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Capítulo 25

-Tienes nombre de cerveza- dije yo.
-Apellido- me corrigió.
-¿Qué más da?
-No es lo mismo.
-¡Camarero! Pónme una Hulkenberg- reí.
El chico me hizo la burla.
-Entonces, resumamos; te persigue tu ex.
-Efectivamente.
-Porque te liaste con su mejor amiga.
-Sí.
-Eres un cabrón.
-Pero si ya lo habíamos dejado.
-Pero está feo, Nico.
El alemán resopló.
-¿Y por qué no le pide explicaciones a su amiga? A ella no le faltó entusiasmo...- dijo.
No pude evitar echarme a reír.
-Touché- dije.
La puerta de la habitación se abrió, y Max apareció. Al principio se quedó un poco sorprendido, tal vez confuso.
-¿Desde cuando has cambiado de alemán, Chloe?- dijo.
-No he cambiado de alemán.
-Hola Nico- Verstappen se sentó en la silla del escritorio, mirando hacia nosotros, el chico le saludó con la mano.
-¿Estás liada con un alemán?- preguntó Hulkenberg -joder, si es que somos espectaculares- se rió.
-Es mi mejor amigo- mentí yo.
-Oye, no me seas, que tu mejor amigo soy yo- se quejó Max.
-Un alemán... - Nico pensaba en alto.
-Sí Max, tú eres mi mejor amigo.
-Coño, ¿Vettel?- dijo Hulkenberg.
Solo de oír el apellido del chico me recorrió un escalofrío por la espalda, y me salió una enorme sonrisa tonta.
Los chicos se miraron con complicidad.
-Es él- dijo Nico con seguridad.
-Lo es- le afirmó Verstappen.
La conversación continuó hablando de la loca de la ex de Nico, vaya una chica bien extraña, pero oye, la mujer tenía su parte de razón.
-Se está haciendo tarde chicos, he de irme- el alemán se levantó.
-Ve por el balcón, te será más fácil- le dijo Max.
Yo me despedí con un movimiento de cabeza, y el chico se fue.
Verstappen se dispuso a cambiarse de ropa -No me mires ¿vale?- dijo.
Se quitó los pantalones y la chaqueta de cuello alto, podía verlo perfectamente en el reflejo del espejo sin que él se diera cuenta, y aquello me causaba cierta gracia. El chico, de espaldas, se quitó el polo.
-MAX VERSTAPPEN- dije.
-¿Qué pasa?
-¿Qué llevas en la espalda?
-¿Me has mirado?
-¿Acaso te ha atacado un oso?
-Dije que no me miraras.
-Por dios, ya te he visto sin camiseta antes, déjame ver eso.
El chico cedió, y me dejó examinarle la espalda.
-No me jodas Max- me reí.
-¿Qué?
-Dime que no es lo que creo.
-Son arañazos.
-Sí, si eso ya lo veo.
-He estado con Laia.
-Pues dile a Laia que se corte las uñas- reí -o no seas tan intenso con ella-
El chico se puso rojo, y se dio la vuelta, mirando hacia mí, todo su torso estaba lleno de mordiscos y chupetones, de marcas de amor.
-Max.
-¿Sí?
-Yo pensaba que Seb y yo éramos brutos, pero os cedo el puesto.
No pudimos evitar echarnos a reír.
-Anda, vístete- dije.
-Hemos estado en la piscina- dijo el chico, tirándose sobre la cama, y mirando al techo. Tenía los ojos cerrados, y sonreía como un idiota. Max se estaba enamorando...
-Así que erais vosotros- dije.
-¿Nos has visto?
Asentí, y el chico volvió al rojo como si de un semáforo se tratara.
—No te preocupes tío, no he visto nada raro— me reí.
El chico me sonrió, y se pasó la siguiente media hora hablando de Laia, era tan tierno...
Al final bajamos a cenar, y nos sentamos juntos en el restaurante, aunque como siempre, en una mesa que podía albergar a todo un equipo, con sus ingenieros y mecánicos. Posiblemente los chicos fueran uniéndose progresivamente.
El primero en llegar fue Charles, que se sentó a mi lado.
—Buenas noches— dijo con energía.
—Buenas noches Charlie— dije.
Max saludó con la mano, con la boca llena.
Tragué como pude un trozo de carne, que ardía como el mismísimo infierno.
—¿No ha venido Seb contigo?— le pregunté a Leclerc.
—No, se ha quedado con Lina— dijo él.
—¿Lina?— pregunté.
¿Y esa quién coño era?
—No te alteres— dijo Max.
—Es el nombre que le ha puesto a su coche— le completó Charles.
Aquello por algún motivo me tranquilizó, incluso me pareció tierno.
Seb no tardó en llegar, Charles se levantó y dejó que el chico se sentara a mi lado, o más bien, se dejara caer sobre la silla.
—Buenas noches, bonito— le dije.
—Hola, princesa— el chico apoyó su mano en mi muslo.
—Te veo mal, Vettel— dijo Max, metiéndose una patata a la boca.
—Ha sido un día muy cansado.
—¿Habéis solucionado lo de la configuración?— preguntó Charles.
Seb negó con la cabeza, se puso las manos en los ojos y suspiró.
—¿Qué pasa chicos?— preguntó Verstappen.
—Ha habido un problema con la configuración, y el coche está bloqueado— soltó Vettel de golpe, sin cambiar su posición, mirando al suelo.
—Joder...— suspiró Max.
—Tranquilo, Seb, se arreglará— le dije.
El chico me miró de lado, y me dedicó una sonrisa amarga.
Carlos y Norris llegaron juntos, riendo, se les veía bien, y aquello me gratificó inmensamente.
—¡Hey chicos!— Lando se sentó.
—Buenas noches, caballeros— dijo Carlos —señorita— me saludó.
La mesa se iba llenando, y poco a poco, Seb se animó.
Era jodido, dar tu máximo, y que el coche no te favoreciera, pero bueno, había que aprender a sobrellevar esa frustración, era nuestro día a día.
—¿Me acompañas a tomar el aire?— me preguntó Seb cuando terminamos de cenar.
Me levanté con él y fuimos al jardín del hotel, a aquellas horas estaba prácticamente vacío. Nos sentamos en el suelo, en el césped. Yo apoyé la cabeza en su hombro, y él, con todo el cariño del mundo, me pasó el brazo por encima.
—Gracias Chloe.
—¿Por qué?
—Por quererme como lo haces.

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