88 || finalmente vacanza
Helena Rivas Silva
La madrugada del dos de agosto me desperté por un ruido repetitivo. No eran más de las seis de la mañana cuando el maullido de Vera rompió mi descanso. Cansada, me acerqué al borde de la cama, consciente de que se encontraba a ese lado del cuarto.
—¿Qué pasa, Vera ...? —Estiré el brazo hacia el suelo y pronto sentí sus lametones en mis dedos—. ¿Has venido a despertarme? ¿Te has propuesto ser mi alarma a partir de ahora? —Sonreí, todavía algo dormida, y encendí la lamparita de mi mesilla al mismo tiempo que entreabría los ojos para acostumbrarme a la luz. Sin embargo, Vera volvió a maullar, reclamando mi entera atención. Yo la observé mientras bostezaba—. ¿Quieres subir a la cama? —Ella, que había aguardado sentada, se puso a cuatro patas y, ya que era demasiado pequeña todavía, la cargué en mis manos—. Ven ... —La dejé sobre las sábanas. Su pelaje negro me encadiló por completo—. Siento mucho tener que dejarte en otra casa justo cuando tengo vacaciones ... —lamenté. No había transcurrido ni un día desde que la recogí de casa de Sofía, quien se encargaba de cuidarla los fines de semana en los que yo no estaba en Bolonia—. Serán unos cuantos días, pero volveré antes de que te des cuenta. ¿Me perdonas? —Mi pregunta la llevó a caminar hacia mí y, luego, a hacerse una bolita contra mi costado. Me apenaba muchísimo no poder estar a su lado esos días, pero necesitaba aquel viaje como agua de mayo, así que acaricié su lomo y la oí ronronear—. Eres muy comprensiva conmigo, ¿lo sabías? —No obtuve respuesta. En su lugar, continué acicalándola y cogí mi móvil de la mesilla. La fotografía que nos hicieron en Verona resplandeció ante mí y, aunque mis ojos se perdieron en el beso que nos dimos esa noche, rápidamente miré la hora. El reloj marcaba las cinco y treinta y tres de la madrugada—. Charles llegará en un rato ... —Suspiré. Acordamos que vendría a recogerme a las seis y media. Su jet privado partía a las ocho y cuarto, pero primero teníamos que llevar a Vera a su residencia temporal—. Pero supongo que podemos quedarnos un poco más en la cama ... —susurré, pendiente de la respiración uniforme de la gatita y de cómo intentaba dormirse, pegada a mi cuerpo.
Sin que fuera mi intención, di una cabezada durante media hora más y, extrañamente, me sentó muy bien.
Tanto Vera como yo nos despertamos de nuevo en el momento en que mi alarma sonó, a las seis en punto. Ya tenía la maleta hecha porque me pasé gran parte de la tarde anterior sacando y metiendo ropa. Por tanto, solo necesitaba asearme, vestirme y desayunar unas tostadas y zumo antes de que Charles se presentara en mi casa. También le di algo de desayunar a Vera. Con ella ocupada en su bol, fui a por la maleta, que seguía en mi habitación. Estaba revisando que no me faltara nada cuando el tintineo de unas llaves y el crujido de la cerradura de mi piso abriéndose me avisaron de que ya había llegado.
—Salut, Vera —Le escuché saludar a mi mascota—. Tu es venu me voir? Oui? —El tierno tono de su voz me sacó una sonrisa tonta. Cerré la cremallera de la maleta y comencé a arrastrarla hacia el pasillo—. Ça va, ma belle? Où est Lena? —Me asomé al corredor, descubriendo que Charles se había agachado para colmar de carantoñas a Vera—. Tu sais où elle est?
Levanté como buenamente pude mi equipaje y lo paseé por el pasillo con alguna que otra dificultad. Había guardado demasiadas cosas al no tener ninguna referencia del destino al que íbamos.
—Lena está sacando la dichosa maleta ... —farfullé, luchando con el peso de la valija.
Charles se adelantó.
—¿Te ayudo?
Agité la cabeza y la llevé hasta el centro del salón.
—No ... Ya está ... —La coloqué en el suelo, resoplando por el esfuerzo, y Charles se encaminó a darme los buenos días con un cálido beso—. Bonjour à toi aussi —dije contenta.
Su mano derecha serpenteó alrededor de mis caderas. La memoria muscular de Charles era muy hábil, desde luego.
—Bonjour, chérie —me respondió al saludo y plantó otro beso más corto en mis labios— ¿Has dormido bien? —inquirió.
Mientras yo volaba de vuelta a Italia, él realizó un viaje exprés a Mónaco debido a una cena formal de la que no podía escabullirse. De tal manera, no pasamos la noche juntos, algo que se había convertido en un hábito y que, por fortuna, continuaría por un espacio de ocho días gracias a unas vacaciones inminentes.
—Sí —Asentí—. Hacía mucho tiempo que no me llamabas así —Destaqué ese ínfimo detalle de su conversación unilateral con Vera.
—¿Debería llamarte Lena de nuevo? —Propuso él, risueño.
Palmeé su pecho, desechando la idea por más que disfrutase de mi apodo.
—Si viene de ti, Helena suena mejor —Expuse.
—¿Has oído eso, Vera? —Se dirigió a la gatita, que nos contemplaba muy atentamente desde el suelo—. Tengo privilegios que otros no —bromeó.
Entre risas, me echó un cable guardando algunas cosas imprescindibles en mi bolso de mano y revisando que los enseres de Vera estuvieran listos. Después de un par de minutos de últimas comprobaciones, un punto al que no le había dedicado especial reflexión surgió de mi memoria y quise consultarlo con Charles.
—Charles —Lo llamé y él me miró, ocupado en cerrar la bolsa de Vera—, Carlos viene, ¿no?
—Sí —Dejó el objeto en la entrada—. ¿Por qué?
Torcí la boca, un poco preocupada.
—No recuerdo que nombraras a Isa —La cara de Charles cambió de un instante a otro. Ya había intuido a lo que me estaba refiriendo y no era fácil de poner en palabras—. ¿Ella no puede venir? —cuestioné.
—Al final no —Me lo confirmó, levemente alicaído—. Carlos es muy celoso de su intimidad. No va contando sus problemas de pareja por ahí, pero ... No estoy seguro, pero creo que no están pasando por un buen momento —me confesó lo que había estaba barruntándose de un tiempo a esa parte.
Recogí mi teléfono y lo guardé en el bolsillo de mis pantalones cortos.
—¿No sabes si han roto?
La expresión era más fuerte de lo que pretendía, pero necesitaba saber si él había notado algo crucial o si Carlos le había hablado de su situación amorosa. Al fin y al cabo, además de ser su amigo, también lo era mío y, a pesar de que el ritmo frenético de la temporada no me había permitido pensar en la ausencia de Isa en el paddock, de pronto fue una realidad aplastante.
—No. No lo sé —No supo asegurar ni desmentir nada—. ¿Lo dices por Cassandra? Ella sí que se viene de vacaciones.
No me había parado a pensar en eso y debió verlo en mi rostro, pues me quedé estática, elucubrando al respecto. Cassandra me juró y perjuró que no había nada que le atrajera verdaderamente del piloto español y yo estaba convencida de que no era así, de que solo trataba de engañarse a sí misma para no renunciar al amor platónico hacia Rafa que había preservado desde siempre. Aun con esa atracción tan inevitable, estaba segura de que Cassandra se resistiría a cualquier acercamiento. No me preocupaba mucho. Temía más por los ánimos de Carlos, que, si bien no se había mostrado afectado por una posible crisis de pareja, podría estar reprimiéndose con tal de no alarmar a nadie.
—No creo que pase nada entre ellos, pero ... No sé —Daría con un callejón sin salida hasta que Carlos se abriera y estaba por ver si lo haría—. Hablaré con él. A lo mejor necesita desahogarse —Me colgué el bolso del hombro, casi en trance—. Isa ni siquiera estuvo en Silverstone —Apunté, cabizbaja.
Incluso a Carlos, por muy estoico que fuera normalmente, debía haberle dolido que su novia no estuviera en una carrera tan importante. No tenía ni idea de la razón por la que Isa no había acudido a un gran premio que había dado tan buenas sensaciones desde el mismísimo viernes, pero Carlos no pudo haberlo recibido con una sonrisa.
—Sí. Puede que necesite hablar con alguien —Me lo reconoció Charles—. ¿Empiezo a bajar las maletas? —Se ofreció a hacer el trabajo duro, cambiando de tercio.
Tomé las llaves de mi apartamento, concienciándome de que habría mucho tiempo para charlar con Carlos.
—No hace falta —Le lancé una escueta sonrisa a Charles—. Podemos bajar juntos.
—¿Qué pasa? ¿No quieres despegarte de mí? —Rio él mientras se hacía con el asa de mi voluptuosa maleta.
—Ni un centímetro —Le seguí hacia la puerta, pero antes de llegar a la salida, bajé a ras del suelo y atrapé a Vera entre mis brazos—. Vera, ¿nos vamos? Tenemos que dejarte en casa de Sofía —le dije al animal.
Con todo apagado, cerré mi vivienda y nos fuimos.
En el aeródromo, nos reunimos con Joris y Carlos. Alex y Lily volaban desde Hungría, pues continuaban allí para pasar algo más de tiempo con sus conocidos, y Julia volaría desde Londres junto a Cassie. Se había visto forzada a volver y resolver unos asuntos que no podía postergar, así que partirían desde Inglaterra y nos encontraríamos en el destino que Charles había elegido.
Lo poco que sabía era que el vuelo duraría unas cuatro horas y media. Podía especular acerca de distintos lugares con esa información, pero en cuanto subimos al avión me puse a conversar de varias cosas con los chicos, que sabían a dónde íbamos y no querían darme ni una triste pista. Entre peleas amistosas y anécdotas de los últimos fines de semana, Charles dijo que se retiraba a descansar un rato. Yo no fui con él de inmediato porque me parecía un poco brusco dejar con la palabra en la boca a Carlos y a Joris, por lo que seguimos hablando hasta que fue el propio Joris quien me animó a ir con Charles. Según me dijo su mejor amigo, ir a Mónaco y volver en la misma noche no le había permitido dormir mucho.
En un principio me rehusé a hacerlo, pero ellos acabaron por echarme de aquella zona del jet y no me quedó de otra que atravesar medio aeroplano hasta llegar a una estancia abierta cerca de la cola donde había varios sofás plegables que se transformaban en camas. Me di cuenta de que tenían doble función porque Charles usaba uno, ya acomodado en su forma de colchón, no muy ancho, pero que cumplía con los requisitos para que a alguien le sirviera de lugar de descanso. Se había acostado, sin embargo, aún no se había dormido. No me oyó por el sonido que envolvía al avión. Así pues, me acerqué a la cama improvisada y Charles se percató de que no estaba solo.
—Es evidente que tú no descansaste bien anoche —comenté y me senté al borde del colchón.
Se carcajeó, acomodando el brazo derecho tras su nuca en busca de una posición más cómoda.
—¿Y de quién es la culpa? —profirió.
—¿Me estás acusando? —clamé con indignación.
—Sí —Entornó los párpados, observándome fijamente—, aunque puedes ponerle remedio ahora —me sugirió.
Entonces, me quité las deportivas y subí mis piernas a esa cama. El espacio era muy reducido y estrecho, pero Charles se apretó un poco contra la pared, haciendo hueco para mí, y yo me encajé entre su costado y el brazo que puso a mi espalda para que no cayera al suelo.
Seguidamente, deposité mi mano izquierda sobre su abdomen.
—¿Cuánto tardaremos en llegar? —le pregunté mientras hacía cálculos mentales.
—Todavía faltan como ... —Levantó su brazo derecho y revisó la hora en un reloj que nunca le había visto usar—. Cuatro horas ... —infirió en un bostezo pesado.
—Pues duérmete —Le insté, dando suaves palmadas en mitad de su pecho—. Necesito que estés descansado para lo que nos espera.
—Puedo interpretar eso de muchas formas, tesoro ... —Sonrió él con los ojos claramente cansados.
—Interprétalo como quieras —Le reí la gracia—, pero cierra los ojos, ¿vale?
Y, poco después, sus inhalaciones me susurraron que había caído rendido. Yo había dormido bastante, pero, siendo sincera, la tranquilidad que me transmitía Charles al verlo dormir logró que mi organismo quisiera cierto reposo. Ni siquiera supe en qué momento del vuelo caí rendida y así fue hasta que una alarma interna me pidió que saliera del letargo para confirmar la hora. Comprobé que eran más de las doce y media de la mañana, lo que indicaba que el aterrizaje se aproximaba, y tuve que despertarle.
—Charles ... —mascullé. Él ladeó la cabeza, sumido en sus ensoñaciones—. Charles —Moví su brazo y por fin abrió el ojo izquierdo—, creo que estamos llegando —le dije.
—Mmm ... —Respiró hondo y miró de nuevo su muñeca. A continuación, se despertó parcialmente—. Sí, debemos estar cerca ... —Asumió. De pronto, pronunció mi nombre—. Helena, ¿me haces un favor?
—¿El qué? —inquirí con extrañeza.
Charles esbozó media sonrisa y leyó mi semblante con sus adormiladas y hermosas pupilas verdes.
—No abras los ojos hasta que salgamos del aeródromo —me pidió.
Yo exhalé, hastiada del misterio y emocionada por el paisaje lo que me recibiría al poner los pies en tierra.
—No entiendo por qué tanto secretismo, pero está bien —Acepté su capricho. El último, quise pensar. Charles parecía feliz de que accediera y su felicidad era la mía, así que besé su mejilla y supliqué que llegáramos cuanto antes—. Como tú quieras.
Veinte minutos más tarde, el piloto avisó de que estábamos acercándonos al aeródromo, aunque sin decir el lugar en el que aterrizaríamos, ya que estaba bien aleccionado, y Charles y yo regresamos junto a Joris y Carlos. Nos abrochamos los cinturones y vivimos un aterrizaje de lo más tranquilo y limpio, sin ninguna complicación.
Unos ayudantes nos acompañaron para cargar parte nuestro equipaje hasta que saliéramos del recinto y un taxi nos llevara al hotel o a donde fuéramos a hospedarnos durante las vacaciones. Yo, a ciegas y se la mano de Charles, me regocijé en la cálida brisa salada y en el imponente sol que me golpeaba la piel. Juraría que estábamos en el Mediterráneo o en un sitio muy similar, así que empecé a descartar países y a subrayar otros. Sin embargo, no tuve tiempo suficiente para pensar en el que estábamos realmente, pues Charles me soltó repentinamente y esa retahíla de ideas se quebrantó en un santiamén.
—¿Charles? —Me giré. Él ya no estaba a mi derecha—. ¿Puedo abrir los ojos ya?
Lo percibí a mis espaldas y escuché un sonido de afirmación, a lo que mis párpados levantaron el vuelo con el único anhelo de averiguar a qué esquina del globo terráqueo habíamos llegado.
El mar azul, inmenso y pleno, enmarcaba la bonita estampa; casas blancas de tejados azules caían de forma escalonada por una gran colina, rodeada de vegetación y de montículos de tierra. Nosotros nos encontrábamos en lo alto de aquel monte, por tanto, el paisaje se espolvoreaba a nuestros pies, susurrándome el nombre del lugar que tanto había querido descubrir.
Grecia.
Quise aferrarme a la posibilidad de que el viento me secara los ojos y que por eso los sentía irritados, igual que si me estuviera resistiendo a un llanto al que nadie había invitado. No estaba siendo realista en absoluto, pero aquello parecía un sueño que nunca había deseado tanto como en esos instantes. Ni siquiera cuando mi abuelo me contaba anécdotas y recuerdos de su infancia en la costa griega y yo me imaginaba de niña correteando por unas calles extrañas y acogedoras al mismo tiempo.
Mi corazón aumentó la velocidad, reclamando aquel lugar como parte de su historia y de mis raíces.
Charles besó mi hombro descubierto y acarició mi brazo dulcemente. Después, se inclinó hacia mi oído y dijo lo que tan bien había callado.
—Benvenuta nella tua altra casa —musitó en italiano, conocedor de que mi sangre también bebía de aquel lugar. Un lugar que no había visitado nunca antes—. Bienvenida a Santorini, cariño.
🏎🏎🏎
Un capítulo cortito esta semana, pero, con suerte, la semana que viene habrá otro ❤️🩹
La carrera de hoy no merecía menos que una actualización 🥹
Aun así, me enfada que haya gente (del propio fandom de Ferrari) que niegue el esfuerzo y el trabajo de Carlos porque en un fin de semana que era importante para Charles (por el tema de Jules) haya sido Sainz el que consiga pódium y no Leclerc cuando quien tenía mejor ritmo desde el viernes era Carlos.
Los dos han hecho una carrera increíble, pero me parece feísimo que se menosprecie a Carlos o el hecho de que Ferrari no les haya animado a pelear por ese tercer puesto a pesar de que lo lógico era que Carlos acabara por delante de Charles (por mucho que todos quisiéramos ver a Charles en el pódium hoy en honor a Jules) y que ambos se comportaran en pista para traer unos buenos puntos y consolidarse como el segundo mejor equipo de la parrilla.
No hay necesidad de enfrentar a dos compañeros que están demostrando ser un gran tándem y que corren con una diplomacia inmensa 🤷🏻♀️
En fin, comentado este punto, me despido hasta dentro de unos días ✌🏻
Nos leemos pronto 🫶🏻🫶🏻
Os quiere, GotMe 💜❤️
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