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ESPECIAL: AMOR DEL MAS ALLA - LA MISION

Desperté somnolienta en un hospital, en el descubrí lo especial que era; primero recordé que era un fantasma, fue traumatizante hacerlo, lo segundo fue que alguna vez había comentado con mis padres sobre la donación de órganos, en mí siempre estuvo la intención de ayudar, compartir mi vida y en este caso el amor con los demás.

El saber que mi corazón estaba latiendo nuevamente me lleno de felicidad, pero también me llevó hacerle frente a ese duro momento al ver a mis padres sufrir ante mi perdida, me derrumbé junto a ellos; pero todo ese amor que recibí me alentó para seguir. Conocí ese mismo día a la persona que había recibido esa oportunidad, y a sus familiares. Su nombre era Maximiliano, en él podía percibir algo especial, una inocencia que fue robada, una vida torturada, una oscuridad de la que quiso escapar y al haberlo intentado muchas veces su cuerpo pagó las consecuencias; además estaba el detalle que al tener mi corazón, podía verme y escucharme, era claro que él sería mi mensajero en la tierra. A su lado permaneció su hermano Kaleth; quien fue mi profesor y director de la facultad de arte, junto a él estaba Agustín, su padre y padrastro de Maximiliano.

Ya sabía mi misión, junto a Maximiliano ayudaría a los demás a recuperar su vida: a mis padres hacerles saber que yo estaría bien, que debían continuar brindando amor a otro ser especial que llegaría con el tiempo. Con respecto a Allan fue el que más me preocupó, al igual que a Maximiliano él tenía un pasado que lo abatía por momentos. Ambos tenían que sanarse, conectarse y por supuesto amarse, ya que en mi corazón permanecía la intensidad del amor.

Baje hasta el parqueadero para ver al ayudante en todo esto. Motas estaba acurrucado en el asiento trasero, era una ternura verlo medio dormido.

— Mi copito hermoso, te amé demasiado, pórtate bien de aquí en adelante, ayuda a mamá y a papá a superar mi perdida, también a Allan, dale tu apoyo para que él siga adelante — comenté tocando su cabecita.

— Miranda, también te amé, me alegra que nos hayamos podido conocer, me diste de tu calidez; y por eso quiero estar a tu lado. — expresó con una mirada somnolienta con algo de tristeza.

— Motas, siempre estaré a tu lado, no quiero que vengas ahora conmigo, tal vez más adelante; pero ahora tienes que ayudarme. — solicité

— ¡Claro que sí, siempre te ayudare! — confirmó levantando sus orejas.

— Buen chico, eso siempre me gusto de ti. Ahora me tengo que ir, alguien necesita de mí en este momento, te veo luego. — expresé

Antes de marcharme Motas exclamó — ¡Miranda, te amo!, estaré esperándote.

Esas palabras dieron un golpe a mi pecho, era como si alguien estuviese esperando por mí, como un llamado desde el otro lado.

Sin perder tiempo fui a donde Maximiliano, él ya estaba recuperado, pensé toda las maneras posibles de comunicarme sin que le diera un patatús. Ensaye tantas veces que en uno de esos él me escuchó y me vio.

El pobre quedo mudo, hizo plop. — Maximiliano, siento tener que atormentarte de esta manera; pero tú eres el único que me puede ver y sabes porque. Necesito que me ayudes a comunicarme con mis padres y con Allan. — comenté, notando que él no reaccionaba, seguía ahí como una estatua — Maximiliano, reacciona, no te hare daño; solo quiero despedirme y ayudar a que los demás sigan viviendo sin mí.

— ... O..Ok, solo que no te aparezcas así de la nada; casi me vuelvo tu acompañante espectral. —comentó

— Lo siento, seré más sutil — dije riendo

— Gracias por donarme tu corazón, está lleno de muchas emociones, incluso siento que fuera yo el propietario de esas vivencias. — expresó

— Que te puedo decir, eso es lo que guarda un corazón, todo lo bueno que me sucedió.

— Dime como te puedo ayudar, ni siquiera sé cómo encontrarlos.

— Por medio de tu hermano lo haremos; solo debes estudiar en la misma institución donde él trabaja, allí también estudia Allan; él te llevara a mis padres.

— Y que hago cuando los vea, corro y les digo que hablo con el fantasma de su hija; no quiero regresar a un hospital; menos si me internan por estar loco.

— Tranquilo, te diré lo que debes hacer en su momento; además tendrás ayuda.

— Dime que no se trata de otro fantasma.

— No te preocupes, sabrás quien es cuando lo veas.

— Todavía no creo que me esté pasando esto; pero te ayudaré, solo dame espacio en algunos momentos.

— Lo haré, gracias por ayudarme.

El tiempo paso, cosa que no sentía, llegué a la universidad, justo a la que había sido mi habitación. En esta todavía permanecía mi olor, podía ver todos esos hermosos recuerdos; el primer beso, su confesión, el primer encuentro íntimo, la primera discusión, en fin todo pasaba como una película. Por la ventana vi a mi ayudante quien corrió hacia mí.

— Hola Motas, estas un poco gordiflón.

— No es mi culpa, Allan me da muchos bocadillos

— Motas, ya es hora, en unos pocos días habrá un evento; él estará ahí, ayuda a que mis padres lo conozcan.

— Estoy más que listo Miranda, no te fallaré.

— Lo sé, nunca lo hiciste, siempre estabas ahí a mi lado, escuchándome.

— Por supuesto, cuando llegas amar alguien, haces hasta lo más mínimo para demostrar que le importas —confirmó levantando su patita

— Te quiero Motas; y te extraño mucho.

— Yo igual Miranda — dijo él

Al salir de la universidad vi como un portal se abría, algo en mi me hizo correr hacia él, sin miedo ni duda lo cruce.

Al otro lado todo volvió a mí, junto a la vergüenza por lo que había hecho antes de partir.

— Sabia que lo lograrías — comentó Gabriel, abrazándome fuertemente

— Tu suerte me ayudo — dije yo, besándolo nuevamente.

— Que suertudos somos — dijo correspondiendo mi beso.

— Y ahora que viene — pregunté

— Ya sabes tú misión, tienes libertad de ir y venir todas las veces que quieras — comunicó.

— Me refería a lo que pasa entre nosotros

— Olvide decirte que cuando dos especiales se conectan entre sí, permanecen juntos para siempre.

— Siempre olvidas decirme lo más importante.

— Es tu culpa, para mi tú eras lo más importante — aseguró, tomando mi mano y juntando nuestras llaves. Viajando a ese túnel del amor rodeado de un mar de estrellas.

FIN

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