8. Hands.
Hi! Volvemos para introducir con todo a Yut-Lung, muchas veces estamos acostumbrados a leer a Yue y a Eiji como si fueran mejores amigos y aunque es una dinamica que personalmente me encanta, acá no se da el caso, no de manera inmediata al menos, les recuerdo que Yut-Lung originalmente es presentado como un antagonista y cae mal, es cruel y sus palabras son hirientes, esperen eso acá, más adelante cambia, claro, pero hoy no será ese día.
Espero que les guste ¡muchas gracias por leer!
Yut-Lung tararea mientras prepara su té, se encuentra en el extraordinario jardín de la mansión que las bestias le heredaron, la misma dónde testificó cómo la sangre de su madre manchaba los delicados diseños florales del papel tapiz y su piel siempre radiante se deslavaba a un color paliducho y enfermizo como las aves que habitan el invernadero, nunca ha tolerado bien aquel sitio, más, es lo más estratégico para controlar Chinatown, todos esos recuerdos hierven junto a la tetera en paralelo corta algunas hierbas del jardín. Lavanda. Flor de mariposa. Y quizás, un toque de veneno si su invitado no se comporta.
El chino alza la vista hacia donde se encuentra su invitado y su estómago se aprieta el instante en que sus miradas se conectan, odio visceral, se queda corto para explicar lo que profesa por ese idiota que no solo ha sido un estorbo desde el primer momento que apareció para sabotear al verdugo que eligió para perecer, sino que vino para restregarle en el rostro todas las virtudes que perdió y no recuperará: la cara de una perfecta infancia, de una vida agradable, de un alma ingenua e inocente. Siempre fue un misterio cómo Ash lo soportaba puesto que es sumamente duro mirar las cosas que te fueron arrebatadas encarnadas en otra persona, no es justo y pese a que Okumura no tuviera la culpa de su historia desgraciada y sangrienta arruinó a su leyenda.
Porque eso fue Ash, una leyenda que lo mantuvo con vida y lo motivó a sublevarse. Y eso acabó siendo Eiji. El bastardo que le puso el talón a Aquiles. Un Patroclo. Un capricho. Una debilidad.
—Ya voy, no me veas así. —Le dice recobrando la calma, no quiere pensar en cómo domesticó al depredador que eligió para aferrarse con garras y dientes a su venganza, ¿para qué? Terminó siendo un gato mimado y fofo. Por eso es mejor no conocer a tus héroes, son decepcionantes.
Como sea, él está libre y Eiji está maniatado.
Le gustaría decir que fue una sorpresa terminar en esa situación, sin embargo, no lo fue puesto que Okumura es una presa fácil de cazar y un señuelo bastante divertido para conseguir a Lynx.
—Lamento haberte hecho esperar. —Le dice acomodando una delicada taza con bordados de oro sobre la mesa, están al aire libre, el clima es perfecto, no está lo suficientemente frío como para que se le esponje el cabello (qué pesadilla) pero tampoco está reseco para que sus labios se agrieten, es agradable y primaveral, es idóneo para una ejecución—. Quería hacerlo bien.
—Ya veo.
—Pero luce bien, ¿verdad? Es té refinado.
Su invitado no responde, claro que no lo hace, es un grosero y de repente, no sabe si agregarle al té manzanilla para la paciencia o veneno de ratas para ver si así reacciona este desgraciado.
—¿No vas a recibirlo?
—No.
—Pues eso no es muy japonés de tu parte. —Ríe—. Pensé que lo de ustedes eran los modales.
—Me gustaría beberlo. —Eiji le explica con una pizca de sarcasmo—. Pero cómo verás... —Alza sus manos para hacer evidente que se encuentran inmovilizadas, cada muñeca se halla atada al soporte de la silla—. No puedo tomar la taza.
—Me lo hubieras dicho. —Sonríe con falsa gracia—. Encantado te lo daré de probar en la boca.
—No fue lo que quise decir, de hecho, preferiría que no te me acercaras.
—Insisto. —Lo interrumpe—. ¿Qué tipo de anfitrión sería sino te ofrezco bocadillos ni bebidas?
—Podrías ser un anfitrión aún más considerado.
—¿Cómo?, ¿en vez de té quieres vino?
—No te estás portando como un buen anfitrión si estoy maniatado. —Se lo incita usando peras y manzanas—. Estaría más cómodo si me liberaras.
—¿Qué puedo decirte? —Yut-Lung se levanta, tomando una de las tacitas de porcelana dentro de sus palmas igual que lo haría con un avecilla—. Tengo fetiches por las cuerdas.
—¡Ah! —Es hilarante verlo enrojecer—. ¿Acaso no tienes sentido común ni decencia? Te estás portando como todo un desquiciado.
—Es porque lo soy. —Tararea llegando enfrente—. Así que te conviene hacer lo que yo diga, no me dan miedo las consecuencias.
—¿Qué tal si no te quiero obedecer? —Terco. Insoportable. Irritante—. ¿Y si me quiero resistir?
—¿Realmente ansías averiguarlo? —Hay una chispa de excitación en la pregunta que le coloca los pelos de punta, está loco, es su primer pensamiento, es decir, siempre lo ha estado aunque sin Ash, sin un enemigo ni objetivo que combatir, de alguna forma luce peor—. Así que trágalo.
—¿Y si está envenenado?
—Supongo que morirás. —Eiji suspira, abriendo la boca para tomar del maldito té, el resqueme dulce chispea en sus papilas gustativas junto con el aroma floral, la bebida tiene una tonalidad lila que le da un aura mágica a pesar de la situación—. Si te empiezas a sentir mal dímelo, eso significa que el veneno está haciendo efecto.
—Bromeas ¿verdad? —Palidece—. Tú no me darías algo que realmente estuviera envenenado.
—Quizás sí, quizás no. Depende.
—Yut-Lung.
—Supongo que lo sabrás dentro de un momento. —Es insoportable—. Pero bueno, basta de la charla social, vayamos al grano.
—Ah, me secuestraste porque querías algo, pensé que lo hacías por mera nostalgia, qué triste.
—Estás más sarcástico, ¿eh? —No le gusta—. Te crees más hombrecito porque has estado sin la presencia de Lynx por un año.
—No me "creo" más hombrecito, es que soy más hombre.
—Qué gracioso que lo digas considerando que yo soy el único que está más alto. —Eiji rechista entre dientes tironeando de las cuerdas en sus muñecas, si bien, sabe que Yut-Lung no planea hacerle daño porque su mentalidad es la misma que una serpiente sádica, es humillante tener que presenciar su monólogo de villano, quizás lo extrañó por eso, considera—. Y solo para que conste, no te secuestré, viniste por voluntad propia.
—Me apuntaste con un arma en la cabeza. —Gimotea—. ¡Me estabas amenazando! No fue por voluntad propia.
—Pudo ser un arma de juguete. —Se defiende—. Pero ni siquiera lo comprobaste, es linda toda la confianza que depositas en mí cuando pudo ser una farsa.
—¿Lo era? —Yut-Lung vuelve a su lugar para tomar un inmenso sorbo de té, dándole sin utilizar ni una palabra su tan anhelada respuesta—. Claro que no lo era.
—Calumnias, calumnias. —Declara—. Cómo sea, te cité acá porque sé que Ash Lynx está vivo.
—¿Q-Qué dijiste? —Es turno de Eiji de atorarse con el té y palidecer. Mierda—. No te escuché.
—Me escuchaste. —Yut-Lung esboza una sonrisa depredadora—. Sé que Ash está vivo y tú vas a ser mi preciada carnada para atraerlo.
—No, Ash no está vivo.
—Claro que lo está. —Insiste desinteresadamente—. Y vendrá a salvarte como siempre. —Aún sino es consciente del peso que tienen sus palabras algo en Eiji se rompe. Porque es mentira.
—Él no está vivo. —Entonces repite con tristeza—. E incluso si lo estuviera... no vendría por mí.
—¿Qué?
—Él no vendría.
Porque no quiero que venga.
Eiji lo dice con una tristeza tan franca que Yut-Lung se queda sin argumento para contradecirlo porque es verdad, no es solo a causa de la pérdida de memoria o el momento de distancia que están pasando, esto es porque conoce a Ash como si fuera la palma de su mano y se encuentra demasiado familiarizado con su naturaleza autodestructiva, sin importar lo que diga o haga en pos de un punto si algo se metió dentro de su cabeza no cambiará.
Aún recuerda lo desesperado que se profesaba queriendo convencer con su alma entera a Ash sobre que estaba equivocado, que no era un maldito leopardo porque él así lo dijo, que existían otros caminos más allá del dolor, la violencia y el abuso. Quería que escaparan de todo. Quería llevarlo a un lugar seguro. Japón, fue lo más cercano. Y le habló de tener un trabajo, de lo bueno que era usando los palillos, de cómo no precisaría un arma. Pero él nunca pareció creerle. No al 100%. Porque la vida de Ash era así, todo lo que experimentó fue sufrimiento, a él no le cabía en la cabeza la posibilidad de una redención a pesar de todos los esfuerzos de Eiji, al final creyó que era un monstruo hasta su muerte, un asesino, un lince, un leopardo y un niño desgarrado.
Nunca se pudo ver a sí mismo como un ser humano con capacidad de amar y ser amado y con esto de la pérdida de memoria sí lo ve, sí está, sí se deja amar y ser amado, por eso bajo ningún escenario lo dejaría venir a rescatarlo. No. Si Ash quiere recuperar la memoria, bien, pero será por su cuenta, no porque Eiji atrajo a un enemigo del pasado, no será una debilidad esta vez ni tampoco se convertirá en una carga.
—No vale la pena que sigas armando estos escenarios como si fueras megamente, te prometo que Ash no vendrá, no puede venir si está muerto.
—Muerto. —Repite divertido.
—Así es. —Más, Yut-Lung disfruta del drama y de sus delirios así que lo ignora, se le nota en el brillo oscuro que enciende sus pupilas, este es su motor—. Puedes dejarlo.
—Supe que estaba vivo desde el funeral, todo se me hizo muy sospechoso, el gran Ash Lynx se había muerto por una puñalada. —Y no de cualquiera sino de Lao—. Por supuesto, cuando me dijeron que falleció en la biblioteca leyendo una carta de amor lo entendí todo y me calzó, pero el funeral fue a ataúd cerrado y muy restringido, ese tal Max no dejó que nadie entrara y eso me hizo pensar que era demasiado secretismo para un muerto, incluso guardó la carta ¿para qué?
—No sé. —La carta—. Debió tirarla. —Esa maldita carta.
—No me importó por un año, pero como sabrás, soy el líder de Chinatown y tengo mis fuentes.
—Pensé que ese era Sing.
—Ese es mi consejero, no confundamos las cosas. —Le dice ofendido—. Pero el bando de los que siguieron a Lynx empezó a actuar bastante extraño desde hace un par de semanas, eso ya levantó mis sospechas y me puso alerta. —Yut-Lung sonríe con tal malicia que no quiere seguir escuchando su discurso porque teme que saldrá demasiado herido—. ¿Quieres saber la razón por la que estuve seguro de que seguía con vida?, ¿la razón definitiva?
—No, no quiero seguirte escuchando.
—Fue por ti. —Pero él lo ignora—. Sing es un pésimo mentiroso y tú volviste. Solo hay una razón por la que harías semejante estupidez además de tu falta de neuronas: amor. Estás acá porque lo amas y seguramente él se encuentra mal, ¿acaso me equivoco? Sino ya habría armado más de un escándalo.
—No tengo idea de lo que estás hablando. —No lo delatará—. Volví porque tengo una visa para estudiante.
—Cómo si me fuera a creer eso. —Ríe—. Me estás subestimando.
—O quizás tú me estás subestimando a mí.
—Lynx no se encuentra en sus facultades ¿no? Por eso no ha reclamado su territorio tampoco.
—Estás delirando.
—De cualquier manera. —Yut-Lung entierra sus garras en el flequillo del nipón, tirándolo hacia atrás porque en el fondo espera que el daño que le infrinja le sirva como retribución—. Tarde o temprano él vendrá por ti, es cosa de que note tu falta.
—Te quedarás esperando en vano, sino me crees a mí puedes preguntarle a Sing, está muerto.
—Entonces te quedarás acá secuestrado hasta que te pudras.
—Pensé que no era un secuestro.
—Te gusta andar de insolente, ¿eh? —Yut-Lung le tira el pelo con más fuerza, su cabeza queda pegada al respaldo de la silla y el té se le devuelve a la garganta, de repente está cansado, muy cansado—. Sé consciente de tu posición, no te conviene desafiarme.
—Yo no... —Eiji se siente agotado de golpe—. Sí le pusiste algo al té. —Balbucea sin fuerza, los labios le tiemblan, las palmas se le caen inertes contra las cuerdas y los párpados le pesan un par de toneladas—. Le pusiste algo.
—Tardó en hacer efecto. —Lo suelta sin cuidado—. Pero te dije que averiguaríamos si lo había envenenado dentro de un rato.
—Yut-Lung.
—No es nada mortal. —Se burla con sadismo—. Buenas noches, Okumura.
☆゜・。。・゜゜・。。・゜★
Lo tratan como a un rey dentro de la mansión Lee, no debe alzar ni un dedo (literalmente porque sigue maniatado) para satisfacer sus caprichos, aunque apenas lleva una semana atrapado en su cuarto se ha hecho amigo del personal de limpieza y cocina, eso lo ha impulsado a no perder la cabeza pensando en lo jodidamente preocupado que debe estar Ash ni a maldecir a Sing por no pasar a ver a su jefe justo cuando lo necesita. De cualquier forma, no se quedará esperando pasivamente a que sea rescatado como una damisela en apuros, Yut-Lung no puede saber que Ash está vivo y Ash no puede saber que efectivamente lo secuestraron porque, en primer lugar, prefiere morir a darle la razón, y en segundo lugar, no lo pondrá en riesgo.
—¡Ya baja esa silla! ¡Okumura!
—¡No! No lo haré.
—¿Acaso eres un salvaje? Compórtate como un hombre.
—¡Déjame salir entonces!
—¡Para! —Intenta frenarlo en vano, ya ha atacado—. ¡Maldito conejo berrinchudo!
A pesar de encontrarse inmovilizado por el agarre entre sus muñecas se las arregló para arrojar una silla hacia la ventana y destrozar la habitación, no le enorgullece su actitud, más, está muy desesperado y necesita escapar. Debe volver con Ash. Ash. Ash. ¿Lo querrá de vuelta? El vidrio cruje y cae como si fuera una lluvia iridiscente sobre el elegante diseño del tapete, el respaldo de la silla salta al otro lado de la cama mientras que las patas de madera se caen de la ventana.
—Déjame salir o tendré que usarte de rehén. —Pero ningún pedazo de vidrio ni madera servirá.
—Eso te funcionó la primera vez porque te até mal. —Y ahora tiene unas esposas—. Y si acabé siendo tu "rehén" fue porque así lo quise, no porque me tomaras por sorpresa, así que pórtate bien, ¿quieres?
—¡No! —No se somete—. No dejaré de fastidiarte hasta que me dejes salir. —Yut-Lung se frota el entrecejo en busca de paciencia, si bien, Okumura nunca le dio buena espina es demasiado.
—No me pagan lo suficiente para esto. —Protesta—. Con razón Ash pasaba en peligro si debía estarte constantemente protegiendo de ti mismo, no se la hiciste fácil ¿cierto? Debiste ser una gran carga.
—No hables de nosotros como si supieras lo que pasaba, tú no lo conocías. —Ni nos conocías.
—¿Y tú sí? —Ríe—. Él y yo éramos iguales.
—No es verdad.
—¿Pero tú y él? —Es hilarante—. Ustedes eran de mundos distintos, todos lo sabían. Hasta él.
Y es cierto.
Eiji también lo sabía.
Lo supo desde el instante en que se lo presentaron como un temible líder pandillero cuando ni siquiera tenía 18, por la naturalidad con la que llevaba un arma y mataba como sino fuera nada, por su desmesurada inteligencia, su fría forma de liderar y su imparable fuerza de voluntad aún luego de todos los horrores que ha vivido, yo ya estaría muerto en su mundo, Eiji creía y estaba resignado a dejar esa brecha sin tocar, más, Ash lo dejó entrar y lo hizo sentir como si él valiera la pena pese a las circunstancias, lo trató como si le hubiera salvado la vida, pero no hizo nada.
—Tú siempre trataste de verlo como una bestia salvaje, como si fuera un simple animal arriba de la cadena alimenticia que pudieras poner a tu disposición para que matara, por eso odiabas tanto que yo estuviera a su lado, no querías ver ni recordar que él era solo un ser humano. —Y vaya que era hermosa esa parte suya, Eiji la amaba más que nada e intentó con su alma entera protegerla incluso si falló—. ¿O me equivoco?
—¿Y qué tendría eso de malo? —Se lo expresa con total indiferencia, paseando sobre el vidrio quebrado como si fuera hierba—. ¿Acaso no era una creación perfecta?
—Ahora estás hablando igual que Dino.
—Pues trabajé con él ¿verdad? —Bastardo.
—Pensé que de todas las personas tú lo entenderías, tus hermanos también te redujeron a un objeto ¡ellos te hicieron hacer cosas horribles que te dolieron! Y tú infringes dolor, al final ¿eres diferente a ellos si haces lo mismo?
—¡Tú! —Una bofetada resuena en el aire, Eiji se acaricia la mejilla con las muñecas aun atadas porque no procesa que lo acaban de golpear y que Yut-Lung luce iracundo—. Odio a los idiotas como tú que hablan desde el privilegio. —Yut-Lung no duda en tomar la pistola que traía oculta debajo de su túnica para apuntarle en la sien—. Hablan desde una vida amorosa y acomodada.
—¿Sabes algo de mí para inferir eso?
—Cállate. —El crujido del seguro siendo desactivado le pone los pelos de punta—. Ya perdí la paciencia, así que te lo preguntaré una sola vez y quiero que pienses muy bien en tu respuesta.
—Yut-Lung. —Traga duro y suda frío—. No quieres hacer esto, Sing me ha contado de ti y eres...
—Cállate. —Hunde la boca del arma aún más para mostrarle que habla en serio—. Ahora dime porque de esto depende tu vida, ¿dónde está Ash? —Eiji cierra los ojos, su boca se ve inundada de un sabor metálico a bilis, ¿así es cómo muere? Ni siquiera se pudo disculpar con su amado.
—Muerto. —No titubea—. Está muerto.
—Igual que tú.
Lo siento, Ash.
—¡Yut-Lung! —Antes de que logre reaccionar alguien interviene para separarlos—. ¡Por eso me estabas mandando a misiones tan lejos! No querías que estuviera en la mansión porque tenías a Eiji secuestrado.
—Sing, ¿cómo supiste?
—Sabía que las cosas estaban raras cuando no pude encontrar a Eiji, quería darle otro peluche de la máquina pero él no estaba por ninguna parte.
—¿Peluche de la máquina? —Yut-Lung alza una ceja cabreado—. Eres tan evidente que resulta hasta patético, pero tu amor unilateral deberá esperar a la otra vida, voy a matarlo, no me sirve.
—No vas a matarlo. —A Eiji le sorprende la capacidad que tiene Sing para domarlo, sin pedirle permiso ni perdón los toma a los dos de la mano y los arrastra hacia la cama para sentarlos tal como lo haría una profesora de jardín regañando a sus alumnos por una pelea—. Se van a llevar bien, serán amigos.
—¡¿A-Amigos?! —Yut-Lung se atraganta—. Ni muerto, prefiero suicidarme con mi propia arma.
—Nada de armas. —Sing se la quita como si no fuera nada, de pronto Eiji siente más vívido que nunca a Shorter en las acciones de su sucesor—. Ustedes se llevarán bien.
—¿Por qué debería?
—Porque ustedes dos son importantes para mí. —El rostro de Yut-Lung se ruboriza dándole un aspecto tan inocente y juvenil que Eiji se cuestiona si es el mismo desquiciado que lo apuntó.
Asume que son iguales en ciertos aspectos, es decir, Sing puede ser el complemento perfecto para su devastadora e impulsiva personalidad, siempre le quiso preguntar por qué eligió seguir al lado de alguien tan destructivo, el banana fish había sido destruido, Dino estaba muerto y él se podría haber quedado con Chinatown pero no, en vez de eso se mantuvo con Yut-Lung, aun si Eiji tenía sus reticencias puesto que su amigo tiene apenas 15 y Lee es peligroso, mirándolos actuar ahora de cierta forma recuerda a Ash y a él y lo entiende. Distinto. Pero cree comprender por qué Sing no pudo dejarlo, tiene debilidad por los más vulnerables.
Se ofreció a protegerlo después de todo, ¿no?
—Estoy dispuesto a irme y a no guardar rencor. —Eiji le explica, Sing ha tomado la llave de las esposas para liberarlo—. Mientras no me ataque yo no tendré que defenderme. —Vaya, irónico sonar como Ash.
—Yo no prometo nada. —Yut-Lung rechista—. Tengo un plan que seguir y no lo perderé por ese idiota con ojos de ciervo atropellado.
—No es suficiente. —Sing declara—. Los dos son muy importantes para mí, todos estamos en la misma ciudad además, necesito asegurarme de que no se harán daño cuando yo no esté ya que no siempre puedo vigilarlos.
—No me hables como si fuera un niño. —Gimotea indignado.
—No te portes como un niño entonces. —Sing los toma a ambos de las manos—. Estoy seguro de que ustedes se pueden entender bien, solo necesitan sentarse a charlar, todos tenemos el mismo objetivo en común, dejen de irse por el camino largo, así que, los dejaré para que hagan la tregua pero de verdad.
—No puedes obligarme a compartir el mismo oxígeno que este ingenuo.
—¿No? —Sing sonríe con malicia—. Ya veremos.
El clic de las esposas vuelve a chillar, Yut-Lung y Eiji palidecen al bajar su mirada y percatarse de que efectivamente, Sing los dejó atados de las manos.
Okey, esto si tiene un objetivo más allá de torturar al pobre Eiji, tienen que pasar un rato juntos y dispuestos a empatizar porque Ash esta en un estado bien vulnerable y no necesitamos sumarle un enemigo como Yut-Lung, mejor pasarlo al otro bando y eso intentaremos mañana.
Mil gracias por leer, ¡nos vemos!
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