[27]
Decision Taken
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Decisión tomada
Vio a Severus salir apresurado luego que la profesora McGonagall le dijese algo al hombre mediante las llamas de la chimenea. Harry notó que la puerta del despacho había quedado entreabierta, seguramente por la rapidez con la que Severus había salido. Harry se levantó del sofá y se acercó a la gran puerta con la intención de cerrarla. Pero para su sorpresa, la figura de una mujer apareció antes que pudiera cerrar la puerta.
Harry se quedó mirando fijamente a la mujer que nunca había visto. Era bonita, pensó Harry. Tenía el cabello castaño y ojos marrones que lo miraron con sorpresa. Además, parecía tener una piel muy muy suave.
—Hey, pequeñín. ¿Qué haces aquí? —La mujer le sonrió con amabilidad. Harry no supo qué responder. —¿Eres hijo de Severus? —Volvió a preguntar la mujer bonita. Harry pensó que le gustaría ser hijo de Severus, sí. Pero no era su hijo para su disgusto.
—Soy Harry. —Harry se presentó, cautivado por la mujer.
—Soy Kazumi. —La mujer se agachó a su altura. —¿Tu papá está aquí?
Harry negó con la cabeza, sin recordar que Severus no era su papá.
—¿Sabes a qué hora vuelve? —Harry volvió a negar con la cabeza, preguntándose lo mismo internamente y mientras jugaba con el dobladillo de su polo, nervioso.
—Volveré más tarde. —la mujer, Kazumi, le habló mientras se enderezaba.
Harry, por alguna razón, quería que la mujer se quedara con él mientras Severus volvía. No la conocía, pero Harry sentía que algo en la mujer era atrayente y no solo su físico. El niño lo pensó por unos segundos, pero finalmente decidió hablar.
—¿Puedes quedarte?
:.:.:
Odiaba cuando Minerva hacía eso. La profesora no volvía a Hogwarts hasta la próxima semana y le había encargado recoger un pedido en Hogsmeade. Debía ir rápido, porque el que entregaba los pedidos tenía una tienda portátil y solo llegaba una vez al mes. Con el pedido de Minerva en manos, que posiblemente sería un nuevo set de ajedrez o set de tazas de té, regresó a las mazmorras con la intención de preparar algunas pociones con Harry. Harry, quien había llegado esa misma mañana.
Susurró la contraseña del despacho y la puerta se abrió. Se sorprendió de inmediato, casi suelta el pedido de Minerva, al ver a Kazumi sentada en su sofá con Harry. ¿Qué hacía la mujer ahí? ¿Y porque parecía ser tan amigable con el niño? Mujer y niño voltearon al notar su presencia. Severus cerró la puerta tras él.
—Severus. —La mujer le saludó. Severus no comprendía la necesidad de la castaña de tutearlo, pero era culpa suya por no haberla corregido. —Vine por un analgesico y pensaba irme, pero tu hijo pidió que me quedara.
Severus miró al niño, quien le sonrió inocentemente.
—Iré por la poción y podrás irte. —Indicó Severus.
—¿Puede quedarse? Me estaba dando algunos datos curiosos sobre las plantas de este libro. —Harry habló sonriente, señalando el libro que estaba en el regazo de Kazumi.
—Si así lo quieres. —Severus se sintió extraño. Usualmente Harry no lo dejaba en paz y ahora que parecía tener un respiró del niño estando bajo su cuidado, no le gustó. —Pensaba preparar algunas pociones juntos, pero si te parecen más interesantes las plantas de Kazumi. —Severus miró al niño, que solo se limitó a sonreírle. —Iré por la poción.
Al volver, Severus encontró al niño entretenido en una explicación de Kazumi sobre la Árnica y sobre como esta podía ser usada en pociones. A Severus le parecía que Kazumi era una mujer inteligente, lo que era interesante, pero a su vez irritante. Era irritante tener a la mujer cerca, quien parecía no saber callarse.
—Harry... entonces, ¿te quedas con ella? —Severus preguntó con la esperanza de que Harry no dañara más su ego, mientras le daba el frasco de analgesico a la castaña. Harry pareció pensar ante su pregunta, ¿porque lo pensaba?
—¿Puede acompañarnos a hacer pociones? —Harry preguntó y el hombre de inmediato quiso negarlo, pero la expresión de Harry hacía que no pudiera negarle nada. Pero sinceramente la castaña lo irritaba, así que esta vez Harry perdería.
—Sabes que cualquiera no entra a mi laboratorio. —Severus miró a Harry, pero esperando que Kazumi entendiera que no la quería dentro de su despacho por más tiempo.
—No soy cualquiera. —La mujer se puso de pie y parecía ofendida. —Tranquilo, no me quedaré. —La mujer lo empujó y a Severus no le importó, porque de inmediato la castaña salió furiosa de sus oficinas.
—¡La ofendiste! — Harry se quejó, mirándolo con una mueca.
—No importa, vamos al laboratorio. Hay mucho que hacer. —Indicó Severus. Harry le siguió.
:.:.:
Harry miró al adulto con atención mientras removía un caldero. El niño realmente disfrutaba preparar pociones con Severus. Era divertido y aprendía mucho. Sentía como si fuera una actividad que un padre y un hijo realizarían juntos. A pesar de haberse sentido dolido por la mentira que Severus le había ocultado sobre ser un mortifago, no podía evitar pensar en el hombre como su padre. Seguramente, si James Potter supiera de sus pensamientos ni le importaría. Prongs no solía preocuparse por Harry, aunque de seguro su madre sí se preocuparía por ver como un padre a una persona que no era James Potter.
De todas formas, a Harry no le había gustado como Severus había tratado a la señorita Kazumi hacía unas horas. Parecía no caerle bien la mujer a su profesor.
—¿Sev? —Harry llamó al hombre que movía con concentración una de las pociones en el sentido de las manecillas del reloj.
—¿Mmm?
—¿La señorita Kazumi no te cae bien? —Harry preguntó y Severus volteó a verlo sin detener sus movimientos sobre el caldero.
—Las personas no suelen caerme bien.
—Necesitas amigos, Sev. —Harry señaló y Severus detuvo sus movimientos sobre el caldero, retirando su varita. Severus lo miró seriamente, Harry le sonrió. —La señorita Kazumi podría ser una buena amiga si te disculpas con ella. Así, también podría terminar de explicarme las propiedades de la Árnica.
—Parece que disfrutaste de pasar el tiempo con ella. —Harry asintió y el profesor bufó. —No deberías hablar con extraños y menos dejarlos pasar a mi despacho.
—Pero te conoce...
—Eso no es razón suficiente, Harry. —Severus calmó su expresión. —Cualquier persona que no conozcas podría hacerte daño.
Harry frunció el ceño, tratando de comprender las palabras de Severus. Aunque entendía la preocupación del hombre por su seguridad, también sentía que había algo más detrás de su actitud hacia Kazumi. No era solo por ser una desconocida, sino que había una tensión palpable entre ellos.
—Pero ella no parece mala. —Harry hizo un mohín con los labios. —Es amable y tuvo la paciencia de explicarme algunas cosas sobre las plantas —insistió Harry, decidido a defender a Kazumi.
Severus suspiró, pareciendo considerar las palabras de Harry. Sabía que el niño era inteligente y tenía buenos instintos, pero también sabía que debía protegerlo a toda costa.
—Harry, entiendo que te hayas sentido atraído por Kazumi y que hayas disfrutado de su compañía, pero debes entender que no puedo permitir que personas desconocidas entren a mi despacho o se acerquen a ti sin conocer sus intenciones —explicó Severus, tratando de ser razonable.
—Está bien, Sev. Entiendo —dijo Harry, intentando ocultar su decepción.
Severus se acercó a Harry y le puso una mano en el hombro, transmitiendo su cariño y preocupación.
—Sé que puede ser difícil, pero siempre estaré aquí para protegerte, Harry. Mi deber es velar por tu seguridad y enseñarte lo que necesitas saber para enfrentar los desafíos que vendrán. Confía en mí, ¿de acuerdo? —dijo Severus con suavidad, buscando fortalecer el vínculo entre ellos.
Harry asintió, mirando a Severus con gratitud. Aunque estaba decepcionado por no poder pasar más tiempo con Kazumi, sabía que tenía a Severus, alguien en quien confiar plenamente.
—Lo entiendo, Severus. Confío en ti —respondió Harry, apreciando el gesto del hombre.
Severus sonrió ligeramente, satisfecho con la respuesta de Harry. Sabía que no sería fácil criar al niño, pero estaba dispuesto a hacer todo lo necesario para protegerlo y guiarlo por el buen camino.
—Aún así deberías disculparte con ella. —Harry miró al adulto y lo vio con ojos inocentes. Severus rodó los ojos.
—No volveremos a hablar del tema, niño. —Se quejó Severus.
Continuaron trabajando juntos en el laboratorio de pociones, sumergiéndose en la tarea y aprovechando el tiempo que tenían juntos. A medida que avanzaban, Severus sentía que su conexión con Harry se fortalecía aún más. Había algo especial en su relación, algo que iba más allá de la sangre.
:.:.:
Al llegar la noche, adulto y niño se sentaron a cenar. Severus estaba sumido en sus pensamientos, recordando una de sus conversaciones con Dumbledore la anterior vez que Harry había estado en Hogwarts. La idea de entrenar a Harry para protegerlo y prepararlo frente a los peligros que se avecinaban comenzaba a tomar forma en su mente. Sin embargo, sabía que no podía tomar decisiones por el niño sin su consentimiento. Severus consideraba, al igual que Dumbledore, necesario que Harry se preparara como su hermano, pero dudaba si sería lo correcto a tan corta edad.
—¿Sev? —Harry lo llamó, seguramente notando que el hombre había estado distraído.
—Harry, ¿alguna vez has pensado en la posibilidad de ser entrenado? —Severus preguntó viendo al niño de siete años. El adulto sentía que estaba poniendo una carga demasiado grande sobre un niño.
Harry lo miró y frunció el ceño. Parecía sorprendido por la pregunta de Severus, como si nunca hubiera considerado aquella posibilidad en absoluto.
—¿A qué te refieres? —Harry preguntó confundido.
—He hablado con el director Dumbledore y hemos llegado a la conclusión de que tu entrenamiento es necesario. Así como para tu hermano también lo es, ya sabes. —Severus no tuvo que explicar las razones por las que Aidan Potter sería entrenado, Harry ya lo sabía por ese libro que le había devuelto esa misma mañana.
—Entiendo... —Harry se limitó a mirarlo.
—Sin embargo, entrenarte en Hogwarts no es una opción, al menos por el momento. —Harry lo miró con curiosidad y algo de esperanza brilló en sus ojos color esmeralda. —He pensado en un lugar donde podríamos llevar a cabo ese entrenamiento de forma segura. Si accedes a tomarlo.
—Aidan se ausentó luego de nuestro cumpleaños para iniciar su entrenamiento. ¿Cierto? —Harry pareció haber descifrado la ausencia de su hermano rápidamente. —Esta semana igual... —Los ojos de Harry se opacaron por unos segundos. —Aidan tiene suficientes secretos. Mantener uno a mi hermano no debería molestarlo.
—Debes tener en cuenta que un entrenamiento mágico requiere de tiempo y es exhausto. Si crees pertinente empezarlo más adelante —Severus se vió interrumpido.
—Quiero empezar ahora. —Harry fue firme con su decisión. A Severus le sorprendió un poco, pero no cambió su compostura. —Aidan dice que quiere protegerme, pero a lo mejor el que debe ser protegido es él.
—Harry, debes pensarlo bien.
—¡Sev! Entrename, ¿sí? —Harry puso ojos de cachorro y Severus pensó por unos segundos las palabras del niño.
—La mansión de los Prince es un lugar seguro y alejado de las miradas curiosas. Allí podríamos trabajar en tu entrenamiento sin interrupciones. Perteneció a mi familia.
Harry levantó la vista y miró a Severus con determinación.
—Quiero aprender, Sev.
Severus asintió y una pequeña sonrisa se formó en sus labios.
—Entonces haré un plan de entrenamiento y se lo presentaré a Dumbledore. — Severus volvió a sonreírle al niño y le dio una palmada en el hombro, reconociendo su determinación. —Eres valiente, Harry. Estoy seguro de que te convertirás en un gran mago.
N/A: Perdón por subir este capítulo más tarde a los otros días, pero finalmente está acá.
Que opinan de Harry atacando el ego de Severus?
Mañana el último capítulo de esta maratón semanal. Espero que les haya gustado el capítulo.
Nos leemos <3
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