Capítulo 15
Miro a través de la ventana, como van saliendo sus primeras hojas a los árboles.
Es primavera, ya habían pasado cuatro meses desde que comencemos a trabajar para Lesa.
Durante estos meses he podido ser testigo de lo que es este infierno.
He visto como niñas con apenas 13 años, exponen sus cuerpos ha hombres mucho más mayores que ellas perdiendo su inocencia, su infancia se ha visto obligada a transformarse en mujeres cuando en realidad son niñas.
Y lo peor de todo, es que ellos disfrutan con unos cuerpos recién empiezan a desarrollarse.
Incluso una niña de 14 años ha tenido a su bebé.
Al menos, ella podrá permanecer al lado de su hijo mientras que yo no sé qué fue de mi hijo.
Si estará bien, si lo acogieron una buena familia o estará muerto.
Desde entonces tomo la píldora, no quiero más embarazos, pasar de nuevo por lo mismo acabaría por destruirme más de lo que estoy.
Me volteo para mirar a Marga, ella se encuentra sentada mirando al vacío dejando caer sus gotas amargas.
Me acerco hasta ella preguntándole qué le ocurre.
— Estoy embarazada Veruska. — Abro mis ojos al máximo sin apartar mi vista de ella. Me siento a su lado acariciando sus brazos.
— Pero...¿no se supone que tomabas la píldora?
— La tomaba de vez en cuando. Pensé que jamás me quedaría embarazada por el maltrato que recibido diariamente.
— Marga ahora estamos algo mejor que hace seis meses cuando trabajamos para "El Dueño".
—- ¿Mejor? ¿A qué llamas tú mejor? ¿Por qué yo no sé dónde está nuestra mejoría? Y todo por mi culpa.
— Marga deja de acusarte. Por favor no quiero verte así.
—- Veruska, míranos. Mira las marcas de nuestro nuestro cuerpo, mírame y dime qué mis ojos no reflejan el miedo. Dime qué no es mi culpa que estemos en esta situación. Si no te hubiera convencido quizás estemos mejor y tú madre viva.
-— Escúchame Marga — La agarro por sus brazos fuerte mirándola para que recapacite. -— Hemos presenciado a los largo de tres años muchas cosas pasando por distintas torturas a cual peor. No es la vida que hubiéramos elegido, pero por desgracia el ser humano somos así, nos dejamos de convencer rápidamente por la necesidad de tener una vida mejor.
Dios nos da una vida, y nosotros buscamos más allá de lo que tenemos. Y en otras ocasiones, son los terroristas quien matando y amenazando a la gente se van haciendo no sólo con sus vidas, con el privilegio de manejar a través del miedo esas vidas o quitándoselas como si no les importase nada.
Ese el mundo que ahí allí a fuera.
Miles de personas viven con lujos, millones de personas llevan una vida acomodada y... ¿Cuántas familias viven en la pobreza sin recursos muriendo de hambre diariamente?
—- Sé a lo que te refieres. Pero yo...no quiero tener este hijo.
— No digas tonterías Marga. Tú vas a traer a este bebé al mundo y lo cuidaremos. Venga alégrate amiga.
— No puedo Veruska. Debo deshacerme de este bebé, el será el encargado de recordarme toda esta mierda de vida.
—- ¿Qué culpa tiene este angelito? Recapacita Marga. Ven dame un abrazo y verás como mañana lo pensarás mejor y te alegrarás de haber tenido a tu bebé.
—No —- Gritó Marga poniéndose de pie mirándome con rabia — He tomado una decisión y voy a deshacerme de este bebé. Porque no quiero que me ocurra lo mismo que te pasó a tí. ¿De qué te sirvió estar embarazada si hasta estándolo, te follaban de igual modo? Dime, ¿para qué quiero pasar el mal trago de traerlo al mundo? Para que me lo quiten o lo echen en una bolsa de plástico y lo tienen a la basura. Cómo hicieron con tu hijo.
— ¿Cómo dices?
-— Lo que oyes. Tú bebé fue arrojado al cubo de la basura. No te lo dije para no causarte un dolor más. Lo siento mucho, espero que me perdones por no habértelo dicho en su día.
Mi sangre se hiela al escuchar lo que aquellos hijos de puta hicieron con mi bebé.
Respiro hondo mirando a mi amiga. Ella me da la espalda. ¿Pero de qué me sirve enfadarme con ella?
Me levanto, paso mis manos por su espalda susurrádole que iré con ella a la clínica.
Por un lado es mejor abortar antes que saber que tú hijo acabará en la basura.
Al día siguiente, hablemos con Lesa contándole lo sucedido.
Ella, que hasta el momento nos trataba "algo mejor" comprendió que Marga no podía tener a su hijo quedando que se encargará de llevarla a una clínica clandestina para practicarle el aborto.
Aquella noche, Marga no trabajó. Me fui sola hasta un burdel nuevo donde se estaba celebrando una fiesta.
Había chicas de distintos países, algunas incluso subidas en un escaparate complemente desnudas. Quizás fuera para atraer la atención de los clientes.
Mientras tanto, yo camino vestida con un vestido color plata muy corto dejando ver mis pechos intentando captar la atención de algunos de los hombres que se encontraban sentados mirando como varias chicas bailaban en una pasarela desnudas, otras metidas en jaulas o simplemente disfrutaban mirando y hablando en grupo.
Pasó un rato hasta pude obtener un cliente.
Era un hombre bajito de mediana edad. Se sentó a mi lado invitándome a una copa. Acepté intentando seducirlo para que acabase en la cama y así empezar con mi trabajo o sería castigada duramente atada por días sin comer.
Cuando ya tuve a mi primer cliente, me lo llevé hasta a la habitación que me designaron.
Dentro, empecé hacerle lo que me pedía.
Después de todo fue un hombre amable.
Terminamos el asalto, él se marchó y yo me fui para la primera planta para seguir buscando más clientes.
Mientras buscaba algún cliente, daba igual la edad, el color de su piel, la estatura o si iba bien vestido o no.
Mis escrúpulos quedaron olvidados hace años.
De pronto salió a mi encuentro un hombre alto, su piel era morena, su mirada fría y rostro serio.
Apenas entendía lo que me decía, aún así intenté llevármelo hasta la habitación cuando de la nada sacó un objeto cortante y me cortó un mechón de mi cabello.
— ¿Qué haces, está loco? — Menuda pregunta más tonta, en este infierno puedes esperar cualquier cosa que te hagan menos bueno.
Aquel misterioso hombre se giró sobre sus talones desapareciendo entre la gente, al parecer no tenía la necesidad de venirse conmigo.
Me encogí de hombros y me fui hacia la barra para continuar captando la atención de los clientes.
Entrada la mañana, me sentía agotada.
Después de haber empezado la noche algo tranquila, al amanecer ya había superado los diez clientes.
Me reuní con uno de los hombres que trabajan para Lesa y con Marga.
Fuimos conducidas hasta una clínica clandestina a las afueras de la ciudad.
Marga estaba tranquila, yo no tanto. No me gustaba la idea de que aborte. Aún así debo respetar su decisión y sin soltarla de la mano pasemos aquella clínica donde había un par de mujeres más sentadas esperando que las atiendan, incluso había una adolescente.
— Marga ¿Estás segura que es lo que quieres hacer?
— Sí. Pienso que es lo mejor. Cómo también espero poder salir de este maldito mundo para volver a ser la que era.
Quiero tener una vida digna, poder estudiar, sentarme en mitad del campo y gritar a pleno plumón que soy fuerte. Anhelo poder tener un empleo y construir lentamente cada pedazo de mí. Eso es lo quiero Veruska.
— Tú deseo será concedido. Porque juntas vamos a escaparnos, seremos al fin libres para obtener un futuro algo mejor. Tú y yo amiga, siempre juntas.
— Siempre juntas. Te quiero Veruska.
— Y yo Marga. Eres y serás la persona más importante en mi vida.
Abrazadas medio llorando, Marga pasa dentro de una habitación, por desgracia a mí no me dejan pasar con ella.
Debo esperar fuera hasta que todo el proceso finalice.
Tomo asiento en una silla, no hay nadie. Me encuentro sola con el hombre de seguridad de Lesa mirándome todo el tiempo.
Empiezo a leer una revista. Los minutos pasan, las horas pasan y aún no ha salido Marga de esa habitación.
Me dirijo ha una mujer vestida de blanco preguntándole como puedo, me resulta difícil al no saber el idioma, por mi amiga.
Ella niega con su cabeza.
Insisto comenzando alterarme. Quiero ver a mi amiga, presiento que algo le ha sucedido.
Paso dentro de la maldita habitación rabiosa, busco a Marga llamándola a gritos, mis ojos se quedan clavados en ella.
Marga está tumbada en una camilla con su cuerpo sangrando. La agarro por su mano empezando a llamarla.
Grito desesperada su nombre, la zarandeo, lloro descompuesta al ver que mi amiga no responde.
— Marga no. Abre los ojos, abre los ojos dime algo, te lo suplico Marga no me dejes sola, no me dejes Margarita.
No me dejes...— Frágil, dejé caer mi cabeza en el pecho de ella intento escuchar algún latido de su corazón.
Todos mis esfuerzos por intentar que volviera en sí eran en vano.
Debía aceptar la realidad. Margarita, mi única y mejor amiga había muerto.
Recogimos el cuerpo sin vida de mi amiga liándolo en una manta.
Al montarme en el coche donde horas antes iba de la mano con ella, ahora sujeto su cuerpo sin vida.
Buscamos un cementerio para poderle dar al menos cristiana sepultura.
Esperemos que fuera de noche para enterrarla.
El hombre que siempre nos acompaña cabó un hoyo para enterrar a Marga.
Lloré desconsolada por tener que presenciar el fin de ella.
Caí de rodillas poniendo mis manos en la fría tierra pronunciando repetidas veces el nombre de mi amiga notando como mi corazón se abría una grieta por tener que soportar toda esta injusticia.
Al levantarme con la ayuda del hombre, eché un último vistazo a la sepultura de Marga jurando que su deseo se haría realidad.
Se acabó de dejar que me intimiden a través del miedo.
El miedo no debe ser quien me haga más frágil, sino más fuerte.
Mi corazón desde hoy será de acero, y haré todo lo que sea necesario para poder liberarme de estas cadenas que me tienen amarrada impidiéndome ser libre.
Debo romperlas a como de lugar.
Nadie me va ayudar, estoy sola en mitad de un océano de lava, debo saltar y protegerme a mí misma.
Desde hoy, usaré mi inteligencia para poder escapar, volver a intentar ser aquella chica de diecinueve años antes de convertirme en una mujer de veintidós años sin futuro, atemorizada, con marcas en mi piel recordándome que cada marca es producto del maltrato.
No soy débil, soy fuerte, y pienso demostrarlo.
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