Capitulo III: Dulce encuentro.
El tiempo pasa lento y no aguanto estar sentada, bien dije que los modelos podrían ser una buena distracción, más sin en cambio ya me aburrí, de mi bolso sacó el libro y seguí leyendo, los protagonistas están en una discusión meramente sexual lo cual termina en un encuentro extremadamente rudo y salvaje, no tengo idea de cómo la autora lo escribo sin sentir nada.
Si no supiera controlar mis emociones seguras ya estaría en peligro, una tos fingida me sorprende y cierro rápido el libro, como si de un crimen se tratara y lo dejo sobre mis piernas acto seguido me cubro la cara por la vergüenza. Separó los dedos dejando un espacio para poder ver, y lo primero que observo son unos zapatos cafés al segundo un toque suave en mis manos me hacen bajarlas y ser sorprendida.
Lo observo y la alegría se nota en la tierna sonrisa que me dedica: —Coffi, hermosa —su voz es tan suave y varonil al mismo tiempo.
Hace que toda vergüenza se aleje de mi, me pongo de pie para darle un abrazo, sumerjo mi rostro el el hueco de su cuello para aspirar su perfume embriagador: es dulce y maderos, la mezcla perfecta.
—Te extrañé amor —, declare sin separarme de él, se lo dije en un susurro incluyendo un beso mi acción lo hizo erizarse y él me apretó más a su cuerpo.
—Coffi, no creo que quieras esto en público —dijo entre suspiros.
Esas simples palabras con el mensaje oculto me cortó la respiración y en mi mente se formó la escena del libro. —Te necesito ahora —ordene, y mis labios encontraron los suyos en un beso apasionado y rápido exigiendo más caricias.
—Coffi, para. Vamos a la habitación.
—Okey, Okey. ¿Espera un momento...? Se supone que esto era una sorpresa. —Manifesté triste.
—Claro que me sorprendí jamás pensé verte tan lejos de casa y menos para ver a este tonto. —dice con cierta burla refiriéndose a él.
—No eres tonto.
—Coffi, vamos a la habitación para terminar con lo que empezaste —sugiere en tono seductor.
—¿No habrá problema si me quedo contigo? —pregunto con angustia, ya que en estos casos la misma agencia no permite que los modelos tengan compañía que no fuera la de sus asistentes.
Sus cejas se elevaron para después relajar su rostro en el apareció su típico gesto: “tengo un plan." Me tomo de la mano y caminamos a la recepción; —Buonasera, potrebbe darmi una stanza? —y si, una de las tantas habilidades de mi novio es hablar casi cualquier idioma.
—Mi scusi signore, sono disponibili solo le suite —con la mención de suite en la oración me preocupé.
—Prenderò volentieri la suite. —responduo muy alegre mi novio.
La hermosa Italiana pidió unos datos más y le entrego una tarjeta. Nos disponíamos a esperar el elevador cuando una mano con una manicura perfecta atrapó el brazo de mi amado.
—Querido Dorian, ¿por qué te estas yendo? —pregunto una hermosa mujer rubia —En esta ocasión no te vaz a escapar de la celebración que tenemos. —aseguro con un acento muy marcado, casi siento que le quema hablar el castellano.
—¿De qué hablas? —admitió confundido.
—Querido. ¿Estás consiente que no puedes meter mujerzuelas a tu habitación? —la chica decidió ignorar la pregunta y miarame directamente a mi.
Me miro con cierta superioridad, cosa que me hizo hervir de la ira y claro que no me iba a quedar callada, no obstante un insulto no serviría de nada: —Buenas noches, es un placer conocer a una amiga de mi novio —remarque la palabra “novio" —¿Es usted una compañera del trabajo? —agregue y le mostré una sonrisa de lado, claro que un saludo formal sirve en estos casos.
—Tú no puedes ser su novia —acentuó con asombro —Eres poca cosa para él —chillo molesta.
—Bueno, Katia, mi novia poca cosa y yo nos vamos a la habitación. —menciono prestándole atención al elevador que ya está con las puertas abiertas.
—¡Pero no puedes, está prohibido! —exclamo.
—¡JA!, claro que puedo. No eres quien para decirme que puedo y no puedo hacer.
—Fue un gusto señorita, Katia. —Dorian subió y acomodo mi equipaje a un lado. Observe a la rubia que tenía una cara roja de coraje y yo con superioridad le guiñe el ojo, entre al elevador y este cerró dejando a una rubia enfadada.
—Coffi, cariño mío ven —me llamo de la manera más sensual.
Me tomo de la cintura para pegarme más a su cuerpo y en un movimiento rápido me arranco los besos más ardientes y necesitados. Su lengua pidió permiso y saborear la mía en un baile delicioso, pasó su mano por toda mi espalda hasta llegar a mis glúteos y apretarlos, me separé de él, ya que el aire me faltaba.
Recargo su cabeza en el hueco de mi cuello y con mi mano, toque su miembro duro y los gemidos que salieron de él, son música para mis oídos.
—Amor no sigas —decía jadeando.
El sonido de las puertas abriéndose indico que ya habíamos llegado a nuestro piso, excitada y ya con la pantaleta majadas me separé de mi amado. Caminamos por todo el largo pasillo gasta llegar a nuestra habitación, y entramos.
Camine por el lugar ojeando a mi alrededor de verdad los italianos aman los lujos.
—Hermosa, ansiaba este momento y no tendré compasión por tu sensual cuerpo.
—Jamás pediría compasión. —me deleite ante tan hermosa frase.
Dorian que se había quedado parado cercas de la puerta, camino con toda tranquilidad hasta llegar y quedar en frente de mí, en sus ojos se refleja el amor que tanto profesa. Mi mano acarició su mejilla con amor y él solo suspiro disfrutando de mi tacto.
—Amor, aún no puedo creer que estés aquí —hablo con delicadeza —Te extrañe tanto. —termina por confesar.
—Yo también lo hice, es por eso que estoy aquí contigo.
—¿Qué pasará con tu trabajo? —dice preocupado y abriendo los ojos sorprendidos
—No te preocupes por eso. —le resto importancia, ya que sé que mi empresa está en buenas manos —Vine a verte con la esperanza que nos quedaremos unos quince días. ¿Eso sí quieres?. —ahora que lo pienso no me pregunté si él tenía más planes después de la semana de la moda, y si es así, como le haré para pasar tiempo con él?.
—Sé lo que estás suponiendo coffi, no te preocupes después de estas fechas pedí un permiso para ir a México por unas semanas, pero tú te adelantaste. —sonreí para él.
—¿Por qué siempre lees mi mente? —adquirí burlona.
—Eres fácil de leer mi vida, tu hermoso rostro cambia drásticamente cuando algo te preocupa, a eso súmale la pregunta que hiciste. —hizo un puchero y se encogió de hombros.
—¡Ash! Cómo me caes gordo —exprese con burla
—Te amo. —declaro con una hermosa sonrisa de lado a lado.
Después de eso nos fundimos un tierno beso, ya no había desespero, no había prisa, en esa acción solo había amor, cariño, en el expresamos la falta de estar separados por tanto tiempo.
Sus manos viajaron por toda mi espalda hasta llegar al borde de mi playera y quitarla, siguió con mi sostén que dejo caer al suelo, como puedo empiezo a sacar su corbata desabotono su camisa y se la quito con todo y el saco, mientras nos besamos apasionadamente paso mis dedos por su abdomen y me detengo en la orilla de su pantalón, este me detiene: —Amor mío, espera —pidió por la falta de aire, por segunda vez, en un santiamén me levanto y mis piernas rodearon su cadera.
Camino por todo el lago pasillo sin dejarme de besar mi cuello o labios, el deseo que sentía es cada vez más, y más, únicamente espero que mi pequeño cuerpo soporte las necesidades este hombre.
Sé que Dorian puede ser un hombre tranquilo, caballeroso, gentil y hasta tímido, pero cuando se trata de expresar su amor conmigo se convierte en todo un salvaje
Al llegar al cuarto me acostó en la cama y sin dejar de observar me retiro mi pantalón y pantaletas para quedar totalmente desnuda ante la mirada atenta del hombre de mi vida...
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