34. Mark Webber
La luz de Baku entraba por las ventanas del hospitality pese a que aquel día había amanecido nublado.
-¿Te dijo que le gustabas?
Asentí.
-¡Ay cielín qué ilusioncita!- dijo Ray sonriendo ampliamente -¿Y lueguito? ¿Qué pasó?-
Sonreí.
-Luego llegaron los niños.
-¿¡Cómo!?
-Robin y Rianna- aclaré.
-Ah... - asintió -Esos pequeñitos engendros son peorcitos que Satán-
-Pero si son un encanto, Ray- me reí.
-Eso lo dices porque no te han metido albondiguitas en un bolsito de Prada.
Me eché a reír con fuerza, yo hubiera hecho lo mismo.
-Entonces Maicita, ¿con Kimi...?
Negué.
-Con Kimi nada, no pudimos hablar más.
En realidad la repentina aparición de los dos rubísimos terremotos me vino bien; no hubiera querido precipitarme, y si no hubieran salido corriendo de aquella habitación, en aquel momento yo probablemente estaría dormida, abrazada al finlandés bajo las sábanas.
Respiré hondo, tratando de borrar la imagen de mi mente.
-¿Cómo llevas lo tuyo pichoncín? Ya sabes, el anillito y eso.
-Brilla- le sonreí mostrándoselo -Brilla mucho-.
-Yo no sé qué más señalcitas de los astros necesitas, cariñín, ¡si está claro!
-¿Le dijiste que lo habías dejado con Kevin?
Asentí.
-Se lo dejaste en bandejita de plata, Maicita, si no hubiera sido por las criaturitas esas del demonio...
-Ray...
-Lo siento nenita, pero no lo puedo evitar.
Mientras Ryan le daba un sorbo a su café, Vettel apareció, caminando nervioso hasta que llegó a nuestra mesa.
Se sentó, se levantó, y se volvió a sentar.
-¿Estás bien?- le pregunté.
-Sí, sí, muy bien- sonrió nervioso.
-¿Qué te pasa, corazoncín?
-Tengo una entrevista- dijo, pasándose las manos por el polo para quitarle alguna arruga -¿Cómo estoy?-.
-¿Quitando los dos litros de gomina que te has puesto en el pelo? Guapísimo- me reí.
-¿Me queda mal?- pareció asustarse de verdad.
-No te queda mal, pichoncín, pero no pareces tú- le dijo Ray, metiendo la mano entre los rizos del rubio y despeinando todo lo que pudo.
-Gracias- susurró.
-¿Desde cuando te pones así de nervioso por un par de preguntas? ¡Si van a ser las mismas de siempre! Fecha de retiro, renovación con Ferrari, nuevas opciones fuera de la escudería de Maranello... - enumeré, contando con los dedos.
-Ya bueno...
-¿Quién te entrevista?
-¿Cómo?- el alemán tragó saliva.
-Que quién te hace las preguntitas, cielín.
-Mark, Mark Webber- dijo con un hilo de voz.
-¿Tu excompañero?
-¿Cómo que mi ex?- estaba nervioso.
Ray y yo nos miramos.
-¿Qué tuviste con Webber, cariñito?
-¿Yo? Nada, ¡si nos llevamos fatal! Multi 21, ¿recordáis?- rio nervioso.
-Yo no me lo creo.
-Yo tampoco, rubito, desembucha o tendré que ir a preguntarle al guapito de Webber...
-¡No! A Mark no.
-Habla Vettel- pedí.
-Sois de lo que no hay, eh...- dijo, fortándose la cara con las manos.
-Estuvimos juntos- dijo con tono cínico una voz que se posó en los hombros del alemán.
Seb se puso de repente blanco como el papel, incluso juraría que se le había cortado la respiración de golpe.
-He venido a que me enseñaras todo esto- dijo Mark mirando a su alrededor -Ferrari está a todo lujo ¿eh?-
Lo estaba, efectivamente, por eso Ray y yo lo aprovechábamos cuando podíamos.
Vettel no respondía, seguía con la vista clavada en la mesa y un gesto de pánico increíble.
-Oh, venga Seb, ¿no me vas a decir nada?- las llemas de los dedos del australiano rozaron el cuello del rubio, quién casi como si le hubieran dado una descarga, se apartó con velocidad.
-¿Estás bien?- le pregunté en un susurro.
El chico me miró, suplicante.
Mi reacción fue mirar a Ray, a quien no le hizo falta que dijera nada más.
-Oye Mark, ¿sabes que eres mucho más guapito en persona que en la tele?- Ryan se levantó, poniéndole una mano a Webber en el hombro -Yo si quieres te enseño todito lo que hay por aquí-.
-¿Todo?- preguntó Mark.
-Todo.
Ray me miró sin creerse que aquello hubiera sido tan fácil, el australiano miró a Seb fugazmente y siguió a mi amigo cogiéndolo por la cintura.
-Dios, gracias...- por primera vez Seb respiraba tranquilo -Pero Ray... -
-Ray estará bien, te lo aseguro- dije, quitándole importancia -¿Me cuentas qué pasó?-
Vettel asintió -Mark y yo salimos algún tiempo- dijo con mucho esfuerzo -Él es... Tóxico, manipulador, egoísta, tal vez- suspiró -Pero yo no quería verlo-.
-Y lo pasaste mal- completé.
-Me dolió mucho; si enamorarse de un hetero es malo- dijo, refiriéndose a Kimi -hacerlo de alguien que solo quiere aprovecharse de ti es mortal- sonrió con amargura -Yo era un crío aún, y pensaba que aquello era amor, pero no podía estar más equivocado-.
Cogí su mano con fuerza, intentando animarlo.
-Me clavó tantos puñales en la espalda que aún tengo las cicatrices- susurró -Se fue con quien más me odiaba en aquel momento, redundante, ¿no? El que yo creía el amor de mi vida aliado con un tipo que me hubiera deseado la muerte-.
-Alonso...- suspiré.
-Alonso- confirmó -El bueno de Alonso... - rió, haciéndole florituras al nombre.
-Cuando tuve que aprender a vivir sin Mark acechándome como una sombra, me di cuenta de que prácticamente me habían salido alas, era libre de decir, hacer y sentir lo que quisiera- sonrió, cerrando los ojos -Hice mi último año en Red Bull y llegué aquí, a Ferrari, con tantas ganas de comerme el mundo, que el mundo amenazaba con comérseme a mí- en cierto modo, aquello me recordó a mí misma.
-Y aquí conociste a Kimi- sonreí.
-Y aquí conocí a Kimi- repitió, sonriendo de lado con un brillito azul en sus ojos -Sé que me quiere, aunque lo haga a su manera, y aunque la forma de querer no sea la que yo busco, él siempre está ahí para echarme una mano-.
-¿Por qué no le dices nada?
-Porque le gustas tú, Mai- sonrió mirándome a los ojos.
-Pero tú estabas antes, tal vez...- no me dejó terminar la frase.
-¿Qué tal anoche?- preguntó.
-Si seguro que ya te lo ha contado- me reí.
El sonrió asintiendo -Siento lo de los niños- rió -Se me escaparon cuando oyeron a Kimi-.
-Fue bonito- susurré.
-¿Te gusta?
Suspiré -Claro que me gusta, Seb-.
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