1. Meet-cute.
✩ Notas del autor: Hi~ It's me, finjamos que todavía es 1 de junio y estoy participando a tiempo en el evento para que mi cerebro siga motivado por favor. Siento que escribir fanfics me había estado estresando últimamente entre todo lo que pasó con wattpad y el fandom, pero vi los promps de este evento y me dieron mucha ternura, quería escribir algo en donde se llevara el debate de qué implica realmente la identidad y aunque odio a morir las tramas de pérdida de memoria, acá estoy, escribiendo una, vaya ironía. Espero que les guste chicos, básicamente es eso, luego del canon, Ash es apuñalado, se nos desmemoria y ahora quiere saber quién era y quién es.
✩ Género: Post Canon/ Canon Diverge/ Slice of life/ Slow Burn/ Romance.
✩ Ship: AshEiji principalmente, veremos más adelante.
✩ Advertencias: Se tratan muchos síntomas del estrés post traumático, ansiedad y anorexia, también hay mención de abuso sexual por el pasado de Ash, síntomas depresivos de parte de Eiji, homofobia internalizada. Es un proceso duro, feo pero satisfactorio. En general, son las advertencias que están implícitas dentro del canon nada más. Pero ojito con el autocuidado siempre.
«Qué tristeza despedirnos por mensaje, me habría gustado hacerlo de frente, es lo que merezco luego de tanto, ¿verdad? Pero mamá tiene razón, eres un adulto y no puedo elegir por ti, ninguno de nosotros puede y es obvio que ese tal Ash Lynx te... lo noto por cómo hablas de él, mamá no lo sabe, la abuela tampoco, son demasiado "tradicionales", pero lo que tengas que hacer, hazlo sin arrepentimientos, onii-chan. Solo espero que algún día vuelvas a casa».
Eiji estampa la pantalla del teléfono contra la mugrienta mesa del bar, está en Cape Cod, existe demasiada carga emocional asociada al Green Hill Diner y no desea desbordarse como el cubo debajo de la gotera que poco a poco se oxida, la gente olvida que está ahí absorbiendo tal como lo haría una presa. Plic. Plic. Plac. Hasta que se tumba por el peso. Se quiebra. Se rompe. Tirita y se craquela sin que nadie lo levante o siquiera lo note. Él solía ser así, siendo honesto aún le horroriza la posibilidad de todavía serlo dado que las circunstancias del lince son sumamente delicadas y está resignado a ser el ancla emocional de ambos.
Gotea. Gotea. Gotea.
Se lo cuestiona todo el tiempo: ¿seré lo suficientemente fuerte mentalmente como para cargar con los dos? Y no porque Ash sea una carga, al contrario, Dios sabe las veces que lo salvó, pero le aterroriza la idea de romperse en el proceso. No puede salvar a Ash, sería prepotente llegarlo a pensar. Nadie puede salvar a nadie así como nadie puede vivir por nadie. Nadie puede limpiar a nadie así como nadie puede llevarse el dolor de nadie. Pero. Pero. Pero. La esperanza no tiene corazón y la empuña contra su propio pecho, fue tan tonto haberlo dejado todo para venir hasta acá, ¿dónde queda él? Tenía una "vida" a donde volver. Familia, universidad, rutina, ¿entonces?
Simple.
No quiere una vida sin Ash Lynx.
Y el pensamiento es tan egoísta que quiere llorar, ver el mensaje de texto de su hermanita no lo ayudó tampoco, al final volvió a irse y ni siquiera pudo despedirse cara a cara, le habría gustado hacerlo, pero apenas Max lo llamó no dudó en hacer sus maletas y volar hasta América.
Porque Ash está vivo. Sano. Salvo. Aquí. Recuperándose. Sin memoria de absolutamente nada.
Una mierda.
—¿Vas a poder lidiar con alguien tan roto?
—¿Eh? —Eiji parpadea, saliendo de su propia cabeza, su mano sigue apretando su teléfono en contra de la mesa y aún sin levantarlo, puede sentir cómo la lámina de la pantalla se pegó a un charco de cebada chiclosa—. ¿Perdón?
—Me escuchaste, chico. —Jim está del otro lado fingiendo limpiar vasos y platos, la muerte de Jennifer debió cambiarlo—. ¿Vas a poder lidiar con alguien tan roto? Incluso si solo le ofrecí un techo porque creyeron que sería bueno que recordara a Griffin o sus días más... buenos. Lo he escuchado en las noches, está sufriendo y mucho.
—O-Oh. —Eiji no sabe qué decir a eso—. Lo siento. —Así que su primer instinto es disculparse.
—Debe ser duro no recordar quién eres pero que tu cuerpo no deje de arrastrarte a eso, a veces me pregunto si lo más piadoso no habría sido que muriera.
—¿Discúlpeme? —Eiji ríe, incrédulo, seguramente escuchó mal porque no hay manera de que haya dicho eso—. No lo pude oír bien.
—Dije que Ash estaría mejor muerto.
—No es cierto. No sabe de lo que está hablando.
—Sería lo más piadoso.
—¡¿Piadoso para quién?! —Se levanta estampando ambas palmas contra la barra provocando que los vasos tiemblen y los servicios se caigan al suelo. La muerte de Ash es un tema sensible.
—Para él. —Pero los ojos de Jim brillan como a veces los de Ash fulguraban—. Él es quien está sufriendo, no nosotros. —Afilados. Perspicaces. Brutalmente francos.
—¿Le habría gustado que su hijo muriera?
—¿No somos los vivos quienes nos aferramos a los muertos? —Eiji se sienta tratando de volver a su lugar seguro, respira, más, los botones de la camisa se sienten como puñales directos en su corazón, es venenoso—. No me malentiendas, tan mal papá no soy, por supuesto que no le deseo la muerte a mis dos hijos pero opino que sería lo mejor, Ash está aguantando demasiado y luce cansado.
—Decir eso es como decir que no existe una recuperación.
—¿Existe una recuperación para tanto? Solo conoce lo malo del mundo. —¿Y gracias a quién?
—¿Y acaso no merece vivir un poco fuera de eso? Está siendo injusto con las víctimas, es como decir que han sufrido demasiado y mejor le pongan un fin a la miseria cuando sí hay otras cosas además del abuso.
—¿Otras cosas?, ¿qué otras cosas?
—Cosas que ellos sí elijan y consensuen.
—Pero ni tú ni yo hemos sido abusados para decidir eso. —Ríe—. Hablas del privilegio, ambos lo hacemos ya que ninguno ha tenido que lidiar con algo tan fuerte. —Dino Golzine. Una cuerda en sus muñecas. Yut-Lung calmándolo. No pasó nada. No fue nada—. No podemos mejorarlo.
—No estoy tratando de mejorarlo. —¿No lo hace?, ¿entonces por qué?, ¿para qué regresó? Ja.
—Solo te lo estoy advirtiendo, niño.
—No necesito su consideración.
—Ash es una bomba de tiempo y tarde o temprano explotará.
—Eso no me va a asustar.
Jim se da vueltas para confrontarlo y Eiji desearía podérselo tomar a mal sin embargo no puede porque conoce esa clase de cara. Sí. Vaya qué la conoce bien. La atestiguó siendo adolescente al lado de una cama de hospital. En la boca agrietada de su padre. En las cuencas que tragaron y reemplazaron sus ojos. En las manos venosas y temblorosas que apretaron las suyas. Ese es el rostro demacrado de un padre que se está aferrando con garras y dientes a su hijito, un padre que a pesar de haberse rendido consigo mismo, tironea del hilo un poco más antes de cortarlo.
—Puede que no sea agradable lo que veas, él está enfermo.
—No estoy acá para que sea agradable o no, estoy acá porque lo quiero.
—¿Aunque él no te quiera? —Ríe—. O si lo hizo, ya no lo recuerda ni sé si sea bueno recordarlo.
—¡Eso...!
—Chico. —Max interrumpe, entrando al comedor—. Ya estamos listos para irnos.
—Ah. —Sacude la cabeza—. Claro, perdón.
—¿Lo quieres conocer? —Eiji sonríe, dolido por la palabra, aunque se levanta del viejo taburete de cuerina y sigue a Max con la cabeza gacha le aterra no tener la respuesta a dichosa cuestión.
¿Quiere conocerlo de nuevo?
☆゜・。。・゜゜・。。・゜★
Ver a Ash se siente sumamente irreal, el polvo flota a su alrededor en la vieja cabaña donde se escondieron un verano dándole una apariencia etérea, como si las partículas giraran alrededor atraídas por su gravedad, orbitando, anhelando que un poco de su luz dorada las empape, luce tan diferente y al mismo tiempo, Eiji teme que no ha cambiado en nada, los mechones dorados y angelicales penden hacia sus pestañas blancas de copo de nieve, su piel perlada y pulcra tal como el mármol de las estatuas se ve más delgada, la imagen le recuerda al papel de arroz, es físicamente más grande, un par de centímetros más alto (quizás) y más maceteado, no se mira tanto como el niño que conoció y sí como un hombre, uno raquítico y drenado, se imagina que así lucen los soldados cuando salen de una guerra, ¿así se habrá visto Griffin? Se lo cuestiona.
—¿No vas a decir nada? —Max está parado detrás de Ash como si quisiera darle seguridad, ha sido la única persona con contacto directo además de Jim, la recuperación de memoria es una caja de pandora que necesita ir desglosándose fibra por fibra—. Estuviste preguntando mucho por él.
—Porque tú no dejabas de hablar de él. —Su voz es la misma al igual que el tierno rubor encima de sus mejillas que brota únicamente cuando Max lo fastidia—. Eiji, Eiji, Eiji, ugh.
—Bueno, es que Eiji hizo mucho esfuerzo por venir, conseguir una visa estudiantil no es simple.
—Pudo haber venido sin una.
—Tuve muchos problemas con la visa pasada, no podía volverme a arriesgar. —Le explica, Ibe se encargó de todo en su aventura anterior, gracias a Dios no lo deportaron cuando excedieron el tiempo de estadía permitido, más, ahora quiere hacer las cosas bien. Tiene un año.
—Ya veo. —Su expresión astuta se endurece al pararse frente a frente—. Así que por fin vuelvo a conocer al famoso Eiji Okumura. —Es inaccesible. Tosco. Agresivo.
—Hola, Ash. —Pero sus ojos...—. Es bueno verte.
Sus ojos verdes no han cambiado ni un poco, si bien, se encuentran repletos de una confusión turbulenta porque debe ser jodidamente difícil enfrentarse a una vida que no memora, no logra mirarlo con desconfianza por más que lo intente, la frustración resulta evidente por cómo trata de arquear las cejas y falla, una sonrisa inconsciente brota en sus labios dándole ese brillo tan infantil que una vez lo encandiló, ese que resalta las pecas de constelación que tiene sobre su nariz y resurge con el sol, ese que profundiza sus hoyuelos y genera que brinque desembocado su corazón.
—Hola. —Ash responde con una risa nerviosa—. Así que me quedaré contigo en la ciudad.
—Así parece. —Por lo que escuchó quiso volver a Nueva York.
—No puede quedarse solo y el mocoso se negó a quedarse conmigo, al parecer todavía no me tiene tanta confianza como para compartir un apartamento.
—Eres un viejo desconocido, claro que no.
—¿Por qué conmigo sí? —Eiji pregunta, incrédulo—. En teoría es la primera vez que nos vemos.
—Porque tú no puedes hacerme daño, mírate. —Esa clase de confesiones tan casuales—. Aún sino puedo llenar los huecos de mi vida sé que eres alguien seguro.
«¿Usan niños como ayudantes en Japón?» la vividez es agridulce, si cierra los ojos aún huele la pestilencia de la cerveza barata entremezclada al tabaco, escuchar la música estruendosa que le sacó más de un escalofrío a Ibe, sentir la mano de Skip llevándolo hasta la mesa y vislumbrar por primera vez esos ojos, hermosos, deslumbrantes, descarados y que parecían esconder una soledad abrumadora. Ash nunca logra levantar la guardia con él, no importa qué tanto lo quiera porque Eiji nunca se acerca con malas intenciones. Esa es la diferencia cíclica. Destino. El hilo rojo que los mantiene constantemente unidos e hizo tan dolorosa la situación.
Un alma gemela desmemoriada o desvivida, ¿qué es mejor? Francamente no lo sabe y le duele.
—Por eso puedo quedarme contigo, además el viejo aseguró que me conoces mejor que nadie.
—Oh. —Eiji se aprieta el cuello de la camisa, sofocado—. Lo entiendo, creo que lo hago.
—¿Te molesta?
—Ya vivimos juntos antes. —Le explica—. Un año, estoy familiarizado con tus hábitos y por eso creo que Max tiene razón, soy la persona más adecuada para acompañarte.
—¿Un año? —Ash impresiona genuinamente sorprendido—. Nosotros... —Se calla—. No tiene importancia, supongo que ya lo sabré.
—Me alegra que ustedes dos se vayan familiarizando, pero debemos establecer ciertas reglas.
—Qué fastidio. —Ash reclama mientras Max los abraza por la espalda y los guía hacia la mesita de la cabaña—. Odio seguir las reglas.
—Porque todavía eres un mocoso caprichoso. —La afirmación cristaliza los ojos verdes, Eiji lo nota, pero para Max pasa desapercibido—. Deja que un adulto te ayude, niño. —Ash se limita a esbozar una sonrisa sarcástica para proteger lo que realmente siente. Eiji suspira. Las cosas serán así. Es un reinicio—. ¿Listos?
—Supongo.
Es una oportunidad.
Hace casi un año apuñalaron a Ash en las fatídicas calles de Nueva York mientras Eiji esperaba en una silla de ruedas con el corazón roto y un boleto en la mano, Lao no planeaba tener éxito, más, Ash bajó la guardia y debería haber muerto ahí pero en su lugar prefirió arrastrarse directo a la biblioteca pública para leer una carta calada de lágrimas y sangre. «Mi alma siempre estará contigo», le gusta pensar que esa frase lo incitó a reaccionar, a tomar el teléfono y llamar a Max, cuando finalmente el adulto contestó ya se había desmayado por la pérdida de sangre, ¿acaso no resulta irónico pensar en todo lo que sobrevivió Ash? Pasó por abusos inimaginables y actuó como si no fueran nada, pero estuvo hospitalizado durante meses por esto.
Meses en donde Eiji se sintió malditamente culpable por su estúpida carta, bajó la guardia, fue su culpa, lo supo sin que nadie se lo tuviera que decir.
Cuando Ash se despertó no recordaba nada, el psiquiatra dijo que su cerebro simplemente no soportó tanto politraumatismo y se desmoronó, estuvo un año en Cape Cod a petición de él ya que al parecer Griffin es la única memoria reconfortante que guarda, pero tras fallar en rearmar su vida eligió volver a Nueva York y acá está, todo este tiempo Eiji estuvo en la cuerda floja a la espera, en pausa, congelado tal como ese leopardo en el Kilimanjaro, estaba listo para aceptar lo que el lince ansiara. Olvidar. Resignificar. Recordar. Por si acaso sacó la visa, ¿por "si acaso" dice? Vaya mentira, en el fondo siempre guardó esperanza, quería verlo otra vez aunque fueran desconocidos.
Y acá están.
—Es simple. —Max sintetiza—. No fuerces tus recuerdos, eso dijo el doctor.
—¿Por qué? ¿Acaso hay algo desagradable ahí? —Ash sonríe con malicia porque tiene certeza de que es así—. Supongo que eso explicaría las constantes pesadillas y la desconfianza, siento que tengo la cabeza de un loco o de un criminal, quizás fui ambos.
—Mocoso.
—Sin presión, sí sé. —Suspira—. No es una regla pero nadie sabe que estoy con vida, ¿verdad?
—Es cierto. —No entra en detalles—. Estás muerto, por eso adoptaste mi apellido. —La mueca de asco no se hace de esperar.
—De todas maneras odiaba ser un Callenreese. —Miente y es tan obvio—. ¿Por qué debo estar muerto? Debí hacer algo muy malo para que me quieran esconder así, pero no quiero saberlo.
—No te contaremos nada.
—Más les vale.
—Eiji, tú no sucumbas a la presión, lo conoces mejor que yo y sabes lo autodestructivo que es. Por eso debemos mantener a raya ciertos comportamientos.
—Sí. —Es triste—. Lo sé.
—La otra regla es que debes seguir con tu terapia.
—¿Te refieres al estúpido cuaderno? —Chista—. No quiero, eso es vergonzoso.
—¿Cuaderno? —Eiji está descolocado.
—La terapeuta le dijo que anotara palabras o impresiones que para él fueran significativas para su pasado o presente.
—Oh. —Frunce el ceño—. Eso se escucha difícil.
—¡¿Cierto?! —Ash se desespera—. Gracias, al fin alguien con sentido común. —Max rueda los ojos sin caer en su juego.
—Si tiene alguna crisis me llamas. —Le indica al japonés—. A pesar de la voluntad del mocoso, estaré viviendo en el mismo barrio, estoy a cinco minutos de ustedes.
—Gracias. —Lo dice en serio—. Es un alivio.
—Si fuera por mí me habría quedado con ustedes pero el señorito se negó rotundamente.
—No viviré con un adulto. —Max y Eiji se ven, entendiendo mejor que el propio Ash a lo que se refiere—. No me sentiría cómodo. —Seguro. A salvo. Libre.
—Está bien, Eiji cuidará de ti. —¿Pero podrá hacerlo?—. Sino tienen más dudas empecemos a subir el equipaje a la camioneta para irnos. —Ash agarra una mochila como respuesta, no lleva mucho y se le encoge el corazón ver que su vida quepa en tan poco espacio, esto es todo ¿no?
—¿No te irás a despedir de Jim? —Eiji le pregunta con buena intención.
—No. —Más la mirada de Ash simplemente se oscurece—. No tengo motivos para despedirme de quien se negó a ayudarme. No sé qué clase de papá haya sido, pero es una porquería ahora.
—A-Ah.
—¿Crees que me amó alguna vez? —Entonces Eiji sonríe con el alma hecha pedazos—. Olvida lo que dije, no sé para qué te pregunté.
—Lo hizo. —Y no sabe porqué lo dice—. Te amó.
Pero lo vuelve a hacer.
☆゜・。。・゜゜・。。・゜★
Subir las cosas a la camioneta resulta toda una travesía, no por las pertenencias que Ash pudo haber empacado, la culpa es netamente de Max y su incapacidad para planificar el viaje, como Eiji tiene el corazón blando y no soporta verlo cargando con cajas mientras escucha la manera en que su espalda cruje al punto de asemejarse a una orquesta, lo ayuda a acomodar las cosas en la maletera, más, en el camino se da vueltas una de las arcas con una ínfima libreta, no es el diseño más complicado ni espectacular, de hecho es tan aburrida que grita Ash Lynx gracias a su gusto literario, no cabe duda que es suya.
—Esa es la libreta de la que te hablé. —Max le guiñe el ojo y la apunta—. El mocoso dice odiarla, pero lo he visto anotando cosas.
—No sería correcto leerla. —Eiji refunfuña listo para volverla a guardar, sin embargo, gracias a Max y al ajetreo que lo somete la libreta termina estrellándose en la maletera de metal, abierta.
—Oh. —Max sonríe con picardía—. Vaya.
—¡No está bien leer eso! —Eiji la cierra con el corazón en la garganta.
—¿Qué tanto cuchichean ahí? —Ash aparece con esa personalidad tan explosiva y afilada que lo caracteriza—. Ya estoy listo para irnos.
—Ya, ya. —Max alza las manos—. ¿Quieres irte con Eiji en la parte trasera? Así podrían charlar.
Ash encoge los hombros mirándolo como si estuviera senil y estuviera delirando mientras que Eiji hace su mejor esfuerzo por esconder el sonrojo que hierve en sus mofletes, porque aunque odie admitirlo leyó la libreta. Solo había una palabra bajo la fecha de hoy. Una maldita palabra.
«Lindo».
Es un capítulo de prueba, como en todos mis fics, lo triste es que tengo muchos a medio subir pero terminados, no sé qué onda, qué me pasó, pero francamente le tengo fe a este evento, me gustan mucho, las palabras son lindas y tengo ganas de escribirlo, así que ojala los haga tan feliz como a mí este mes.
Espero verlos mañana si el dios de los fics me lo permite, pero se les quiere mucho, see ya~
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