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Little changes

Pequeños cambios

Harry observó atentamente a su hermano.

Acababa de llegar a casa luego de cuatro días de ausencia de los Potter. Su madre había ido por él a Hogwarts, como casi siempre. Apenas había saludado a su madre cuando había ido a recogerlo, aún intentando comprender porque su madre no le había dicho toda la verdad que giraba en torno a su hermano. Sentía que la única persona capaz de hacerle conocer la verdad había sido el director, de una forma extraña y mediante un libro, pero lo había hecho.

Tampoco estaba resentido con Severus, no podía estarlo. Al fin y al cabo, como el profesor se lo había dicho, no era responsabilidad de él comentarle lo que había sucedido con Aidan. Pero Harry estaba agradecido de que Severus le explicara un poco más sobre su pasado y lo que había implicado ser un mortifago. Harry entendió mediante aquella conversación, el odio que Prongs le tenía al profesor. Pero Severus no era malo, al menos no con Harry, así que el niño evitaría preocuparse más por eso.

Ahora en casa, sentado en el comedor para cenar, no separó sus ojos sobre su hermano. Aidan apenas lo había saludado al llegar y Harry no entendía bien el porqué. Aidan comía con lentitud y Harry podía afirmar que su hermano parecía estar muy exhausto, como si no hubiera descansado bien durante sus días de ausencia. Fuera de lo normal.

Harry siguió comiendo, pensando que no sería bueno seguir preocupándose por Aidan si su hermano le continuaba ocultando cosas.

No, no estaba resentido. Pero a Harry le fastidiaba el hecho de que su hermano le ocultara cosas y que prácticamente lo hubiera ignorado desde que había llegado. Harry era consiente que pequeñas cosas habían cambiado en Aidan durante el último año, pero Harry no conocía el porque hasta ahora. Aidan sabía su historia, historia que su hermano había decidido no compartirla con él. De alguna u otra forma también terminaba afectando a Harry.

También supuso que por el destino de su hermano, estaban esas preferencias por parte de los adultos a Aidan. Continuó comiendo, entretenido en sus pensamientos.

Harry y Aidan estaban solos en el comedor, no había rastro de ninguno de los adultos cerca. Así que Harry no comprendía bien porque su hermano no le hablaba. Supuso que sería bueno intentar volver a hablarle, tal vez, como tercer intento obtendría alguna respuesta de Aidan.

—Aidan. —Harry llamó y su hermano levantó la cabeza y lo miró. Aidan estaba sentado frente a él. Harry notó de inmediato que los usuales ojos color avellana de su hermano carecían de su brillo energético característico. —¿Estás bien? —Sí, Harry dijo que no se preocuparía, pero era inevitable hacerlo. Al fin y al cabo, Aidan seguía siendo su hermano.

—Sí. Solo estoy cansado. —Aidan bajó la mirada nuevamente y siguió comiendo con lentitud.

—No sueles llegar tan cansado de los viajes...—Añadió Harry mirando fijamente a su mellizo.

—Las cosas cambian, Harry.

—Usualmente me cuentas las cosas que haces en tus viajes. ¿No te gusto el viaje a Dinamarca? —Harry trató de continuar una conversación.

—¿Sabes? realmente me gustaría que mamá y papá dejasen que nos acompañes. Pero entiendo su postura de alguna forma. —Aidan habló con voz cansada. —Te quiero Harry y nunca dejaré que algo malo te pase.

—Sabes que puedes confiar en mí, ¿cierto? —Harry tenía ganas de decirle a su hermano que ya lo sabía todo y que él era capaz de ayudarlo. Pero presentía que no sería buena idea hacerlo. En el fondo, Harry esperaba que Aidan se abriera lo suficiente para dejar de ocultarle cosas. —Solo confía en mí, Aidan.

—¡No es tan fácil como lo pides! —Aidan lo miró con ojos furiosos, pero de inmediato bajó su mirada, arrepentido por gritarle. —Perdón... No es fácil Harry, solo intento cuidarte. ¿Si? Que no te cuente algunas cosas no significa que no confie en ti, simplemente no puedo hacerlo.

—¿Qué te detiene? —Harry no comprendía. Aidan era capaz decidir por sí solo, o al menos eso esperaba Harry.

Su hermano no respondió, quien apenas lo miró y se levantó de la mesa murmurando algo de que iría a su habitación. Harry no lo detuvo.

:.:.:

Aidan suspiró exhausto. Le dolía el cuerpo y sabía que todo era por haber entrenado tres día seguidos. Sinceramente, el niño nunca creyó que usar magia cansara tanto. Se tiró sobre su cama, esperando que Harry no tuviera la audacia de abrir su puerta y seguir con sus preguntas. Aunque internamente, Aidan pedía que su hermano estuviera lo suficientemente preocupado por él para ingresar a su habitación sin permiso.

Tras varios minutos, Aidan supo que Harry no entraría a su habitación.

Se sentó sobre su cama, sus pensamientos divagando. El primer día de entrenamiento con el señor Kama, o como el hombre le había pedido llamarlo, Yusuf, pareció divertido. El hombre le había enseñado técnicas para coger correctamente la varita y no lastimar su muñeca. Luego habían empezado con magia muy básica, según Yusuf. Empezó con lumus y nox. Hechizos que se le complicó tanto que desgastó todas sus energías. Por ratos, Aidan vuelva a a asi varita, pero tal vez, no era lo suficiente fuerte para hacer uso de su magia.

Antes del entrenamiento había estado muy insistente con el hecho de que su hermano se uniera a practicar con él, pero tras finalizar sus tres primeros días de entrenamiento lo pensó mejor. No quería que su hermano se cansara como él y tampoco quería ponerlo en riesgo, como solía decir su padre.

Según Prongs, Harry sería un distractor.

Cuando llegó su hermano esa misma tarde, Aidan había querido ir a hablar con él, como siempre. Pero su padre le recordó no mencionar ninguna palabra con su hermano sobre los últimos días. Aidan supo que si hablaba con Harry, no podría contenerse y terminaría diciéndole a Harry todo lo que no debía, incluyendo lo de su varita.

Aidan siempre había pensado que juntos obtendrían su primera varita, antes de entrar a Hogwarts. Pero parecía que la vida tenía otros planes para Aidan.

Lo único que lo tranquilizaba un poco era el hecho de que ambos entrarían juntos a Hogwarts y estarían en Gryffindor, como Prongs siempre decía. Faltaban cuatro años para eso y parecía un montón de tiempo. Pero para ese entonces, al menos Aidan podría dedicarle más tiempo a su hermano estando en Hogwarts.

:.:.:

Harry se dirigió a la habitación de Aidan luego de cenar. El niño había notado que el plato de su hermano había quedado prácticamente intocable, cuando Aidan era el que solía comer más entre los dos.

Abrió despacio la puerta de la habitación de Aidan. Observó a su hermano en silencio, notando la fatiga en su rostro y la forma en que se dejaba caer sobre la cama. Aunque Aidan intentaba ocultarlo, Harry podía percibir su agotamiento. Se preguntó qué era lo que había estado haciendo durante esos días de ausencia, pero sabía que no debía presionarlo para que lo revelara, aunque lo había intentado hace unos minutos.

A pesar de su curiosidad, entendía que su hermano tenía sus propios motivos para mantener secretos. Era frustrante, pero Harry sabía que debía respetar los límites de su hermano. No quería pelear con Aidan. Supuso que podía aguantar algunos secretos antes que pelear con su mellizo.

Harry decidió acercarse a la cama de Aidan y sentarse a su lado. Harry sentía la necesidad de asegurarse de que su hermano estuviera bien a pesar de todo.

—Aidan, quiero que sepas que estoy aquí para ti. Si alguna vez necesitas hablar o simplemente desahogarte, estoy dispuesto a escucharte sin juzgarte. —Harry habló en voz baja. —Perdón por lo de hace unos momentos, no debí presionarte para hablar.

Aidan levantó la mirada, sus ojos cansados encontraron los de Harry. Parecía sorprendido por las palabras de su hermano, pero una pequeña sonrisa afloró en su rostro.

—Gracias, Harry. Hay cosas que no puedo compartir contigo ahora, pero quiero que sepas que confío en ti y que siempre trato de protegerte de la mejor manera que puedo.

Harry asintió, sintiendo una conexión más fuerte con su hermano en ese momento. Aunque había muchas cosas que aún desconocía, sabía que su vínculo como hermanos era inquebrantable.

—Aidan, estamos juntos en esto, pase lo que pase. Ya sea que podamos compartir todos los detalles o no, siempre estaré aquí para ti. No importa cuánto tiempo pase, siempre seremos hermanos y estaremos ahí el uno para el otro. —Harry sentía que hacía una promesa mientras mencionaba cada palabra dirigida hacia Aidan.

Aidan asintió, su sonrisa se amplió un poco más.

—Lo sé, Harry. Y eso significa todo para mí. Gracias por entender y por estar a mi lado.

Los dos hermanos se abrazaron, sintiendo la fuerza de su lazo fraternal. Harry sabía que habría momentos difíciles en el camino, pero estaba decidido a apoyar a Aidan en todo lo que pudiera. Juntos, enfrentarían los desafíos que les esperaban y se apoyarían mutuamente en cada paso del camino.

En ese momento, en el silencio reconfortante de su habitación, Harry y Aidan encontraron consuelo y esperanza en su inquebrantable vínculo fraternal. Aún así, ambos eran consientes de los pequeños o grandes cambios que se acercaban para ambos. Por más que intentaran hacer parecer que las cosas estaban bien, no todo era color rosa...

:.:.:

Ingresó a la oficina sin muchos rodeos y, como siempre, el director le ofreció un caramelo de limón que Severus de inmediato rechazó. Solo estaba ahí por una cosa y era para hablar sobre el libro que Severus le había confiscado a Harry. Dependiendo de lo que surgiera de su conversación con el director, le devolvería el libro al niño.

—Te notó preocupado Severus. —El director lo miró divertido. ¿Qué le parecía gracioso a Albus Dumbledore? Severus bufó en respuesta. —Pues, ¿qué sucede muchacho? —Severus odiaba que el mayor lo llamase así, pero ya se había acostumbrado.

—¿Reconoces esto? —Severus sacó el libro de entre sus túnicas y lo puso frente a él para que el director viera la carátula.

—¡Un libro! —Severus rodó los ojos. El director rió. —No es tuyo, es de Harry. Deberías devolverlo. —Habló el director entre risas. —Creo yo que no le habrá gustado que te lo quedes. —Así que Harry no había mentido, pensó Severus.

—¿Por qué se lo dio? —Severus preguntó con cautela. La mirada del director pareció entristecerse por unos segundos hasta que volvió a su brillo habitual.

—Dudo que Lily y James le cuenten a Harry sobre los acontecimientos de aquella noche de octubre. Ambos han estado reacios a que Harry sepa la verdad y entrene junto a su hermano. —El director explicó. —Ser el hermano del niño que vivió, también podría ponerlo en peligro. Pero solo podía darle la verdad a Harry, brindarle algo de entrenamiento sería imposible.

Severus analizó las palabras del director. Albus tenía razón, Harry también podría estar en peligro como su hermano en un futuro. Existía la gran posibilidad de ser usado como carnada para que el señor oscuro se acercara al niño-que-vivió.

—Si deseas apoyar en la educación de Harry, eres bienvenido. —El director le sonrió con tristeza. —Ahora, si me disculpas, tengo unos documentos que firmar.

Severus salió de la oficina pensando en aquel permiso explícito del director. ¿Albus quería que entrenara a Harry? ¿Dónde lo haría? Claramente la escuela no era opción, principalmente porque en un par de semanas los estudiantes volverían a llenar el castillo por el inicio del nuevo ciclo escolar.

El profesor continuó pensando en su camino hacia las mazmorras, hasta que de pronto recordó la herencia que los Prince le habían dejado. Por Harry, podría aceptarla. ¿La mansión sería un buen lugar para entrenarlo? ¿Harry quería ser entrenado?

N/A: Segundo capítulo de la semana!

Es algo más cortito, pero igual me gustó escribirlo. Prepara se para lo que viene en los siguientes capítulos...

No olviden dejar sus votos y comentarios, nos leemos <3

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