XLVII
Pienso en Kit, la verdad, es que me gustaría verle y bueno, saber porque no se presentó hoy. No sé por dónde empezar, ya que no sé cuál es su habitación y tampoco tengo idea de como buscarla, pero en esta habitación no encontrare la respuestas que necesito, así que salgo en busca de Sett, pero en el camino veo a Nero con los hombros caídos.
—Ned —dice con tono triste dramático.
—¿Qué sucede? —inquiero un poco sorprendido. Él me tomó de los brazos con sus grandes manos.
—Es ella —se queja sonando todavía más dramático.
—¿La princesa? —pregunto.
—¡NO TONTO! —se queja Nero moviendo mis brazos con fuerza para sacudirme.
Lo intento empujar para separarlo de mi, pero es Nero, es una misión imposible. Al final me dejo caer de hombros y él deja de sacudirme.
—Me ha dicho que quiere que desaparezca de su vida —murmura lentamente.
Se trata de Isis.
—Normalmente puedo resistir todos sus comentarios, pero hay momentos en los que no puedo ignorarlos. Sé que soy un tonto cuando estoy con ella y la hago enojar constantemente, incluso sé que ella no me mira con los mismos ojos, pero... —la voz se le quiebra y por primera vez lo veo llorar— solo quiero protegerla y que sea feliz, pero es muy difícil hacerlo.
El llanto ahoga sus palabras. Siento pena por Nero y no sé qué decir para reconfortarlo.
Algunos soldados nos observan asombrados. No esperaban que alguien tan grande y fuerte fuera tan sensible por dentro. ¿Qué haría mi antiguo yo? o ¿Qué harías tú Kit?
—Ven aquí —dejo salir y él deja de sostener mis brazos para aferrarse a mi en un abrazo que parece mas un suicidio de mi parte— vas a estar bien.
Él continúa llorando un par de minutos más encima de mi. Le doy palmadas en la espalda para reconfortarlo, aunque no estoy seguro si es la espalda o los hombros.
—Que asco —es la voz de Sett— sabía que ustedes dos estaban ligados de alguna forma, esas peleas cuando eran unos mocosos era por algo.
—Cállate —para mi sorpresa es mi voz.
—Puedo ver quien es el hombre de la relación —anuncia burlándose— Nero había puesto mis esperanzas en que tú lo fueras.
—Es hombre muerto —murmura Nero en mi oído.
—Deseara morir —agrego en voz baja.
Nos separamos con tanta rapidez que el jefe que está frente a nosotros no es capaz de responder y ambos le damos un puño en el estómago que lo hace caer al suelo.
—Niñita —le decimos al mismo tiempo cuando no se puede levantar.
—Me las van a pagar —anuncia Sett, pero ya nos estamos alejando.
—No le digas a nadie de esto o te mataré también —me amenaza Nero al llegar a la puerta.
—Puedes contar con ello —le respondo aunque sino se fijó, nos vieron la mitad de los que entrenan aquí.
—Por cierto Ned —me llama y yo giro mi cabeza para verlo con una sonrisa— gracias.
Yo le sonrío con los labios.
—Acabas de sonreír —dice asombrado señalándome con su dedo. Lo aparto de mi cara.
—Lo vi con mis propios ojos, no puedes engañarme, he visto algo imposible, jamás espere vivir para verlo —empieza a decir y yo creo un centenar de cuchillas de sangre frente de él.
—He olvidado lo que he visto —murmura levantando las manos en señal de rendición.
—Bien, necesito ir al cuarto de Kit —suelto mientras sigo amenazándolo con las cuchillas.
—¿No sabes? —inquiere Nero lo que me hace acercar las cuchillas hacia él— espera, yo tampoco sé, pero puedes preguntarle a tu asistente, pero lo haré yo si me acompañas a la mía.
La idea de ir a la habitación de Nero me da escalofríos, prefiero averiguarlo por mi propia cuenta.
—No, está bien —digo al retirar las cuchillas y comenzar a alejarme de él.
—Se dice gracias, mal agradecido —me grita, pero lo ignoro.
Cuando las puertas se cierran dejo salir un suspiro como los de Eris evitando juzgarme por haberlo hecho. Me pregunto si Daisy correspondía mis sentimientos hacia ella, o sucedía lo mismo que con Nero. Mis pocos recuerdos de ella, me dicen que era algo mutuo, pero no puedo fiarme de ellos.
El mismo recuerdo del rostro de Daisy es irreal, las personas y niños no llevan uniforme. Los rayos del sol son diferentes, como si hubiera perdido su tonalidad roja, y ni hablar de los arboles pequeños y de color verde como el árbol del comienzo, pero sin ser artificial.
—¿Estás ahí? —la llamo al llegar a mi habitación.
—Ned, qué gusto verte de nuevo —saluda. Es raro que diga eso cuando solo me fui un par de horas.
—¿Me puedes indicar la habitación de mi compañero? —le pregunto un poco avergonzado.
—¿El soldado Kit cierto? —pregunta y yo le confirmo en voz baja.
Ella me entrega el piso y el número. Me preparo para salir, pero ella me llama.
—Por cierto Ned, no sé si puedas verle, se encuentra en supervisión médica —dice haciéndome estremecer. No le pregunto el porqué puesto que salgo como una bala de la habitación y recorro el pasillo a toda velocidad. Vuelvo al ascensor y por primera vez siento que no avanza en lo absoluto, la ansiedad se apodera tanto de mí que tengo que dar patadas en el suelo para intentar controlarla. Él tiene que estar bien, estaba bien ayer, no puede ser nada grave, pero de ser así no estaría en esa situación tan delicada como para que no pueda verle.
Cuando las puertas se abren vuelvo a liberar toda mi ansiedad en una carrera hacia su habitación que no está muy lejos del ascensor. La puerta no se puede abrir así que toco la puerta con mucha fuerza. Mi corazón quiere salirse de mi pecho por tantos motivos en este momento que solo me limito a recuperar el aire.
La mujer que conocí el primer día abre la puerta y me observa sorprendida aunque su rostro muestra mucha indiferencia. Su cabello rojizo sigue recorrido en una coleta y sigue con la mirada opaca.
—¿Qué haces aquí? —pregunta. Yo trago saliva por los nervios.
—¿Cómo está él? —inquiero ignorando su pregunta. Ella mira por encima de su hombro hacia la habitación antes de devolverme la mirada.
—Es información confidencial —dice intentando cerrar la puerta, pero la bloqueo con el brazo— ¿qué haces?
No pienso aceptar esa respuesta de su parte. No me iré de aquí sin verlo incluso.
—¿Cómo está Kit? —repito con fuerza en mi voz.
Ella sigue sin inmutarse.
—Llamaré a seguridad si no te apartas —deja salir con la mirada fija en mi.
—Soy el ángel de la destrucción, te matare antes de que ellos puedan venir a rescatarte —le amenazo con cuchillas de sangre que se empiezan a formar en mi mano.
—Te revocaran tus derechos y tu puesto, estarías expuesto a ejecución —murmura manteniendo la compostura.
—No pueden desechar a un recurso tan importante como yo y lo sabes —dejo salir con la voz más firme— hazte un lado ahora mismo e infórmame de la situación.
Ella intenta mantenerse firme, pero al final abre la puerta y me permite entrar.
—No ha despertado desde anoche, hemos intentado diferentes métodos para reanimarlo, pero no han surtido efecto —comenta mientras nos adentramos en la habitación hacia su cama— sus signos vitales están estables y nada parece alterado.
Lo veo postrado en la cama durmiendo plácidamente. Está conectado a las máquinas de la pared. Los chillidos del Nu me hacen apartarle la mirada. Este se encuentra encerrado en una jaula de metal al pie de la cama. Me acerco para liberarlo.
—Déjalo donde está, puede ser esa criatura la que lo puso en ese estado —comenta la mujer, pero la ignoro para acariciar al Nu que me responde con cariño.
El Nu chilla un poco en dirección a Kit.
—¿También estás preocupado por papá? —le pregunto en voz baja el Nu. Nos acercamos a él hasta estar a un lado de su cabeza. Me arrodillo en el suelo para estar a la altura de su rostro lleno de pecas. Se ve tan tranquilo que no parece que nada sucediera. Por primera vez el Nu se queda en mi hombro y no intenta saltar hacia él.
—Ey has llegado tarde a entrenar —dejo salir con una sonrisa en mis labios. Mantengo mi voz a pesar de que la mujer incluso ha salido de la habitación.
No tengo mucho tiempo hasta que entren los guardias y me saquen de aquí. Su cabello rubio cubre su frente, por lo que con un poco de duda lo aparto hacia los lados para intentar emular el peinado que tendría.
Se ve bien. Solo faltaría su sonrisa tan llena de vida y reconfortante.
—Kit —lo llamo lentamente— por favor despierta.
Mis emociones han sido un festival de tormentas hasta este momento en donde parece una profunda calma. Lo observo dormir.
—No sé si estás escuchándome, pero me gustaría disculparme por haberte engañado ese día, no quería que resultaras herido de ninguna forma, sé que es mi deber protegerte por mucho que quieras ocupar ese cargo y no sabia si podría hacerlo, de hecho ahora que estuve en ese lugar, sé que hice lo correcto, aunque tú no estés de acuerdo —dejo salir de forma pausada intentando formar una sonrisa con cada palabra.
El Nu salta hacia su mano abierta sobre la cama y comienza a lamerla.
Recuerdo cuando el Nu conoció a Kit, también estaba acostado justo como ahora recuperándose de las heridas del Klin y al igual que ahora el Nu salto hacia él, pero en esa ocasión lo hizo hacia su rostro lo que lo hizo reír con tanta fuerza que me hizo reír a mi también. Desde que desperté he estado totalmente confundido, desorientado y perdido, pero es él quien ha intentado bajo todos los medios hacer mi vida más...
Suspiro. Ni siquiera sé cómo describirlo.
Dejo caer mi cabeza sobre su cama.
—Para que sepas, que no me iré de aquí hasta que despiertes —murmuro sin apartar la mirada de su rostro. El Nu salta hacia mi cabello para acomodarse ahí— Debes estar cansado también, ¿llevas cuidándolo todo el día no?
El Nu chilla, lo tomo con una señal de confirmación, aunque sé que no puede entenderme y solo haya sido una reacción voluntaria. Quito el guante derecho de mi traje para acariciar mejor al Nu como Kit haría. Su pelaje se siente más suave y sedoso. Mi atención regresa hacia la mano de Kit donde el Nu estaba. Me siento cada vez más cansado y los ojos me pesan más. Retomo todos los recuerdos de esta mañana como si se tratara de una película en cámara lenta al igual que mi mano dirigiéndose hacia la suya hasta ponerla encima.
—Kit —no estoy seguro si lo digo o son solo mis pensamientos que no controlo por el cansancio— ¿Eres tú la persona de mis recuerdos?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro