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Capítulo 13

La semana había pasado a velocidades vertiginosas, estábamos a domingo, desayunando en el hotel, e intentando mentalizarnos de la carrera que nos esperaba.
Yo por mi parte, estaba más tranquila que en la primera ocasión, pero los nervios seguían siendo evidentes.
Christian Horner nos esperaba a Max y a mí en el motorhome, para lo que él llamaba una charla motivadora, cuando lo recordé, me eché una taza más de café, y le lleve otra a mi compañero, quien tenía unas ojeras desmesuradas, aunque se le veía exultante de alegría.
-Oye Max- dije.
-¿Sí?- el chico me miró.
-¿No tienes nada que contarme?- mi cara lo decía todo.
Verstappen se sonrió, y se frotó los ojos con calma -¿Qué quieres saber?-
-¡Oh, oh! ¿Quién es? ¿Dónde vive?¿Edad? ¿Me enseñas una foto?- quería saber quien era la afortunada.
A Max le salieron coloretes, tal vez estaba algo avergonzado. Cogió su móvil, lo desbloqueó y me enseñó una foto.

-¡Coño! Esa es... - Max me tapó la boca ántes de que lo dijera.
-Cállate, alguien podría oírnos- dijo él mirando a los lados.
Busqué a Laia, nuestra manager, con la mirada, la vi junto a otro chico, comparando unas gráficas de datos. La señalé discretamente con el dedo, y Max, rojo como un tomate, asintió.
-¡No es justo!¡Eso es favoritismo!- reí, tirándole al chico un trocillo de galleta.
-Me gusta mucho, Chloe...- dijo él susurrando.
Qué chico tan mono, se le veía ilusionado, feliz; y yo no le deseaba otra cosa más que eso, que fuera feliz.
-Mereces vivir algo bonito, Max, y Laia parece buena chica.
-Lo es, es tan... No sé ni cómo explicarlo- se tapó la cara con las manos, por lo que no pudo ver quién se acercaba a nuestra mesa.
-Muy buenos días chicos ¿cómo empezáis el día de la carrera?- Laia se había sentado en la única silla libre que había en nuestra mesa.
Max se había quedado paralizado, y estaba completamente rojo, hasta sus orejas parecían tomates.
-Con muchas ganas de darlo todo en pista, ¿verdad Max?- le di a mi amigo una patada por debajo de la mesa.
-¿Eh? ¿Eh? Ah... Sí- sonrió, visiblemente más nervioso que antes.
Laia no paraba de mirarlo, esos ojos medio azules suyos se clavaban en el chico.
-Me alegro de que tengáis ganas, por cierto, ¿os importa que vaya con vosotros al motorhome? Tengo unos asuntos que arreglar- dijo Laia. A ella también se la veía cansada, pero el maquillaje hacía un gran papel en sus ojeras.
-¡Claro! Podemos ir los tres en el coche de Mad Max ¿no?- una gran idea se paseaba canturreando por mi mente.
El chico sonrió -Claro, sin problema-
-Genial, entonces nos vemos en...- Laia miró su reloj -¿Media hora?-
Ambos asentimos, y justo después de dedicarle una sonrisa tímida a Max, la chica se fue con velocidad.
Al fin el chico respiró profundamente -¿Qué tal he estado?- preguntó.
-Mad Max siempre lo hace bien, confía en ti, amigo- lo abracé.
-Gracias Chloe, ¿subimos a cambiarnos?
-Efectiviwonder, vamos.
Subimos a la sexta planta, y cada uno entró a su habitación, me puse unos vaqueros, deportivas, y el polo de Red Bull. Como me sobraba algo de tiempo, saqué una mochila del armario, y metí en ella la chaqueta del equipo, una botella de agua, el cargador del móvil y una bolsa de gominolas; parecía la mochila de un niño de 7 años, sí, pero tampoco necesitaba nada más.
Llamé a la puerta de Max, quien salió distraído, me puse mi gorra, y nos metimos al ascensor, tenía las paredes transparentes, y se veía todo el exterior.
-Oye Max, tengo un plan.
-¿Qué tramas?
-Yo no iré con vosotros- dije, y el chico, que jugueteaba con las llaves del coche, se detuvo en seco.
-¿QUÉ?
-Pondré una excusa, ya me buscaré otro coche, pero tú vas solito con Laia.
-Ay Chloe, no se si darte las gracias o tirarte por el hueco del ascensor- se rió él.
En recepción, nuestra manager nos esperaba tan arreglada como siempre, estaba completamente distinta a la foto que me enseñó Max, según él, esa era su foto de perfil en su WhatsApp personal.
-Hola chicos, ¿estáis listos?- preguntó ella sonriendo.
-Sí, vamos, tengo el coche en el parking de fuera- a Max no le temblaba la voz, pero casi.
Mi móvil sonó, era un correo electrónico, ofreciéndome un 2 por 1 en el Corte Inglés, bendita propaganda por correo. Me excusé diciendo que era un WhatsApp importante, que tenía que hacer una llamada urgente, y pedí que se fueran yendo.
Laia se sonrojó muchísimo, y Max me guiñó un ojo sin que ella lo viera, me sentí un poco como la Celestina.
Cuando se fueron, me tiré en un sofá, a esperar a que pasara alguien que me llevara al circuito. Los primeros en pasar, fueron los dos Mercedes, pero no me dieron la confianza suficiente. Por suerte, Carlos y Lando no tardaron en aparecer, bromeando entre ellos como de costumbre.
-¡Oigan! ¡Hombres McLaren!- los llamé.
Ellos se giraron para mirarme, y se acercaron al sillón en el que me encontraba.
-¿Puedo ir con vosotros al circuito? He tenido un problemilla técnico- puse ojitos e hice un puchero.
-¿Tú qué dices Norris? ¿La echamos al maletero?- bromeó Carlos.
-Lo veo buena idea- Lando me tendió la mano para ayudarme a levantarme del sillón.
Conducía el más joven de los dos, ya le habían quitado un par de puntos del carné de conducir por velocidad, pero al chico le daba igual, seguía yendo por la carretera como si fuera un circuito más.
Para amenizar el viaje, Carlos puso música en la radio, y cómo no, "Callaita" hizo retumbar el coche con sus acordes.
-ELLA ES CALLAITAAA- Cantábamos a coro, con un acento extraño por el castellano de Lando. Íbamos con las ventanillas bajadas, una leve brisa desordenaba el pelo de Carlos, y llegaba a mí haciéndome sentir que era pura magia, el airecillo me acariciaba la cara con suavidad, no había nada que más disfrutara, que la leve brisa haciendo que mi percepción de la realidad se distorsionara, con aquel sentimiento de fascinación, llegamos al circuito.

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