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i/ii

(Por favor lee la imagen de arriba antes de empezar. Gracias)

💓

En su cabeza no cabía la posibilidad de que algo así estuviera sucediendo.

Sus dedos se tensaron en el momento que otra fina capa de piel se amoldaba junto con la suya mientras que un par de ojos temblorosos buscaban los suyos para que una conexión naciera entre sus pupilas. Desde su lugar, él se veía tan maravilloso como siempre y esa nostalgia que tanto se acumulaba dentro de su cuerpo le estaba haciendo agitarse, su corazón rebotando dentro de su pecho cada vez más rápido mientras que la confusión llegaba a él.

Miró de nuevo la extensión de su brazo y recorrió todo el camino hacia el rostro de Jongin, quien lo miraba casi de manera impaciente y nervioso, como si el silencio fuera suficiente como para que Kyungsoo entendiera que sus palabras y acciones valían oro, que no había ni una pizca de broma en ello.

La única luz que los alumbraba era la intermitente de la calle y Kyungsoo no entendía por qué de su boca salía ese vapor blanquecino si apenas estaban a mediados de mayo. Pero esos pequeños detalles los apartó de nuevo en el momento que las manos de Jongin pasaron a su rostro, obligándole a levantar la mirada.

Obviamente -así como casi cuatro millones de personas más- el efecto al ver a esa hermosa criatura le hizo casi retroceder, sólo que no puedo debido al agarre. Su rostro se acaloró y casi podía sentir que estaba entrando en pánico mientras que su boca comenzaba a balbucear un 'por qué', pero fue casi innecesario debido a que de pronto las palabras estaban de más y entonces Kim Jongin se había acercado lo suficientemente a sus labios para--





-I'm creeping in your heart, babe!

-Dwijipgo muneoteurigo samkyeo!

La cabeza de Kyungsoo casi se catapultó hacia atrás, separando su mojada boca del libro de anatomía en el la mesa de café y parpadeando con el corazón a mil. Fue complicado al principio esperar a que sus ojos se acostumbraran a la luz, luego a la resplandeciente televisión y de pronto, a una personita brincando y moviéndose por todos lados mientras aullaba y bailaba.

Respiró con fuerza, obligándose a sí mismo a entender que todo había sido un sueño y que el protagonista de sus vergonzosas fantasías estaba ni más ni menos no con él debajo de una hermosa luna, sino que del otro lado de la ciudad, presentándose en una cadena televisiva. Casi se sintió sucio ante la imagen mental. Más bien, no entendía el por qué había soñado eso, jamás le había pasado.

A su lado, de pronto un pequeño cuerpecito de tres años recién cumplidos cayó sobre él mientras sostenía en sus manos una lightstick de esas que utilizaban los fans en los conciertos. El aparato era un tanto pesado para el brazo de Rahee, pero la niña lo sostenía con gran fuerza mientras que el brazalete le ayudaba a que no se le fuera de las manos.

-¡Tío Jongin televisión! -pudo ver cómo la pequeña niña apuntó hacia la plasma frente a él. Kyungsoo, aún aturdido, sonrió para no parecer tan ido y miró en esa dirección-. ¡Tío Jongin! -la voz de Rahee se alejó un poco, dando por hecho de que la niña se había separado de él para ir frente a la TV y señalar a su tío.

-Ah... -Kyungsoo murmuró mientras asentía-. ¿Al fin apareció?

Rahee asintió orgullosa, dando un par de brinquitos en su lugar mientras movía el aparato de un lado al otro.

-Kyungsoo-yah.

No le tomó mucho tiempo darse cuenta de que, detrás de él, estaba Kim Jingha, la madre de Rahee. La mujer estaba recostada en el sillón mientras cantaba junto con Rahee los coros de la canción y sostenía en su gran estómago un plato de palomitas. La circunferencia de su panza era ya casi perfecta, sus ocho meses de embarazo se veían insistentes y Kyungsoo ya se podía ver a sí mismo sosteniendo en un futuro a Taeho, nombre del próximo hermano de Rahee.

-Come -Jingha le metió de pronto una bola de palomitas a la boca-, estás bastante flaco. ¿Quieres más? -apuntó al bol y Kyungsoo negó mientras que todavía intentaba no atragantarse con las de su boca-. Bueno, como quieras. Es ahora o nunca, les voy a echar un poco de canela... si tan sólo pudiera pararme.

-¡Jongin en su cabello luces, ¿verdad?! -Rahee gritó de pronto hacia su madre y ésta asintió.

-Le pusieron mucha escarcha a mi hermanito.

-¡Estrellas! -la niña brincó-. ¡Tío Jongin tiene estrellas!

Kyungsoo sonrió, el entusiasmo de Rahee era sumamente contagioso. Sacudió un poco su cuerpo para poder estirarse y se puso de pie. Su trasero se sentía acalambrado.

-Yo voy -le dijo a Jingha, mientras agarraba el plato con palomitas-. Canela. Extraña elección de sazonador -se rió, caminando directo hacia la cocina.

-Ay, Kyung, eres un amor -la mujer suspiró volviendo su vista a la televisión-. Si tan sólo no estuviera casada y totalmente enamorada ya te hubiera hecho mío. Y por cierto, mis antojos empeoraron desde el quinto mes. Si por casualidad escuchas ruidos en la noche y me ves comiendo el cactus del jardín, detenme por favor.

-Hecho.

La cocina y la sala de estar no estaban muy juntas, pero la planta de abajo era totalmente abierta por lo que aún se podían ver entre sí. De ese modo era mucho más fácil cuidar a un niño sin tener que estar al pendiente cada cinco segundos y todo por una puerta de por medio.

Kyungsoo dejó el plato en la barra de la cocina y abrió la alacena en busca de la canela. La verdad que tan sólo imaginar palomitas de maíz con canela le hacía querer vomitar, pero no había nada que se pudiera hacer con una mujer embarazada. Desde que Jingha pidió exclusivamente una barra de gis para comer, ya nada le sorprendía. Pasó su mirada en las diferentes secciones de la alacena y gimió cuando se dio cuenta que la canela estaba hasta la sección cinco, es decir, el lugar más arriba. No lograba entender por qué la Sra. Kim prefería tener una alacena alta en vez de ancha.

Porque todos son altos aquí, se respondió a sí mismo. Y era verdad, la persona con menor estatura -siendo un adulto- de esa casa era Junhee, la hermana de en medio, pero ella medía 1.73 metros, exactamente lo que Kyungsoo medía y su masculinidad era a veces un tanto ofendida. Incluso la Sra. Kim era muy alta, Jingha ni se diga y qué decir de los varones. Esa familia tenía unos genes bastante interesantes y de alta calidad.

Buscó con sus ojos ese pequeño banquito que la Sra. Kim le había comprado, porque sí, aunque la Sra. Kim haya intentando arreglar las cosas diciendo algo como 'por si se ofrece' sabía de antemano que era para él ya que en la cafetería lo usaba mucho para poder limpiar ventanas entre otros usos. Ese banquito era casi su fiel amigo del alma viviendo en un mundo de gigantes, y eso que él tenía una estatura promedio. Para sentirse mejor siempre se decía que los raros allí eran ellos y no él.

Pero de todas maneras le gustaba mucho. La familia Kim era maravillosa, una de las mejores con las que ha trabajado y con la que -esperaba- trabajaría lo que le restaba de su educación. Desde hace ya siete años que fue acogido por la familia ya que necesitaban ayuda en la cafetería familiar, la cual se encontraba al final de la calle. Lentamente Kyungsoo comenzó a aprender un par de cosas sobre trabajo, luego la administración de su dinero y después procedió a ser un niñero, cosa que le fortaleció la paciencia y el amor hacia lo demás.

Y en realidad necesitaba esas dos cualidades ya que quería ser médico, estaba matándose para poder serlo y eso ayudaría mucho. Antes, sus sueños habían sido aplastados en el orfanato en donde vivió los primeros años de su vida, pero ahora que la familia Kim le dio una oportunidad de brindarle un trabajo y una vivienda estable, tenía que sacarle provecho para que en un futuro pudiera regresarles todo lo que le dieron.

-Aquí estás -se bajó del banquito y lo puso en su lugar. Procedió a echar una moderada cantidad de canela sobre las frituras ya que no sabía qué tanto daño eso pudiera hacer para el estómago. No quería que Jungha pasara una mala noche como aquella vez que se le antojó echarle algo de pimienta a su helado.

Se asustó un poco en el momento que la puerta trasera se abrió -aquella que conectaba el garaje con la cocina- y miró de reojo cómo era que la Sra. Kim ingresaba a la casa con un par de bolsas en sus brazos.

-Oh, hola Kyungsoo -La mujer tenía una hermosa sonrisa, su cabello era corto y tenía pequeñas pecas alrededor de su cuello. Los pliegues de sus ojos eran iguales a los de sus hijos: los tres de ellos tenía esa profundidad y singularidad en ellos-. ¿Qué haces? Oh, no me digas que Jingha está experimentando de nuevo -lo miró con un poco de resignación.

Asintió.

-No se preocupe Sra. Kim, me aseguraré de que no se pase de la raya.

-Entonces está bien -la madre de Jongin dejó media abierta la puerta y dejó sobre la isla las bolsas.

Kyungsoo observó con cuidado sus movimiento y se extraño debido a que, de entrada, todavía faltaban un par de horas para que la cafetería cerrara, y lo siguiente era que había muchos ingredientes en las bolsas, muchas más que para alimentar a tres personas (serían dos, más bien, solamente la Sra. Kim y Kyungsoo. El Sr. Kim estaba en un viaje de negocios y volvería mañana, Junhee estudiaba en París y esta noche Jingha se iría con su esposo para descansar un poco. Obviamente, él cuidaría a Rahee.)

-¿Qué es todo eso? -preguntó.

-Ah, ¡hoy es un gran día! ¡Tenemos mucho que hacer! -su voz parecía más contenta y sus ojos brillaron.

Algo confundido, Kyungsoo estuvo a punto de preguntar de nuevo, pero la voz de Jingha lo interrumpió:

-¡En dónde están mis palomitas! ¡Estoy a punto de comerme a Rahee!

-¡Mamá cavernicola! -Rahee refunfuñó.

La Sra. Kim se rió y empujó suavemente a Kyungsoo para que fuera.

-Ve, no quiero tragedias. Te contaré cuando vuelvas. Oh -lo detuvo un momento y de pronto la Sra. Kim le sonrió con ternura-. Te has quedado dormido de nuevo, ¿verdad? -Kyungsoo se avergonzó un poco. Sí, y no se suponía que debería haberlo hecho, ese tiempo debió haberlo utilizado para seguir estudiando y no soñar con el hijo de la familia-. Ay, cariño, mira toda tu cara -la mujer se metió el pulgar en la boca y después comenzó a limpiar el rostro de Kyungsoo-. Estás lleno de baba seca. ¡Más vale que tus libros no estén arruinados, eh!

Kyungsoo no podía sentirse más sonrojado.

-Uh, lo siento, yo...

-Eh, ¿por qué te disculpas? -la Sra. Kim frotó su brazo junto con el de ella-. Eso es sólo producto de que en verdad te estás esforzando para ese examen. Los grandes también necesitan dormir, ¿lo sabes? No te sobreesfuerces, trata incluso de divertirte un poco. Y, Kyungsoo -suspiró-. ¿Por qué estás tenso? Pensé que ya habíamos superado la etapa incómoda.

Se quedó mudo, no sabía qué decir al respecto. Bueno, probablemente si habría la boca lo único que diría sería de nuevo un 'lo siento' y estaba seguro que la Sra. Kim se quedaría inconforme. No obstante, ella ya lo conocía muy bien y sabía que no era exclusivamente un hombre de palabras, así que simplemente acarició su cabeza en modo de entendimiento y le dijo que fuera y entregara las palomitas.

Honestamente él tampoco lo entendía. Siete años juntos ya era mucho, pero todavía Kyungsoo, por más que fuera casi parte de la familia, había algo que no lograba llenar su corazón. Ese sentimiento le hacía sentir casi como un traidor, ya que los Kim le habían dado todo, pero él era egoísta y buscaba algo más que no lograba entender.

Sacudió su cabeza. No. Tenía que centrarse y pensar positivamente, todo estaba bien. No necesitaba más.

-A la orden -dijo, entregando las palomitas.

-¡Tío Jongin ganador! -Rahee corrió hacia él y lo tomó de la mano para que fuera junto a ella hacia la televisión.

Kyungsoo miró a través de la pantalla y lo primero que captó fue cómo era que una rafaga de papelitos de colores caía sobre el escenario, luego sus ojos captaron a un grupo de nueve personas bailando y agradeciendo, mientras que otros dos tenía sus micrófonos en las manos y se despedían del público. Al final, cuando la cámara enfocó a los chicos, sintió algo pesado caer en su estómago cuando sus ojos se conectaron repentinamente con los de Jongin y éste le guiñó el ojo.

Pero era una televisión. No era a él.

-¿Te estás ahogando? -sintió el pequeño apretón de la mano de Rahee y levantó una ceja. La niña señaló su mano, la cual golpeaba su pecho en contraste para tratar de calmarse a sí mismo.

Esto era malo.

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Sorpresa.

Eso fue lo único que la Sra. Kim le dijo cuando volvió a la cocina y preguntó nuevamente lo que sucedía con el montón de ingredientes. Por más que insistió e insistió, la mujer simplemente jugueteaba con él, diciéndole que en vez de preguntar cortara los vegetales y pusiera a cocinar la carne en el sartén.

No era un gran fanático de la cocina ni tampoco era el mejor, pero por lo menos se sabía defender un poco y si su vida dependiera de ello podría arreglárselas. Después de un par de quemaduras por el aceite y lavar más de tres veces los vegetales, Kyungsoo se tuvo que ir a estudiar un poco más para su examen. La Sra. Kim le dijo que no se preocupara y que se tomara el tiempo que necesitara, pero que tratara de no quedarse dormido de nuevo.

Kyungsoo no tenía una habitación en esa casa. Bueno, sí la tenía, pero consistía en el cuarto de invitados -aunque había una estantería con todos sus libros y uno que otro póster-, pero en realidad él vivía en un pequeño apartamento en la planta de arriba de la cafetería familiar. Hubieron montones de veces que los Kim le dijeron que se quedara de plano en su casa ya que se quedaba a vivir cinco de siete días a la semana allí, pero todavía contenía ese sentimiento de querer independizarse un poco y sentirse autosuficiente.

-No te atrevas -mordió sus labios cuando la Sra. Kim lo vio escabullirse hacia la salida. Apretó su libro de estudio entre sus manos y temió un poco voltear el rostro-. A tu habitación jovencito. Nada de ir a la cafetería, está cerrada.

Kyungsoo apretó los labios.

-Pero... Allí tengo todo lo demás...

-Mentira. Yo sé que está arriba -Oh demonio, ¿cómo lo sabe?-. Ser madre te da muchas virtudes, así que más te vale quedarte en esta casa. Si no tienes luz suficiente puedes estudiar en la sala, Jingha se ha ido y Rahee tiene su siesta. Te estoy observando.

Por un momento intentó discutir, pero viendo cómo la Sra. Kim le apuntaba con el cuchillo, era mejor dejarlo así.

Sin más, simplemente asintió y fue arriba por las cosas. La habitación sólo tenía una ventana, pero esa daba a una pared por lo que no había mucha luz natural que le ayudara. Fue entonces que tomó la decisión de estudiar en la sala de nuevo. Desparramó sus cosas en la mesita de café y apagó la televisión para concentrarse aún mejor. El silencio completo tampoco le gustaba, por lo que escuchar a la Sra. Kim cocinando y tarareando era el balance perfecto para su estudio.

Esa era una de sus cosas preferidas de la Sra. Kim. Que ella supiera que le gustaba estar solo, más sin embargo que no cruzara esa línea en donde él cayera en la soledad. Que no se sintiera internamente solo.

Sin duda, la Sra. Kim lo conocía bastante bien, después de todo ella fue quien lo sacó de su caparazón hace años.

--





-Lindo.

-¿Es este el famoso Kyungsoo?

-Me lo imaginaba más pequeño.

-Babea mucho, ugh.

Kyungsoo se removió, de nuevo estaba soñando cosas extrañas. No sabía en qué momento se había acostado en el sillón de la sala, pero podía sentir la suavidad debajo de él, incluso una manta. Se rascó el lado izquierdo del rostro, y cambió su posición al dormir.

-Oooh, ya sé por qué Jongin no deja que lo ligue, ¡ouch!

-No seas idiota, no deja que lo ligues porque eres un imbécil. Y porque eres supuestamente heterosexual.

Frunció el ceño. Las personas en sus sueños estaban siendo demasiado ruidosas.

-Kyungsoo es de Rahee, nadie quiera a Kyungsoo como Rahee. -Oh, incluso ella estaba en su sueño.

-Ay, pensé que lo tuyo y mío era especial.

-Rahee también quiere al tío Baekhyun, pero el tío Baekhyun prefiere al tío Chogiwa.

-Sabias palabras, pequeña.

-Cállate Chanyeol, esta niña puede infiltrar la información en su guardería.

-Este chico de verdad tiene el sueño pesado.

Eso fue suficiente para que abriera los ojos y que de pronto se encontrara con cinco pares de ojos observándolo fijamente, todos de cuclillas -menos el que sostenía a Rahee, ese estaba sentado en el suelo- y con rostros sumamente atractivos. Gritó, esa fue su más primitiva reacción pero fue la primera que salió de él. Su cuerpo casi cae del sillón de no ser por lo cerca que estaba los chicos de él.

-¿Qué...? -apenas pudo murmurar. Su boca se sentía pastosa-. ¿Por qué?

Su vista se dirigió hacia la televisión y de pronto el pensamiento de que esos chicos salieron de ella se apoderó de él, haciendo que sintiera un escalofrío por todo el cuerpo. Pero entonces, pensó racionalmente y el hecho de que la puerta principal se abriera dejando ver a la Sra. Kim con más bolsas y detrás de ella a su hijo, quien parecía igual de atractivo -y un tanto preocupado- simplemente le dio las pocas pistas para saber lo que estaba sucediendo.

-Ay, aléjense de él -Jongin dejó en la cocina las bolsas de entre sus manos y se acercó a todos los presentes. Pasó su mirada a cada uno de ellos con las manos en la cintura-. Lo están asustando, eso no se le hace a una persona que acaba de despertar.

-¡Se lo hicieron a Rahee y ella es muy feliz! -dijo la niña en un chillido mientras se abrazaba más al supuesto Baekhyun.

Jongin sonrió hacia ella, pero pateó por debajo a los demás mientras murmuraba cosas sobre lo irrespetuoso y escalofriante que era la imagen mental. Aun así, después de una discusión no tan larga entre ellos, Jongin capturó los ojos de Kyungsoo y se sintió como todas esas veces que se habían 'encontrado' en televisión, pero ahora era real, y no supo exactamente cómo reaccionar.

-Ha sido un tiempo -le dijo Jongin, sonriendo.

Kyungsoo todavía se sentía incapaz de decir algo, todo podía ser un sueño aún. Así que buscó con los ojos a su más grande confidente y miró a la Sra. Kim quien tenía una sonrisa de oreja a oreja.

-Nuestros invitados especiales de esta noche... -hizo un redoble de tambores cosa que avergonzó a Jongin, pero emocionó a los demás quienes le siguieron el juego-. ¡EXO! ¡Y por supuesto Jonginnie!

Kyungsoo dejó escapar el aire comprimido y miró de vuelta a la manada de chicos frente a él. Sus ojos se movieron de nuevo cuando vio cómo era que Jongin se acercaba a él y extendía la palma de su mano hacia él, esperando su habitual saludo. Habían sido meses, mucho tiempo desde la última vez que lo hicieron, pero de todas maneras sus dedos recorrieron todo el camino hasta llegar a la mano de Jongin y entrelazaron los dedos.

Fue como una cadena de fuegos artificiales dentro de su pecho.

---


La primera vez que Kyungsoo vio a Jongin no fue a sus catorce años, cuando la Sra. Kim le había presentado a toda la familia en la cafetería. De hecho, cuando sus ojos se encontraron en ese momento, ambos dieron un pequeño salto en su lugar ya que nunca se imaginaron que terminarían tan cercanos. Siendo en ese entonces Kyungsoo un chico en su último año de secundaria y Jongin estando en segundo de preparatoria, Kyungsoo se sintió algo cohibido porque el ceño fruncido de Jongin apareció tan pronto la sorpresa apareció.


"Te estás robando a mi mamá."


Para un joven de dieciséis años esas palabras podrían ser casi veneno, pero para Jongin esa frase era su rutina cada que Kyungsoo se relacionaba con la Sra. Kim. Aunque los padres de Jongin lo hubieran acogido hasta los catorce, la Sra. Kim se había encariñado con Kyungsoo desde los seis, por lo que no le sorprendía que Jongin supiera de su existencia ya que la mujer no era demasiado conservadora.

Conoció a la Sra. Kim afuera de su orfanato. El edificio quedaba en picada en la calle y en esos momentos Kyungsoo había salido corriendo de allí porque le habían regañado injustamente. Estaba completamente enfadado y se dignó a hacer una pequeña huelga de hambre -y frío, era invierno- sentando en la banqueta. Su única diversión allí era un palo de madera y las hormigas a quienes mataba sin piedad, hasta que de pronto vio cómo una manzana pasó por su lado.

La fruta siguió su recorrido hasta el final de la calle y Kyungsoo chilló cuando toda una horda de manzanas, naranjas y entre otras frutas redondas estaban cayendo desde lo más alto de la calle. A lo lejos, Kyungsoo había podido escuchar a alguien gritando «¡deténganlas!» mientras corría frenéticamente por la calle para evitar que fueran más lejos. Pero era inevitable, la señora estaba demasiado alejada y, si no las detenían, probablemente terminarían en el basurero.

Así que, sin nada más que hacer, el Kyungsoo de seis años extendió todo su -corto, apenas de uno y cinco metros- cuerpo y dejó que todas las frutas golpearan su pecho para detenerlas. Fue casi un éxito, de no ser que muchas más frutas se fueron por los lados y que el pavimento estaba completamente congelado.

-¡Oh mi Dios! -la señora había llegado a su altura, jadeante y con bolsas rotas entre sus manos. Se detuvo un momento para tomar aire-. Pequeño, ¿estás bien?

Con brazos y piernas extendidas, Kyungsoo estaba listo para asentir, pero extrañamente no se sentía del todo bien. No había comido desde la noche anterior, su ropa ahora estaba sucia y tenía mucho, pero mucho frío. Así que no le sorprendió a sí mismo cuando sus ojos se llenaron de lágrimas y comenzaba a llorar mientras recogía con lentitud cada una de las frutas.

La señora se le había quedado viendo impactada, temerosa de que hubiera salido dañado.

-¡¿Te lastimaste?!

-E-Estoy bien -chilló de cuclillas mientras intentaba recolectar las manzanas. Su mano derecha recogía y la izquierda hacia un intento de bolsa improvisada con su chamarra. Sorbió la nariz, secándose las interminables lágrimas en su manga-. Pero, ¿cómo puede dejar caer así todo esto? Um -Kyungsoo murmuró para sí mismo, de pronto estaba ensimismado-. Ay, no. Son las manzanas del puesto de la señora Geum, ¿verdad? Ou, están sucias.

Una mano tocó su hombro e hizo que volteara. La señora lo miró con unos ojos mágicos, como nunca nadie lo había mirado antes. Para un pequeño niño de seis años esto podría parecer un tanto raro e inexplicable, pero esa miraba era genuinamente como de una madre, algo que él nunca había podido experimentar en sus cortos años. Eso, de hecho, solamente le hizo sentir más vulnerable. Aun así intentó sostener el llanto.

-¿Conoces a la señora Geum? -preguntó la mujer mientras hacía un intento por reacomodar las bolsas que tenía para darles espacio a las que no estaban rotas.

Kyungsoo asintió.

-A veces me da brócoli.

-¿Brócoli? ¿Te gusta el brócoli?

Los ojos de Kyungsoo se iluminaron y asintió con fuerza mientras que sus manos se juntaban inconscientemente.

-¡Es lo mejor del mundo! Cuando los niños se portan mal ellos reciben brócoli como postre en vez de galletas. ¡No es justo! Yo me porto bien y quiero brócoli, pero las señoras de la cocina no me lo dan. ¡Así que yo lo intercambio!

La mujer sonrió con ternura, un tanto emocionada al igual que él.

-¿Así que en tu escuela hacen eso, eh? Tu mamá debe sentirse muy orgullosa por verte comer vegetales.

Ahora negó con la cabeza. Se puso lentamente de pie cuando vio que la señora ya tenía todo entre sus manos, guardado. Se sacudió la suciedad.

-No. No tengo mamá, pero no sé -Kyungsoo se encogió en hombros-. Tal vez lo estaría. Las mamás son así, ¿no?

Allí fue precisamente cuando la sonrisa en el rostro de la mujer titubeó, pero no desapareció. Kyungsoo apretó los labios cuando esa señora se le quedó mirando durante un momento y entonces ella miró detrás de él para ver cómo el letrero de 'Casa Hogar de la Alegría' se mostraba con colores pasteles. No necesitó decirle más, la señora lo entendía.

-Sí -asintió la señora-. Las mamás son así. Probablemente muy pronto tendrás una mamá así -dijo, mientras se volvía a agachar para quedar a la altura de Kyungsoo.

-Mhm, no lo creo, dicen que soy raro -confesó de manera avergonzada-. Ellas prefieren niños divertidos y adorables. Muchas de ellas me tienen miedo porque no me gusta jugar con Max Steel, pero es que el juego de la cocina es genial, ¡puedo hornear! Ah, ¡y porque no me gustan las niñas! ¡Son muy odiosas! Por cierto, ¿cuál es su nombre? Yo sé que tengo seis años y no debo hablar con extraños. Hola, yo me llamo Kyungsoo. Dicen que mi apellido es Do, pero sólo lo eligieron porque siempre hago cosas. Por favor, no venda mis órganos.

Ante eso, la mujer soltó una fuerte carcajada que casi desorientó un poco a Kyungsoo. Lo miró de nuevo de esa manera rara, incluso podía sentir cómo el frío desaparecía por un momento. Era cálido.

-Soy Kim Dohui. Vaya que eres un niño muy listo, ¿qué haces aquí afuera a estas horas?

Kyungsoo le contó brevemente el conflicto que tuvo dentro del orfanato. No fue más allá de una diferencia de ideas entre él y un compañero quien lo molestaba porque le 'gustaba' otro niño. Ante eso, Kyungsoo se había sentido muy avergonzado. No era que pudiera negarlo, de alguna manera prefería estar más tiempo con Woobin que con una niña. Le gustaba tomar la mano de Woobin cuando paseaban por el parque y al parecer eso lo convertía en una niña porque le gustaba un niño. Kyungsoo no entendía esa conclusión tan irracional, pero fue suficiente problema para que terminaran peleando físicamente.

-Mhm, yo creo que todos ellos son muy cerrados de mente. ¿Entiendes eso? -la Sra. Kim se sentó en la orilla de la calle en donde antes él estaba sentado. Kyungsoo la imitó y negó con la cabeza-. Ellos creen que los niños solamente pueden hacer cosas 'masculinas', pero en realidad hay muchos que prefieren otras actividades en las que normalmente las niñas prefieren, o incluso que te guste alguien igual a ti. Pero, ¿qué tiene eso de malo? ¡Si te gusta te gusta y ya! -la mujer levantó el brazo, como si estuviera en plena marcha apoyando esa idea.

Kyungsoo lo entendió. Una parte.

-¿Entonces está bien si no me gustan las cosas que hacen los otros niños?

-¡Por supuesto! Nadie te puede decir qué te puede gustar o qué no. Verás, por ejemplo, tengo un hijo un par de años mayor que tú y está practicando ballet.

La boca de Kyungsoo se abrió. Wow, eso sonaba muy raro. Nunca se había imaginado posible que un niño practicara ese baile que es para niñas. O por lo menos eso enfatizaba la Sra. Choi, quien era la profesora de educación física y ponía a las niñas a bailar y hacer gimnasia mientras que a los niños fútbol.

-¿Y no lo molestan por eso?

La Sra. Kim estuvo a punto de responder, pero una llamado le hizo mirar detrás de la cabeza de Kyungsoo.

-¡Mamá! -un chico jadeó mientras bajaba la calle. Tenía en su espalda una mochila de deporte y tenía las mejillas sonrojadas por el frío, apenas y llevaba puesto un pequeño suéter-. ¡Oh, aquí estás! ¡Te estuve buscando todo este tiempo, pensé que te había perdido! -se quejó mientras puchereaba hacia ella.

-Ay, lo siento Jongin. Me entretuve un poco.

Jongin miró por un momento a Kyungsoo y parpadeó con extrañeza, pero después volvió a su madre.

-La práctica empezará pronto... -murmuró algo incómodo.

-¡Woah! -de pronto, Kyungsoo dio un brinco en su lugar y lo señaló con emoción-. ¡Tú eres el chico que baila ballet! ¡Tengo muchas preguntas! ¿Usas un tutú y mallas?

Kyungsoo lo veía de manera maravillosa, completamente emocionado ya que frente a él estaba alguien igual de extraño. Por otro lado, Jongin frunció el ceño y miró a su madre como si le estuviera preguntando con los ojos quién era él. Adquirió después un rostro de desagrado, como si hubiera sido atacado. En ese tiempo, Kyungsoo no entendía eso, para él todo era impresionante, pero para un Jongin de ocho años quien estaba todavía lleno de complejos por sus gustos, le pareció completamente fuera de lugar.

-Mamá -Jongin hizo que su madre se levantara. La mujer parecía muy feliz por la interacción-. Vámonos, no puedo llegar tarde.

Tras un momento, la Sra. Kim miró su reloj y soltó una pequeña exclamación de sorpresa.

-Sí que es tarde, lamento hacerte esperar Jonginnie. -La mujer tomó las bolsas entre sus manos y Jongin le quitó un par para ayudarla. La Sra. Kim le agradeció con un pequeño apretón en las mejillas y Jongin se retorció en su lugar, entre queriendo parecer maduro y renegar, y reírse. Por un momento Kyungsoo no supo qué hacer, algo dentro de su pecho se apretó-. Entonces Kyungsoo, ya debo irme.

Kyungsoo se sintió decepcionado, pero intentó que no se mostrara en su rostro. Simplemente asintió y sonrió como pudo, pero la Sra. Kim no estaba convencida, así que volvió a agacharse y lo tomó por los hombros.

-Eres un niño maravilloso, ¿sí? Estoy segura de que pronto alguien te llevará a casa y te querrá como nadie -le acomodó el flequillo-. Mientras tanto, ¿está bien si vengo a visitarte?

-¡¿En serio?! -no quería sonar tan emocionado, pero no pudo evitarlo. Terminó por llevar las manos a su boca y se encogió cuando Jongin lo miró fijamente.

-Mamá... -Jongin insistió.

La Sra. Kim se levantó.

-Entonces es una promesa -le extendió el dedo meñique y Kyungsoo lo tomó de inmediato-. Tú prométeme que volverás adentro, tomarás una ducha y no dejarás que nadie te intimide. Y yo vendré cada que tenga tiempo libre para verte, ¿bien?

El pequeño Kyungsoo sintió la calidez en su pecho cuando la Sra. Kim lo besó en la frente y se sonrojó cuando la mujer obligó a Jongin a despedirse también. El mayor estaba indeciso sobre qué hacer con él por lo que Jongin simplemente extendió su mano hacia él y Kyungsoo, sin saber exactamente qué hacer con ella, la tomó. Ante eso, con el rostro rojo, Jongin alejó su mano mientras hacía un mohín, como si hubiera tocado fuego.

-No se supone que la tomes -le dijo con el rostro colorado-. Sólo... así -chocó ambas palmas de las manos, pero entonces Kyungsoo volvió a bajar los dedos y los enlazó con los suyos-. ¡Oye! -volvió a chillar con nerviosismo.

Kyungsoo no apartó la mano, solamente veía cómo sus dedos se incrustaban justamente en lo nudillos de Jongin y fue que se sintió satisfecho hasta que el mayor soltó un suspiro de resignación y bajó igualmente sus dedos dejando sus manos entrelazadas.

Sin previo aviso, un sonoro 'clic' alarmó más a Jongin que a él, y fue cuando vieron a la Sra. Kim con un rostro de 'yo no hice nada, la cámara tomó la foto sola'.

-¡Por qué has tomado una foto! -se quejó Jongin.

-Eh, pero si se veían adorables. Estabas haciendo un amigo y tenía que documentarlo.

-¡Mamá! -Jongin gimió, parecía incapaz de hacer algo al respecto-. ¡Es hora de irnos! -la empujó por la espalda-. Nos vemos, tú... -lo miró durante unos segundos más-. Kyungsoo.

La Sra. Kim se despidió igualmente, recordándole a gritos que lo visitaría mientras que Jongin seguía alejándola para poder irse de una vez.

Ese momento había sido uno de los más especiales en toda su vida.

--





Cenar con un grupo idol no estaba en sus planes.

De hecho, estaba teniendo una crisis nerviosa ahora mismo. Y, también, se estaba engañando a sí mismo. No tenía nada que ver con el grupo idol.

-¿Me pasas la ensalada? -Kyungsoo levantó la mirada para encontrarse con los azules ojos de Jongin. Al parecer tan pronto su presentación había acabado habían venido para acá, ni siquiera los pupilentes se molestó en quitarse-. ¿Por favor? -Ante la nula respuesta de Kyungsoo, Jongin levantó la voz.

Los ojos de Kyungsoo se quedaron sobre la ensalada, fijos, como si las respuestas a sus preguntas estuvieran allí. Sintió una leve mirada al otro lado y entonces decidió pasarle la ensalada al chico frente a él para no verse como un idiota ensimismado. Apenas había tocado su comida, Rahee tenía la boca llena de salsa de tomate y toda esa manada de chicos con jeans ajustados comían como cerdos. La Sra. Kim parecía realmente feliz.

-Es un milagro que todos hayan podido venir -comentó ella con alegría-. Apenas y Jongin viene de vez en cuando desde que son superestrellas. ¿Cómo es que lo han hecho?

-Jongin de verdad parecía querer volver -dijo Junmyeon poco después de limpiarse la boca. Desde el otro lado, Jongin le mandó una mirada a su líder deteniendo sus movimientos con la ensalada-. Una vez al mes solemos ir con la familia de uno de los miembros para pasar el rato. La verdad ya le tocaba a él.

-Y además tenemos todo el fin de semana para descansar más un par de días. Un total de cuatro, probablemente muchos más que cualquier otro momento en este año -secundó el tío Chogiwa mientras simulaba robar la comida de Rahee quien, en venganza, dejó caer algo de espagueti en sus pantalones-. ¡Oye!

Kyungsoo analizó el panorama. Todo era un desastre. La comida iba y venía, Rahee estaba más roja que el mismo espagueti y ya podía sentirse a sí mismo dentro de unos minutos llevándola a la ducha para que se tomara un baño. Hace apenas media hora que todos se habían sentado en el comedor y él ya lo sentía como horas.

-Mi auto está en el taller, de alguna manera tenía que volver a casa sin gastar mi propio dinero -Jongin se encogió en hombros dándole una mordida a su costilla.

-¡Oh! ¿Eso quiere decir que te quedarás en casa durante tu descanso? -preguntó la Sra. Kim y su hijo asintió-. ¡Qué maravilla! ¡Por fin podremos pasar tiempo...! -La mujer tomó una pausa y después soltó un pequeño '¡Ah!'.

-¿Qué pasa?

-Pero tu padre y yo tenemos que ir a Busan por unos asuntos durante el fin de semana. Mhm, pero podremos volver el martes para salir.

-¿Ah? -Jongin pareció levemente decepcionado-. Yah, vine aquí para pasar tiempo con mi familia ¿y solamente los veré un día? ¡No pueden hacerme eso!

La Sra. Kim expulsó una fuerte respiración y se mordió los labios.

-Lo sé Jongin, pero de verdad que es muy importante. Tal vez algo crucial para nuestra familia -La Sra. Kim sonrió, pasando la mirada de Jongin a Kyungsoo y después hacia Rahee-. ¡Así que no te preocupes! Tendrás a Kyungsoo y a Rahee para ti todo el fin de semana, pero trata de no molestar mucho a Soo, ¡tiene un importantísimo examen este domingo por lo que tiene que estudiar muy duro! ¿No es así?

Cuando todo el mundo pasó a mirarlo a él simplemente soltó una leve sonrisa y asintió.

-¿Examen en un domingo? -preguntó Sehun con la boca llena y Junmyeon le dio un golpe en la cabeza porque la comida casi se le salía de la boca.

Pasaron un par de segundos y Kyungsoo dejó los palillos en su plato, apenas había tocado su comida.

-Sí. Dado a que somos una gran cantidad dividieron el examen en dos grupos...

Realmente pensó que eso era respuesta suficiente, pero aún todos se le quedaron mirando como si esperaran algo más de él. Buscó refugio en la mirada de la Sra. Kim quien solamente apretó los labios y luego rebuscó en su bolsillo algo de dinero.

-Soo, ¿podrás ir a la tienda y comprar un par de bebidas más? Parece que se acabarán -Le tendió el dinero y Kyungsoo lo tomó lo más rápido que pudo. Por fin una pequeña vía de escape, su cabeza estaba a punto de explotar y agradeció mentalmente que la Sra. Kim se hubiera dado cuenta-. Ve con cuidado.

-Sí -Kyungsoo se levantó, dando una pequeña inclinación. Conociéndose, se aseguraría de tardarse lo más posible-. Ya vuelvo.

-¡Rahee quiere dulces! -chilló la pequeña mientras se removía en los brazos de Chanyeol.

Kyungsoo sonrió.

-Sólo si comes toda tu cena y para cuando llegue estás completamente limpia -Rahee pareció pensárselo un poco, pero después asintió con entusiasmo-. Bien, entonces es un trato.

Sin nada más que decir, dio rápidos pasos sobre el suelo apresurándose para llegar a la puerta. No obstante, antes de que pudiera exhalar con tranquilidad ya que podría dejar fluir toda la bola de sentimientos que se le acumularon dentro, su cuerpo se tensó cuando una tercera voz lo detuvo.

-Espera -con el rabillo del ojo Kyungsoo pudo ver cómo era que Jongin se levantaba, limpiaba su boca con la servilleta y se dirigía hacia donde estaba él-. Voy contigo.

-No es necesario...

-Lo es. Hace tiempo no veo al Sr. Bae, será un gusto volverlo a saludar.

Sus ojos nunca se perdieron los unos a los otros, indiscutiblemente Kyungsoo quería correr, pero la atracción hacia esos bellos pupilentes era tentadora y Jongin no ayudaba mucho con esa pequeña sonrisa en sus labios.

-De acuerdo...

-Sí. Vamos.

---





Había dos caminos para llegar a la tienda: el corto y el largo. En el corto no hacías más que cinco minutos de ida mientras que en el largo se podía extender a quince. En esas circunstancias Kyungsoo hubiera deseado ir por el corto, para poder matar esa tensión que sólo existía en su cabeza y volver lo antes posible para excusarse con que tenía que estudiar. Sin embargo, las piernas de Jongin tomaron otro camino, ese que siempre agarraban antes porque la Sra. Kim se los pedía para que se llevaran bien. Recordaba que tomaba el tiempo, los pasos y tenían que traer todas esas veces que iban juntos una manzana del manzano que estaba a medio camino como prueba de que realmente lo habían hecho.

A los ojos de muchos, ellos se llevaban no-tan-bien en un inicio. Pero ese no-tan-bien para ambos siempre significaba algo diferente.

Estaba algo nervioso. Y es solamente algo, porque el nerviosismo ya lo había superado a un punto en donde su mente quedaba en blanco. Su cabeza estaba gacha, sus pies seguían por detrás los de Jongin copiando las mismas pisadas y el silencio los envolvía a ambos.

-¿Qué tal ha ido la tienda de mamá? -Jongin preguntó de pronto. Siguió mirando hacia el frente, no se volteó hacia Kyungsoo ni para hablarle directamente.

-Bien -respondió.

Pudo ver cómo era que Jongin asentía. La parte de atrás de su cabello se movió de arriba hacia abajo, lo traía más largo de lo normal.

-¿Y Rahee? ¿Ya está yendo a la guardería?

-Pronto.

-¿Qué hay de Jingha? ¿Su embarazo está bien?

-Sí.

-¿Y Junhee?

-Paris.

-Kyungsoo.

-¿Sí?

-¿Puedes dejar de responder con monosílabos? -Los pies del más bajo se movieron torpes cuando tuvieron que detenerse abruptamente. Jongin se había dado la vuelta, moviéndose un par de pasos hacia él y mirándolo con insistencia. Parecía preocupado-. Pensé que ya habíamos superado esto.

Los ojos de búho de Kyungsoo se quedaron estáticos mirando en dirección hacia los de Jongin ligeramente más alto que él -y eso sólo porque estaban en una calle empinada, en donde Jongin estaba más abajo y, aun así, no lo alcanzaba del todo-, fue algo demasiado cerca, por lo que se forzó a sí mismo a retroceder y esconder sus manos en los bolsillos.

Por un momento tuvo un pequeño recuerdo de la Sra. Kim diciéndole lo mismo, rogándole con la mirada que dejara de envolver su corazón y dejara salir toda esa palabrería que tenía dentro. Pero, si comparaban esas dos peticiones, la de Jongin y su madre, podrían tener un significado muy diferente.

Superar no es la palabra correcta. La incomodidad entre ellos no debería existir en primer lugar. De hecho, no existe. Todo venía de la cabeza de Kyungsoo: él fue quien se sintió extraño primero, es a quien se le acaloraba el cuerpo cada que veía algo en relación a Kim Jongin y quien con mucho descaro se atrevió un día mirar con otros ojos al hijo de su familia no-oficialmente-adoptiva.

Fue él quien besó a Jongin hace más de cinco años y, entre ellos dos, el único quien al parecer no puede olvidarlo.

Jongin volteó hacia la izquierda sin realmente pensarlo, Kyungsoo pudo identificar eso en su mirada y más cuando parpadeó casi con dificultad, encontrándose con ese manzano. Inmediatamente Jongin volteó de vuelta, pero sus ojos volvieron a encontrarse y ambos se inhibieron un poco. Oh vamos, ya no eran adolescentes, pero el recuerdo era tan vergonzoso.

-Sigamos -Apenas pudo murmurar Kyungsoo. Si seguían así, terminaría huyendo-. La Sra. Kim nos espera.

-Sólo si prometes hablar -pidió Jongin pasándose la mano por el pelo-. No sé qué ha pasado que de un momento a otro estás así de nuevo.

-No ha pasado nada -respondió con una sutil sonrisa.

-Eh, ve eso, tu rostro se ve tan falso -Jongin se quejó-. Si es por las palabras de esos idiotas sólo ignoralos, no pierden ni un momento para molestarme.

Kyungsoo suspiró y pateó una pequeña roca en el suelo.

-No es eso.

-¿Entonces qué? Estás más difícil que Jingha con sus hormonas alborotadas en el embarazo.

Se rió y Jongin sonrió ante eso.

-¡Ah! ¡No sé! -se espabiló a sí mismo, moviéndose de un lado a otro como si estuviera estirándose para hacer ejercicio. Eso desubicó un poco a Jongin, pero no le extrañó, Kyungsoo era raro después de todo-. Yo solamente sé que quien llegue de último a la tienda tendrá que cargar todas las bolsas. Uno, dos, tres, ¡listos fuera! -Con eso, se echó a correr.

-¡Oye!

La voz de Jongin apenas llegó a él, Kyungsoo movió sus piernas tan deprisa para llegar primero. No fue mucho después cuando el mayor le siguió el juego, ambos casi a la par, corriendo y jadeando, dando vueltas en las esquinas con mucha probabilidad de caída. Se golpeaban y reían, algunas tomas en colores pasteles llegaban a la cabeza de Kyungsoo en sus años anteriores cuando hacían eso más jóvenes y la nostalgia le pegó fuerte, porque en ese entonces no era más que un joven desenfrenado quien no tenía que preocuparse por exámenes importantes, tendencias sociales o expectativas taciturnas.

El aire le daba en la cara, se habían alejado del manzano y Kyungsoo podía fingir estar bien otra vez.

---





Lo que lleva a alguien a hacer algo es el puro instinto.

Tal vez, cuando Jongin se enojaba con él sin razón había algo oculto. Más allá que un berrinche, porque a los dieciocho años tú ya estás lo suficientemente adulto como para elegir una carrera universitaria o incluso para saber cuándo algo ya es suficiente. Jongin a esa edad, parecía estarlo. Era maduro. Pero no con Kyungsoo, no completamente y, aunque Kyungsoo tuviera en ese entonces dieciséis, podría sentirse incluso más grande que el mismo Jongin.

-¿Por qué?

-¡Sólo quería...! -Kyungsoo no pudo en ese entonces completar la frase. Ni siquiera él estaba seguro de lo que había hecho. El por qué estaba rezagado en su mente, la verdadera razón muy en su inconsciente.

Jongin todavía tenía la mano extendida para alcanzar la manzana que debían llevar a su madre. A esas edades ambos estaban casi de la misma altura, pero Jongin era mucho más flexible y saltaba mejor. La temporada dejó mucho qué desear con las frutas de los árboles por lo que las únicas manzanas que quedaban eran las de más allá de la mitad de la copa del árbol.

-¿Sólo querías? -Jongin preguntó en una mezcla de voz curiosa y enfadada. Kyungsoo abrió sus ojos, no quería que esa frase entrecortada se viera como una completa-. ¿Qué rayos sucede contigo?

-¡Sólo era para dejarlo fuera de la lista! -refutó.

-¿Uh? ¿Quién te dio ese derecho?

-Yo... Yo -Kyungsoo se movió nervioso en su lugar y gimió por la frustración-. ¡Oh vamos! ¡No es como si no lo hubieras hecho antes! -miró a Jongin de manera miedosa-. ¿Verdad?

Jongin lo miró incredulamente.

-¡Ahí lo tienes!

-¿Y eso malditamente qué? ¡No quiere decir que sólo porque eres hombre no va a pasar nada!

Ante esa última frase, algo dentro de Kyungsoo se movió tan fuerte que sintió ganas de vomitar. No debió haberlo hecho. Hubiera preferido mil veces que los chicos del orfanato se burlaran de él a haber hecho eso. Estaba condenado, Jongin le contaría a la Sra. Kim y ella lo odiaría para siempre, lo enviaría de vuelta al orfanato al que actualmente sólo iba una vez a la semana y sería abandonado de nuevo.

-No lo pensé. Lo siento -dijo en un susurro. Sus labios temblaron, muy en el fondo quería rogarle que no le dijera nada a la Sra. Kim, pero a esas edad Kyungsoo todavía tenía dignidad.

Jongin lo miró durante otros treinta segundos enteros y después bufó.

-Yo no me refería que va a pasar algo con respecto a... -Jongin pareció detenerse un momento para modular su vocabulario. Las palabras siguieron saliendo bruscas por la extrañeza inicial-. Sólo, maldita sea Do Kyungsoo.

Kyungsoo se quedó en silencio, pensando en todas sus opciones. Cuando fuera echado de la casa de los Kim volvería al orfanato, obviamente, pero tan pronto cumpliera los diecinueve saldría volando de allí. Entonces podría trabajar un tiempo con la Sra. Kwon quien anteriormente le ofreció un pequeño trabajo por si lo necesitaba, para entonces ahorrar el dinero suficiente y pagar el examen de admisión de la carrera de medicina, pediría una beca lo más alta posible y... volvería a estar solo.

-Si vas a besar a alguien por lo menos hazlo correctamente.

Kyungsoo levantó la vista ante eso.

-¿Qué?

Las manos de Jongin lo tomaron por las solapas de su chaqueta y lo volteó tan deprisa que apenas pudo saber lo que sucedía. Sus propias manos sostuvieron el tronco detrás de él, su cabeza había recibido un golpe algo fuerte, por lo que la nublazón en su mirada sólo hizo las cosas menos irreales. Hojas caían a sus costados, la respiración de Jongin muy cerca de su mejilla y lo único que Kyungsoo pudo hacer fue esperar el próximo movimiento.

Jongin titubeó. A diferencia de cómo fue que Kyungsoo había sometido antes a Jongin, simplemente pidiéndole a él que tomara la manzana y, en el proceso, cuando el mayor estaba lo suficientemente ocupado pensando en qué ángulo saltar para lograrlo, Kyungsoo simplemente lo había tomado de los costados de su rostro, robándole un beso que fue más como un choque de labios que duró tres segundos.

Eso había sido pan comido para Kyungsoo. Ante eso -que le dolió más que le gusto por el choque indirecto de dientes-, por lo menos ya podía responder a las burlas de los demás y decirles que sí, que ya había besado a alguien. Sólo había querido eso, pero la situación se le fue de las manos y ahora la persona atacada era él. Unos ojos oscuros decidiéndose entre hacer algo con sus labios o mirarlo profundamente a los ojos.

Un segundo pasó y fue cuando Kyungsoo pudo verlo. La iniciativa, lo instintivo y lo que el otro quería e iba a obtener; claro, si no hubiera sido por esa manzana que cayó directamente en la cabeza de Jongin, haciendo que sus labios apenas y lograran rozarse, porque la gravedad fue dura así como el golpe en la cabeza del mayor.

-¡Joder! -Jongin gimió, su cuerpo se inclinó hacia delante sosteniéndose con las dos manos el lugar afectado.

Kyungsoo seguía pasmado, con el corazón retumbando y una mueca bizarra. Jongin levantó la mirada con un sólo ojo funcionando y leyó las sutiles intenciones de Kyungsoo.

-Ni siquiera se te ocurra -le amenazó, pero esas palabras no tuvieron ni un pequeño efecto en Kyungsoo cuando éste soltó la carcajada de su vida-. ¡Hey!

Riéndose, Kyungsoo no estaba seguro si era por el nerviosismo o verdadera diversión, pero ahí se encontraba él, limpiándose las lágrimas de la risa e intentando crear frases serias para decirle que definitivamente no se estaba riendo cuando, obviamente, lo hacía.

-Me pregunto si a Einstein le habrá golpeado la manzana también.

Jongin gruñó.

-¡Newton, imbécil! -Jongin se enderezó ya con menos dolor-. No puedo creer que hayas dicho eso.

Kyungsoo no se sintió avergonzado, la física nunca fue lo suyo de todos modos. Le tomó unos segundo reponerse para dejar de reírse y reflexionar sobre la teoría de-lo-que-sea. Su mente se quedó pensando, intentando seguir con eso y hacer como si lo anterior haya quedado en el olvido, pero sus intentos fueron totalmente interrumpidos cuando Jongin volvió a emboscarlo nuevamente sobre el árbol.

-Más vale estés atento -le dijo, y Kyungsoo mudó-. No he acabado contigo.

En ese momento Jongin lo había soltado, recogido la manzana asesina y volvió a caminar hacia su casa. Por un momento, ante los ojos de Kyungsoo, ese había sido el inicio de una extraña relación en donde los aspectos hormonales, las locuras adolescentes y las aventuras corporales pudieron dar abertura para algo diminuto, y luego, para algo más.

Y las cosas se dieron. Sin esperar y con la culpa hasta la garganta, Kim Jongin y Do Kyungsoo llegaron a experimentar entre ambos.

Pero así como empezó, tuvo que terminar. Porque fueron descubiertos.

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Aún en sus veintes ya se sentía viejo. Por favor, apenas cumplió veintiuno hace unos meses, recien va entrado en la segunda década de su vida y sus piernas ya no daban para más. Se extrañó cuando vio que Jongin estaba en las misma condiciones que él. O era porque realmente estaba muy cansado con su vida de idol o porque bailar no era lo mismo que correr, en realidad no le importó porque a fin de cuentas él había ganado y Kim Jongin iba a cargar las bolsas de vuelta.

-¡Jongin, qué gusto verte por aquí! -el Sr. Bae salió detrás del mostrador y se inclinó para darles un par palmaditas a ambos-. Con que volviendo a las andadas de cuando estaban en el bachillerato, ¿eh? Ah, qué buenos recuerdos.

El Sr. Bae era un hombre en sus sesentas, tenía un cierto apego con Jongin desde siempre y no era de menos ya que congeniaban muy bien en gustos musicales viejos.

-Sí abuelo, estoy d-de vuelta -contestó Jongin aún con voz jadeante.

El cuerpo de Jongin fue expulsado hacia arriba, el dueño de la tienda era ex militar quien se retiró para poder cumplir su sueño y poner un tienda de comestibles junto con su familia. Era un hombre admirable, muy respetado por todos en el vecindario y con un gran carisma. Jongin asentía y negaba frente a las cosas que le decía el hombre, ambos se veían muy felices.

Kyungsoo se había quedado sentado fuera de la tienda mirando hacia el cielo y las pocas estrellas que todavía quedaban sobre él. Habían pasado diez minutos, mucho tiempo como para elegir un par de sodas, pero de antemano sabía que esos dos tenían mucho que contarse y compartir. Dio un brinco cuando la puerta se abrió, dejando salir a un Jongin con las bolsas en mano y con una sonrisa de oreja a oreja.

-Buena charla hijo, espero puedas venir más seguido -dijo el Sr. Bae-. Más vale tomes en consideración lo que te dije y puedas casarte con mi nieta. ¡Podría morir en paz!

Jongin se rió, soltando un pequeño sonidito de reproche.

-¡Pero si tiene doce años!

-¡Oh, ella crecerá algún día! ¿Qué es la edad, el género o la clases social en estos días? Mientras haya amor, ¡es lo único que cuenta! -el más viejo palmeó la espalda de Jongin soltando un par de risas-. Además, ella te adora. ¡No lo olvides! Oh, Kyungsoo, lamento haberte hecho esperar.

Negó con la cabeza.

-No, está bien.

-Entonces muchachos, nos vemos luego. Váyanse con cuidado, la noche es peligrosa.

Ambos se dieron la vuelta y comenzaron a caminar tomando ahora el camino corto.

Como estuvo estipulado, Jongin cargó las bolsas que traían consigo las sodas y los dulces de Rahee. No se veía tan pesado, pero Kyungsoo se sintió algo culpable por haberlo hecho cargar eso. Jongin había estado todo el día en sus promociones mientras que él se mantuvo en casa, con las narices sobre los libros sin hacer nada.

-¿Qué? -Jongin le preguntó cuando intentó tomar una de las bolsas.

-Quiero cargar una -respondió, pero Jongin alejó las bolsas de él-. Déjame hacerlo.

-Olvídalo, no es nada -Jongin rió por debajo-. Me hace recordar viejos momentos. Está bien.

Está bien. Jongin nunca decía que algo estaba bien. Es decir, sí lo hacía, pero no en esas situaciones. Si tuviera una oportunidad, dejaría que Do Kyungsoo cargara todo por su cuenta. Pero había una silueta allí, algo en su sombra que parecía casi nostálgico y triste, cosa que no dejó pasar porque la fija mirada de Kyungsoo era tan punzante así como sus intenciones de no dejarlo ir hasta que hablara.

-Chukie murió -respondió Jongin a su pregunta silenciosa. Kyungsoo abrió los ojos, primero porque no se esperaba esa situación y luego porque Jongin de verdad se veía deprimido.

Chukie, o más bien, el perro del Sr. Bae había muerto. Kyungsoo no lo sabía, ni siquiera esperaba eso y menos cuando ambos salieron sonrientes de la tienda. Ese perro existía desde mucho antes de que Kyungsoo tuviera recuerdos de su infancia, ya estaba viejo, bastante, pero siempre tenía la suficiente fuerza como para jugar con Jongin todos los días cuando volvía del instituto. Que él conociera, las únicas cosas que ponían a Jongin triste estaban relacionadas con mascotas.

-Lo siento -dijo torpemente. Él nunca fue cercano a Chukie, de hecho los animales suelen odiarlo y podría decir que el sentimiento a veces era mutuo, pero tenía que admitir que era un gran perro.

-No, quiero decir, ya estaba viejo -Jongin asintió para sí-. Era esperado, pero es que pasó de pronto. Eso sólo me pone a pensar lo rápido que la vida pasa y lo mucho que crecemos. Lo importante de existir en esta vida es poder dejar un huella en las demás personas, esa es mi frase.

-En realidad es la de tu padre -murmuró por debajo. Jongin se detuvo y le apuntó.

-No arruines mi sermón -carraspeó-. En fin, cuando yo muera espero que ese objetivo ya esté cumplido, así podré morir sin remordimiento alguno.

Kyungsoo se detuvo de imprevisto, haciendo que Jongin de adelantara un par de metros. Éste giró y lo miró con la cabeza inclinada preguntándole por qué se había detenido.

-¿No lo haz hecho ya? -Kyungsoo lo miró fijamente-. Tú has dejado huella en el corazón de miles de fans. Es suficiente, si me lo preguntas a mí.

En ese momento, miles de pensamientos llegaron a él. Por ejemplo, y el primordial, el cómo él también había crecido con esa frase del Sr. Kim. Mencionarlo le daba escalofríos, pero era verdad. Su sueño siempre ha sido y seguirá siendo ser médico, ayudar a la personas y poner su propio consultorio gratuito para los niños sin hogar. Eso para él es suficiente, y todavía es un objetivo a largo plazo, más sin embargo, Jongin ya había logrado el suyo tan pronto pisó su primer escenario.

-Deja de hacer eso -exigió Jongin.

-¿Hacer qué?

Los segundos pasaron, no hubo respuesta.

-Si lo haces no podré contenerme.

Kyungsoo levantó una ceja.

-¿De qué?

El rostro de Jongin se quedó en blanco, pero poco después se frotó con el antebrazo. El más alto murmuró algo que Kyungsoo no logró escuchar, y eso quedó de lado cuando Jongin volvió en sí y movió su cabeza hacia delante.

-Hay que volver. Mamá debe estar casando a todos los chicos con cada una de mis primas solteras. Y no es bueno.

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Subo la otra parte en menos de 24 hrs;; quedó kilométrico, y ya no doy más para revisar.

Gracias por leer

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