ii/ii
Cuando volvieron, todos los demás integrantes de EXO ya se estaban yendo. La Sra. Kim les había dado una regañada por volver tarde y dejar a los invitados sin más qué beber, pero no pasó de allí, la Sra. Kim seguía demasiado feliz por tener a su hijo allí. Por suerte, no tuvo más contacto con los compañeros de Jongin y respiró mejor cuando pudo evitar que Rahee volviera a colgarse en la pierna del tío Chogiwa. La puerta se cerró, Rahee lloró hasta que se le dieron dulces y todo en la casa de los Kim volvió a la normalidad.
-¿Entonces papá vuelve mañana? -Kyungsoo vio desde la sala cómo era que Jongin se sentaba en el comedor tomando del frutero un puñado de uvas y metiéndoselas a la boca.
-Así es. Vuelve mañana temprano, podremos comer todos juntos, pero después de eso partiremos a Busan.
Dado a que era una casa con un estilo abierto, todo se conectaba sin paredes de por medio. Las conversaciones podían ser escuchadas desde todos lados y eso cabía también en que, aún y cuando él estaba estudiando en la sala de estar con la televisión apagada y música de relajación, era inevitable no tentarse a escuchar la conversación.
Jongin pareció comer más mientras que la Sra. Kim terminaba de recoger los platos sucios.
-¿Y comeremos aquí? ¿Todos juntos? -Jongin volvió a atiborrar a su madre con preguntas-. ¿Jingha también? ¿Y su esposo?
La Sra. Kim volvió de la cocina y tomó asiento frente a Jongin, dejando su celular a un lado y copiando la acción de su hijo sobre tener un pequeño aperitivo antes de irse a dormir.
-No. Seríamos solamente tu padre, Kyungsoo y yo -Los hombros de Kyungsoo se tensaron al oír eso. Ya se lo esperaba, siempre había sido así, pero tener a Jongin en la mesa junto con su padre siempre era... raro. Intentó ver alguna reacción similar en Jongin, pero él estaba de espaldas, por lo que no podía checar con naturalidad-. Jingha tiene que llevar a Rahee con el pediatra, todavía tiene algo de tos. ¡Pero el martes podremos ir a comer todos juntos y daremos una excelente noticia, si es que tenemos suerte!
Jongin simplemente tarareó en respuesta.
Kyungsoo no pudo concentrarse, ya había leído la misma línea durante diez minutos seguidos. Los recuerdos estaban atacándolo, en su cabeza no dejaba de repetirse cuán estúpido era y sin razón alguna. Sin realmente quererlo, dejó que su cabeza cayera de lleno sobre la mesa de café haciéndose mucho más daño de lo que esperaba y alertando al par de Kims en la mesa.
-¡Oh, cariño, ¿estás bien?! -la Sra. Kim se acercó a él-. Ay mi Dios. Es mejor que vayas a dormir ahora Soo. Debes estar terriblemente cansado -Kyungsoo no reschistó, tal vez dormir era lo que necesitaba después de todo. La madre de Jongin se volteó hacia él-. ¡Usted también jovencito! Mover su cuerpo por todos lados debe ser agotador. Asegurense de dormir lo suficiente ya que mañana empieza su grata tarea de cuidar a Rahee y eso sí que es bastante difícil.
-¿Cuántos años crees que tengo? -se quejó el moreno, pero de todos modos le hizo caso a su madre no sin antes robar otro puñado de uvas.
Jongin estuvo al pie de la escalera durante un tiempo corto, por otro lado Kyungsoo recogía sus cosas de la manera más lenta posible para hacer que el otro se impacientara y se fuera, pero por más que lo hacía Jongin parecía no tener intención de moverse hasta que el propio Kyungsoo tuvo la decencia de llegar donde él.
-Eres más lento que un caracol -Jongin se metió a la boca lo que le quedaba de uvas-. Go.
A regañadientes Kyungsoo subió las escaleras con la esperanza de que Jongin no volviera a hablarle más. Estaba fastidiado, confundido y relativamente a punto de explotar. Prefería llegar a su cama, blanquear su mente y hacer como si todo eso fuera un sueño -o golpearse la cabeza al punto de olvidar todo lo que había hecho. Y eso pasó, por lo menos fue lo que sintió cuando las habitaciones estaban frente a ellos, la de Jongin a la izquierda al fondo y la suya a la derecha, justo en el otro extremo. Todo marchaba bien según sus deseos internos hasta que la voz de Jongin llenó el silencio del pasillo y sus palabras le hicieron sentirse terriblemente inquieto y con el corazón en la boca.
-No te preocupes -dijo Jongin-. Papá ya-
-Silencio -lo calló de pronto, fue incapaz de voltear hacia él-. Olvídalo. Ni siquiera lo menciones.
Kyungsoo podría jurar saber cuál era la exacta mirada de Jongin en esos momentos: sus ojos por todos lados, su mano sosteniendo fuertemente el pomo de su puerta y la expresión más tranquila de lo que debería.
-Buenas noches.
Fue lo último que el otro dijo antes de escuchar su puerta cerrarse.
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Como Kyungsoo esperó, sentarse en la mesa junto con Jongin y sus padres sería muy difícil. Y no tanto por cada uno de ellos individualmente, sino por su totalidad. A él no le molestaría comer sólo con la Sra. Kim o con el Sr. Kim o incluso con Jongin a solas, el problema era cómo lo miraban. O cómo, precisamente, era que el padre de Jongin los miraba a ambos.
-¡Mhm! Como era de esperarse, el arroz frito de Kyungsoo es maravilloso. -La Sra. Kim lo idolatró en su ignorancia frente a la tensa situación. Habían pasado años, años y aun así Kyungsoo todavía no podía superarlo-. Hace tiempo le compartí un poco a la vecina Choi, ¡no sabes lo asombrada que estaba! Si en algún punto la medicina no es para ti cariño, ¡serías un increíble Chef!
Kyungsoo sonrió hacia la mujer y asintió mientras se llevaba una cucharada a la boca. Estar incómodo dos veces durante la comida en menos de veinticuatro horas era un nuevo récord. Normalmente Kyungsoo podría hablar y responder con naturalidad, pero sus fantasmas internos lo seguían atormentando.
-¿Por qué debería dejar medicina? Él es perfecto en eso -comentó el Sr. Kim con una sonrisa, pero sin realmente mirarlo-. ¿Cómo te ha ido? ¿Este semestre fue brutal?
A Kyungsoo le parecía una falta de respeto responder sin mirarlo a los ojos, pero dado a que el Sr. Kim hacía lo mismo, simplemente simuló dar un sorbo a su bebida mientras respondía.
-Como todos los semestres señor, sí. Este domingo tengo mi último examen para poder descansar durante todo un mes.
-Aunque en realidad va a ayudar durante las vacaciones al doctor Park en su consultorio a cinco cuadras más abajo -secundó la Sra. Kim de manera animada-. Así podrá aprender más y ver cómo está la situación laboral. Si algún día quieres tener tu propio consultorio, ¡el doctor Park es el mejor para darte consejos, Kyung!
Kyungsoo asintió y se aventuró a mirar al Sr. Kim quien parecía bastante concentrado en comer. Un segundo después éste levantó la vista, alarmando a Kyungsoo en el instante, pero la mirada del hombre pasó a su hijo más joven.
-¿Cómo van las cosas con tu grupo hijo?
-Mhm, bien, tendremos una gira por Norteamérica dentro de poco.
-Fantástico.
-Ajá.
Kyungsoo se relamió los labios ante ese pequeño silencio posterior, pero no se quería meter. No.
-¿Y tu pareja? ¿No estabas saliendo con alguien? -De pronto, la indiferencia de Jongin desapareció y miró directamente a su padre quien ahora fue quien decidió seguir con la comida.
La respiración de Kyungsoo se cortó.
-No tengo -dijo Jongin de manera fría.
-¿De verdad? Había leído un par de artículos en internet. -El padre de Jongin levantó la mirada, ambos casi se veían de manera desafiante.
-Rumores. Sabes perfectamente lo que es eso, ¿no?
-¡Jongin! -La Sra. Kim lo regañó. Definitivamente el tono sarcástico había sido muy característico, casi al punto de ser ofensivo siendo dirigido a su padre-. ¿Por qué eres así?
Por un momento Jongin de verdad pareció arrepentido, más sin embargo, el Sr. Kim ni se inmutó con lo que su hijo había dicho, de hecho, si Kyungsoo tuviera que elegir un lado entre el enojo o la sorpresa, sería precisamente la segunda opción.
No podía soportarlo más. Se sentía como el causante de todo ese quiebre familiar.
-Y-Yo... -balbuceó apenas, sin querer se levantó demasiado rápido haciendo un desastre en la mesa-. Voy al baño... discúlpenme.
No esperó una contestación, movió sus pies tan rápido como fue posible y se encerró. Estaba avergonzado, podía ver su rostro completamente rojo en el espejo, todo estaba haciéndose palpable de nuevo, las emociones del pasado golpeando fuertemente dentro de su ser. Quería destrozarse el cráneo en el espejo, estaba bastante tentado.
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Kyungsoo leía mucho. Desde siempre traía un libro consigo y cuando tratase de lo que tuviera que ver con el cuerpo humano, la medicina o la tecnología actual relacionada con la medicina; era perfecto para él. En ese tiempo, cuando todavía tenía dieciséis, él podía comprender por todos los cambios que su cuerpo pasó por la pubertad y por lo cuales todavía estaba pasando a nivel hormonal.
A esa edad ya estaba más que dicho que a Kyungsoo le atraían los hombres cien por ciento. No chicas y no extraños hoyos que podían expandirse quién sabe hasta cuánto. Eso siempre lo tuvo presente, nadie tenía que preguntar para darse cuenta, era casi obvio. No hubo prejuicios de parte de la familia Kim y eso es algo más por lo cual los apreciaba tanto.
-¿Qué...?
-Siguiente nivel.
-¿Siguiente nivel?
Kyungsoo tenía los ojos muy bien abiertos cuando sintió algo escabullirse debajo de sus sábanas y mucho más cuando eso o tendrían que decir ese chico apareció sobre él, sin camisa y con residuos de que había tomado una ducha hace poco. Él había tomado una antes que Jongin, estaba listo para irse a dormir, pero nunca esperó que el mayor llegara de la nada a su habitación.
-¿Te han dicho algo más esos chicos después de que les dejaste bien en claro que ya habías besado a alguien? -Jongin preguntó de pronto de manera casual, como si no estuviera ahora mismo sobre él.
-Uh, ¿no?
-¿Estás seguro?
No. En realidad esos chicos nunca tenían suficiente con nada. Si Kyungsoo decía que ya había besado a alguien, ellos vendrían a decirle y refutarle que eso no era nada. Que había un nivel más alto. Y Kyungsoo por supuesto que no era estúpido, sabía lo que eso significaba. Que esos estupidos chiquillos le exigieran saber cosas sobre su vida sexual lo había superado hace tiempo, tiempo desde que Kim Jongin se había metido debajo de su cama, obteniendo venganzas (aka besos) y después, tocamientos.
-Jongin -Kyungsoo jadeó cuando de pronto la mano del mayor se coló debajo del elástico de sus pantalones, sus manos se movieron hacia sus costados y miró dubitativamente hacia la puerta-. ¡Es demasiado temprano! -le gritó en un susurro, que quedó ahogado cuando su pene fue envuelto en la mano ajena-. ¡Basta!
El mayor lo miró directamente, sus labios rozándose y ojos lujuriosos divagando por los suyos.
-¿Quieres que me detenga? -le preguntó y Kyungsoo tragó en seco-. Porque si así lo quieres lo haré, ¿mhm?
Kyungsoo definitivamente no quería que se detuviera y mucho menos cuando ya se sentía tan lleno de energía y ansias. Pero era una rutina, al principio cuando esos eventos comenzaron a suceder de la nada, nunca pudo haber estado tan confundido y fascinado al mismo tiempo. Por un lado fue que descubrió que era mil veces mejor ser masturbado por otro que por sí mismo, y en segundo plano estaba la idea de que incluso Jongin era relativamente nuevo porque gastaba todo su tiempo libre en bailar y entrenar que tampoco había estado con otra persona. Eso le daba algo de orgullo y esperanza a Kyungsoo, explorarse a sí mismos y entre ambos era majestuoso, pero peligroso.
-Como pensé -murmuró Jongin con una sonrisa poco antes de besar los labios de Kyungsoo.
Cerró sus ojos y se dejó hacer. Las tibias manos de Jongin ya lo conocían lo suficiente como para saber en dónde le gustaba, y Kyungsoo de antemano sabía que la parte más sensible en el cuerpo de Jongin siempre había sido su pezón derecho. Sus dedos no tardaron en explorarlo, jalándolo y cuando tenía oportunidad chupándolo, deleitándose con los suaves sonidos salientes de la boca de Jongin.
Las caderas de Kyungsoo se inclinaban hacia arriba, exigiendo una fricción con las caderas de Jongin, pero éste mantenía las suyas postradas en el colchón, dificultando la tarea para poder hacerlo como siempre. Habían llegado a eso: tocarse mutuamente, besarse hasta la locura y frotarse hasta perderse en uno mismo. Y es lo que esperaba, pero sus mejillas se sonrojaron de pronto vio cómo era que Jongin se acomodaba hacia atrás, deshaciéndose de los bóxers de Kyungsoo y poniendo su rostro a la altura de su miembro.
-¡Jongin!
Kyungsoo le gritó, incapaz de saber si fue para evitar que hiciera algo o precisamente la lamida que el moreno le había dejado. Jongin levantó su mirada hacia él, analizando sus expresiones para darse cuenta de la magnitud del estímulo dado, lo que solamente lo impulsó a hacerlo de nuevo, una y otra vez, sin detenerse, brindándole a Kyungsoo un placer jamás experimentado.
La única opción para no hacer ruido era tapar su propia boca. La imagen era tan obscena, Kyungsoo se preguntó en dónde fue que Jongin había aprendido a hacer eso -la porno, tal vez-, pero su mente no podía dar para más, sus ojos estaban acuosos por la experiencia y se sentía tan fantásticamente cerca. Su mano libre viajó hacia el cabello de Jongin, intentando decirle silenciosamente que estaba bastante cerca y que no aguantaría mucho más.
Pero todo se vio interrumpido cuando la puerta se abrió, exponiéndolos a ambos y marcando el fin de sus aventuras nocturnas.
El padre de Jongin nunca le dijo nada a él. Jamás lo miró como si hubiera cometido el peor pecado del mundo, o como si lo odiara al punto de querer echarlo de la cara. Nada. No hubo nada. De su boca, ese día, el Sr. Kim le había pedido a Jongin que saliera de la habitación de Kyungsoo y sólo supo eso. Luego, que Jongin se mudaría a los dormitorios de su empresa junto con sus compañeros, debido a que estaban por debutar. Pero eso estuvo estipulado desde mucho antes, por lo que ni siquiera podría ser considerado un daño colateral.
Pero aún siguió habiendo ese algo. Por supuesto Kyungsoo no pudo actuar, aun y varias años después, tan natural como si nada hubiera ocurrido. Estaba seguro que ni la Sra. Kim sabía de ese altercado y, aunque se muriera de vergüenza cada que se queda con el Sr. Kim a solas, prefería que las cosas se quedaran así.
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Después de despedir a los señores Kim, Kyungsoo se fue de inmediato a su habitación para estudiar. Su examen era mañana, habían pasado horas desde que no había avanzado nada en sus estudios y tenía que ponerse al día para sacar una buena nota. Rahee se había quedado con Jongin en la planta de abajo, el mayor le aseguró que él podría cuidarla mientras él estudiaba y que no se preocupara de nada. Eso le hizo preocuparse aún más, porque si algo sabía, era que como a él no se le daban los animales, a Jongin no se le daban los niños pequeños, por lo que cualquier pequeño ruido proveniente de abajo siempre podría significar peligro.
Ya le faltaban por lo menos cuatro hojas de lectura y estaba profundamente concentrado hasta que un estallido hizo que su cuerpo brincara. Volteó totalmente su cuello hacia la puerta e inmediatamente movió sus pies -los cuales estaba entumecidos, por lo cual casi se cae, pero pudo balancearse- hacia el pasillo, corriendo escaleras abajo para saber lo que había pasado.
Humo salía de la cocina y Kyungsoo se acercó con pasos temblorosos hacia el lugar.
-Tío Jongin está en problemas -escuchó decir a Rahee, quien, gracias al cielo se encontraba bien, sólo que con el rostro totalmente negro y el cabello despeinado. Kyungsoo vio por el otro lado cómo era que Jongin estaba de cuclillas en suelo, casi en las mismas condiciones que la niña.El moreno miró hacia ella y puso un dedo en sus labios. Rahee se llevó las manos a la boca y procedió a susurrar-. Soo se enojará. Él no me deja usar el micrundas -dijo como pudo, todavía no se aprendía al cien las palabras.
-Sssh, no dejes que Kyungsoo se entere. Si lo hace te echaré la culpa.
-¡No! -gritó la niña, pero de inmediato volvió a taparse la boca-. Tío Jongin cobarde. Yo no fui.
-Tú fuiste quien quería palomitas para ver la Cenicienta.
-Sí, Rahee quiere palomitas. Pero no explotar la cocina. Tío le puso muchos números al micrundas.
Ante esa conversación que fue suficiente como para que Kyungsoo se diera cuenta del culpable, se hizo presente frente a ellos dos con los brazos como jarras en la cintura. Rahee fue la primera en darse cuenta de que estaba allí, por lo que inmediatamente corrió en un intento por huir, pero Kyungsoo logró tomarla entre sus brazos mientras que la niña gritaba un "¡No me mates!" y se contorsionaba como un pequeño gusano para salir de sus brazos.
-Más vale te quedes quieta -le dijo de manera severa. La niña gimió, haciéndose posiblemente la muerta entre sus brazos y Kyungsoo logró sostenerla en su hombro. Sus ojos se enlazaron con los de Jongin, literalmente su rostro estaba completamente negro por el humo aún saliente del microondas-. Ni lo pienses Kim Jongin. Ya no tienes tres años, no salgas corriend... ¡Oye!
Jongin se escabulló por la única parte libre que el cuerpo compacto de Kyungsoo había dejado libre, pero el más alto no contaba con que la gorra de su chamarra sería agarrada por la mano suelta de Kyungsoo, haciendo que ambas partes rebotaran por la inercia, cayendo entonces los tres al suelo. Primero se aseguró de que Rahee estuviera bien, ella seguía haciéndose la muerta -esperaba que no lo estuviera-, así que dio por hecho que estaba bien, por lo que sus gruñidos se dirigieron hacia el Kim mayor quien se había dado de cara contra el suelo.
-Honestamente cuántos años crees que tienes -Kyungsoo refunfuñó.
Jongin parecía lo suficientemente avergonzado como para responderle eso.
-El microondas se volvió loco.
-No. Pusiste treinta minutos para unas palomitas.
-Bueno, se me fué un cero, qué más da. El daño ya está hecho -dijo mientras se levantaba-. Fue culpa de Rahee.
-¡No es verdad! -La niña se levantó de un brinco y apuntó con enojo hacia Jongin-. Nini tonto.
-A ver quién te traer al tío Chogiwa de nuevo.
-¡Bueno, es suficiente! -Kyungsoo estampó su mano en la mesa e hizo que ambos Kims se callaran-. Es mejor que vayas a ver si el microondas sigue funcionando Kim Jongin y es mejor que lo esté. Yo me llevo a Rahee, la bañaré y la llevaré a dormir. ¡Y lávate esa cara!
Jongin parpadeó con incredulidad.
-Vaya, el Kyungsoo mandón está de vuelta -musitó, como si jodidamente no supera cuándo callarse.
-Siempre lo está -secundó Rahee.
Bastó una mirada más para que tío y sobrina mudaran de nuevo e hicieran exactamente lo que se les pidió.
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-Las células epiteliales tienen un ciclo celular de corta duración, debido al desgaste continuo al que están sometidas... -Kyungsoo leyó cuidadosamente sus apuntes, toda información se estaba haciendo repetitiva, borrosa y cada vez más informativa-. Por cada célula madre que se divide, sobrevive una que continúa dividiéndose y otra que sufrirá el proceso de diferenciación celular y especialización, hasta envejecer y morir por apoptosis.
Kyungsoo se mordió sus labios, mantenía su libreta lo más cerca posible de su nariz para evitar ver a la persona detrás.
-Los epitelios son los primeros tejidos que aparecen en la ontogenia, pudiendo derivar de cualquiera de las tres hojas o capas celulares que constituyen el embrión: mesodermo, ectodermo o endodermo... ¿Por qué sigues aquí? -bajó las hojas de prisa, encarando a Jongin quien parecía más dormido que despierto.
-¿Por qué te pones tan hostil de repente?
-Bien. Perdón -dijo, y regresó a su lectura.
No pudo concentrarse mucho tiempo después. La presencia de Jongin era casi táctil, como en esos días cuando Kyungsoo se empeñaba en estudiar para entrar al bachillerato y Jongin lo presionaba con su presencia, dejándole bien en claro en ese entonces qué cosas estaban bien y qué mal porque él era mayor y sabía más. Pero ahora las cosas eran al revés: Jongin probablemente no tenía idea ni de de la mitad de lo que el otro decía.
-¿Qué hora es? -preguntó tiempo después.
-Las diez y media.
Dios. Sí que el tiempo pasaba lento. Kyungsoo se extendió mientras trataba de deshacerse de toda esa tensión en sus músculos. Llevaba allí abajo más de tres horas -principalmente para evitar que los Kims destruyeran otra cosa-, fue algo duro tener mandar a dormir a Rahee, ella estaba renuente a irse, pero al final el vencedor siempre fue Kyungsoo.
Lo difícil allí era Jongin. Kyungsoo se estaba volviendo loco. Así como no lograba entender las impredecibles acciones del mayor, tampoco se entendía sí mismo. Él y Jongin siempre tenían una relación no tan cercana como para considerarse amigos o tan lejana como para ser extraños. Vaya, cuando eran jóvenes tuvieron encuentros. Pero frente sus propios ojos, y sobre los de los demás, siguieron siendo neutrales. Kyungsoo respetaba a Jongin como hijo de los Kim y Jongin le tenía esa diminuta aberración por el choque de es-mi-mamá-no-tuya.
Y últimamente, o más bien durante esos dos días, Kyungsoo estaba enojándose cada vez más con Jongin. La razón: no lo sabe. Es que es simplemente él, quien sin permiso alguno llega a desbaratarle lo que tanto había construido, todas esas defensas que tanto se tardó en desarrollar.
-Juguemos -Sorpresivamente dijo Kyungsoo, cerrando su guía y mirando directamente a Jongin.
-¿A qué? -Jongin se rió nerviosamente, y Kyungsoo casi se golpea en la cabeza porque esa palabra, en su adolescencia, era la palabra clave para decir que hicieran cosas.
-N-No me refería...
-Lo sé -Jongin lo cortó, levantando las manos en señal de comprensión-. Está bien. ¿A qué quieres jugar?
-No sé. ¿A qué juegan actualmente los jóvenes? Estoy hasta el tope con Rahee que para mi un juego normal sería vestirme de sirvienta y darle el té a sus muñecas.
Jongin levantó las cejas y se rió.
-Me encantaría ver eso.
Kyungsoo bufó.
-Si no vas a proponer un juego, mejor vuelvo a estudiar.
-Bien, bien señor gruñón -Jongin se levantó-. Voy por las consolas de juego que hay en mi habitación. Veremos si todavía sirven y jugaremos unas retas en el Smash. Como adultos te propondría algo que tuviera que ver con alcohol, pero como tu examen es mañana, supongo que no quieres caer en resaca.
Jongin no esperó precisamente una respuesta de Kyungsoo dado a que se encaminó de inmediato hacia arriba. Poco después y un par de páginas avanzadas en su estudio, Jongin bajó con una enorme caja entre sus manos que decía 'Juegos de Jongin' y a un lado con marcador rojo un pequeño escrito agregándole "y Kyungsoo".
-No puedo creer que mamá simplemente haya aventado aquí todas mis consolas sin cuidado alguno -chilló, dejando con lentitud la caja en el suelo.
-En algún lugar teníamos que poner el cuarto de ejercicio.
El mayor se dejó caer en el suelo a un lado de la caja y comenzó a sacar todas las cosas de allí. Había muchos cables revueltos, discos por sin ningún lado y juegos de mesa a medias. La existencia del Cubo era hermosa, parecía tener sólo algunos rasguños, pero seguía estando tan cuadrado como siempre.
-Tenemos esto, ahora, lo importante es distinguir qué cables son los que se necesitan.
Se dieron a la tarea de rebuscar en la caja cada cable, separarlos por tipos de juego y si servían o no. Lograron localizar tres de los cuatro cables, el último parecía sí estar, pero estaba demasiado revuelto junto con otras extensiones llenas de telarañas y pelusas. Meter la mano más en el fondo era casi como un suicidio, no sabían con lo que se podían encontrar, o si de plano perderían la mano.
-¡Lo tengo! -Kyungsoo logró desenganchar el cable, jalándolo hacia arriba y expulsando todo lo que venía colgando de él-Ay -jadeó cuando un objeto cayó sobre su cabeza, no haciéndole daño, pero tan grande como para ver lo que era. Con una ceja levantada, Kyungsoo tomó el paquete y lo levantó, haciendo que toda su extensión cayera hacia abajo, dejándole bien en claro lo que eran-. Oh...
-¿Qué es...? -Jongin levantó la vista e inmediatamente sus orejas se pusieron rojas al ver eso.
-... ¿Por qué hay un paquete de condones en tu caja de juguetes?
-Oh mi Dios.
Hubo silencio, esos que siempre venían cuando se trataba de un Kim, y Kyungsoo se dio a la tarea de inspeccionarlos.
-Se vencieron hace años. Estos los tienes desde... -Uy, momento incómodo. Kyungsoo volteó hacia Jongin quien parecía querer ignorar eso, como si no hubiera descubierto sus pasadas intenciones-. Ugh.
-Los tenía por si acaso -dijo Jongin, restándole importancia.
-Me sorprende que tu madre no se haya dado cuenta de ellos. Hubiera hecho un escándalo.
-Y me hubiera preguntado para qué los tengo, lo cual es una pregunta tonta y obvia, pero entonces hubiera indagado para saber en quién iba a usarlos -siguió el otro-. Lo cual yo le podría refutar diciendo que no era de su incumbencia, y que agradeciera el hecho de que me estuviera cuidado, jamás podría decirle que los tenía para ti.
Kyungsoo sintió un escalofrío recorrer todo su cuerpo. Aunque esa declaración no era sorpresiva, todavía le impactó, y lo peor de todo era que Jongin lo decía así como si nada.
-Imbécil -susurró, poniéndose de pie y caminando directamente hacia la cocina.
-¿Kyungsoo? -Jongin lo llamó-. ¿Te enojaste?
-¡No! -gritó desde el refrigerador. Sus ojos vieron todas las posibles bebidas de allí y sin pensarlo dos veces sacó un par de cervezas que el Sr. Kim tenía para los ratos. Caminando de vuelta a la sala, le aventó una a Jongin-. Sólo tenía sed. ¿Ya está listo eso?
-Pensé que no tomarías.
-Una cerveza no le hace daño a nadie.
Cuando dio el primer sorbo, sintió que su garganta ardía en el infierno. Odiaba el alcohol, sabía horrible, pero en esos momentos de verdad parecía necesitar esa sensación de que estaba vivo, allí, que ya era un adulto y no un niño puberto con las hormonas alborotadas. Jongin no mencionó mucho más del tema, había logrado sacar todos los cables y conectó el juego, funcionó.
Durante todo ese tiempo, Kyungsoo se limitó a dos cervezas mientras que Jongin iba en la sexta. Se veía mareado, atolondrado, pero todavía era un az en el juego. Al final Kyungsoo logró ganar tres partidas mientras que Jongin las otras once. No se quejaba, tampoco era bueno en los juegos, de hecho no era muy bueno en nada que no fuera medicina, y parecía que era bastante intolerante al alcohol ya que, con tan sólo un par de cervezas, se sentía como la mierda más grande del mundo.
-A quién vas a engañar, tenías esos condones para otras personas -dijo Kyungsoo, su voz sonaba un poco torpe. Estaba acostado boca arriba, sus ojos perdiéndose en la luz del foco. Por otro lado, Jongin estaba igualmente acostado en el suelo, sólo que del otro lado, quedando ambas cabezas una a la par de la otra con un mismo punto de vista-. Dieciocho años. Tenías dieciocho años.
-Te digo que no -Jongin sí merece el premio al ebrio del año. Llegó a las ocho cervezas-. ¿Por qué nunca creíste en mí? Sólo te tenía a ti.
Kyungsoo se detuvo a pensar. Recordó ese momento en el que volvió a ver a Jongin un día después de que su padre los descubriera. Se veía ojeroso y malhumorado, Kyungsoo sabía que todo era su culpa. No de Jongin.
-Creí en ti -dijo-. Pero, ¿y eso qué? ¿Acaso iba a pasar algo más? Si terminábamos haciéndolo, ¿te hubieras aburrido de mí y simplemente me hubieras dejado? No estábamos haciendo cosas correctas.
-No lo sabíamos en ese entonces.
-Yo lo sabía -Kyungsoo cerró los ojos, la luz le molestaba-. Lo sabía -gimió.
-Pero, ¿y por qué mierda está mal? -Kyungsoo pudo sentir el cuerpo de Jongin removerse hacia un lado y sintió el aliento en su sien-. ¿Qué tenía de malo? ¿Era porque ese año cumpliría diecinueve y sería un adulto? Porque déjame decirte que para ser considerado pederastia deben ser a lo mínimo tres años de diferencia y nosotros tenemos dos -hipó-. Lo revisé en internet.
Kyungsoo se quejó dando pataletas en el suelo como un niño pequeño. Se quitó las manos de los ojos y volteó hacia la izquierda, encontrándose con los ojos de Jongin.
-¿Por qué volviste? -murmuró, un nudo se formaba en su garganta-. Ya era lo suficientemente difícil verte todos los días en el internet, la televisión y escuchando tu nombre aquí en la casa. ¿Por qué me haces esto?
-No -Jongin tomó una titubeante respiración-. ¿Por qué tú sigues aquí, fingiendo querer ser parte de mi familia, cuando muy en el fondo quieres que seamos más que eso?
Kyungsoo mudó. Los ojos de Jongin eran hipnóticos, su loción llegaba a sus fosas nasales y su cabello estaba suave y sedoso.
-Quiero una familia -comentó en un susurro.
Una lágrima cayó desde el rabillo de su ojo, y el pulgar de Jongin la detuvo antes de que se deslizara por el contorno de su rostro. Siempre deseó una familia, los Kim lo hicieron parte de la familia. Amaba a la familia.
-Ya tienes una. Sólo te toca a ti decidir en qué miembro te quieres convertir.
A partir de esa última oración, Kyungsoo cerró sus ojos y dejó que su imaginación trabajara. En ella, besaba a Jongin, lo abrazaba y se hacían uno. En ella, su elección había sido un más que esto, más que lo ético y más que lo temporal.
Igual y habría elegido un para siempre.
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Kyungsoo escuchó su alarma, una tonada extraña que estaba seguro no había puesto él para despertarse. Se removió en su lugar, se encontraba en un lugar blando y con una manta por encima de la cabeza. Gimió cuando otro sonido llegó a él y sacó la mano de debajo de las sábanas para apagar el aparato. Había puesto la alarma a las cinco y media para poder estudiar otras tres horas ya que su examen era a las nueve y no hacía más de treinta minutos de camino.
Con un ojo miró su celular para poner otra alarma un poco más tarde, no pensaba estudiar con ese punzante dolor de cabeza que tenía. No obstante, cuando su mirada vio que lo que sonaba no era precisamente su alarma, la cual estaba debajo del mensaje de la Sra. Kim en donde le deseaba suerte, cayó literalmente del sofá.
-¡¿Qué?! -se puso de rodillas tan rápido como pudo y miró la hora. Eran las ocho con cuarenta y cinco-. ¡Mierda!
Miró hacia todos lados, definitivamente ya era de mañana. Inmediatamente corrió a toda velocidad hacia el baño de arriba y se lavó la cara como si su vida dependiera de ello. Volvió a correr ahora hacia su habitación, quitándose toda la olorosa ropa para ponerse una camiseta color verde neutro y una jeans al azar. Tomó con rapidez lo necesario para el examen y luego bajó, metiendo todo lo posible a su mochila. Con una pequeña mirada alrededor, pudo darse cuenta de que Jongin no estaba, de que Rahee tampoco y de que, si no ocurría un milagro, estaría perdido.
En el camino hacia la avenida, se dio cuenta que su única opción era tomar un taxi. El metro se tardaría toda la media hora entre paradas y no podía permitirse eso. Contó a medias el dinero que tenía en su mochila y rezó para que le alcanzara, así como para encontrar un taxi durante esa hora en la mañana.
-¡Taxi! -gritó pronto vio un automóvil con la insignia. Éste se detuvo frente a él y Kyungsoo casi llora en el proceso. Se subió con rapidez y apenas podía respirar dando las indicaciones-. ¡A la Universidad K lo más rápido que pueda! ¡Por favor!
El señor taxista parecía algo malhumorado, por lo que Kyungsoo se encogió cuando le miró directamente por el retrovisor, pero no le dijo nada, simplemente siguió su camino. Se maldijo muchas veces de manera desesperada, ni siquieras recordaba lo que pasó a noche. ¿Se había quedado dormido estudiando? ¡Claro que no! Había tenido una ronda de juegos con Kim Jongin, luego bebieron un poco y luego... luego...
-¡Argh! -Kyungsoo amortiguó el grito en su mochila.
No recordaba nada.
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Jongin no comprendía por qué se encontraba en una mesa para seis -y un iPad en donde Junhee estaba presente-, a eso de las ocho de la mañana. Cuando se despertó esa mañana por sentir su celular vibrar en su bolsillo, se encontró precisamente arriba de un Kyungsoo profundamente dormido. No estaba seguro del por qué estaba allí en ese entonces, pero cuando atendió la llamada de su madre, quien le pidió ir a ese restaurante sin contarle a Kyungsoo, hubo algo cayendo en su estómago.
Y no tenía que ver con la resaca.
-Jonginnie luce terrible -dijo Junhee a través de las bocinas-. ¿Tanto empeño le pones a tu baile? ¡No sabes cuántas chicas de aquí te adoran!
Jongin sostuvo una mueca de falsa sonrisa en su rostro. Le dolía horrores la cabeza, apenas el caldo de pollo que pidió le hizo mejorar un poco. Pero casi no podía comer, su madre parecía bastante feliz, su padre pensativo y todas sus hermanas -y cuñado-, se encontraban a la expectativa.
-¿Y bien? -preguntó, su voz todavía estaba algo pastosa-. ¿Por que me llaman tan temprano en la mañana, cuando deberían estar en Busan, y todos tan sospechosos como para quererlo ocultar de Kyungsoo?
Su mamá apretó los labios mientras escondía una sonrisa y miró a su esposo con ojos casi brillantes. Cuando el Sr. Kim asintió hacia ella, su madre prácticamente chilló y sacó de su bolsa una carpeta color beige con un logo que no identificaba y que tenía varios papeles dentro. Todos los Kim se le quedaron mirando al bonche de papeles con ojos curiosos.
-¿Qué es eso? -preguntó Jingha metiéndose una fresa untada en mantequilla a la boca.
La Sra. Kim carraspeó.
-Honestamente papá y yo mentimos con eso de que íbamos a Busan para unos asuntos. En general, sí nos fuimos por unos asuntos, pero fueron aquí. Tuvimos que armar todo este plan para que nadie sospechara de nosotros dado a que Kyungsoo es una persona muy inteligente y además, todavía no estábamos seguros del todo -la Sra. Kim tomó la carpeta y sacó una hoja de allí, mirándola con orgullo-. No podemos formalizar esto hasta que todos aquí estemos de acuerdo. Yo sé que está de más preguntar, pero como familia, prefiero hacer todo esto de la manera correcta.
-Ay Dios -Jingha gimió-. ¿A quién tenemos que enterrar?
-¿Estamos repartiendo la herencia? ¡Yo quiero la casa de verano de Jeju! -pidió Junhee desde el aparato.
-No es eso -la Sra. Kim les chistó a todos. Jongin miró con cansancio hacia su madre, solamente quería irse a dormir de nuevo-. Véanlo por ustedes mismos.
Así como lo dijo, la Sra. Kim pareció repartirles una copia a cada quien -incluso envió un correo electrónico a Junhee. Cuando la hoja llegó a sus manos, a Jongin le dolió la cabeza tan sólo vio que había demasiadas letras, pero eso no fue lo importante, lo que le hizo que su corazón se parara fueron las letras en mayúscula.
Su cuerpo se heló.
-¿Acaso esto es...?
-¡No puedo creerlo! -Jingha chilló, tapándose la boca con una mano mientras abrazaba a una confundida Rahee con la otra-. ¡Voy a llorar, amor, pasame el croissant con algo de salsa! ¡Genial!
-¡¿Es en serio?! -Junhee también se alegró-. ¡Wow, estoy tan feliz! ¡Por fin estaremos juntos!
Jongin seguía con la boca abierta, los ojos totalmente grandes y con el corazón retumbando fuertemente. Sus ojos, sin querer, se enlazaron con los de su padre quien lo miró fijamente, como si intentara leerlo más a fondo, pero ese contacto duró poco debido a que su madre se metió en el camino totalmente eufórica.
-¡Jongin, ¿verdad que es asombroso?! ¡Ahora que ustedes se llevan bien, ya era hora!
-Mamá...
-¡Por fin Kyungsoo será parte de la familia, literalmente! -la Sra. Kim se limpió una pequeña lágrima que se escabullía por sus ojos-. ¡Por fin hemos podido empezar el trámite para la adopción de Kyungsoo!
Los oídos de Jongin se cerraron, lo único que lograba captar eran esas letras redondas y pequeñas las cuales se burlaban en su rostro, le decían de cosas mientras que el mundo de Jongin se endurecía, algo parecido al enojo brotaba de su cuerpo e incluso estaba esa pequeña picazón en sus ojos.
-No pensé que se podía adoptar a un adulto -dijo el esposo de Jingha con una sonrisa.
-¡Claro que se puede! Obvio se necesitan varias indicaciones para poder hacerlo, ¡y Kyungsoo cumple con todas! -la Sra. Kim volvió a su asiento y tomó una respiración para calmarse un poco-. Entonces ahora, queridos hijos, sólo falta saber si todos estamos de acuerdo con esto. Su padre dijo que la decisión dependía de todos ustedes, así que, ¿qué dicen?
Jongin por un momento cruzó miradas con su padre, él no dejaba de mirarlo. Se contuvieron ambos, retándose, pero las ofensivas de Jongin se había evaporado hace mucho y las defensas caían a pedazos. Su más grande miedo estaba haciéndose presente, sus palabras se tambaleaba y su estabilidad emocional estaba gravemente dañada.
-¡Claro que sí!
-¡Mi esposo y yo decimos que sí! -Jingha movió las manos de Rahee-. ¡Ella también accede! ¡Kim Kyungsoo suena mucho mejor!
El único que quedaba allí era Jongin, todos lo miraron a él con insistencia y es que su boca simplemente no podía decir palabra alguna. Apretó la hoja entre sus manos, tuvo el valor para romperla en dos haciendo que todos allí soltaran una pequeña exclamación. Se puso de pie, sus manos se estamparon contra la mesa y subió su mirada, ojos rojos a punto de estallar le erizaron la piel a todos los presentes.
-Sobre mi cadáver.
Su madre tenía la boca abierta, sus hermanas no podían creerlo, su padre, su padre pareció soltar una exhalación de alivio, como si profundamente ya se hubiera esperado esa respuesta.
Las piernas de Jongin se movieron hacia afuera, estaba mareado y confundido, pero tenía que salir de allí.
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En sus dieciocho años Jongin jamás había tenido tanto miedo en su vida.
Su padre lo había sacado de la habitación de Kyungsoo, apenas había logrado ponerse la pijama y una camiseta de mangas. La erección la había perdido hace mucho mientras se paseaba de un lado a otro por el pasillo hasta tener la valentía de enfrentar a su padre. Lo esperaba en su despacho, le dijo que lo viera allí inmediatamente, y ese inmediatamente ya se había convertido en veinte minutos. Incluso su padre había salido del despacho para ver por qué se tardaba, cuando Jongin lo vio al pie de la escalera de nuevo, su trasero cayó al suelo, pero su padre simplemente suspiró y señaló el despacho para que entrara.
Sutilmente, pudo darse cuenta que su padre le daba tiempo. Por lo menos para no hacerse en los pantalones.
Cuando se sintió un poco más seguro, Jongin fue hacia el despacho de su padre, la puerta estaba semiabierta y eso siempre significaba que podía pasar sin tocar. Tomó una fuerte respiración y entró, encontrándose con su padre sentado en el sofá paralelo a su escritorio, con una taza de té en las manos y expresión dura.
Con un ademán, su padre le hizo sentarse en el sillón individual frente a él. Sus manos sudaban y juraba que podría desmayarse. No quería que sus padres se enteraran así, de su homosexualidad, de sus aventuras, de Kyungsoo; no lo pensó adecuadamente y fue realmente muy estúpido. Pero no había vuelta atrás, todo estaba pasando, y algún día tenía que enfrentarlo tarde o temprano.
-Yo...
-¿En qué rayos estabas pensando? -Esa primera frase le cayó tan duro como un latigazo. Jongin tragó saliva y secó el sudor de sus mano en los pantalones-. ¿Exactamente en qué? Mírame cuando te hablo.
Se sentía incapaz de levantar la mirada. Su padre siempre tuvo esa faceta severa y dura, pero en realidad era bastante noble y relajado, pero cuando se enojaba, estabas en problemas y ahora mismo Jongin estaba en unos muy grandes.
Cuando subió la mirada, sus palabras se atoraron en su garganta.
-Yo no... -Su garganta se cerró. No tenía ni idea de lo que diría.
Su padre se dio cuenta de que no podía hablar, por lo que siguió.
-Nunca pensé que llegarías a convertirte en algo como esto. Tú, mi hijo -su padre no titubeaba, su cuerpo se mantenía rígido-. Yo no te eduqué así. ¿Por qué has hecho eso Jongin? ¿En qué estabas pensando? ¿Creíste que no me daría cuenta? No eres un niño problemático, nunca lo fuiste, siempre te dimos lo que quisiste porque te lo merecías. ¿Crees que esto es correcto?
Jongin nunca imaginó cómo era que su familia tomaría su orientación sexual. Pensó tal vez que inicialmente tendrían una reacción así, por lo menos su padre, ya que él era más severo en eso. Porque tanto él como su padre, su sueño, siempre había sido ser bailarín. Su padre no había podido debido a la exigencia de su abuelo, pero cuando Jongin demostró un interés en él, su padre lo metió pronto a clases de baile de todos los tipos.
No quería decir que sólo por meterlo a ballet significaba que podría aceptar la homosexualidad, joder, eso ni siquiera estaba relacionado con lo otro. Pero ahora allí, viendo esos ojos de su padre, Jongin deseaba que hubiera algo de eso allí.
-Estoy tan decepcionado de ti.
Esa pequeña frase fue suficiente como para que el corazón de Jongin se rompiera y toda la acumulación de lágrimas cayera en su rostro. Nunca creyó que su padre le diría eso, lo había regañado antes por cosas banales, sí, pero nunca algo tan severo como una elección que él no hizo.
No sabía que podía llorar tanto, sus lágrimas cayeron a montones, pero luego se aseguró de mantener la siguiente ronda dentro de él. Soltó un gemido lastimero, sollozar no estaba en sus planes, pero pedir perdón tampoco. No era su culpa, era su vida y, por más que le doliera que su padre no lo apoyara, no podía evitarlo.
Con el rostro mojado, pero ya sin llorar, Jongin esnifó y miró directamente hacia su padre.
-No voy a disculparme porque no es algo para hacerlo. No es como si yo quisiera, lamento que no quieras apoyarme, pero soy así y no cambiaré -le dijo tan decidido como pudo-. Si quieres seguir a mi lado, bien, pero por favor no me hables sobre volverme 'normal' o que sólo es una fase. Yo sé lo que soy, soy gay y espero que en un futuro puedas comprenderlo. Eso no me hace buena ni mala persona, una etiqueta es una etiqueta y ya, yo soy Jongin, tu hijo y no puedes hacer nada al respecto.
Terminó con eso último, no estaba seguro de qué decir en su totalidad. Igual si hablaba más volvería a llorar. Ese sermón era suficiente de parte de él, si su padre lo aceptaba qué bueno, si no, ni modo. De todas maneras pronto saldría de esa casa y no tendría que lidiar con la decepcionante mirada de su padre.
-¿Pero qué demonios estás diciendo?
Esa pregunta desconcertó a Jongin. Parpadeó confundido.
-¿Qué?
-¿Acaso crees que todo este alboroto es porque eres homosexual? Por favor, eso lo sé desde hace años, no es lo importante -su padre frunció el ceño.
Jongin abrió los ojos, ¿qué...?
-Te metiste con Kyungsoo. Eso es lo importante. Nunca creí que fueras el tipo de persona que abusaría de los demás Jongin, ¿cómo es posible que le hayas hecho eso a alguien quien casi es tu hermano? Es menor, no sabe lo que hace, y tú estás a punto de cumplir...
-Espera... ¡¿qué?! -con un brinco, Jongin se levantó del sofá-. Esto... El que me llamaras, ¿no era porque yo... bueno, soy gay?
Su padre frunció más el ceño, se cruzó de brazos y negó la con cabeza.
-Eso es irrelevante, por favor. No me importa en lo más mínimo mientras no pesques alguna enfermedad, cosa que es relativo, porque hay más infecciones en las parejas heterosexuales. Tu tío Sungyul también lo es, él le quitó todos los prejuicios a nuestra familia, da igual.
Jongin no podía creerlo. ¿Qué hay de este giro?
-Entonces... tú no estás enojado porque yo sea gay, sino porque...
Su padre parecía impacientarse.
-¡Porque has abusado sexualmente de Kyungsoo!
-¡¿Qué?! ¡Yo no hice eso!
-¡¿Cómo de que no?! ¡Si el pobre chico estaba llorando!
-¡Bueno, sí, estaba llorando, pero no precisamente ese tipo de llanto doloroso, sino uno más de gozo! ¡Hemos estado haciendo esas cosas por un largo tiempo! ¡Nunca lo obligué a nada, siempre me aseguro de que esté de acuerdo! ¡Y que lo disfrute por supuesto! ¡Yo no he abusado de nadie, ¿qué crees que soy?!
Ambos se quedaron en silencio, Jongin porque estaba demasiado avergonzado por su confesión y su padre probablemente para ingerir toda esa información. Se volvió a sentar en su lugar, su respiración estaba acelerada y todavía temblaba.
-Entonces está esta otra cosa -dijo su padre un momento después, su voz estaba más tranquila y comprensiva-. ¿Por qué rayos están ustedes haciendo eso? Kyungsoo es casi como mi hijo, Jongin.
Ante eso, Jongin no tuvo respuesta. Alguna vez se lo planteó, pero no tan profundamente, cada que tenía una conversación consigo mismo sobre lo que Kyungsoo significaba para él, se bloqueaba.
-¿Estás jugando con él?
-¡No! -Jongin levantó la vista, sus labios temblaron-. No estoy haciendo eso... yo no quiero que eso se vea así.
-Jongin -su padre se relamió los labios y se acercó a la orilla del sillón para alcanzarlo tocar el hombro de Jongin-. Incluso tu madre y yo estamos planeando adoptarlo, oficialmente. Ella está muy ilusionada, pero después de esto... no creo que yo pueda aceptarlo.
-¿Adoptarlo? -Jongin negó con la cabeza-. ¿Como mi hermano? ¡¿Quieren convertirlo en mi hermano?! ¡No!
No. Nunca. Si eso pasaba, si eso de verdad pudiera llegar a pasar entonces lo perdería para siempre. El Sr. Kim pudo sentir a su hijo con miedo de que eso pudiera llegar a suceder, incluso se veía mucho más fuerte que cuando entró por la puerta. Jongin se mordía las uñas, cualquier imagen mental de él y Kyungsoo como hermanos era horrible, no.
-No hay opción. Tal vez puedo convencer a tu madre de que se tome más tiempo para ver cómo es que Kyungsoo se acopla mejor a nosotros, pero tú Jongin, ustedes... -se tomó un momento-. Tienen que esperar también. Porque esto no se trata de un amorío más, ¿lo sabes? Bien, tú y Kyungsoo tienen algo, pero una situación aparece y rompen. Ese rompimiento no solamente sería entre ustedes dos, estarían quebrantando toda la cosecha de años que lleva tu mamá para abrir el corazón de Kyungsoo. No se sentirían a gusto, y puede ser pesimista, pero sucede. ¿De acuerdo?
Jongin jadeó, pasó las manos por su rostro y frotó con fuerza. Estaba aterrado.
-¿Qué tengo que hacer entonces?
-Pensar. Decidir qué es más importante en tu vida.
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Kyungsoo llegó veinte minutos tarde a su examen, rogó un total de siete veces, pero al final sí le dejaron presentar el examen. Por suerte. Aunque bueno, en realidad tenía dos horas para hacerlo, a Kyungsoo le dieron solamente cuarenta minutos para poder realizarlo y, por más que quisiera echarse a llorar porque su vida era miserable, tomó todos sus conocimientos y la fuerza que le quedaba para poder presentarlo.
Si pudiera compararlo con algo, Kyungsoo diría que el examen fue una brutal violación. Juraba que sus piernas se tambaleaban y la sangre salía de su nariz, pero por lo menos pudo contestar un ochenta por ciento con el cerebro fresco y ese otro veinte por ciento al tin-marín-de-dos-pingüé.
Se quedó sentado en las escaleras de la universidad reflexionando un poco sobre su vida. Y también sobre esa noche. Por más que forzara a su cerebro a recordar, no podía decir exactamente lo que había pasado. Su ropa estaba en su lugar al despertar -gracias a Dios-, no parecía tener ningún dolor descomunal ni tampoco marcas en su cuerpo. Todo parecía en orden, de hecho todo puede estarlo, y tal vez era él quien estaba de paranóico.
Sin nada más que hacer que despedirse de su sudor y lágrimas, Kyungsoo caminó fuera de la universidad para olvidarse de ese horrendo examen. Planeaba pasearse por la tienda de los Kim y descansar un poco en su habitación -la verdadera, esa en donde debería haber dormido todos esos años. Sunhe, la chica quien se encargó de cuidar y maneja la tienda mientras que la Sra. Kim no estaba, lo saludó con una pequeña inclinación mientras atendía a un par de colegialas.
Kyungsoo subió las escaleras de dos en dos, y tan pronto abrió la puerta de su habitación estaba a punto de tirarse sobre la cama, pero casi gritó cuando vio que alguien estaba sentado en ella, su cabeza gacha entre sus piernas y los brazos en las rodillas. Casi le avienta una patada al extraño, pero cuando identificó el aroma a colonia y ese cabello café claro, se dio cuenta de que era Jongin.
En muy mal estado.
-¿Jongin? -preguntó, su voz sonó más suave de lo que es normalmente.
El chico levantó la vista apresuradamente, si alguien ajeno lo viera lo tacharía como un loco, pero frente Kyungsoo todo era tan real. Jongin tenía los ojos rojos, inflamados, sus uñas totalmente acabadas y su cabello despeinado. La desesperación irradiaba de su cuerpo. Por un momento Kyungsoo se preocupó, ¿y si le había pasado algo a algún Kim? Pero no, esa posibilidad se vio totalmente opacada cuando la cortante voz de Jongin atravesó la habitación.
-¿Me amas?
La pregunta claro que lo tomó por sorpresa. La totalidad de Jongin, allí era una profunda sorpresa, de hecho. Su mano apretó la correa de su mochila, la cual estaba a punto de caer al suelo. ¿Amar? ¿Amarlo? Esa palabra era fuerte, tan grande en sentimiento que Kyungsoo nunca se atrevió a utilizarla con Jongin.
-¿Por qué...? -De pronto, Jongin se puso de pie y se acercó a Kyungsoo con dos simples pasos. La habitación era pequeña, casi del tamaño de una bodega-. ¿Jongin...?
Sus palabras fueron aplanadas, arrebatadas de sus labios tan pronto Jongin lo devoró con los suyos, tomándolo posesivamente por el rostro y poniéndolo contra la puerta de madera. Kyungsoo estaba de puntillas, Jongin no se dignó a moverse ni un centímetro a su altura, su beso se sentía tan desesperado, como si quisiera obtener algo de él, algo más que todo ese aire que se le estaba yendo.
Hubo un milisegundo de separación suficiente como para que Kyungsoo dejara caer su mochila y pudiera tomar un bocanada de aire antes de volver a enfrascarse en la textura de los labios de Jongin. Se sentían físicamente rotos, quebradizos, producto de la falta de hidratación por el alcohol de anoche. Kyungsoo todavía no sabía cómo responder del todo, hacía mucho que no besaba a Jongin, tantos años manteniéndose en el límite, tanto tiempo en abstinencia que sólo la memoria de trabajo le ayudó con la tarea de saborearlo de vuelta.
Y es que cuando Jongin lo besaba, el mundo se detenía. Siempre se detuvo, desde ese primer pequeño beso, hasta esos fugaces roces que se dieron en las noches bajo la luz de la luna. Entre sonrisas y reproches, ambos habían descubierto en la profundidad de la sábanas, sin llegar ni siquiera su punto máximo, que ambos cuerpos estaban hechos el uno para el otro tanto en cuerpo y alma.
Que dependían, insaciablemente, del otro.
Kyungsoo exhaló con fuerza, sus ojos desorientados sobre el techo y en pocos momentos sobre el cabello de Jongin. El más alto con los brazos rodeando la cintura de Kyungsoo en un fuerte abrazo mientras que su cabeza reposaba en el hombro escuálido del más bajo.
Y de pronto, Kyungsoo tuvo un pequeño flashback de lo de anoche, como si la cercanía actual fuera tan parecida a la de ese entonces.
Con lentitud, Jongin se movió, enderezándose y clavándole la mirada a Kyungsoo.
-Lo siento, yo nunca quise dejarte -le dijo casi en tono de impotencia. Kyungsoo no podía creer que ese tipo de Jongin tan vulnerable existiera.
-Pero lo hiciste.
-No podía seguir en esa casa -Jongin juntó sus frentes, ambos cerraron los ojos guiándose con sus voces-. No cuando mamá trataba tan fuertemente que te viera como un hermano, cuando en realidad lo que quería hacer contigo cada que te veía era simplemente despojarte de todo y hacerte mío.
La respiración de Kyungsoo se aceleró.
-Cinco años -murmuró-. Tardaste cinco años. Tiene todo lo que quieres, eres increible, eres... -Kyungsoo abrió los ojos y tomó a Jongin por las mejillas obligándole a verlo también-. Eres malditamente hermoso.
Jongin le robó un beso, y otro más, los suficientes como para enlazar esa cadena que poco a poco construían entre sí.
-¿Me amas? -Jongin volvió a preguntar.
Kyungsoo tembló, porque sus sentimientos deberían estar encerrados, porque había pasado mucho tiempo y porque posiblemente rompería corazones ajenos. Pero al estar allí, viendo esa cristalina mirada de Jongin sobre sus ojos, Kyungsoo estaba infinitamente seguro de ello.
-Lo hago.
Y fue suficiente.
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