Epílogo
Decirlo era fácil.
Kyungsoo sabía que las palabras siempre eran tan fáciles como el viento, que de un sólo empujón éstas podían fluir de manera ávida y entonces, entonces... por consecuencia venía la acción. Y allí estaba el problema, porque su cerebro podría recrear la escena una y otra vez, podría ensayar su discurso frente al espejo o incluso frente a Jongin y todo salía perfecto; pero luego estaba la situación real, esa a la que tanto había temido, la que evitó bajo cualquier costo y con la que, justo ahora, se encargaría de luchar contra sus más profundos miedos.
-Soo -Kyungsoo se vio repentinamente decidido, sus piernas se movieron firmemente hacia la puerta principal, sin embargo, cuando su mano tocó el pomo, sus pies dieron media vuelta y se escondió de nuevo detrás de los arbustos. Jongin suspiró-. Si vas a estar así toda la mañana es mejor posponerlo para otro día.
-No, no -miró al mayor por el rabillo del ojo, su cabello ya tenía un par de hojas incrustadas por volver allí de nuevo-. Está bien. Sólo tengo que tomar un poco de aire y más tiempo.
Jongin lo miró sereno, sus manos metidas en los bolsillos de un pantalón de mezclilla que hacía juego con un suéter gris.
-Eso dijiste hace media hora. Y es la décima vez, no creo que ni siquiera todo el aire de Corea del Sur sea suficiente para ti.
-Dame tiempo.
-Te lo daría, pero papá tiene que irse en menos de una hora y probablemente mamá te esté esperando ahora. Es hoy o dentro de una semana y, conociéndote, preferirás dormir en la calle a encararla -el de cabello castaño se pasó la mano por el pelo y miró de ida y vuelta su casa-. Hay que arreglarlo.
Kyungsoo se mordió los labios y se maldijo mentalmente -ya era como la quinta vez en una hora-, su cuerpo temblaba, todo estaba listo en su cabeza, pero sus pies no le hacían caso. Su cuerpo estero le gritaba que corriera, que esa situación sería peligrosa. Tenía un profundo dilema y, aunque las cosas ya estaban claras a nivel emocional y mental, todavía le preocupaba lo más importante: la familia Kim.
Jongin estuvo a punto de decirle otra cosa, pero la puerta de la entrada se abrió con dificultad, dejando ver a una pequeña Rahee con sus ojos tan curiosos como siempre. Kyungsoo se escondió más por puro impulso, pero su cabello se veía detrás del arbusto por lo que a la niña no le tomó más de tres segundos encontrarlo. Cuando la niña caminó hacia él y sus ojos se unieron, se dio cuenta que estaba tan mal que incluso le temía a una pequeña niña de tres años.
-¿Qué hace Kyungsoo aquí afuera? ¡Abuela los está esperando! -Kyungsoo titubeó cuando la niña le tomó la mano y lo jaló, intentó zafarse pero ni siquiera para eso tenía la fuerza suficiente y en menos de treinta segundos ya había sido arrastrado dentro de la casa, cerca de la sala. Jongin los siguió por detrás, ese chico estaba más tranquilo de lo que debería y no lo comprendía-. ¡Tío Jongin y Kyungsoo están aquí! -gritó Rahee, correteando de vuelta a sus dibujos en la esquina de la sala.
Dentro, todo se veía tan diferente. La sensación, la tensión, la manera en que Kyungsoo veía la casa: todo se había transformado en algo diferente, como aquella primera vez que entró a la casa de los Kim. Era nuevo, pero no horrible, solamente hacía que el corazón de Kyungsoo rebotara con fuerza dentro de su pecho y que sudara más de lo normal. Tuvo que quitarse la chaqueta para no verse empapado.
-Respira con naturalidad. No es como si ella no lo supieran, están al tanto de todo -le susurró Jongin. Eso debería tranquilizarlo un poco, pero el simple hecho de que los Kim ya no lo vieran como el Kyungsoo de siempre, le atormentaba más-. Vamos -el más alto le tomó la mano.
No había sido mucho tiempo. Era miércoles, solamente dos días después de todo el alboroto inicial, ese en donde los sentimientos y preocupaciones se mantenían al brote. Un día después del estipulado por la agenda de Jongin, ese día que se tomó libre a diestra y siniestra sólo para arreglar y formalizar su relación. Se lo había pedido justo después de que los besos y las caricias hubieran tomado pausa ese día en la habitación de la cafetería de los Kim, Jongin le dijo que debían de hablar con su madre para explicarle todo y evitar malentendidos. Al mayor se le había escapado la palabra trámite, cosa que desorientó a Kyungsoo, pero no se dignó a explicárselo, le dijo que sus padres eran quienes debían hacerlo.
Por la emoción de momento, Kyungsoo había dicho que sí, sí a todo, que sería capaz de afrontarlo sin ninguna duda, pero no eran más que viles mentiras. Tenía miedo, se había expandido por todos los rincones de su cuerpo, al punto de bloquear todas sus funciones. Era casi como un robot y, aun y si Jongin -esa noche, después de verlo- había juntado a la familia a solas para explicarles todo, era todavía jodidamente intranquilo. Sentía que en cualquier momento podría echarse a llorar sin razón alguna.
Podía escuchar el sonido de la televisión, el foco de la cocina estaba apagado por lo que intuía que los padres de Jongin -sólo ellos, por lo menos- estaban en la sala justo al lado de Rahee. Normalmente cuando Rahee anunciaba su llegada, la Sra. Kim corría a recibirlo, pero ahora no fue así y eso solamente encogió más el corazón de Kyungsoo.
Estaba a un paso de cruzar la pared de la sala, faltaba un pequeño impulso más para enfrentar cara a cara sus miedos, para poder dejar escapar toda la ansiedad contenida. Y lo hizo, o más bien Jongin le empujó, haciendo presencia dentro de la sala y robándose la atención del par de adultos en el sillón.
-Oh, queridos, denme un momento -la Sra. Kim sonrió reluciente hacia ellos, pero muy de cerca, casi por un milisegundo, Kyungsoo pudo ver una alteración en esa sonrisa. La mujer estaba cortándole las uñas de los pies a su esposo mientras que éste se aseguraba de arreglar una pequeña radio con sus lentes cayendo por la nariz. Parecía una escena tan cotidiana que incluso por un momento quiso olvidarse de todo. Sin embargo, la mano de Jongin seguía sobre la suya y esa escena no cabía para nada en el pasado-. Ya quedó -la mujer dejó ir los pies de su marido mientras que éste se acomodaba en su lugar, sentándose en el sofá y apagando la televisión de paso.
Kyungsoo volvió a mirar a la Sra. Kim quien se sentó correctamente en el sofá. No fue capaz de mirarla a los ojos.
-Venga, pueden sentarse -el Sr. Kim elevó la voz con naturalidad y les ofreció el sillón de enfrente.
Ambos chico lo hicieron sin decir nada y se sentaron. Dado a que nadie dijo nada por unos segundos después, el Sr. Kim fue quien habló primero. Parecía ser el que más información tenía, el que menos sorprendido estaba y por consiguiente el que más de acuerdo. Por lo menos eso le dijo Jongin, que su padre fue pan comido y que, si algo le tenía que mortificar, era posiblemente la reacción de su mamá.
-Bueno, cariño -el padre de Jongin carraspeó-. Ya sabes lo que sucede aquí. Jongin y Kyungsoo están juntos como pareja, estos chicos vinieron a dar por terminado y explicar lo que quieras preguntar -el hombre se levantó y Kyungsoo se paniqueó un poco. ¿A dónde iba?-. Los dejo solos para que sea más cómodo. Si me necesitan, estaré atacando el refrigerador. -Sin más, el Sr. Kim desapareció, tomando a Rahee entre sus brazos.
El silencio volvió a sumergir la habitación y Jongin tuvo que apretar la mano de Kyungsoo para que pudiera volver a respirar.
-Honestamente... -Pero no funcionó por mucho tiempo, tan pronto escuchó la voz de la Sra. Kim su azúcar bajó de nuevo-, nunca imaginé que esto pudiera pasar. De entre todas las formas en que ustedes dos podían relacionarse, jamás cruzó por mi cabeza que... -la Sra. Kim se detuvo justo en el momento que Kyungsoo intentó mirarla, donde sus ojos se cruzaron y él volvió a minimizarse-. Estoy sorprendida. ¡No enojada, claro que no! Es sólo que... es algo decepcionante.
Tal vez fue porque pasó gran parte de su vida siendo educado por los Kim que obtuvo ciertas características de ellos, probablemente más por parte de sus hijos, porque tan pronto la palabra decepcionante cruzó por sus oídos, su cerebro se encargó de atormentarlo y relacionar esa palabra con traición, dolor y engaño. Cosa que le pegó fuerte, al punto de dejar caer esa delgadísima barrera que había creado para hoy y entonces de sus ojos salieron pequeños trozos de angustia suelta en forma de lágrimas.
-¿Kyungs...? -Jongin apenas pudo murmurar.
-¡Lo siento! -Kyungsoo sollozó de pronto, su cuerpo se catapultó hacia abajo, haciendo que sin querer su ojo golpeara su propia rodilla-. ¡Y-Yo lamento haberlos... ugh!
La Sra. Kim pareció el doble de sorprendida de Jongin, al punto de no entender lo que sucedía. Jongin pareció intentar hablar y calmar a Kyungsoo, pero éste no paraba, su cuerpo tenía pequeños espasmos por el llanto y sus ojos estaban lo suficientemente nublados.
Sinceramente prefería esto. Tal vez, su cuerpo merecía esto porque toda la carga emocional junto con la culpa lo habían estado atormentando por muchos años. Es mejor si la Sra. Kim lo odia, porque entonces sería real y no tendría que lidiar con falsas sonrisas o miradas llenas de rencor. No quería tener que vivir con la falsa amabilidad de una persona a quien realmente ama -porque la Sra. Kim es lo más cercano a una madre que pudo tener, incluso más-, y entonces, por más que le doliera, prefería la verdad antes de cualquier hipocresía de su parte.
-Kyungsoo, Kyungsoo -la Sra. Kim llegó a él de manera desesperada, en algún punto la mujer se había acercado lo suficiente para tomarlo de las muñecas e intentar ver su rostro-. Oh bebé, lo lamento, no quise decir eso -la mujer dijo, su voz pareció tambalearse también-. No estoy decepcionada de ti, por supuesto que no, de ninguno de los dos. Debí explicarme bien. De lo que estoy decepcionada es que de mi misma por no haberme dado cuenta de esto antes, de que por mi culpa ustedes dos, especialmente tú hayas tenido que cargar con todo esto tú sólo en tu corazón -limpió con sus pulgares el rostro de Kyungsoo-. Ven aquí, perdón.
La Sra. Kim lo abrazó y Kyungsoo tembló en sus brazos. No supo cuándo fue que incluso Jongin se había ido de la habitación, pero no tenía por qué pensar en ello, en su cabeza solamente se reproducían las palabras de la mujer.
-N-No, yo... -Kyungsoo balbuceó cuando se separaron. Se detuvo un momento y respiró con fuerza. Tenía que calmarse, llenarse de lágrimas y debilidad solamente le hacían avergonzarse más-. Yo debí haberlo dicho antes -sorbió su nariz. Ahora sí sus ojos estaban fijos en los de ella.
La Sra. Kim sonrió, sus ojos también estaba acuosos, pero parecía tener la completa intención de mantenerlas. Ella se sentó en la mesa de café, quedando justo en frente de Kyungsoo a quien le sostenía las manos. Negó con la cabeza.
-No hubiera tenido sentido si lo hubieras hecho. Tú no sabías que esto podía llegar a suceder.
Kyungsoo simplemente parpadeó, ya no sabía qué decir.
-Nosotros planeábamos adoptarte. Yo, antes, deseaba con todo mi corazón que fueras parte de esta familia como un hijo, porque eso eres para mí y siempre lo serás. Estaba triste porque no se iba a realizar y preocupada de que algo no saliera bien, pero después de ver la manera en que Jongin nos lo dijo tan firmemente que te amaba y que haría hasta lo imposible para no perderte, yo supe que todo esto valía la pena, que sacrificar este pequeño deseo por su felicidad era muchísimo más importante que cualquier capricho mío -la mujer tomó una respiración y acarició con el pulgar la mano de Kyungsoo-. Siempre supe que tu mayor deseo era tener una familia, por eso quería hacer esto, pero ahora sé que un papel no significa nada. Tú eres parte de esta familia desde el primer momento en que pisaste la casa.
Sus ojos volvieron a picarle, pero decidió ignorar la sensación. Era como si cada palabra que decía la Sra. Kim le ayudara a sacar poco a poco sus inquietudes, una por una, sintiendo su cuerpo más relajado que nunca, su mente tan vacía y tranquila, su corazón sin barreras o cadenas. Todo estaba abriéndose, Kyungsoo estaba dispuesto a mostrarse tal cual era.
-Y el hecho de que alguien como mi hijo tengo el privilegio de salir con alguien como tú, oye, ¡I just hit the lotto! -Ambos se rieron, al fin Kyungsoo pudo reír. La mujer se relamió los labios y acarició la cabeza de Kyungsoo-. Ahora mismo soy la madre más orgullosa del mundo, y no por el hecho de mis hijos sean exitosos, sino porque todos ellos son felices. Puedes tener toda la fama del mundo, tu salud física puede estar perfectamente, pero si esto y esto -golpeó suavemente la cabeza de Kyungsoo y luego su pecho, justo en su corazón-, están hechos un lío y no hay felicidad, ¿de qué sirve? ¡Habré fallado como madre entonces! Así que estoy bien. Perfectamente, mientras ustedes lo estén.
Kyungsoo no tuvo palabras y, por primera vez en su vida, las acciones tomaron el lugar en ello. Sólo pudo abrazarla, lo más fuerte que pudo, porque no solamente había aliviado sus lágrimas, sino que su corazón se sentía en libertad. Por primera vez en su vida podía sentirse completamente amado en todos los sentidos.
-Gracias -murmuró un minutos después, la sonrisa no abandonaba su rostro.
-No hay de qué cariño. ¡Ah, esto se siente genial! ¿No lo crees?
Kyungsoo asintió.
Ambos voltearon tan pronto vieron cómo el cuerpo de Rahee cayó al suelo desde la esquina de la pared que daba hacia las escaleras. La niña gimió y Kyungsoo pudo ver cómo era que Jongin se mantenía igualmente en ese lugar, sólo que varios centímetros más arriba y mirando a la niña con cara de «oops, se cayó» y, justo más arriba, el Sr. Kim siendo parte de ese plan malvado para escuchar a escondidas.
-Ugh, ¡tío Jongin malo! -la niña le gritó mientras se sobaba sus rodillas.
-Ay, perdón.
-Ellos me obligaron a ver, yo no quería -dijo el Sr. Kim.
Kyungsoo rió porque era verdaderamente curioso ver cómo tres generaciones de Kims se veían tan vivaces allí, tan felices y con sus usuales discusiones sin sentido. Pudo sentir esa familiaridad, la sensación inicial y desconocida había desaparecido, ahora todo -contra todo pronóstico-, parecía haber vuelto a la normalidad.
-Bueno -Jongin se acercó hacia él y se dejó caer de nuevo a un lado de Kyungsoo, pasándole el brazo por los hombros y acercándose para depositar un beso en su mejilla-. Ahora que todo está resuelto, y aunque no sea necesario, finalmente podemos decirlo formalmente.
Kyungsoo pasó la mirada avergonzada hacia cada uno de los integrantes de la familia presentes y todos ellos levantaron sus pulgares, sonrientes y no pudo sentirse más cómodo.
-Do Kyungsoo, ¡bienvenido a la familia Kim!
Y sí, definitivamente, estaba en casa.
FIN.
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♥¡Muchas gracias por pasarse y leer!♥
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