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LII

Cuando estamos perdidos y completamente solos en el mundo anhelamos un lugar donde pertenecer. No tiene que ser un lugar donde alguien este esperándonos, solo un sitio en el que puedas sentir que encajas. ¿Que hace que un lugar deje de ser especial para ti a ser un sitio donde no podras nunca ser tu propio yo? ¿Es precisamente eso lo que nos da esa motivación de correr lejos y dejar atrás todo? Es curioso, como un simple lugar puede afectar tanto tu perspectiva y emociones, tanto que una persona puede sentirse sustancialmente vacía y sin esperanza solo por pertenecer a un sitio en el que no puede encajar.

No sé a qué lugar pertenezco, si el lugar en el que vivo me entregue ese valor, pero si ese lugar me permite tener a mi lado personas a las que les importo, es más que suficiente, aunque genere un vacío interior.

-Situación crítica, no es posible repeler las tropas enemigas -el comunicador del auto suena haciendo que deje de mirar por la ventana la cortina de humo.

-¿Qué significa eso? -pregunta Nero a mi lado.

-Que tenemos que darnos prisa -respondo Iris detrás de nosotros.

-Pero Eris y los del cuartel cuatro ya están allá -objeta Nero moviendo los brazos.

-No parecen ser suficientes -murmura ella en voz baja.

-¿Qué? -deja salir Nero girando hacia ella- ¿Qué quieres decir con eso?

Veo cómo Isis se encoge de hombros por el retrovisor antes de negar con la cabeza.

-No lo sé, no estoy allá, solo interpreto lo que escuche -le responde en medio de un suspiro.

Una especie de ruido se mezcla a lo lejos. No soy el único que lo escucha porque Nero se gira hacia el frente de nuevo.

El auto se detiene de golpe haciendo que nuestros cuerpos sean impulsados hacia delante con mucha brusquedad por la alta velocidad, pero los cinturones de seguridad son muy resistentes y nos mantienen sobre los asientos.

-¿Qué sucede? -inquiere Nero quitándose el cinturón.

-No es posible avanzar, la distancia faltante para el lugar de destino es de 400 metros -anuncia el comunicador.

Los ruidos se vuelven más fuertes y mucho más reconocibles. Son disparos y explosiones a no muy lejos.

-Si podemos escuchar eso, es porque estamos muy cerca -dice Isis saliendo del auto hacia la cortina de humo que nos rodea. Nero y yo salimos también.

La atravesamos con rapidez para salir a un campo abierto totalmente plano. En el fondo hay un edificio enorme en forma de circunferencia ancha muy alto con torres en los laterales que disparan hacia un grupo enorme de enemigos que lucha con soldados en medio del campo. Detrás de ellos hay varias barricadas y puestos en donde se mueven los soldados, junto con artillería pesada y vehículos que disparan hacia los enemigos. La escena es totalmente terrorífica.

-Ahí están -anuncia Nero señalando hacia una zona del combate. Plumas son disparadas hacia el suelo mientras una chica se mueve entre los enemigos aéreos. Debe ser la mujer que estaba con Astra ese día. Hablando de él, una llamarada de fuego carboniza a otro grupo de enemigos, en donde un Astra herido y sudoroso sale entre las llamas, en sus rodillas se encuentra el hombre que intento matar a Kit. Me estremezco ante el recuerdo y mi repulsión regresa. Deseo acabar con él ahora mismo, pensé que mi ataque lo había acabado, pero sigue con vida.

-Se encuentran bien, vamos -anuncia Isis señalando a una zona más cercana a nosotros donde a duras penas puedo identificar a un grupo de soldados peleando en medio de monstruos.

El Nu despierta y da un brinco sobre mi cabeza. Me obligaron a llevarlo conmigo y ahora mismo no puedo dejarlo en el auto en esta situación. Así que no tengo otra opción que llevarlo al campo de batalla.

-Estarás bien -le digo antes de seguir a mis compañeros.

A medida que cortamos la distancia el escenario es más catastrófico. Centenares de monstruos corren y vuelan en dirección a la masa de cuerpos de humanos y criaturas. La chica pájaro agarra a Astra y a su compañero con sus manos para llevarlos al cielo hacia los monstruos que se acerca, pero los monstruos voladores los interceptan y ella tiene que maniobrar entre ellos hasta que unas ondas de aire golpean a las criaturas que explotan o caen al suelo. Me giro en dirección del ataque para ver a la compañera de Paul del cuartel cuatro levitando desde un punto seguro mientras ataca a sus enemigos a distancia. Al acercarme me doy cuenta que está rodeada por una pila de cadáveres que Eris sigue aumentando al defenderla de los enemigos que van por ella. Solo sé que ella se encuentra ahí por lo rápido que las criaturas caen al suelo en esa zona.

Preparo mi guadaña cuando el olor a muerte penetra mi nariz. Cierto los ojos para tomar aire sin dejar de correr hacia el frente y cuando los vuelvo a abrir estoy cubierto de sangre de mounstros y partes de su cuerpo por mi guadaña.

No puedo usar mi poder de la sangre, sería muy peligroso. Así que solo corto como si fuera una máquina para matar. Cuando me derrumba o me hieren sigo peleando de forma violenta. Dejando salir toda mi furia y frustración.

Me he vuelto un monstruo. Quizás siempre lo he sido y hasta ahora lo puedo comprobar. Más cuerpo y sangre cubre mi cuerpo, es tanta la cantidad que no puedo diferenciarla de la mía que ha salido expulsada por las heridas que los monstruos han hecho en mí.

Una llamarada pasa a mi derecha a alta velocidad y destruyendo todo a su paso, cuando las llamas se han mitigado el hedor a carne calcinado es tan penetrante que debo retroceder, pero flechas de hielo comienzan a caer cerca de mí.

Es ese sujeto que lastimó a Kit.

Una furia incandescente dentro de mí despierta haciendo que todo mi alrededor se cubra de una flor escarlata sólida por mi sangre que ha salido con violencia masacrando a todas las criaturas cerca.

—Eres hombre muerto, vas a pagar por lo que le hiciste a Kit —murmuro hacia el tipo del hielo sin saber en donde está y sin importarme que estamos aliados en esto.

Dejo que la sangre que ha formado esa rosa a mi alrededor se vuelva líquida de nuevo.

Los monstruos a mi alrededor me miran aterrorizados sin saber si deben atacarme.

Los observo, ellos no me interesan ahora mismo, sin embargo en un parpadeo caen degollado al suelo.

—Llegas tarde, ángel de la destrucción —murmura Eris apareciendo de entre los cuerpos mientras sostiene la cabeza de una de las criaturas.

—No interfieras, soberana de la aniquilación, yo me encargaré de ellos —digo ante en enviar mi sangre hacia el cielo sobre las criaturas que se acercan y convertirla en una lluvia de balas que caen con fuerza sobre ellos.

—Eso nos dará tiempo —murmura Eris acercándose a mí— No paran de llegar, nunca había visto un ejército tan grande. ¿Qué está tramando la princesa?

Alguien cae cerca de mí haciendo que levante mi guadaña.

—Así que viniste, Ned, ¿que se siente volver a casa, el cuartel que te vio crecer? —murmura el tipo de las llamas. La última vez que nos vimos parecía que me conocía mucho más y ahora lo confirma.

—Pertenezco al cuartel cuatro —dejo salir mientras él se acerca envuelto en carcajadas.

—Te asignaron a él luego del accidente ¿lo olvidaste? —presiona inclinando una ceja mientras envía una bola de fuego hacia la cortina de humo que había creado mi lluvia de sangre.

Las llamas crean una barrera que impide el paso de las criaturas y que rápidamente es apoyado por la compañera de Paul quien elimina a los que se acercan.

El accidente...

Mi cabeza comienza a dolor tanto que quiero arrodillarse. Pierdo el equilibrio. Yo no pertenezco al cuartel uno, siempre he sido del cuatro.

—Por cierto, Ned, nunca espere volver a verlos a ambos juntos —menciona, pero no mira a Eris quien de hecho nos mira confundida.

Mi mirada se torna confusa.

—Pensé que no lo había conseguido, el informe del cuartel cuatro mencionaba que solo te encontraron a ti y a Daisy ese día —continúa como si yo tuviera idea de lo que esta hablando.

—Honestamente pensé que había muerto, por lo que imagino que su hermana debe estar feliz por su regreso —menciona con una sonrisa.

—¿Su hermana? —Inquiero.

—Daisy —responde.

—Daisy está muerta —sentencia Eris.

¿Daisy tiene un hermano?

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