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Internal discomforts

Incomodidades internas

Dumbledore, sentado sobre el sillón de su escritorio, sonrió al ver entrar a su oficina a su profesor más joven. El director sabía que Severus no perdería el tiempo y realmente esperaba que el profesor de pociones estuviese ahí para discutir sobre un posible entrenamiento para Harry.

—Buenas noches, director. —Severus le saludó y Albus le ofreció un caramelo que el profesor rechazó. Albus no entendía porque Severus no se daba el gusto de aceptar alguno de sus caramelos. No era como si se tomase el tiempo de envenenarlos o algo por el estilo.

—Es bueno verte muchacho. —Le sonrió a Severus mientras desenvolvia un caramelo para sí mismo. —Dudo que hayas venido a mi oficina para solo visitarme. —Albus rió. —¿Qué sucede muchacho?

Severus se acomodó en la silla frente al escritorio de Dumbledore, su rostro serio reflejaba la importancia del asunto que iba a tratar. El director ya suponía de que tema Severus quería tratar con él.

—En efecto, director. He venido a hablar sobre Harry y su futuro —respondió Severus, fijando su mirada en Albus.

Dumbledore asintió, mostrando un gesto de comprensión.

—Supongo que esto tiene que ver con el entrenamiento del que hablamos previamente. ¿Has llegado a alguna conclusión al respecto? —El director preguntó con intriga.

Severus asintió, pensativo.

—He considerado seriamente la posibilidad de entrenar a Harry personalmente. Creo que es necesario que él adquiera las habilidades y conocimientos para enfrentar cualquier desafío que se le pueda interponer en el futuro. —Indicó el profesor de pociones. —En primera instancia, decidí hablar con Harry al inicio de la semana. Harry aceptó recibir entrenamiento. Y ahora que ya ha vuelto con los Potter, he decidido acercarme con usted para continuar discutiendo el asunto...

Dumbledore escuchó atentamente las palabras de Severus, sabiendo que estaba tomando una decisión importante para el futuro de Harry. Sonrió para sus adentros.

—¿Estás seguro de que está preparado para un entrenamiento tan riguroso? —Preguntó Albus, aunque sabía que igual sería necesario que empiece un entrenamiento

Desde que se supo que Aidan era el niño de la profecía, Albus habló con los Potter para que se prepararan para que el niño recibiera el entrenamiento mágico que necesitaba a partir de sus siete años. En ese entonces, Albus no había contemplado a Harry en el panorama, hasta que cayó en cuenta que Harry también podría estar en peligro por ser el hermano del niño que vivió.

Cuando habló con los Potter para que Harry fuera parte de los entrenamientos de su hermano, Lily y James se negaron de inmediato. Lily por miedo y James por querer concentrar sus esfuerzos solo en Aidan. Dumbledore no podía negar el claro favoritismo de James por uno de sus hijos y Albus temía que fuese su culpa. Aún así, para su sorpresa, había visto como con el pasar de los años, Severus y Harry habían formado un hermoso vínculo que se asemejaba al de un padre e hijo.

—Comprendo sus preocupaciones, director, pero he estado trabajando con Harry durante estos últimos meses y he visto su potencial. —Severus respondió a su pregunta. —Harry está dispuesto a aprender. Siempre que estemos atentos a su bienestar emocional y le brindemos un apoyo adecuado, creo que podemos guiarlo en este proceso.

Dumbledore reflexionó por un momento, sopesando los argumentos de Severus.

—Sé que confío plenamente en tu juicio, Severus. Si crees que es lo mejor para Harry, entonces apoyo tu decisión. Sin embargo, quiero que entiendas que James y Lily no pueden enterarse sobre esto. Ambos estaban muy reacios a que Harry fuera entrenado.

—Entiendo perfectamente, director. Me aseguraré de mantener un perfil bajo al empezar a entrenar a Harry.

Dumbledore sonrió, satisfecho con la respuesta de Severus.

—Confío en que así será, Severus. De hecho, agradecería que elabores un plan de trabajo en el que Harry pueda empezar a entrenar desde las vacaciones de verano del próximo año. Últimamente ha tenido mucha información nueva para digerir, así que démosle un tiempo primero. —informó Albus. —Además, le podré regalar una varita como regalo para su cumpleaños.

Severus asintió solemnemente, sintiendo la responsabilidad que recaía sobre sus hombros.

—Haré todo lo que esté a mi alcance, director. No defraudaré su confianza.

—Lo sé muchacho. De hecho, considero que hasta podrías tener la ayuda de una joven muy hábil. —Albus habló sonriente. Severus frunció el ceño, curioso por saber de quién hablaba. —Pomona me informó que conociste a Kazumi Kohara. Estará aquí hasta acabar agosto, pero volverá justo para las navidades. Está aprendiendo sobre una de las plantas que crecen acá en Escocia. Podrías convencerla de que venga el próximo verano, también.

Albus notó con claridad el rostro tenso de Severus. Quiso preguntarle a Severus si había tenido un mal encuentro con la joven, o algo por el estilo. Albus esperaba que realmente no fuese así. Tener a Kazumi como un apoyo para el entrenamiento de Harry sería bueno. Eso porque ya había designado suficientes entrenadores para Aidan por pedido de James Potter.

—¿Es necesario su ayuda? —preguntó Severus reacio.

—Podrá complementar tus habilidades y de esa forma enriquecer el entrenamiento para Harry. Una ayuda nunca viene mal. —Albus le sonrió a Severus con la esperanza de que este aceptara. —Sería bueno que le presentes a Harry, no entres en tantos detalles. Igual hablaré con ella personalmente luego.

—Dudo que se necesite de otra persona aparte de mí para entrenar a Harry. Además, por lo mismo que me dijo Kazumi, ella trabaja en Japón. —Severus habló seriamente. Albus sonrió ante la idea de Severus hablando con Kazumi, manteniendo alguna conversación donde la joven le haya hablado sobre su profesión.

—Eso se puede solucionar, Severus. No dudo que a Kazumi le gustaría ganar experiencia enseñando en otra escuela. —Albus no borró su sonrisa, pero escuchó con claridad un quejido proveniente de Severus.

:.:.:

Severus frunció el ceño, mostrando su descontento. En ningún momento, durante su previa conversación con Albus Dumbledore, el viejo había expresado que necesitaría de la ayuda de alguna persona más para entrenar a Harry. Posiblemente, sabiendo que Kazumi debería involucrarse en el asunto, no hubiera accedido con tal facilidad al pedido del director. Aún así, Severus era consciente de que el entrenamiento era necesario para Harry.

—No estoy seguro de que sea necesario involucrar a Kazumi en este asunto. Además, no sé si confío plenamente en sus intenciones. —Expresó Severus al director.

Dumbledore arqueó una ceja, curioso por la reacción de Severus.

—¿Por qué dices eso, Severus? ¿Ha sucedido algo entre ustedes?

Severus suspiró, recorriendo con la mirada los detalles de la oficina de Dumbledore antes de responder. ¿Realmente debía responder a la pregunta de Dumbledore? Supuso que sí, si es que eso lograba quitar la ridícula idea de aceptar la ayuda de Kazumi en la cabeza del director.

—Kazumi estuvo en mi despacho al inicio de la semana mientras Harry estaba conmigo. Aunque Harry se mostró interesado en aprender de ella, yo no me sentí cómodo con su presencia. No confío plenamente en sus motivaciones y preferiría llevar a cabo el entrenamiento de Harry por mi cuenta.

Dumbledore reflexionó por un momento, entendiendo las reservas de Severus.

—Comprendo tus preocupaciones, Severus. —Habló el director. —Pero conozco a Kazumi desde hace muchos años, prácticamente desde que era una niña. Su tía es la directora de Mahoutokoro y amiga íntima de mi persona. —Expresó Dumbledore. Severus solo apretó los dientes.

No quería trabajar conjuntamente con Kazumi. No solo por el hecho de que no le agradaba del todo. Sino porque en la joven había generado sensaciones extrañas en Severus que no le gustaban. Debía ser su intuición diciéndole que la muchacha no era alguien en quien confiar.

—No tengas miedo de confiar en otros Severus. —Recomendó el director con una expresión algo triste. —Sé que se te hace difícil confiar, pero intentalo. Por el bien de Harry.

—Lo pensaré. —Severus se levantó del asiento, con la finalidad de ponerle fin a la conversación y poder ir a sus habitaciones a descansar.

—Buenas noches, Severus. —Se despidió el director.

—Hasta luego director. —Correspondió el despido de Dumbledore saliendo de su oficina.

Caminando por el pasillo del tercer piso para llegar a las escaleras, vio caminar frente a él a la persona que menos quería ver en ese instante. Kazumi detuvo sus pasos al verlo. De inmediato, una tensión se apoderó de ambos adultos que se encontraban a unos metros de distancia.

Severus no había visto a la joven desde aquel encuentro en su despacho al inicio de la semana y sinceramente, no quería verla ahora tampoco. Sentía que su paz estaba siendo interrumpida. El profesor también detuvo su caminar.

Notó como Kazumi se tensaba al chocar con su mirada y aquella expresión amable que había notado en ella los primeros días de conocerla era reemplazada por una mirada seria.

Tras unos segundos de sostenerse la mirada. Kazumi continuó caminando por el pasillo. La mirada de Severus lo llevó a seguirla mientras la joven lo ignoraba por completo. ¿Quién se creía para ignorarlo de aquella manera? Algo dentro de Severus hirvió y volteó.

—Kazumi. —Severus se encontró llamando a la joven a mitad del pasillo.

La castaña volteó y se acercó a él a paso firme, sosteniendo una mirada seria en su rostro.

El profesor de pociones no podía asegurar sus razones para llamarla, simplemente lo hizo. Pero ya teniéndola frente a él, Severus supuso que debería hacerle caso a Albus. No sobre el aspecto de confiar plenamente en la mujer, sino en preguntarle si accedía a ayudar a Harry. Aunque de alguna u otra forma Severus esperaba una respuesta negativa por parte de la joven profesora.

—Es Kohara para ti. —Dijo la mujer. Ojos color marrón sin expresión viéndolo fijamente. —Deberías irte, así nos ahorramos problemas. —Severus descifró de inmediato el enojo en la voz de la asiática.

Severus se acercó a la joven, con cautela, quedando a centímetros de esta. La miró hacia abajo, notando la diferencia de altura entre ambos. Nadie le decía qué hacer. Bueno, Dumbledore era la excepción algunas veces. Pero, esa mujer no le diría qué hacer.

—Soy un atrayente de problemas. —Susurró Severus a centímetros del rostro de la joven y sin separar su mirada de esta. Luego retrocedió, quedando a una distancia prudente de la castaña, nuevamente. La desconocida apartó la mirada.

—Tengo cosas más importantes que hacer. ¿Qué es lo que quieres? —La joven le habló con rudeza.

La mirada marrón de esta ardiendo en furia. A Severus le recordaba al café sin azúcar que se preparaba todas las mañanas. Una mirada llena de algo que Severus no reconocía pero de alguna manera él sabía que se asociaba al peligro. Severus sabía que no debía confiar en ella.

—¿Molesta? —Severus alzó una ceja, con la intención de hacerla enojar más, olvidándose por completo lo que Dumbledore le había dicho.

—Eres un insufrible Snape. —La joven se quejó y Severus sintió el filo de sus palabras. Kazumi no había usado su apellido para referirse a él desde que se habían conocido. —Déjame en paz. Que para tu fortuna dejaré Hogwarts la próxima semana.

La revelación de que Kazumi abandonaría Hogwarts la próxima semana dejó a Severus sorprendido por un momento. Pero de inmediato recordó las palabras del director informando que la muchacha solo se quedaría hasta finales de agosto. No sabía cómo manejar la presencia de la joven y prefería mantenerse alejado de ella, así que sintió aliviado con que Kazumi Kohara se fuera pronto.

—Es bueno que se vaya, señorita Kohara. —Severus se encontró sonriendo con suficiencia.

La mujer lo vio unos segundo y volteó yéndose por el pasillo. Seguramente en dirección hacia las oficinas del director. Con determinación renovada, Severus se dirigió a sus habitaciones. Caminó por los pasillos de Hogwarts, perdido en sus pensamientos. La presencia de Kazumi le había perturbado más de lo que quería admitir. No entendía por qué esa mujer tenía el poder de desestabilizarlo de esa manera. Quizás era el hecho de que no podía descifrar sus verdaderas intenciones, lo que le generaba desconfianza.

Llegó a sus habitaciones y se dejó caer en su sillón favorito. Allí, rodeado de libros y frascos de pociones, trató de analizar la situación. Era cierto que Harry necesitaba entrenamiento, pero ¿debía confiar en Kazumi para ayudarlo? No estaba seguro. Realmente nada le aseguraba poder confiar en otras personas para ello. Además, Severus supuso que de requerir la ayuda de otra persona, implicaría tener que contar algo de la verdad en torno a su relación con Harry Potter.

Solo Dumbledore sabía la magnitud de su relación con Harry. Era el único que conocía que el hombre más frío de todos había desarrollado un cariño inexplicable hacia el hijo de su némesis y ex-mejor amiga. Ni Minerva conocía todos los aspectos sobre cómo se llevaba Severus con el hijo de los Potter.

Sus pensamientos retornaron a Kazumi. Albus confiaba en ella y eso era algo que Severus debía tomar en cuenta. Dumbledore no era una persona que se dejara llevar fácilmente por las apariencias, así que si confiaba en Kazumi, tal vez había algo más en ella de lo que Severus podía ver.

Severus suspiró y se levantó de su sillón. Decidió que, por el bien de Harry, debía al menos darle una oportunidad a Kazumi. Si Dumbledore confiaba en ella, debía haber una razón. Aún así, Severus no consideraba oportuno hablar con la mujer ahora mismo. Si Dumbledore era el de la idea, que este se le presentase a la mujer. Seguramente la joven tendría muchas dudas de porque el hermano del niño que vivió no era entrenado junto a este. Y con suerte, rogaba Severus, la mujer se negaría a ayudar.

N/A: Muy tarde, sé que debí publicar el viernes. No estuve en mi casa y mi internet sufría, pero igual les traigo el último capítulo de esta maratón semanal.

¿Que creen que pasará en el futuro de esta historia? Los leooo

Espero que hayan disfrutado de esta maratón semanal! El próximo viernes actualizo.

Me emociona ya tener 28 capítulos publicados, aún recuerdo cuando apenas empecé con esta historia...

Nos leemos <3

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