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16. Mientes Fatal

-No pienses en él, ya se le pasará si quiere- me dijo Kev cuando le conté la horrible semana que llevaba en Suiza con Kimi; si parecía que había empezado a ganar algo de confianza con él, era todo un espejismo, había vuelto a las andadas, siendo el mismo rancio que me encontré el primer día.
Habíamos llegado a Vietnam con prácticamente una semana de tiempo. Estábamos tumbados en la cama, en el hotel; yo mirando hacia arriba, y Kevin a mi lado, de costado, pasando sus dedos por mis brazos con suavidad. El chico llevaba una camiseta blanca amplia y unos vaqueros, su pelo rubio estaba despeinado, y brillaba con el sol que entraba por la ventana.
Ambos sonreíamos mirándonos, me encontraba realmente cómoda con el danés.
El momento de magia se rompió cuando alguien llamó a mi puerta.
Kev y yo nos miramos, y cerrando los ojos con fuerza, me levanté a abrir.
-Hola Mai- me recibió la sonrisa de Seb.
-Hey Vettel- saludé tras respirar hondo.
-Necesito un favor...
-Ya empezamos...
Él me miró con esos ojillos suyos, tan brillantes como los de un niño.
-¿Qué pasa?- le pregunté.
-Kimi se ha puesto malo.
-¿Tengo que avisar a los pilotos de reserva?
-No, no, no es eso lo que quiero pedirte.
-Suéltalo, Seb.
-Lo estaba cuidando yo, pero tengo una reunión ahora con el equipo y... No puedo quedarme con él.
Mi cara debió ser un poema.
-No Vettel, no, no, no, nada de eso. ¿Sabes acaso lo bien que me trata tu amigo?
-Será solo un rato, lo prometo.
-Solo le hace falta un rato para soltar alguna frialdad de las suyas, y dejarme mal para toda la temporada.
El chico suspiró, apoyándose en la pared.
-Por favor Mai...
-Te he dicho que no.
-Solo será un ratito, lo prometo.
Suspiré -¿Cuánto es un ratito?-
-Un par de horas, tal vez.
-¡Pero si eso es prácticamente todo lo que queda de mañana!
El chico bajó la mirada al suelo, como si su única opción acabara de desvanecerse. La decepción se abrió paso entre el azul de sus ojos, y una mueca descontenta sustituyó su habitual sonrisa.
En el momento en el que parecía que iba a darse por vencido, hablé -Tráemelo, pero que sepas que lo hago por ti, no por él-
Su sonrisa volvió, el chico me abrazó con fuerza y me dio las gracias mil veces.
Supe entonces que Seb haría cualquier cosa por Kimi, aunque el finlandés no se hubiera dado cuenta.
-¿Qué pasa, nena?- preguntó Kev cuando cerré la puerta.
-Va a venir Kimi, está malo.
Sus ojos se abrieron como platos -¿Será broma no?-
Negué con la cabeza y Kevin se llevó las manos a la cara respirando hondo.
Seb no tardó en traer a su amigo a mi habitación, Kimi estaba más pálido de lo normal, iba enrollado en una manta y caminaba arrastrando los pies, dando un estornudo cada cinco pasos exactos.
Cuando el finlandés entró en la estancia, los ojos de Kevin se posaron sobre él, desafiantes por encima de todo.
Las miradas de ambos chocaban; la de Kimi, más clara, rebosaba altanería pese a su situación, la de Kevin, más oscura, marcaba territorio.
-A ver, vosotros dos, me os relajáis- pedí, mirándolos.
Ellos desviaron su vista al suelo, ambos, como niños reprendidos.
El ambiente era tan tenso, que se rompió en pedazos cuando el sonido del móvil de Kev retumbó en la habitación.
-Cada día odio más a Steiner- susurró cuando colgó.
-¿Qué pasa?- le pregunté, sentándome a su lado en la cama, con la espalda apoyada en el cabecero.
-Tengo que ir al garaje.
-¿La sesión de fotos?- le pregunté.
Él asintió.
-Espero que se te dé mejor posar que conducir, Magnussen- dijo la fría voz de Kimi.
El danés pareció ignorarlo.
-¿Te importa que me cambie aquí? Así ahorro tiempo- me preguntó Kev mirándome.
-Sin problema- le sonreí, apretándole la mano.
El danés se metió al cuarto de baño para ponerse el mono, y Kimi y yo nos quedamos solos.
-No te ha hecho nada- le dije.
-¿Y?
-Podrías ser algo más amable.
-Bwoah, mucho trabajo.
Suspiré -No seas arrogante-
Él rió sarcástico.
Yo me ponía cada vez más nerviosa.
Como si lo supiera, Kevin salió del baño con velocidad.
-Estás muy guapo- le dije mirándolo sonriente mientras me ponía de pie.
-Con ese mono parecéis mecánicos- dijo Kimi sin ni siquiera mirarlo.
El danés lo ignoró de nuevo.
-Gracias, preciosa- sonrió, colocándome un mechón de pelo detrás de la oreja.
Su mirada bajó a su muñeca para mirar el reloj, maldijo en danés y me miró -Tengo que irme ya-
-Ya les dirás que me manden las fotos- reí.
-Depende de cómo salga- sonrió Kev.
-Guapísimo, como siempre- dije, peinándolo un poco.
Sin mirar a Kimi, pero sin olvidar que estaba ahí, Kevin me sujetó por la cintura, y acercándose a mí, me besó con cuidado.
-Te veo luego- sonrió justo antes de irse, mientras yo me despedía con la mano.
-¿Se puede saber qué coño te pasa?- le pregunté a Kimi nada más cerrar la puerta.
-Nada.
-No me jodas, Raikkonen, me tienes harta.
-Si quieres me voy.
-No puedes irte.
-No te entiendes ni tú.
Suspiré con profundidad -Lo hago por Vettel, no por ti, que te quede claro-
-¿Te gusta?
-¿Qué? ¿Quién?
-Sebastian.
-Claro que no.
-¿Y Magnussen?
-No te importa.
Kimi levantó una ceja, sonriendo de lado con ironía.
Un estornudo del chico rompió su aura de cinismo, y no pude más que estallar en una enorme carcajada.
-¿Qué te pasa conmigo?- le pregunté cuando me hube recuperado.
-Nada.
-Mientes fatal.
-No miento.
-Retiras la mirada cuando lo haces, y tú siempre miras a los ojos.
Él miró hacia abajo de nuevo, de forma inconsciente.
-Consigo que me trates bien, me siento cómoda contigo, y al día siguiente me hundes en la miseria.
-Lo siento- eso lo dijo mirándome fijamente a los ojos.
-Tú sabrás, yo paso de movidas- dije, sentándome despreocupadamente en una esquina de la cama, mirando hacia la ventana.
Él no supo reaccionar; probablemente no estaba acostumbrado a lidiar con toda la naturalidad con la que yo me comportaba. No quería saber nada de problemas, y si los había, intentaba solucionarlos cuanto antes, sin pensarlos mucho.
Kimi seguía sentado en su silla, en una esquina, mirando al suelo y sin soltar la manta en la que estaba envuelto.
-Ven aquí anda- le dije suspirando, intentando sonar dulce, para volver a empezar a ganarme su confianza desde cero.
Él me miró, con los ojos entrecerrados pero sin fruncir el ceño.
-Vamos... - insistí, con la misma delicadeza que usaría para dirigirme a un niño.
Kimi se levantó, y caminando con la escasa holgura que le dejaba la manta, se puso a mi altura.
-Métete en la cama y descansa un rato, te irá bien.
-Pero es tu cama.
Reí -No te voy a hacer nada, Kimi-
Retiré el edredón y el chico se metió entre las sábanas, acurrucándose.
Habían pasado diez minutos y el finlandés no había parado de dar vueltas en la cama, de taparse y destaparse, de cambiar de posición...
-¿Necesitas algo Raikkonen?- le pregunté desde el escritorio, donde yo me dedicaba a repasar datos de telemetría en mi portátil.
-No puedo dormir.
-Ya veo... ¿Puedo hacer algo?
-Pues... No sé- dijo retirándome la mirada.
-Sí lo sabes, pero no me lo quieres decir.
Él suspiro -No me gusta dormir solo-
Lo miré levantando una ceja -Pero si pasas todo el año durmiendo fuera de casa-
-Que duerma fuera de casa no implica que duerma solo.
-No quiero saber nada- dije medio riendo -lo que hagas en tu habitación es cosa tuya-
-No es lo que piensas- saltó él.
Miré al chico, que por primera vez parecía avergonzado, y entonces caí.
-Vettel duerme contigo, ¿verdad?
Kimi tragó saliva, y asintió con la cabeza.
Respiré hondo, me froté la cara con las manos y levantándome cerré la tapa del portátil. Me acerqué al lado de la cama contrario al que estaba el piloto y me dispuse a meterme.
-Esto no entraba en mi trato con Vettel, me va a tener que pagar un suplemento- dije.
-No hace falta que lo hagas...
-Venga, no lo pienses, cierra los ojos y duérmete cuanto antes- le pedí tapándome.
-Gracias- susurró, y antes de que pudiera decir nada más, su acompasada respiración me indicó que se había quedado dormido.
Se le veía tranquilo, con una leve sonrisa dibujada en sus labios y el pelo despeinado.
Mi idea era volver a lo que estaba haciendo; la telemetría y los números, pero para cuando quise darme cuenta, yo también me había quedado dormida.

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