Kellen Alekseev era un niño ruso que había sido vendido por sus padres, poco después de cumplir sus 2 años, a un hombre que manejaba varias casas de acompañantes para todo aquel que estuviese sin pareja y quisiera algo de diversión.

El pequeño de cabellos castaños no tenía recuerdos de nada fuera de aquella casa ubicada en un barrio de mala muerte en algún punto de Italia, pero no se quejaba del lugar donde vivía. Todos se cuidaban entre sí y se trataban como una familia. Incluso los guardaespaldas del jefe entrenaban a todos los menores para que ninguna persona se pasara de lista con ellos cuando tuviesen que empezar a acompañar después de cumplidos sus 21 años.

El infante no conocía lo que eran los malos tratos, la discriminación o el odio. Había crecido con adultos y niños mayores que lo amaban con todo el corazón. Personas que lo protegían debido a su apariencia andrógina y su gusto por vestir ropa de mujer a pesar de que se sentía, y era físicamente, un varón. Debido a aquel trato terminó siendo uno de esos niños que amaba a todo aquel que llegase a esa casa y que protegía a su familia de todo sujeto que quisiera pasarse de listo y aprovecharse de alguno de ellos.

-¡Ahh! - Los ojos amatistas brillaron con terror al notar la llama que aparecía en su frente y en sus manos. Su mente le pidió de inmediato que las apagara, pero no sabía cómo hacerlo.

-Kel, calma - La mujer de cabellos rubios observó con preocupación al menor que no paraba de llorar por el miedo. Ella podía entender su miedo, pero no podría ayudarlo si seguía así de nervioso.

-Yo... Las llamas - El fuego finalmente desapareció unos segundos después calmar su mente nerviosa, pero al voltear notó que los ojos de los más jóvenes brillaban con terror. Eso solo logró que sintiese más miedo que antes.

-Calma cielo - Una mujer de cabellos rojizos que había estado cubriendo al resto de niños se acercó a él y lo abrazó. Ella no se movió de su posición a pesar de la resistencia del pequeño de 5 años, lo que consiguió calmar sus lágrimas y su agitado corazón.

Cuando aquellas llamas aparecieron y quemaron sus manos el pequeño tuvo pánico de que su familia lo rechazara por ser raro, pero el caso fue completamente diferente. La dama de compañía Laila se había sentado a su lado y había emitido unas llamas de color amarillo que habían curado sus heridas, luego el guardaespaldas Joseph había emitido unas llamas celestes que lo habían tranquilizado suficiente como para comenzar a tener sueño y finalmente el jefe Trevor lo había cargado hasta su habitación y no se movió de su lado hasta que despertó la mañana siguiente.

Luego de aquel horrible espectáculo el jefe le había explicado sobre las llamas que había creado y le había dicho que debería entrenar para que estas no le hiciesen daño. Debido a ello es que había terminado con la dama de compañía Marianne como su nueva tutora. La fémina le enseñaba en sus tiempos libres a manejar la presión mental que las llamas podían llegar a crearle, y mientras se preparaba para trabajar, le enseñaba el arte del coqueteo y la seducción.

-Muy bien hecho Kellen - La mujer de cabellos castaños acarició las hebras tan parecidas a las suyas y le sonrió con dulzura a su pupilo - Has mejorado mucho cariño.

-¡Mejoraré aún más! - El niño sonrió feliz mientras seguía practicando para aumentar la fuerza de sus llamas - ¡Tendré las llamas más fuertes de todas!

-No te exijas demasiado - La sonrisa de la mujer fue aún más dulce que antes y se posicionó de nuevo para comenzar a entrenar con el pequeño - Si cargas demasiado tu cuerpo no podrás proteger a nadie.

-¡Sí! - Las orbes moradas brillaron con felicidad y su dueño solo pudo asentir mientras comenzaba a entrenar nuevamente. 

No muchos podían decir que tenían la dicha de tener una familia tan buena y atenta con ese tipo de casos. Pero el castaño la tenía y su tutora se había convertido en la figura materna que no sabía que necesitaba hasta ese momento. Las piezas en la vida del pequeño de casi 6 años comenzaban a encajar en el rompecabezas que era su existir en ese momento, y muy dentro de sí mismo deseo que su vida siguiese de esa manera.

Sin embargo, poco después de su séptimo cumpleaños, el primero de muchos problemas cayó sobre su familia.

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Hola otra vez, ¿Cómo están?

Seguimos con el especial de cumpleaños de Xanxus. ¿Cuántas partes de una historia podré publicar antes de que se me olvide que debo hacerlo? No lo sé. Lo que sí sé es que, como dije antes, son capítulos cortos.

Nos leemos en unas horas.