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2. Daydream.

Hi~ Muchas gracias a las personas que apoyaron esta dinámica pequeñita, fue muy fácil escribir el capítulo de hoy porque no quise que quedara tan denso (considerando lo denso que es el canon en sí) así que tenemos un enfoque más cómico para ir asentando las cositas, ya de a poco iremos viendo más al Ash que acostumbramos porque este chico aún no tiene idea de quién es, tiene pistas y básicamente habita en un cuerpo a ciegas, pero tendremos tiempo para eso.

¡Espero que les guste!

Eiji alza las sábanas, siente cómo ondean en el aire, resbalándose entre sus dedos tal como lo hizo Ash desde que llegó a América, la ve mantenerse estática en un soplo al igual que un tenue y finito rayo de amanecer, un pedazo de esperanza, antes de desplomarse encima del colchón y arrugarse otra vez, suspira, sin duda la situación es familiar, no es la primera vez que hace la cama para el lince de Nueva York, más es novedad tener cuartos separados, racionalmente lo comprende, los amigos no comparten la cama y no obstante Ash era protector puesto que sus vidas peligraban, aún lo recuerda reposando a su lado, eso les daba seguridad a ambos y más que eso, les daba una excusa para encerrarse en su propio mundo.

Era lindo.

Vaya que era lindo ese tiempo robado.

Ash solía arrojar un suspiro de alivio al verlo despertar a su lado y gracias a sus pesadillas poco a poco se convirtió en su punto de confort, antes de que tuvieran ese inmenso apartamento en Uptown el lince no dormía en las noches por temor a que sus subordinados pudieran escuchar uno de sus quejidos, cuando por fin consiguieron lo que Eiji llama en secreto un hogar, cambió.

—Y ahora es esto.

Se dice a sí mismo mirando los estantes de su habitación, ya ha ordenado sus cosas, no cargó con muchas pertenencias de Japón ya que jamás tuvo intención de asentarse verdaderamente en un lugar en donde no estuviera Ash. Ja. Sacude la cabeza encaminándose al cuarto de quién es dueño de sus lamentos, golpea con los nudillos la puerta pidiendo permiso para entrar solo para verse encantado con la imagen, la sonrisita en su rostro es traicionera, pero el rubor sobre sus mejillas es mucho peor. Este hombre es su perdición.

Sin duda, Ash Lynx lo matará.

—Hola. —Capta su atención—. ¿Qué haces?

—Eiji. —Ash está enrabiado—. Estoy terminando de ordenar mi ropa. —O mejor dicho, batalla.

—La estás doblando al revés. —Se burla dado que no debe existir nada más adorable que mirar al imponente lince de Nueva York frustrado porque no sabe doblar sus poleras—. Yo te ayudo.

—Gracias. —Ash se aparta de la prenda y lo ve igual que un halcón a su presa, sin embargo, ya está acostumbrado a esa clase de actitud defensiva y ha perdido su efecto. Por supuesto, Ash lo pone nervioso, pero no es por las razones que cree—. Eres bueno en esto.

—Tuve mucha práctica. —Sonríe acomodando con orgullo una de sus típicas camisas blancas y supone que hay cosas que no cambian—. Listo.

—Vaya que lo haces parecer sencillo. —Es sencillo, desea bromear, más, carece de confianza.

—Ya veo. —Su atención salta por ansiedad hacia el mentón del americano porque sus ojos tan penetrantes provocan que se descompase su corazón y es acá cuando nota que ni siquiera se vistió adecuadamente, es un niño, se ríe—. La que estás usando está mal acomodada.

—¿Cómo? —Eiji le hace un gesto para que mire las puntas del cuello, no obstante, para alguien que no acostumbra a lavar su ropa el mensaje llega en chino—. No entiendo, ¿está sucia? Y no sería mi culpa porque Max fue quien me la lavó. —El nipón arroja un gruñido de frustración, se resigna a tener que arreglarla, ¿cuándo no? Ash puede ser un señorito mimado si así lo quiere.

—Quédate quieto. —Va con cuidado, se acerca tal como lo haría si ansiara alimentar a un gato callejero que fue previamente maltratado, lo hace cauteloso manteniendo el espacio personal y usa solo las yemas de sus dedos para tocar y arreglar el cuello de la camisa—. Ahí sí.

—No me había fijado.

—Nunca te fijas. —Se burla—. Estoy preparando algo para que comas, debes venir agotado de Cape Cod y lo sé, pero necesitas alimentarte como se debe, Max fue muy estricto con el tema.

—El viejo es un cascarrabias.

—Tienes su apellido ahora, eso te hace indirectamente un cascarrabias.

—Glenreed. —Repite como si fuera ajeno—. ¿Ese?

—Ese mismo apellido.

—Supongo que lo tengo. —El tema aún le incomoda y físicamente se le nota—. Pero no fue por voluntad.

—¿No? —Eiji se sienta en la cama, todavía queda tiempo para que la sopa cueza y el arroz esté.

—No. —Ash se acomoda a su lado, está extrañamente receptivo o quizás extrañó charlar con alguien—. Desperté sin recordarlo, pero me dijeron que él fue quién me trajo, lo llamé antes de desmayarme o algo así, no lo tengo claro. Me pregunto qué clase de relación tuvimos.

—Siempre decías que no soportabas a Max a pesar de parecerte tanto a él, solían confundirlos con padre e hijo. —Ibe en más de una ocasión se lo mencionó y la nostalgia rompe al igual que una ola en su corazón ¿es malo hablar de esto?—. Incluso tú lo fastidiabas llamándolo "papá".

—No puedo creerlo. —Ríe y su risa es encantadora—. ¿Cómo era yo? —El terror se reflecta en sus ojos y la imagen le resulta tan vulnerable que de pronto, estar a su lado se siente casi como una invasión a un momento de catarsis personal.

—Sabes que no puedo responder mucho por tu propio bienestar.

—Sí. —Ash baja la mirada hacia sus zapatillas, por supuesto que no se quitó los zapatos para andar dentro de la casa, más ha decidido ser benevolente (por ahora) y perdonarlo—. Olvídalo.

—Hermoso.

—¿Qué?

—Eres alguien hermoso. —La respuesta brota tan instintiva y automáticamente que no tiene la chance de procesar lo vergonzoso de la confesión—. Ya va a estar el almuerzo.

Porque sí, Ash es hermoso y no en un sentido físico.

Por supuesto, su atractivo resulta innegable, sus pómulos firmes y cincelados son el marco de perla perfecto para el lienzo que es su rostro, en más de una ocasión se le quedo viendo directo a los ojos, tratando de desglosar cómo el tono de su iris cambiaba según la luz, era como tener una aurora boreal atrapada alrededor de sus pupilas y aún así lo que más lo encandiló del rubio fue su personalidad insoportablemente infantil, terca y sagaz. Sí. No es hermoso en el sentido convencional de una bestia a admirar, es deslumbrante porque mientras más mira a través de sus espinas más aprecia sus pétalos, están roídos y devorados gracias a los insectos, más, ni una sola vez pensó que eso le restara magnificencia, sino que lo hizo apreciar más su finitud.

Su humanidad.

Su jade al amanecer.

Tiene toda una sección secreta de fotografías en donde lo plasma mejor, en donde Ash le arroja una mirada de alma que es imposible de describir pero Eiji distingue perfectamente cual es, ni siquiera es que esté posando para la secuencia, son momentos cotidianos en el lago de Cape Cod, Ash tirado en la cama con una manta, con una toalla en la cabeza y los dedos repletos de salsa, son imágenes cotidianas. Simples. Diarias. Trozos de vida. Los extraña. Lo extraña tanto.

—Estás soñando despierto. —Ash le advierte, vaya, ya están sentados en el comedor—. Hieres mi corazón al no prestarme atención. —Juguetea.

—Lo siento, aún me estoy adaptando a la casa, tengo mucho en mi cabeza.

—No era para que te disculparas.

—Lo siento.

—¡Ya! Me haces sentir como el malo de la película.

—Perdón, es un viejo hábito.

—¿Todos los japoneses se disculpan tanto? —Eiji eleva los palillos hacia el plato con verduras, toma un puñado mezclado de lo que cocinó y lo balancea.

—Esa afirmación es racista.

—Trata de no tomártelo personal. —Su sonrisita es descarada. Juguetona. Sagaz. Un niño que sabe que hizo una travesura y la presume cual medalla—. ¿Qué haces? —Sus cejas se arquean en dos rayos apenas ve que el puñado de verduras cae en su plato—. ¡Oye! ¡Esos no me gustan!

—No solo saques las cosas que te gusten. —Lo regaña—. Debes comer verduras también o no vas a crecer.

—Me parece que no eres quién para decirlo si te quedaste enano. —Respira. Respira. Respira.

—No me quedé "enano". —Brama entre dientes—. Mi altura es normal.

—¿No deberías crecer más si eres más joven que yo?

—Soy dos años mayor que tú. —Rueda los ojos—. Además los japoneses no son tan... grandes.

—Alto. —Ash deja los cubiertos contra la mesa—. ¿Eres mayor?

—¿Vamos a pasar por eso otra vez? Tendré que demandarte por daño psicológico en ese caso.

—Te he querido preguntar algo desde que Max nos presentó. —Desvía el tema a conveniencia, claro que lo hace—. ¿Puedo?

—¿Cuándo has necesitado permiso? —Ríe recordando su primer beso en prisión, Eiji toma un vaso de agua para aplacar lejos la reminiscencia, no es momento para eso—. Adelante.

—¿Eras mi novio? —Eiji se atraganta con el agua y tose.

—¿Q-Qué? —Palidece—. ¿Qué te hace pensar eso?

—Para empezar, sabes doblar mis camisas.

—Cualquiera sabe doblar una camisa. —Se defiende—. Es simple cortesía.

—No sé, tengo una sensación extraña en el estómago cuando estoy contigo, es agradable pero al mismo tiempo es dolorosa.

—Ash.

—No puedo explicarlo pero tengo un mariposario en mi pecho cuando estoy cerca de ti y tengo constantes ensoñaciones de lo que pudimos tener, si vivimos bajo el mismo techo por un año es porque fuimos cercanos ¿verdad?

—Sí, pero...

—¿Nos conocimos en la universidad? —A Eiji se le borra la sonrisa—. A veces me cuestiono si así fue, no creo que hayamos estudiado lo mismo porque se nota que yo sí leo y por tu postura pasivo-agresiva con Max en la camioneta sobre Hemingway tú no lees. Creo que lo nuestro fue bonito a pesar de tu falta de cultura, eso siento cuando te veo: una calidez indescriptible.

—No fuimos pareja. —Es brutalmente honesto—. Puedes desechar esa hipótesis.

—¿Qué? —Ash está indignado—. ¿Por qué no?, ¿acaso tenías novio?

—No.

—¿Entonces yo tenía novio?

—Tampoco, pero...

—¿Novia? —Ash palidece como si fuera una hoja de papel—. Alto...¿qué cosa me gustaba? No lo dudé porque se sintió muy natural pensar en "nosotros", supongo que soy bisexual o ¿acaso estoy saliendo del closet ahora? Carajo, no sabía que alguien pudiera olvidar su orientación de esta manera, ¿soy heterosexual?

—¿Por qué me lo preguntas a mí? —El pánico resulta evidente en el nudo en su voz—. No tengo idea, nunca lo hablamos. —No hubo tiempo para hacerlo—. Probablemente lo eras, así que ya puedes dejar morir el tema.

—Es que no me hace sentido que no hayamos tenido nada. —Cavila—. Soy un genio, ¿sabes? Mis deducciones por ende son acertadas.

—Sí, lo sé, tienes un IQ superior. —Le da en el gusto—. Pero no fuimos nada.

—¿Me encontraste feo para no gustarte? Sé que es imposible, pero ¿quién sabe? Quizás nunca pudiste apreciar lo realmente guapo, carismático, inteligente y humilde que soy, ¿fue eso?

—Se acabó la sesión de preguntas. —Eiji se levanta—. Iré a nuestro cuarto para ordenar lo que falta.

—Nuestro. —Ash lo atrapa y a Eiji se le sale—. ¿Compartíamos cuarto?

—No es de tu incumbencia. —Zanja el tema—. Pero sí.

—¡¿Qué tipo de amigos éramos entonces?! —Ash se agarra el flequillo intentando averiguarlo.

Y francamente, Eiji tampoco lo sabe.

☆゜・。。・゜゜・。。・゜★

Eiji alza una ceja y cruza los brazos frente a la mesa del comedor, el día se le fue igual que arena entre los dedos debido a lo ajetreado de la mudanza, todavía tiene que ver algunos trámites en la universidad acerca de las materias que convalidará y ni siquiera ha llamado a su familia para informarle que llegó bien y su avión no se cayó en medio del mar, está exhausto y fue grande su sorpresa al ver que Ash no se ha movido de su lugar desde el almuerzo, quiere regañarlo porque ojeó su cuarto y sigue tan desordenado como en la mañana, sin embargo, luce absolutamente adorable con sus lentes de montura gruesa garabateando en la libreta, ¿cómo podría retarlo si está haciendo su tarea? Por esta vez lo dejará pasar.

—¿Solo te vas a quedar ahí viéndome?, ¿no me dirás nada? —Puede que yazca desmemoriado pero el instinto que agudiza sus sentidos yace intacto, no hizo ruido al entrar al comedor, debe haberle escuchado la respiración o quizás el corazón—. Llevas un buen rato observándome.

—No te quería interrumpir. —Se acerca, acomodándose en la silla del costado—. Pareces tan concentrado.

—Lo estoy. —Sentencia despegando la mirada de la libreta, enfocándola en él, sus ojos verdes y pétreos atraviesan su misma alma, son deslumbrantes universos en extinción y estrellas que son fugaces—. Pero ya me cansé de hacer esta ridícula tarea.

—¿Tarea de terapia? —Asiente.

—Como debo anotar cosas memorables me dediqué a plasmar cada escenario en donde nos pudimos haber conocido. —Vaya Sherlock.

—O-Oh. —Eiji traga duro, aflojándose el cuello de la camisa, las manos le tiemblan y está lleno de sudor—. ¿Qué cosas pusiste?

—No se me ocurre ni un escenario posible en donde dos personas tan distintas acaben juntas.

—No somos tan distintos. —Miente descaradamente.

—No es por ofenderte pero tú te ves como la clase de niño bueno que prestaba las tareas y era presidente de la clase si nadie más quería, es decir, un santurrón.

—Ah. —Eiji baja la mirada con tristeza, comprende a lo que se refiere, eso lo destroza—. ¿Y tú?

—Yo me veo como la clase de chico con reputación de matón que habría estado lo más alejado de ti posible, la gente seguramente pensaría que te hago bullying o te tengo amenazado con la tarea y tu dinero para el almuerzo antes de creer que somos amigos, sin ofender.

—No me ofende. —Ríe—. Solo me dan risa tus escenarios tan americanos.

—Entonces ilústrame. —Cierra su libreta, acaba con la ensoñación—. Dame alguna pista.

—Max me dijo que no te presionara.

—Pero yo quiero saber. —El ruego en su voz le aprieta el corazón, es injusto, Ash es tan injusto.

—Nos conocimos en un bar. —No es mentira en teoría—. ¿Feliz?

—¿Tú? —El bastardo no le cree—. ¿En un bar? —Y más encima tiene el descaro de reírse en su cara—. Lo siento, lo siento, pero es poco creíble.

—¿Tan difícil es imaginarme en un bar?

—¿Con tus suéteres de abuelo? —Contiene una carcajada contra la palma—. Es más verosímil imaginarse al vejete que a ti.

—¡Tú! —Eiji frunce el ceño e infla las mejillas—. Eres insoportable.

—¿Y qué sucede en esa fantasía?, ¿me pides sostenerme la pistola y así me conquistas? —Eiji enrojece y arroja humo por los oídos como una tetera porque en teoría es acertado el escenario pero de una manera totalmente sacada de contexto y a juzgar por su sonrisita picarona obtiene lo que quiere, no sabe si es preocupante o alentador que se desinhiba tanto con él—. Alto, ¿en serio pasó?

—No. —Voltea la cara—. No pasó así.

—Mierda, entonces nos conocimos en un bar gay.

—¿Por qué asumes que fue en un bar gay?

—Ah, ¿estoy asumiendo mal? Es que das una vibra...

—¿Sabes qué? Ya no ansío saber de esas ensoñaciones, muchas gracias. —¿Siempre lo habrá leído con semejante facilidad? Le aterra que así fuera—. Deberías querer saber más de ti.

—No creo que haya mucho que saber, de seguro fui la clase de antisocial que no tuvo amigos.

—Tuviste. —Shorter, más, ese es tema sensible todavía, ni siquiera él puede confrontarlo—. Y aún los tienes. —Así que se enfoca en la pandilla, no quiere reactivar recuerdos que lo asfixien.

—Pensé que estaba muerto. —Hace comillas con los dedos.

—Lo estás. —Ellos no tienen idea de nada de lo que está pasando—. Pero creo que les gustaría saber que estás bien. —¿Lo está?—. Son buenos chicos, te tienen mucha admiración y cariño.

—Los haces sonar como si fueran niños.

—Me era imposible no tratarlos así. —Ríe, nostálgico—. Es tu decisión pero existe la chance.

—Lo tendré que pensar bien. —Eiji le hace un ademán con las manos, reafirmando que no hay apuro.

Si bien, tendría que explicarles lo delicado de la situación a los chicos, Eiji cree genuinamente que sería sanador para Ash rodearse de las personas correctas, no pone en duda el cariño que sus subordinados le tuvieron, por más que Ash se esmerara en decir que era una relación llena de conveniencia puesto que ellos ganaban protección y él lealtad, Alex en más de una ocasión le explicó de dónde surgía la admiración hacia el lince de Nueva York y lo agradecidos que ellos se sentían no solo con la acogida que les dio, sino por cómo los trataba, a diferencia de líderes como Arthur nunca los sacrificó ni los trató como si fueran desechables.

Además, ¿para qué se engaña? Él también los extraña.

—Ya debería irme a acostar. —Eiji se para, dándole el espacio que seguramente necesita luego de tanto viaje—. Buenas noches, Ash.

—Eiji. —El aludido lo coge de la muñeca con tal desesperación que se le para el corazón—. ¿Al menos me puedes decir algo de nuestra relación? —Quiere negarse—. Solo una cosa.

—Claro. —Pero no puede.

—¿Tú... me quisiste? —Eiji se da vueltas hacia su cuarto, temiendo que pueda ver el efecto real que tuvo esa pregunta en su alma, de pronto se siente frágil, es una torre de cartas en un tifón.

—Mucho. —Lo suelta—. Buenas noches.

Hay mucha telita que cortar del canon todavía y no solo me refiero al pasado de Ash, sino que personajes como Shorter y Griffin tienen un peso muy grande con su ausencia, así como la pandilla, Sing, Max, etc tendrán un peso inmenso con su presencia. Ya pronto veremos la dinámica con los chicos y como manejan esto, por ahora nos quedamos en la burbujita del AshEiji de la que solo Max es consciente.

Mil gracias por el apoyo, nos vemos mañana~

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