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Prólogo

Había estado dándole vueltas a lo que pasó. Pensó en todos sus movimientos y acciones, podría hacerlo ya que ahora tenía demasiado tiempo libre desde que fue capturada.

—¿Qué fue lo que pasó? —susurró para sí misma. Su ultimo enfrentamiento con Castel no la dejaba dormir bien por las noches—. Él parecía tener mucha más confianza y... No sabía que podría atravesar sus propios escudos.

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—¡Justo como en los viejos tiempos! —exclamó el rubio. Ella todavía seguía pensando en esas palabras. No tenían sentido realmente.

¿Qué le sucede? Es como si... Si jugara conmigo, pensó. Su mirada se mantenía impasible a pesar de todo, enfocada en su objetivo hasta que el rizado desapareció de repente.

Lo había perseguido hasta las afuera de las instalaciones pero en un parpadeo lo había perdido de vista. ¿El hámster aprendió nuevos trucos?, se dijo en sus pensamientos. Entonces los guardias la rodearon en un despliegue de escuadrón. Sus armas la tenían en la mira y ella estaba consciente de que, si un intruso irrumpía en las instalaciones, debían eliminarlo. Sobre todo a Iron Hell, quien ya había entrado dos veces en sus bases.

Al momento de que recibieron la orden de disparar no pudieron hacerlo ya que Iron Hell desarmó sus armas con ayuda de sus poderes de control del metal.

—Nunca aprenden —dijo la castaña luego de descargar las armas. Las balas cayeron de los cartuchos como una lluvia de plomo.

—¡Lady! —de repente Castel la llamó desde el cielo, haciendo que ella levantara la mirada.

—Estaba arriba todo este tiempo —gruñó. Entonces escuchó el trote de los guardias, ellos se habían deshecho de sus armas para reducirla con su número. Golpeó a los hombres que ya estaban sobre ella, rompiendo un par de costillas y quijadas al golpearlos con su prótesis.

—¡No escaparás pequeño hámster! —respondió, aunque vio al rubio dejarse caer e inmediatamente se percató que él no estaba haciendo nada para detener su caída—. Idiota —maldijo por lo bajo y apresuró su paso.

¿Cuál era su plan? ¿Realmente intentaba suicidarse?

Fue gracias a su rápida reacción que terminó sujetándolo antes de que toque el suelo. Ambos rodaron por unos metros y el dolor la dejó aturdida por un instante. Al recobrar el sentido, vio que estaba rodeada por una fina capa transparente. Castel estaba a su lado y como pudo se levantó. También estaba adolorido pero le dedicó una sonrisa mientras quitaba unas pequeñas ramas de su cabello, pues había un arbusto a su lado.

—¿Qué tratabas de hacer, idiota? —cuestionó molesta. Pero antes de que pueda tomarlo de su ropa, vio al rubio tocar la pared de su burbuja y traspasarla hasta quedar fuera completamente.

Lo vio mover los labios pero no podía escucharlo. Iron Hell estaba sorprendida y empezó a golpear el interior de la burbuja con su brazo metálico, en lugar de que el escudo se rompiera, la prótesis fue la que resultó dañada.

¡Carajo, estoy atrapada!, exclamó en sus pensamientos mientras veía el puño de su prótesis destrozado.

Aquella base de La Agencia era realmente grande, con pisos subterráneos y la mercenaria había sido llevada por Castel a una especie de laboratorio y lo vio discutir con una mujer de bata blanca.

Castel dejó confundida tanto a la doctora como a Iron Hell cuando deshizo la burbuja. Ella pensó que era su oportunidad de contraatacar, sin embargo se detuvo en seco al escuchar su nombre. El mismo que no había usado hace mucho tiempo.

—Helena Morínigo —En todos los años ocultando su identidad, ni los investigadores o hackers más experimentados pudieron averiguar su nombre, siquiera una letra de él.

—Con esto debería estar bien —comentó el rubio, haciendo que ella notara el extraño collar que estaba usando. Un momento después los guardias llegaron con sus armas. Iron Hell reaccionó dándole una patada a Castel para alejarlo, sin embargo al intentar usar sus poderes notó que nada pasaba.

—¡Suéltenme! —exclamó cuando la redujeron, a pesar de haber golpeado a varios de ellos no fue capaz de pelear contra todos. Castel se levantó adolorido aunque no pudo evitar sonreír.

—Les aconsejo que creen una instalación completamente libre de metal, pueden usar plástico o cristales reforzados en el techo para que todo se ilumine con luz natural. La batería del collar no durará para siempre. Los guardias que la vigilen tampoco deben tener nada de metal, pueden cambiar las armas por cuchillos de cerámica —le dijo al líder de los guardias, haciendo que los hombres se miren entre sí.

—Ah... Nosotros nos encargaremos. 

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—¡¿Cómo conoce mis debilidades?! —exclamó, para luego descargar toda su frustración contra la mesa frente a ella. De una patada la arrojó contra la pared y destrozó unas de las patas de madera.

Ya llevaba unos días encerrada, le quitaron su brazo izquierdo y debía usar el collar que anulaba sus habilidades. No tenía idea que La Agencia había desarrollado un artefacto como ese, ya que con él podrían controlar a los omega humanos que se salieran de control.

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