24. Más Cerca De Los Astros
-¿Entonces tu amiguito es un vampiro?- me preguntó Ray refiriéndose a Kurt, y bajando la voz para que no nos oyera la azafata que pasaba a nuestro lado.
Me reí sin poder evitarlo -No es un vampiro-
-¡Pero si es de Transilvania!
-En Transilvania no solo vive el Conde Drácula, Ray.
-¿¡El Condecito Drácula es de verdad!? ¿¡Te lo ha dicho Kurt!?
Mi amigo a veces era más inocente que los niños.
-Ray, que yo sepa, los vampiros no existen- dije intentando tranquilizarlo.
-Tampoco creías en las brujitas y ahora me vienes con que tu amiguito ha salido de Hogwarts...
-Yo no he dicho eso- suspiré riendo.
-Su madre es bruja ¿no? Pues lo mismito es.
-La cuestión es, Ray, que esto es bueno- le dije, señalando el anillo que ya decoraba mi dedo corazón izquierdo.
-Explícate- pidió él, haciendo un puchero.
-Kurt me contó que esta piedra, es una piedra de luna.
-¿¡De la lunita!? ¿Y quién te la ha traído desde tan lejos?
Facepalm...
-Es un mineral de aquí, de la Tierra Ray, pero se llama piedra de luna por su apariencia; cambia de color según la forma en la que le dé el sol- dije, pensando en lo azulísima que era la primera vez que la había visto -En principio, los colores varían dependiendo de mi estado de ánimo, más brillantes si estoy bien, y más opacos si estoy mal- terminé.
La cara de Ryan mostraba disconformidad absoluta.
-¿Y es buena o mala?- preguntó.
-Buena, muy buena según Kurt, me dijo que se usaba mucho en la magia blanca, la buena, la que ayuda.
Ray suspiró con profundidad -¿Y tú qué tienes que hacer? ¿Vender tu alma al diablo?-
-¡Ray! ¡Si tú eres un fanático del Tarot!
-Pero no es lo mismo, cariñito...- se le veía preocupado.
-Atrae las buenas vibraciones, y ojo, lo más importante- dije, haciendo énfasis en esto último -la madre de Kurt tuvo sus escarceos también como curandera, y dice que es muy eficaz contra el asma-
Los ojos de Ray estaban muy abiertos -Alguien debe de conocerte muy bien, cariñín- susurró.
De pronto, su semblante cambió a uno mucho más enigmático -Ha llegado el momento Maicita-
-¿De qué?
-De que te haga tu primera tiradita del Tarot.
-¿Aquí?- pregunté extrañada, intentando hacerle ver que un avión en marcha tal vez no era el mejor lugar para sus dotes de videncia.
-¡Claro! ¿Dónde mejor, cielín? ¡Si ahora estamos súper cerquita de los astros!
Su respuesta era de esas que no aceptaban réplicas, por lo que me limité a observar cómo el chico sacaba de su bolso un tapete, que colocó en la mesita desplegable, un mazo de cartas que tras un momento de lo que creí era meditación repartió en círculo sobre el tapete, y un pedrusco del tamaño de un puño que colocó en el centro del círculo de cartas.
-¿Qué coño es eso Ryan?
-¿El qué? ¿La piedrecita?
Tuvo valor de llamarla piedrecita... Como si fuera pequeña.
-Sí, la... La piedrecita.
-Es un ojo de tigre, no viene mal una ayudita con la clarividencia cielito, y proteje contra males de ojo- dijo, susurrando esto último.
-¿Me quieres decir... Que llevo media hora intentando explicarte una piedrecita del tamaño de un guisante, para que tú ahora me vengas con un trozo del Himalaya?
-Nada del Himalaya cielito, viene de Sudáfrica- me corrigió.
Respiré hondo, intentando no tirar a mi amigo por una de las escotillas del avión, y cuando me hube calmado le indiqué que continuara con sus cosas de vidente.
-La verdad es que si que te noto los chakras más relajaditos Maicita- asintió -Ahora tienes que dejar tu escepticismo de ladito y confiar en los astros, ¿vale?-
Yo en aquel momento estaba ya abierta a todo, a los astros, los chakras, las piedras mágicas... Aunque si la primera carta que destapó Ryan no hubiera sido la muerte, me hubiera quedado más tranquila.
-No te asustes cariñito, no te vas a morir, es el Arcano mayor número 13, indica un cambio muy repentino pero que normalmente suele ser bueno- me tranquilizó él.
La sesión continuó con relativa normalidad, o al menos, con la normalidad que se espera de una tirada de Tarot; el resumen se basa en que voy a sufrir un cambio radical que en principio va a ser bueno, que tengo que intentar superar mi ansiedad y mis inseguridades, un nuevo comienzo de algo muy "espiritual y profundo" y cierta adicción a algo que los astros no quisieron revelarme.
Ah, sí, y una elección amorosa que supuestamente el destino ya ha elegido por mí...
Estaba apañada, si resultaba que todo aquello se acababa cumpliendo.
"Mai, céntrate, tienes que creer" me repetía a mí misma una y otra vez. ¿Cómo era posible que sintiera lo que sentía con aquel anillo en el dedo si todo lo que lo rodeaba no era real?
Espera, "un nuevo comienzo de algo muy espiritual y profundo", es lo que habían dicho las cartas, ¡lo habían dicho! ¿Dónde me estaba metiendo?
En ese momento pensé en Kurt, con su mano dada a la mía, la noche anterior en Gran Vía; era sincero, lo sabía, lo tenía claro, tenía que confiar si quería dar respuesta a todas las preguntas que me generaba la energía de aquella piedra que ahora adornaba mi dedo.
Entonces, me acordé de mamá, de la de velas que había puesto por mí cuando tenía exámenes, o cuando me veía en problemas, y lo tuve claro; todos tenemos que agarrarnos a algo si no queremos que el tren de la vida nos arrastre por una eterna vía sin rumbo...
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