
Capítulo 7
Hoy la noche brilla más.
Permanezco sentada agarrada ha mis rodillas pensando en Salim.
No solo me siento atraída por su belleza, también por lo bien que se porta conmigo, me da la sensación de que cuando estoy a su lado es como si el mundo se detuviese.
Suspiro sonriendo feliz de poder haber conocido un hombre como él, ahora me queda pensar en algo para mentir a mi madre.
La idea no me agrada, tampoco quiero mantenerme lejos de Salim.
Por lo que decidí después de desayunar decirle a mi madre que iba a buscar un nuevo trabajo.
De camino, me encuentro con Marga.
Llevaba días sin saber de ella y aunque quería simpatizar con ella, al parecer ella mostraba su lado menos comprensivo.
— ¿Qué tal tú trabajo? — Me da la sensación que escupe las palabras. En cierto modo, no comprendo a Marga del porqué se comporta así.
— Bueno mi mamá se opuso cuando se enteró donde trabajo y ya lo he dejado. Ahora intento buscar otro. — Mentir no está bien, pero debo ser inteligente y no decir realmente lo que pasa. Ahora me queda la esperanza de que la verdad no salga a la luz.
— Ha sido lo mejor que te ha pasado, dejar ese trabajo. Yo desde luego no soporto a esas personas.
— Marga, no debes discrimar a nadie por ser distinto a tí. ¿Desde cuándo eres racista?
— Déjalo Veruska no me apetece discutir contigo. Ahora voy hacia una agencia de modelos que me recomendaron, si lo deseas puedes venir conmigo. Me han hablado muy bien de ella. Imagínate que nos convertimos en modelos y ya por fin dejamos de pasar tantas calamidades, y lo mejor de todo. Me largo de mi casa de una vez.
— Marga quítate esa idea de la cabeza y pon los pies en el suelo. Míranos, somos pobres y como tal debemos luchar para poder tener un plato en la mesa. Yo prefiero seguir buscando un trabajo el cual me dure lo suficiente y así ayudar en mi casa.
— Llevas razón, pero tampoco perdemos nada por intentarlo.
— No sé, déjame pensarlo. —Fue lo primero que se me vino a la mente para quitarme de encima a Marga. El tiempo se me echaba encima y a punto estaba de llegar tarde a mi trabajo.
Para mí suerte, llegué sólo diez minutos tarde.
Hablé con Amina explicándole lo que me ocurría.
— Veruska no debes mentir a tu madre. Si ella no quiere que trabajes aquí, haz su voluntad.
— Amina, yo sí quiero trabajar aquí. Me siento a gusto, me ayudáis y quiero recompensarlo al menos con mi trabajo.
— Veruska, no quiero meterme donde no me llaman. Pero...quisiera hacerte una pregunta.
— Hazla.
— ¿Estás enamorada del señor Aziz?
— E-na-mo-ra-da...— titubeo sintiendo mi corazón golpear contra mi pecho haciendo que me ponga nerviosa.
— Veruska, sólo quiero darte un consejo.
El señor Aziz no es hombre en el cual cualquier mujer pueda aspirar a su amor. Él... está obligado a casarse con la mujer que le elijan. Así es su destino y tú en todo caso serás su amante.
— No. Jamás seré amante de nadie. Yo tengo mis principios y el día que me enamore será del hombre con el cual vaya a compartir mi vida. Yo no soy el segundo plato de nadie.
— No sabes cómo me alegro escucharte hablar así. Y ahora ven, tenemos mucho que hacer, mañana es la fiesta del fin de Ramadán y si lo deseas puedes celebrarlo con nosotros.
Haremos una gran comida en el jardín, después del rezo saldremos a comprar algún regalo. ¿Te apuntas?
— Claro que sí. — Entusiasmada me pongo a limpiar junto Amina y dos mujeres más.
Al caer la tarde, me voy hacia mi casa, estaba agotada.
Camino unas cuántas manzanas cuandode pronto un todoterreno negro se para casi a mis pies.
Al bajar la ventilla negra veo el rostro de Salim, tan elegante con unas gafas negras de aviador, ataviado con un traje de tres piezas viéndose atractivo.
— Hola Veruska, ¿Ya te vas? — Su voz ronca y varonil con ese acento consigue que me olvide hasta de mi nombre y más con esos luceros negros observándome.
— Sí, recién he terminado. Por cierto Amina me ha comentado que mañana termina el Ramadán, si no le importa quiero asistir a la fiesta.
— Por mí está bien. De echo te agradezco el que quieras celebrar un día tan importante con nosotros.
¿Deseas que te lleve a casa?
— Esto...no...porque mi mamá me ha prohibido seguir trabajando en su caso, no le gustó que le ayudase. Discúlpeme.
— No hay nada que disculpar. Pero siento decirte que no dejaré que vayas sola a tú casa. Te dejaré a unos metros de tú casa para que no nos vean. Ven sube.
Obediente, subo al auto. Nada más sentarme, me siento vulnerable sentada al lado de Salim. Su perfume golpea mi nariz, el olor es algo fuerte pero embriagador. Su cuerpo descansa cómodamente en el asiento, mientras el mío, está rígido y mis mejillas encendidas. Tan solo nos separan unos centímetros y muero por tocarlo. Por poder descubrir como besa y que se siente cuando me desnude y me tumbe en la cama provocándome oleadas de calor y de deseo.
— Veruska, siento decirte que aunque tú madre se oponga, no te dejaré desamparada. Trataré de ayudarlas.
No quiero volver a ver este bello rostro con un golpe. — Sus largos dedos rozan delicadamente mis labios. Mi respiración aumenta, unos hilos de inquietud transpasan mi piel sofocando me.
— Me gustas mucho Veruska, y si me permites me gustaría saber cuál es el sabor de tus besos. ¿Me dejas besarte?
Entre abro mi boca a la vez que asiento con mi cabeza.
Despacio, a cámara lenta, se acerca a mí apoyando su mano en mí nuca.
Sus labios rozan con descaro los míos abriéndose paso con su húmeda lengua. Jugamos unos minutos en una danza de fuego con nuestras bocas notando un cosquilleo en mi estómago.
— Ya hemos llegado. Quiero verte mañana, y todos los días. Quiero que sepas que eres una mujer especial, una mujer que tiene algo que me atrae y no puedo dejar de pensar en tí, te has convertido en mi obsesión y mi propósito es cortejarte para que algún día seas mi esposa.
Pero...debemos ir despacio. Solo quiero que este día sea el principio de nuestro amor.
— Salim, yo no he tenido novio, ando justita con el tema de relaciones. No me importa esperar, porque siento algo dentro mí que solo tú has conseguido darle vida.
— No sabes lo dichoso que hace sentir hablar así. Ahora ve a casa Habibati. ( Mi amada).
Antes de salir del coche le di un último beso a Salim. Necesito llevarme el sabor de sus besos hasta mañana que pueda verlo.
Al llegar a casa, solo se encontraba mi hermano. Juguemos un rato al fútbol, después le preparé la cena con la comida que me había dado Amina hasta que llegó mi madre llorando a mares.
— ¿Mamá qué te ocurre está vez?
— Veruska, creo que debemos de irnos a otra ciudad. No sólo no llegamos a final de mes, si no que ahora el gobierno está recortando la comida, el papel del baño lo venden contado y apenas hay comida en los supermercados. La gente está indignada, han salido a la calle para protestar. Tengo mucho miedo Veruska de que todo esto se complique más.
— Espera un momento mamá, yo he encontrado un trabajo cuidando una anciana. Podremos sobrevivir.
— Esa no es la cuestión hija. El problema es que todo los recortes que están haciendo referente a la comida y las cosas tan básicas que necesitamos diariamente. Sabes la cola que hay que hacer para poder comprar en un supermercado. Necesitas horas, las tiendas comienzan a cerrar por qué no le sirven los alimentos. ¿Hasta dónde va llegar todo esto? Vamos a morirnos de hambre.
— Tranquila mamá, confía en mí, a nosotras esto no nos sucederá. Confía en mí. — Confíar en mí no sé si será lo más correcto para darle ánimos a mi madre. Pero sí puedo confiar en Salim, estoy segura de que él me ayudaría para tener una vida mejor. Y ahora más que me ha dicho que le gusto.
Me levanté temprano y dejé el desayuno preparado para cuando se levantarán mi madre y hermano.
Acto seguido, me fui directa hacia la casa de Salim. Amina me comentó que me daría una sorpresa.
Entusiasmada, e intrigada marché hacia la casa.
Nada más llegar, Amina me saludó y me llevó hacia una habitación donde había unas cuántas mujeres pintando en sus manos tatuajes de Henna.
Maravillada por ver todo aquello e inducida por la curiosidad, Amina me ayudó para que me hicieran varios tatuajes en la mano de Henna. Secada la henna, me fui a bañarme donde Amina me regaló un caftán.
Era un vestido largo blanco, bordado a mano con hilo de oro y un cinturón ancho que lo complementaba.
Al salir, todas las mujeres me felicitaron, el Ramadán había finalizado y ahora tocaba asistir a la fiesta.
Después de saludar a todos los allí presentes comenzó la fiesta.
Había una gran mesa con comida, las mujeres bailaban en grupo mientras los hombres más vergonzosos solo hablaban. Los más jóvenes bailaban con las mujeres.
Aquello me pareció fantástico, incluso tan maravilloso como ver cómo Salim saludaba a todos sus empleados con simpatía y cariño.
Cuando se dirigió ha mí, su mirada me traspasó como una flecha directa a mi corazón.
— Veruska, estás tan hermosa. Me gustaría poder verte en privado en un pequeño jardín que está allí. — me dijo Salim señalando al lugar.
— Yo...
— Haré tú voluntad respetándote. Tú puedes pedirme lo que deseas, quiero conocerte y complacerte como te mereces. — Salim me hizo una reverencia antes de desaparecer entre la gente.
Varias mujeres me observan, y aquello me incomodó algo. Yo no estaba acostumbrada a ser la atención de nadie. Y aunque no pudiera entenderlas, sabía que hablaban de mí.
Aprovecho que la gente estaba rezando para escaparme para ir al jardín donde me había indicado Salim.
Al entrar había dos hombres parados en la puerta del acercado. Le dije que era Veruska y sin decirme nada me dejaron entrar.
El jardín era pequeño, y aún así no le falta de nada. Se ve que está bien cuidado y hay una pequeña casa de madera, un pequeño estanque con distintos peces, un césped bien cuidado con flores. Radiolos, claveles, lirios, rosas...y varios árboles los cuales daban sombra.
Tomé asiento en un banco admirando la belleza de la naturaleza de aquel lugar, pudiendo escuchar el canto de los pájaros revoloteando y sobre todo, ver la puesta del sol.
— Veo que has decidido venir. No sabes qué feliz me hace tú presencia en uno de mis lugares favoritos.
— Gracias por invitarme. Ven siéntate, veremos la puesta de sol juntos. — Al sentarse Salim, su fragancia captó todos mis sentidos, sus dedos entrelazados con los míos conseguía desmoralizarme.
En verdad me gusta mucho Salim.
Y por ello no me dio vergüenza cuando tomé la iniciativa de besarlo.
Él, con gusto me devolvió el beso.
— Veruska que me estás haciendo. Pienso que sí te dejo escapar estoy loco, pero si no lo hago te haré daño.
— No me digas eso. Confío en ti y sé que jamás permitirás que me lastimen.
— No se trata de mi Veruska. El deber está por encima de mi corazón.
— Explícate, estoy empezando asustarme.
— Veruska, yo soy príncipe. Soy el heredero al trono, y mi padre está algo delicado de salud. En el momento que mi padre fallezca debo tomar las riendas de mi país. Allí no hay políticos, solo se gobierna con la monarquía. Y ese es mi deber, desde pequeño me educaron para ser buen rey y eso trae muchos problemas.
— Entonces yo... simplemente seré una amante.
— No. Serás mi esposa, siempre y cuando estés dispuesta a convertirteal Islam. Y por supuesto seguir un protocolo. Esas son las condiciones que deberás cumplir como mi esposa.
— Pero...es que yo soy católica. Además, no tengo ni idea de gobernar y mucho menos de vuestras costumbres.
— Si tienes fe todo se aprende.
Y yo no quiero casarme solo para tener herederos, sin amor, durmiendo en habitaciones separadas teniendo un harem de mujeres.
Ese era mi padre, hizo mucho daño a mi madre.
Y si algo estoy seguro es que yo no seguiré los pasos de mi padre. Me casaré por amor.
— Salim... ¿En verdad me ves como tú reina?
— Ya lo eres. Has sido capaz de seducirme, atraerme como un imán, ahora déjame quién te guíe en este camino llamado amor, habibati.— Volvimos a besarnos, sintiendo sus manos por encima de la tela del vestido.
Tan sólo nos separan centímetros de tela para poder rozar nuestras pieles y unirnos como dos piezas de puzzle.
Estaría cometiendo una locura, o más bien precipitándome.
Aún así, no quería pensar en el después, quería compartir mi primer momento con mi príncipe.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro