
Capítulo 18
En apariencia estaba tranquila. En mi interior fluían demasiados sentimientos con lo que debía de luchar.
Ver de nuevo a Salim ha conseguido que me ilusione nuevamente aún haber tenido que soportar tantas angustias, debiendo de amoldarme a unas personas las cuales me trataban sin ningún miramiento.
Salim aún seguía insistiendo en que me fuera con él, dándome protección y la seguridad que necesito.
En el momento que iba a unir mis manos con la suyas para poder asomarme a la puerta de la libertad, Rony junto con otros dos hombres más, entró a la habitación muy enfado.
Me cogió de malas maneras llevándome arrastras.
Minutos antes de salir de la habitación, vi como aquellos dos hombres atacaron a Salim.
Dándome varios golpes, Rony me hizo subir al auto cerrando las puertas.
Al llegar a la casa de Lesa, ésta ya me estaba esperando.
Nada más verme agarró una fusta comenzando a darme golpes sin permitirme al menos defenderme, o al menos preguntar porqué hace todo esto.
— Verónica eres una maldita hija de puta. Te mereces esto y más por desobedecer.
— No entiendo, ¿Qué hecho de malo? — Tirada en el suelo, limpiándome la sangre intento hablar bajo un manto de miedo.
— Sabes perfectamente que no debes pasarte más de una hora con el mismo cliente. Debes acostarte con más hombres. Este es tú castigo por desobediente. Ahora vete y mañana irás a otro lugar para trabajar. Últimamente no saco mucho beneficio contigo.
Subí las escaleras a gatas llorando amargamente. La fortaleza que creí haber construido se ha visto derrumbada en menos de cinco minutos.
Llegué a mi habitación, agarré compresas y Betadine para curarme las heridas.
Con mi pulso temblando me curaba sin dejar de llorar desconsoladamente.
Cómo una ráfaga de luz creí haber podido rozar mi libertad.
De nuevo la luz se apagó mostrándome la realidad en forma de gotas y color rojo.
Al día siguiente, muy temprano Rony me llevaba hacia otra ciudad.
Atardecido lleguemos a una mansión situada en un barrio de lujo.
Con la ayuda de Rony bajé mi maleta donde había todo lo necesario para que me viera bonita para dar comienzo a mi trabajo.
Dentro de la casa, había algunas chicas de distintas edades.
Me acerqué hasta una para preguntar dónde podía cambiarme.
La muchacha muy amable, me condujo hasta la habitación.
Hablaba un poco mi idioma y pude entablar una conversación con ella.
— Me llamo Carolina, ¿y tú?
— Veruska, mucho gusto. — Abracé aquella chica de apenas quince años y la cual ya estaba señalada por tener que soportar este calvario.
— Carolina, ¿Porqué estás aquí? ¿También te han engañado?
— No. Estoy prostituyéndome porque así lo ha decidido mi madre. Desde los ocho años llevo aguanto esta vida.
Con apenas ocho años fui violada por mi casero a cambio de no pagar el alquiler. Después del casero fueron llegando distintos hombres buscados por mi madre. Con doce años ya sufrí mi primer aborto. Y ahora trabajo para la Madame.
Sentí un nudo en mi garganta al escuchar la historia de Carolina.
¿Cómo una madre podía hacerle eso a su propia hija?
— Tranquila Carolina, ven dame un abrazo porque en estos momentos es lo que necesitamos. — Abracé muy fuerte a Carolina dejando que llorase. De algún modo había que aliviar este calvario del cual nos ha tocado vivir sin pedir permiso.
— Veruska ayúdame por favor. Quiero poder ser una chica normal. Pienso que no tengo las suficientes fuerzas como para poder soportar este martirio.
— No temas, yo estaré a tú lado y te prometo que vamos hacer lo posible por escapar de este mundo.
Carolina y yo empezamos a cambiarnos de ropa. Le presto algunos cosméticos y le cuento mi secreto.
Ella sonríe, agradeciéndome todo sin delatarme.
Bajemos hacia un gran jardín donde las primeras estrellas ya habían comenzado aparecer en el cielo.
Había gente joven, de mediana edad y algo mayores.
Al parecer la mansión era de un presidente de una empresa importante.
Había varios corrillos de hombres maduros. Le hice una señal ha Carolina para que no se aparte de mi lado.
Caminamos hacia el corrillo de los maduritos y los más fáciles de engañar.
Flirteando con ellos, pudimos cazar a dos. Carolina se marchó hacia una habilitación con uno y yo con otro.
Subimos por las escaleras dirección hacia una especie de estudio. Esperé que el hombre tomase a escondidas su Viagra y de paso le eché en su bebida el fármaco para que se durmiera.
Aquel viejo trajeado me sentó en la mesa, sus babas mojaban mi piel, estaba excitado. La Viagra comenzaba hacerle efecto. Pero...de la nada comenzó a sentirse cansado.
Se sentó de golpe en la silla. Aprovecho para registrar su cartera, le robo varios billetes metiéndome lo en mi moño postizo.
Espero un rato dándole cachetadas en la cara aquel hombre.
De pronto me alarmo pensando que podría haberlo matado.
Le di cachetadas, le tiré agua a la cara. El hombre al fin comenzaba a reaccionar.
Me senté encima de él moviéndome como si hubiéramos estado follando.
Al parecer, estaba algo desorientado y a mí se me pasó la hora volando. Debía de irme en busca de otro cliente.
Bajando por las escaleras me topé con Carolina. Me guiñó un ojo, sonriéndole capté su indirecta.
Acto seguido, fui hacia la barra instalada en el gran jardín. Pedí al camarero que me preparase un whisky.
Mientras tomaba mi bebida escuché gritos de la gente alarmada.
Pregunté al hombre que recién había conocido qué ocurría.
El hombre me besó quitándole importancia al asunto.
Cuando disponíamos a tener una sesión de sexo, una mujer señalándome con el dedo grita descompuesta.
Al no entender el idioma, no sabía lo que ocurría hasta que Rony me sacó tirando de mí hacia la calle donde deprisa y corriendo me monté en el auto empezando a ponerme nerviosa.
— Rony, ¿porqué huimos? — Pregunto mirando por la ventanilla como varios coches nos persiguen.
— Maldita sea Verónica, ¿qué mierda has echo para que le diera un infarto a ___?
— Dios mío, yo no sabía que le daría un infarto. ¿Está...vivo?— Titubeo pensando que ese hombre le hubiera podido pasar algo malo.
— No sé. Pero si sé, que sus hombres están buscándote para hacer justicia.
Un escalofrío frío como el hielo recorre mi espalda.
Rony pisa afondo el acelerador logrando hacer algunas maniobras para despistar aquellos hombres que minutos antes nos perseguían.
Exactamente no sabía dónde estaba.
Rony estaba agotado, había estado conduciendo por muchas horas y decidimos parar en un hostal.
Nada más entrar en la habitación, Rony me ata a la cama desnudándose el primero da comienzo a lo que será otra violación.
Cuando ya se ha quedado satisfecho, hace una llamada telefónica.
Me quedo durante horas en la cama desnuda, atada de pies y manos soportando los abusos de Rony hasta que llega Lesa.
Desatada, Lesa comienza a insultarme arrojándome ropa y comida podrida.
— Me estás causando muchos problemas Verónica, y esto te va costar que deba de venderte.
— ¿Venderme? — Repito atónita.
— Sí. Ya estoy harta de tí, no haces caso a mis órdenes, ahora has estado a punto de matar a un hombre muy importante y encima ya no saco beneficio contigo. Eres una puta basura que no sirve para nada.
Lo mejor es venderte. Así al menos podré sacar algo de dinero por alguien tan insignificante como tú.
Toma, vístete, y prepárate en tres días habrá una subasta y allí te venderé.
Lesa dejó de hablar conmigo para dirigirse a Rony dándole órdenes.
Mientras los días pasaban, yo estaba pensando que esto sería mi fin.
Jamás hubiera creído que las personas se venden como si se tratase de un inmueble, un auto...
Miré por última vez por la ventana aquellas luces brillantes de una ciudad antes de marcharme junto a Rony pensando en lo que me espera cuando me vendan como si estuviéramos en los años de esclavitud.
Se supone que estamos en el siglo XXI, donde la tecnología va avanzando junto a la ciencia.
Las personas pensamos de otra manera, luchamos por las injusticias defiendo lo que es nuestro, salimos a las calles protestando para que se haga de alguna manera justicia.
Hay cosas que con el transcurso de los años han ido evolucionando.
Otras lamentablemente siguen hay atascadas sin ser escuchadas para poder poner fin y aunque se sepa todo lo que sucede, nadie habla.
Diariamente hay mujeres sometidas a violaciones, maltrato, niños son víctimas del abuso.
Esta es la sociedad en la que vivimos, la cual debemos de vivir amargamente a quien nos toca pasar por este infierno.
Al parecer este es mi destino, maldigo para mis adentros.
Ya no siento miedo, pues ya llevo viviendo con él mucho tiempo.
La sombra del terror es la causante de que no pueda pensar con claridad y me sienta indefensa.
Ahora cuando sé lo que van hacer conmigo, debo de estar preparada para lo que se me avecina.
Pienso que va llegando la hora de poner mi granito de arena aunque no tenga la suficiente fuerza necesaria para luchar por mis propios medios, no pienso darme por vencida.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro