𝟬𝟳. 🃏 Una Función Que Preparar
Después de esa mañana de mierda, los cinco conseguimos embarcar en el jet privado hacia Nueva Orleans para nuestro próximo programa. Desde el interrogatorio me he sentido fuera de lugar y casi siempre he guardado silencio; la mención de mi madre me ha tenido en vilo desde que salí de la estación. Al embarcar, me dirigí rápidamente a la parte trasera del avión, Jack me siguió y ocupó el asiento de al lado sin decir nada. Se dio cuenta de mi silencio pero no se entrometió, sabiendo que acudiría a él cuando estuviera preparada.
Tras unos veinte minutos de silencio, Jack me da un codazo en el brazo, preocupado.
—Cass, ¿estás bien? —me pregunta con cara de preocupación. Me vuelvo hacia él y le dedico una pequeña sonrisa.
—Sí, estoy bien. Es sólo que... —me corto al oír una voz que habla, procedente de donde está sentado Arthur.
—Hace dos días, nadie les conocía. Pero las entradas para esta noche se han agotado en treinta y cinco segundos. Creo que han descubierto el secreto de este mundillo: darle al público tres millones de dólares. Eso pone de buen humor a cualquiera, ¿no? —la voz de Conan puede oírse desde la tablet de Tressler. Me giro en mi asiento para echar un vistazo a Arthur hablando con él en un programa en directo.
—El mejor final del mundo —dice Tressler después de soltar unas carcajadas.
—Van a ser los prímeros magos de la historia que liguen —Conan se ríe—. Recuerde, si ve caer las máscarillas de oxígeno, póngasela a su abogado primero.
—Oh, sí —dice Tressler—. Siempre lo hago. Primero a mi abogado, luego a mí, y luego a los niños.
—Sí. A los niños luego —dice Conan riendo. Se asoma a la pantalla y parece que nos mira directamente a mí y a Jack—. Hablando de los niños, ¿veo a Cassie Hallman ahí detrás?
Tressler se gira en su asiento para mirarme, y luego vuelve a la tablet.
—De hecho, así es.
—¿Por qué no se acerca a saludar? Mejor aún, ¡Cassie y Jack! —exclama Conan, y oigo cómo el público empieza a aplaudir y gritar. Sacudo la cabeza con una sonrisa, mirando hacia el suelo.
—Bueno, estos niños tienen una función que preparar. Si quiere verlos, ¡tendrá que comprar una entrada! —exclama Tressler con una sonora carcajada, hablando un poco más con Conan, pero yo dejo de prestarles atención.
Me vuelvo a girar en mi asiento para mirar a Jack, cuyos ojos siguen clavados en mí desde el principio. Al mirar esos ojos me dan ganas de derretirme en ellos y contarle todo.
—¿Pasó algo durante tu interrogatorio? —me pregunta en voz baja después de un momento, haciéndome cerrar los ojos y suspirar.
—Jack —comienzo en el mismo tono que él, mirándole a los ojos—. Hay algo que no te he contado sobre mí, y me temo que una vez que lo haga, ya no me verás como la misma Cassie nunca más.
—Cass —dice Jack, casi riéndose—. No hay nada que puedas decir que me haga mirarte de otra manera. Puedes confiar en mí.
Tomo aire, dejando caer la mirada al suelo y volviendo a mirar a Jack con nerviosismo.
—Cuando nos conocimos por primera vez, te conté que mi madre me inspiró para hacer magia y que estuve en casas de acogida hasta los dieciocho años —hago una pausa para mirar a Jack, que se limita a escucharme atentamente. Eso es lo que me gusta de él; siempre ha sido un gran oyente. Asiente ligeramente, indicándome que continúe—. Durante mi interrogatorio, Rhodes mencionó que conocía mi historia y mis antecedentes. Mencionó a mi madre y cómo murió.
Miro hacia abajo y juego con mis dedos mientras pienso en cómo continuar, sabiendo que no es una noticia fácil de romper.
—C-Cuando tenía doce años, un hombre irrumpió en mi casa con la intención de matarme a mí y a mi madre —le digo, sin darme cuenta de que mis ojos empiezan a humedecerse lentamente—. Mi madre me hizo esconderme en el armario mientras ella iba a enfrentarse al tipo. Tenía una pistola y sabía cómo usarla- pero supongo que el otro tipo fue más rápido y le disparó antes de que tuviera la oportunidad.
Jack acerca su mano a mi cara, limpiando con su pulgar una lágrima que se deslizaba por mi mejilla, yo me muerdo el labio inferior con un suspiro.
—No tienes por qué contármelo —dice él suavemente, y yo niego con la cabeza.
—Quiero hacerlo —le digo, mirando sus ojos color chocolate—. Después de oír el disparo, tuve que salir a ver qué había pasado y si mi madre estaba bien. La vi en las escaleras rodeada de un charco de su propia sangre mientras el hombre buscaba algo en un cajón. Me oyó y me disparó, pero falló por muy poco. Tengo esto —hago una pausa y me bajo la esquina de la camisa para mostrar una cicatriz en mi hombro. Jack mira la cicatriz y luego me mira a los ojos, cogiéndome las manos para reconfortarme—. Cogí su pistola y le disparé... más veces de las necesarias. Lo maté, Jack.
—Está bien —susurra Jack, tirando de mí en un abrazo mientras más lágrimas caen por mis mejillas—. Está bien.
—Todavía tengo pesadillas —susurro, limpiando el resto de mis lágrimas con mi propia mano. Respiro profundamente y sacudo la cabeza, mirando a Jack. Es como si al contárselo a él todos mis problemas desaparecieran; al instante empiezo a sentirme mejor y más relajada de lo que he estado en los últimos cuarenta y cinco minutos—. No pasa nada. Estoy bien. Revivirlo en esa sala de interrogatorios me pasó factura.
Jack besa la parte superior de mi cabeza, haciendo que mis mejillas se calienten.
—Gracias por contármelo —dice, con una suave sonrisa. Asiento con la cabeza, devolviéndole la sonrisa.
—Gracias por escucharme, Chaqueta de Cuero.
Jack se ríe y me atrae más que antes en el abrazo. Me sostiene la mano de forma reconfortante mientras nos quedamos sentados en silencio durante unos instantes. Eso es, hasta que Merritt lo rompe intentando aligerar el ambiente, contándonos algunos chistes a Henley, Jack y a mí.
—Un tío va al médico. Y el médico le dice: "Señor, tiene que dejar de masturbarse", y él pregunta "¿Por qué?", y dice, "Pues para que pueda terminar de revisarle" —dice Merritt con una carcajada, haciéndome reír y sacudir la cabeza. Henley suelta una sonora carcajada, llamando la atención de Danny, que se dirige a la parte trasera del avión.
—Oye, Danny —dice Jack, tratando de detener a Danny antes de que se dirija a Merritt y Henley—. ¿Puedo hablarte de mi papel en la función un segundo?
—Sí, sí, sí, claro —dice Danny, dándole a Jack unas palmaditas en la mejilla mientras pasa junto a nosotros hacia la otra pareja, claramente sin intención de charlar con Jack en este momento. Jack me mira mientras yo intento reprimir mi risa.
—Eso no ha tenido ninguna gracia —intenta decir con seriedad, aunque no puede evitar que la sonrisa empiece a formarse en su rostro.
—Sí, sí que la ha tenido —digo con una ligera carcajada, dándole una palmadita en la mejilla al igual que hizo Danny para burlarme aún más de él. Jack abre la boca para decir algo más, pero se detiene al oír hablar a Danny.
—Eh, chicos, emm... hay que preparar una función —dice él, haciendo un gesto con la cabeza y los ojos hacia Art.
—Oh —murmura Henley, mirando a Danny y asintiendo con la cabeza.
—¡Oh! No me digas... —dice Merritt, mirando fijamente a Danny mientras se acerca a él.
—No, no, no, no hagas eso —Danny chasquea con frustración, dándose la vuelta y alejándose unos pasos de Merritt—. A mí no me hagas eso. No, no, no.
—¿De qué hablas? Sólo te estoy mirando —dice Merritt, sacudiendo la cabeza y siguiendo a Danny. La siguiente parte de nuestro plan está en marcha.
—No es verdad. Llevo un año observándote. Me conozco tus truquitos —dice Danny, entrecerrando los ojos hacia Merritt. Merritt se ríe, con una sonrisa burlona formándose en su cara.
—¿Eso son para ti? ¿Truquitos? —pregunta Merritt con una sonrisa divertida.
—Sí, son ardides, el efecto Barnum. Les miras a los ojos, el lenguaje corporal. Lo tengo —dice Danny, caminando por el pasillo y deteniéndose justo delante de Tressler.
—Si es tan secillo, ¿por qué no lo haces con Henley? —desafía Merritt, girándose para mirar a la pelirroja que está de pie detrás de él.
Henley ladea la cabeza, con una sonrisa divertida plasmada en su cara.
—Sí, Danny. Hazlo conmigo.
Danny niega con la cabeza y mira hacia abajo para verme en mi asiento.
—Nah, demasiado fácil. Lo haré con Cass —dice él, frotándose las manos para prepararse. Enarco las cejas mientras Jack mira a Danny cuidadosamente.
—No —interrumpe Tressler, haciendo que todos le miremos—. Conmigo.
—Ah, sí. Prueba con Art —Merritt está de acuerdo.
—Mucho mejor —Danny se desplaza por el pasillo para situarse frente a Art, Merritt le sigue mientras toma asiento frente a Tressler. Jack y yo nos levantamos de nuestros asientos y nos colocamos al lado de Henley, y Jack se apoya en el asiento del avión mientras le miro. Me mira con una sonrisa, haciendo que corresponda su sonrisa.
—Te advierto, que soy difícil de leer, si me lo propongo —avisa Tressler.
—Mírame a los ojos, ¿vale? —dice Danny, entrecerrando los ojos al mirar fijamente a Art, que asiente—. Bien, Art, fuíste un chaval duro. Ya sabes, un granujilla, un macarra. Tenías un perro. Uno muy malo. De esos agresivos, como un... estoy viendo a Ben el bulldog —los cinco esperamos en silencio mientras Tressler sonríe.
—En realidad, fui un niño remilgado. Tenía un gatito peludo llamado Snuffles —dice Art con una carcajada. No puedo evitar las sonoras carcajadas que escapan de mí, haciendo que el resto de los Jinetes se unan a ellas.
—Wah wah —digo con una sonrisa, mirando a Danny a los ojos. Danny suspira y se queja, golpeando el techo del avión con frustración.
—Vale, déjame probar. Seguro que yo lo hago mejor —le desafía Jack con una sonrisa burlona, y Henley esboza una sonrisa.
—¡Venga, que pruebe él! —exclama ella, aunque Danny levanta las manos en señal de protesta.
—Vamos, otra vez, ¡una vez más! —exclama Danny.
—Jack lo hará muchísimo mejor —digo negando con la cabeza, pero Danny da una palmada.
—Una vez más, sólo una vez más —suplica, volviéndose hacia Tressler—. Piensa en la familia.
Danny se prepara de nuevo, mirando a Art intensamente.
—Tenías un tío, hermano de tu madre. Y tenía... un nombre muy masculino. Algo como... duro como la tierra. Un nombre con historia, algo del estilo... un nombre como Paul... ¿Thompson? ¿Se llamaba Paul...? —se corta a sí mismo cuando se da cuenta de que no está llegando a ninguna parte y suspira—. Vale. No tengo ni idea.
—Casi casi —dice Tressler, lo que hace que Danny levante las cejas y se anime.
—¿Ah, sí? —pregunta él con interés.
—Sí. Mi tío se llamaba Cushman Armitage —se ríe, provocando que todos nos ríamos también.
—¿En serio? ¿Snuffles y Cushman Armitage? —pregunta Danny, sacudiendo la cabeza con una carcajada.
—¿Así fue tu infancia? —añado, mirando a Danny con un movimiento de cabeza para hacerle saber que ha conseguido la información que necesitábamos.
Art asiente.
—Espero que la función de hoy sea mejor que esto —bromea.
Los cinco nos miramos mutuamente con sonrisas cómplices, riendo secamente ante la broma de Arthur.
—Tranquilo. Espera y verás.
Aᥴᥱ́rqᥙᥱᥒsᥱ, mᥲ́s.
Ahorᥲ ᥴoᥒoᥴᥱᥒ ᥒᥙᥱstro sᥱᥴrᥱto.
Podrίᥲmos ᥱstᥲr ᥱᥒ ᥴᥙᥲᥣqᥙιᥱr ρᥲrtᥱ, obsᥱrvᥲ́ᥒdoᥣos.
Bᥙsᥴᥲmos ᥲ ᥲᥣgᥙιᥱᥒ qᥙᥱ ᥒos ᥲყᥙdᥱ ᥱᥒ ᥒᥙᥱstro sιgᥙιᥱᥒtᥱ trᥙᥴo.
Cᥙᥲᥒdo ᥴᥙᥱᥒtᥱ trᥱs, ᥲbrᥲ ᥣos ojos, ყ dίgᥲmᥱ ᥣo qᥙᥱ vᥱ.
Uᥒo, dos, trᥱs.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro