[32]
Discussions and protections
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Discusiones y protecciones
—¡Callate James! ¡Cállate!
Harry había subido a su habitación en busca de un libro un día de febrero y escuchó a su madre gritar. Llevado por la intriga, se acercó a la habitación de ambos que estaba con la puerta entreabierta.
Internamente, Harry agradeció por primera vez que Aidan aún durmiera al mediodía, y que ni siquiera se hubiese levantado a desayunar, para que no tenga que escuchar a los adultos pelear.
—¡Entiende! ¡Es lo mejor para todos! — Prongs gritó en respuesta. —No voy a dejar que mandes a Aidan a una estúpida escuela muggle en vez de que pase ese tiempo entrenando. Si quieres manda a Harry para que deje de andar perdiendo el tiempo en Hogwarts. —Harry odiaba cuando James hablaba así de él, aunque el niño ya se había acostumbrado a aquellos comentarios.
—Que asistan a la escuela despejara a Aidan de la carga que estás poniendo sobre él. —Su madre se quejó.
—Es su destino, yo no he puesto esa carga sobre él.
—¡Tú! Tu eres el que quiere que Aidan entrene todos los días en vez de seguir la rutina actual.
—Que entrene una semana por mes no es suficiente. ¡¿Eres estúpida?! — Harry tuvo el impulso de entrar y detener la discusión entre los adultos, pero recapacitó de inmediato sabiendo que él solo empeoraría las cosas.
—No me hables así. —Su madre habló con veneno en la voz. — Sabes que incluso Dumbledore no considera oportuno que Aidan entrene todos los días como una máquina. Recién está empezando. Lleva apenas unos meses desde que empezó.
—No es como si el viejo tuviera las mejores ideas. —Harry notó mediante la abertura de la puerta como James movía los brazos desesperadamente. —Sabes bien que propuso involucrar a Harry en todo esto.
—Hay excepciones. —Razonó la mujer. —Pero a mi hijo no lo vas a obligar a entrenar todos los días. ¡Es un niño!
—¡Lo sé ! ¿Por qué crees que siempre le dejo invitar a Ron a jugar?! — James volvió a gritar, señalando a la nada. —Además solo entrenaría las mañanas y puedo acondicionar la sala de entrenamientos de la mansión. Viajar a Dinamarca es muy pesado y con Sirius fuera, tengo más trabajo que realizar. — Harry no sabía que Potter manor tenía una sala de entrenamientos, pero debió suponerlo. Había lugares de la mansión que nunca había explorado porque tenían hechizos para limitar su entrada.
Su mente no dejó pasar de largo el comentario sobre Sirius. Lo extrañaba. Aunque no dejaba de pensar que tanto él como Remus se habrían aburrido de él y por eso habían decidido dejar de tener contacto con el niño. Pero de seguro, Harry pensaba, que los hombres aún se comunicaban con su hermano de vez en cuando. Ya se le hacía imposible creerle a su hermano cuando le decía que los extrañaba por no haberlos visto hace mucho.
—¿Qué hay de Harry? ¡Hará muchas preguntas! —Harry hizo una mueca al escuchar su nombre proveniente de su madre. De seguro hablaban de los entrenamientos. Si no hubiera sido por el director, ya se habría enterado gracias a esa conversación. ¿Por qué no ponían un hechizo silenciador?
—Pues sería buen momento para que razones y le digas la verdad.
—De todas formas no dejaré que explotes a mi hijo. —La pelirroja apretó la mandíbula. —Aidan y yo nos iremos de acá si sigues insistiendo con la idea de que entrene diariamente.
—¡No te llevarás a mi hijo! No te lo voy a permitir. —Rugió James. —Además no eres nadie sin mí. No tienes un lugar para ir.
Harry se quedó congelado en su lugar, su corazón latiendo aceleradamente mientras escuchaba la tensa discusión entre los adultos. La confusión y el miedo se apoderaron de él, sin saber qué hacer o cómo reaccionar ante la situación.
Su madre y James continuaron intercambiando palabras hirientes y acusaciones, sin escatimar en su intensidad. El ambiente se volvió más cargado y tenso con cada segundo que pasaba. Harry deseaba desesperadamente que la discusión se detuviera o que al menos, no hubiera sucumbido a su curiosidad inicial para estar escuchando todos los gritos fuera de la habitación principal de la mansión.
Finalmente, la voz de su madre se alzó con determinación.
—Ya he tomado mi decisión, James. Aidan y yo nos iremos. No puedo permitir que sigas explotando a nuestro hijo.
Las palabras de su madre resonaron en los oídos de Harry. La idea de su madre y Aidan abandonando la mansión familiar y alejándose lo llenó de angustia. A pesar de las diferencias y las tensiones, no podía imaginar su vida sin ellos. ¿Acaso su madre planeaba dejarlo solo con James?
Harry se mordió el labio inferior, sintiéndose atrapado en medio de un conflicto que no entendía completamente. Quería ayudar, quería calmar las aguas turbulentas, pero no sabía cómo. Se sentía impotente y confundido.
Segundos de silencio lo invadieron. Las palabras de su madre habían ocasionado un completo silencio. Los adultos parecían haber dejado de discutir.
Harry se asustó cuando la puerta de la habitación se abrió por completo, su madre salió de esta. La pelirroja lo miró por unos segundos y Harry pudo notar la mirada triste de su madre y su rostro mojado, como si hubiera estado llorando durante toda la discusión.
—Harry. —El tono de sorpresa en la voz de su madre fue evidente.
—¿Mamá? —La voz de Harry fue débil. No le afectaba en lo más mínimo ver a los adultos pelear. Pero sentía un dolor en el pecho tras haber escuchado que su madre dejaría la mansión con su hermano y no había mencionado también su nombre, como si fuese a dejarlo.
—Ve a alistar tus cosas. Nos iremos. — Su madre fue determinante y tras decirle eso, se dirigió hacia las escaleras mientras su manos intentaban secar su rostro. Seguramente la pelirroja iría a buscar a Aidan.
El dolor en su pecho se calmó. Al menos su madre no pensaba dejarlo con James. Al menos iría con su madre y con Aidan a donde sea que la adulta decidiera ir.
Su mirada se dirigió por unos segundos hacia dentro de la habitación. La mirada dura de James puesta sobre él. Harry tuvo el pequeño presentimiento de que el adulto ya había notado su presencia desde el inicio de la discusión.
Luego reaccionó y dio media vuelta, caminando hacia su propia habitación para seguir las indicaciones de su madre.
:.:.:
Días pasaron desde aquella intensa discusión entre los Potter, y desde que él mismo había dejado la mansión junto a su madre y hermano. Harry, en realidad, no había esperado que su madre decidiera ir a Hogwarts tras decidir salir de la mansión con Harry y Aidan. Lily mintió a su hermano, diciéndole que sólo pasarían unos días divirtiéndose y que James no podía acompañarlos por trabajo.
Así como sus ilusiones fueron desmoronadas, las de su hermano también.
Su madre solo había pisado Hogwarts para dejarlo. Excusándose con el director de que era una emergencia. Dumbledore no había tenido tiempo de replicar porque su madre terminó tomando la red flú nuevamente.
Como siempre que estaba en Hogwarts, terminó acabando en la oficina de Severus.
Al llegar, no encontró al hombre en su escritorio. Si no fuese pasadas las seis de la tarde, Harry habría supuesto que Severus debía estar dictando alguna clase, pero no era así. Se dirigió a su habitación con el fin de dejar su mochila y luego dirigirse al laboratorio en busca de Severus. Pero estando dentro de su habitación, la puerta se abrió.
—¿Harry? —La voz de Severus se hizo escuchar en la entrada de su habitación. De seguro había sido alertado por la seguridad de sus habitaciones.
—Sev. —Harry hizo una mueca en un intento de sonreir.
—¿Qué sucede, Harry? Te noto preocupado. —Severus se preocupó genuinamente por el niño. Debido a la nula respuesta del menor, Severus se sentó sobre la cama de Harry y el niño lo imitó. —¿Necesitas hablar?
Harry suspiró y decidió abrirse con Severus, sabiendo que podía confiar en él. Le contó sobre la discusión que había escuchado entre James y Lily. Mientras contaba, Harry no pudo volver a sentirse impotente por haber escuchado a los adultos discutir y expresó sus preocupaciones sobre Aidan. Harry temía que su hermano supiera que sus padres habían discutido, era consciente que a Aidan le afectaría gravemente.
Severus colocó una mano reconfortante en el hombro de Harry mientras lo escuchaba.
—Mamá me vio fuera de la habitación cuando acabó la discusión. Me indicó alistar mis cosas y procedió a dejarme en la oficina de Dumbledore. —Harry intentó contener las lágrimas. Había creído que, por primera vez, su madre no solo estaría preocupada por su hermano.
¿Por qué solo su madre le daba afecto de a ratos? ¿Era porque solo Aidan era el niño que vivió?
Su cuerpo tembló y las lágrimas terminaron mojando su rostro. En medio del silencio, Severus lo abrazó y Harry recostó su cabeza en el hombro del adulto. Le gustaba abrazar a Severus. Se sentía cálido y cómodo. ¿Por qué los abrazos de su madre no podían sentirse de la misma manera? ¿Acaso él mismo, inconscientemente, rechazaba esas muestras de afecto por parte de su madre? Los abrazos de ella no se comparaban a los del profesor de pociones, eran tan... distintos.
O tal vez era porque Harry sabía que si su madre le daba alguna muestra de afecto, este no sería duradero. Sería en ocasiones específicas y usualmente era cuando James lo regañaba. Era como si su madre solo quisiera darle la contraria al hombre y no lo hiciera porque le salía del corazón.
Harry sollozó y odiaba sentirse así, vulnerable. Pero llorar era la única forma en la que luego se sentiría mejor. Y no había problema porque era Severus el que lo abrazaba. Su padre.
—La odio. —susurró con la voz quebrada. Harry no pudo descifrar si el adulto lo había escuchado.
En realidad, Harry no sabía si odiaba a su madre, pero simplemente tuvo la necesidad de decirlo. Era extraño. Quería pasar más tiempo con su madre, pero cuando se le daba ese tiempo, Harry se sentía incómodo y quería alejarse de ella. Evitarla.
Con James no se sentía así. De hecho, no sentía nada por el hombre. También era complicado para Harry. Se suponía que era su padre y todos los niños querían a su padre, ¿cierto? Pero Harry no podía, se le hacía imposible generar alguna emoción positiva hacia James Potter. Harry no podía decir si en algún momento de su vida, James Potter había mostrado algún tipo de afecto hacia él. Solo tenía vagos recuerdos de James Potter rengañándole o ignorándolo desde que era más pequeño.
Tal vez era, porque ese vacío que había sentido con James, fue reemplazado por el amor y cariño cálido de Severus. Tendría algo de sentido, puesto que el cariño de su madre no había sido reemplazado por otro. Pero Harry agradeció a Severus, porque Harry sentía que sin el hombre, su vida estaría completamente desmoronada.
Su corta vida, desmoronada.
—Tranquilo, estoy acá. —Severus intentó reconfortar, pero eso solo hizo llorar a Harry aún más.
:.:.:
Lily sabía que no debía estar ahí, mucho menos con su hijo. Pero era necesario.
Si alguien la encontraba dirigiéndose hacia el que fue su laboratorio y oficina mientras trabajaba como inefable para el ministerio, se metería en un lío gigante. El problema simplemente empeoraría si a su esposo le llegaba información sobre su paradero.
Aidan no hizo preguntas, como se lo pidió. Lily internamente agradeció haber tomado la capa de invisibilidad de James y de no haberse topado con ningún mago ni bruja mientras caminaba por los pasillos del departamento de Inflables fuera del Ministerio de Magia.
Al caminar por los pasillos, tomando de la mano a Aidan, un sentimiento de nostalgia se apoderó de ella. Había trabajado en ese lugar por cuatro años, hasta que renunció. De acuerdo a su esposo, trabajar le consumía demasiado tiempo. Tiempo que debía invertirlo en la crianza y protección de Aidan.
Dobló hacia la izquierda y caminó hasta el final del pasillo, por donde bajó hacía el segundo sótano a través de unas escaleras de caracol.
Notó la expresión impaciente de su hijo, pero no podía arriesgarse a hablar.
Finalmente llegó al que había sido su laboratorio durante algunos años. Ingresó con la última contraseña que recordaba y luego cerró las puertas detrás de ella.
No solo su laboratorio se veía abandonado, sino que el resto del edificio también parecía estarlo. Lily evitó hacerse preguntas del porqué, teniendo asuntos más importantes que realizar en ese momento.
—¿Ves ese sofá? —Lily señaló un sofá dentro de la amplia habitación. Su hijo asintió. —Toma asiento ahí. Buscaré unos papeles.
Se acercó al que solía ser su armario donde guardaba todo tipo de pergaminos y libretas. Había hecho copias que se había llevado a la mansión, pero algunas habían sido decomisadas por James para evitar que ella siguiera trabajando desde casa.
Al abrir el armario, salió polvo de él y tosió. Con su varita lanzó un hechizo de limpieza para retirar todo el polvo acumulado. Sacó unas libretas y empezó a hojearlos, buscando la investigación que estaba haciendo respecto a mejorar la fuerza mágica. Toda su investigación se basaba en la teoría y pequeños experimentos en algunos roedores mágicos.
No tenía pensado experimentar en Aidan, para nada. Quería acabar por completo su investigación y mejorarla. De esa forma podría usarla sobre su hijo. Evitaría que tenga que entrenar constantemente y le ayudaría a igualar o superar su magia de la de Voldemort. Lily no se podía permitir perder a alguno de sus hijos. Pero lo que podía hacer por ahora, era colocar un hechizo de protección sobre el niño y así evitarle un terrible final.
Mientras Lily buscaba los documentos y se sumergía en sus pensamientos, Aidan se sentó en el sofá, impaciente pero obediente. No entendía exactamente por qué estaban en aquel lugar abandonado, pero confiaba en su madre y sabía que ella siempre tenía sus razones.
Lily encontró finalmente los pergaminos que buscaba y los sostuvo en sus manos, repasando las anotaciones y fórmulas que había desarrollado. Aunque se sentía orgullosa de su trabajo, también experimentaba una profunda sensación de culpa. Sabía que lo que estaba haciendo iba en contra de las expectativas de James y de su papel como madre.
La magia que estaba investigando era poderosa y peligrosa. No era algo que debiera tomarse a la ligera, pero Lily estaba dispuesta a arriesgarse para proteger a Aidan. No quería que su hijo viviera bajo la sombra de Voldemort y se viera arrastrado por la misma oscuridad que había consumido a su padre.
Con los pergaminos en la mano, Lily se acercó al sofá y se sentó junto a Aidan. Su mirada reflejaba determinación y preocupación.
—Aidan, cariño, necesito que me escuches atentamente— dijo Lily en un tono suave pero firme. —Lo que voy a mostrarte es algo muy importante, pero necesito que tu padre no sepa que hemos estado aquí y sobre lo que voy hacer.
La pelirroja sabía que existían varios hechizos de protección, pero todos debían ser conjurados por la misma persona que deseaba ser protegida, a excepción de aquellos que protegen un territorio en específico. Lily necesitaba asegurarse, que sin importar a donde fuera Aidan, su hijo estaría protejido.
—¿Por qué papá no puede saber? —Aidan preguntó con intriga y Lily se mordió la lengua.
—Es mejor que no sepa. No hay que preocuparlo, ¿sí? —Rogó Lily con la esperanza de que Aidan no dijera nada.
Aidan dudó unos segundos, pero finalmente asintió. No le gustaba la idea de ocultarle algo a su padre, pero si su madre se lo pedía era porque tenía sus razones para hacerlo.
—Pondré un hechizo sobre ti, es para protegerte. — continuó Lily. —Pero necesito que prometas seguir mis instrucciones al pie de la letra y que nunca, bajo ninguna circunstancia, hagas esto sin mi supervisión. ¿Entiendes?
Aidan asintió lentamente, comprendiendo la seriedad de la situación.
—Lo prometo, mamá. Haré todo lo que me digas y te seguiré siempre. —Aseguró Aidan y Lily le sonrió con ternura, acariciando suavemente la mejilla de su hijo.
—Eso es lo que quería escuchar, cariño. Ahora, quiero que me des tu mano y cierres los ojos.
Aidan extendió su mano pequeña y confiada hacia su madre, cerrando los ojos con obediencia. Lily pronunció palabras en voz baja y realizó movimientos con su varita, rodeando a Aidan con una suave luz dorada, siguiendo al pie de la letra sus apuntes en su pergamino. Era un hechizo que había desarrollado para protegerlo de la magia oscura y de las malas intenciones de otros magos, asegurándose de que ningún daño llegara a él.
Una vez completado el primer paso, Lily tomó una respiración profunda y concentró su atención en los pergaminos frente a ella, nuevamente. Leyendo, empezó a susurrar el hechizo casi en un murmullo.
Aidan sintió un calor rodear su cuerpo y luego enfriarse con la misma rapidez. Mientras tanto, Lily vio como un pequeño punto blanco brillaba en el centro de la frente de su hijo, lo que significaba que el hechizo había funcionado. Una calma la invadió.
—Listo, ya puedes abrir los ojos. —Lily dejó un beso en la mejilla de su hijo, quien le sonrió. Tomó sus anotaciones y se acercó nuevamente al armario para poder guardarlas.
Mientras su madre guardaba los pergaminos. Aidan sintió un cosquilleo en su cuello, donde estaba su cicatriz. Se rascó por un segundo y luego la comezón desapareció.
Feliz Domingo!!! Les traigo un capítulo más por esta semana <3
Las cosas empiezan a ponerse cada vez más tensas con los Potter. Opiniones?
Nos leemos prontooo
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