Capitulo X: Estadio de fútbol
La palabra "enojada" no encaja claramente con lo que siento en este momento. Estoy más allá de la ira, más allá de la frustración. ¿Cómo es posible que Dorian prefiera pasar más tiempo con Steven y no conmigo? ¡¿CÓMO?!.
—¡Leyap!, espérame —escuché la voz de la rubia detrás de mí. Me olvidé completamente de la rubia que estaba con nosotros.
—Perdóname —dije, volteándome hacia Katia mientras entrábamos al edificio.
—¿Tan mal te cae Steven? —preguntó Katia, llegando a mi lado con una sonrisa curiosa.
—Él es buena persona —dije con sarcasmo, rodando los ojos.
—Sospecho que son super amigas —reímos juntas, entrando al elevador. —Tengo curiosidad del cómo es contigo —preguntó Katia, su voz llena de curiosidad.
—Créeme cuando te digo que es peculiarmente sincera a sus sentimientos —aclaré, entrando al departamento-. Bienvenida.
—Es hermoso —Katia sonrió y se acercó a la ventana, observando la vista.
—Sí, lo es —respondí, sonriendo—. Pero no tanto como la compañía.
Katia se rió y se sentó en el sofá: —¡Qué lindo lugar! —expresó Katia, admirando la decoración y la vista del departamento.
—Ven. Tenemos que hablar. —Me puse seria, sabiendo que la conversación que estaba a punto de tener era importante: —Pienso que no le caes tan bien a mi suegra, así que descartemos por ahora su ayuda.
Katia asintió, entendiendo la situación.
»—Escúchame bien —continué—. Quédate conmigo. Los beneficios serían: trabajo, hospedaje y compañía más que seguro.
—¿Qué dirá Dorian? —preguntó—. ¿Dónde me quedaría? Ustedes necesitan su privacidad.
—Rubia, no tienes que preocuparte por eso, —me rie—. Yo vivo sola.
Ella me observó atónita.
»—Sí, ya sé —dije—. Es raro que vivamos separados, pero como sabes, la mayoría del tiempo él se la pasa viajando y, pues, verás que tan ocupada estoy.
—¿Tú me darás trabajo? —preguntó entusiasmada.
—Claro —dije—. No precisamente modelaje, pero es más o menos algo digno de ti. Solamente que para ello tendrás que esperar unas semanas.
—¿Bueno, te quedas? —pregunté y le guiñé el ojo.
—Sí, me quedo —Katia sonrió.
—Te mostraré tu habitación —Me levanté del sofá. La llevé por el pasillo hasta una habitación amplia y luminosa.
—Es hermosa —dijo Katia, concentrada en la decoración. —Gracias, Leila significa mucho para mí.
—No hay problema, rubia —Sonreí—. Estoy feliz de tenerte aquí.
—¡ATENCIÓN!.
Mis elementos están formados delante de mí, todos portan un uniforme completamente negro. Cada uno de mis coordinadores generales están listos para entregar las bandas y los gafetes de cada área, la rubia prefirió estar a mi lado y no quedarse aburrida en casa, ella adora la atención que en este momento tiene, le encanta que todos admiren su belleza, y quién no lo haría. Estamos a dos horas para que el partido comienze, así que tengo que meterle turbo.
—René, acceso en la principal y en las dos entradas. Pablo, los tuyos serán cateo. Trabajen juntos, recuerden que cualquier cosa están los de seguridad pública. —los dos mencionados asienten y ordenan a su gente para dirigirse a sus puntos—. Sofía, te toca los túneles de acceso. Javier, palcos. Esteban cancha. Edith y Manuel controlen a las porras. Sami, ala norte. Santi, ala sur. Y el resto les toca recorrido. —A todos se les entregan sus gafetes y se llevan a los elementos a su punto.
—Pero que complicado —expresa su opinión, la rubia.
—Ni que lo digas, pero con el tiempo agarras práctica —sonrío y tomo un poco de aire-. Vamos. Acompáñame.
Caminando por los puntos posibles la rubia observa como poco a poco todos toman posición y en el trascurso pasó una hora. Si antes el área de descanso o punto de reunión estaba completamente desolado, ahora está lleno de vida y un sin fin de personas cantando, riéndose mostrando lo impacientes que están por apoyar a su equipo favorito.
—Leyap, esto es completamente diferente —aclara aún más sorprendida. —Y es emocionante.
—Te gustará más cuando salgamos de viaje y cubramos eventos de música, eso de verdad es emocionante.
—Esperaré ese día. Oyes y entre todos tus viajes. ¿Has conocido a galanes? —interroga.
—Eh... Si, pero nada que ver. La mayoría me sigue por Instagram y otros más en Facebook, tengo un catálogo extenso, son buenos amigos —confirmo y ella me observa como no creyendo lo que le digo.
—Eres una caja de sorpresa. ¿Y Dorian?.
—Seguro está hablando con su padre o algo así, la verdad desde aquel día no he hablado con él. —confieso triste.
—Pero eso está mal, ustedes están comprometidos, no deberían estar sin hablar ningún día.
—Sí, deberíamos, pero no... —suspiro sabiendo que la rubia tiene razón, en fin, nos acostumbramos a estar de esta manera y claramente no le veo ningún problema, no soy una novia empalagosa—. Caminemos más rápido que pronto los jugadores entran a las regaderas.
Y así fue, admiramos un rato a los profesionales del fútbol, esos guerreros del campo de batalla verde, para después ir a dar el último rondín y dar instrucciones, ya que pronto el partido daría fin y con ello una horda de aficionados enfurecidos y descontentos por el marcador final.
—Recuerda, no queremos un estadio en llamas, ni una multitud de hinchas desenfrenados —dije a Katia, mientras caminábamos por los pasillos, intentando mantener la seriedad, pero con una sonrisa irónica en mi rostro.
—No te preocupes, Leila —respondió Katia, con una risa—. Estoy preparada para evitar cualquier catástrofe, cualquier desastre que pueda ocurrir en este coliseo del fútbol.
—Aún recuerdo la clausura pasada como un par de cavernícolas ebrios que tuvieron una riña en el estacionamiento, un espectáculo digno de una película de acción. Fue un verdadero show —dije riendo—. Yo andaba cerca y pude dar por concluido el intento de pelea antes de que todo se saliera de control y se convirtiera en un verdadero caos. Pero mi hombro no tuvo la misma suerte.
Katia se rió a carcajadas.
—¿Qué le paso a tu hombro? —quiso saber con curiosidad.
Me tocó el hombro izquierdo, recordando el dolor y la molestia.
—Bueno, resulta que uno de los hombres se tomó la delicadeza de tomar mi brazo con tanta fuerza que terminó por tirarme por los suelos —conte—. Dañarme más de lo normal, y dejarme con un recuerdo doloroso que no olvidaré pronto.
Katia se rió.
—¿Y luego, ¿qué pasó? —siguió preguntando ansiosa por escuchar el resto de la historia.
—Las consecuencias de ello fue un paramédico maldecido siete veces por mí —afirme—, un yeso por dos meses que me hizo sentir como un pájaro con un ala rota, y un recordatorio de separar las salidas de los mismos para que no ocurra alguna desgracia, algún accidente que pueda dejar a alguien con un recuerdo amargo.
—Eres una verdadera heroína —dijo—. Salvando estadios de aficionados ebrios y desenfrenados.
—Alguien tiene que hacerlo —pronuncie—. Y mejor que sea yo, antes de que todo se salga de control y se convierta en un verdadero desastre.
Llegamos a la sala de control y comenzamos a revisar los sistemas de seguridad.
—¿Estás lista para ver cómo se trabaja en esto?
—Estoy emocionada de ver esto y más que lista para enfrentar cualquier aventura que pueda ocurrir en este estadio. —confirmo Katia.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro