Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

7. Sebastian Vettel (Alias: Mi Salvación)

-Mai, cariñito, ¿estás bien?
-Sí, Ryan, sí.
-Vaya carita se te ha quedado, guapa.
-Estoy flipando, Ray.
-¿Has visto un fantasmita?
-No, qué va, qué va, algo mucho mejor.
-¿Mejorcito? Entonces tú has visto un buen hombretón.
Asentí todavía con la boca abierta.
-¡Perra! ¡No seas egoísta! ¡Dime dónde está!
Me eché a reír sin poder evitarlo.
-Sígueme- le dije, haciendo un gesto con el dedo.
El chico se puso en modo incógnito (es decir, se puso las gafas de sol), y poniéndose de puntillas comenzó a caminar detrás de mí.
Llegamos al box de al lado, y asomándonos un poco en plan misión imposible, entramos en modo aguilucho.
La cara de Ryan era graciosísima.
-¿Es él... ?
-¡Claro que sí!- le respondí -¿A que está bien?-
-¿Bien? ¡Está como un tren!- Aquello último lo dijo tan alto que tuvimos que escondernos detrás de unos neumáticos para que el susodicho no nos viera.
-Es mucho más guapo en persona que en la tele, Ray.
-Pues ya sabes nenita- la mirada de mi amigo lo decía todo.
-Pero si dicen que es un creído...
-Y dime, de momento ¿Conoces a algún pilotito que no lo sea?
Suspiré -Bueno... Si te pones así... -
-¿Ponerme yo? Ponerte te pone a tí ese, pero vamos cielito, ¡te pone como una moto!
-¡Ryan!- me reí.
-Vamos a llamarlo.
-¿Cómo? ¡NO! ¡Qué vergüenza!
-Ala, ya has vuelto a ser la Madre Mai de Calcuta...
Hice un puchero.
-No me mires así Ray.
-Dile algo.
-No.
-¿Te gusta?
-¡Claro que sí!
-¿Entonces?
-Está trabajando Ryan...
-Pues cuando salga, cielín.
-¿Y qué voy a hacer?- le pregunté, mientras él me miraba como si fuera evidente- "Hola KMag, ¿te apetece tomar un café? Es que tenemos que enrollarnos"- dije, fingiendo una voz mucho más aguda que la mía.
Ryan se rió, apoyando su cabeza en mi hombro.
-Tenemos que volver al curro- le dije, guiándolo de nuevo a nuestro garaje.
Ryan gruñó, intentando no moverse del sitio, pero haciendo alarde de mi fuerza, tiré de él con todas mis ganas hasta que conseguí llevarlo de vuelta a territorio de Alfa Romeo.
Ray y yo estábamos subidos en el muro, sincronizando las pantallas, cuando Kimi apareció junto a su fisio y su mánager.
El chico no parecía estar cómodo; miraba al suelo, cuando él siempre miraba a los ojos.
Se estaba rascando la nuca mientras asentía metódicamente a lo que decían sus acompañantes.
-¡Raikkonen!- lo llamé desde el muro -¡Tenemos que ponernos a estudiar!-
El finlandés abrió mucho los ojos, y dejando plantados a los que iban con él se acercó a mí.
-Gracias- me susurró -Vamos a trabajar- dijo, volviendo a su habitual tono gélido.
Desde luego había cosas que hacer por todas partes, trabajo no faltaba, así que no me costó encontrar algo que hacer, y con lo que tener entretenido a Kimi.
No iba a preguntarle de qué le estaban hablando, ni mucho menos, más que nada porque sabía que no me iba a contestar; era una de esas personas a las que no hacía falta conocer mucho para darse cuenta de que no se abrían a la primera de cambio.
En el Albert Park se había hecho de noche; las luces de los boxes deslumbraban a todo aquel que recorriera el pitlane a aquellas horas. El trabajo de todos los equipos era desmesurado, completamente frenético. Kimi ya llevaba tres vasos de whiskey con hielo y yo media cajetilla de tabaco; estábamos sentados en la zona del muro, terminando de coordinar unos datos con las oficinas de Suiza, cuando un chico enfundado en un cortavientos de Ferrari se nos acercó.
-Buenas noches, chicos- sonrió.
Pero fue de esas sonrisas que no eran con la boca; sonrió con los ojos, unos ojos azules, preciosos y brillantísimos.
-Hola Seb- Kimi fue tan escueto como siempre.
A mí me temblaban las piernas.
Vettel era probablemente, junto con Alonso, mi referente en el mundo del motor; lo había admirado siempre muchísimo, tanto en la conducción como en lo personal.
¿Quién iba a decirme a mí que se me iba a presentar así, a secas y sin llover, uno de mis ídolos?
-No lo mires así, niña, no es un fantasma- Kimi resultó cortante.
Tragué saliva y bajé mi mirada al suelo, estaba roja como un tomate, seguro.
-No seas así, Raikkonen, la vas a asustar- dijo su amigo -Encantado, yo soy Seb- dijó mirándome, y dándome dos besos.
-Igualmente, yo soy Mai- le sonreí, esperando no haber tartamudeado mucho, porque estaba realmente nerviosa.
-Ya es tarde, Mai, vete a descansar ya, que aquí mi amigo te tendrá explotada- sonrió Vettel -Y tú y yo Raikkonen, ¿nos vamos de cena romántica?- le preguntó a su amigo, riendo y dándole una palmada en la espalda.
Yo me levanté para irme, y Kimi miró a Seb con una ceja alzada.
-Me has quitado a mi ingeniera- dijo el finlandés.
-Pero te he invitado a cenar.
-Vale, te lo paso- Raikkonen se levantó de un salto -Mañana a las 7 en la recepción, Mai- dijo serio.
-Sí, Kimi.
Vettel lo miró alzando una ceja, interrogante, como miras a un niño cuando se le ha olvidado dar las gracias.
-Buenas noches Mai... - refunfuñó el finlandés ante una triunfante sonrisa de su amigo.
-Descansa, Mai- se despidió Seb con la mano, guiñándome un ojo de forma cómplice.
-Hasta mañana, chicos- les sonreí mientras me marchaba hacia el garaje para coger mi maleta, que aún estaba allí desde que habíamos llegado.
Un taxi me llevó justo hasta la puerta del hotel, donde un botones me abrió la puerta con una sonrisa que correspondí.
Esa sonrisa se me borraría pronto, cuando descubriera que la recepción había cerrado ya, hasta el día siguiente...
Eso quería decir que no tenía habitación para aquella noche.
Me puse muy nerviosa, pero como la opción de dormir en los sofás del hotel no me pareció una buena idea, me calmé para llamar a Ryan.
-¿Qué pasa cielito? Me pillas haciéndome la manicurita.
Le expliqué al chico mi situación, y tras un fuerte ataque de risa, consiguió darme una solución.
-Vente a mi habitación cielín.
-Genial, Ray, gracias, ¿qué número es?
-Espera que mire la puertita.
Se oyó cómo el chico abría la puerta de su habitación.
-La 412, cariñito.
-Gracias otra vez, Ray, ahora subo.
Colgué el teléfono y subí a la planta 4.
Tirando de mi maleta por el pasillo, llegué a la 412.
Llamé a la puerta y esperé una respuesta.
Y sí, la respuesta llegó.
Pero no era ni mucho menos la que yo esperaba.
Aquel no era quien yo pensaba encontrar tras la puerta.
Ryan, ¡te voy a matar!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro