01 || chérie
Helena Silva
—¿No te dijo su nombre ni te dio su número? ¿En serio? —negué—. Vaya capullo.
—No debí parecerle tan bonita al final —recuperé mi actitud bromista y abrí la puerta del recinto de la Federación.
—O de verdad estaba ciego —dijo Julia con una mueca de asco en los labios—. Eras la mujer más deslumbrante de todo el hotel, Lena.
—Bueno —suspiré—, dijo que me buscaría hoy. Y me encantaría saber si se estaba quedando conmigo. Ningún mortal puede pasar al paddock sin un pase especial.
Tampoco es como si él supiera que estarás viviendo la carrera tan de cerca, Lena.
Mantener esa ridícula esperanza me hacía parecer una niña enamorada, pero no podía evitarlo. La fragancia de aquel chico me había perseguido desde que regresé al hotel. Puede que incluso soñara con esa voz rasposa y dulce, aunque dicha posibilidad era solo una suposición que no admitiría bajo ningún pretexto.
Que un hombre sin rostro me hiciera delirar de aquella forma no tenía sentido alguno, así que acepté mi mala suerte y caminé con Julia hacia los despachos.
—Olvídate de él —me recomendó ella—. Hay más peces en el mar. Seguro que en Red Bull hay tíos con más cerebro —recalcó lo de Red Bull demasiado.
Un pequeño punzamiento me perforó el estómago.
—Ah, ya ... —dije entre dientes.
¿Por qué estaba titubeando a esas alturas? Luché por la plaza con Red Bull en mente. Entonces, ¿por qué demonios no me sentía segura de que aquella era la decisión correcta?
—¿Por qué suenas dudosa? —me preguntó Julia.
Lo estaba. Estaba dudando de algo que nunca habría cuestionado, pero dudar me empujaba a las fauces rojas de un equipo que nunca entró en mis opciones hasta que el desconocido de la noche anterior abrió la boca y habló con tanta devoción de su caballo vencedor.
¿Qué tenía Ferrari qué no tuviera Red Bull?
Necesitaba averiguarlo o me volvería loca de remate.
—Porque ... —traté de explicarle.
—Bienvenidas —la voz del jefe de operaciones de la FIA interrumpió mi alegato—. La señorita Silva y la señorita Gómez, ¿no es así?
Charlamos durante unos minutos. Aquel señor debía estar ocupado, por lo que no demoró más la elección y nos preguntó acerca de lo que habíamos decidido finalmente.
—Yo me quedaré con la plaza en Mercedes —le dijo Julia— y mi amiga con Red ...
—Disculpe —detuve a mi amiga, colocando la mano sobre su pierna—. ¿Ferrari mantiene su oferta? —quise confirmarlo.
Recibí su afirmación y me decanté por la marca italiana bajo la escéptica mirada de Julia, que no podía creer lo que acababa de escuchar.
—¿Qué coño ha sido eso? —cuchicheó cuando nos quedamos solas en el despacho.
Mi firma, ya estampada en el contrata de cuatro meses, comenzaba a secarse mientras esperábamos a que nos trajera la ropa que llevaríamos a lo largo de todo el mundo.
—No lo sé ... —fue la única respuesta que le di.
—Pero pensé que tu sueño era entrar a Red Bull, Lena —manifestó.
—Iré con ellos después del descanso de verano —le conté mi estrategia—. Solo estoy poniendo a prueba a los italianos. Quiero saber de qué habla todo el mundo y comprobar por mí misma si son capaces de ganar el Campeonato —me hice la inocente.
—De verdad —exclamó, confundida—. Cada día que pasa te entiendo menos, amiga ...
Me moví un poco. No le había contando todo lo que pasó esa noche entre el atractivo extraño y yo, y mucho menos la divertida conversación que compartimos en el cuarto de la limpieza.
—No te metas conmigo, ¿quieres? —me agarré la muñeca.
¿No me estaba precipitando?
—Aquí están sus equipaciones —volvió con nuestros futuros vestuarios—. Las esperan en sus puestos en media hora —añadió el directivo de la comitiva—. Toto Wolff y Mattia Binotto harán las presentaciones con el resto del equipo entonces —y nos dejó marchar.
Nos cambiamos con los nuevos uniformes y, después de una breve sesión de fotos a petición de Julia, ella se encaminó hacia la zona de Mercedes y yo hacia la de Ferrari. Hasta que no vi los estandartes rojos con el escudo amarillo brillante, no comencé a aceptar que me enfrentaba a uno de los equipos más antiguos y mejor valorados de toda la historia de la Fórmula 1.
Respiré hondo y saludé al señor de cabello rizado que charlaba con algunos técnicos antes de que los entrenamientos dieran inicio. El fuerte olor a neumáticos y a aceite me puso de buen humor.
Me presenté y él, más amable de lo que imaginaba, se encargó de guiarme por el lugar de trabajo. Evitamos chocar con el torrente de personas que entraba y salía de allí y, al cabo de un rato, me comunicó que el resto de cosas llegarían con el tiempo. Trabajar era lo único que podía ayudarme a encajar con su gente y estaba dispuesta a formar parte de su equipo y a enorgullecer a la escudería.
Ya me había decantado por Ferrari e iba a hacerlo bien. Dudar implica que no deseas algo tanto como creíste, así que, ojeando la zona de bóxers, entendí que Red Bull no era mi lugar. Al menos, no por el momento.
El aire de Ferrari era fresco y agradable, igual que el suyo. La similitud con el desconocido me ayudó a sonreír.
—¡Silva! —la voz de Mattia Binotto me sacó de aquella ensoñación—. ¡Ven! Tengo que presentarte a los chicos.
A la derecha del ingeniero jefe de Ferrari, observé la llegada de Carlos Sainz, que se revolvía su frondoso cabello negro y trataba de acomodarse el arnés del traje. Unos pasos por detrás del español, el tono rubio ceniza de Charles Leclerc atrapó mi atención. Lo miré durante unos segundos, aunque ese examen improvisado acabó antes de que nuestros ojos se cruzaran.
La presentación de Binotto entre los pilotos y yo hizo que no me percatara del semblante de Leclerc. Estuve demasiado ocupada dándoles mi nombre a ambos como para ver el destello de travesura e ilusión que se extendió en esas pupilas verdosas. Nunca había reparado excesivamente en Sainz ni en Leclerc, pero tenerlos frente a mí imponía bastante.
Binotto se marchó un minuto más tarde, no sin antes susurra algo al oído de Charles Leclerc. Por su lado, Carlos me ofreció su mano derecha junto con una gran sonrisa. Una de esas grandes sonrisas que me recordaban a la calidez de España.
—Silva, ¿eh? —asentí y estreché su mano—. ¿Una española? —ladeó la cabeza, interesado en mí de repente.
—Mitad española y mitad portuguesa, pero la sangre española siempre ha podido conmigo —mi explicación en castellano ensanchó su sonrisa—. Es un placer conocerte, Carlos. Mi hermano pequeño es tu fan número uno —intenté no caer de lleno en la torpeza que, en ocasiones, lideraba mi forma de ser.
—Me halagas —rio un poco—. Siempre es agradable tener a alguien de casa por aquí. Ojalá tengamos una buena temporada, Helena —se cerró el peto rojo y echó a caminar—. Cuento contigo.
Tan solo se alejó unos metros, en dirección al coche con el número 55.
—Espero cumplir con las expectativas —humedecí mis labios, más tranquila después de comprobar lo amistoso que era.
—Así que ... ¿Ingeniera de comunicaciones?
Charles Leclerc avanzó hacia mi, ocupando la posición que Carlos había dejado libre. El ruido a nuestro alrededor le obligaba a levantar la voz más de lo normal y puede que por eso mismo no llegase a reconocer ese tono suave que recordaba de la fiesta.
—Sí. Supongo que iré turnándome con la radio de ambos bajo la supervisión de los profesionales. Tengo mucho que aprender a partir de hoy —le mostré que mis ganas de rendir correctamente no eran una broma en absoluto. Él me miró a los ojos, esperando que me diera cuenta de lo que escondía esa actitud caballerosa—. Tened paciencia conmigo, por favor. Esto de ser novata da bastante miedo —bromeé.
La manera en que me escrutaba me hacía sentir ... Rara. Pensé, tonta de mí, que la intensa experiencia de la noche pasada había atrofiado mis sensores y reflejos tanto que apenas me veía con fuerzas de mantenerle la mirada a un tipo atractivo y sereno de la talla de Charles Leclerc.
—No pareces una mujer que se asuste de unos cuantos mecánicos como nosotros —su media sonrisa me desconcertó—. Será un placer trabajar contigo, Helena —y su mano anillada entró en mi campo de visión.
Reaccioné lentamente, pero lo hice. Al estrechar sus dedos, aquella sensación me bloqueó de nuevo.
¿Estaba perdiendo facultades acaso?
—Gracias —dije, educada—. Puedes llamarme Lena.
—Bien —apartó su mano y empezó a colocarse los guantes—. ¿A qué hora terminas, Lena?
—Sobre las dos, creo —le respondí, procesando que Charles Leclerc estuviera interesado en mi jornada laboral y el motivo por el que mis dedos se habían entumecido—. ¿Por qué lo preguntas? —cuestioné su extraña curiosidad.
Se sonrió, claramente feliz de que hubiera realizado aquella pregunta.
—Por esa cerveza que te debo, chérie —alzó la barbilla y se abrochó los guantes protectores. Ese apodo se escurrió por sus carnosos labios de un modo que, en todo caso, debería considerarse ilegal—. Soy un hombre de palabra y es lo mínimo que puedo hacer si la chica de Red Bull ha decidido confiar en el chico de Ferrari —me expuso hasta el punto de obtener un sonrojo que la noche anterior no pudo analizar como le habría gustado—. De repente tengo ganas de patearle el culo a esos toros. ¿Tú qué dices, Carlos? —comentó con su compañero de equipo.
Estática como una piedra, contemplé su ancha espalda. Pasó el vehículo de Carlos y, mientras lo rodeaba, aguardaba una reacción por mi parte que incluyera más que pestañeos de incomprensión y sorpresa.
—¿Desde cuándo eres tan mal hablado y desde cuándo os conocéis? —se carcajeó el piloto hispano tras ojeras mi pálido rostro—. Me debes algunas explicaciones, Lord Perceval.
Leclerc asintió entre risas, prometiéndole una conversación esclarecedora. Antes de subir a su monoplaza, me lanzó uno de sus famosos guiños. Ah, pero yo solo podía escuchar esas tiernas risotadas que había esperado encontrar en alguna esquina del recinto.
Si hubiera estado más despierta, me habría sentido conmocionada porque estaba siendo víctima de las técnicas de seducción del piloto estrella de Ferrari. Y, peor aún, me atrevería a decir que caer en ellas parecía más fácil de lo creí nunca.
¿Charles Leclerc era el chico de anoche?
¿Ese que me puso la piel de gallina y me llevó a su terreno en pocos minutos?
Mierda.
🏎🏎🏎
Capitulito porque es el cumple de Charles y eso aquí se celebra 🥹🤧✨❤️
25 añitos 🥹🥹🥹♡♡♡
La próxima actualización vendrá la semana que viene 🎊😗🎊
Os quiere, GotMe 💜
16/10/2022
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