Capitulo VIII: Bienvenida
—Buenos días, señorita Ferrer.
—Bienvenida.
—Es un placer tenerla de vuelta.
Saludan todos en la sala de juntas con la mano los saludo igual y tomó asiento en la cabecera. Hoy después del fin de semana agitado me encuentro en la oficina haciendo mi trabajo como corresponde.
—Señorita, la felicito por su recién compromiso —menciona Beto, uno de los supervisores operativos, los demás al escuchar dejan a un lado lo que estaban haciendo y me miran sorprendidos esperando una confirmación.
—¿Cómo te enteraste?.
—En Gama's, están gritando a los cuatro vientos, —dice si más.
—Queremos detalle —dice la tierna Lupita.
Es bien sabido que las personas que tengo enfrente no solo son mi equipo de trabajo, sino también unos amigos excepcionales.
—No coman ansias.
Miró el anillo por millonésima vez en lo que va de la mañana a ahora y una repentina ganas de reír como loca aparece.
(flashback)
—Señor Ferrer. —Mi padre presta atención y deja de beber su vino—. El motivo de esta reunión, es por algo especial. Señor yo, quiero pedir formalmente la mano de su apreciable hija Leila.
—¡QUE EMOCIÓN! —escucho gritar a mi madre y suegra.
—¡Por Dios!, mujeres, guarden silencio. Parecen adolescentes, —regaña mi padre con la mano en la oreja—. Dorian, hijo. ¿Estás seguro de que únicamente la mano?
—¿Eh? —mi amado se mira confundido.
—Padre. —Le recriminó.
—Ay, que amargada.
—Señor, yo no entiendo su pregunta —menciona preocupado porqué jamás capta las bromas de mi padre.
—Ash, otro amargado, —de la nada su frente casi toca la mesa—. ¡¡Santa madre!! —exclama asustado.
—Hijo, no le hagas caso a este sinvergüenza, tú tienes nuestra bendición. —Mi madre ve a mi padre y esté paso saliva a duras penas. —¿Verdad, cariño?, —mi pobre padre nada más confirma temeroso.
—Dorian, precioso hijo mío, creí que jamás darías el salto, hasta ya me estaba haciendo a la idea de no tener nietos.
Mi querida suegra se la paso llorando de la emoción el resto de la velada, si no antes organizar todo de una vez. Según ella, tendrá que ser la boda del año.
(fin del flashback)
—¿Entonces? —vuelve a preguntar Beto.
—Eh, nada en especial, primero me pidió matrimonio en Seúl Corea y el sábado lo hicimos oficial.
Digo como si nada, pero ellos me ven con ojos de rana. Antes de que puedan articular palabra la puerta de la sala es abierta y todos miran en esa dirección, la recepcionista se ve nerviosa, ya que tiene la mirada de cada uno en esta sala.
—Leila, una joven solicita verla, ¿la hago pasar a su oficina?.
—Si no tiene cita que espere ahora tengo cosas más importantes que atender.
—Leila, la chica insistió, dijo que es tu amiga y que no necesitaba citas. —cuestiono.
—Repíteme su nombre —Estella desdobló una nota y se acomodó mejor sus enormes lentes, la chica es dos años mayor que yo, y aun así aparenta apenas los veinte. Ella por desdicha se enamoró de alguien que tuvo que irse, lo más admirable es su capacidad de esperar con la esperanza de que algún día el desgraciado regrese.
—Katia Vladimir... Vladimirovna.
—Repítelo ahora sin trabarte, —se burla Ernesto.
—Cállate idiota, —le tiro lo primero que veo. O sea una botella de agua. —¿Será acaso una hermosa rubia muy elegante? —pregunto y ella solo asiente.
—Okay pongan atención tarados, acá dice que tenemos cinco eventos en diez días, dos foráneos, una expo y el resto cobertura en partidos. —Examino cada detalle, saco mis cuentas...
—¿Leila? —la dulce voz de Estella me empalaga. Le levantó el dedo dando a entender que espere.
—Beto te vas al norte al fest-Alternativo, con 150 internos y 50 externos, más 5 supervisores, allá otra empresa nos apoyará ya sabes qué hacer. Parten el jueves. Los contratos y pedimentos ya están firmados. Ernesto tú, junto a diez supervisores y 100 internos se van al sur, este evento es especial los elementos tendrán que portar el uniforme nivel 2, igualmente todo está firmado, todo tiene que estar listo para el martes a media noche ese mismo día se van.
>>Lupita, la expo es sobre el lanzamiento de un nuevo tequila, habrá invitados especiales y estrellas, con 30 elementos está bien recuerda que tienen que ser altos y que porten el traje, trabajas con el staff de corporativo selec, así que no tienes que preocuparte ellos ya tienen los contratos a partir del jueves empiezan. ¿Alguna duda?.
—Sí. —La mano de Ernesto está en el aire como niño pidiendo permiso para hablar—. ¿Aún sabes cómo respirar?.
—¿Por qué serás tan idiota?. —se limitó a encogerse de hombros.
—¿Qué hay de los partidos?, —pregunta Beto.
—Ay, como si no la conocieras. Ella ya tiene a los elementos en su posición —habla de nuevo Ernesto.
—Una cosa más. Traten que cada uno del personal firme bien si ficha de pago.
Esa fue la última orden y todos a excepción de Estella salieron, ella solo se quedó a un lado de la puerta esperando instrucciones.
—Quizás él venga a mi boda, —con la mención de mis palabras me mira directo a los ojos y después asintió—. Solamente no te desilusiones si no es así.
—No te preocupes. Sé exactamente qué hacer con él.
Eso chinga, esa seguridad en su voz me encantaba.
Salí de la sala y me dirijo a recepción a ver con mis propios ojos lo que provoca en ella tanta espera, lo primero que captó es su trasero que está inclinado sobre el escritorio tratando de alcanzar algún objeto, siento un tremendo picor en las manos que únicamente se calmara marcando sus nalgas. Pero creo que no es buena idea, ya que nuestra amistad o lo que sea que tengamos lo amerite.
—Rubia, —la llamo—. Pensé que te habías arrepentido de venir a México, ¿por qué tardaste?.
Al escuchar mi voz se baja como puede del escritorio, se la da vuelta y acomoda su ropa y cabello; —¿Qué yo tardé?. Llevo años luz esperando que alguien me diga dónde estabas.
—Exagerada. —menciono y la observo—. Ya te ves mucho mejor.
—Gracias, —dice apenas audible, y de repente la tengo dándome un efusivo abrazo.
—No tienes nada que agradecer, haré lo que está en mis manos para que empieces de nuevo &susurro en su oído. —¿Ya comiste algo?, por cierto dónde te estás quedando.
—Literal, vengó bajando del avión, _me señala a un costado del gran sillón—. Y no, no he comido nada.
—Espera —tomo una nota y escribo, pido que alguien lleve las maletas a mi departamento—. Vamos con mi suegra, a ella le encantará conocerte y de paso comemos las tres.
La tomo del brazo y la saco, a rastras la llevo al estacionamiento y hago que se ponga el casco de Dorian, y partimos a Gama'S. En cosa de 15 minutos ya estamos frente al edificio.
—Me sorprendes mujer, no pensé que fueras tan extrema.
—Y eso que iba super lento. —Confieso mientras entramos, los guardias al verme me saludan con un movimiento de cabeza.
—Buenas tardes, Cinthia.
—Señorita Ferrer, es un placer tenerla de nuevo por aquí, ¿la anuncio? —pregunta, se inclina a un lado—. Buenas tardes, señorita...
—Katia, dime Katia.
—Buenas tardes, Katia. _termina por saludar.
—Está en su oficina, ¿verdad?.
—Como siempre, —Contesta, toma el teléfono y ordena que suban café.
Subimos en el elevador y oprimo del número ocho, en segundos estamos arriba y salimos. Caminamos por el pasillo y antes de tocar, los gritos de mi querida suegra traspasa los muros sé que su emoción por organizar la boda la hace actuar de esa manera, y por supuesto que a mí me hace feliz verla así.
—Suegra le va a dar un yeyo, —me observa y su sonrisa se hace presente.
—¡Hija!, Justo te iba a marcar e invitarte a comer.
—No se moleste ya estoy aquí. —Digo sentándome frente a ella y miro las revistas que están esparcidas en todo lo ancho de la mesa. —¿Qué es todo esto?.
—¿Estas ciega?, esto es lo último en moda en vestidos de novia, también hay ramos, zapatillas, velo, peinados, maquillaje y más cosa, mira este lugar no te parece perfecto para la recepción, y mira en la noche se verá más...
—Cof, cof, cof., —la tos fingida de Katia interrumpe el parloteo de la suegrita.
—Amber, te presento a mi amiga y también compañera de modelaje de Dorian, Katia.
Mi suegra la ve fijamente y en un segundo su expresión cambia a una sombría y de repente exclamó; —¡LÁRGATE!.
La verdad jamás había visto reaccionar de esa forma por alguien y al parecer ellas se conocen.
—Katia...
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