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Capítulo 1

Un hombre de elegante traje oscuro se encontraba leyendo el informe de la captura de Iron Hell con mucho interés. Pues se trataba de la mercenaria más buscada en varios países, muchos querían encontrarla para contratar sus servicios mientras que otros querían eliminarla.

Teniendo en cuenta que ni los mejores informantes de La Agencia había podido averiguar algo sobre ella y su verdadera identidad, al hombre le parecía extraordinario que ahora toda aquella información estubiera en sus manos.

—¿Quién consiguió estos datos? —cuestionó él, mirando al grupo que se encargaba de los archivos. 

—Fue Matías Burjas, señor —respondió el líder de ellos.

—¿Dónde está? Necesito hablar con él.

—Se encuentra haciendo importantes pruebas, la doctora Díaz solicitó que no sea molestado —le explicaron. A lo que el Agente soltó un suspiro, en lugar de insistir con Castel, se propuso a seguir las órdenes de sus superiores acerca del papeleo. 

Muchas cosas habían estado ocurriendo alrededor del mundo luego de la desaparición de Cyberex. Los medios comenzaron a entrar en pánico tras la brutal pelea de la I.A que destruyó su ciudad, cosa que llenó de temor en la sociedad y llevó a la ONU a formar grupos de contención para controlar a los terroristas que comenzaron a levantarse en busca del poder. El trabajo del Agente actualmente consistía en investigar acerca de dichos grupos de omegahumanos y terroristas. Sin embargo, algo en el informe de Iron Hell quedó grabado en su mente.

—Milos Morínigo... me gustaría haberlo conocido —murmuró para sí mismo.

~~~~~~•~~~~~~

En la celda de confinamiento de Iron Hell, ella continuaba buscando una forma de escapar, siempre había una salida, una oportunidad, sólo debía tener un poco de imaginación. A su alrededor no había nada metálico, ni siquiera tierra de la cual podría obtener arena de hierro, los guardias también tenían mucho cuidado al momento de alimentarla y traerle ropa limpia, incluso los cubiertos eran de plástico, del mismo rancio y maldito plástico que le recordó la comida de su madre. 

En un impulso de ira pura, ella rompió el tenedor y levantó su brazo para arrojar la bandeja frente a ella. Pero al ultimo momento pudo controlarse, limpiar ese desastre iba a ser mucho más molesto.

—Contrólate... —se ordenó para luego sentir el gruñido de su estómago—. Tengo hambre —susurró luego de suspirar. De nuevo los recuerdos la golpearon.

—Buen provecho, señorita —ella escuchó la voz de un hombre. Entonces levantó la mirada, recordando que las paredes eran de plástico transparentes y no tenía mucha intimidad realmente.

—¿Qué cosa eres? —cuestionó mientras comía los primeros bocados, no le molestaba usar su mano. Su visitante parecía ser un hombre alto por su voz y contextura física. Sin embargo todo su rostro estaba cubierto por una máscara oscura, parecía un detective salido de los cómics de temática noir.

—Me llaman El Agente —se presentó haciendo una leve reverencia, como todo un caballero.

—¿El Agente? Que creativo —comentó sarcástica.

—Algunos preferimos ser más discretos, no todos podemos ser hierro infernal.

—Habla de una maldita vez, ¿qué quieres? —ella fue directo al grano, quería comer en paz pero la presencia el extraño agente era realmente molesta.

—Ya debes estar consciente del porqué no te entregamos a quienes están buscándote. Tus enemigos darían toda su fortuna a cambio de tu vida, más ingresos para la Agencia. Pero preferimos hacer aliados que enemigos, además sabes demasiado acerca de nosotros —el Agente dio una pausa, Iron Hell no parecía reaccionar a sus palabras, simplemente continuaba comiendo—. ¿Cómo terminaste siendo adoptada por Milos Morínigo? Nunca se casó, tampoco tuvo hijos. Todo este tiempo había pensado que un hombre tan respetable como él había terminado completamente solo.

—¿Adoptado? —murmuró la castaña y luego levantó la vista hacia el Agente—. Él me compró, a mis padres les pareció una excelente idea... Te diré lo que quieres saber de Milos a cambio de mi libertad —le propuso, a lo que el Agente negó.

—No tengo el poder de negociar a ese nivel, ¿qué te parece si te traigo a Castel? —contestó él, sonriendo de lado debajo su máscara—. Estás aquí por él y estoy seguro de que tienen mucho de qué hablar.  

—Hecho —aceptó sin dudarlo. Eso sorprendió al Agente ya que esperaba que la negociación durara un poco más. 

—Comienza por el principio por favor —indicó él, al momento de recostarse por la pared transparente. Estaba dispuesto a escuchar toda su historia.

—Recuerdo perfectamente esos años a pesar de ser una niña. Porque los humanos tendemos a recordar todo lo malo para evitar que vuelvan a hacernos daño —comenzó la castaña.

Hablando de que una noche de fuertes y caras bebidas alcohólicas, fue lo que llevó a Milos confesar a la nada que quería un niño, un heredero. No habría pasado nada, desvaríos de un viejo alcohólico, sin embargo otro hombre que estaba sentado en la barra pudo escucharlo. 

—Si está dispuesto a hacer negocios, yo podría ofrecerle mi ayuda —le dijo en un tono de voz bajo—. Sin necesidad de todo ese papeleo que puede durar años. Supongo que si no ha adoptado es porque no tiene tiempo que perder.

—Tiene toda mi atención —respondió con seguridad, como si todo el alcohol hubiera abandonado su sistema.

Al día siguiente la niñita despertó debido al agradable aroma del desayuno. La sorpresa fue en aumento cuando su madre dejó una bandeja sobre su regazo. Ella nunca le había cocinado, sólo le dejaban las sobras por lo que la pequeña dudó en probar la comida.

—Es para ti —comentó la mujer—, luego te daré un baño de agua caliente —agregó al acariciar su cabeza. 

La niña quedó paralizada ante la caricia y comenzó a comer lentamente. Su madre dejó la polvorienta habitación momentos después mientras que ella soltaba unas cuantas lágrimas, ya que era la primera vez que probaba algo que no estuviera rancio o frio. Hubiera usado sus propias manos para devorar la comida, pero estaba caliente y se vio obligada a usar esos inútiles cubiertos de plástico.

—Si me quieren —se dijo a sí misma.

Las horas pasaron y, luego de un buen baño, la niña estaba muy feliz. Su sueño se había hecho realidad. Sin embargo momentos después veía mechones de su cabello caer ante sus ojos, estaba muy confundida y se llenó de valor para preguntar.

—No te muevas —indicó su madre mientras usaba las tijeras.

—¿Por qué cortan mi cabello? —su voz sonó temerosa y en un tono bajo.

—Es necesario —respondió su padre—. Debe ser más corto —agregó, dirigiéndose a su esposa.

—No entiendo —murmuró. Ella agradecía tener la atención de sus padres, la alimentaron y le dieron ropa limpia.

—Escucha, eres nuestra salvación princesa. Un hombre te cuidará a partir de ahora y gracias a ti nosotros podremos vivir con todas las comodidades —le explicó él con cuidado—. Pero serás un niño, así ese hombre tendrá el hijo que quiere y todos salimos ganando.

—No dejes que nadie sepa que eres niña, el hombre podría molestarse y hacernos daño. ¿Quieres que nos lastimen? —agregó su madre con un tono dulce.

—No, no quiero —respondió un poco asustada. 

—Esa es mi niña, lo harás bien —la felicitó, revolviendo su cabello corto. Debido al conjunto que estaba usando, unos pantalones sueltos y una camiseta blanco y negro, realmente la hacían parecer un niño. 

Ese mismo día su padre la llevó a un parque de diversiones en un auto muy lujoso, ambos estaban bien vestidos y él la tomó de la mano para caminar juntos a la entrada. Era la primera vez que la llevaban a dar un paseo, todo a su alrededor era nuevo y quedó maravillada con los juegos y atracciones. Sin embargo, recordó lo que debía hacer, se repetía a sí misma que ya era un niño.    

Habían muchas personas en el parque, tantas que apenas se podía caminar. Entonces la niña dejó de sentir el agarre de la mano de su padre, sólo por unos instantes, pero lograron salir de ese mar de personas.

—¿Qué juego quieres probar? —le preguntó, haciendo que ella levante la mirada rápidamente. Esa voz era desconocida, entonces se separó un poco. No entendía lo que estaba pasando, el hombre a su lado estaba vestido exactamente igual a su padre pero no era él—. ¿O quieres comer algo primero? —el extraño le extendió la mano. 

La niña entendió que aquel era el hombre del que hablaron sus padres. Debo hacer esto sino ellos no me querrán, pensó en ese momento y tomó la mano del desconocido.

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