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Capítulo 62

Narra Chloe:
Seb agarró mi mano con fuerza cuando el piloto del avión anunció que íbamos a aterrizar.
-¿Qué pasa, cariño?- le pregunté en un susurro.
-¿Sabías que más del 50% de los accidentes de avión tienen lugar en el aterrizaje?- le temblaba la voz, y sonaba preocupado.
-Oh cielo... saldrá bien, no te preocupes- le sonreí, sujetando sus manos con las mías para que se calmara.
Efectivamente aterrizamos sin problemas.
-Gracias por haber confiado en nuestra aerolínea para su viaje, y bienvenidos a París- se oyó al piloto por megafonía.
Mi acompañante me miró con esos ojos azules tan bonitos suyos, y sonrió -Bienvenida a la ciudad del amor, Chloe- dijo, besándome con ternura.
Nunca había estado en París, y aprovechando que el siguiente gran premio era en Francia, habíamos hecho una parada en la capital antes de movernos al sur del país galo. Me hacía una ilusión bárbara, y más si era con Seb, estaba como en una nube.
No tardamos en llegar al hotel, el más céntrico posible, renacentista, y con vistas a la Torre Eiffel, aquello para mí era pura fantasía, dejar la elección del hotel en manos de Seb había sido definitivamente una gran idea, él conocía bien mis gustos para estas cosas. La habitación era increíble, literalmente de cuento; tenía varias estancias, y un par de pisos, era un ático. Todo estaba decorado al detalle, con tonos pulcros, blancos y beiges. La cama era enorme, y daba a una enorme ventana que llevaba a una terraza también enorme, con unas vistas preciosas a la dama más emblemática de París.

Estaba sin palabras, totalmente, aquella vista había hecho que se me saltara una lagrimilla, me alegraba de haber hecho caso a Nico, de haber tenido aquella conversación con él, porque las heridas habían dejado de doler, y esta vez sí, empezaban a cicatrizar. Seb me hacía inmensamente feliz, y al fin podía volcarme completamente en él, como merecía. 
Desayunamos de nuevo en la terraza de la habitación, la temperatura era buena, y la compañía mágica.
Era consciente de que parecía una curiosa niña pequeña, corriendo de un lado a otro de la terraza, con los ojos muy abiertos y observando todo a mi alrededor. Quería recabar los máximos detalles posibles de aquel momento para no olvidarlo jamás. El alemán, mientras tanto, me miraba sonriendo con ternura, sentado en una de las sillas donde habíamos desayunado, parecía que fuera a caérsele la baba en cualquier momento.
En un momento que se distrajo, corrí hacia él y me senté en su regazo, sorprendiéndolo, Seb se echó a reír con ganas, y me abrazó por la cintura, pegándome a él.
-Eres preciosa- me susurró al oído.
Y yo me sonrojé, como una chiquilla, aquel chico me hacía sentir cosas tan especiales, que me inundaba un calorcito precioso por dentro.
-No te vayas nunca, Seb- le pedí, mirándolo a sus ya míticos ojos azules, y hundiendo mis dedos entre los ricitos dorados de su pelo.
-

No lo haré, mi amor- dijo justo antes de besarme, con cuidado, por si me rompía.
Y juro, que la palabra amor nunca me había sonado tan bonita como cuando la oía de sus labios.
Lamentablemente, después de un rato abrazados, hechos una bolita, mimándonos, tuvimos que separarnos, París no iba a recorrerse solo.
Me puse un outfit para la ocasión, muy parisino; una falda de vuelo roja, con una camiseta de rayas marineras negras y blancas, con un pañuelito rojo anudado al cuello y un bolso a juego. 
Seb llevaba sus zapatos de vestir, con un pantalón de pinzas negro, y un jersecito de lana, de cuello alto gris clarito, estaba guapísimo.
Yo ya estaba casi saliendo de la habitación cuando el chico reclamó mi atención.
-Tengo algo para tí, Chloe- me sonrió.
-Seb... No hacía falta- dije, devolviéndole la sonrisa.
-No me mires así- se rió -No es gran cosa- sacó un paquete que tenía escondido con las manos en la espalda -toma-
Desenvolví el regalo con cuidado, para encontrarme con una preciosa boina de fieltro, de color rojo brillante, y sé que sonreí como una estúpida mientras me la ponía, para justo después besar al chico. 
-Gracias Seb- dije abrazándolo.
El chico me correspondió el abrazo con fuerza -Te queda preciosa-
Le sonreí sonrojada -Oye...-
-¿Sí?
-¿Rojo Ferrari?- me reí, refiriéndome al color de la boina.
El chico se rió conmigo -Me has pillado- dijo levantando las manos.
Después de echarnos unas risas, salimos del hotel, de la mano, y sonriendo como bobos; la ciudad del amor nos esperaba.
Las calles de París eran preciosas, adoquinadas con un estilo antiguo que me tenía enamorada. Había músicos callejeros por todas partes, amenizando la mañana con sus melodías, que lo hacían todo de ensueño. Mis favoritos eran los acordeones, aquella maravilla era incluso mejor de lo que hubiera podido imaginar jamás. Tantas noches, de niña, pensando en como serían mis paseos por las callejuelas de París, y mis conversaciones románticas, a orillas del Sena, con el amor de mi vida. Todo se cumplía, punto por punto, pero magnificado si cabía, era pura fantasía.
Llegó la hora de comer, y Seb me llevó a un restaurante que le gustaba mucho. Era pequeñito, en el centro, pero para nada concurrido, lo que le gustaba la tranquilidad a mi chico...
A mí aquel acogedor local me conquistó con el vinito y la tabla de quesos con la que nos recibieron, todo estaba cuidado al detalle, al milímetro. Mi elección para comer fue sencilla; pedí una crêpe salada, rellena de jamón york y queso, y una dulce, de chocolate, como postre. Seb me miraba comer como si él se alimentara solo con verme disfrutar, pese a eso, pidió lo mismo que yo para comer; eran las mejores crêpes que había probado nunca, con diferencia.
Salimos del restaurante con ganas de seguir conociendo París, y para eso, qué mejor que perderse entre el encanto de sus callejuelas. 
Íbamos caminando por una calle algo más ancha, acompañados por la dulce melodía de un acordeón, que interpretaba una obra típica francesa. Yo no podía evitar bailar, deslizarme al son de aquella pegadiza cancioncilla, agarrándome y dando vueltas en cada farola que me encontraba, bajo la sonriente mirada de mi alemán de ojos azules y ricitos de oro, que reía conmigo continuamente. 
En un momento dado, Seb desapareció, se volatilizó, pero para mi suerte, volvió a aparecer al momento, con las manos en la espalda, y una sonrisa de oreja a oreja.
-¿Qué traes ahí, bribón?- le sonreí, notando como me sonrojaba.
El chico me cogió por la cintura con una mano, dejando la otra atrás, y atrayéndome hacia él. Me besó mientras medio sonreía, y al separarnos, descubrió el secreto que guardaba en su otra mano, tendiéndome un enorme y precioso ramo de rosas, cómo no, rojas. Me estaba tratando como una auténtica reina, me sentía la chica más especial y más afortunada de este mundo.
Lo quería tanto...
Y caminando y caminando, la noche se nos empezó a echar encima, por lo que decidimos ir a un mirador que había allí cerca a admirar la preciosa iluminación de la Torre Eiffel.
Ya no había música en las calles de París, ya apenas había gente, el silencio inundaba la ciudad, siendo roto de vez en cuando por algún taxi que recorría las grandes avenidas con prisa. Nosotros estábamos sentados, bien pegaditos, en silencio también, sintiendo las tan famosas mariposas en el estómago, y esa sensación tan bonita que te inunda por dentro, reflejándose en una tontísima sonrisa en el rostro.
-Chloe- Seb susurraba, casi como si le diera miedo romper el tan preciado silencio.
-¿Sí, cariño?
-He estado pensando.
-¿En qué?
-Aún no te he pedido que seas mi novia.
Sonreí sin que él pudiera verme, pero me mantuve en silencio.
-Y creo que no hay nada que vaya a hacerme más feliz ahora mismo, Chloe.
Seguí en silencio, con una lagrimilla deslizándose por mi mejilla, tenía los sentimientos a flor de piel.
-¿Quieres...?- tragó saliva -¿Quieres ser mi novia? Prometo cuidarte, y quererte, y respetarte, y mimarte como nadie lo haya hecho jamás-
Lo miré a los ojos, él también los tenía húmedos, estaba a punto de llorar, y ya le temblaba hasta la voz.
-Cómo iba a decirte que no, precioso- le susurré, acariciando su cara suavemente con el reverso de mi mano.
Él respiró tranquilo, como si de verdad le preocupara que pudiera decirle que no.
Nos fundimos en el beso más tierno que nos hayamos dado nunca, y al separarnos, los dos susurramos lo mismo sobre los labios del otro.
"Te quiero"


🔹chloeenov


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chloeenov: Thank you for this day, my darling, I luv u 😍🇨🇵
Ver los 509 283 comentarios...
maxverstappen1: You now can't say you aren't together, can u?🤔
carlossainz55: Cuanto me alegro, chicos❤️
lewishamilton: WHAT? Is that Vettel?
charles_leclerc: He is, and they're the cutest thing in the world, congrats, guys😘
hulkhulkenberg: Nice couple, mates, best wishes💛

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