21. Just Bring It Home
Domingo, día de carrera, salíamos desde la decimoquinta posición.
La qualy fue mala, la noche del sábado al domingo, peor.
Me escocían los ojos como arde la sal en una herida abierta, y mis oscuras ojeras hacían juego con los turbios nubarrones que cubrían el cielo de Hanoi aquella mañana; no había dormido nada.
El coche de Kimi rechazaba el mapa motor que habíamos elegido para la qualy, e indagando un poco, nos fijamos en que también denegaba el acceso al que teníamos pensado usar en la carrera.
Se me cayó el mundo a los pies, pero una vez más, respiré hondo, y renuncié a mis pobres e inocentes horas de sueño, que siempre se acababan viendo perjudicadas por mi apretada agenda y la exigencia de mi trabajo.
Toda la noche habíamos tardado en detectar el fallo; fue hacia el amanecer, ahí cuando la luz del sol nos permitió apagar la de los fluorescentes, cuando nos dimos cuenta de que el problema estaba en cómo se habían mandado los mapas motor desde la fábrica, por algún motivo, el archivo se había dañado y no funcionaba al intentar ejecutarlo en el monoplaza.
La solución que tomamos fue la que hubiera elegido cualquier informático; reiniciar el sistema operativo y solicitar a Suiza una copia de los archivos corruptos.
Toda la noche para algo tan simple... Desde luego, no hubiéramos tenido aquel drama si el software que usábamos en la fábrica hubiera estado actualizado, pero los jefes no parecían dar importancia a aquello que físicamente no se cayera a trozos.
Estaba encendiendo las pantallas del muro cuando empezaron a caer las primeras gotas. Yo llevaba únicamente el polo y una sudadera finita, que era lo poco que incluía el uniforme de Alfa Romeo. Entre el frío que recorría el Paddock, y la lluvia que estaba empezando a mojar la pista, me estaba quedando helada.
Aún no había mucha gente por allí, nosotros habíamos sido los primeros, que en cierto modo, era lógico, porque no habíamos llegado a irnos.
Un chubasquero negro que me quedaba notablemente grande me cubrió los hombros.
-Gracias, Kev- sonreí, reconociendo el logo de Haas en el abrigo.
-Te vas a constipar más de lo que estás- sonrió.
-Tendré que tener cuidado de que Frederic no me vea- susurré.
-¿Y eso?
-Su ingeniera de pista con un chubasquero de la competencia directa ¿estás loco?- me reí.
Kevin hizo un gesto pensativo -Tendremos suerte si te manda con nosotros- sonrió.
-No me necesitas para hacer un carrerón.
-Te necesito más de lo que crees, Mai...
Miré al chico con una ceja alzada, sus ojos azules sonreían con leve amargura.
-Me voy ya, preciosa, nos vemos cuando acabe esta locura...- dijo señalando al cielo, cambiando de tema, y caminando hacia el garaje de los de Steiner.
-¡Kev!
-¿Sí?- sus ojos brillaron cuando se giró.
-Mucha suerte.
No contestó, solo sonrió y se fue, empapándose con la lluvia, porque una ingeniera de pista de Alfa Romeo llevaba su cazadora...
-Nenita, ¿vestidito nuevo?- dijo Ryan, refiriéndose al abrigo que a mi escaso metro sesenta le venía grande.
-Buenos días, Ray.
-Ya veo que medio garaje no habéis dormido ni un poquitito- dijo, mirando a la parte del equipo que trabajaba el coche de Kimi, todos apoyados en las paredes y sentados en el suelo, cansados, pero esperando órdenes para seguir trabajando.
-Ha habido problemas.
-Sí, sí, súper clarito lo tengo- asintió, mientras me escaneaba de arriba a abajo -Como te vea la bolita de billar así...-
-Me lo quitaré cuando vuelva al garaje- suspiré -Estas pantallas tardan una eternidad en encenderse-
-Eso lo soluciono yo en un momentito, cielín- el chico se acercó a la torre de control que administraba todas las pantallas y le soltó un guantazo monumental que hizo temblar todo el muro -¡Esto por ser tan lentas!- gritó -¡Y esto porque Maicita y yo nos estamos mojando por vuestra puta culpita!- y arreó otro golpe.
Efectivamente Ray era un tipo raro, ¡pero ojo! Muy efectivo. Las pantallas se iniciaron a la velocidad de la luz.
Chocamos las manos y fuimos a dirigirnos al garaje cuando una voz estridentemente ridícula se hizo notar sobre los truenos que ya retumbaban entre los edificios de la ciudad de Hanoi, se estaba preparando una buena, y no hablo solo de la tormenta.
-¡Tú! ¡La de Haas! ¿De qué te crees que vas? ¡Vete a tu puto garaje y deja de espiar!- Frederic gritaba sin remedio.
-Señor...- murmuré girándome hacia él -Soy yo-
-¿Martín? ¡Quítate esa basura de encima ahora mismo!
-Pero señor... nosotros no tenemos abrigo.
-¡Búscate otra solución! ¡Ponte uno de Ferrari! ¿¡Cómo se te ocurre Dios mío!?
Me escabullí al garaje de al lado a devolverle su chubasquero a Kevin, y para cuando volví, Ray ya había conseguido un abrigo de Ferrari para él y otro para mí, aunque no quiso decirme de dónde habían salido. La verdad es que yo tampoco insistí mucho...
La carrera estaba a punto de comenzar, los coches ya estaban en la parrilla de salida y nosotros preparados en el muro. Kimi salió del garaje con paso ligero pero firme, se detuvo un instante, clavando su mirada en mí, y al ver que yo no le devolvía el gesto, continuó caminando hasta que saltó a la pista por un hueco entre las vallas.
Yo estaba ocupada, pero no mirando telemetría, ni escuchando a la bola 8, ni hablando con Ray, estaba ocupada mirando mi mano derecha, cualquiera pensaría que estoy loca, pero estaba segura de que mi mano estaba marcada; una silueta de un azul pálido se dibujaba sobre mi piel.
Yo sabía perfectamente lo que era, aunque sinceramente, hubiera preferido no saberlo.
Los dedos de Kimi seguían ahí, o al menos, yo lo sentía así.
-Mai cariñito, ¿pasa algo?
Esta era mi oportunidad de comprobar si realmente necesitaba estar en un manicomio.
-¿Ves algo?- le pregunté a Ryan mostrándole mi mano.
El chico abrió mucho los ojos, conteniendo un grito de entre asombro y terror.
-¡Mai cariño! Esto tiene que ser una bromita.
Eso quería decir que veía lo mismo que yo, ¿no?
-Uf cielín es que me agobia mucho- dijo, dándose aire con su propia mano -¡Ese colorcito de uñas que llevas es de la temporadita pasada!-
Se me cayó el mundo a los pies.
¿No lo veía? ¿Sólo era yo?
En ese momento recordé el mal rato que había pasado el día anterior, encerrada en el baño, y me di cuenta, de que también había visto las marcas ahí, en la cintura, por la cara...
¿Qué mierda quería decir aquello?
El sonido de los motores al comenzar la carrera consiguió llevarme de vuelta al pitlane de Hanoi, de golpe, como si un bucle en el que llevara media hora dando vueltas me acabara de escupir allí.
Kimi hizo una buena salida adelantando a Giovinazzi y Grosjean, a quienes les patinaron los neumáticos pese a que como todos, llevaban los de lluvia extrema.
Teníamos la relativa ventaja, de que los entrenamientos libres no habían servido a nadie de mucho, puesto que la previsión de lluvia no se había contemplado ni como la más remota posibilidad.
Resbalando en la lluvia, Daniil Torpedo Kvyat salió con tanto impulso de la última curva que se llevó consigo el monoplaza de su compañero Pierre Gasly; la prensa iba a tener carnaza suficiente para una buena temporada...
Para la vuelta 15 no eran solo los Alpha Tauri los que habían sentenciado su domingo; Lando Norris había caído tras un fallo de motor relacionado con la bujía, Latifi por su parte parecía sucumbir ante la presión de la Categoría Reina, y había entrado pasado de velocidad en la curva más técnica del circuito.
La lluvia sacaba lo mejor de la Fórmula 1, exprimía los coches y a los pilotos al máximo.
Sobre la vuelta 20, la idea de la parada se hacía inminente; por algún extraño motivo climatológico, media pista estaba seca, y en un descuido, Kimi había bloqueado de forma exagerada el neumático delantero derecho, os lo podéis imaginar; un plano como una catedral en unas gomas ya más que gastadas...
-Raikkonen, box, box.
No hubo respuesta.
-Raikkonen, he dicho que box, box.
El finlandés había pasado un par de veces ya por la entrada a boxes y había ignorado por completo nuestra llamada.
Suspiré irritada y volví a intentarlo -Box, box, box, box-
Una vez más.
Silencio.
Mis dedos tamborileaban nerviosos sobre el portátil, mientras mis ojos se concentraban en la notable subida que estaban experimentando los tiempos de Kimi, cada vez iba más lento, tenía que estar dándose cuenta, la vibración que debía estar produciéndole el plano de la rueda tenía que ser brutal.
¿Por qué narices no contestaba?
Probé una última opción, a la desesperada -Raikkonen, Vettel ha tenido un accidente-
-¿¡Qué dices cariñito!?
-Tranquilo Ray, quiero ver si contesta.
-Pero si es mentirita.
-Lo sé, pero... Hazme caso.
No hubo respuesta.
No la hubo.
¿Sabéis qué quería decir aquello?
Hubiera apostado todo al rojo si de la ruleta de un casino se hubiera tratado; no nos estaba oyendo, se había tenido que estropear la radio.
La bola 8 del billar por supuesto pasó de mí, diciendo que a Kimi no le gustaba que le hablaran por radio (qué irónico que me lo dijera él).
Me escabullí hasta la verja que separaba el pitlane del trazado del circuito y busqué con la mirada la pizarra que se usaba para comunicarse con los pilotos. Sí, como se hacía hace eones, cuando los pilotos aún miraban la valla a su paso por meta.
Prácticamente tuve que quitarle el polvo a aquel parapeto, que ahora aunque se usaba, su función era únicamente la de marcar tiempos, para reservar los datos importantes a la privacidad que daba la radio.
Tenía que darme prisa, el tiempo se me echaba encima.
"No Radio Kimi, Box"
Con aquello servía, ¿no?
Crucé los dedos mientras sacaba la pizarra a pista por uno de los agujeros de la verja.
Kimi hizo su paso por meta, mientras yo rezaba todo lo que me sabía para que el chico mirara hacia donde me encontraba.
Los mecánicos estaban preparados, en el garaje todo el mundo contenía la respiración, a mí me latía tan fuerte el corazón que no me hubiera extrañado que se me hubiera salido del pecho.
Últimas curvas del piloto finlandés antes de volver a pasar por la línea de meta.
Se me escaparon un par de discretas y aliviadas lágrimas, cuando el Alfa Romeo de Kimi se dejó ver haciendo su entrada en el pitlane.
Pitstop rápido, conciso, perfecto.
Nuestros mecánicos hacían un trabajo brutal, Raikkonen ni siquiera había perdido posición al entrar a hacer la parada.
Nos habíamos colado décimos para la vuelta 47, si todo seguía como esperábamos, Hanoi nos dejaría un buen sabor de boca pese a los incidentes que habíamos esquivado.
Sabía que Kimi podía dar más de sí, lo tenía claro, clarísimo, y me propuse intentar presionar al Iceman, poner nervioso al impenetrable Kimi Raikkonen.
¿Sinceramente? Creo que lo conseguí.
Volví donde había dejado la pizarra, y cambié las letras.
"Just Bring It Home, Kimi"
Me reí de mi propia ocurrencia, sabía que cuando el finlandés viera aquel mensaje querría demostrar que tenía más para dar, que aún no lo había enseñado todo, que no iba a conformarse con un único punto.
Volví al muro, fijando los ojos en la pantalla de tiempos.
Kimi recortaba milésimas, décimas, incluso segundos. Acababa de rebasar sin problemas el Racing Point de Checo Pérez, y estando en la vuelta 50, se aproximaba peligrosamente a Carlos Sainz.
Hasta que pudo con él.
En el pitlane temblábamos, ya no me quedaban uñas para morderme y el silencio aplastaba los pocos murmullos que se oían.
Vuelta 52, Ocon debía estar sufriendo al ver a Kimi asomarse por su retrovisor, o al menos debió sufrir hasta que el finlandés lo adelantó con la velocidad de un avión militar.
Vuelta 55.
Todos los sectores pintados de morado por un Alfa Romeo.
Vuelta rápida para el equipo filial de Ferrari.
Y al fin,
Meta.
Todo el equipo en la valla de metal, recibiendo al gran campeón del día, a nuestro gran campeón; Kimi Raikkonen, que sumaba seis puntos al marcador del campeonato.
No tenía ni idea de lo que acababa de pasar, y eso era lo mejor, que la Fórmula 1 era tan impredecible, que cualquier cosa era posible.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro