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Capítulo 14

Estaba anocheciendo, Max y yo veíamos el atardecer desde el garaje, medio abrazados, intentando controlar nuestros nervios. Me contaba lo bien que le había ido con Laia; no había sido como cuando hablaban por WhatsApp, todo era más tímido, tal vez con algo de miedo, pero como se suele decir: las mejores cosas empiezan con algo de miedo...
Y para miedo el que teníamos en el cuerpo, por seguros que fueran los coches, no dejábamos de salir a jugarnos la vida en cada carrera. Mis padres lo sabían bien, para ellos era muy complicado asimilar mi trabajo, tener en mente que tal vez no vuelvas a ver tu hija una vez se ha montado en el coche... Es jodido.
—Todo saldrá bien— Max me sacó de mis pensamientos.
—¿Eh?— no sabía bien de qué me hablaba.
Max me sonrió, y yo apoyé mi cabeza en su hombro.
—No te veo segura, Chloe.
—Puede ser...
—¿Cómo es posible que en tu primera carrera estuvieras mejor?
—Probablemente porque estaba demasiado abrumada con todo como para pensar en el peligro...
—Te repito, todo va a salir bien.
—Presiento algo malo Max, algo chungo, y me pone de los nervios no saber qué.
—Tanto presentir... Si al final vas a resultar ser una bruja— sonrió el chico.
Abracé a Max con fuerza —Oye tío, te quiero—
—¿Ya te me estás poniendo sentimental?— sonrió.
—Por si no pudiéramos decírnoslo en otro momento, te quiero Max, te quiero mucho amigo.
—Yo también te quiero, pero no lo pienses más ¿vale?— me abrazó.
Christian Horner nos indicó que era hora de entrar a los monoplazas. Me puse el casco, respiré hondo y choqué los 5 con Max.
Estaba dentro del coche, ya no había vuelta atrás, mi equipo me remolcaba a la pista.
—¿Chloe? ¿Estás ahí?— Guillaume, mi ingeniero me hablaba por la radio.
—Sí, sí.
—Escucha, todo va a salir bien—
—¿Qué?
—Max me ha dicho que te lo recuerde; todo va a salir bien.
Suspiré —Gracias Guillaume, mil gracias—
La comunicación con mi ingeniero cesó, la parrilla se había vaciado de gente, el semáforo estaba a punto de dar la salida.
Las luces se apagaron y los motores rugieron, gracias a una clasificación decente, yo salía cuarta, justo por detrás de los Mercedes, seguidos por Max. No fui capaz de mantener mi posición, y Leclerc me sobrepasó con facilidad. Que la carrera fuera de noche en principio no me seducía nada, pero era una maravilla evitar todo el calor de la tarde, además, todo estaba iluminado, y la visión era clara.
Las curvas del circuito eran más extremas que las de Australia, llevábamos media carrera, y todavía no me había acostumbrado.
No estaba teniendo mi mejor día, Vettel también me había adelantado con velocidad, y ahora me encontraba en sexto puesto, justo delante de Carlos.
No sabía qué estaba pasando delante de mí, pero una gran explosión inundó de humo el trazado del circuito, lo atravesé asustada, sin entender aquello, un nudo se depositó en mi garganta, y tratando de contenerme, pulsé el botón de la radio.
—¿Qué coño ha pasado ahí?— Me temblaba la voz.
La respuesta tardaba en llegar.
—¡Guillaume! ¿Qué mierda está pasando?— volví a preguntar, todavía con los nervios a flor de piel.
—Ha habido una colisión— fue lo único que dijeron.
—Oh vamos, no seas terco, se ha preparado la de dios, eso no es un simple choque— Me estaba poniendo de los nervios, y conducir así era un horror.
—Al chocar, ha explotado el depósito de combustible— explicó Guillaume.
—¡No me jodas!
Apreté el volante con fuerza, para soltar toda la energía que contenía, y ser capaz de hacer la pregunta que tenía en mente. Siendo realistas, habían tenido que ser dos coches de los que tenía delante, no había otra explicación.
—Guillaume, ¿estás ahí?— pregunté.
—Siempre estoy aquí para ti, ya sabes.
—¿Quiénes han sido?
—¿De verdad quieres saberlo?
—Sí— dije con fingida seguridad.
—Bottas y Vettel.
Me dio un vuelco al corazón, apenas podía respirar.
—¿Quién ha sido el del depósito?
—Vettel.
El estómago se me revolvió.
—¿Se... Se sabe algo?— pregunté, mientras una lágrima se deslizaba por mi mejilla.
—Aún nada, ha sido fuera de pista por lo que a ti no te afecta en absoluto...
Mi ingeniero seguía hablando, pero yo ya no le prestaba atención, mi visión se estaba nublando, apenas podía respirar, una horrible presión en el pecho y la garganta me estaba ahogando, no tenía aire. No sé ni como fui capaz de llegar con el monoplaza a una zona de césped, allí detuve el coche y sin siquiera quitarme el cinturón, todo se apagó.

Narrador Omnisciente
En el garaje de Red Bull no daban crédito a lo que estaba pasando; sin previo aviso, Chloe se había desviado del circuito hasta una zona de césped, allí, había parado el coche.
—¿Qué estás haciendo? Repito ¿Qué estás haciendo?— el ingeniero trataba de comunicarse con ella, pero no obtuvo ningún tipo de respuesta.
Un grupo de mecánicos, ingenieros, y personal sanitario, se trasladaron al lugar donde se hallaba el monoplaza, Novoa no había salido de él.
—¡Chloe! ¡Chloe!— gritaba Horner aproximándose, de nuevo, sin obtener respuesta.
El personal sanitario rodeó a la piloto, y tras comprobar que no estaba consciente, iniciaron los trámites para sacarla del vehículo e introducirla en la ambulancia. No respondía a los estímulos, pero por suerte, la chica tenía pulso. Nadie entendía qué estaba sucediendo, todo se llenó de periodistas en un momento, y el coche fue remolcado al garaje, Christian Horner permanecía clavado en la puerta de la ambulancia, asegurándose de que a la piloto no le faltara de nada, y manteniendo a raya a los periodistas más insistentes, aquello era un caos.
—Vamos a trasladarla al complejo hospitalario más cercano— dijeron los médicos a Horner.
Al margen de todo, la carrera seguía, el Gran Circo no se detenía por cualquier cosa.
Para algunos; el tiempo se detuvo, los motores callaron, y por raro que parezca, allí, en Bahréin, en pleno desierto, se rompió el cielo, y empezó a llover.

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