de lado y cayera de rodillas. No pude reaccionar de inmediato, y cuando lo hice para ayudarla a ponerse de pie, su risa escandalosa inundó el departamento, causando un escalofrío en mi ser.

Aún en el suelo, en una posición de cuatro y con la cabeza gacha, a eso súmale sus cabellos alborotados cubriendo su rostro, empezó a reír más fuerte. Su risa es como una melodía macabra que me hace sentir incómodo. Estiro mi mano para tocarla, y antes de siquiera tocarla, levantó su cabeza, me miró directamente a los ojos y me sonrió de la manera más siniestra. Era oficial, Coffi había activado su parte psicópata.

Era momento de salir corriendo o llamar al 911 si es que quería salir con vida...

-Coffi...

-Aún tienes el descaro de llamarme de esa manera -de sus ojos brotó unas cuantas lágrimas, pero su rostro seguía teniendo esa sonrisa siniestra. Nunca entenderé cómo la gente puede reír y llorar al mismo tiempo-. ¿Qué haces ahí parado, ayúdame -ordenó con una voz que me heló la sangre. Su tono era como un cuchillo que me cortaba el alma.

Reaccioné ante su pedido, tratando de mantener la calma. -Voy... -la quise tomar de los brazos-. Amor, permíteme.

Pero ella se negó a dejarme ayudarla. -¡NO ME TOQUES! -vociferó furiosa, su voz resonando en todo el departamento. Su rostro estaba enrojecido por la ira, y sus ojos brillaban con una intensidad que me se sintió perturbador.

-Entonces, ¿cómo quieres que te ayude a ponerte de pie? -le pregunté, tratando de mantener la calma. Mi corazón latía con fuerza en mi pecho, y mi mente estaba llena de preguntas. ¿Qué había pasado? ¿Por qué estaba tan enfadada?

-¡No me grites! -volvió a gritar, su rostro aún más enrojecido por la ira.

-No te estoy gritando -mencioné con cierta cautela, tratando de no provocarla más. Mi voz era suave y calmada, pero mi corazón estaba latiendo con fuerza, era como si en cualquier momento me daría un infarto...

-Ayúdame -trató de levantarse, pero su cuerpo se negó a cooperar. Su rostro estaba pálido y sudoroso.

-Ven -la tomé de los brazos, los cuales pasé por mi cuello, y después la cargué como una doncella. A paso lento, la llevé hasta su habitación, admirando y detallando su lindo rostro. Su piel pálida y sus ojos vidriosos me hacían sentir una mezcla de preocupación y ternura.

-Te amo -susurró sobre mi cuello, su aliento cálido y suave. -Aunque tu madre me saque de quizio y haga su voluntad...

-Yo también te amo, aunque a veces te comportes como una loca... -le dije, sonriendo ligeramente y dejando de lado lo que dijo mi de mi madre.

-Loca. -repitió, su voz baja y suave. En pocas ocasiones podría decirle que estaba loca, y era obvio que no iba a dejar pasar este momento, porque si lo hago, en su juicio, seguro me deja sin hijos. Mi Leila es una mujer sensata, fuerte, rebelde, es aguerrida, pero también es noble, cariñosa, amable, y antes de ponerse a ella, primero prefiere ceder el lugar a sus allegados más queridos.

La recosté en su cama, y la duda se hizo presente. -Amor, ¿llegaste sola a casa? -le cuestione, tratando de mantener la calma.

-No, la rubia está en el lobby, coqueteando con el portero -lo dijo tan fácilmente-. Él es muy guapo -soltó una risa tierna.

-Espérame aquí -anuncio, saliendo de la habitación y a partir de ahí, corrí a ayudar a mi amiga. No esperé a que el elevador volviera a subir, que tanto podían ser cinco pisos. Bajé a toda prisa, y antes de llegar al lobby, escuché la risita tonta de Katia. Ya en mi campo de visión, lo primero que vi casi me dejó sin aire. Maldito idiota.

-Quita tus asquerosas manos -me acerqué a él con grandes pasos, y como pude, los separé.

-Entonces dile a tu zorra número dos que deje de estar caliente -menciona con desdén.

Sin pensarlo mucho en la respuesta a su insulto, le di un puñetazo que lo hizo caer de nalgas al suelo. Esta era una advertencia y esperaba de corazón que lo entendiera. Lo hice a un lado para cargar a Katia, que yacía en el sofá, solo que ahora ya estaba dormida. Mañana a primera hora, pondré una queja para que el bastardo sea despedido.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro