24 || restroom
Helena Silva
A la hora de comer, me reuní con las tres chicas a las que acababa de conocer y les presenté a Julia, que apareció junto con la pareja de George Russell. Carmen resultó ser mitad española, información que me sorprendió gratamente. No esperaba conocer a tantas españolas en tan pocas horas, pero lo agradecía infinitamente. No le sentía sola hablando con ellas.
Al regresar a nuestro box, estuve charlando durante un rato con Isa y comprobé que lo que decía Carlos no estaba nada lejos de la realidad porque era muy fácil hablar con ella. Aunque no teníamos muchas cosas en común, se desenvolvía genial en cualquier tipo de conversación. Me lo ponía en bandeja a pesar de ser horrible a la hora de relacionarme.
La primera ronda de entrenamientos libres fue bastante buena. Los chicos no arriesgaron mucho, pero el ritmo de carrera se mantuvo estable y no hubo problema alguno con los coches, así que todo el equipo respiró tranquilo cuando nuestro pilotos saltaron fuera de sus monoplazas y se sacaron los cascos.
Yo me saqué los cascos y Arthur, que había estado a mi lado casi todo el tiempo, también retiró los suyos. En esa ocasión, solo monitoreé frente al panel junto a Xavi, que se encargó de controlar la radio de Charles aquel día. Arthur y yo escuchamos las pequeñas conversaciones que compartieron el tiempo que estuvo en pista.
Habían introducido mejoras y cambios al coche y tenía mucho por estudiar. Necesitaba repasar todos los tiempos y los índices que se registraran tras los entrenamientos para entender el funcionamiento del motor. Xavi también tenía que hacerlo, claro, pero él llevaba años con Ferrari y, por seguridad, lo más recomendable era que se encargase él de la radio durante el fin de semana en Imola. Yo observaría y aprendería de sus lecturas de los indicadores mientras Charles estuviera rodando en pista.
A los pocos minutos, Isa vino a saludar y a felicitar por el buen trabajo. Se ocupó de repartir unos cuantos ánimos para las prácticas de mitad de tarde. Después de que metiera el monoplaza en el box, Charles se acercó a mi puesto y palmeó la espalda de su hermano antes de venir a mí y darme un corto abrazo con el que agradecía mi presencia en el muro.
—Entonces, ¿todo bien? —Me interesé por su sensación tras bajar del coche.
—Sí, aunque voy a hablar con los chicos porque, entrando en el pit lane, noté algo raro con el cambio de segunda a primera marcha —Su mueca no me dejó tranquila—. Seguro que no es importante, pero ... —Se relamió los labios, empapados en sudor, y se limpió un poco la frente—. Mejor prevenir que curar.
Arthur no nos miraba. En lugar de examinarnos con lupa, comentaba algo con Andrea. No obstante, quise guardar las formas y solo toqué su pecho, comprobando así que respiraba de un modo irregular todavía.
—Tienes razón —Le dije, sonriendo cuanto pude—. Habla con ellos. Yo vuelvo enseguida.
Revisé que mi pantalla estuviese apagada.
—¿Vas al baño? —preguntó.
—¿¡Charles!? —Le llamó alguien al otro lado del box.
Ese corto descanso se acababa y yo le puse el punto final al tenderle una toalla que siempre guardaban en mi set. Él la cogió con una cálida sonrisa.
—Sí, y tú relájate, ¿vale? —Acaricié su costado, deseando que nadie lo viera como un movimiento sospechoso—. No será nada que no se pueda arreglar.
Sabía que estaba preocupado por ese aparente problema con la caja de cambios, pero teníamos más de dos horas y media hasta que comenzara la siguiente tanda de entrenamientos. Si se debía arreglar o cambiar algo, había tiempo más que suficiente y quería que Charles lo recordara.
—Es lo más probable, tesoro —Exhaló.
—Por ahí viene una cámara —Señalé entre susurros huidizos y me fui apartando de su complexión—, así que regálales una sonrisa, ¿quieres?
—Va bene —Asintió, usando la toalla en su cuello.
Sigilosa, huí del encuadre del cámara y, de camino a los baños, me paré a charlar unos segundos con Carlos. Él no tenía ninguna pega y me tranquilizó mucho más confirmar que los supuestos fallos superficiales solo se encontraban en el monoplaza de Charles. Implicaba mucho menos dolor de cabeza para los mecánicos si solo tenían que centrarse en uno de los coches.
Empezaba a conocer de verdad a Charles y, a veces, la paciencia que tanto admiraba en él iba menguando peligrosamente. Si no tenía bajo control el buen rendimiento del coche y algo escapaba a su comprensión, se ponía nervioso aunque desde fuera no se notara mucho. De alguna forma, siempre que se sentía sobrepasado venía a mi lugar en el muro y buscaba un poco de paz.
Todavía me resultaba enigmático que yo pudiera transmitirle esa calma, pero lo hacía y seguiría haciéndolo todas las veces que fueran necesarias.
Con suerte, me libré de la mayoría de ingenieros que parecían querer preguntarme acerca de la llegada de Charles y pronto me metí en el baño femenino que había fuera del box.
Aquellos eran mis momentos de descanso, además de que mi vejiga no aguantaba más de un par de horas con tantos nervios encima. Los días de clasificación atrapaba cualquier oportunidad para tomarme unos minutos de tranquilidad en el baño, alejada del ajetreo que reinaba entre mis compañeros de equipo.
Pasados cinco minutos, revisé mi reloj de muñeca y fui hacia el lavabo de manos. Abrí el grifo, recogiendo una gran bocanada, y me lavé las manos con calma.
Estaba cerrando la llave del agua cuando tres golpes secos me sobresaltaron. Alguien llamaba a la puerta, así que intenté que mi voz se escuchara alta y clara.
—¡Ocupado! —Me moví hacia el dispensador de papel y cogí un par de trozos. Los golpes volvieron a repetirse, mosqueándome, y entonces la puerta se abrió de un portazo que me hizo dar un ridículo salto—. ¡He dicho que ...! —La aparición de Charles modificó mi respiración y mi voz. Él cerró tras de sí; se había sacado la parte superior del peto rojo y todo lo que vi por un instante fue la forma de sus brazos, ceñidos bajo la tela—. ¿Qué estás ...? —balbuceé.
—Solo necesito un momento —dijo a toda velocidad.
Se aseguró de que la puerta no se abriría por inercia y abandonó la posibilidad de echar el cerrojo.
—¿Desde cuándo te dedicas a entrar en los baños de chicas? —Le increpé. No asimilaba que Charles hubiera entrado allí—. Es irrespetuoso y ...
—He esperado a escuchar el grifo, chérie —Se giró, caminando en mi dirección—. Además, tengo buena memoria —Su luminosa sonrisa me dejó fuera de combate—; no te gustan los cerrojos.
Mi boca seca gritaba peligroso, pero había añorado tantísimo unos instantes a solas con él que no se lo impedí físicamente y recibí la presión de sus dedos en mi estupefacto rostro.
—Charles, necesito asearme y sacarme antes de ...
Separé mis dos manos empapadas, creando un espacio del que se adueñó en poco más de un segundo.
—¿Y no me necesitas a mí? ¿Ni un poco? —Su gesto de desamparo masacró mi espíritu de un plumazo.
El agua que resbalaba por mis muñecas y codos llegó al suelo.
—No te soporto ... —mentí, asediada por sus esfuerzos.
—Bugiarda ... —murmuró— Ma mi piaci che tu mi menti.
Al besarme, lo mandé todo al diabl, pues no supe reconocer cuánto había echado en falta ese contacto íntimo entre ambos hasta que lo tuve sobre mí, agarrando mis mejillas con sus dedos ásperos y con el sabor salado del sudor que seguía en sus comisuras.
—Oh, señor ... —hablé en castellano por naturaleza—. Tienes ... —Separé mis labios. Era luz verde para Charles, que no se entretuvo y me puso difícil la tarea de resistirme mínimamente a unos besos diestros que reclamaba como suyos. Aunque chorreaban agua, levanté las manos y, descansando ya en su cabello, cedí a los anhelos que me reclamaba a pesar del peligro—. Tienes un minuto —Especifiqué, enredando algunos de mis dedos entre sus rizos.
Tenía el pelo empapado en sudor, así que el agua de mis dedos no marcó ninguna diferencia más allá de aliviar su alta temperatura corporal.
—É sufficiente ...
Introdujo la lengua en mi boca y yo, acorralada, me apoyé contra el lavabo. Un débil pinzamiento en mi zona lumbar recondujo la escasa concentración que me quedaba a la firmeza que Charles demostraba al sostener mi rostro.
Transcurrieron treinta segundos y él me dejó libre.
Para mi alivio, pude secarme las manos sin problema mientras me observaba, manteniendo la puerta cerrada por miedo a que alguien la abriera de repente.
—Tu hermano es muy simpático —comenté, pasando los pedazos de papel entre mis dedos—. Me cae bien.
—También le has caído bien —reconoció.
Me giré ligeramente. Su semblante ya no tenía ni un mísero reflejo de ese desasosiego que intuí cuando hablamos en el muro de Ferrari.
—¿Eso crees? —dije, emocionada.
—Sí —Reclinó la cabeza, tocando con ella la superficie de la puerta que seguía bloqueando—. Os parecéis en muchas cosas —Se atrevió a señalar. Curiosa, me volví hacia él y aguardé en silencio—. Los dos odiáis a Max, por ejemplo.
Tras ese dato tan revelador, solo acerté a soltar algunas de esas risas incontrolables que me salían de lo más profundo del pecho. No me gustaban porque las sentía torpes y ridículas, pero solían salir siempre que estaba con personas de mi plena confianza.
—Un ejemplo muy clarificador —Contemplé el papel blanquecino, arrugado y húmedo.
—Había echado de menos tu risa.
Charles no mentía por hacerme sentir mejor, así que me afectaba más de lo que me gustaría.
—Parezco un cerdito cuando me río —Indiqué.
—Esa es la mejor parte —Yo le tiré la bola de papel que había hecho y recibí un pequeño grito de su parte—. ¡Eh!
Caminé, escandalizada por su fuerte queja.
—No levantes la voz —Le exigí cierta moderación.
Fuera siempre había un gran alboroto, pero no quería arriesgarme a que alguien escuchara una voz de hombre desde los baños femeninos.
—Pues cállame —Su reto insufló en mí una extraña ráfaga de emoción—. Hoy estoy muy charlatán y ... —Fue agachando la cabeza a conciencia.
Me puso aquel beso en bandeja porque, a pesar de nuestra diferencia de altura, Charles nunca se privaba de bajar unos cuantos centímetros su barbilla para que su boca entrara en un rango alcanzable y no me costase horrores trepar hasta sus labios.
Lo hacía ver sencillo.
No era ninguna montaña alta y azarosa, imposible de escalar. Ya no lo era. Aunque, pensándolo bien, nunca lo fue. Solo lo imaginé como algo complicado y costoso, pero él procuraba allanarlo todo y lo conseguía. Lo conseguía una y otra vez.
El roce de su barba me envió un dulce escalofrío que digerí lentamente mientras me acogía a sus costados.
—No sabía que podía echar de menos tu humor roto —Expuse, seria y recogida contra su pecho.
—¿Solo has echado de menos mi ingenio? —Sonrió.
Pareciera que se burlaba de mi mirada estricta, pero él sabía cuánto necesitaba expresar esas pequeñas espinitas que traía clavadas en el estómago.
—No —Chocó sus comisuras con las mías, desesperado por hacerme ver que no estaba sola dentro de aquella espiral—. Eso es lo que menos he echado de menos —aclaré.
Las yemas de mis dedos entraron en contacto con la base de su cuello, todavía mojado por algunas gotas de sudor que no se iban. Me pregunté si se había hidratado correctamente antes de correr a buscarme. Que su prioridad fuera exprimir esos pocos minutos conmigo me halagaba. Sin embargo, no me gustaba que se descuidara de esa manera.
—¿Hay más? —Y esperó frente a mi boca, pendiente de mi siguiente respuesta.
—Claro que hay más, Leclerc —dije, rotunda.
Plantó un beso solitario y sonoro en mis labios. Solo un segundo después, creó una cárcel con sus brazos alrededor de mi cintura. Esa cadena sólida me dio un descanso que nunca podría explicar en palabras.
—Stai a casa tutto il fine settimama, tesoro —Esa propuesta me arrancó una sonrisita—. Tu ed io soli. Che ne dici?
—Mi sa che stai delirando —Le contesté en italiano para ser más estricta y no rendirme ante sus crueles súplicas—. Tendríamos que dar muchas explicaciones. Por qué llegamos juntos al paddock, por qué nos vamos juntos, por qué has entrado en el baño de mujeres ... —Charles suspiró, reconociendo que llevaba la razón en ese asunto—. Además, Arthur se está quedando contigo, ¿no?
—Hoy sí, pero el resto del fin de semana se queda con unos amigos —Me informó de algo que escapaba a mi conocimiento y que me hizo un poco más feliz—. Una notte. Solo una —Su cara de angustia y de ruego era adorable, así que dejé que se recreara—. E nessuna spiegazione. Me ne ocupo io, va bene? —Arqueó las cejas, forzándome a decirle que sí.
Ni siquiera estaba luchando contra él. Simplemente me divertía que extendiera sus cuestionables métodos de persuasión.
—Ma solo per questa volta —Tiré la toalla.
Lo último que vi antes de que se echara sobre mí en un beso extenso y profundo fue el destello de sus hoyuelos.
—Ti adoro —Me atacó, asesino—. Lo sai, vero?
Cabizbaja, palpé su torso. Él contrajo com suavidad su abdomen al sentir el peso de mis manos.
—È meglio se ci torni, altrimenti si chiederanno dove sei finito —Escapé de sus afectuosas palabras por la tangente.
—¿Has estado practicando tu italiano con alguien más? —Rehuí sus ojos, intentando sobreponerme a la calidez que me transmitía—. ¿Debo ponerme celoso? —exclamó, quisquilloso.
—Es la frase de una película que vi con Julia anoche —especifiqué. Charles midió mi temperatura al tocar mi mejilla. También había echado de menos la amabilidad de sus ásperas manos—. Todavía no llego a tanto por mí misma.
Noté que respiraba con temple, más relajado.
Debíamos volver. Medio equipo estaría buscándole y no hacía falta dar pie a comentarios y rumores que en nada beneficiarían al clima en el box, pero aceptaba que tanto él como yo queríamos apurar esos minutos lejos de nuestros compañeros.
Había estado evitando aquel color fresco de sus orbes porque esa semana sin tenerle de aquí para allá me afectó despiadadamente.
—¿Estás más tranquilo? —Le pregunté.
—¿Se me notaba mucho? —Me devolvió la pregunta.
—No lo sé —Solté como un peso muerto—. Creo que me estoy acostumbrando a verlo antes que los demás —reconocí, avergonzada de fijarme tanto en su actitud y hacerlo público.
Nos observábamos mutuamente durante más tiempo del que éramos conscientes. Era inevitable a esas alturas de nuestra relación y nos gustaba que fuera así. Aunque no lo señalásemos en rojo, ambos reconocíamos la mirada del otro en el box y nos alimentábamos de esos discretos encuentros. Así pues, Charles no lo vio como algo novedoso, sino como un triunfo ya que, por mi parte, no había sido capaz de admitir la agradable devoción a la que sucumbía cuando él recorría el lugar, supervisando y preguntando a los ingenieros y mecánicos por los avances en modificaciones y revisiones al bólido de la temporada.
Me sentía segura con él por allí y habría apostado cualquier cosa a que Charles también sufría de dicho amparo.
—Normalmente, basta con pensar que estás en la radio siguiendo la carrera, pero ... No lo sé —Rescató mi duda y la hizo suya de un modo agradable—. Creo que tantos días sin verte me han pasado factura —Examinó con detenimiento mi semblante, calentándome el corazón—. Después de llegar al circuito, he recordado que tengo que esforzarme el triple porque tú lo estás haciendo.
El amor hace eso, Helena. El amor hace que quieras dar lo mejor de ti mismo, para que la otra persona puede estar orgullosa de ti en todos los sentidos.
—¿Ahora soy tu rival o algo así? —Me reí.
—No —Delineó mi cutis, obcecado en absorber hasta el último segundo de aquella escapada—. Sacas lo mejor de mí cuando las cosas se tuercen. Siempre he querido mejorar, ser el mejor, pero tenerte aquí hace que lo tenga más presente —Su sonrisa ladeada fue especial y enternecedora. Estaba orgulloso de mí y dedicarme su tiempo era la forma que había elegido para demostrármelo—. No puedo quedarme atrás mientras mi ingeniera favorita está ganándose el corazón de los Tifosi, vero?
No era incomodidad, sino incredulidad a creer que la gente realmente estuviera valorando mi trabajo. Solo llevaba un mes y algo como ingeniera en la escudería. ¿De verdad había hecho suficientes logros como para que me idolatraran tanto?
—¿Lo has visto? —inquirí.
—¿Cómo no iba a verlo? —Analicé el bordado de la camiseta que traía bajo el mono rojo—. Media Italia se está enamorando de ti —Exageró, sonriente.
—Seguro que se olvidarán pronto de mi existencia —Planteé un escenario que no parecía próximo.
—Chérie —Me llamó, declarando su desacuerdo al respecto—, pensaste lo mismo cuando nos presentamos en Baréin y creo que esa posibilidad nunca estuvo ahí —Recordó con acierto.
Usé mi dedo índice para repasar el relieve del escudo de Ferrari en la tela de su ajustada camiseta.
—Tengo miedo de que alguien me pida un autógrafo —Charles echó una carcajada al aire—. Mi firma es horrible.
—¿No puedo ser el primero en eso? Quiero ...
—Tú ya tienes muchas cosas —Le recriminé en broma—. No peques de avaricioso.
Liberó una bocanada de aire como si estuviera verdaderamente decepcionado conmigo y con la sociedad.
—¿Eso significa que tendré que aprender a compartirte con el resto del mundo? —Se lamentó, adorable, como siempre.
No me interesaba mentir, por lo que me refugié en su pecho y decidí abrazarme a él con el objetivo de recuperar la determinación y el valor que necesitaría si quería afrontar el fin de semana con una actitud decente.
—No lo sé —titubeé, inquieta por ese inesperado fenómeno en el que me había visto envuelta en apenas unos días—. No sé cómo acabará esto, Charles.
—Bien. Irá bien y acabará todavía mejor —Su confianza en la gente que seguía la Fórmula 1 y que apoyaba a Ferrari era digna de admiración. Nadie sabía cuánto había echado en falta esa tranquilidad a la hora de pensar, sin dejarse llevar por emociones negativas—. Si eres capaz de manejar los datos técnicos de nuestros coches, el público es pan comido —Terminó diciendo.
Olía a gasolina, a colonia y a motor.
Una combinación como esa no debería ayudarme a sobrevivir a la montaña rusa en la que me había montado en tan poco tiempo, pero me salvó. Me ayudó más que un sueño reparador o que una charla con Julia. Fue mucho más fructífera y reparadora.
—Los números se me dan bien —Me aferré a su cuerpo, llenándome de aquel aroma que solo le pertenecía a él—. Las personas son otra historia —musité.
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EN UNAS HORAS ES EL GP DE AUSTRALIA Y TENGO MIEDOOOOO 三三ᕕ( ᐛ )ᕗ三三ᕕ( ᐛ )ᕗ三三ᕕ( ᐛ )ᕗ三三ᕕ( ᐛ )ᕗ三三ᕕ( ᐛ )ᕗ
Pase lo que pase, aquí tenéis el capítulo de la semana, ya sea a modo de consuelo o de premio 🫠🫠
Estoy elaborando la playlist de Fortuna, así que, si tenéis alguna canción que creáis que encaja con la novela, dejadla por aquí ⏩⏩⏩⏩
Os lo agradecería mucho :3
P. D.: Intentaré hacer un maratón pronto. Os avisaré por mi perfil próximamente uwu
Os quiere, GotMe ❤️
2/4/2023
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