Capítulo 2
Al llegar a la escuela, sentí un hueco en el estómago. Sabía que tendría que ver a Pablo, ya que estábamos en la misma clase, pero calculé mi tiempo para llegar justo al momento de la clase, ni un minuto mas, ni un minuto menos.
Entre al salón al mismo tiempo que la profesora. Pablo se había sentado en su habitual asiento junto al mío. Me senté en silencio, sin hacer contacto visual, e inmediatamente comencé a sacar mis libros.
— Tenemos que hablar —lo escuché decir.
— Ya va a comenzar la clase —respondí sin mirarlo.
Pablo no agregó nada más y la profesora comenzó con la clase. Por primera vez, la clase pasó fugaz, o al menos eso sentí yo. Seguramente por los nervios, ya que sabia que, al terminar la clase, no podría postergar mi conversación con Pablo.
El fatídico momento llegó y era la hora del receso. Uno por uno fuimos saliendo del salón, incluyéndome, pero al salir por la puerta, una mano me tomo de la muñeca y me acorraló en el pasillo.
— Perdóname —dijo Pablo mirándome a los ojos.
— ¿Por qué exactamente? —respondí haciéndome la desentendida.
El castaño suspiro.
"Oh si, sabes que no será fácil ganarme esta pelea"
— Por presionarte para tener sexo conmigo —dijo en un tono más bajo.
— Te perdono —agregué cortante.
Sin dar tiempo de responder, le pasé por un lado para irme, pero Pablo volvió a sujetarme.
— No solo quiero pedir disculpas, quiero arreglar esto. No quiero que estemos peleados, quiero que sea como antes.
"¿Como antes? No se si realmente quiero que todo sea como antes".
— ¿Aunque eso implique no tener relaciones intimas?
— Tenias razón al decir que era muy pronto; no tengo problemas con seguir esperando.
— ¿Y si nunca quiero?
Pablo soltó una risa, pero rápidamente se recompuso como si yo no lo hubiera notado.
— No nos apresuremos. ¿Qué te parece vivir el día a día primero?
Quería decirle que no quería perder el tiempo sabiendo que posiblemente nuestro noviazgo terminaría tarde o temprano. Que por mas que pasara el tiempo, de verdad no quería acostarme con él, ni con nadie. Que sabia que él no era el príncipe azul que estaba esperando, pero, ¿De verdad algún día llegaría? ¿Tal vez crecer viendo películas de Disney afectó mi cerebro? ¿Y si Miranda tenia razón y solo tenia miedo?
Estaba tan sumergida en mis pensamientos que no me di cuenta cuando Ofelia apareció detrás de Pablo. La rubia le paso el brazo por lo hombros, mirándolo coquetamente.
— ¿Así que nuestra querida Lucía aún es virgen? —dijo con una mirada de burla.
— ¿Y tú qué te metes? —respondí inmediatamente.
— No es mi culpa que hablen tan alto, y sobre todo de temas tan privados.
Ofelia tenía una sonrisa burlona que deseaba borrar de un solo golpe. Toda mi ira se la trasmití a Pablo, mientras esperaba que dijera algo.
— O-Ofelia, ¿Podrías dejarnos a solas? —agregó Pablo tartamudeando por mi mirada.
— ¿Y que le sigas rogando a esta presumida por afecto? —dijo rozando con sus dedos la mejilla del chico.
En un movimiento sutil, Pablo logro sacarse a Gatúbela de encima. Aun así, hubiera preferido que la tumbara contra la pared. Ahora la rubia me miraba directamente a mi, podía sentir todo el resentimiento del mundo en sus pupilas.
— ¿Crees que eres la chica perfecta por tener buenas notas, ser presidente de la escuela y no haber estado con ningún chico?
— Al menos intento serlo y no ando arrastrándome como arpía detrás de cada chico que me pasa por el frente.
— Estamos en el siglo XXI santurrona. ¿Crees que irás al paraíso por ser una virgen desesperada?
Presioné con fuerza mis manos, tratando de controlar mi rabia.
— La única desesperada aquí eres tú, tratando de llamar la atención de todos los chicos de la escuela. Ya yo tengo la atención que quiero —dije tomando a Pablo de la mano.
Ofelia soltó una risa burlona; aunque no lo parecía, sabia que en el fondo ella me odiaba porque Pablo no había caído a sus encantos mientras había estado conmigo, y como mujer que quería tener a todos los hombres bajo sus pies, eso le dolía.
— Pablo, puedes llamarme cuando quieras —dijo guiñándole un ojo y retirándose por fin.
— Gracias por el apoyo —dije descargando mi rabia contra Pablo.
— E-es que, ella, bueno... tiene algo de razón.
—¿¡Disculpa!? —dije cruzándome de brazos.
— Creo que te enfocas en hacer lo correcto y no te dejas llevar, por eso nunca...
— ¿Crees que no me acuesto contigo por que... no se, quiero llegar virgen al matrimonio? ¿Si sabes que ni siquiera soy religiosa?
Pablo hizo unas muecas de duda, intentando buscar la respuesta correcta.
— A veces lo he pensando.
Suspire cansada y sin ánimos de seguir hablando.
— Tengo hambre, voy a desayunar.
— ¿Y nosotros? —preguntó, pero ya yo me había alejado lo suficiente para ignorarlo.
Mientras estaba en la fila para tomar mi almuerzo, un chico rubio se metió adelante de mi con claro descaro.
— ¿Disculpa? Yo voy primero —dije dándole unas palmadas en el hombro mas fuertes de los que esperaba.
No estaba siendo un buen día.
Mateo Jesen se giro con una sonrisa socarrona; jamás había estado tan cerca de él a pesar de compartir clases, pues siempre habíamos sido de círculos sociales diferentes. Sus ojos verde oliva me miraban con cierta diversión y por un segundo quede hipnotizada.
— Justo estaba buscándote —dijo
— ¿A mi? —dije recobrando mi postura ruda.
— Si, a ti, nadie me ghostea ¿Sabes?
Lo mire en silencio completamente confundida esperando a que él siguiera para entender de que demonios hablaba.
— Ya veo —dijo con una sonrisa maliciosa— ¿Eres de las que le gusta que le supliquen?
— No tengo tiempo para esto —dije rodeándolo.
Estaba de bastante mal humor después de Pablo y Ofelia, para que otro cretino viniera a echar leña al fuego.
— Ok —dijo volviendo a colocarse en frente de mi—, quería ser amable, pero veo que no es tu estilo, primero me dejas en visto el mensaje, luego trancas la llamada y ahora me ignoras por completo, eres bastante desagradable —dijo sin una pizca de amabilidad.
Su sonrisa picara y mirada seductora habían desaparecido por completo.
— Espera... ¿Si eras tu el de la llamada?
El rubio se rio con ironía.
— ¿Acaso hay en tu clase otro Mateo Jesen? Porque yo soy único.
Quede unos segundos en shock analizando los sucesos. Uno de los chicos mas populares y apuestos del colegio me había llamado en medio de la noche y también a la hora de la comida, ¿Qué esta sucediendo aquí?
— Oh ya entiendo —dijo regresando su sonrisa maliciosa—, seguro pensaste que tus amigos te estaban haciendo una broma porque estas muerta por mi.
— ¿¡Que!? Es lo mas narcisista que he escuchado en mi vida.
— Estoy acostumbrado, no te preocupes, hay amor para todas —dijo guiñando un ojo.
— Eres el chico mas patán que he conocido en mi vida. Además tu fuiste quien me llamaste a mi, te recuerdo.
— Quería hablarte de la beca, no te hagas ilusiones.
— ¿La beca?
— Si —dijo tomando una postura mas seria—, se que tu también estas interesada, y ambos sabemos que solo nosotros dos tenemos oportunidades, se podría decir que esta competencia es solo entre tu y yo.
— Querrás decir solo yo, tu jamás tendrás oportunidad contra mi.
Mateo se cruzo de brazos mostrando asombro ante mi respuesta.
— Vaya, luego soy yo el narcisista. En fin, solo quería proponerte un...
— Ni creas que con tu carita bonita vas a venir a seducirme para que te deje ganar la beca; ni lo sueñes niño ricachón.
Mateo alzo las cejas en verdadera sorpresa por solo unos instantes, luego soltó una risa nasal mientras negaba con la cabeza.
— Te vas arrepentir, listilla. Suerte con intentar ganar un campeonato, tu equipo apesta.
Se alejo de la misma manera que había aparecido. Definitivamente no era mi día, ya incluso se me había quitado el poco apetito que tenia, así que me aleje del comedor para ir al patio y tomar aire fresco.
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