Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

25. Gas!

Rugidos de motor.
Pero no a los que yo estaba acostumbrada.
Kevin había venido a visitarme a Suiza, y juntos habíamos decidido ir a una competición de motocross que se celebraba en un pueblo cercano a la fábrica.
Las motos siempre me habían llamado mucho la atención; sentía que te daban más libertad que el coche a la hora de conducir, aunque claro, tampoco podía dar muchos datos, porque lo que es conducir una moto no lo había hecho nunca.
El trazado que estaba marcado para la competición era relativamente circular, y no muy grande, tampoco había muchos participantes, pero los saltos y las rampas que había preparados eran una pasada. Nosotros estábamos colocados en una especie de colina que había en el centro del recorrido desde donde se podía ver todo.
-Siempre preferiré los coches- suspiró Kevin pasando su brazo por mi cintura.
-¿Por qué?
-No sé- sonrió -Es como... Tener superpoderes- sonrió.
-¿Entonces eres mi súper héroe?- le pregunté, sonriendo de lado.
-Soy lo que tu quieras que sea, preciosa- susurró, para justo después besarme con cuidado.
-¿Qué ibas a decirme el otro día?- le pregunté.
-¿Cuándo?- Kevin se hacía el despistado.
-El día de la videollamada, cuando vino Ray.
-Ah, sí- asintió con cierta risa nerviosa -No es nada importante, no te preocupes-
-¿Seguro?- pregunté, viendo que el chico no estaba muy convencido.
-Seguro- dijo, me besó la mejilla y para cuando quisimos darnos cuenta, las motos se habían alineado en la salida.
No había megafonía que comentara qué estaba sucediendo en pista, o cómo iba la clasificación, así que la tensión era máxima, aunque de todas formas, no conocía a ninguno de los corredores.
En un momento dado, un calambrazo sacudió mi mano izquierda con violencia, aunque no había nada que aparentemente lo hubiera provocado.
O sí.
La piedra de luna brillaba bajo la luz del sol, reflejando un azul brillante prácticamente hipnótico.
-Es muy bonito- dijo Kev, fijándose en el anillo que yo también miraba -¿Un regalo?-
Asentí.
-¿De Ryan?
-De mi madre- mentí, aún sin saber la procedencia de la joya -Para... Que me acuerde de ella- sonreí intentando sonar convincente, y sabiendo perfectamente que cualquiera que me conociera bien sabría que no me hacía falta un anillo para acordarme todos y cada uno de los días de la mujer que me trajo al mundo.
Uno de los motoristas era realmente bueno, aún teniendo en cuenta que aquello era una competición amateur, un poco de andar por casa. El corredor vestía de negro completamente, y llevaba un casco que variaba entre tonos rojos, blancos y negros.
Estaba segura de que me sonaba de algo, de que lo había visto antes, pero estaba tan centrada en los saltos que hacían los pilotos al llegar a un distanciamiento entre dos colinas, que la idea de que fuera un conocido tenía que conformarse con permanecer de forma intermitente en mi cabeza.
También había un niño, tendría unos 5 o 6 años como mucho, dudaba que fuera más mayor. El chavalín se sentía cómodo en la moto, se notaba, se le veía suelto y todo sea dicho, apuntaba maneras; velocidad, técnica, seguridad... Corría mejor que muchos de los adultos inscritos.
La competición avanzaba, algunos pilotos quedaban atrás, descalificados o levemente accidentados, solo los mejores seguían, efectivamente, el niño entre ellos, Kevin no le quitaba la vista de encima.
Mis ojos recorrían todo el trazado, pero por algún motivo, siempre recaían sobre el piloto del traje negro, mirara donde mirara, él siempre estaba ahí; saltando, derrapando acelerando.
Para mi sorpresa, la competición no tenía podio. ¿Cómo era posible? ¡El champán era lo mejor!
Todos los pilotos hablaban entre ellos, justo al lado del lugar donde sus motos descansaban aparcadas.
De nuevo, como si tuviera un radar, me di la vuelta, y mis ojos vieron al motorista del traje negro, esta vez junto al niño, aunque ambos llevaban el casco todavía. Chocaron las manos y se abrazaron.
-¿Padre e hijo?- me preguntó Kev.
-Tal vez- suspiré -No vamos a ir a preguntar tampoco- me reí dándome la vuelta para mirar a mi acompañante.
Kevin me guiñó un ojo divertido -No te va a hacer falta ir-
-¿Cómo?- pregunté.
De pronto, de nuevo, un chispazo en mi mano izquierda cortesía de la piedra esa mística, me hizo darme cuenta de que algo estaba pasando.
-Mai.
No era Kevin.
Mierda.
-Hola- sonreí nerviosa girándome hacia el recién llegado.
Era estúpida.
¿Cómo no iba a sonarme el casco que veía todos los domingos?
-¿Te ha gustado?- preguntó -La competición, digo- añadió al ver que me ponía tan roja como un tomate.
-Sí, sí, muy... Interesante- sonreí nerviosa.
Kevin miraba al suelo con el ceño fruncido, desde luego la situación no le gustaba en absoluto.
Para mí tampoco era cómodo, no sabía cómo mirar a Kimi a la cara, y menos al chiquillo que estaba a su lado. El corazón me iba tan rápido que me iba a explotar, me ponía nerviosa no saber qué hacer.
-Oí en la fábrica que el otro día fue tu cumple- dijo quitándose el casco y rovolviéndose el pelo.
-Sí- susurré, esperando que no se le diera mucha importancia al tema.
Los ojos color mar de Kev se posaron en mí sin decir nada, con un gesto entre incredulidad y "uy la he cagado".
-Llego un poco tarde, pero felicidades de todas formas- intentó sonreír, aunque solo consiguió una mueca.
Sería la falta de costumbre...
-Toma, quédatelo- dijo tendiéndome su casco -Como regalo-
Sonreí agradecida, olvidando por primera vez lo incómoda que estaba siendo aquella situación. Aunque el roce de los dedos de Kimi con los míos cuando fui a coger el casco me devolvió directamente a la realidad, de golpe, sin cuidado.
Ahí estaba de nuevo, sobre mi mano, una marca azul pálida, con la forma perfecta de los dedos de Kimi, que me helaba la sangre a su paso por esa zona.
Todo paró por un momento, y me vi con el casco entre mis manos, a Kevin mirándome de reojo, a Kimi forzando una mueca que parecía una sonrisa, y a su pequeño hijo tirando de su traje con intención de marcharse cuanto antes.
¿Sabía qué hacer?
Desde luego que no.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro